Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Sombras del Pasado ❯ El Dragón del Tiempo I I ( Chapter 8 )

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DISCLAIMER: Los personajes de CardCaptors Sakura y todo lo relacionado con ellos, pertenecen a CLAMP. La trama de Sombras del Pasado es propiedad de Inner Angel.

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SOMBRAS DEL PASADO

Capitulo VIII: El Dragón del Tiempo II.

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We met
because of an unseen promise.

You still remember,
the oath we swore that day, don't you?

Let us paint a rainbow of hope,
to the very ends of the sky above. (1)

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Todos dieron instintivamente un paso atrás una vez la comunicación se hubo roto. El líder del Clan Li era muy joven, un niño para muchos, pero su poder y el respeto de su sola presencia no eran algo para tomar a la ligera. Mucho menos cuando estaba molesto, y en verdad el aura de poder que le rodeaba en ese instante podía sentirla hasta una persona sin magia alguna. Solo Eriol y Ryu eran capaces de enfrentarlo de igual a igual en momentos así. Y este último fue el único que se acercó a su amigo, preparado para cualquiera que fuese su reacción a las noticias que acababa de recibir.

Él había permanecido inmóvil, de espaldas a todos desde entonces, con los ojos cerrados y el ceño fruncido en un gesto de concentración. Su mente y aura viajaban por el poder de su magia en tiempo y espacio buscando lo que tanto temía. No tardo en encontrarla, detrás de la presencia del Mensajero estaba, efectivamente, la magia desordenada y fuera de control de Sakura. El torbellino de sentimientos que con su disciplina de guerrero había empujado a lo más profundo de su ser se estiraron en su corazón y le quitaron el aliento por un momento, haciéndolo sentir un dolor tanto físico como espiritual. Pero la sensación no duró sino segundos antes de que recuperara de nuevo la compostura.

Ryu se puso a su lado, y observó con cuidado su rostro antes de hablar.

“Todo está listo ya según lo previsto. ¿Cambiamos de plan o…?”.

“No”. Su voz salió casi como un murmullo, bajo y muy peligroso. Se volvió finalmente hacia todos los presentes “El Mensajero está acercándose rápidamente. Que todos los líderes reúnan a sus hombres en el altar de Tian de acuerdo al plan. Debemos estar preparados para proteger a tantos como se pueda en caso de que el Dragón despierte”.

Nadie espero más confirmación. Todos sabían lo que debían hacer y salieron apresurados a cumplirlo. El tiempo se agotaba. Sólo quedaron en la habitación los patriarcas del Clan y Yelan, que no ocultaba la preocupación que sentía ante las noticias de la inminente llegada de la Cardmaster. Syaoran les dio la espalda de nuevo, acercándose a la ventana para observar los preparativos del grupo que dejaba la mansión hacia sus puestos de batalla.

“¿Crees prudente ir?. Tu presencia allí puede poner en peligro los planes”. Dijo con firmeza uno de los ancianos llamado Kuan Kung, el favorito de Syaoran desde que era un niño.

“No puedo hacer otra cosa. Mi presencia es vital si las cosas se salen de control. Además, no podemos permitir que la Cardmaster sufra daño alguno, y ni Eriol, ni sus guardianes están con ella, y aun tardarán en alcanzarlos”. Se dio media vuelta dirigiendo a todos una mirada que decía claramente que el tema no estaba abierto a discusión. “Aseguren la Mansión. Que nadie salga hasta que volvamos”. Sin más se dio la vuelta y salió con paso rápido de la habitación. Ya no podía posponerlo más. El momento del reencuentro era inevitable ahora, aunque ella no lo recordaría.

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El viaje de miles de millas por encima del mar de China meridional, le habían dado tiempo suficiente a Sakura para reflexionar un poco. Aun estaba furiosa y dolida, pero tenía un poco más de control de sus emociones y magia luego de llorar y desahogarse durante todo el trayecto. Las lágrimas se habían secado contra su rostro, dejando sus ojos vacíos de brillo, pero llenos de determinación por acabar con la fuente de todas sus desgracias. Se lo debía a Naoko y al resto de sus amigos. Al diablo con los planes del Clan Li o de Eriol-kun. Ella misma acabaría con los mensajeros, Fu-chou y todo lo que volviese a amenazar a alguien querido para ella. No permitiría que Lita corriera la misma suerte de Naoko.

El viaje había sido muy rápido, y la tarde comenzaba a caer en Hong Kong, pues por la diferencia horaria, era una hora más temprano en que en Japón. Las modernas construcciones ofrecían un fuerte contraste con respecto a las zonas más tradicionales de una ciudad que se había desarrollado entre las culturas occidental y oriental, entre Gran Bretaña y China, entre el comercio y la magia.

Los pies de Sakura se posaron delante de una gran edificación de aspecto antiguo y venerable, clásica representante de la arquitectura china. Era el famoso Templo Tin Hau, en donde se encontraba el altar de Tian, lugar sagrado donde aun hoy, se dejan frecuentemente ofrendas de frutas e inciensos para aplacar a los dioses.

Lo que hacia peculiar a este templo en relación a cualquier otro de los muchos esparcidos a lo largo de la geografía de Hong Kong, era la disposición de sus instalaciones. La estructura estaba formada por siete edificios dispuestos uno después de otro, y separados entre sí por enormes jardines. Cada uno de los templos estaba lleno de imágenes sagradas y reliquias muy veneradas por los frecuentes peregrinos, y sus jardines decorados de acuerdo a distintos motivos y colores. Al final del último templo, estaba otro jardín, el más grande de todos. Parecía un mar de piedras salpicado de exótica vegetación. Enormes piedras talladas, del tamaño de un adulto, con la forma de los animales sagrados de china, se disponían uno y otro lado de un sendero principal que serpenteaba por el medio del jardín, pavimentado con piedras de colores, y que conducía al hermoso Altar de Tian.

Era una enorme piedra irregular, circular y aplanada que se encontraba apoyada sobre otras dos que diferían bastante en altura, dejándola inclinada hacia el suelo en un ángulo de 45 grados. Su tamaño era comparable a un auto pequeño. Su superficie había sido labrada con símbolos de poder irreconocibles para el ojo extranjero. Pero sin duda lo más llamativo de este lugar era la enorme roca que se encontraba justo detrás del altar y se elevaba varios metros por encima de ésta. Tenia forma de cono, por lo que asemejaba a un gran colmillo saliendo de la tierra. Enroscándose en torno a su superficie se encontraba tallado el más exquisito de los dragones, que alguna vez había estado pintado en colores vibrantes de los cuales sólo quedaban ya rastros leves de lo que alguna vez fue un rojo intenso.

Sakura hizo todo el trayecto desde el primer templo al altar rápidamente, sin detallar mucho la belleza a su alrededor. Estaba urgida de encontrar al mensajero y salvar a Lita. Podía sentir su presencia vagamente. Tanto, que no se percató de no haberse cruzado con nadie en el camino, cuando un lugar público como ese era objeto de la visita constante de turistas y residentes por igual.

La verdad era que muchos ojos la seguían.

Una vez ante el altar, miró frenéticamente en todas direcciones. Estaba sola.

No era posible. Estaba segura que el mensajero estaba en ese lugar, pero no podía ubicar la procedencia exacta de la energía. Su propia magia se encontraba aun demasiado desordenada para poder enfocarse a la tarea. Frustrada, comenzó a dejar que las emociones tomaran nuevamente el control de su temperamento, estallando en un grito de impotencia.

“¡Sal de donde te escondes y enfréntame de una vez!”, anunció con todas sus fuerzas, “¡Muéstrate y lucha!”.

Nada. Solo una brisa suave se levantó brevemente agitando su cabello y arrastrando algunas hojas sueltas por el jardín. Ninguna otra señal de vida se manifestó. La frustración de Sakura crecía a ritmo acelerado, su respiración agitada y los puños cerrados eran la evidencia física de que estaba a punto de estallar nuevamente.

“Tanto quieres morir”. La voz sonó directamente en su oído haciéndola saltar del susto. Se volvió, retrocediendo unos pasos entre horrorizada y furiosa. Efectivamente, el Mensajero Oscuro estaba frente a ella, con una sonrisa en su rostro deforme que sólo lo hacía más repugnante.

Una esfera de energía pura se materializó entre las manos de Sakura y sin perder tiempo la lanzó con fuerza en dirección al Mensajero, quien la esquivo sin dificultad elevándose por los aires y aterrizando justo frente al altar. El ataque iba a chocar directamente con el templo que aun se divisaba a lo lejos, pero nunca hizo contacto. Una especie de campo mágico detuvo el ataque, absorbiéndolo. Era como una pared invisible entre el jardín y el templo.

Fue entonces que Sakura notó que no estaba sola. Para confirmarlo, una gran cantidad de guerreros vestidos en atuendos tradicionales chinos de múltiples colores brillantes salieron del templo y de otros escondites, todos con armas en la mano, formando un semicírculo detrás de la Cardmaster y rodeando con cuidado el altar y al Mensajero. Su sobresalto ante esta nueva aparición fue breve, pues en seguida comprendió que se trataba de aliados. ‘El Clan Li’, pensó con alivio, ‘aun puedo salvar a Lita’.

Volviendo su mirada hacia el demonio, dijo con renovada determinación, “¿Qué haz hecho con Lita?. ¡Contéstame!“. Por respuesta, la risa siniestra del Mensajero se dejó oír y todos los presentes sintieron que se les helaba la sangre.

“¿Qué acaso estas ciega?”, se burló, “ha estado frente a tus ojos todo el tiempo”. Con un movimiento de su mano Lita se materializó, recostada sobre el altar. Su cuerpo estaba rígido y sus ojos cerrados, pero Sakura podía ver que aun respiraba. Un suspiro de alivió salió de sus labios justo antes de recibir otro sobresalto.

“Pues ya puedes ahorrarte tus trucos de magia barata con nosotros, no tienes escapatoria”.

Sakura lo vio entonces por primera vez. Un joven alto, de largo cabello negro y bien parecido se encontraba al frente de un grupo particular de guerreros que vestían ropas negras y naranja, y llevaban arcos y flechas por armas. Su presencia tenía un aire singular de desenfado y rebeldía que restaba un poco a la autoridad que comandaba su voz. Por un instante el joven apartó la vista del mensajero y le dirigió una mirada entre divertida y cómplice a Sakura, guiñando un ojo y levantando los pulgares de ambas manos en señal de ‘Todo OK’. La hechicera sólo atinó a parpadear desconcertada. “Hoe”. Esto se ponía cada vez más raro.

“¡De veras!….”, replicó sarcásticamente Oscuridad, que no parecía tomar nada en serio la amenaza del joven guerrero.

“Es mejor para todos que no nos hagas perder más tiempo. Entréganos a la chica, te pateamos el trasero y nos vamos a casa, ¿vale?”, respondió encogiéndose de hombros con sencillez, como quien discute sobre el clima con grupo de amigos. En verdad el Líder del Clan Feng podía parecer un tonto cuando quería, pero su magia no era cosa de bromas.

El rostro del mensajero se torció otra vez en la horrorosa mueca de una sonrisa antes de contestar a sus adversarios: “Pues va a ser que no”.

Sus palabras fueron preludio a un movimiento de tierra que hizo perder el equilibrio a la mitad de los presentes. Entonces, desde el suelo comenzaron a surgir las mismas figuras que habían atacado a Sakura y sus amigos en Tomoeda, solo que esta vez se las podía distinguir mejor pues no había aparecido la cúpula negra que los envolvió en aquella oportunidad. ‘Sin duda se debe al campo que vi antes’, pensó la joven hechicera al tiempo que trataba de mantener el equilibrio y no perder de vista al Mensajero en la confusión que se había formado a su alrededor.

Las siniestras sombras al servicio de Oscuridad se lanzaban ya contra todos los presentes quienes se apiñaban en grupos, defendiéndose y protegiéndose unos a otros a la vez. Sakura, casi sin darse cuenta, ya tenia a un grupo mixto de guerreros formando un apretado círculo que la rodeaba como una barrera protectora. A su derecha estaba el joven que había hablado antes con el mensajero y quien parecía más empeñado en evitar que Sakura combatiera que en defenderse a sí mismo.

La situación era frustrante, y no parecía mejorar. Sakura ponía todo su empeño en destruir a las sombras pero estas no tenían fin, como si se reprodujeran o se regeneraran tan pronto eran aniquiladas.

Poco a poco, todos procuraban acercarse al Mensajero, quien se había elevado ligeramente en el cielo, justo sobre el altar donde estaba Lita y había comenzado a recitar una especie de hechizo que resonaba como una melodía más o menos desentonada. Todos los presentes a excepción de la Cardmaster conocían cual sería el resultado del conjuro. La actividad se volvió más frenética entonces. De todas direcciones salían rayos de magia pura dirigidos al demonio, pero todos reventaban a centímetros de él sin hacerle mayor daño. Peor, no parecía haber forma de detenerlo. No al menos sin usar grandes cantidades de magia, y eso significaba lastimar a la joven rehén. El Mensajero no era, desde luego, ningún tonto y permanecía por ello cerca de Lita.

Sakura sintió entonces una magia familiar intensificarse a sus espaldas. En cuanto pudo volteó a tiempo para ver a Eriol, Rubi Moon, Meyling, Yue y Touya salir corriendo por la puerta del Templo e incorporarse a la batalla. Se preguntó brevemente donde estarían Kero, Tomoyo y los demás, antes de regresar su atención a la sombra que trataba de arrancarle la cabeza.

“Shadow, Erase, Dash, Freeze, Arrow”. De inmediato las cartas obedecieron el llamado de su ama y salieron disparadas en todas direcciones a auxiliar en la lucha.

Entonces, tan repentinamente como se había iniciado la batalla, se detuvo. Fueron breves segundos de desconcierto hasta que una luz enceguecedora salió de la piedra a espaldas del mensajero, donde la figura tallada en la piedra comenzó a brillar. Poco a poco se fue despegando de la roca y creciendo en tamaño, elevándose y enrollándose sobre si misma, tomando la figura de un enorme Dragón multicolor que flotaba en el cielo sobre sus cabezas, llenando todo el espacio visible. Los presentes no podían más que mirar atónitos esta increíble aparición.

“El Dragón del Tiempo a despertado y el suyo, malditos humanos, se ha terminado”, gritó el Mensajero, acompañando sus palabras de una risa desencajada. Hizo reaparecer la negra espada en su mano y sin más advertencia se lanzó directo hacia Sakura.

Pero la hechicera estaba preparada. En ningún momento había apartado la mirada del demonio y estaba esperando con ansias la oportunidad de luchar, de resarcirse por la sangre derramada de su amiga, salvando a Lita en el proceso.

“Sword”, llamó justo a tiempo para detener hábilmente el embate del mensajero. Ryu y los guerreros más cercanos trataron de ayudarla en la lucha, pero las sombras reaparecieron con renovadas fuerzas. El sonido del metal chocando una y otra vez podía oírse en todo el lugar. Chispas y rayos de energía salían de cada contacto entre las magias opuestas.

La intensidad de la lucha parecía alimentar la magia de la Cardmaster quien, era evidente, estaba ganando la batalla, frente a un mensajero ya debilitado luego de invocar al Dragón. Pero más que fuerza, los mensajeros recurrían a trucos sucios para ganar. En un momento en que por el impulso del impacto entre sus espadas se separaron, una de las sombras se interpuso entre ambos, y Oscuridad no desaprovechó la oportunidad.

“Sin duda mis queridas sombras te parecerán familiares Cardmaster”.

Sakura reparó entonces en la figura que se encontraba delante y todo lo que vio fue la misma sombra deforme, con dos largas extremidades que trataban de alcanzar cualquier materia viva, deslizándose sin piernas con una velocidad inesperada en una criatura tan grande.

“Tus sirvientes no pudieron detenernos antes, no lo harán ahora”.

“¿Mis sirvientes dices?. ¿No sería mejor llamarlos… tus amigos… compañeros de clases… profesores… vecinos…?”.

El horror de cada palabra pronunciada se hundió lentamente en el corazón de la joven hechicera dejándola sin habla. Su cabeza se movía de un lado a otro, negándose a aceptar lo que acababa de escuchar. Sin embargo, por su mente pasaban las imágenes de una secundaria más solitaria de lo usual al final de la tarde. En verdad no había vista a nadie salvo a sus amigas. La misma Tomoyo lo notó y comentó algo al respecto…. ‘no por favor que no sea cierto…que no…’, pensó con una nueva desesperación formándose en su pecho.

“Así es… tu sabes que es verdad lo que digo y no hay nada que puedas hacer. ¡Mis sombras están atadas a mi y al infierno por la eternidad!”. La risa que acompañó sus palabras fue cortada en seco por una flecha azulada que se estrelló directo en su pecho, lastimándolo bastante y haciéndolo retroceder.

“Maldito, vas a pagar por eso”, gritó Ryu antes de lanzarse en contra del Mensajero. Pero este lo esquivó elevándose rápidamente. Nadie lo había notado por lo intenso de la batalla, pero hacia pocos segundos que el imponente Dragón del Tiempo había terminado de surgir de la piedra, y su figura completa permanecía estática, emitiendo una suave luz sobre toda el área del Templo.

Entonces, todo ocurrió demasiado rápido, y una vez más fue imposible detener lo inevitable. El Mensajero de la Oscuridad levantó las manos e invoco el poder de todo lo negro y maligno que se cuece en los infiernos de los que proviene.

“Escucha mi voz, ¡Oh Gran Dragón Sagrado del Tiempo!, la hora de la venganza ha llegado. Toma este sacrificio de carne humana virgen y detén el transcurrir de vida de todas las criaturas de su raza maldita”.

Un ensordecedor chillido estremeció el cielo al tiempo que el enorme dragón se lanzó de inmediato en picado hacia el lugar donde Lita descansaba. Abriendo la boca la devoró con un solo movimiento y continuó su sinuoso vuelo, elevándose nuevamente. La luz de su cuerpo comenzó entonces a cambiar apagándose y encendiéndose en una danza multicolor que hacia juego con sus movimientos y que, paulatinamente, comenzó a robarle color al mundo, dejándolo todo gris, opaco, sin vida. Como una gran ola, el tiempo se estaba deteniendo a su alrededor.

Ninguno de los presentes quedo paralizado, pues los seres con magia no eran afectados por el dragón, y los pocos humanos sin magia presentes fueron protegidos por sus compañeros magos. El mensajero se precipitó entonces a tierra, aterrizando a pocos metros de Sakura. Era evidente que estaba agotado, pero aun blandía su espada y ya comenzaba a rechazar los ataques de los guerreros a su alrededor.

Sakura tardó unos pocos segundos más en reaccionar y unirse a la lucha, batiendo su espada y liberando su energía con cada movimiento. Las lágrimas caían por sus mejillas, al tiempo que sus movimientos se hacían más desordenados, imprecisos. Estaba lastimando a sus compañeros de clase y amigos. Había matado a Naoko y era culpable de la muerte de Lita. La realidad de los hechos comenzó a pesar en su pecho, su determinación convirtiéndose en desesperación descontrolada, su magia consumiéndose en su tristeza. Las cartas que estaban luchando se debilitaron de inmediato, regresando a su ama, quien en un último intento desesperado se plantó firme delante del mensajero que luchaba con Ryu a pocos metros, esperando la oportunidad para atacar.

Y ésta llegó de inmediato cuando Oscuridad asestó un golpe a Ryu que lo lanzó a varios metros de distancia. Entonces, Sakura concentró toda la energía de la que era capaz y con un grito desgarrado lanzó una esfera de magia pura contra la figura del Mensajero. Por un momento pareció que había dado en el blanco. La explosión hizo que toda la batalla que ocurría a sus espaldas cesara. La tierra se estremeció y todas las sombras se desvanecieron. Rápidamente el polvo y piedras que se habían levantado se asentaron revelando la figura de un más que sonriente mensajero. El corazón de Sakura y de todos los presentes terminó de hundirse entonces.

La joven hechicera calló de rodillas y bajo la cabeza en señal de impotencia. Había sido vencida de nuevo. Su cuerpo se estremeció y, por primera vez en su vida, perdió toda esperanza ante el futuro. Era evidente que estaba anímicamente derrotada. La hechicera más poderosa del mundo. La maestra de las Cartas Clow.

Levantó su rostro justo a tiempo para ver a la distancia al Mensajero de la Oscuridad elevar su espada por encima de su cabeza y con un sólo movimiento lanzar una onda de energía directamente hacia ella. Era el golpe final y Sakura lo sabía.

Sin embargo, estaba paralizada. En los breves segundos que la separaban del Mensajero y el golpe directo de su ataque mortal, pudo distinguir con una con claridad absoluta todo a su alrededor: el suave soplar de la brisa, el murmullo lejano de la ciudad, el rozar de las hojas contra el viento. Pudo percibir los latidos de su corazón, el pulso en sus venas, el sudor frió que bañaba su espalda. Oía perfectamente los gritos que le advertían que se apartara, que exclamaban horrorizados ante la inminente desgracia.

Pero extrañamente, su cuerpo no se movía, y su mente se encontraba en blanco. Nada. Ni túneles luminosos, ni las imágenes de su vida pasaron delante de sus ojos. Nada. Era increíble. Su mente parecía incapaz de raciocinio alguno en el momento de su muerte.

Entonces la golpeó, y la fuerza del impacto la dejó sin aliento. Sintió el corazón detenerse en su pecho al mismo tiempo que su cuerpo era jalado con fuerza hacia atrás… lejos del peligro. De inmediato, un torbellino de imágenes e ideas se activó por fin en su mente, pero todo era demasiado breve y confuso para comprenderlo.

Un brazo la sostenía firmemente por la cintura y el otro la rodeaba a la altura de los hombros. Su espalda se apretaba contra el cuerpo que la sostenía. El abrazo era fuerte pero no le hacia daño. Al menos no físicamente. La reacción de su cuerpo a sensaciones olvidadas la hizo estremecer, sumando a su desconcierto ese mismo dolor que no la dejaba dormir por las noches.

Li Syaoran aterrizó con agilidad a varios metros del lugar donde Sakura había estado a punto de ser alcanzada. Estaba en cuclillas, con su preciosa carga segura en la protección de su cuerpo y aura. Su reacción había sido completamente instintiva y ahora todo su ser comenzaba a sentir las consecuencias. Una vez más, después de casi cuatro años, su preciosa Ying Fa estaba en sus brazos. Cualquiera que lo viera no notaria en sus movimientos ninguna reacción extraña, pero interiormente, estaba cayéndose a pedazos. El dolor se mezcló entonces con la pasión y la necesidad que había enterrado hacia mucho en el fondo de su ser, regresando con una fuerza que puso todos los nervios de su cuerpo de punta.

Desde que la vio aterrizar suavemente frente al Templo, hasta su lucha con el Mensajero, cada segundo transcurrido había sido una batalla consigo mismo para no mandar todo al infierno y correr a abrazarla, a alejarla del peligro, a protegerla y no dejarla ir nunca más de su lado.

Con todo lo que pasaba en su interior un hombre común se habría vuelto loco. En el caso del líder del Clan Li, el guerrero nunca perdió el control de la situación. Con un movimiento rápido transformó su espada y sin soltar a Sakura apuntó directamente al mensajero, descargando un rayo de energía pura que resultó fulminante para el ya muy debilitado demonio.
El cuerpo del mensajero continuó sacudiéndose aun después de terminado el ataque y con cada espasmo su cuerpo se desmoronaba a pedazos, los cuales, al contacto con el suelo, se deshacían en una líquido viscoso y humeante. El horroroso espectáculo pasó desapercibido para Sakura que tenía los ojos cerrados y todo su ser concentrado en el aura que rodeaba su cuerpo, en la mano firme y protectora que apretaba su cintura. Entonces tuvo de nuevo la misma sensación que en sus sueños:
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‘…jamás en su vida se había sentido más segura que en aquellos brazos. Su calor, su fuerza, su olor…’
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A la luz cambiante del Dragón del tiempo, todos tenían la vista fija en los dos jóvenes que apenas se habían movido. Syaoran guardó su espada listo para retirarse lo más rápido posible cuando sintió el cuerpo de Sakura desvanecerse contra su pecho.

“¡Sakura!”, exclamó preocupado al tiempo que la tomaba con ambos brazos girándola para verle el rostro. Se quedó de inmediato sin aliento y sin palabras. Era en verdad la criatura más hermosa que jamás había visto, mucho más así, tan de cerca. Un rápido estudio de su aura lo tranquilizó. Sakura tan sólo se había desmayado, y probablemente su presencia fuese el detonante para que perdiera el sentido. Él mismo se sentía a punto de perder el conocimiento.

El tiempo estaba detenido en más de una forma para Syaoran. En ese instante no existían más que ellos dos en el universo. Sus auras tocándose suavemente, la fragancia a flores de cerezo y el calor de sus cuerpos mezclándose. Estaba completamente sometido al encanto de la joven en sus brazos. Era un hechizo contra el que no tenía forma de defenderse. Ni tampoco quería hacerlo.

No podía apartar la mirada de su rostro, de las delicadas líneas de sus labios, de la tersura que reflejaba su piel. Tuvo que usar todo su autocontrol para contener el instinto natural de tocarla, de acariciar su mejilla… su boca. Entonces, lamentó profundamente que no estuvieran sus ojos abiertos para poder ahogarse por completo en sus verdes aguas.

“Si no le quitas las manos de encima a mi hermana ahora mismo… te juro, mocoso, que…”.

Syaoran apretó los dientes. La magia del momento estaba rota. Asegurando a la Cardmaster en sus brazos la levantó, dándose media vuelta para enfrentar al mayor de los Kinomoto.

Touya estaba siendo sostenido firmemente por un impasible Yue, a quien no parecía perturbarle en lo más mínimo lo que a su joven amigo estaba a punto de hacerlo estallar de furia. Trató de liberarse en vano para ir y estrangular al maldito mocoso que acababa de salvarle la vida a su hermana. Si, ni esa, ni otras mil pruebas de valor evitarían el odio que sentía hacia el niño que le había robado a su hermanita, sólo para lastimarla más allá de una cura y romperle el corazón.

Sin embargo, la mirada de Syaoran lo había hecho detenerse a mitad de frase, para dejarla inconclusa, más como una promesa de violencia futura. El pequeño niño callado y retraído que llegó de Hong Kong a Tomoeda hacia años, era ya un hombre, en cuyos ojos se reflejaban tanto un poder como una sabiduría que no eran propias de alguien de su edad.

Touya aun forcejeo un poco con Yue cuando lo vio pasar delante de él y de los demás, cargando a Sakura, sin decir palabra, mirando al frente, ninguna emoción visible en su rostro. Touya maldijo por lo bajo, pero no hizo nada por detenerlos. Le gustara o no, sabía bien que Sakura estaba ahora más segura que nunca. El mocoso sería la encarnación de todas las maldiciones, pero moriría antes de permitir que algo le pasara a su hermana. Y si el poder que acababa de mostrar era un ejemplo, el tonto era en verdad un hueso duro de roer.


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INNER ANGEL

(1) Letra de la canción “Ashita e no MERODI” Card Captors Sakura 2nd Movie Theme. Lyrics by CHAKA