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Capítulo 2: Dragon Princess
 
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En otro lugar, muy lejos del primero, en el reino de Tougen, se habían llevado a cabo preparativos similares. En un salón primorosamente decorado, todos los habitantes del susodicho reino celebraban felices los dos años de la princesa.
 
La aludida correteaba por todo el lugar seguida por varios amigos, con sus rubios cabellos sujetos en dos enormes coletas a cada lado de su cabeza. Sus ojos azules brillaban con anticipación al ver todos los regalos que cada uno de los invitados dejaba frente a una mesa.
 
“Princesa Filia... debe regresar a su asiento.” Una voz llamó a sus espaldas. De inmediato la pequeña volteó y le sacó la lengua al hombre que la había amonestado. El hombre se indignó pero nada pudo hacer porque Filia corría en dirección contraria haciendo caso omiso de su advertencia. “Pequeña niña malcriada...” Murmuró muy para sí dirigiéndole una mirada llena de odio.
 
La princesa continuó hasta llegar a los jardines de palacio.
 
“¿A qué jugamos?” Dijo deteniéndose momentáneamente para permitir que sus compañeros la alcanzaran.
 
“Anou, Fi, es tu cumpleaños, ¿qué quieres jugar?” Le contestó un chico de enormes ojos azules y cabellos casi blancos, bajándose a la altura de la pequeña.
 
“¿Eshconder?” Contestó una pequeña de la misma edad que la princesa, con fieros rizos rojos y ojos castaños.
 
“¡No!, no quiero.” Gritó la princesa.
 
“Pero yo quiero.” Y ambas se enfrascaron en pequeño concurso de miradas, sin retroceder. Un tercer amigo de la princesa, de inteligentes ojos azules y cabellos castaños interrumpió.
 
“Juguemos a las atrapadas.” Ambas niñas se olvidaron de la discusión y sonrieron felizmente.
 
“Sí!” Respondieron a coro. “Tú la llevas!” Gritó la princesa tocando al rubio y todos se echaron a correr en diferentes direcciones. El pequeño sonrió y comenzó a correr tras las pequeñas fingiendo no poder alcanzarlas.
 
Mientras los pequeños jugaban en el jardín otra conversación tomaba lugar en una de las habitaciones del palacio.
 
“Youki, lo que te estoy pidiendo es algo un tanto difícil.” Comentó el mismo hombre que había regañado a la princesa poco antes en la fiesta.
 
“Su Excelencia, nada es imposible para su servidor.” Le contestó el joven, casi hombre de cabellos castaños al hombro y ojos verdes, ofreciéndole una sonrisa.
 
“La oferta sigue en pie, bajo los mismos términos.”
 
“Gracias Su Excelencia.” Le hizo una breve reverencia y los mechones castaños cubrieron su rostro primorosamente. “Sólo tengo una pequeña duda.”
 
El Ministro levantó una ceja curioso.
 
“Dice su Excelencia que la princesa es importante para sus planes, pero aún no logro entender cómo es que la presencia de su pequeña majestad sea indispensable.”
 
“Ahh... Mi querido cómplice... Esa pequeña mocosa es mucho más de lo que aparenta. Ella es la clave no sólo para gobernar este reino sino otro mucho más importante que el de Tougen.”
 
El Ministro llenó una copa y se la ofreció a Youki, quien la tomó de inmediato y la levantó al tiempo que el Ministro hacía lo mismo.
 
“Por la suprema mocosa. ¡Larga vida a la princesa!” Dijo con una sonrisa que hizo estremecer al mismo que frente a él brindaba por la misma causa.
 
“Por la princesa.” Murmuró Youki con los ojos entrecerrados y reponiéndose de la repugnancia que le inspiraba el Ministro.
 
Mientras la reunión clandestina seguía su curso, los pequeños de la corte continuaban correteando por el jardín. Hacía unos momentos se les había unido sin ellos desearlo la pequeña de los Wil Telsa. Amelia aún era muy pequeña como para entender el juego, sin embargo corría con ellos con una agilidad que sobrepasaba sus dos años y medio.
 
“¡Amelia, cuidado!” Gritó el pequeño de cabellos castaños. Pero no pudo impedir que la pequeña fuera a parar dentro de la fuente que adornaba el jardín. El agua no era lo suficientemente profunda pero la pequeña se había rozado ambas rodillas al caer y no quería levantarse. Gourry se metió de inmediato al agua y la sacó, saliendo prestamente después.
 
“Pobre Amelia, está mojada.” Chilló la princesa Filia con expresión angustiada.
 
“Es una tonta.” Respondió la pequeña Lina con un bufido, haciendo que la pequeña Amelia recomenzara el llanto.
 
“¡Fíjate en lo que haces!” Le recriminó Zelgadis, inclinándose al lado de Amelia y tratando de calmarla.
 
“Es una tonta, no sabe correr.” Volvió a gruñir Lina. “Ahora no podremos jugar.” Dijo cruzándose de brazos. Filia le devolvió una mirada enojada y se acercó a la pequeña Amelia.
 
“No te preocupes, yo te voy a curar.” Y se arrodilló junto a la pequeña, colocando sus rechonchas manitas sobre las rodillas. Una luz dorada brilló unos instantes y desapareció. Las rodillas de Amelia estaban como si nada hubiera pasado. La pequeña sonrió complacida.
 
“Grashias.”
 
“Ahora podemos seguir jugando.” Dijo el rubio con una enorme sonrisa.
 
“¿Cómo hiciste eso?” Filia se encogió de hombros.
 
“Es porque soy una princesa.” Le respondió altaneramente.
 
“Yo también soy princesa.” Gruño Lina.
 
“Aprende.” Le dijo Filia dando un respingo.
 
“Tonta.”
 
“No soy tonta.”
 
“Sí lo eres.”
 
“Que no.”
 
“Que sí.”
 
“Que no.”
 
“Que sí.”
 
“Ya veremos.”
 
Y ambas se enfrascaron en una pequeña nubecita de polvo y trajes rosados.
 
“¿Las separamos?” Preguntó Zelgadis preocupado. Gourry se les quedó viendo un rato y luego negó con la cabeza.
 
“Nah... Vamos a seguir jugando. Vamos Zel, Amelia. Juguemos a los justicieros.” Sugirió el rubio.
 
“Sííí.” Fue la respuesta al unísono.”
 
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Gracias por leer.