Fullmetal Alchemist Fan Fiction ❯ Sinfonía de Fuego y Pólvora en 30 Movimientos ❯ 2º Movimiento: Un Rincón al Fondo del Jardín ( Chapter 2 )

[ A - All Readers ]

Por fin, y después de dos días de reposo, ve la luz el segundo fanfic de FMA. :D Y no era el que yo esperaba, porque hay uno que está casi terminado, pero al final tuve una especie de flash y escribí esta historia en algo menos de una hora (todo un record para mí). Hoy la he corregido y he podido ponerle un título después de barajar un montón.

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Título: Un Rincón al Fondo del Jardín
Fandom: Full Metal Alchemist
Claim: Roy Mustang/Liza Hawkeye
Tema: #16. Insecto
Notas: No contiene spoilers. Las notas están al final de la historia. Es cortito pero espero que os guste.
Resumen: A veces, Liza Hawkeye puede disfrutar de momentos apacibles en el Cuartel del Este...

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UN RINCÓN AL FONDO DEL JARDÍN

La primavera era una de las épocas preferidas de Liza Hawkeye. Tras la tristeza del invierno todo se llenaba de luz, de color y de vida. Y en aquellos días le gustaba comprar un bocadillo en la cafetería y comer bajo alguno de los árboles que poblaban la parte trasera del Cuartel del Este mientras disfrutaba de un buen libro. Black Hayate compartía la misma afición que su dueña, y mientras ella descansaba, él correteaba por el césped persiguiendo a los pájaros que se posaban en el suelo para picotear las semillas.

La teniente bajó despacio las escaleras que conducían a la salida trasera con su almuerzo y una novela de misterio en una mano, y su pequeño cachorro recostado contra ella en la otra. Un día más había conseguido esquivar a sus ruidosos compañeros y escabullirse hacia el exterior. No era que no le gustara tomar parte en aquellas animadas comidas, pero a veces necesitaba un respiro, y suponía que ellos apreciaban que los dejara a solas para hablar de temas de hombres. Soltó a Hayate sobre el césped y se encaminó hacia un antiguo roble que crecía al fondo del jardín. Allí el silencio era mayor y se sentía a salvo de la curiosidad del resto del personal. El perrito se acercó a un rincón cubierto de enredadera y dio una vuelta olisqueando antes de alzar la pata. Liza sonrió. Estaba realmente orgullosa de su mascota. Era muy inteligente y aprendía con rapidez, pero sobre todo le brindaba esa compañía que a veces había echado de menos en su vida. Se sentó dando la espalda al edificio, depositando sus cosas en el suelo. Cerró los ojos por un momento, respiró hondo apoyándose en el tronco, y se dispuso a aprovechar su descanso de una hora.

Mientras tomaba su bocadillo lentamente, la joven fue pasando página tras página de su libro. De vez en cuando levantaba la cabeza para localizar a Black Hayate, que en aquel momento se revolcaba por la hierba mientras trataba de morderse la cola.

Cuando hubo terminado de comer se acomodó y, antes de seguir leyendo miró su reloj. Aún tenía cuarenta y cinco minutos más para su disfrute personal. A punto de empezar un nuevo capítulo, miró alrededor y se sorprendió al ver al cachorro agazapado cerca de un macizo de flores blancas, mirándolo fijamente. Luego, dio un tímido paso adelante y alargó el cuello para olisquear aquello que tanta curiosidad le producía. Liza cerró el libro y lo depositó suavemente sobre la hierba, incorporándose despacio para ver qué ocurría.

Al principio apenas lo percibió, le pareció una ilusión óptica aquel ligero movimiento de las flores y la pequeña mancha negra entre ellas, ante lo que Black Hayate retrocedió y gruñó por lo bajo. Entonces el misterio se reveló en todo su esplendor al levantar el vuelo una hermosa mariposa negra con ribetes naranjas y blancos. Aleteó por unos segundos y fue a posarse a una nueva flor para sacar el néctar que le servía de alimento. La teniente se irguió aún más, sonriendo suavemente. Desde pequeña se había sentido fascinada por aquellos vistosos insectos que volaban por los jardines en cuanto las flores se abrían y las frutas maduraban. No importaba su tamaño o su color, desde la más grande y colorida a la más diminuta y monocroma, podía quedarse mirándolas durante minutos enteros sin considerar por un momento que perdía el tiempo.

-Hayate – lo llamó suavemente por miedo a asustar a la mariposa, que seguía atareada de flor en flor.

El animal la miró y luego volvió su atención al extraño ser delante de él. Por un lado, deseaba obedecer, pero por otro lo intrigaba aquella cosa que se movía sin cesar y que no se sentía intimidada por su presencia, a pesar de ser él enorme en comparación con ella.

Dos nuevas mariposas se unieron a la primera, una igual a ella y otra más pequeña de color blanco que a veces se confundía con las flores. El perrito se sobresaltó y retrocedió un paso más, sentándose después sobre el césped, considerando sus opciones mientras vigilaba estrechamente a los tres insectos.

Liza desistió de llamarle por segunda vez. Prefería dejar pasar aquella insubordinación antes que romper la belleza del momento. Encogió las piernas y apoyó las manos sobre las rodillas, descansando en ellas la barbilla.

-Dos Vanessa Atalanta y una simple mariposa blanca. No sabía que eso la pudiera fascinar tanto, Hawkeye.

Al oír la voz la joven se estremeció y al volverse vio a su superior, el coronel Roy Mustang, apoyado en el tronco del roble, alternando sus miradas entre ella y la escena que se desarrollaba a unos metros.

-Se-Señor- tartamudeó la teniente comenzando a levantarse para saludarle.

-No lo haga –dijo él sentándose a su lado despacio – las terminará asustando.

-¿Qué hace aquí coronel? Creía que estaría almorzando con los demás – preguntó ella doblando las piernas de lado y poniendo las manos en su regazo.

-¿Me creería si le digo que la echaba de menos? – Liza arrugó el ceño y Mustang rió -. Ya me imaginaba que no. Tuve que volver a mi despacho a recoger un par de libros que debía devolver a los archivos y la vi por la ventana. Sentía curiosidad, pero como los demás me estaban esperando, he tenido que comer con ellos y después me he inventado una excusa para poder venir a ver qué hacía.

Hayate se había acercado al ver al coronel y puso sus patas delanteras sobre las piernas de su ama, moviendo el rabo. La joven levantó un brazo y lo acarició suavemente. Con el movimiento, las mariposas habían levantado el vuelo y se habían trasladado al otro lado del arbusto para seguir alimentándose. Ahora, el grupo tenía una visión mucho más clara de ellas.

-¿Entiende usted de insectos, señor? – inquirió de nuevo la teniente con la mirada al frente.

-Se me da mejor la alquimia. ¿Por qué? – respondió él volviéndose hacia ella.

-Es que las ha llamado por un nombre que no había oído antes...

-Vanessa Atalanta. Había muchas en el sitio donde crecí, por eso lo sé.

Ambos retornaron su atención a la escena que se desarrollaba ante ellos. El cachorro había vuelto lentamente a dónde estaban las mariposas y se había recostado de nuevo en el césped mirándolas fijamente. Tras unos segundos, decidió avanzar un poco hacia ellas y olisqueó el aire en busca de algún indicio de peligro. Al no notar ninguno, dio otro paso y se encontró a pocos centímetros de las flores. Con cuidado, acercó el hocico y olfateó de nuevo. Las tres mariposas aletearon y la más pequeña salió volando. Hayate la siguió con la mirada y con sorpresa la vio descender y posarse en su nariz. Sus ojos se abrieron sorprendidos, sin saber cómo reaccionar ante aquel acercamiento inesperado. Notaba las miradas de su dueña y del humano a su lado en él, aguardando su siguiente movimiento, pero ninguno de los cuatro esperaba lo que ocurrió en aquel momento. Black Hayate estornudó.

Roy Mustang soltó una carcajada, y Liza Hawkeye sonrió divertida. La mariposa se elevó en el aire y el perrito parpadeó varias veces, tratando de comprender qué había ocurrido. El insecto se posó en una brizna de hierba a pocos metros de él, y el cachorro, viéndola como la culpable de todo corrió hacia ella.

-Este sitio es la gloria... – comentó el coronel, y bostezó.

Se recostó en el césped apoyando la cabeza en las manos y cerró los ojos con un suspiro contento al recibir el suave calor de los rayos de sol que se filtraban a través de las frondosas ramas del árbol. La teniente observó por unos minutos más a su mascota perseguir a la mariposa blanca y a las dos negras revolotear entre las flores. Después cogió el libro y volvió a abrirlo, no sin antes mirar su reloj. Aún había tiempo.

FIN

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NOTAS: Esto... creo que al final Black Hayate ha terminado siendo el protagonista de la historia... Pero como es tan adorable, se le perdona todo, ¿verdad? ;D

Otra cosilla. Las Vanessa Atalanta existen, no me las he inventado yo. Si alguien tienen curiosidad y quiere echarle un vistazo a la mariposa co-protagonista junto a Hayate del fanfic, puede ir a la dirección que he puesto en mi perfil, porque aquí no me dejan poner links...