Saint Seiya Fan Fiction ❯ Ayoros ❯ Título más largo que el anterior... ( Chapter 6 )

[ P - Pre-Teen ]

VI. Sueños falsos, la decisión de Afrodita y ...otras cosas sin importancia pero que igual hay que saber: ¡Milo está enamorado!

 

Pasaron un par de semanas luego de aquella extraña noche en casa de Virgo.

 

Total que a pesar de todo lo sucedido, nadie logró explicar tres cosas: ¿Qué había sido aquella extraña energía fría y fea?, ¿por qué caballeros como Shaka, Dohko y Afrodita no pudieron sentirla (o en su defecto no se dieron por enterados)? ¿Qué pasó con los platos de Shaka, Mu los habría reparado?... Tantas cosas tan sin sentido, todas sucediendo de repente y olvidándose de la misma forma: Resultó que nada de lo que finalmente había pasado fue relevante, porque a fin de cuentas se les olvidó luego de quince días -Además de que, indagando un poco más sobre el asunto, se dieron cuenta de que ni Saori, ni Shion, se habían dado cuenta tampoco de lo sucedido... eso ya era hablar más-.

 

En fin, las cosas volvieron a la normalidad: Paz en el Santuario...

 

Milo: (Subiendo las escaleras hacia Sagitario) ¿Dónde estará metido?... Ya era hora de que pasara de regreso... (suspiro) Oh, bueno, a ver...

 

El joven santo de Escorpión andaba buscando a Ayoros. Era común, por supuesto, que el niño corriera de casa en casa para acudir a todas sus clases o diversiones con todos sus maestros; esto obviamente, le llevaba casi todo el día al niño (que muy buena condición física había de tener); pero de igual forma, luego de llegar al templo de Atena, Ayoros se daba a la tarea de bajar de regreso a cada una de las casas y quedarse a dormir en la que primero cayera (sí ya decía yo que no podía tener tanta resistencia el pobre); aunque a veces, incluso, llegó a quedarse dormido en las escaleras entre las casas (y los centinelas que hacían la guardia y que ya le tenían también cierto cariño al niño, se encargaban de llevárselo a su hermano Ayoria, o a la casa más cercana en su defecto); una vez, de hecho, se quedó dormido en su propio templo (Ocasión en la cual todos andaban como locos buscando al niño porque a nadie se le había ocurrido la brillante idea de buscarlo en su propio templo); Pero nunca faltaba que, mínimo, el niño lograra llegar de regreso hasta casa de Leo, por lo que, Milo lo veía dos veces todos los días (de ida y de regreso).

Este día en particular, empezaba a hacerse tarde y Ayoros no había pasado de regreso por casa de Escorpión; Milo por lo tanto, se ocupó en irlo a buscar, a ver si no había acabado dormido nuevamente en Sagitario...

 

Sin embargo, una vez que hubo llegado a la entrada de la novena casa, se encontró con un meditativo Afrodita, en lugar de un adormilado Ayoros.

 

Milo: (curioso) ...¿Afrodita?...

 

Milo se acercó entonces al santo de Piscis, que estaba sentado en las escalerillas de la entrada del templo, de brazos cruzados y con los ojos cerrados como tratando de encontrarle una solución medio descabellada a un problema exageradamente difícil.

 

Milo: (de pie, junto a Afrodita) ¿Qué haces aquí?

 

Afrodita: Nada en realidad (Abriendo los ojos, viendo a Milo). Tan sólo sentí de repente la necesidad de encontrarme en un espacio donde pudiera meditar a solas sin que nadie me interrumpiera... (Viendo la cara de Milo de "¡oops! Perdón") No que me molesta en realidad, ( cerrando nuevamente los ojos) pero pensé que me serviría porque tuve un par de sensaciones extrañas en estos días...

 

Milo: ¿Sensaciones extrañas? ¿A qué te refieres? (pensando) ¡¿Acaso...

 

Afrodita: (interrumpiendo) Olvídalo, no tiene importancia.

 

Milo: ¬_¬ ...¿Y para meditar sobre esas "sensaciones extrañas", tuviste que venir hasta acá?... (extrañado) ¿Por qué no en tu propia casa?... Creo que es lo mismo... (Viendo con recelo la entrada del templo) quizá hasta mejor...

 

Afrodita: (Viendo nuevamente a Milo con curiosidad) ¿Mejor?... (Divertido) ¿Qué sucede Milo? ¿Acaso te da miedo este lugar?

 

Milo: (Sin ver a Afrodita) No... o no sé. Es algo extraño ¿sabes?.

 

Afrodita: A-ja. (volteando a ver también la entrada) Creo saber a lo que te refieres. A mi tampoco me gusta... (viendo a Milo) Pero pensé que si venía... tal vez...

 

Milo: (intuyendo) ¿También andas buscando a Ayoros?

 

Afrodita: ¡Oh no!... Ayoros ni siquiera esta en el Santuario ahora.

 

Milo: ¡¿Qué?! ¡¿Dónde está entonces?!

 

Afrodita: (Viendo a Milo con mala cara) ¿A estas alturas y se te sigue olvidando?... Su cumpleaños es dentro de una semana, así que, hasta ese día, le toca irse de vacaciones con esos niños tontos...

 

Milo: ¿Niños tontos?... (divertido) ¡Ah sí! Te refieres a Hyoga y los otros...

 

Y en efecto, Hyoga había ido a recoger al niño para llevarlo a visitar las frías tierras donde él entrenó para convertirse en caballero; sin embargo, se había encontrado con la sorpresa de que todos los vuelos a Siberia habían sido cancelados por culpa de una poderosa tormenta que no cesaba desde que había empezado hacía pocos días...

 

Hyoga: Que raro... (meditando) casi que acabo de salir de ahí... y el clima no estaba tan loco.

 

Ayoros: (Viendo a Hyoga) ¿Qué pasa?

 

Hyoga: Mmm... (sin hacerle caso) ¿Qué hacer?

 

Ayoros: ¿De qué?

Hyoga: Ni modo que lo regrese al Santuario... (Obscureciendo la mirada) Podrían burlarse de mi...

 

Ayoros: ¿Eh?

 

Hyoga: ¿Pero entonces… qué?

 

Ayoros: ...

 

Como Hyoga no lo pelaba (vamos, ya ni de la mano lo traía agarrado), el niño mejor optó por entretenerse en ver alrededor para no aburrirse… ¿pero qué cosas divertidas podrían encontrarse en un aeropuerto?… En realidad yo creo que nada, porque Ayoros acabó jugando a contar cuanta gente había entre un grupo (bastante grande por cierto) de turistas que andaban pegaditos de arriba para abajo como cardumen (se entiende por cardumen como algo relativo a "peces" ¿bien?)

Hyoga, por su lado, comenzaba a desesperarse. No se le ocurría qué hacer, si regresar al Santuario y dejar al niño o volver al día siguiente a ver qué pasaba… En realidad, no se suponía que fuera tan difícil decidir sobre algo así, porque de hecho las opciones se limitaban a dos o tres….

Justo en ese momento, alguien llamó a Hyoga. Era una voz conocida, así que el caballero del Cisne se concentró en buscar de dónde había surgido aquel llamado. Casi de inmediato, el joven se encontró con una cara conocida: se trataba de Shiryu, quien ahora se acercaba confiado a su amigo, y una vez frente a él, lo saludó con entusiasmo...

 

Hyoga: Ya había pasado mucho tiempo que no te veía... ¿qué has estado haciendo?

 

Shiryu: Lo de siempre, dedicarme a las tierras que nos encargó mi maestro en China.

 

Hyoga: Sí, era de esperarse... ¿Entonces viniste a visitarlo? ¿no es así?

 

Shiryu: (movimiento positivo) Así es...

 

Hyoga: (Intuyendo) ¿Regresarás a China ahora…?

 

Shiryu: ¡Oh no!, no por el momento. En realidad, recibí hace poco una carta de Seiya, y acordé con él, ir a visitarlos a Japón…

 

Hyoga: ¡¿En serio?! ¡Qué bien!

 

Shiryu: ¿Y tú? ¿Qué haces aquí, en Grecia?

 

Hyoga: (Desenfadado) Ah ya ves... me tocaba pasear a Ayoros esta vez...

 

Shiryu: ¿Ayoros? …(Extrañado) ¿Y qué pasó?

 

Hyoga: Pensaba llevarlo a Siberia, pero…¡Resulta que no hay boletos! Parece que hay una tormenta o algo así... y según veo, durará un rato.

Shiryu: Oh… ya veo… (pensando) Oye Hyoga… ¿por qué no vienen conmigo a Japón?

 

Hyoga: (animado) ¿Sí? ¡Me parece algo genial!

 

Shiryu: Bien. Yo pensaba salir hoy mismo, pero podemos salir mañana temprano…

 

Hyoga: Oye, pero no importa, podemos irnos de una vez, sólo tengo que cambiar los boletos ¿no?

 

Shiryu: ¿Eh?… Pero… ¿Y que hay de Ayoros?

 

Hyoga: (Confundido) …¿Cómo que y qué?… (mala cara) ¿qué no lo...

 

Pero cuando Hyoga volteó a donde Ayoros hubiera estado parado, se encontró con una amarga sorpresa: El niño no estaba.

El joven se quedó un momento sin mirar a ninguna otra parte (¿Quizá el niño se había encogido?), pero al cabo de insignificantes segundos, volteó a un lado y al otro; miró a sus espaldas y regresó su vista al frente, más allá de donde Shiryu estaba parado y lo miraba con incredulidad. Pero no había rastro del pequeño.

Un repentino vacío se le vino al estómago a Hyoga, combinado con la desesperación y cierta angustia. ¿Quizá no había revisado bien? Miró nuevamente a su alrededor, analizando cada mínimo detalle: A su costado derecho, el enorme grupo de turistas en frente de la zona de espera; a su izquierda, locales y mucha gente pasando rumbo a la salida; atrás, la puerta que salía hacia las salas de espera para abordar; delante, más gente y una muchacha viéndolos con curiosidad (yo creo que sintió lástima de ver tan angustiados a estos dos locos)... pero nada de niños, mucho menos Ayoros.

Shiryu pronto cayó en cuenta de lo que se trataba la desesperación de su amigo…

 

Shiryu: Hyoga… ¿Acaso Ayoros venía contigo?

 

Ahora ambos buscaban sin moverse de su lugar: Todo seguía igual; la bola de turistas que comenzaban a desplazarse a algún otro lado, gente pasando, comprando, regresando, la misma chica viéndolos... pero nada ¡absolutamente nada!

 

Hyoga: ¡Pero estaba aquí!

 

Shiryu: ¿Seguro? Yo no lo vi cuando me acerqué...

 

Hyoga: (Perdiendo la calma, jalándose los pelos) ¡Agggh! ¡¿Qué voy a hacer?! ¡¡Camus me va a Matar!!

 

Shiryu: No sólo Camus; me temo que...

 

Y en ese momento, Shiryu vio algo... de inmediato pidió la atención de Hyoga para ver si no estaba equivocado: Luego de que por fin se fueron todos y cada uno de los turistas que estorbaban la vista de la zona de espera, lograron identificar, con mucho alivio, una figura pequeña que estaba descansando en una silla del lugar.

Hyoga: ¡¡AYOROS!!

 

Y Hyoga corrió hacia el niño sin perderlo de vista, como si pudiera desaparecer si no lo hiciera (aún a costa de ir empujando o pisando a un montón de gente que sólo recibía a cambio un "lo siento" por parte de Shiryu que venía corriendo detrás de su compañero).

Pronto, y después de quitarse de enfrente, incluso a un enorme hombre que pasaba por ahí (bueno, considerando que para haber sobrevivido a tantos azotones e incluso a ser aplastados contra paredes, pisos y techos, yo creo que deben tener una enorme fuerza y resistencia - Producto de sus entrenamientos que parecían hacerlos elásticos como goma-, no creo que un tipo que te doble el tamaño sea ningún reto…), Hyoga logró llegar con Ayoros... quien dormía plácidamente.

 

El muchacho se aguantó las ganas de despertar al niño para regañarlo, porque la verdad es que había pasado un muy mal momento en el cual sintió que el mundo se le caía encima (y no era precisamente un "Atlas" como para andarlo acachando…) y mejor se resignó a un suspiro de alivio. Luego de tomar un poco de aire (porque con tanto susto y luego correr como que hasta sintió que era globo y se había desinflado) y tranquilizarse, cargó al niño en brazos y volteó con Shiryu que lo esperaba, con su clásico rostro apacible, a unos cuantos pasos.

 

Hyoga: Creo que nunca voy a querer ser papá después de esto…

 

Shiryu ofreció una sonrisa pícara a su compañero, y ambos tuvieron entonces una oportunidad para relajarse y regresar al tema de "a dónde ir"…

 

Al fin y al cabo, Hyoga terminó llevándose al niño con sus amigos.

 

 

Mientras los otros tres (Hyoga, Shiryu y Ayoros -bien dormido-) ya iban rumbo a Japón, en el Santuario aún había movimiento (es que no era tan tarde después de todo ^-^):

Escaleras arriba, justo las que llegaban hasta el templo de Atena, uno de los santos dorados andaba con paso firme. Se trataba de Afrodita, mismo que luego de despachar a Milo de regreso a su casa, aprovechó para ir a hacerle una visita de improvisto a la Diosa…

Saori, por su lado, se encontraba en uno de los múltiples salones de su templo, sentada frente a un bello piano que antes hubiera estado en su mansión, en Japón, pero que hacía un par de años había pedido a su fiel ayudante y mayordomo Tatsumi se lo llevara a Grecia, para enseñarle a Ayoros a tocarlo (y en eso se entretenía la muchacha: Era la maestra de música; no puede faltar esta clase en ninguna escuela ¿verdad?, ni siquiera una tan bizarra como esta).

Sin embargo, ahora estaba ahí sentada, nada más, contemplando el instrumento musical sin siquiera tratar de pasar sus frágiles manos sobre él. Saori tan sólo hacía como que empezaría a tocar alguna pieza (quizá para despistar al enemigo), pero a final de cuentas, se quedaba nada más mirando el piano… meditando con un rostro muy apacible y que no reflejaba ningún otro sentimiento (de momento). Entonces llegó Afrodita.

El santo de Piscis no tardó mucho en encontrarse con Saori (es que como que ya todo mundo ubicaba que "ese" era el cuarto en donde Ayoros practicaba sus lecciones de música y pues por pura inercia daban con él - Más Afrodita, que tenía muy cerca el templo y se le facilitaba acercarse a escuchar los desafinados intentos del niño - ¿?).

La chica no volteó a verlo de inmediato, pero luego de unos instantes, en que el joven nada más se quedó parado observándola por la espalda, Saori volteó para recibir a su visita con una tierna sonrisa.

 

Saori: ¿Qué sucede?

 

Afrodita: (Arrodillándose) Atena, necesito pedirle algo…

 

Saori se sorprendió levemente por las palabras de Afrodita (además de que a estas alturas y todavía le hablaba de usted), y de inmediato se mostró interesada en escuchar las peticiones de un caballero que, aunque fuera de su propia orden, a menudo le había causado problemas por su insubordinación.

 

Saori: Dime.

 

Afrodita: Lo he estado meditando mucho… y hay un par de cosas que me tienen muy nervioso y que me incomodan…

 

Y con esto volteó para ver a Saori directamente a los ojos.

 

Afrodita: Atena, necesito pedirle permiso para abandonar el Santuario…

 

Saori: …

 

Afrodita: Será sólo por una semana o dos, y prometo estar de regreso para…

 

Pero Saori se levantó con un ademán de tranquilidad e interrumpió a su caballero que se quedó a la expectativa.

 

Saori: No necesitas ser tan formal conmigo Afrodita… No tengo ningún inconveniente en que salgas del Santuario, si ese es tu deseo. Tampoco necesitas darme explicaciones de las razones que tengas… (bajando la mirada) sólo te pediría que no nos abandonaras…

 

Y Afrodita también se puso de pié, interrumpiendo esta vez él a la joven.

 

Afrodita: ¡Jamás!… (Viendo la sorpresa de Saori) Es decir… (viendo al suelo) bueno… no que realmente me importe… (viendo a Saori) Pero no pienso fugarme ni mucho menos… Aún tengo que regresar, porque hay cosas muy importantes para mí, aquí, en el Santuario…

 

Saori: (sonriendo con amabilidad) ¿Ah sí?

 

Afrodita: …Yo… he aprendido a respetar mi vida y la de mis compañeros, y… (sonrojado, mala cara) además, adoro a ese niño… y aún deseo verlo crecer.

 

Saori: (sorpresa) ¿Te refieres a ...Ayoros?

 

Afrodita: (Movimiento positivo de la cabeza) Recuerdo que cuando el gran Zeus lo trajo al Santuario hace seis años, usted misma nos dijo que podría ser algo especial el cuidar de él… y no estaba equivocada… porque me ha hecho sentir una parte de mí que pensé que jamás sentiría…

 

Saori: ¿Mmm?

 

Afrodita: (Explicando) Como santos de Atena, debemos dedicar nuestra vida entera al servicio y resguardo de nuestra Diosa… Especialmente nosotros los caballeros dorados, ya que debemos permanecer protegiendo la entrada a este templo (viendo nuevamente al suelo). Debemos llevar una vida solitaria… y en nuestro vocabulario, automáticamente desaparece la palabra "familia"… Y nunca pensé… que esa palabra pudiera involucrar tantas cosas… y nunca pensé, que tener esta palabra entre mis manos, sería algo tan agradable…

 

Saori: Afrodita…

 

Afrodita se quedó callado, seguramente repasando algunos hechos que él consideraba importantes. Saori mientras, lo miraba con una mezcla de pena y encanto... (¿podría ser que por fin Afrodita se estaba regenerando?... ¡Nah!)

 

Saori: ...Tienes toda mi confianza. Te permito salir del Santuario.

 

El joven miró una vez más a Saori; después, le otorgó una reverencia, señalando que su entrevista había terminado. Luego de esto, se dispuso a marcharse, no sin antes agradecer a su Diosa con una noble sonrisa.

 

Saori: (Viendo a Afrodita desaparecer) - Lamento mucho que su vida sea tan solitaria… pero me hace muy feliz el saber que no estaba equivocada.- (Amplia sonrisa) - Felicidades Afrodita… tienes una hermosa familia…-

 

 

El niño por fin lograba despertarse luego de sentir sus ojos ya muy humedecidos. Su cuerpo se sentía algo débil y tembloroso… pero no tardó mucho en recuperar energía y ponerle fin a esta sensación tan deprimente. El Sol ya se había hecho presente y calentaba rápidamente esta pequeña habitación en la que Ayoros se había despertado.

 

Ayoros: Uhmmm-yumm… (sentándose en la cama… ¿?) …¿Dón