Slayers Fan Fiction / Weiss Kreuz Fan Fiction ❯ Demon Child ❯ Capí­tulo 3 ( Chapter 3 )

[ P - Pre-Teen ]

*******
 
Capítulo 3: ¿Cumpleaños Feliz?
 
*******
 
Los personajes de Slayers no me pertenecen.
 
El texto entre asterisco son recuerdos.
 
*******
 
Xellos estaba preparándose para su cumpleaños número catorce. Se deslizó en los pantalones de seda negra y ajustó la camisa del mismo material. Comenzó a cepillar los sedosos cabellos hasta dejarlos lustrosos. Con sumo cuidado tomó la túnica brocada y se la puso. Le llegaba a mitad de pierna y estaba bordada con un hermoso dragón dorado en la espalda mientras que todo el borde de la túnica y el cuello había sido bordado en pequeños diamantes e hilos de oro. Se colocó el pesado collar que representaba el símbolo real, un disco de plata cuyo relieve mostraba una loba seguida de su manada.
 
Sobre su cabeza una sencilla corona de plata con un solitario diamante y en cada uno de sus dedos un anillo de plata. Finalmente unas zapatillas negras, también bordadas con gemelos dragones en hilos de oro. Sus tobillos y muñecas tintineaban con esclavas y pulseras de plata similares a las que la reina de Koubuchi usaría.
 
Se observaba en el espejo cuando Juu-ou entró en su habitación. La reina vestía completamente de blanco. Una etérea túnica la envolvía y todos sus adornos eran de oro con incrustaciones de diamantes y rubíes. Sus cabellos hermosamente recogidos con cadenillas de oro y sobre su cabeza una delicada corona de oro y diamantes representando ramas y hojas llenas de rocío matutino. Cuando ella se acercó parecía la luna acercándose a la noche.
 
“Madre...” Susurró Xellos permitiendo que Juu-ou lo abrazara.
 
“Me alegra tanto que estés conmigo Xel-kun.” Xellos sonrió, los sentimientos de Juu-ou hacia su persona eran reales, ella lo consideraba como su propio hijo. Y no sólo eran reales, sino muy fuertes, de Juu-ou emanaban sentimientos de amor con ciertas notas de posesividad. Sabía que de haber sido necesario ella hubiera estado dispuesta a ofrecer su vida por la suya. Se sentía orgullosa de poder llamarlo su hijo.
 
Juu-ou no había envejecido en todo ese tiempo, desde que Xellos estuviera con ella no había pasado el tiempo por su físico. Presentía que Xellos inconscientemente estaba utilizando su magia para protegerla y no sólo a ella, también al reino de Koubuchi. Desde hacía catorce años el reino no había sido amenazado por ningún otro reino y los ciudadanos también sospechaban que se debía al joven príncipe por lo que ninguno osaba hacerlo enfadar.
 
Xellos sin embargo, parecía no darse cuenta de nada o no lo dejaba saber. Ahora sabía perfectamente a qué se referían las personas cuando decían la palabra demonio. Pero según había crecido, el tono aterrorizado con el que pronunciaban la palabra había cambiado a uno de respeto. También consideraba a Juu-ou como su Kaasan.
 
*“Finalmente, el príncipe.” Susurró dulcemente y levantó su espada sobre el cuerpo del pequeño.* Un sentimiento de tristeza interrumpió su contemplación de aquella mujer.
 
“¿Kaasan? ¿Qué sucede?” Le dijo algo preocupado mientras observaba el reflejo de la reina en el espejo.
 
“Sólo recordaba...”
 
“¿Qué recuerdo de tu pasado es tan triste como para interrumpir la alegría que hasta hace unos momentos podía sentir?” Susurró cerrando los ojos y escondiendo la cabeza en el pecho de su madre adoptiva. Juu-ou sabía que Xellos podía sentir sus estados de ánimo, por lo que nunca se había esforzado por mentirle ni ocultarle nada al joven.
 
“Pequeño... cuando pienso que pude haberme quedado sin ti.” Xellos sintió que la Reina lo abrazaba más fuertemente. Claro que Xellos sabía a qué se refería la reina. Cuando pequeño todas las noches su madre le hacía una historia antes de ir a dormir. La historia del pequeño príncipe encantado que fue salvado por la hermosa guerrera, su historia preferida. Una de esas noches Juu-ou, cuando el pequeño ya comenzaba a comprender sus poderes, no tuvo más remedio que contarle la verdadera historia.
 
“Madre, ya no pienses más en eso, por favor.”
 
Por unos momentos más permanecieron en silencio, Juu-ou abrazándolo con vehemencia, hasta que finalmente el abrazo del joven la fue calmando y pudo componerse lo suficiente como para hablarle.
 
“Vamos ya, deben estar esperando por ti.” Le sugirió Juu-ou. Xellos asintió y se dejó llevar por ella.
 
*******
 
La fiesta se celebró con mucha algarabía, Xellos podía sentir que el reino también estaba orgulloso de él. Sentía que no le faltaba absolutamente nada para ser feliz. El evento siguió su curso y durante todo el día los festejos llenaron las calles de la ciudad. Al final del día Xellos estaba exhausto. Por lo que no bien se hubo terminado la celebración de palacio, se excusó para retirarse a su habitación.
 
Estaba a punto de cambiarse de ropa cuando sintió que dentro de su habitación había otra persona. Buscó con la vista algún indicio del intruso.
 
“Asombroso.” Escuchó una voz a sus espaldas y se volteó de inmediato, aguzando la mirada en un gesto amenazador.
 
“¿Quién eres y qué haces en mi habitación?” Le contestó Xellos con un peligroso tono en su voz.
 
“Su Majestad, disculpe mi torpeza, soy Youki y estoy en su habitación para proponerle un trato.” Escuchó una voz tersa y melosa.
 
“Sal donde yo te pueda ver.” Xellos observó la figura de un hombre muy alto y esbelto acercarse a donde estaba. No retrocedió ni un sólo centímetro a pesar de que aquel hombre le sobrepasaba en estatura y aparentemente en fuerza.
 
“Su Majestad es el primero en descubrir mi presencia, debo admitir que es muy poderoso.” El hombre tenía un gesto de genuino asombro pero Xellos sabía que estaba fingiendo, su corazón le decía que aquel hombre tenía malas intenciones.
 
“Será mejor que abandone mi habitación antes de que llame a los guardias.” Respondió Xellos sin inmutarse.
 
“Lo siento, pero no puedo abandonar esta habitación sin haber hablado antes con Su Majestad.” La sonrisa del hombre cesó.
 
“Entonces habla. Mientras más pronto termines, más pronto estarás fuera de mi presencia.” Le dijo con un gesto indignado el príncipe pero sin perder ni un momento su real compostura.
 
“Quería proponerle a su Majestad un trato a cambio de su ayuda para conquistar un reino. Sé que su Majestad es un demonio y eso es justamente lo que estamos buscando para tal empresa.” El hombre esperó la reacción del príncipe.
 
El joven Xellos se mostró visiblemente afectado y sorprendido ante la insolencia del hombre. No sólo tenía el descaro de mostrarse en su propia recámara y de dirigirse a su persona sin haber sido propiamente citado sino que lo había llamado demonio, lo que ninguno se había atrevido a hacer hasta entonces. Claro que todo el reino de Koubuchi sabía que su príncipe era un demonio pero ninguno había osado a expresar su opinión y menos en la cara misma del príncipe. Se recuperó rápidamente de la impresión y su rostro tomó una expresión fría.
 
“No. Y ahora sal de mi presencia.” Le dijo secamente llevando su mano derecha a la empuñadura de su espada.
 
“Lo siento su Majestad, pero si no desea venir por su voluntad, tendré que llevarlo conmigo a la fuerza.” El hombre sonrió y Xellos sintió unos terribles deseos de borrar aquella sonrisa prepotente, por lo que apretó su mano sobre la empuñadura de su espada. Pero antes de poder siquiera sacarla, aquel hombre produjo una especie de collar de oro con una gema roja y en menos de un parpadear se lo había colocado al cuello.
 
Lo observó asombrado, no entendía cómo era posible que aquel hombre lo hubiera tomado desprevenido.
 
“¿Qué es esto?” Preguntó sorprendido y enojado.
 
“Es su regalo de cumpleaños Majestad.” Por un momento no supo qué hacer ni qué decir, era como si hubiera perdido la voluntad para sacar la espada.
 
“Ahora será mejor que me acompañe lo más dócilmente posible su Majestad.” Al escuchar la orden su cuerpo comenzó a moverse hacia el hombre en contra de su voluntad, quien se volteó y comenzó a trepar por la ventana.
 
“Y por cierto... Feliz cumpleaños su Majestad.” El hombre le devolvió una sonrisa que le revolvió el estómago, pero no pudo evitar seguirlo por la ventana y finalmente hasta salir del castillo y montar ambos en veloces corceles que lo alejaron de su amado reino.
 
*******
 
Gracias por leer.