Captain Tsubasa Fan Fiction ❯ Ocurrió en Navidad :: Tsubasa el Cascanueces ❯ ¡Blanca Navidad de Shizuoka! Sanae se alista para la Fiesta ( Chapter 1 )

[ P - Pre-Teen ]
"Sucedió en Navidad - Tsubasa el Cascanueces".

Fanfic de Capitán Tsubasa

Tipo: romance, humor, fantasía, crossover (Captain Tsubasa/El Cascanueces)

Parejas: Sanae/Tsubasa, Ishizaki/Yukari, Matsuyama/Yoshiko, Misugi/Yayoi, Takeshi/Yoshiko-chan (la hermana de Misaki), Wakabayashi/Misaki, Maki/Kojiro.

Descripción: Una parodia al famoso ballet de Tchaikovski y Petipa. Una muchacha llamada Sanae recibe un bello muñeco cascanueces al cual ella llama Tsubasa...

Los pensamientos de los personajes van entre asteriscos, así: * ... *

***

Parte 1 :: ¡Blanca Navidad de Shizuoka! Sanae se alista para la Fiesta

* Uhm...*

Sanae Nakazawa abrió sus ojos castaños, y le tomó un poco de tiempo adaptar sus sentidos al hecho de que ahora eran más o menos las 8 de la mañana y las horas de sueño habían terminado. Pero cuando lo hizo...

"¡Aaaah! Ya casi estoy bien, ¡y ya viene la fiesta navideña del colegio!", dijo en voz alta, tras estirarse y mirar alrededor de su pieza. Lo próximo que hizo fue... tiritar y frotarse los brazos. "Qué frío... ¡Atchoo!"

La muchacha se frotó la nariz, recordando que los días anteriores los había pasado en cama por culpa de una gripe mal cuidada. Cierto, se sentía mucho mejor ahora, pero aún así debía cuidarse si quería volver luego a clase en la preparatoria Nankatsu.

* Si no, mamá no me permitirá ir a la fiesta. ¡Y pensar que yo ayudé a organizarla! ¡Vaya! *.

Tras permitirse estar unos minutos más en cama para desperezarse, Sanae decidió hacer algo útil. Aparte, al levantarse se dio cuenta de que no le temblaban las piernas ni se mareaba, así que de más que podía ver si podía ayudar a su madre antes de que ésta abriera la heladería/salón de té de la familia. Tras ponerse sus zapatillas y una bata sobre la camisa de dormir, Sanae salió de su pieza, y entonces...

"¡Hermana! ¡Sal del camino que te atropelloooooo!".

Atsushi, el hermano menor de Sanae, salía disparado de su pieza. Para variar, se había quedado dormido y ahora tenía que irse a las volandas a la escuela. Sanae apenas alcanzó a salirse antes de que el "torbellino" en que su hermano se había convertido la golpeara; éste le hizo una señal con la mano antes de bajar a toda carrera por las escalas, llevando en una mano la lonchera del almuerzo y en la otra la mochila...

Tras dejar pasar dos o tres minutos, Sanae bajó las escaleras y se detuvo justo al pie de éstas. Mamá estaba en la puerta, hablando con alguien.

"Tía, ¿cómo está Sanae hoy?", decía la voz de su amiga y compañera del club de fùtbol Kumi Sugimoto. "¿Se siente mejor?".

"Bueno, ya no tiene fiebre desde hace dos días", decía la mamá de Sanae, "así que pronto estará completamente sana",

Otra voz femenina, la cual Sanae reconoció como la de su otra amiga Yukari Nishimoto, se oyó claramente. "¿De veras, tía? Como hay una reunión de todos los profesores del colegio, tenemos la primera hora de clases libre. ¿Podemos entrar a verla?".

"¡Aquí estoy!", Sanae les gritó alegremente desde la escalera. Pocos segundos más tarde, la alegre y algo infantil Kumi la estaba abrazando con todas sus fuerzas, mientras su madre y Yukari las miraban sin saber qué decir.

"¡Sanaeeeee! ¡Te hemos extrañado tantooooo!", dijo la alegre muchacha con dos coletas, apretando fuertemente a su amiga en sus brazos y casi sin dejarla respirar.

Yukari se echó a reír. "Querrás decir, Kumi, extrañas el modo en que ella corre a los tipos pesados y cómo maneja el club mejor que tú, ¿o no?".

Kumi miró a Yukari y le sacó la lengua. "Aguafiestas".

"Bueno, es cierto...", la niña algo mayor se rió. "Y suelta a Sanae. ¡La vas a asfixiar!"

Kumi soltó a Sanae, pero ya era tarde. La chica, aún algo débil por su enfermedad, casi cayó al suelo.

"¡Lo siento mucho!".

****

Pocos minutos más tarde, las tres amigas estaban sentadas en la cama de Sanae, hablando animadamente...

"¿No vienes al colegio hoy?", preguntó Yukari.

"Me gustaría, pero como mi mamá es muy estricta de seguro no me dejará", respondió Sanae. "Eso es una lata. Quiero ver cómo está saliendo lo de la fiesta de Navidad...".

"Pero podríamos decirle a tu mamá", propuso Kumi, "que te cuidaríamos todos juntos, entre nosotras y los chicos. Ella nunca nos niega nada, y lo sabes bien".

"Podría ser...", dijo Sanae. "Pero no sé... podría ser un obstáculo, siendo que estuve enferma...".

"No lo serás. Ya estás casi sanita, y aparte necesitamos que nos ayudes en algo especial...".

Yukari se rió, sabiendo que Sanae no rechazaría esa carnada. Y no lo hizo. La chica de pelo corto se acercó más, los ojos brillantes de curiosidad. "¿En qué quieres que te ayude?".

"Bueno, bueno", comenzó la muchacha. "Queremos comprar nuevos adornos para los árboles de Navidad y unas cuantas guirnaldas de papel brillante. Takasugi nos dijo que hay unas tiendas nuevas en el centro, y queríamos darnos una vuelta por allí. Y si vienes con nosotros, de seguro que nos ayudarás mucho",

"¿Vienes o no, entonces?", concluyó Kumi, poniendo su cara más tierna posible para convencer a Sanae de que fuera con ellas.

Parecía que Sanae iba finalmente a aceptar. Pero de nuevo, ella empezó a dudar.

"Eso... no depende de mí...".

Las dos chicas casi cayeron al suelo. Pero Yukari alcanzó a recobrarse y le dijo a Kumi en el oído algo que Sanae no alcanzó a escuchar. Sanae las miró con curiosidad...

"Bien. ¿Estás de acuerdo?".

"Si es lo mejor que podemos hacer...", y Kumi se acercó a Sanae. "Este es el plan. Iremos ahora a clases, y en la tarde pasaremos a buscarte para ir a las rebajas. ¿De acuerdo?".

"A ver...", ella lo pensó, y luego sonrió. "¡Hecho! Ya estaré lista con la casa para entonces".

Kumi abrazó a Sanae (con MUCHO más cuidado). "¡Sí! ¡Podremos contar contigo, Sanae, y eso me alegra tanto...! ¡¡Eeeep!".

Recién había visto la hora en el despertador de Sanae. Casi 9:15, y la primera hora de clase estaba por terminar. "¡Estamos casi atrasadas, Yukari!".

"Estamos justas con el tiempo", añadió Yukari. "Bueno, Sanae, nos vamos. Pero hablaremos de paso con tu mamá. ¡Prepárate para la tarde, niña!"

"Lo haré. ¡Prometido!".

Kumi y Yukari se despidieron, y luego se fueron. Sanae ahora estaba sola en su pieza y miró a través de la ventana. Era un día frío, pero el sol de invierno ya brillaba esplendorosamente en el cielo azul.

"¡Tengo el presentimiento", se dijo Sanae en voz baja, "de que este día será muy especial!".

***

Poco después de que Yukari y Kumi se fueran, la madre de Sanae le dijo a su hija que las dos muchachas, antes de irse, le habían comentado que querían que Sanae las acompañara a comprar en la tarde. Ella misma tenía sus dudas sobre si darle permiso o no, ya que no quería que Sanae se volviera a enfermar; pero finalmente, antes de abrir el negocio ella ya había dado su aprobación al "plan".

"Ahora me toca a mí..."

Como el primer piso del edificio en que se ubicaba el hogar de la familia Nakazawa estaba ocupado por la heladería familiar, Sanae decidió dedicarse a ordenar la casa con toda calma, mientras su madre y dos cajeras que trabajaban con ellos se encargaban del negocio. Tras terminar el aseo general, ella decidió darse una ducha corta, y cuando iba a salir del baño...

RIIIIINGGGG!!!

"¡Sanae! ¡Ya llegaron tus amigas!".

Tras ponerse una bata de baño sobre la ropa interior, ella miró a través de la ventana. Efectivamente, eran Kumi y Yukari.

"¡Vamos, perezosa!", la llamó Kumi desde la puerta de la casa. "¿No estabas acaso ansiosa por salir y divertirte?".

"¡Lo estoy! ¡Dame dos minutos!".

Sanae vio su uniforme de colegio colgando de una percha, y como era lo más a la mano se lo puso rápidamente y bajó.

"¡Oye, hija!", dijo la señora Nakazawa, sorprendida ante su prisa. "¿Que no vas a comer antes de irte?".

Sanae le dio un beso en la mejilla. "No hay tiempo, mamita. Aparte, hoy tomé desayuno muy tarde. Pero comeré apenas llegue a casa, ¡lo prometo!".

Tras despedirse de su madre y de las cajeras, Sanae y sus amigas dejaron el salón de té y echaron a andar en las calles de Shizuoka.

"Como te dije ayer, Kumi, no es obligatorio que vengas", decía Yukari. "Eres de primero, y los de tercero somos los que nos encargaremos de la fiesta. Y no respondo de que se molesten contigo".

"¡Pe-pe-pero Yukariiiii...!", protestó la niña. "Ya estoy metida. Aparte, en el club de fútbol casi todos son de tercero, y no puedo quedarme atrás... ¿Me van a patear sólo porque soy la más chica? ¡No es justo!".

"Eh...".

"Y si Sanae se siente mal, yo la cuido". Kumi cogió a Sanae del brazo y miró a Yukari con ojos brillantes. "¿Me puedo quedar?".

"Oye Kumi...".

Yukari suspiró. "Ya, bueno. Como sea, aparte de que necesitaremos toda la ayuda que podamos. Y ahora, ¿dónde estamos?".

"¿Segura que la tienda estaba por acá?", le preguntó Kumi. Yukari sacó de su agenda un papel donde tenía escrita la dirección y la revisó.

"Sí... debería ser... ¿O acaso la apunté mal...?", murmuró la chica, chequeando una y otra vez lo que tenía escrito. Sanae y Kumi miraban alrededor, buscando el lugar del cual su compañero Takasugi les había hablado. Y entonces, se fijaron en una tienda muy pequeña cuyas vitrinas tenían adornos con cintas doradas, verdes y blancas...

"¿Es esa?", y Sanae la apuntó con el dedo. Yukari miró y le brillaron los ojos.

"¡Sí, esa es! ¡Vayamos!"

***

"Ooooh...".

Las tres muchachas estaban asombradas. La tienda se veía, desde fuera, pequeña y casi espartana excepto por las cintas de colores... pero por dentro estaba llena con todo tipo de espejos, juguetes, regalos, antigüedades...

"¡Es preciosa!", dijo Sanae. Yukari asintió. Y con respecto a Kumi...

"¡Miren, chiquillas, vengan! ¡Vean este cofrecito! ¡Y este cojín bordado! ¡Y las joyas de fantasía! ¡Oooh, todo es tan pero tan lindo! ¡Y...!".

"Buenas tardes, chicas. ¿Qué quieren ver?".

La pobre Kumi se detuvo en seco y miró atrás suyo. La dueña de la tienda (una mujer alta, de pelo corto negro y una sonrisa dulce) estaba justo allí.

"Oh...", murmuró Kumi, perdiendo la inspiración y empezando a balbucear, "er, sí señora. Queríamos...".

"Estamos buscando adornos de Navidad", interrumpió Yukari, salvando a Kumi de una buena "plancha". "Queremos decorar el gimnasio del colegio, y un compañero nos contó que acá tenían cosas interesantes.".

"Ya veo... Vengan, entonces...".

Mientras la dueña mostraba a Yukari y Kumi lo que tenía, Sanae empezó a observar el resto de la tienda. También se sentía atraída por todas las hermosas cosas que había en venta, era casi como si la llamaran en silencio, diciendo "¡Cómprame! ¡Llévame a tu casa! ¡O si quieres ofréceme de regalo para alguien que ames!". Muñecas, figuras de porcelana, figuras de madera, artesanías, ¡tantas cosas!

* Aún tengo que comprar regalos, así que aprovecharé. ¡Puedo apostar que a Kumi le encantará el pendiente de coral que está en la izquierda! ¡Y a Yukari le vendrá bien el espejo a la derecha! Y para mi mamá... *

De pronto, ella se detuvo. Por un segundo, Sanae sintió que una de esas "llamadas" era más fuerte que las otras. Casi pudo oírlo, no sólo sentirlo en su fantasiosa mente.

* ¿No lo habré imaginado? ¿O no me estarán...? *

La chica se dio vuelta, pero no vio a nadie más en la tienda que la dueña y sus amigas, que estaban concentradas en la búsqueda de los adornos. No, nadie la llamaba. Bueno, quizá había imaginado eso...

Con un suspiro, ella se dio vuelta y observó otro estante. Estaba lleno de viejas muñecas, peluches, y...

* ¿Y esto qué es? *

*Esto* era un precioso muñeco situado de pie en un extremo, muy cerca de la vitrina. Llevaba un uniforme militar con chaqueta azul y pantalones blancos, una medalla dorada en el pecho (*el uniforme tiene los mismos colores que el de la Selección Nacional de Fútbol*, pensó ella con una sonrisa), botas negras, y un sable colgando de su cinturón. Sus ojos negros la miraban fijo, y su linda cara estaba franqueada por su cabello negro hecho con hilo de seda.

Sanae se encontró a sí misma mirando al muñeco, que era una imitación en madera de los viejos muñecos cascanueces que se hacían en Europa hace siglos. Ya sabes, metes una nuez en la boca del juguete, y luego aprietas las "piernas" para romper la cáscara y extraer la fruta. Había algo en este juguete en particular, en su airecillo militar y su carita que le atraía... no sólo era su belleza, no... Algo más....

"¿Quieres ver el cascanueces?".

Sanae estaba ya extendiendo las manos para tomar el muñeco, y cuando la dueña le habló ella saltó y se alejó, casi asustada. Pero la mujer sólo repitió la pregunta: "¿Quieres ver el cascanueces?".

"Uh...", murmuró, un poco incómoda por su reacción tan exagerada. "¡Sí, me gustaría! ¡Es muy lindo!".

La mujer se acercó más, mientras Yukari y Kumi dejaban varios objetos de ornato navideño sobre una mesa puesta cerca del estante antes de acercarse ellas también. Entonces, la dueña sacó el muñeco de la estantería y se lo entregó a Sanae. "Acá tienes".

"Gracias", y ella recibió el cascanueces, sosteniéndolo en sus manos como si fuera de porcelana y mirando su pálido rostro casi con nostalgia.

* Es muy bonito. Y de veras... *

"Es cierto, está precioso", dijo Yukari. "¿Y cuánto cuesta? Quizá podríamos llevarlo..."

"Lo siento, pero no está en venta".

* ¿No...? *

Sanae casi sintió pena al oír las palabras de la vendedora. En esos momentos, su curiosidad inicial había rápidamente cambiado al deseo de ser la dueña del muñeco. Realmente, ella quería tenerlo.

Sin embargo, tratando de esconder su decepción, ella sólo dijo: "¿Por qué no lo vende?".

"Bueno...", empezó la dueña. "Cuando adquirí el muñeco, me di cuenta de que uno de sus brazos no se mueve muy bien... Supongo que debe haber sido una falla de fabricación o algo así. Pero la persona que me lo vendió no lo quiso de vuelta, así que lo puse para decorar".

La mujer tomó el "brazo derecho" del cascanueces y lo movió un poco, con mucho cuidado. Sin duda, la unión del brazo y el hombro funcionaba bastante mal, pues se movía muy torpemente y hacía un ruido algo extraño.

"¿No es casi como si tuviera huesos rotos?", le preguntó Kumi a Yukari.

"Eso parece, pero cállate".

Sanae apretó más el muñeco entre sus manos. "Qué lástima... Me gusta tanto...".

* ¿Qué voy a hacer? *

La mujer lo pensó por algunos momentos... luego suspiró y habló. "Um... ¿Por qué mejor no te lo quedas, niña?".

"¿¡Eeeeh?!".

La mujer tomó el cascanueces en sus manos. "No podría darle ningún uso aparte de decorar mi tienda, pero me temo que perderá su utilidad después de que cambie la decoración luego de las Fiestas de Fin de Año. Aparte, no sé si podré ponerlo en mi propia casa. Y ya que no podría sacarle dinero a un muñeco roto...",

Sanae miró a la dueña... luego al muñeco... "¿De veras? ¿Es mío ahora?".

"Ya que tú y tus amigas han sido tan buenas clientas", y la dueña le devolvió el cascanueces, "considéralo como un regalo extra. Va por cuenta de la casa".

* ¡¡Tengo tanta suerte!! *

Los ojos de la muchacha brillaban de alegría, y de haber sido algo más joven habría abrazado a la dueña. "¡Oh, gracias, muchas gracias!".

"Oye, Sanae...".

La voz casi furiosa de Kumi interrumpió a Sanae. Ella vio a sus amigas mirándola muy fijo.

"¿Sí?".

"Para demostrar tu gratitud... ¡¡¡Al menos ayúdanos con las bolsas!!!", le gritaron las dos, mostrándole la mesa llena de figuras y decoraciones.

"¡Oops! ¡Lo siento! Pongámoslos en las bolsas, entonces...".

Las chicas revisaron sus monederos, pagaron por sus compras y pusieron los objetos en seis bolsas; cada una tomó dos, y Sanae puso su nuevo muñeco en una de ellas. Luego de esto, dejaron la tienda para ir al colegio con sus "premios".

***

"¿Pueden creerlo?", dijo Kumi mientras iban hacia el colegio. "¡La señora era tan amable! ¡Y la tienda es fabulosa! Buenos productos, excelente atención, precios baratos... ¡Ojalá todas las tiendas fuesen así! ¡Digámosle entonces a las demás niñas del colegio, así también irán a verla, se volverán buenas clientas y entonces la señora se quedará por mucho tiempo más!"

"Por una vez, tienes razón...", e ignorando el "mal de ojo" que le echó Kumi, Yukari se dirigió a Sanae. "¿Tú que crees, Sanae? Tú saliste premiada, después de todo...".

"...".

"¡Sanae!".

"¿&iexc l;Cómo?!".

Las tres se detuvieron, y Yukari suspiró antes de volver a preguntar. "¿Qué piensas de la tienda, Sanae?".

Sanae movió la cabeza, sonriendo. "Uhm... Sí, estoy de acuerdo. ¡Es muy bonita! Y me gustaría que se quedaran acá...".

Entonces, ella se dio cuenta de que Kumi la miraba fijo, y con una expresión algo rara en el rostro. "¿Qué, tengo algo en la cara?".

"Nada. Es que hoy has estado extraña", dijo la otra chica. "¿Qué te pasa?".

"Es por el cascanueces que le regaló la dueña", y Yukari sonrió maliciosamente. "Es como si ese juguetito te hubiese hechizado... ¡Casi como si te hubieras enamorado de él!".

"¿¡EN SERIO?!", y Kumi abrió los ojos a más no poder.

Sanae se puso roja hasta la punta del pelo y casi dejó caer las bolsas. "¡NO, NO ES VERDAD! ¡NO SEAN TONTAS!!".

"Hey, hey, sólo bromeaba contigo", y Yukari soltó la risa. Entonces, ella miró al muñeco. "No alcanzamos a ver bien a tu Príncipe Azul. ¿Podemos? No te pongas celosa...".

"¡YUKARI!".

"Lo siento".

Las niñas estaban pasando por un pequeño parque cercano al colegio, así que se sentaron en un banco y Sanae dejó que Yukari sacara el muñeco de la bolsa. Ella lo observó cuidadosamente por varios minutos.

"Hum... sip... Si no estuviera fallado, lo habría comprado para mí", concluyó, acariciando el cabello de seda del cascanueces. Kumi se lo quitó de las manos "un poco muy rápido", asustando a Sanae quien casi pensó que el "brazo roto" del muñeco iba a terminar de romperse.

"Bieeeen...", Kumi lo miró por varios segundos, observándolo tal como Yukari lo hizo. Entonces, sus ojos adquirieron un brillo infantil y alegre... "¡Ahora lo veo bien! ¡Sí, *es* hermoso! ¡Y si fuera un chico de verdad, qué guapo sería! ¡Aaaah...!"

Sanae y Yukari se miraron y suspiraron. Kumi Sugimoto *jamás* cambiaría.

Apenas terminó el "trance" de Kumi, ella miró fijo a la dueña del juguete. "A propósito, Sanae... ¿No has pensado en ponerle un nombre?".

"¿Cómo?".

"Un nombre para tu cascanueces, digo...".

Tras decir esto, Kumi le devolvió el muñeco a Sanae. La chica lo miró fijamente. Los ojos negros hechos de cuentas cristalinas le devolvieron la mirada...

"¿Ya elegiste?".

"¡No la presiones, Kumi!".

Tras algunos momentos, Sanae miró a las otras dos chicas. Tenía una gran sonrisa en el rostro.

* Ya tengo una idea. Y es muy buena *

Ella se rió un poco, y luego le mostró a las otras dos el sable que colgaba del cinturón del cascanueces. "Bueno... ¿No es acaso un soldado?".

"Sí... ¿Y qué hay con eso?".

"La gente lucha, o debería hacerlo, para defender sus ideales o a sus seres queridos. Como ángeles guardianes".

"¿Y qué quieres decir?", preguntó Yukari.

Las manos de Sanae apretaron el cascanueces un poco más fuerte. "Esto va a sonar ingenuo e infantil, quizá hasta estúpido, pero bueno...", se sonrojó un poco antes de continuar. "Tener a este muñeco como una especie de ángel guardián sería muy lindo. Y por eso... creo que lo llamaré 'Tsubasa'. Esa palabra significa 'alas'... las alas de mi ángel, digo yo...".

Tras esta pequeña "volada", Sanae de inmediato "volvió" a la Vida Real. Kumi y Yukari la miraban como si se hubiera vuelto loca.

"¡Oops! Lo siento...". Ella sacudió la cabeza y sonrió. "Ya 'volví'. ¿Vamos?".

Y con Tsubasa el Cascanueces en una mano y las bolsas en la otra, Sanae empezó a caminar más rápido hacia el colegio. Las otras chicas sonrieron y la siguieron.

--- continuará