Saint Seiya Fan Fiction ❯ Ayoros ❯ Pláticas de amigos. ( Chapter 17 )

[ P - Pre-Teen ]

XVII. Pláticas de amigos.
 
Aquel lugar era espectacular. Inmenso e indescriptiblemente hermoso y tranquilo, era lo que muchos conocían como la entrada del Olimpo.
En realidad, nadie con un cuerpo mortal podía siquiera acercarse al Olimpo, era sagrado e inmaterial y sólo espíritus poderosos (como los de los dioses) podían ir y venir a su conveniencia, no sin antes pasar por la entrada del mismo sitio, que no era más que un conjunto de templos medianos en donde los dioses que moraban en las alturas debían permanecer un tiempo para cumplir con una especie de “rito de transición” y se les prestaba un cuerpo humano (o eran preparados para reencarnar según fuera la necesidad) con el cual podían andar por el mundo durante algunos días. Luego, antes de regresar, debían pasar nuevamente por esta entrada y purificarse para poder regresar a su hábitat etéreo.
 
Cuando Hera y su séquito hubieron llegado a la entrada del primero de los templos medianos, una figura muy particular los estaba esperando con una especie de “cara” de alegría. Se trataba de la misma figura luminosa que hacía siete años había llevado al bebé Ayoros ante la diosa Atena, y que, seguramente, antes de eso se hubiera encargado de cuidar del niño.
Por su parte, Ayoros venía dormido, quizá el cansancio del viaje aunado a que durante la mayor parte de este no había parado de llorar, le habían agotado demasiado.
 
Hera: Iris, cuídalo bien mientras hablo con mis hijos ¿quieres?
 
En un ademán de cuidado y ternura, la diosa pasó al niño de entre sus brazos a los de la figura luminosa (que parecía como si le hubieran dado un regalo de cumpleaños porque se mostraba muy contenta).
 
Hera: (viendo a la... cosa) Cuando despierte dale ropa nueva y algo de comer... y no lo pierdas de vista.
 
La diosa miró unos momentos al pequeño con una calidez muy especial; a continuación se marchó junto con la joven que le había hecho compañía hasta el Santuario de Atena. Uno de los dos guerreros las siguió escoltando; sin embargo el otro, el que tenía la mirada roja, desapareció como si fuera un fantasma (huiiiiiiiiiii).
 
 
¡Por fin! Afrodita había logrado llegar con Atena (y digo por fin porque luego de tener que ir pasando casa por casa -Esto sucede con demasiada frecuencia aquí ¿no?-, y explicando su retorno a caballero por caballero, la cosa se había vuelto muy tardada - Ya sabes, exclamaciones como ¡Afrodita ¿eres tú?!, ¿cuándo regresaste? Y un sin fin más de horrendas preguntas que le ponían los pelos de punta al Santo de Piscis y de paso le arruinaban el peinado-)... (¿pero qué estaba yo diciendo...? ah, seguro:) Saga y Shura lo siguieron todo el camino... (y yo creo que nada más ellos dos, porque a pesar de haber recibido bien a su compañero, los demás como que seguían muy agüitados y no tenían el ánimo de subir todos aquellos demoníacos escalones hasta el templo de Saori -y bueno, Camus de todas formas no podía, seguía enfermo, así que ni pudo aunque quisiera-).
 
Casi de inmediato, Saori recibió a su recién llegado caballero... y le pidió a Saga y a Shura que los dejaran hablar a solas... y los dos se quedaron con cara de T T. Pero a final de cuentas, ambos se retiraron... (pero se quedaron fuera de la habitación principal, pegados a la puerta - cerrada - a ver que sustanciosa información pepenaban n n).
 
Afrodita: (Arrodillándose) Atena, le agradezco que me haya permitido salir; ahora he regresado y le presento nuevamente mis servicios como Caballero.
 
Saori: Gracias Afrodita.
 
Afrodita: Y también... Durante mi viaje, conseguí información valiosa e importante para usted y el Santuario... Es mi deber comunicársela...
 
Saori: Oye, Afrodita, antes de que empieces ¿puedo pedirte un favor?
 
Afrodita: (viendo con curiosidad a la chica) ¿sí?
 
Saori: Es que... ¡Estoy harta!, no soy más vieja que tú, ni que Shura, ni que ninguno de ustedes... por favor “Háblame de tú”.
 
Terminado esto, Saori sonrió al muchacho con una tierna mueca de ángel.
 
Afrodita:...
 
Afuera
 
Shura: Creo que Atena anda de malas... ¿crees que sea mi culpa?
 
Saga: Cualquiera se molestaría de tenerte que estar aguantando todos los minutos, de todas las horas, de todos los días, de todas la semanas, de...
 
Shura: (interrumpiendo) ¡Vale, vale, que ya he entendido! >_< No tienes que ser tan específico... yo sólo quería ayudarle...
 
Saga: Shhh, escucha.
 
Adentro.
 
Afrodita: Eh... Pues...yo...
 
Saori: Inténtalo, por favor. Déjate ya de formalidades.
 
Afrodita: ...Bueno ...
 
El muchacho se puso de pie.
 
Afrodita: ¡¡¡Verás, resulta que hay un mega desorden extra grande entre dioses, diosas y los aún no definidos...
 
Afuera.
 
Saga y Shura: -Como tú-
 
Adentro.
 
Afrodita: que traen un montón de problemas y de alguna forma piensan que la solución es deshacerse de los hijos impuros de Zeus y de esa forma hacer un montón de tonterías antiestéticas y muy bobas que sinceramente lo único que harán será llevarnos a la ruina!!!
 
Saori: (paciente) Afrodita... trata de usar comas, hablas demasiado rápido y no te entiendo.
 
Afrodita: ...Lo siento... (suspiro) Saori, me dijeron lo que ocurrió aquí antes de mi regreso... que la diosa Hera se llevó a Ayoros...
 
La chica bajó la mirada... ciertamente se sentía culpable.
 
Afrodita: ¡Y eso fue un grave error! ¡Una enorme tontería! ¡¿En qué rayos pensaban?!
 
Saori: Parece así... pero no había otra salida, el Santuario ya era demasiado peligroso para Ayoros. Hera nos hizo verlo...
 
Afrodita: ¡Error! ¡Eso es mentira! ¿Es que no puedes verlo? ¡Ese peligro del que hablas fue producido por la misma gente de Hera!
 
Saori: ¡Afrodita!
 
Afrodita: (Tratando de hablar con más prudencia)... Quizás ella misma no lo sepa... (pero no lo logró) ¡Pero ya te lo dije! Es un enorme complot y al llevarse a Ayoros nos han involucrado de alguna forma, estoy seguro... Saori, por favor... Atena, debemos recuperarlo, sólo así estará seguro... No importa (apretando los puños) Si tiene que ser a la fuerza...
 
Ambos permanecieron en silencio, mirándose a los ojos... Ciertamente, ante la mirada compasiva de la diosa, Afrodita parecía estar excesivamente alterado, ya que sus palabras eran demasiado directas y la verdad aún no había explicado nada... Se veía desesperado... molesto.
 
Saori: No, Afrodita.
 
Afrodita: ...
 
Afuera.
 
Saga y Shura: ¿Por qué no?
 
Seiya: ¿Qué hacen ahí ustedes dos?
 
Ambos miraron sorprendidos a sus espaldas.
 
Shura: Oh, ustedes...
 
Dhoko: Se ve que están muy entretenidos ¿sucede algo interesante?
 
El viejo Dhoko y los cuatro muchachos de bronce habían llegado a sus espaldas, pero estaban tan entretenidos en escuchar algo, que jamás notaron su llegada.
Luego de que emprendieran su misión para regresar las armaduras a sus casas, se encontraron con el trío dorado en las escaleras entre los templos, y prometieron alcanzarlos en cuanto finalizaran su tarea (por lo visto, ahora).
 
Dhoko: (paciente y amable) ¿Y bien?
 
Shura: (dudando) ¡No tratábamos de escuchar nada lo juro!...
 
Saga: ¬ ¬ Tonto.
 
Shun: Pues qué pasa ahí dentro... ¿Acaso Afrodita ya esta hablando con Saori?
 
Los otros dos hicieron un gesto positivo.
 
Saga: Pero no nos permitió quedarnos.
 
Dhoko: Ya veo.
 
Acto seguido, el pequeño hombre morado se acercó junto a sus dos camaradas y posó su puntiaguda oreja a la puerta.
 
Dhoko: Escuchemos.
 
Todos: ·_·
 
Shiryu: (tras reponerse del impactante suceso) Ma-estro... ¿Usted cree que eso es correcto?
 
Dhoko: No, pero igual quiero escuchar.
 
Todos: ·_·
 
Adentro.
 
Afrodita: ¡Pero...
 
Saori: (Interrumpiendo con un ademán de silencio) No pienso empezar una guerra por algunas sospechas... Necesito pruebas. Mientras tanto, no podemos levantarnos contra estos dioses... esta prohibido.
 
Afrodita: (desesperado) ¡Pero tienes mi palabra! ¡¿Qué más necesitas?!
 
Saori permaneció en silencio.
 
Afrodita: Tú no... (decepcionado) Aún no confías en mi...
 
Saori: No es eso Afrodita...
 
Afrodita: ¡¿Entonces qué es?! ¡Primero me dices que quieres que te hable como a un igual... ¿Pero tú no confías en mi?! ¡¿A qué estás jugando, maldita sea?!
 
El joven de pronto se dio cuenta de que su ira y desesperación lo estaban llevando demasiado lejos... ahora sí, esperaba no haber echado a perder todo con su falta de paciencia.
 
Saori: (Tranquila) Afrodita, debes tranquilizarte y pensar por un momento. La situación no se presta para decisiones tan precipitadas...Entiende que, si estuvieras en lo correcto, cualquier mala jugada de nuestra parte podría lastimar incluso al mismo Ayoros... Por favor... Te escucharé con calma, todo lo que debas decirme... pero no puedo prometerte que a cambio me revelaré contra el padre los dioses, o contra Hera en su defecto.
 
Afrodita: (Mordiéndose los labios) ... Escuché decir en el templo de Venus-Afrodita que los hijos legítimos de Hera y Zeus estaban artos de que sus hermanos impuros tuvieran mayores dominios e importancia que ellos... y empezaron a tramar un plan... para vengarse no sólo de aquellos seres que desprecian... sino también de su propio padre, Zeus por haber cometido tantos errores...
 
Saori: Y se puede saber... ¿De quién escuchaste estas palabras, exactamente?
 
Afrodita: (bajando la mirada)... Yo...
 
Saori miraba con severidad a su Santo dorado... de esta respuesta, dependerían las acciones que tomaría la diosa.
 
Afrodita: - ¿Por qué no confías en mi?... (viendo a Saori) ¿Es tan difícil creer en alguien como yo?... Aunque te dijera que lo escuché de la misma representante de la diosa Venus... No me creerás... y tu desconfianza, sé que es mi culpa... por ser quien soy, no me escucharás... No lo harás... dudarás... No tiene caso (bajando nuevamente la mirada) No tiene caso involucrarte, Atena... No puedo proteger a nadie de esta manera-
 
Saori: (Llamando) Afrodita.
 
Afrodita: ...De un centinela.
 
Afuera.
 
Todos: ¡¿Ehhhhhhhh?!
 
Adentro.
 
Saori: ...
 
Afrodita: Sólo... un rumor.
 
Saori: Afrodita... No puedes dejarte llevar por simples rumores... Es un error muy grande que puede dañar a muchas personas.
 
Afrodita: (agotado) Lo sé.
 
Saori: (Decepcionada) Debes aprender, a no ser tan precipitado; si te di permiso de salir del Santuario fue para que pusieras en orden tus sentimientos, de verdad creí que lo necesitabas... pero veo que sólo te mortificaste más... Lo siento, pero deberé castigarte. No te permitiré que abandones tu templo durante un tiempo... Debes meditar sobre muchas cosas... Por favor.
 
El muchacho hizo , hastiado, una reverencia para su diosa; a continuación se escucharon sus pasos pesados y fuertes, golpeteando cada vez más audiblemente el suelo... Para los de afuera, esta era una indicación de que saldría y además de que estaba muy molesto...
 
Saga: (murmurando) Oh no...
 
Saga se quitó de inmediato de enfrente de la puerta para ocultarse tras un pilar cercano. Volteando todos al mismo tiempo, los demás lo vieron con curiosidad, pero antes de poder reaccionar o pensar acerca de sus motivos, Afrodita salió dando un portazo, dejando abierta de par en par la puerta principal.
Mientras lo observaba alejarse con tal furia, Saori suspiró con tristeza y se marchó hacia lo más profundo de su templo para desaparecer entre las sombras, sintiendo aún que algo no andaba bien y que necesitaría volver a hablar con Afrodita cuando estuviera más tranquilo....
 
Mientras, y debido al portazo del santo de Piscis, todos habían quedado hechos waffles contra la pared... todos excepto el viejo maestro que, gracias a su estatura, se pudo salvar, también debido a que los cuerpos de los otros muchachos le habían servido de amortiguador y tope.
 
Dhoko: (Viendo al joven marcharse) Pero Afrodita... ¿Por qué le mentiste de esa forma a Atena? Estoy seguro, de que esa no es la verdad que tanto te urgía comunicarle...
 
Mientras Dhoko divagaba en voz alta, Saga apareció por detrás del pilar que le sirvió de escondite, viendo aquel lugar por el que Afrodita se había marchado; a continuación volteó a ver al viejo maestro...
 
Saga: ¿Estará bien?
 
Dhoko: (movimiento negativo) No podemos saber lo que realmente sabe Afrodita, mientras él no desee comunicárnoslo tal cual es...
 
Saga: (frunciendo el ceño) ¿Cree que mintió?
 
Dhoko: ¿Tú qué crees?
 
Saga: ... (viendo a los otros hechos tortilla) Estaba muy enojado... pero yo pienso que más que enojo, era una especie de frustración... (viendo a Dhoko) Sólo espero que no haga ninguna locura. Ya han pasado suficientes cosas malas como para empeorar más la situación.
 
Dhoko bajó la mirada. Tenía cierta idea de lo que podría ocurrir a continuación; lo único que había hecho falta era un detonador, y este había sido el mismo Afrodita... Sí, sabía que ya todos habían pensado en algo por demás similar y que tan sólo dependía de uno sólo para que los demás le siguieran. Estaba seguro, porque incluso el mismo hombre que se encontraba de pie frente a él, podría haber salido corriendo tras Afrodita para tomar como pretexto lo que este pudiera decirle...
 
 
La noche cayó pronto sobre el Santuario. Fue una noche especialmente silenciosa.
 
A pesar de su castigo, Afrodita se dedicó a pasear fuera de su casa, pensando y andando cada vez más y más lejos. Estaba molesto sí, pero no sabía en realidad con quién. Simplemente se sintió de pronto como si odiara a todo el mundo, como si todos (hasta los que no conocía) tuvieran la culpa.
Las estrellas no brillaban esa noche en comparación con la Luna, que emitía tanta luz como un foco encendido, el cual se apagaba en ocasiones por el paso de algunas nubes.
Afrodita se sintió de repente muy solo. Ya que por fin había encontrado un lugar al que pertenecía, creyó darse cuenta de que no era así... Necesitaba hablar con alguien... pero nadie lo escucharía, porque su personalidad se caracterizaba ante los demás por su instinto de conveniencia y maldad... Era verdad, él era ruin... Nadie querría hablar con alguien tan ruin como él...
De pronto, el muchacho alzó con cierta luz su mirada... quizá, podría hablar con alguien... Él era ruin claro, pero... ¿Y si hubiera una persona considerada más ruin que él?... Sí, después de todo había alguien que, quizá, podría escucharlo y hasta cierto punto, entenderlo.
 
 
Los dos muchachos habían hablado largo y tendido.
Aunque al principio Marín no hacía más que escuchar, la conversación pudo llegar a un punto en el que ambos dialogaban y compartían e intercambiaban opiniones.
Ayoria, aunque no completamente, pero se sentía aliviado; por lo menos, la muchacha lo comprendía y tenía algunos sentimientos en común, como la frustración y el temor de lo que podría pasar ahora, y ambos sabían que no podría ser nada bueno, que aquello era demasiado descabellado como para tener sentido alguno.
Aún caminaban sin dirección, pateando de vez en cuando alguna pequeña piedra que se les atravesará en el camino, y también, deteniéndose a intervalos pequeños para mirar alrededor o para dialogar frente a frente. Ciertamente, lo último que querían era ser interrumpidos, porque a pesar de todo, era un momento especial; aún así, Marín sabía que alguien les seguía los pasos muy de cerca; el chico pelirrojo aún era un poco torpe; quizás por eso ella misma había insistido en caminar sin dirección para que no los molestaran, era la única forma de impedir darle pie a Kiki para que se acercara lo suficiente como para que no lo pudieran seguir ignorado, a pesar de tener conocimiento de su presencia.
 
Marín: ¿Y qué pasará ahora? ¿Qué deseas hacer?
 
Ayoria: No lo sé... o bueno, sí lo sé, pero no sé si debo...
 
Marín: (risa ligera) Ayoria, no cambias... ¿Por qué te es tan difícil tomar decisiones?... A veces, es necesario ignorar a los demás. Aún cuando son tus amigos; de ser así, ellos lo entenderán; no necesitas quedar siempre bien con todos.
 
Ayoria: No es eso... desde pequeño, me acostumbré a ignorar a la gente... Es simplemente que no quiero involucrar, ni a mis amigos, ni a mi diosa...
 
Marín: Jm, claro... Decídete entonces.
 
Ambos se detuvieron.
 
Ayoria: Pero...
 
Marín: (Interrumpiendo) Decídete. Yo te ayudaré de cualquier forma... (viendo hacia atrás) Y sé que Kiki también lo hará.
 
Marín había volteado en el momento indicado. Un ligero descuido del muchacho pelirrojo le costo su escondite, ya que había asomado la cabeza de detrás de una roca para ver a sus dos compañeros. Salió entonces de detrás de esta, ante la sorpresa de Ayoria, y se dirigió a su lado con un gesto medio molesto, pero aún así jovial.
 
Kiki: ¿Se habían dado cuenta?
 
Marín: Sí.
 
Kiki: Ya veo... lo siento Mu, creo que metí la pata.
 
Y como por arte de magia, apareció ante los tres la cansada figura de Mu (y de paso los obligó a bombear sangre a mil por hora luego del susto, con eso sí no contaban).
 
Ayoria: (todavía asustado) ¡Mu! ¿Por qué hiciste eso?
 
Mu: Porque estaba cansado de permanecer sentado en mi templo luego de que Shura se fue... Por lo menos sus gritos me mantenían entretenido.
 
Ayoria: ...
 
Marín: Supongo que escuchaste casi todo.
 
Mu: (movimiento positivo de la cabeza) ¿Estás seguro de lo que quieres Ayoria?... Recuerda que a mi no puedes engañarme... sé lo que piensas, sé lo que quieres, y debo decirte que puede ser peligroso. Podrías cometer un error que nos involucraría a todos.
 
Ayoria: Mu...
 
Marín de pronto hizo un movimiento algo extraño (podría haber sido un respingo de curiosidad, pero recordemos que su cara no se ve). Los demás se enfocaron en lo que ella se había quedado mirando: A lo lejos, una sombra caminaba como si tratara de rodear las casas Zodiacales. Lo reconocieron casi de inmediato, aunque él nunca los vio; se trataba de Afrodita, que si bien no se equivocaban, acababa de tomar rumbo nuevamente a los templos del zodiaco... posiblemente se dirigía a casa de Cáncer.
 
Ayoria: ¿Afrodita?
 
Mu: Eso es curioso... corren rumores de que Atena le impidió salir de su templo por un tiempo.
 
Ayoria: (viendo a Mu) ¿Eh?
 
Marín: -Jm, Mu siempre enterado de todo-
 
 
Pocas veces Afrodita había entrado a las casas de sus compañeros; de hecho estaba casi seguro de que jamás había entrado a otra que no fuera la suya... (bueno, a la de Shaka... Bueno, a todas... ya había subido y bajado a través de todas ellas como... muchas veces) porque le desagradaba mucho cuando entraban a la suya sin permiso... y, por muy extraño que parezca, él evitaba hacer lo mismo, en un intento por no ser desagradable (porque lo consideraba desagradable y si alguien más lo consideraba desagradable, quería decir que él era desagradable y el bello Afrodita... ¡pues no estaba dispuesto a que pensara que era desagradable, caray!). Para el caso: Esta vez se había dado cuenta de una cosa: que la casa de Máscara de la muerte era sin duda la que tenía los pasillos más angostos de las doce... y eso era (volviendo al tema) desagradable porque daba la impresión de ser entonces un lugar muy cerrado...
Pero eso no importaba ahora... no tenía caso pensar en cosas tan poco trascendentes... sería mejor pensar en que, tal vez, Máscara de la muerte ni siquiera estaría dispuesto a ver a nadie (ya antes habían pasado por ahí, y él ni sus luces). Pero debía intentarlo, o enloquecería y... eso era algo muy...desagradable.
Los pensamientos de Afrodita empezaron a concentrase poco a poco en las paredes de la casa de Cáncer... Sí, descubrió los dibujitos del niño.
Afrodita se arrodillo frente a la pared para verlos de cerca con un gesto verdaderamente deprimente aunque a primera vista pareciera tranquilo.
 
Máscara de la muerte: ¿Se puede saber qué haces aquí, cara de niña?
 
Afrodita se encogió de hombros por la sorpresa, volteándose en un giró rápido a sus espaldas para ver a Máscara de la muerte recargado en la pared opuesta a los dibujos, viéndolo con molestia... aunque poco tiempo vio su rostro porque, el giro fue tan “veloz” que perdió completamente el equilibrio y calló al piso de costado... Un verdadero desastre.
 
Máscara de la muerte: (desapareciendo una especie de sonrisa burlona de las extremidades de sus labios) Estúpido.
 
Afrodita se colocó como pudo boca abajo, se apoyó en sus brazos, se impulsó rápidamente y ¡vualá! Quedó sentado muy derechito como si fuera a ser parte de alguna ceremonia japonesa del té.
 
Afrodita: (peinándose disimuladamente algunos cabellos que le quedaron en el rostro) Que grosero eres.
 
Máscara de la muerte: Quiero que te vayas. Me desagradan mucho las personas que nada más andan haciendo payasadas para tratar de hacer sentir mejor a los demás.
 
Afrodita: ·_· -Pero si yo no me caí por eso-
 
Máscara de la muerte: ¿Y bien? ¿Te largas, o te saco a patadas?
 
Afrodita: -Piensa rápido, piensa rápido... ¡Ah!- ...(apuntándole con su dedo derecho índice -¿bueno y para qué tanta especificación?) Ya sé, por qué tu técnica de Capas de Espíritu tenía una energía similar al de aquella sombra fea.
 
Máscara de la muerte: (su turno) ·_· -¿Y tú cómo sabes eso?-
 
Al parecer, Afrodita se había ganado la atención del muchacho.
 
Máscara de la muerte: Te escucho.
 
Afrodita: Porque esa sombra extraña... no es más que una técnica que esta basada en la energía proveniente de ese lugar... ese al que son mandadas las almas con tu técnica.
 
Máscara de la muerte: ¿Cómo?
 
Afrodita: No es más que una proyección de un espíritu, es como controlar un alma vagabunda. Pero para hacerlo, debes usar un tipo de energía muy especial... energía oscura, energía de los campos de la muerte. Es una proyección prohibida.
 
Máscara de la muerte: Ya veo...
 
Unos minutos de silencio funerario...
 
Máscara de la muerte: ¿Por qué regresaste?
 
Afrodita: Quería... (viendo al suelo) Ayudar... pero sólo eché todo a perder.
 
Silencio, silencio, silencio...
 
Máscara de la muerte: ¿Qué opinas?
 
Afrodita: (viéndolo) ¿De qué?
 
Máscara de la muerte: De los dibujos en la pared... ¿qué opinas?
 
Afrodita se mostró algo confundido. Unos instantes pasaron antes de que el joven se volteara y se arrastrara con habilidad hasta quedar apoyado en la pared opuesta, a un lado de su nefasto compañero.
Afrodita observó un rato, pensando en lo que podría referirse Máscara.
 
Afrodita: Son simpáticos... Me hubiera gustado tener unos cuantos en mi casa... Me gustan los recuerditos...
 
Máscara de la muerte: ...¿Estás seguro de que eres hombre?
 
Afrodita: (Enrojeciendo del coraje) ¡¡Cállate!! ¡Soy hombre, el que me gusten cosas bien hechas y estéticas no quiere decir que sea raro!
 
Máscara de la muerte: Eres raro.
 
Afrodita: ¡No lo soy!
 
Máscara de la muerte: (monótono) Tienes cara de niña, cultivas rosas y te gusta humectar tus labios...
 
Afrodita: ·_·
 
Máscara de la muerte: E-r-e-s R-a-r-o.
 
Afrodita: ¡Pues me gusta mi apariencia, me cuido mucho porque detesto tener la piel y los labios resecos como todos ustedes que tienen grietas... por resecos!
 
Máscara de la muerte: Ja... grietas.
 
Afrodita: Grrrr, olvídalo.
 
 
La curiosidad hizo que Ayoria acabara siguiendo a Afrodita.
Lo siguió hasta la entrada de la casa de Cáncer, ante la cual, se quedó parado de repente. Había dejado atrás a los otros tres, sin decirles ni una palabra, tan sólo se fue. Pero no lo siguieron... quizás entendían cómo se sentía... quizás Marín se los impidió... la verdad, estaba demasiado confundido, y quería saber tantas cosas...
 
Ayoria: ¿Por qué...?
 
El muchacho se dispuso a entrar...
 
Mu: Ayoria...
 
Pero esta voz conocida lo detuvo nuevamente en seco.
 
Mu: ¿Qué crees que haces? De pronto te vas y nos dejas con muchas dudas... ¿qué andas tramando?
 
Ayoria: (volteando) Es que... quiero saber por qué... o si Afrodita sabe... algo...
 
Mu: Ayoria... ya te lo dije una vez, debes pensar bien lo que vas a hacer. Hay muchas cosas en juego...
 
Ayoria: ¿Me detendrás...?
 
Mu: (viendo al suelo, movimiento negativo de la cabeza) Te seguiré...
 
 
Ambos permanecieron un rato así nada más, sentados contra la pared... en silencio.
 
Afrodita: Oye Máscara de la muerte... hay algo que siempre he querido preguntare desde que regresamos del Hades...
 
Máscara de la muerte: (seco) ¿qué?
 
Afrodita: Aún ahora no entiendo... ¿Por qué me ayudaste en ese momento?... es decir, ¿por qué te preocupaste en sacarnos a los dos de ese infierno si era lo más difícil?... Tú no eres... o no eras, así.
 
Máscara de la muerte: Ni yo mismo lo sé... quizá me diste lástima... o quizá estaba tan furioso con esos malditos espectros que tuvieron la brillante idea de usarnos a su antojo... y sabía que si quería vengarme de cualquier forma, no podría hacerlo solo... Por eso, no te deje caer...
 
Afrodita: ... Sin embargo, para cuando salimos de ahí, Atena y los demás ya habían logrado terminar con todos ellos.
 
Máscara de la muerte: Y todos habían muerto o estaban mal heridos... El cosmos de Atena logró rescatar a los demás Santos dorados... pero salir era lo difícil.
 
Afrodita: A menos claro que usaran tu técnica de “capas de espíritu” como motor... ¿o me equivoco?...
 
Máscara de la muerte: Se me olvida que permaneciste inconsciente hasta ese momento... y te agradezco que hayas despertado, porque sinceramente yo no hubiera podido cargar a todos para sacarlos de ahí a tiempo, antes de que el Hades desapareciera...
 
Afrodita: No hay problema...
 
Silencio de nuevo.
 
Afrodita: Creo que tú y yo hemos cambiado mucho...
 
Máscara de la muerte: Tú más que yo... Te has ablandado... y fuiste el primero en estar de acuerdo con proteger a Atena de nuevo... ¿quisiste una segunda oportunidad, raro?
 
Afrodita: ¡Deja de llamarme así!
 
Máscara de la muerte: (Maldad) Cara de niña.
 
Afrodita: (Suspiro) Trataré de ignorar tus faltas de respeto a mi moral (respondiendo) No en realidad, sólo... tenía miedo de volver a ese infierno... y por eso, fue que le pedí disculpas a esa niña... Tan sólo... pensaba que de cualquier forma, podría escapar una vez estando de regreso en el Santuario... pero todo cambió tanto, y de pronto, me sentí a gusto, por primera vez en mi vida... sentía que podía pertenecer a algo... y más aún cuando Ayoros llegó; porque logré, después de tantos años, comunicarme con ustedes... y ser parte de ustedes... (viéndolo) ¿Y tú?... ¿por qué decidiste quedarte Máscara de la muerte?
 
Máscara de la muerte: Porque... -no tenía a dónde ir- Porque quise... -quedarme en el único lugar al que puedo llamar hogar- Sólo porque quise.
 
Afrodita: Buen argumento.
 
Máscara de la muerte: Lo siento, no soy tan “sensible” como tú, para expresarme.
 
Afrodita: ¿Y eso está mal?... por lo menos ya no me angustia mi pasado, ahora que lo he liberado.
 
Máscara de la muerte: ...
 
Afrodita: (muy serio) Y por eso... tengo mucha fe en mi futuro... y sé que puedo hacerlo a mi gusto...
 
Afrodita se puso finalmente de pie. Era verdad, ese viaje si le había servido. Sí, estaba decidido, sabía lo que tenía que hacer...
 
Afrodita: Y por eso... he decidido ir por Ayoros... y traerlo de regreso, para que viva con nosotros.
 
Máscara de la muerte: (volteando a verlo con curiosidad) ¿?
 
Afrodita: (viendo a su compañero) Atena no se ha decidido, porque no quiere ocasionar otra guerra... pero no puede darse cuenta de que esa guerra ya empezó... y que por eso debemos sacar a Ayoros de en medio, si no queremos vernos inmiscuidos más adelante... sólo nosotros podemos cuidar de él, porque él es uno de nosotros, es un Santo dorado de la corte de Atena...
 
Máscara de la muerte: (viendo los dibujos en la pared) ¿Irás solo?
 
Afrodita: (movimiento positivo de la cabeza) Si es necesario... Aunque siempre agradecería la compañía de un buen amigo.
 
El joven santo de Cáncer volteó a ver a su compañero nuevamente, sorprendido por aquellas palabras, que efectivamente, iban dirigidas para él: Afrodita, lo consideraba su amigo... y confiaba en él, a pesar de ser, probablemente, el más ruin de los caballeros dorados...
 
Máscara de la muerte se levantó para mirar frente a frente a Afrodita.
 
Máscara de la muerte: Me das náuseas.
 
Afrodita: (sonrisa cínica) ¿Vienes o no?
 
Máscara de la muerte: (regresando el ademán) Un cara de niña tan debilucho como tú no podría sobrevivir en un lugar así... esta bien, iré contigo.
 
“¡Yo también iré!”
 
Los dos miraron a la entrada de la casa, en donde Ayoria veía a ambos con seriedad y severidad (pero agradecido en su interior de saber que no era el único loco que pensaba hacer algo así).
 
Afrodita: Oh, Ayoria... No sabía que eras de ese tipo de personas que escuchan tras las paredes...
 
Ayoria: Lo siento... pero... yo...
 
Máscara de la muerte: Esta bien, nos serás útil... Mientras más seamos, mejor; necesitamos fuerza y agilidad como la tuya.
 
Ayoria sonrió con gratitud, al tiempo que sus dos compañeros de armas le regresaban el ademán.
 
Afrodita: (viendo a Máscara de la muerte) Debemos salir ahora que está oscuro o se darán cuanta.
 
Máscara de la muerte: Creo que Mu se dará cuenta de cualquier forma... y no sé ustedes, pero pienso que sería conveniente hablar con él y convencerlo de que nos ayude... sus habilidades nunca están de más.
 
Afrodita: Pero ¿Mu?... No creo que acepte.
 
Ayoria: Él aceptará... (viendo a sus espaldas) ¿No es así Mu?
 
Máscara de la muerte y Afrodita: ¡!
 
Mu apareció de la nada; otro que le gustaba espiar.
 
Mu: Prepararé todo... Kiki y Marín nos ayudarán por si alguien se da cuenta... (Pícaro) se puede decir que cubrirán nuestras huellas.