Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ El Arte de Sobrevivir ❯ Devolviendo el golpe ( Chapter 5 )

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Capítulo V


Devolviendo el golpe

 

  

Raditz y Nappa estaban de pie, uno al lado del otro, mirando al adolescente tendido frente a ellos. Vegeta dormía inconsciente en su cama y se veía en las peores condiciones. Su rostro tenía un aspecto pálido y la piel de su espalda había sido gravemente desgarrada por su sesión con Zabón; partes llenas de ampollas la surcaban debido al látigo de fuego. A pesar de que ambos utilizaron sus uniformes de repuesto para absorber el sangrado como siempre lo hacían, sus esfuerzos fueron en vano. El príncipe solo se curaría si descansaba o si se metía en un tanque, ninguna de las opciones era posible por el momento.

Raditz finalmente encaró a Nappa.

—Bueno, yo lo hice la última vez, es tu turno ahora.

Nappa resopló.

—¿Estás loco? Ni lo sueñes, hazlo tú.

—¿Y si Vegeta me mata? —Raditz soltó una risa burlona—. De ninguna manera, calvo. Lo hice la última vez y no lo volveré a hacer de nuevo.

—¡No te lo pido, te lo estoy ordenando! ¡Hazlo o te mataré yo mismo, tercera clase! —gruñó Nappa de forma amenazadora.

Él y Raditz se miraron el uno al otro durante unos segundos antes de que el último volviera a posar sus ojos en Vegeta frunciendo el ceño enojado mientras lo hacía. ¡Oh!, cómo odiaba ser el más débil del grupo. Refunfuñando entre dientes, se inclinó y extendió su brazo para sacudir el hombro del adolescente.

—Vegeta —llamó en voz alta. El príncipe no se movió, así que Raditz le sacudió el hombro con más fuerza—. Oye, tienes que levantarte, a menos que quieras llegar tarde otra vez.

Vegeta exhaló y luego se movió lo suficiente como para volver la cabeza lejos de ellos. Raditz y Nappa intercambiaron un vistazo. Por un lado, ambos simpatizaban con su príncipe, Vegeta estaba en una edad crítica para los hombres saiyayíns y necesitaba mucho más alimento y descanso del que recibía. Pero, desde otra perspectiva, si lo dejaban llegar tarde, entonces no solo Vegeta sería castigado de nuevo, sino que los dos sufrirían también a manos del príncipe iracundo.

—Bueno, ¿qué estás esperando? —presionó Nappa mirando expectante a su compañero saiyayín. Raditz gimió por dentro y observó a Vegeta. Él apretó los dientes y oró a quienquiera que fuera capaz de estar escuchando para que no lo matara por esto.

Antes de que pudiera perder el valor, se agachó y agarró la flácida cola de Vegeta, rápidamente la envolvió un par de veces alrededor de su puño y tiró con fuerza.

Los ojos de Vegeta se abrieron de inmediato al levantarse de un salto. Sin vacilar, el príncipe se dio la vuelta y estrelló un puñetazo tan fuerte como pudo en el estómago de Raditz, sin siquiera procesar lo que había sucedido. Raditz se dobló y cayó de rodillas tosiendo y jadeando por aire. Solo le tomó un par de segundos a Vegeta atar los cabos sueltos mientras envolvía su cola alrededor de su cintura y la ajustaba bien. Raditz trató de defenderse en vano, pero no logró detenerlo de asestarle una feroz patada en la cara con el talón de su pie bueno rompiéndole la nariz y el rastreador con el impacto.

—Inténtalo de nuevo y te garantizo que va a ser la última puta cosa que hagas —gruñó Vegeta enojado.

—Le dije al débil que no te despertara de esa manera —resopló Nappa. Tirado en el piso y ahora luchando por respirar, Raditz le lanzó una mirada de odio puro. Nappa se rio y luego regresó su atención hacia el saiyayín más joven en la habitación—. Dodoria vino no hace mucho, dice que Frízer te quiere tan pronto como puedas vestirte e ir allá.

Vegeta frunció el ceño y le dio la espalda a Raditz, quien se levantaba muy despacio. El príncipe se llevó la mano atrás con cautela para tocar uno de los profundos cortes. Retiró la mano y vio sangre fresca manchando sus dedos. Él no era ajeno a este tipo de lesiones, aunque por lo general, le permitían recuperarse en un tanque después. Al terminar su castigo, no obstante, Zabón le informó que tomaría algún tiempo desinfectar los tanques de regeneración y que Frízer aún debía decidir si solo querría deshacerse de ellos y ordenar que se construyan unos nuevos. Cuando echó una ojeada a su pie roto, el cual estaba más hinchado que la noche anterior, Vegeta supo que tenía un duro trabajo frente a él si no se curaba pronto.

—¿Qué hora es? —preguntó cojeando hacia su equipo a fin de alistarse.

—060X, tiempo suficiente para que te reúnas con Frízer y no llegues tarde al entrenamiento —respondió Nappa mientras se acercaba a Raditz. Con una mano, levantó sin ninguna dificultad al otro saiyayín.

Vegeta se vistió a toda prisa, a pesar de que cada movimiento hacía que su espalda ardiera. Fue especialmente malo en el momento en que cubrió su piel con el spandex de la parte superior de su uniforme. Ignorando el dolor tanto como pudo, se volvió hacia sus compañeros para hacer un ademán de desconectar con la mano. Nappa apagó su rastreador a la par que Raditz reajustaba su nariz rota.

—Ni bien regrese de mi reunión con Frízer, quiero que ambos me tengan listo un informe de exploración completo de la galaxia número veintitrés en el sector norte —les ordenó Vegeta una vez que tiró de sus guantes—. Solo díganle al técnico que es para una misión de purga. El tonto no lo cuestionará, él les dará todo, pero solo quiero saber sobre el planeta Trika.

—¿... el planeta natal de Jhainer? —preguntó Nappa con el ceño fruncido debido a la confusión—. ¿Piensas purgarlo, Vegeta?

—No, nada de eso. Jhainer y yo ahora tenemos una alianza y quiero saber más sobre sus antecedentes. Comenzaremos por investigar su planeta —explicó Vegeta mientras se apoyaba contra la pared para meter su pie herido en la bota. Después de varios intentos fallidos haciéndolo con suavidad, el príncipe terminó por tirar de esta, lo que obligó a su pie a acomodarse por sí mismo. Él apretó los dientes cuando una ola de dolor se precipitó por su pierna. Incapaz de soportarlo, abrió la bota con su ki por la zona del empeine para darle al pie un respiro.

—Iremos a encargarnos de eso, ¿no es así? —dijo Nappa mirando al tercer saiyayín en la habitación. Raditz solo gruñó su acuerdo y limpió la sangre de su cara. No era como si tuviera más alternativas.

—Bien. —Vegeta se puso su rastreador y luego cojeó hacia la puerta—. ¿Dodoria dijo lo que quería Frízer de mí?

—No, aunque no parecía ser un verdadero apuro. Es probable que no le importe si llegas tarde al entrenamiento de nuevo —comentó Nappa en un tono amargo mientras él y Raditz seguían al príncipe fuera de la habitación.

—Hmmm —gruñó Vegeta—. Vayan y consíganlo, quiero esa información tan pronto como sea posible.

Nappa asintió y se alejó por la derecha con Raditz siguiéndolo, Vegeta se dirigió a la izquierda. El príncipe estaba haciendo su habitual movimiento de caminar, a pesar de que sutilmente levitaba unos pocos centímetros cada vez que ponía su pie roto hacia adelante. Para cualquier persona que no prestara mucha atención, el caminar pasaba como normal, lo cual era lo único que importaba en ese momento. Aquí en público, era básico no mostrar ninguna debilidad.

Aun así, el joven saiyayín no pudo evitar el frío sudor que escapaba de su cuerpo al dirigirse a la oficina de Frízer. Su espalda y su pie estaban muy dañados, y todavía se sentía algo malhumorado por su primera sesión de entrenamiento con Dodoria. Todo lo que quería hacer era acostarse y dormir. Por desgracia, su día solo comenzaba.

Al mismo tiempo, en una de las salas de reuniones conectadas a la oficina de Frízer, el tirano estaba sentado con toda tranquilidad en la cabecera de una larga mesa holográfica supervisando una reunión política. Ambos lados de la mesa estaban repletas de alienígenas y todos parecían sombríos e incómodos. Había una copa puesta cuidadosamente ante cada uno de ellos, sin embargo, nadie excepto Frízer tocaba la que le correspondía.

Por último, una encorvada bestia alienígena de pelaje blanco con un enorme ojo sangriento ocupando la mayor parte de su rostro se atrevió romper el silencio. Su voz salió áspera por el miedo.

—Usted dijo que podría darnos el control de nuestro planeta de nuevo... pero aún no dice lo que quiere a cambio.

Frízer se rio entre dientes y se inclinó hacia adelante en su asiento de levitación.

—Bueno, ya que lo ha solicitado de un modo tan cortés, querido Truben, se lo diré; es simple, quiero su lealtad. Verán, su planeta Pilaz tiene cosas de gran valor para mí: la mejor tecnología en este lado de la galaxia, algunos impresionantes combatientes muy talentosos, una ubicación privilegiada para la repoblación y es la esquina de varias galaxias diferentes. Asumo que con su lealtad, recibiré el resto de esos maravillosos recursos cada vez que lo solicite. A cambio, haré que mis hombres aniquilen a los enemigos que han invadido y esclavizado a su planeta, y garantizo que siempre les brindaré protección en caso de un evento similar en el futuro.

—¿Y si decimos que no? —El alienígena más pequeño sentado frente a Truben lo desafió. Él era incluso más pequeño que Frízer, aunque sin duda, lo superaba en edad. Al igual que Truben, solo tenía un gran ojo rojo en la cara, pero habían afilados picos negros en la parte superior de su cabeza destacando sobre su pelaje blanco.

Todo el mundo lo miró en estado de shock por su pregunta atrevida y Truben le ofreció una fulminante mirada antes de volverse hacia el tirano.

—Disculpe a Felsin, Gran Frízer. Es un anciano…

—Oh, no hay necesidad de disculpas. —Frízer desestimó lo que oyó con un movimiento indiferente de la mano antes de activar su rastreador—. Las preocupaciones de Felsin son legítimas y estoy seguro de que él no es el único con tales pensamientos. Dichas inquietudes merecen una respuesta... —Su transmisión fue recogida—. ¿Zabón?

La voz de Zabón apareció de inmediato.

—¿Sí, Gran Frízer?

—¿Ya llegó el muchacho?

—Sí, él está esperando.

—Maravilloso, que pase.

—En seguida.

Cinco segundos más tarde, Vegeta entró en la sala de reuniones a paso lento. Aparte de su muy desgarrado labio inferior que no había sanado y el sudor brillando por su rostro y cuello, el príncipe no parecía sentir ningún malestar físico. Levitó solo lo suficiente para aparentar estar caminando y se detuvo a una distancia segura.

—Mi señor, usted me convocó —gruñó Vegeta e inclinó la cabeza con fingido respeto, lo que causó que se perdiera las miradas horrorizadas en los rostros de los alienígenas.

—Ponte de pie justo aquí, quiero que nuestros huéspedes te vean. —Frízer observó los movimientos del saiyayín y luego hizo unos chasquidos irritados con la lengua—. Te dije de “pie”; no levites, mono estúpido.

Vegeta apretó su mandíbula cerrada cuando logró caminar, era incapaz de ocultar su mala y dolorosa cojera. Se acercó al lado derecho de Frízer y se volvió hacia los otros alienígenas en la habitación. El joven príncipe frunció el ceño al ver la forma en que le devolvían la mirada. Había reconocimiento, miedo y… ¿pesar?, ¿lástima? Una mueca escapó de sus labios y sus ojos se oscurecieron por el odio.

—Caballeros —dijo Frízer en un tono alegre mientras se inclinaba hacia Vegeta para agarrar el hombro del adolescente como un padre a punto de mostrar a su hijo favorito—. Permítanme presentarles a uno de mis más jóvenes y mejores hombres. El nombre de este muchacho es Vegeta y lo he criado como si fuera mi propio hijo. Él es el último príncipe sobreviviente de la poderosa raza saiyayín y al día de hoy es un hombre preliminar al rango en mi ejército galáctico. Si tiene éxito en los próximos ciclos lunares, será un hombre calificado en toda su amplitud.

Se intercambiaron miradas en la mesa antes de que todos los ojos se volvieran hacia el príncipe siendo presentado. Vegeta se sintió incómodo con toda la atención, no estaba seguro incluso de lo que hacía allí. Su mejor suposición era que se le iba a ordenar matar a todos en la sala. Si ese era el caso, él prefería terminar con esto de una buena vez.

—Diles lo que le pasó a tu planeta, Vegeta —ordenó Frízer ganándose una ojeada cautelosa del príncipe adolescente. El tirano le sonrió para alentarlo—. Vamos, muchacho, comparte tu historia. Es muy fascinante.

Vegeta se sintió más incómodo que nunca al volver la vista hacia adelante. Algunas de las miradas en los rostros de los hombres que lo observaban expresaban que ya conocían la verdad. Sus ojos se posaron en la pared del fondo y murmuró:

—Mi planeta natal fue destruido por un meteorito hace casi diez ciclos solares en el calendario Cold. Solo tres de nosotros sobrevivimos.

—¡Cuán trágico! ¡Un meteorito destruyó el planeta de una de las razas guerreras más poderosas que el universo haya visto jamás! ¿Alguno de ustedes ha oído hablar de semejante cosa? —cuestionó Frízer con fingida perplejidad. Él apretó el hombro de Vegeta con tanta fuerza que su armadura comenzó a deformarse y dolor apareció en el rostro del joven príncipe. El tirano apenas se dio cuenta, ya que hacía contacto visual con todos los sentados frente a él, sus ojos mostraban una amenaza clara—. Solo el cielo sabe que planeta será el siguiente en ser golpeado por un meteorito...

—Está bien. —El anciano alienígena llamado Felsin cedió en voz baja. El agarre de Frízer a Vegeta se relajó y el príncipe se sintió aliviado, y sospechoso. Frunció el ceño enojado mientras miraba al tirano por el rabillo del ojo cuando Felsin continuó—. Nosotros aceptamos su oferta y le ofrecemos nuestra lealtad.

—Magnífico, tenemos un trato, entonces —respondió Frízer con una amplia sonrisa. Vegeta intentó salir, pero el agarre de Frízer se tensó sobre su hombro de nuevo—. Por favor, reúnanse con Zabón a su salida, él se encargará de la logística. Gracias a todos por venir y espero con interés una relación rentable por muchos ciclos solares en el futuro.

El joven saiyayín aguardó a que la mayor parte de los alienígenas se hubieran ido para finalmente volver a hablar.

—Si eso es todo, Gran Frízer, ¿me puedo retirar? Prefiero no llegar tarde al entrenamiento otra vez.

—Benevolencia, siempre apurado. ¿Acaso no puedo tener un momento para consultarte y ver cómo lo está haciendo mi príncipe mono favorito? —preguntó Frízer de un modo cordial mientras liberaba su agarre del príncipe para alcanzar su copa. Su asiento de levitación apenas si giró cuando se enfrentó al adolescente junto a él—. Ahora bien, Dodoria me dice que Manzín ya está adelante en las competiciones y que ha ganado el primer punto. Tenía la sensación de que fracasarías en esto, Vegeta, ya que es lo único que sabes hacer; sin embargo, me sorprende ver que estes fallando tan temprano en el proceso.

Vegeta se mordió la lengua lo suficientemente fuerte para extraerse sangre y no decir algo de lo que se arrepentiría. Con una mirada que podría haber matado, respondió de manera uniforme.

—Apenas hemos comenzado, no he fracasado hasta que otro obtenga el rango.

—Tal vez, pero Manzín es más fuerte que tú, ¿estoy en lo correcto?

El príncipe gruñó.

—Es apenas…

—Sí o no —lo interrumpió Frízer. Vegeta cayó en un amargo silencio, su rostro enrojeció por la creciente ira y resentimiento. El tirano soltó una risita y tomó otro sorbo de su bebida—. Sí, eso es lo que pensaba. Ves, mi mascota, la fuerza lo es todo. Sin mi fuerza, no me obedecerías; sin tu fuerza, tus hombres no te obedecerían. ¿Estás de acuerdo?

—Mis hombres me obedecen porque soy su príncipe…

—Oh, vamos, Vegeta, sé que todavía eres un niño, pero no seas tan ingenuo. Ellos te obedecen a causa de tu fuerza superior y porque los matarías si no lo hacen. No confundas el instinto de autoconservación con la lealtad. —Vegeta miró hacia otro lado con el ceño fruncido por el pensamiento. Trató de ocultarlo tanto como pudo, no obstante, era obvio que esa idea había pasado por su cabeza antes. Frízer sonrió y continuó—. Ahora, Manzín es mayor que tú, tiene más experiencia y es más fuerte, lo que le permitió ganar el primer punto y eso te coloca en desventaja.

—No es nada que no pueda superar —afirmó Vegeta lleno de confianza.

—Eso ya lo veremos, Vegeta. Ahora, dado que tus padres están bien muertos y no hay nadie más en tu vida para darte un asesoramiento y orientación de calidad sobre lo que el futuro nos tiene deparado... excepto yo. No suelo hacer esto, pero porque eres como un hijo para mí, con mucho gusto te daré un consejo —le informó Frízer e hizo una pausa en espera de recibir una señal de agradecimiento.

El príncipe bajó la cabeza, pese a que el pelaje de su cola se erizó debido a la creciente rabia.

—Le agradecería mucho eso, Gran Frízer. —Fue lo que terminó por salir a través de sus dientes apretados.

Satisfecho, Frízer continuó.

—Solo los más fuertes consiguen pasar el entrenamiento y las competiciones en el equipo de calificación para el rango, y no me refiero al más fuerte físicamente. Te haré saber, muchacho, que el ganador no siempre es el hombre con el mayor nivel de poder, sino que siempre es el más inteligente, el que aprovecha la oportunidad y crea la propia donde no existe. Es el hombre que está dispuesto a encadenar a otro bajo el agua y dejar que se ahogue solo para ganar el primer punto.

La cabeza de Vegeta se levantó de golpe por la sorpresa.

—¿Usted sabe de eso?

Frízer sonrió con superioridad.

—Mono tonto, yo sé todo lo que pasa aquí, en particular con este equipo actual, ya que como es más joven de lo normal, estoy muy intrigado en ver cómo se desarrolla todo.

—Fue una jugada sucia por parte de Manzín —gruñó Vegeta—. ¡El maldito casi me mató!

—Que temperamento, pero que temperamentorio Frízer—. Eso es de lo que estoy hablando, muchacho. Abre los ojos y mira el panorama completo. La maniobra de Manzín fue brillante y ese es el tipo de hombre que se levantará rápidamente de las filas. La pregunta ahora es, ¿qué vas a hacer al respecto, eh? No contestes en este instante, piensa en ello.

El joven príncipe asintió con la cabeza y refunfuño.

—Sí, Gran Frízer.

—Ahora ve a atender tus asuntos —le ordenó el tirano—. Estaré ansioso de escuchar acerca de tu progreso. Retírate.

Vegeta se inclinó con respeto y luego se dio la vuelta cojeando fuera de allí con una mirada de disgusto en su rostro. Habría preferido golpes en los momentos en que Frízer solo quería tener "charlas" con él. Pero, por mucho que odiara admitirlo, sabía que él estaba en lo cierto. Sin duda iba a necesitar utilizar su inteligencia si quería ganar su rango. El tirano era muchas cosas, tonto no era una de ellas. Gradualmente, su ira comenzó a apagarse y empezó a pensar en la mejor manera de abordar el entrenamiento de hoy. Levantó el brazo hasta su rastreador, revisó la hora y sonrió con suficiencia al darse cuenta de la cantidad de tiempo que todavía le quedaba hasta el entrenamiento.

Poco después, el príncipe estaba golpeando una puerta metálica ubicada en un largo pasillo. Unos segundos más tarde, esa puerta se abrió y Jhainer apareció delante de él con un aspecto cansado. Era evidente que el joven trikan había estado durmiendo, vestía solo su pantalón de uniforme, su rastreador y se veía medio despierto.

—¿Qué pasa, saiyayín? —preguntó Jhainer mientras comprobaba la hora en su rastreador. Parecía menos satisfecho con el resultado de lo que sonó—. El entrenamiento no comienza todavía.

—Lo sé —respondió Vegeta y entró en el interior a pesar de que nunca fue invitado. Examinó la habitación, esta era igual a la suya, excepto que de un tercio de su tamaño. Sus ojos oscuros se posaron en algunos restos de sangre trikan en la cama de Jhainer y en el suelo—. ¿Cómo está esa herida que Manzín te dio?

La cola azul de Jhainer azotó detrás de él con un poco de suspicacia. Era la primera vez que el saiyayín lo había buscado de esta manera, y aunque en teoría tenían una alianza ahora, Vegeta no era el único al que se le hacía complicado confiar en los demás. El ojo blanco del trikan fue atraído hacia las botas de Vegeta.

—No sé, ¿cómo está tu pie roto?

—Hmmm —gruñó Vegeta—. Estoy bien.

—Igual yo.

El príncipe se volvió lentamente hacia él.

—Aunque estoy seguro de que Manzín se siente mejor que bien.

—Sí, estoy seguro de que lo está —concordó Jhainer mirando al otro adolescente con curiosidad en cuanto a donde iba con todo esto.

—Él ya es el más fuerte de todos nosotros y está al cien por ciento. Bueno, no me parece que eso sea muy justo, sobre todo porque él es la razón de que mi pie esté roto y de que tengas esa herida en tu costado. ¿Crees que eso es justo, Jhainer?

Una lenta sonrisa se desplegó sobre la cara del muchacho mayor cuando cayó en cuenta.

—No, no es nada justo, en realidad.

—Yo opino que hay que hacer algo al respecto —le propuso Vegeta sonriendo de vuelta.

—¿Qué tienes en mente?

—Trikan, pensé que nunca lo preguntarías...

********************

 

A pesar de lo que pensaba Vegeta, Manzín no estaba realmente al cien por ciento. Su hermano mayor Ajox lo había mantenido despierto una buena parte de la noche para darle estrategia tras estrategia tras estrategia sobre cómo abordar los próximos días. En vez de irse a dormir después de que su hermano terminó, Manzín fue a realizar una visita a Aradeen. Algún tipo de violencia se produjo a causa de la pasada interacción entre la mujer y el saiyayín más joven, como resultado había profundos arañazos con sangre seca en la cara y el cuello de Manzín por los intentos de defensa mientras él la golpeaba. Pero consiguió que escuchara su mensaje fuerte y claro, y estaba seguro de que ella nunca vería en la dirección de Vegeta de nuevo. Ahora trataba de recuperarse tomando un bien merecido descanso en su habitación privada antes de presentarse para el entrenamiento.

Jhainer apareció de la nada en la habitación de Manzín con su dispositivo de teletransportación firmemente agarrado en su mano derecha. El trikan examinó el alojamiento que Manzín compartía con Ajox, solo él estaba allí tendido en su cama roncando.

Sin embargo, eso no duró mucho tiempo.

Manzín fue despertado por una violenta patada bien propinada directo en su sien. El muchacho mayor cayó derribado justo al lado de su cama. Se sentó aturdido, no estaba seguro de lo que pasaba hasta que sus ojos se posaron en Jhainer. El joven trikan le dirigió una mirada arrogante y se echó a correr fuera de la habitación. Manzín gruñó, se puso de pie de un salto y salió a toda prisa tras de él. En su precipitación, perdió por completo al joven saiyayín recostado contra la pared junto a la entrada.

Justo en el momento en que la puerta metálica estaba a punto de cerrarse, Vegeta atascó su pie bueno para mantenerla abierta. Por motivos de protección, nadie excepto el mismo Frízer, Dodoria y Zabón podían entrar en los aposentos privados de otro hombre. El acceso era solo por scanner manual, debido al temor de que todos se mataran los unos a los otros en sus sueños. Esa fue la razón principal para meter a Jhainer en esto, de lo contrario, Vegeta se hubiera hecho cargo por su cuenta.

El príncipe entró en la habitación de Manzín y de inmediato se dirigió a la esquina donde la armadura de plata con la capa negra adjunta residían. La levantó y la revisó un par de veces. No muy lejos estaba el dispositivo que Manzín había recuperado el día anterior, sería obligatorio que lo lleve al entrenamiento de hoy. Una sonrisa se extendió sobre el rostro del joven príncipe mientras agarraba el mango de la capa de invisibilidad de Manzín y luego se retiró cojeando llevándose todo consigo.

Vegeta entró a su propia habitación donde Nappa y Raditz lo esperaban. Ambos saiyayíns se pararon apenas ingresó y lo miraron confundidos al ver lo que llevaba. Todos se aseguraron que los comunicadores de sus rastreadores estuvieran apagados para cuando Vegeta dejó caer las cosas al suelo.

—Destrúyanlo —ordenó el príncipe en un tono brusco. Raditz y Nappa no lo dudaron, ambos levantaron unas brillantes palmas hacia el piso, dispararon al mismo tiempo y para el instante en que el humo se disipó, el dispositivo estaba desintegrado al igual que la capa negra. Sin embargo, la armadura permaneció, a pesar de que ahora se veía carbonizada. Vegeta resopló burlonamente—. Débiles.

—Es una armadura bastante dura —comentó Nappa mirando de vuelta hacia su príncipe—. ¿De quién es, por cierto?

—No te preocupes por eso, solo deshazte de ella antes de que termine el día de entrenamiento. No salgan de esta habitación hasta que hayan terminado.

Nappa sonrió y asintió en señal de comprensión mientras Raditz levantaba con la mano un dispositivo de informe electrónico portátil agitándolo para que lo vieran.

—Tengo la información que solicitaste de Trika. Todo lo que pediste…

—Lo revisaré más tarde. Guarda esa mierda ahora mismosiseó Vegeta. Raditz lo miró confundido, pero antes de que pudiera responder, Jhainer apareció de la nada junto a Vegeta.

—Lo perdí —anunció Jhainer en voz baja, su mirada blanca bajó a la armadura de plata en el piso. Él nunca notó que Raditz se dio la vuelta para poner el informe electrónico al otro lado de su propia cama, a salvo de su vista.

—¿Cómo demonios hiciste eso? —le preguntó Vegeta levantando una ceja—. Manzín es más rápido que tú en su peor día.

—Esta cosa del teletransporte ha sido muy útil, saiyayín. ¿Listo para irnos?

El príncipe fue a recoger su propia arma para potenciar su ki.

—¿Puedes incluso teletransportar a dos personas con ese juguete que tienes?

—Solo hay una manera de averiguarlo —razonó Jhainer ofreciéndole una sonrisa desafiante—. A menos que tengas demasiado miedo de intentarlo, por supuesto.

Vegeta lo fulminó con la mirada y cojeó hasta pararse justo en frente de él.

—Manzín no será capaz de tocarnos si estamos a la vista de Dodoria, así que sigamos con esto antes de llegar tarde —ordenó. Jhainer se rio por lo bajo, luego extendió una escamosa mano azul en el hombro de Vegeta y desaparecieron.

—¿Crees qué esto es inteligente? —preguntó Raditz cuando estuvo solo con Nappa otra vez—. Ajox es un hombre de rango 3. Él tiene un montón de conexiones si esto va mal para Manzín.

—Vegeta sabe lo que está haciendo, siempre tiene un plan —reflexionó Nappa en voz alta mientras se ponía de cuclillas para recoger la armadura de plata. La inspeccionó cuidadosamente y añadió—. En vista de que Vegeta y Jhainer están trabajando juntos, sería mejor si memorizas toda la información del dispositivo y después la destruyes.

—¿Sabes cuán largo es ese maldito informe sobre Trika? —Raditz se burló—. No voy a memorizar toda esa mierda.

—Si Jhainer se entera de esto, significarán malas cosas para todos nosotros, así que mejor cierra la boca y ponte a trabajar.

Raditz refunfuño algunas maldiciones en su lengua nativa, pero se sentó a hacer lo que se le ordenó.

Entre tanto, Jhainer y Vegeta se teletransportaron a una sala en la planta baja donde Dodoria ya esperaba por ellos. El príncipe, en particular, parecía aliviado de que no estaban en el frío extremo sur del planeta en este momento. Cui ya se encontraba allí; con los brazos cruzados sobre su armadura de plata, inspeccionaba una enorme pantalla digital, una de las muchas disponibles en la gran sala fría. Dodoria se sentaba a varios metros de distancia de él, también miraba las pantallas digitales mientras comía un pedazo de fruta roja alienígena. Los jugos rojos corrían por su barbilla y le manchaban la armadura para disgusto de Vegeta.

—¿Qué hay de Cui?, ¿no nos ocuparemos de él? —le susurró Jhainer al príncipe a su lado. Vegeta negó con la cabeza.

—No es una amenaza como Manzín —le susurró de regreso—. No vale la pena el riesgo.

Jhainer asintió su aprobación en el instante en que Manzín irrumpía a través de las grandes puertas que daban a la sala. No hubo siquiera tiempo suficiente para que todo el mundo lo viera antes de que Manzín volara y derribara a Vegeta en el suelo. El saiyayín se estremeció de dolor al sentir que su tobillo fracturado se desencajaba por el impacto y una ráfaga de llamas estalló atravesando su espalda, sin embargo, no hizo nada para defenderse cuando Manzín se le tiró encima para inmovilizarlo.

—¡Sé qué eres quién está detrás de esto, inútil pedazo de mierda saiyayín! —gruñó Manzín con increíble odio, él retiró una mano y la curvó en un puño. Jhainer se movió a toda velocidad, lo agarró de la cintura y lo arrojó violentamente lejos de Vegeta antes de que pudiera derribarlo. Manzín se puso de pie otra vez, pero fue golpeado con la suficiente fuerza en la cara para romperle los huesos. Cayó hacia atrás, sangre corría por su rostro y se quedó mirando a Dodoria aturdido.

—No sé lo que te tiene tan cabreado, muchacho, aun así, te diré lo que me tiene cabreado a mí —le gruñó Dodoria a Manzín. Tomó un jugoso bocado de la fruta en su mano, levantó la otra y le mostró tres dedos—. Tres cosas. Uno, eres el último en llegar, lo que significa que estás tarde. Dos, acabas de romper una de las reglas principales del equipo de clasificación: no atacarse entre ustedes fuera de los entrenamientos y competiciones. No solo la rompiste, sino que tuviste las pelotas para hacerlo justo delante de mí…

Manzín lo interrumpió desesperado.

—Pero Jhainer se escabulló en mi…

Fue cortado a media frase cuando Dodoria disparó una potente ráfaga de ki color naranja directo en su cara haciéndolo gritar de dolor y retorcerse en el suelo por la agonía de las quemaduras. Detrás de Dodoria, Cui se encogía mientras observaba. Vegeta estaba de pie otra vez poniendo todo su peso sobre una pierna. Él y Jhainer parecía más que complacidos, cada uno de ellos tenía una sonrisa de satisfacción. Ambos adolescentes intercambiaron una breve mirada traviesa y sus sonrisas solamente crecieron.

—¿Sabes qué es lo que más me jode? —continuó Dodoria sin darse cuenta de la reacción de Vegeta y Jhainer detrás de él—. Estás aquí, presentándote a MI entrenamiento, sin la armadura adecuada. Los miembros del equipo visten la armadura de plata con la capa negra para que otros sepan que no deben tocarlos. ¿Dónde demonios está, muchacho?

Manzín bajó la mirada y entrecerró los ojos ante la armadura que llevaba. Era su conjunto negro habitual, la única cosa que tenía a mano. Él sabía a ciencia cierta que Vegeta o Jhainer la habían robado, pero no contaba con ninguna prueba.

—¿Y bien? ¿DÓNDE ESTÁ TU ARMADURA? —le gritó Dodoria haciendo a Manzín estremecerse. Detrás de él, Jhainer y Vegeta estaban al borde de la risa tratando de mantenerla controlada.

—No lo sé, señor. Yo... yo creo que fue robada —admitió Manzín en voz baja con los ojos de color morado por el miedo—. Y creo que Vegeta podría ser el respon…

—¡No, TÚ eres el responsable de su propio maldito equipo! Esos son tres errores, de modo que son tres veces la paliza normal con Zabón. Y debido a que un nuevo conjunto de armaduras tiene que ser personalizada solo para ti, ya que perdiste tu equipo, serán cuatro veces con Zabón. Y para estar seguro de que no vuelva a suceder, le pediré que utilice electricidad y no fuego. Ahora lárgate de mi vista, muchacho, no vuelvas aquí hasta que estés vestido con el uniforme adecuado.

Manzín palideció a ojos vista ante la idea de conseguir cuatro veces lo usual con el látigo eléctrico. Si a Vegeta le importara una mierda él, se podría haber sentido mal. Solo había conseguido dos veces lo habitual con el látigo de fuego la noche anterior y todavía era doloroso estar de pie. Cuatro veces con el de lejos peor látigo eléctrico hubiera probado el umbral de dolor del saiyayín hasta el límite. Él estaba acostumbrado a esas palizas, Manzín en cambio no; sobre todo porque era protegido por su hermano mayor Ajox en cada oportunidad. Vegeta supuso que Manzín sería un caos sangriento e inconsciente antes de que la primera ronda hubiera terminado. El pensamiento por sí solo prácticamente alegró su día.

Manzín se levantó e hizo contacto visual con Jhainer y luego con Vegeta. Ambos le dieron una presumida mirada de satisfacción. Los ojos de Manzín se pusieron negros de un odio mortal. Él se dio la vuelta y salió para ir a ver a Zabón, con la cabeza baja y los hombros tensos por lo que le esperaba.

Cuando Dodoria se dio la vuelta para enfrentarlos después de que Manzín se fue, Vegeta y Jhainer lucían adustos e indiferente de nuevo. El teniente frunció el ceño molesto, se acercó y fue directo al rostro del saiyayín.

—¿Tienes algo que ver con esto? —le preguntó.

Vegeta se burló.

—No tengo ni idea de lo que divagaba ese tonto.

—Hmm —murmuró un Dodoria incrédulo mirando al príncipe saiyayín desde arriba—. Será mejor que te cuides, chico mono, tengo un ojo en ti.

—Me halaga, Dodoria, pero solo me siento atraído por las mujeres —respondió Vegeta con una sonrisa de suficiencia.

Dodoria gruñó y agarró al príncipe por la mandíbula, su presión fue tan dolorosamente ajustada que Vegeta sintió que la estaba a punto de fracturar.

—Cuidado con esa boca inteligente, saiyayín, o haré que consigas el doble de lo que Manzín obtuvo. Si me entero de que tuviste algo que ver con su armadura extraviada, le informaré de todo este incidente a Frízer, ¿entendido? —Él exigió una respuesta apretando su agarre un poco más. Vegeta asintió tanto como pudo, Dodoria empujó su rostro lejos de él y lo dejó ir.

—Bien; entonces niños, vamos a empezar —anunció Dodoria, luego se alejó de ellos hacia un gran grupo de pantallas digitales negras—. Una habilidad que queremos que cada uno de ustedes desarrolle en el transcurso de su formación es el liderazgo. Es un rasgo que no nace de un día al otro, por lo que debemos comenzar ahora. —Presionó su dedo en una de las pantallas y una ráfaga de galaxias y estrellas pasó volando por delante hasta que se amplió a un conjunto de planetas. Había luces rojas y azules parpadeando dispersas en ellos, y Vegeta se acordó de inmediato de la pantalla que Zabón estuvo analizando—. Esta es una representación de la galaxia número sesenta y seis en el sector oeste. Cada pocos ciclos solares, esta galaxia tienen un gran torneo de lucha juvenil orientado hacia los niños, todos ellos son más jóvenes que ustedes. Estas luces azules que ven parpadeando aquí son los que tienen un nivel de poder de 1500 a más. Esperamos que cada niño con una luz azul participe en el torneo interplanetario. Su siguiente tarea es asistir a ese torneo, buscar a los combatientes y traer de vuelta a uno de ellos como un nuevo recluta para las filas de Frízer. Por órdenes de Zabón, tienen que purgar el planeta natal de ese combatiente en el proceso. A su debido tiempo, vamos a tener nuestro propio pequeño torneo en el que todos sus combatientes se enfrentarán a muerte. El luchador que quede en pie al final obtendrá la entrada completa al ejército galáctico y quien lo reclutó ganará un punto.

—¿Se le mencionó el reclutamiento al Gran Frízer? —cuestionó Jhainer.

—Sí, esta información viene directo de Zabón. Todo el mundo está empezando a reclutar, pero sus reclutas serán los únicos que lucharán hasta la muerte. Es para ver quién de ustedes dará el siguiente paso y será el mejor líder, ya que entrenará a su recluta de la forma correcta y lo preparará para una batalla de vida o muerte. Una buena práctica para ustedes. —Dodoria se rio y mordió su fruta.

—¿Cuándo diablos se supone que vamos a encontrar el tiempo para entrenar a un niño? —preguntó Vegeta.

—Depende de ti. No tienes que entrenarlo si no quieres, pero entonces lo más probable es que lo maten y alguien más ganará un punto. Es tu elección. Además, tienes la opción, si deseas, de llevar a tus dos compañeros monos contigo. Ahora todos ustedes tienen tres días; un día para viajar, un día para reclutar y purgar, y otro día para regresar. Es mejor que se empiecen a mover. Retírense.

Jhainer y Vegeta se volvieron el uno al otro y comenzaron a susurrar acerca de esta nueva tarea cuando Cui se acercó hacia ellos. Los dos adolescentes giraron en su dirección y le dieron dos miradas asesinas igualmente intimidantes; a pesar de eso, Cui no se inmutó mientras se reía.

—Hey chicos, que buena jugada le hicieron a Manzín —dijo con una sonrisa de oreja a oreja—. Fue muy agradable y muy inteligente. Apuesto que fuiste tú el que pensó en ello, ¿eh, Ve…

—¿Qué quieres, Cui? —Jhainer lo interrumpió, su ojo sano se estrechó por la sospecha.

—Bueno, me parece que como ambos están haciendo un pequeño trabajo de equipo, creo que yo sería una excelente adici…

—No. —Vegeta lo interrumpió.

—¿Tres contra uno? Podíamos sacar a Manzín por completo —razonó Cui. Jhainer y Vegeta intercambiaron una mirada, y luego ambos se dieron la vuelta y empezaron a alejarse con el príncipe saiyayín cojeando torpemente. Cui empezó a seguirlos—. Vamos, muchachos, solo piénsenlo.

—Está bien. —Vegeta aceptó analizar la propuesta e inclinó la cabeza un poco—. Hmm... Fíjate, lo he pensado bien y la respuesta sigue siendo no.

—Entonces tal vez me pondré de parte de Manzín y empareje nuestras probabilidades —amenazó Cui. Los dos adolescentes frente a él se detuvieron y le devolvieron la mirada.

—Hazlo —dijo Jhainer dejando al descubierto sus afilados dientes en señal de advertencia—. Es la única forma de que tengas alguna posibilidad de ganar de todos modos.

—Solo sé una cosa. Si no consigo mi rango, tampoco lo harán ustedes —juró Cui haciendo contacto visual con los dos. Acto seguido, pasó junto a ellos de una manera brusca y activó su rastreador para ver donde se hallaba Manzín. Si él estaba en medio de la paliza de su vida, sería incluso mejor. Cui podía aproximarse a él después con la idea de una alianza propia cuando Manzín se encontraba más débil y vulnerable.

—No es una amenaza, ¿eh? —preguntó Jhainer apenas Cui se perdió de vista.

—Que te den por el culo —gruñó Vegeta.

—Por desgracia, solo me siento atraído por las mujeres, también. —Jhainer remarcó las palabras, lo que le ganó una mirada divertida del príncipe a su lado. El joven trikan se limitó a mover la cabeza hacia él—. Tu boca inteligente será tu muerte, saiyayín.

—Tal vez si, tal vez no. Entonces, ¿así que aún necesitas una vaina espacial con ese juguete de teletransportación tuyo?

—Sí. Probé anoche teletransportarme a mi planeta natal. No pude hacerlo —admitió Jhainer—. O bien el dispositivo solo se limita al planeta en el que estoy o aún no he conseguido averiguarlo.

—Hmmm —gruñó Vegeta, todos los rastros de diversión desaparecieron de su rostro ante la idea de Jhainer tratando de volver a su planeta natal. Era claro que el trikan todavía se preocupaba por su planeta, en el que no ponía un pie desde que fue entregado a Frízer. La información que Raditz reunió podría resultar aún más letal de lo que Vegeta había previsto. Pero por alguna razón, sin embargo, ya no estaba realmente interesado en escuchar lo que Raditz tenía que decir sobre Trika.

—Bien, nos vemos en el torneo —agregó Jhainer, pero frunció el ceño ante la mirada melancólica en el rostro del otro chico. Él le respondió con un gesto sin sentido y tomó eso como su señal para salir. Vegeta lo vio alejarse y en seguida llevó la mano hacia su rastreador.

—¿Qué está pasando, Vegeta? —La voz de Nappa llegó unos segundos más tarde.

—Me dieron una misión de reclutamiento y purga —le informó el príncipe sin rodeos—. Voy a verificar algo y nos vamos, así que tú y Raditz estén listos en la plataforma de despegue.

—Entendido.

—¿Cómo va el proyecto que les dejé?

—Ya me hice cargo.

El príncipe gruñó en señal de aprobación.

—No se retrasen en llegar a la plataforma.

—No lo haremos.

Vegeta apagó la comunicación en su rastreador y se dirigió lentamente a tomar aire fresco. Había una cierta persona que quería ver antes de irse...

El príncipe se dejó caer delante de la taberna de Ozo poco tiempo más tarde, se asomó través del vidrio sucio y no vio a nadie, así que entró levitando y rastreando los signos de Aradeen. El lugar parecía desierto, sin embargo. Vegeta frunció el ceño y activo su rastreador bajando el umbral tanto como pudo. El rastreador emitió una señal sonora cuando recogió un nivel de poder de veinte procedente de la parte posterior. Ella debía estar limpiando ahí atrás, razonó mientras se dirigía en esa dirección. El príncipe pasó por la bodega sin dejar que sus pies tocaron el suelo hasta que llegó a la pequeña vivienda en la parte trasera. Vegeta miró adentro. Estaba del todo oscuro, pero su rastreador decía que ella se ubicaba allí. Alzó la mano y lo apagó.

—Esclava —gruño molesto, él escuchó un movimiento en respuesta a su voz—. ¿Qué demonios haces durmiendo a esta hora? Levántate y sal de ahí.

—Por favor, déjame en paz, Vegeta.

Vegeta parpadeó un par de veces por la forma en que su voz sonaba. Esa no era la voz sensual que le gustaba, algo andaba mal. Se acercó entre la penumbra y luego su mano golpeó un sensor que activo una iluminación tenue en la habitación. Aradeen se hallaba tirada en el suelo, envuelta en unas mantas viejas. Ella se dio la vuelta, no sin que antes él viera lo mal herida que su cara estaba. El príncipe se acercó hasta que se cernió sobre ella.

—Manzín —dijo sin ninguna duda en su voz.

—Sí.

—¿Te violó?

—No.

—Hmmm —gruñó Vegeta y sus ojos la recorrieron. Él se encontraba más irritado por el hecho de que su belleza ahora estaba disminuida porque había sido brutalmente maltratada por Manzín. Las palizas eran una parte de la vida a fin de cuentas y todos tenían que sufrirlas, hombres, mujeres y niños por igual—. En verdad debiste cabrearlo, mujer —resopló.

—Parece que sí —respondió con una voz débil mirando a la pared. Ella quería descansar un poco antes de que el flujo habitual de soldados ruidosos comenzara a llegar esa noche, aunque nada parecía ir de acuerdo al plan en estos días.

Aradeen se estremeció al sentir los dedos de Vegeta asentarse alrededor de su mandíbula para forzarla a hacer contacto visual. Incluso con las marcas oscuras que cubrían su piel de otro modo sin defectos, el príncipe encontró que todavía era atractiva. Sus ojos lo atraían más, con ese inusual tono azul de reptil. Pasó el pulgar debajo de su labio inferior y, por primera vez, ella se dio cuenta de que él no se veía demasiado bien tampoco. El labio inferior del príncipe estaba terriblemente desgarrado y su cuerpo empapado en sudor, como si cada uno de sus movimientos fuera un enorme esfuerzo.

—Una mujer tan patéticamente débil como tú recibiendo una paliza... debes estar adolorida —murmuró Vegeta, su mano se movió poco a poco hacia abajo para bajar las mantas y exponer más y más de su piel magullada—. Podría matar a Manzín y garantizar que una cosa así no vuelva a suceder, pero voy a esperar algo de ti a cambio de mis molestias... ¿Qué dices?, ¿me recompensarás como una buena esclava lo haría?

Aradeen trató de no mostrar su terror cuando el saiyayín se inclinó hasta su cuello para inhalar su aroma mientras su mano exploraba con total libertad su cuerpo. Ella no sabía ahora a quien le tenía más miedo, a Manzín, con su abrumadora posesividad y sus tendencias a arremeter de forma violenta, o a Vegeta, con su desconcertante interés y la inevitabilidad de a donde eso los conduciría. ¿La mataría si lo rechazaba?

—Está bien —cedió ella, eso hizo que Vegeta vuelva a mirarla. Sin saber que más decir para evitar morir o ser violada aquí y ahora, la desesperación consiguió que se decidiera—. Está bien, si te haces cargo de Manzín, entonces yo... cuidaré de ti, pero no en este momento. Yo no sería capaz de… de atenderte. Necesito sanar primero.

Una mirada de puro triunfo apareció en el rostro de Vegeta y su ego masculino creció en una enorme proporción. Él se rio y asintió con la cabeza.

—Magnífico, tenemos un trato, entonces —dijo citando sin darse cuenta a Frízer en la mañana. Antes de que Aradeen pudiera decir nada más, el príncipe aplastó sus labios sobre los de ella, forzándola a abrir la boca en un beso de contusiones y dolor que solo fue agradable para él. Ignoró las manos en sus hombros que intentaban alejarlo y pronto probó la sangre de la joven en su boca ni bien ese brutal movimiento le desgarró la carne magullada y sensible alrededor de los labios por los golpes de Manzín. Él se echó hacia atrás y sonrió con superioridad ante las lágrimas que vio en sus ojos, ella solo atinó a frotar su rostro lastimado y palpitante.

—Voy a salir por un corto tiempo para atender unos negocios. Manzín estará muerto cuando vuelva. ¿Quieres que te traiga su cabeza cortada de regalo? —preguntó Vegeta como si no fuera nada.

Aradeen parpadeó hacia él preguntándose si el saiyayín estaba loco. Él no se veía como si estuviera bromeando. Ella negó con la cabeza al instante.

—Gracias, pero... este... puedes conservarla.

—Creo que debería —respondió al mismo tiempo que se volvía a levantar—. Te veré en unos días, esclava. Y has algo sobre esos horribles moretones, ellos disminuyen tu atractivo —le ordenó con brusquedad a su salida. Aradeen suspiró aliviada de que se hubiera ido, al menos por ahora. Ella le dio la espalda a la entrada y se cubrió con las mantas mientras se preguntaba en qué demonios se había metido.

Vegeta estaba de buen humor cuando levitó fuera de la taberna unos minutos después. Levantó la mano para prender su rastreador de nuevo, así podría informarles a Nappa y a Raditz que se encontraba en camino. Tan pronto como lo hizo, sin embargo, la alerta de su rastreador sonó, ya que detectó cuatro niveles de poder cerca, todos por encima de 15 000.

El príncipe nunca tuvo tiempo de reaccionar antes de que lo emboscaran. Era un grupo de hombres de Frízer, cada uno de ellos le dio de puñetazos con todas sus fuerzas moviéndose tan rápido que solo vio los destellos de sus armaduras. Su rastreador le fue arrancado y destruido para deshacerse de la evidencia de una paliza que estaba en contra de las reglas. Vegeta intentó de una manera u otra despegar hacia el aire con el propósito de conseguir cierta distancia, pero fue agarrado por el tobillo y devuelto a tierra para que la paliza continuara. Todos eran más fuertes que él y poco pudo hacer para defenderse. Uno de ellos específicamente atacó su pie fracturado estrellando su bota justo en su tobillo. Vegeta gritó de dolor; eso se detuvo cuando se vio obligado a caer sobre su estómago y su capa negra se envolvió alrededor de su garganta con firmeza. Un peso fuerte se asentó sobre su espalda y sintió que alguien tiraba de su capa como si fuera a estrangularlo.

—Fue tu idea tenderle una trampa a mi hermano, ¿no es así, hijo de puta? —Una voz furiosa gruñó detrás de él. El hermano de Manzín, Ajox, tenía que ser él. En su desesperación Vegeta utilizó su ki para cortar la capa y jadeó al sentir el alivio de la presión. Ese alivio fue efímero porque Ajox lo agarró del cabello y lo estrelló contra el suelo de roca dejando a Vegeta malditamente cerca de quedar inconsciente por el impacto. El príncipe tosió, sangre le caía sobre los ojos mientras Ajox mantenía su rostro presionado contra el suelo.

—Tu raza inmunda fue la responsable de la purga de mi planeta, saiyayín. A diferencia de mi hermano, no te guardo rencor por eso, ya que no tuviste nada que ver en el asunto. Pero escucharme bien, Vegeta, si “alguna vez” le vuelves a tender una trampa como esa a Manzín, arrancaré todos los órganos de tu cuerpo.

El peso de su espalda se retiró y luego uno de los compañeros de Ajox le propinó una fuerte patada a las costillas del príncipe, lo que lo obligó a toser sangre. Vegeta entrecerró los ojos para tratar de conseguir un buen vistazo de quienes más estaban con Ajox a fin de vengarse, pero su vista estaba borrosa y no logró hacerlo. Un momento más tarde, todos ellos despegaron hacia el aire, de regreso a la base. El príncipe apenas pudo mirar en esa dirección antes de descansar su cabeza y cerrar los ojos mientras trataba de recuperar su orientación, pero solo una cosa pasaba por su mente.

Iba a desatar el infierno para que pagaran por esto.