Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Lecciones para dos ❯ Capítulo3 ( Chapter 3 )

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LECCIONES PARA DOS
Por Daulaci Serv
 
Basado en una novela de Jennifer Taylor
 
Conlos personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
 
 
CAPITULO 3
 
Llevaban tres horas caminando y la espesura de los árboles dificultaba mucho el avance. Cada paso había sido una tortura, las plantas se le enredaban en las piernas y brazos. Su falda estaba completamente manchada, tenía arañazos en una pierna y el brazo derecho.
 
-Estoy cansada. ¿Podríamos detenernos un momento?
 
Eriol lo pensó un instante.
 
-Diez minutos. Y sugiero que use ese tiempo para cambiarse.
 
Clavó la punta del cuchillo en el suelo y se sentó en un tronco cercano, ignorando a Tomoyo. Cerró los ojos un momento. Era como si todo ese ejercicio no lo hubiera afectado ni siquiera un poco, se veía totalmente relajado y actuaba como si solo se tratara de un día de descanso. Eso no es justo, pensó Tomoyo.
 
-¿Eso es todo lo que va decir? ¿Qué es lo que estamos haciendo? ¿Por qué no nos quedamos en el avión señor Hiraguizawa?
 
-Llámame Eriol, no creo que guardar tantos formalismos en la selva sea necesario. Y ponernos histéricos no nos ayudará.
 
-¿Quién esta histérico? Hacer como si no pasará nada tampoco me parece de gran ayuda. No entiendo lo que le pa…
 
Eriol se levantó dando dos pasos hacia ella lo que hizo que Tomoyo callará.
 
-Ahora, pon atención. Si tenemos alguna esperanza de ser encontrados, es volviendo al punto que di como referencia del mapa. Es allí donde nos buscarán. Voy a volver allí y tú eres libre de venir conmigo -volvió su vista hacia atrás-. Ó, si es que puedes, trata de regresar al avión. La elección es tuya.
 
-¿Serías capaz de abandonarme aquí? -Pudo ver la burla en sus ojos-. No, no te molestes en contestar.
 
-Entonces no hay más que discutir ¿verdad? Ahora, ¿vas a cambiarte o no?
 
-Tienes mucha prisa ¿no?
 
- No tenemos todo el tiempo del mundo. Los planes de rescate no son indefinidos. Entre más pronto lleguemos a ese punto será mejor.
 
-¡Pero… pero no nos pueden abandonar aquí! Es decir, ¡Mi abuelo no los dejaría hacer eso! -no pudo esconder el miedo que se apoderó de ella.
 
-Mírame Tomoyo -y la tomo por la barbilla-. Estoy seguro que él hará todo cuanto este a su alcance para tenerte de vuelta. Pero incluso él verá que lógico es interrumpir la búsqueda después de un tiempo razonable.
 
-¿Cuánto sería un tiempo razonable? -preguntó la chica tratando del olvidar la sensación que sentía cada vez que la tocaba, se estaba volviendo una costumbre que la mirara de ese modo.
 
-No lo sé, bastantes aviones han caído en esta zona a lo largo de los años, y no todos han sido encontrados -lo cual sonó muy sincero.
 
Tomoyo se soltó de la mano de Eriol para apartar la mirada, conteniendo el pánico que comenzaba a dominarla. Respiro profundo.
 
-Voy a cambiarme.
 
Eriol le dio la espalda y se apoyo contra el tronco de un árbol.
 
A Tomoyo le temblaron las manos mientras se desabrochaba la blusa y comenzaba a quitársela para tirarla al suelo.
 
-Ni se te ocurra voltear.
 
-No te preocupes no pienso hacerlo. Además no eres mi tipo en absoluto.
 
Ese comentario la molesto. Cuantos hombres estarían deseosos de tener una oportunidad así. En ese momento Tomoyo se dio cuenta de que su apariencia no era la de una super modelo. Que ridícula debía verse toda sucia con arañazos y el sudor escurriendo por su cara. Se tocó el cabello y casi rió al pensar en lo bien que se había mantenido esa tarde ya ahora estaba arruinado. ¡Claro que no era su tipo! No podía ser el tipo de nadie con esa apariencia. Pero no admitiría que él tenía razón. Con rabia se arrancó la peineta que lo sostenía y dejo caer en cascada su cabello. Después de eso se puso la ropa limpia y los tenis, cuando amarró estos últimos se puso de pie.
 
-Estoy lista. Espero que al señor no le parezca que he tardado mucho porque…
 
Se detuvo, Eriol la estaba mirando como si aprobará lo que veía pero al instante cambió a una que parecía decir todo lo contrario.
 
Eriol se volvió al escucharla y se llevó una grata sorpresa. Ahí estaba lo que tanto había esperado. El conjunto del largo cabello negro en combinación con los ojos amatista. Ahora si podía calcular mejor su edad, debía estar entre los 20 y los 25 años ni más, ni menos. Toda una joya, tal y como la describió su abuelo. Con mucho potencial, si no fuera por las malas decisiones que había tomado hasta ahora… su vida, su profesión, su próximo matrimonio… la imagen de un hombre de cabellos plateados y mirada fría vino a su mente y junto a él estaba ella sonriendo. Sin darse cuenta Eriol apretó los puños y sintió rabia. Antes de que pudiera notar de lo que estaba sintiendo Tomoyo lo sacó de sus pensamientos.
 
-¿Qué le pasa? ¿No le gusta lo que ve? ¿Tal vez usted debió elegir el conjunto? Pero, ¿sabe? Nadie me dijo que estaría perdida en la selva…
 
-¿Quiere callarse un momento? No he dicho nada.
 
-No todavía, pero por la mirada que tiene algo debe estar mal.
 
Eriol relajó las manos, la miró a los ojos y después recorrió con la misma mirada el cabello de la chica.
 
-No, todo esta muy bien -aprobó con una sonrisa. Y después tomo el cuchillo para regresar a su labor-. Tenemos que seguir.
 
Tomoyo estaba paralizada. Era la primera vez que lo veía sonreír, sonreír de verdad y todo daba a entender que la sonrisa iba dirigida a ella. Por un momento sintió que algo la golpeaba en el pecho para después sentir un calor que subió hasta sus mejillas. Se despabiló sin poder entender lo que había pasado y empezó a caminar. Una vez más Eriol la había dejado sin habla.
 
********************
 
-Será mejor que nos detengamos aquí -anunció Eriol.
 
Agotada Tomoyo se dejó caer en el suelo. Apoyando la cabeza contra la corteza de un árbol cerró sus ojos. Porque tenía que pasarle esto a ella. Nunca fue buena para las actividades físicas. No como Sakura, ella todavía estaría dando de brincos. Si no fuera por lo malo de la situación se atrevería a desear que ella estuviera aquí, al menos no se sentiría tan sola y desvalida.
 
-Vamos. No puedes quedarte ahí holgazaneando. Hay cosas que hacer.
 
El brusco tono de Eriol la hizo abrir los ojos inmediatamente. Lo miró con el seño fruncido.
 
-¿Trabajo? -no podía creer lo que le decía ese hombre.
 
-Dentro de veinte minutos más o menos empezará a llover -explicó mirando hacia el cielo-, y debemos construir algún tipo de refugió.
 
-Solo dame un par de minutos para recuperar el aliento. No es que esté cuestionando tu habilidad para prever el tiempo pero…
 
Eriol la agarró con firmeza por los hombros y la levantó del suelo. Muy cerca de él, Tomoyo pudo ver sus penetrantes ojos y la sombra de la barba que empezaba a oscurecer la mandíbula, así como sentir el calor que irradiaba su cuerpo. Se estremeció molesta por la sacudida que experimentó su corazón antes de ponerse a latir aceleradamente.
 
-Le harías perder la paciencia a un santo -comentó-. ¿Nadie te lo ha dicho nunca? Ahora vas a ponerte a cortar hojas, mientras yo construyó un refugio.
 
Así la bajo de donde la mantenía. Ella le miraba molesta.
 
-No era necesario que me tratarás así. Solo te pedí un par de minutos. No se que ganas tratándome de ese modo. Pero ¡cuando volvamos, puede que tengas que disculparte conmigo por tu comportamiento!
 
-Si volvemos -tomó el cuchillo y se lo tendió, luego retrocedió y comenzó a buscar dentro de la mochila ignorándola por completo.
 
Tomoyo hizo su tarea, lo hizo descargando su furia a través del trabajo lo cual resultó bastante benéfico pues una pila de brillantes hojas color verde oscuro fue creciendo con rapidez.
 
Comenzó a llover justo cuando Eriol colocaba la última hoja.
 
-¿Cómo has sabido que iba a llover?
 
-Esta es una selva tropical. Aquí llueve todos los días del año, alrededor e las cuatro de la tarde.
 
-Pudiste haberme dicho eso antes, en vez de tratarme como a un esclavo.
 
-¿Eso hubiera dicho cambiado en algo las cosas?
 
-Al menos habría sabido el porque del trabajo.
 
-Ya sabías el porque
 
-Pero me gusta tener toda la información a la mano.
 
-Esta va ser una nueva experiencia para ti. Quiero decir, que aquí en la selva no hay nadie que te facilite las cosas, nadie en quien apoyarte excepto en ti misma.
 
-¿Quién dice que no puedo hacer las cosas por mi misma? Lo he hecho durante mucho tiempo. Desde que empecé a trabajar me abrí camino por mi misma.
 
Eso no era lo que él había escuchado. Por curiosidad comentó.- Que me dices del tal Carelli. ¿No te facilito el camino?
 
-¿Qué sabes tú de Pierre Carelli? -exclamó sorprendida.
 
-Se lo suficiente -aceptó con cinismo.
 
-¿Con quien estuviste hablando? -preguntó con creciente malestar-. No habrá sido mi abuelo ¿verdad? -había un tono de preocupación en su voz, en realidad siempre había esperado que su abuelo no creyera que ella era esa clase de mujer.
 
-Acostumbro informarme sobre la gente con la que voy a viajar.
 
-Y te informaste muy bien, ¿cuáles fueron tus fuentes? -negándose a sí misma que en efecto hubiera sido su abuelo- Los periódicos amarillistas ¡Gran cosa! Si quieres saber algo pregúntame de frente y no te ocultes tras tus sabias palabras sobre la vida. -lo retó.
 
-Tú lo pediste -hizo una pausa tratando de buscar las palabras precisas ¿No es cierto que Pierre Carelli fue tu amante cuando te iniciaste en el modelaje y por eso te llevó a Londres con él?
 
Los ojos de Tomoyo relampaguearon con furia. Pero al hablar tuvo pleno control de sus emociones. Si no fuera así lo habría golpeado ahí mismo y esta vez no se sentiría mal por hacerlo.
 
-Ese es un chisme tan viejo como mi carrera. Y no, no fue mi amante. El me ha aconsejado para tomar mis decisiones y trabajo con frecuencia para él. Pero el trabajo duro lo hago yo y no necesito que nadie me facilite las cosas. -estaba furiosa, ¿porqué se había molestado en explicarle? A nadie le había dado explicaciones al respecto ¿Por qué a él si se la daba?
 
Tomoyo habló con tanta determinación que Eriol le creyó. El esperaba una rabieta, tal vez que hasta quisiera golpearlo, pero no lo hizo. Los ojos de Eriol brillaron un momento con satisfacción. El esperaba otra respuesta, y la que recibió lo dejo satisfecho.
 
Todo esto no pudo ser notado por Tomoyo que estaba concentrada en no demostrar cuanto le había molestado la pregunta y veía la lluvia caer con desmedida atención.
 
-Esta bien, te creo -admitió Eriol.
 
-Oh, no sabes el alivio que eso me proporciona -había sarcasmo en su voz.
 
-¿Cuánto años tienes Tomoyo? Oh, perdona ¿acaso eres de las mujeres a las que no les gusta decir su edad?
 
-Tengo 23 -dijo Tomoyo molesta, y regreso su mirada a la lluvia.
 
-Lo sabía -pensó Eriol. Tomoyo lo miró de nuevo.
 
-¿Cuántos años tienes tú, hombre sabio?
 
-28. Lo cual me hace más viejo que tú y más experimentado.
 
-Si, claro.
 
-Te sugiero que descanses un poco antes de que deje de llover. Una vez que aclare seguiremos andando -y dio por terminada la conversación.
 
Tomoyo no se molesto en replicar, se hizo un ovillo, apoyó la cabeza sobre las manos y cerró los ojos.
 
********************
 
La almohada estaba muy dura. Tomoyo metió la mano bajo la mejilla y se quedó helada cuando sus dedos tocaron algo que definitivamente no era su habitual ropa de cama. Lenta y delicadamente, sus dedos recorrieron la áspera tela, sintiendo la dureza que había debajo. Tomoyo abrió los ojos con expresión adormilada. Durante un momento se quedó mirando los ojos azules escondidos detrás de unos lentes. Se preguntó qué estaba pasando antes de comprenderlo todo repentinamente.
 
Consternada, se incorporó bruscamente ruborizándose al ver el modo en el que él le sonreía.
 
-Yo… tú… ¿por qué no me has despertado?
 
El se levantó mirando con burla a Tomoyo.
 
-¿Para qué? Obviamente necesitabas descanso y no puedo decir que me molestaba servirte de almohada. -Y era la verdad, a él no le molesto para nada.
 
-No sabía que te estaba usando de almohada -dijo todavía más ruborizada ante esta confesión- ¡No volverá a suceder!
 
-Como tú quieras -respondió sin darle importancia al asunto-. Ahora que estas despierta podemos ponernos en marcha.
 
Ignorando a Eriol, Tomoyo salió de refugio y miró alrededor. Ahora estaba más oscuro y había más humedad en el aire. Tomoyo sin pensarlo tocó su brazo en el lugar donde tenía los arañazos.
 
Eriol se dio cuenta de esto y busco en la mochila.
 
-Toma esto -le extendió una camisa parecida a la suya.
 
Tomoyo la tomó y lo miró sin comprender.
 
-Para que te la pongas -y no dio más explicaciones.
 
Tomoyo le dio las gracias muy bajo, comprendiendo porque lo había hecho.
 
-De nada -dijo Eriol sin darle importancia-. Será mejor que comamos algo antes de seguir.
 
Eriol le tendió un paquete envuelto en papel aluminio y Tomoyo lo miró con curiosidad durante unos instantes antes de abrirlo y observar una galleta de aspecto poco apetitoso.
 
-¿Qué es esto?
 
-Es una galleta y puedo asegurarte que contiene todas las vitaminas y minerales que necesitas -y dio un mordisco a la suya masticándolo lentamente mientras observaba cómo Tomoyo le daba un tímido mordisco a su galleta.
 
Tomoyo comió el resto de la galleta, esforzándose por no hacer ninguna mueca de disgusto, solo por no darle a Eriol el placer de verla sufrir. Y luego lo miró con un gesto de desafío.
 
-Estoy lista cuando quieras.
 
Eriol echó a andar mientras daba un vistazo a la brújula. Luego comenzó a abrirse camino con el cuchillo una vez más. Tomoyo comenzó a caminar detrás de él cuando de pronto se dio cuenta que la mochila se había quedado en el suelo. Suspiro profundamente y lanzando una mirada asesina a Eriol la levantó del suelo y se la colocó sobre los hombros, para después seguirlo.
 
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Había oscurecido por completo cuando se detuvieron a pasar la noche. Él le quito la mochila de la espalda, la dejo en el suelo, saco una linterna de ella y la encendió. Tomoyo observó en silencio mientras el buscaba en la mochila hasta sacar un vaso de hojalata que le tendió.
 
-Toma esto e intenta llenarlo con agua.
 
Tomoyo lo miró sin comprender.
 
-¿De dónde voy a sacar el agua?
 
Él suspiró con impaciencia y se puso de pie.
 
Sígueme te enseñaré como.
 
Tomoyo no estaba segura de que le gustara su tono. Pero se sentía demasiado cansada para iniciar una discusión. Lo siguió hasta los árboles y observó como el tiraba hacia abajo una hoja para dejar que un chorro de agua cayera de él.
 
-¿Has captado la idea? ¿Crees poder hacerlo?
 
Eso había sido suficiente, cansada o no, no podía permitir que se burlara de ella de esa manera.
 
-No desperdicias ninguna oportunidad ¿verdad? Siempre tratándome como si fuera tonta, ¿no puedes simplemente explicarme las cosas? ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué es lo que pretendes?
 
-Lo único que quiero es salir de este problema lo más pronto posible. Me contrataron para llevarte con tu abuelo y eso es lo único que pretendo hacer.
 
-Eso soy para ti ¿no?, un contrato. Pues entérate de que también soy una persona y a pesar de la injustificada opinión que tienes de mi, merezco aunque sea un poco de respeto.
 
Tomoyo le arrebato el vaso de las manos y se alejo lo más rápido que pudo para que él no pudiera ver las lágrimas que amenazaban con deslizarse por sus mejillas. Agradeció el tiempo que le proporcionaba la tarea para calmarse y no darle a Eriol la satisfacción de verla llorar.
 
Mientras tanto Eriol la observo unos segundos e hizo un ademán de acercarse a ella, extendió el brazo y abrió la boca para decir algo, pero las palabras se negaron a salir. Regreso a donde estaba la mochila para encargarse de la comida.
 
Eriol preparó una sopa mezclando el agua de lluvia con el contenido de uno de los paquetes que llevaba en la mochila. La sopa sabía a gloria. Los dos bebieron del vaso hasta la última gota.
 
El infiernillo estaba encendido y no había hablado desde el incidente, el ambiente estaba cargado de tensión la cual era imposible de sostener.
 
-Será mejor dormir un poco. Tenemos que emprender la marcha en cuanto empiece a amanecer.
 
-¿Vamos a construir otro refugio?
 
-No hace falta. No va llover. Te sugiero que te abroches la camisa hasta el cuello, para librarte de la mayoría de los insectos.
 
Tomoyo se estremeció ante la idea. ¡Pensar en todos esos insectos que podrían arrastrarse sobre ella! Miró a Eriol que ya se había acomodado en el piso con el sombrero sobre los ojos. Ojalá ella pudiera hacer como él.
 
-No puedes estar toda la noche despierta Tomoyo.
 
-¡Estoy bien! No te preocupes por mi. Me voy a quedar aquí sentada un momento y… y… -no había una excusa razonable para eso.
 
-¿Y disfrutar la vista? -preguntó en tono burlón-. Se incorporó y extendió el brazo hasta el infiernillo-. Lo siento Tomoyo pero debo apagarlo.
 
Después de hacerlo, Tomoyo pudo escuchar como se acomodaba de nuevo. Se acurruco acercando las rodillas al pecho y respiró con fuerza. Todo estaba increíblemente oscuro.
 
-Puedes acercarte y acostarte a mi lado si sientes miedo.
 
La voz de Eriol sonó profunda y suave. Era tentador lo que sugería pero su orgullo no le permitiría acercarse.
 
-No gracias. Estoy bien -aseguró sin mucha convicción.
 
-Como quieras.
 
De repente todo era silencio pero poco a poco se fueron agregando sonidos extraños. Eran sonidos que no podía identificar, pero en su mente trataba de darles significados lógicos, que en algunos casos no eran de gran ayuda para su tranquilidad. Tomoyo daba pequeños saltos ante cada nuevo sonido.
 
Ese sonido suave y resbaladizo, ¿sería una serpiente? Y ese leve repiqueteo… El lugar se lleno de un agudo chillido que la hizo levantarse dando un grito y disponerse a huir fuera lo que fuera, antes de que diera más de un paso unos brazos fuertes la agarraron de las piernas y la hicieron caer al suelo.
 
Eriol la sujetó con firmeza pero de una forma extrañamente tranquilizadora. Se acerco más a ella.
 
-Calma preciosa, era solo un mono. No va a hacerte daño. Seguramente tú lo asustaste más a él.
 
Tomoyo respiró profundamente tratando de controlar el miedo, y encontró que era más fácil de lo que había pensando. El fuerte latir del corazón de Eriol sumado al suave sonido de su respiración ayudaron a que el miedo desapareciera paulatinamente.
 
Cuando estuvo tranquila Eriol se apartó, pero ella levantó una mano para detenerlo, antes de tocarlo se arrepintió apartando la mano con rapidez. Agradeció que la oscuridad no permitiera que él se diera cuenta de lo que ella iba hacer.
 
-¿Intentamos dormir un poco? -dijo con voz fría e indiferente, había recuperado el tono habitual con el que se dirigía a ella.
 
-Siento haberte molestado.
 
Se acostó en el suelo acomodándose lo mejor que pudo en la dura superficie y cerró los ojos oyendo como Eriol se acomodaba a su lado. Después de un momento el cansancio se apoderó de ella y se dejo llevar por el sueño.
 
Continuara…
 
 
Nota de la autora: Esta es la primera vez que escribo un fic, no soy muy buena aún para imaginarme una historia completamente mía, cuando leí esta novela no puede evitar imaginarme a Eriol y Tomoyo en ella, y aunque he cambiado muchas de las situaciones que en esta acontecen hubo algunas que si incluí pues fueron justamente estas las que me inspiraron para crear lo demás. Gracias a todos los que estén leyendo este fic.
 
Saludos a todos y otra vez Gracias
Daulaci Serv
 
 
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