Original Stories Fan Fiction ❯ La Maldicion de los Talismanes ❯ Recuerdos ( Chapter 1 )

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Recuerdos
Parecía como si hubiese sido ayer… A la primera semana de ingresar a la secundaria bilingüe Saint George, ya su profesora de Geografía no había desperdiciado el tiempo en asignarles unos deberes sobre los accidentes geográficos más importantes del país.
Esa mañana (aun no sabe si fue planeado, pura coincidencia o algo sumamente normal) a las tres se les había olvidado el trabajo. “Vaya manera de empezar el año escolar”, pensó.
Por momentos pareció hacer un increíble esfuerzo por recordar lo que pasó después, aunque no era tan difícil. Ese momento permanecería en su mente tal cual había permanecido durante dos largos años.
Desde aquel viejo libro encontrado en uno de los más deteriorados libreros de la biblioteca, hasta aquella pelea…
Lagrimas se desramaron frágilmente por su mejilla, mientras reconstruía aquel episodio de su vida.
-Flashback
Una muchacha de unos 1,6 metros de altura, tez bronceada y cabello castaño oscuro yacía en el piso. Era ella.
A pocos metros veía una chispa de luz, sin duda era obra de Heydi, el ángel de fuego. En sus manos tenia una brillante llama anaranjada que apuntaba directo hacia otra chica. Esta ultima de cabello, ojos negros, y piel blanca.
El ángel de fuego estaba poseída por Darkar… el maldito ángel oscuro. El ser que más odiaba por haberle arrebatado la felicidad y a las dos personas que más apreciaba en el mundo: sus amigas.
-Por favor, no lo hagas-alcanzó a murmurar-no lo hagas. Heydi, ¡por Dios! ¿A caso no te das cuenta de que te esta utilizando? ¿Piensas acabar con la vida de Laura? ¿Piensas acabar con la vida de tu mejor amiga?
Sabía que nada la haría recapacitar. Estaba totalmente fuera de si. Pero, muy en el fondo, tenia la esperanza de que un milagro ocurriese.
Su decepción no tardó en figurar. Heydi no lo dudó. Alzó su mano, y lanzó la llama. Laura, estaba calcinándose en llamas de color naranja, y ella aun no daba crédito a lo que sus ojos veían.
La chica de piel bronceada dio unos pasos hacia el cuerpo carbonizado de su amiga. No lo podía creer. De todos los finales mas trágicos que le pasaban por la mente cuando pensaba en como iba acabar esta historia, nunca hubo alguno ni si quiera remotamente parecido al que acababa de presenciar.
Darkar ahora tenía un talismán. El talismán del viento, que resplandecía más de lo común entre las cenizas de Laura. Y pronto, también se apoderaría de los otros talismanes.
De una manera u otra, el día que se enteró que llevaría consigo la pesada responsabilidad de proteger el talismán de agua, pensó que aunque ocurriera una tragedia, Heydi, Laura y ella iban a permanecer juntas. Que iban a ganar, o que iban a perder: las tres por igual. Pero que una con su propia magia haya matado a la otra… fue algo que estaba fuera de cualquier descabellada expectativa.
Heydi la miró con desprecio, y atacó de nuevo. Esta vez en su contra.
Aun en shock por la conmoción, pudo esquivar el ataque. Miro otra vez al ángel de fuego, y pensó varias veces en atacarla. Pero, ya no era Heydi. Tenia que grabárselo en la mente. Tenia que asimilarlo. Era un demonio malvado capaz de hacer todo por conseguir su objetivo.
Otro ataque de fuego. Silera reaccionó. Empezó a contra atacar. Ambas siguieron así por uno, dos minutos.
Pese a que lo evitaba, la imagen de Laura muerta no podía dejar de atormentarla. Pero no solo tenia que pensar en ella, sino también en Geli, Sheccid, Diego… todos confiaban en ella y nunca se perdonaría si, por un descuido de su parte, pagaran las consecuencias.
Otro ataque la tomó por sorpresa.
-Deberías concentrarte mas-dijo una voz algo ronca.
Esa voz… pensaba, se oía tan escalofriante y asquerosa en el cuerpo de Heydi, que de no ser por el miedo tan grande que la acorralaba, hubiera vomitado.
-No te tengo miedo-mintió. Un arranque de ira se apoderó de ella, estaba histérica, dolida, llena de rabia…
Se levantó de la cama sudando. El cielo aun seguía oscuro. Consultó su reloj, y reparó en que aun era de madrugada. No quiso volver a dormir. Estaba tan asustada que tuvo el breve impulso de irse corriendo a brazos de su tía, y descansar confiada y segura de que pronto serian las seis, se levantaría para ir al Instituto, y no tendría aquella pesadilla hasta...-hubo una pausa-aquella noche.
-Que tonta-pensó. Sabía que era inútil tratar de huir de sus pesadillas, porque, a fin de cuentas, no eran más que vivas representaciones de su pasado.