Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ El Arte de Sobrevivir ❯ Batallas por venir ( Chapter 10 )

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Capítulo diez

Batallas por venir

 

 

Al día siguiente, Vegeta estaba en una esquina del fondo de la taberna Ozo, se sentaba en una silla con el codo apoyado en la mesa que tenía enfrente y descansaba la mano con suavidad sobre su boca. La noche era la hora más concurrida allí y si bien recién comenzaba la tarde, el lugar no lucía exactamente desierto. Las órdenes del día no habían llegado aún, así que varios soldados entraron en la taberna para matar el tiempo hasta que los enviaran a sus siguientes misiones.

El caso de Vegeta no era diferente, aunque su día ya había estado ocupado. Se tomó el contenido del frasco que Felsin le dio después de la brutal competencia de "fuerza de voluntad" la noche anterior, sin estar seguro de si lo curaría o lo mataría. Adormecido descubrió que eso no le importaba mucho, sin embargo, la suerte estuvo de su lado y por más que el dolor persistía, los huesos rotos se llegaron a curar. Le había dado la suficiente fuerza para superar la sesión de entrenamiento de la mañana con Dodoria y sus compañeros competidores. Esa fue otra lección de "tolerancia al dolor" que lo dejó con nuevas quemaduras en la espalda que aún podía sentir bajo su uniforme incluso ahora, horas más tarde.

A pesar de todo, había sobrevivido como de costumbre y ya tenía otras preocupaciones. Así que cuando Dodoria al fin los despidió del entrenamiento, diciéndoles que se reportaran más tarde para recibir las órdenes sobre sus próximas misiones fuera del planeta, Vegeta pasó por alto la oportunidad de curarse y fue directo a la taberna para reunirse con sus compañeros saiyayíns. Nappa y Raditz lo flanqueaban ahora, cada uno con una bebida sin tocar en la mano. Los tres saiyayíns, que se sentaron en silencio, hablaban usando solo telepatía. La conversación que tenían entre manos era demasiado peligrosa para arriesgarse a pronunciar una sola palabra en voz alta.

Es temerario, comentó finalmente Nappa después de que Vegeta terminó. Los tres compartían un solo vínculo telepático, lo que le permitió al príncipe contarles a ambos al mismo tiempo sobre su reclutamiento en la resistencia.

Vegeta solo gruñó y levantó su jarra para beber más. Estaba sudando y ya ligeramente embriagado, pero no le importaba mucho, eso reducía el dolor de sus quemaduras y moretones de la sesión de anoche y del entrenamiento de hoy a niveles más tolerables. Raditz tamborileó rítmicamente un dedo sobre su jarra mientras fruncía el ceño. Echó un vistazo a los lados, como si alguien pudiera arreglárselas para escuchar su conversación telepática.

Me parece que es un error que va a hacer que nos maten, dijo nervioso. Vegeta no estaba seguro de si el miedo de su compañero era por la idea misma o por expresar su oposición a una decisión que él había tomado. Por lo general, no toleraba la disidencia de ninguno de sus subordinados saiyayíns, pero esto era diferente. Había tomado una decisión unilateralmente que podría hacer que ellos fueran asesinados junto con él y al menos les debía una conversación a cambio.

El príncipe tomó otro trago, levantó la mano y le indicó a Aradeen que trajera más, aunque deliberadamente evitó mirarla mientras lo hacía.

Es mi decisión, Vegeta les envió como respuesta a los dos, su voz estaba llena de autoridad, de hecho, puede que me maten por ello, pero ambos deben negar lo que saben, incluso bajo tortura... incluso si eso significa mi muerte. Es una orden, ¿entendido? No podemos permitir que la raza saiyayín desaparezca si este plan falla.

Kakaroto todavía está vivo, le recordó Raditz. Vegeta puso los ojos en blanco y luego suspiró.

Debe ser un debilucho, pero sí, si ha sobrevivido tanto tiempo supongo que no todos desapareceríamos, cedió Vegeta.

¿Confías en que esto va a funcionar?, le preguntó Nappa al príncipe con ansiedad.

Averiguaré más durante mi próxima misión. Mientras tanto, los dos deben quedarse aquí y entrenar a Adriel, ya que yo no estaré.

Pensé que el objetivo era que tú entrenaras al enano, refunfuñó mentalmente Raditz, lo que le ganó una mirada asesina del joven príncipe. Raditz se corrigió al momento, solo digo que no estoy seguro si Dodoria nos lo permitirá.

Bueno, hagan lo que puedan con el chico. Incluso si no pueden entrenarlo físicamente, prepárenlo mentalmente para una batalla de vida o muerte. Estén atentos a él y asegúrense de que no se lesione. Me imagino que debo estar de regreso antes de que él pelee con los otros reclutas, así que yo me encargaré a partir de ahí.

¿Todavía estás interesado en ganar tu rango, incluso mientras ayudas a la resistencia?, le preguntó Nappa.

No sé cuál es su plan ni cuánto tiempo llevará. Demonios, no hay garantía de que funcione. Mientras tanto, tengo que seguir cuidando de mí mismo. Seguiremos con lo planeado por ahora. Nada cambia hasta que yo lo diga.

Se hizo el silencio a medida que Aradeen se acercaba con unas bebidas frescas para ellos. Vegeta mantuvo su mirada fija en la mesa, aun cuando Raditz y Nappa se relajaron al verla llegar. Nappa se rio de algo que comentaron durante la breve charla que siguió, pero el príncipe había decidido ignorarlos. Cogió la nueva bebida que Aradeen le ofreció sin una palabra ni una mirada y rápidamente la acercó para tomar un trago. Cuando bajó la jarra, fue con un suspiro que lo hizo sentir como si tuviera cinco veces su edad mientras se pasaba una mano por el cabello. Se habían metido en un juego peligroso y ni siquiera el alcohol podía aliviar su ansiedad.

—¿Ya no estás interesado en follar a la chica, Vegeta? —le preguntó Raditz con curiosidad antes de que lo traicionara una leve sonrisa. Si iban a arriesgar la vida pronto debido a esos peligrosos planes, bien podría intentar echarse un polvo antes de que lo mataran—. Porque si no lo estás, yo podría estarlo. Me está comenzando a gustar.

—¿No eres capaz de ver a una mujer sin querer follarla, Raditz? Me sorprende que no se te haya caído el pene con alguna enfermedad —lo criticó Nappa.

Vegeta resopló y, a pesar de sí mismo, estuvo peligrosamente cerca de darle una sonrisa divertida.

Raditz sonrió satisfecho antes de finalmente tomar un trago. 

—Tranquilo, calvo, no te enojes porque las mujeres me prefieren a mí y no a ti. Está todo en el cabello, no pueden resistirse.

—Ja, ¿qué mujeres querrían esa selva de cabello? —murmuró Nappa.

Raditz puso los ojos en blanco y miró a su príncipe. 

—Entonces, ¿qué dices, Vegeta?

—No vas a tenerla, Raditz —dijo el príncipe sin dejar espacio para la discusión.

—¿Ella sigue siendo tuya?

—Técnicamente, ella es de Manzín.

—Eso no te detuvo antes.

Vegeta frunció el ceño, finalmente le echó un vistazo a la mujer en cuestión que estaba limpiando algunas bebidas derramadas mientras parecía que unos soldados revoltosos iban a iniciar una pelea. Levantó su jarra de nuevo, pero se detuvo en sus pensamientos cuando llegó a sus labios. Las palabras de Frízer todavía se mantenían en su mente; el tirano conocía de su interés por la esclava y lo había amenazado con lo que sucedería si engendraba un hijo. No era prudente perseguirla más, ya que Frízer lo sabía. Él estaba al tanto.

Aun así, su mente le decía una cosa y sus hormonas, algo diferente. Los hombres saiyayíns eran guerreros viriles e incluso si su interés se veía atenuado por ahora, se conocía lo suficientemente bien como para saber que eso no sería para siempre. Que Manzín la tuviera ya era lo bastante malo como para que la idea de Raditz tocándola fuera lo suficiente para que quisiera matar al saiyayín mayor.

Si alguien iba a tenerla, sería él, a su debido tiempo.

—¿Cómo lo haces? —dijo Vegeta finalmente. Nappa y Raditz se rieron de la pregunta, lo que hizo al príncipe fruncir el ceño.

Raditz estaba sonriendo cuando comenzó a decir:

—Bueno, primero te pones bien duro, luego la desnudas y luego tienes que encontrar dónde ponerlo porque varía de una especie a otra…

Vegeta interrumpió a Raditz con un fuerte puñetazo en la cara que lo envió a estrellarse contra el suelo donde cayó junto con su silla. Nappa se rio mientras el príncipe le gruñía a Raditz.

—¡Sé cómo se hace, imbecil! —siseó un Vegeta con la cara roja—. ¡Me refiero a la otra cosa!

—¿Qué otra cosa? —preguntó Nappa.

Vegeta gruñó y murmuró algo enojado acerca de que ambos eran unos completos idiotas antes de abrir su vínculo telepático de nuevo.

¿Cómo evitas tener hijos si estás todo el tiempo con mujeres?, preguntó el joven príncipe. Nappa y Raditz soltaron un comprensivo coro de “ahhh” mientras Raditz tomaba asiento nuevamente agarrándose el rostro. Tendría un moretón, pero por fortuna, Vegeta no le había roto nada esta vez.

Bueno, la forma más fácil es no dejar que Frízer lo descubra si engendras uno, dijo Nappa frunciéndole el ceño a Vegeta, la mitad de los tontos de aquí tienen mestizos que han engendrado en otros planetas, simplemente lo mantienen en silencio y nunca regresan por esos lares.

Otra forma fácil es divertirse antes de una purga, le sugirió Raditz encogiéndose de hombros antes de levantar su jarra. Se tomó la mayor parte del contenido y suspiró de satisfacción. Así ella no vivirá lo suficiente como para que te preocupes por eso.

Vegeta no dijo nada luego de oírlo, prefirió levantar su jarra mientras fruncía el ceño. Ante la mirada incómoda en su rostro, Raditz se rio por lo bajo y agregó: 

Tu mano también es una buena opción. Nappa lo sabe, es lo único que consigue.

Esta vez Raditz se puso de pie de un salto para evitar el golpe de Nappa riendo a carcajadas mientras lo hacía. Vegeta sonrió burlonamente antes de volver a echarle un vistazo a Aradeen, un segundo después, ella hizo contacto visual con él. La mujer sostuvo su mirada durante unos instantes y Vegeta quedó intrigado por la mezcla de emociones que vio en sus ojos antes de que ella rompiera el contacto visual. Se preguntó si también se sentiría atraída por él, aunque no estaba muy seguro de cómo averiguarlo. Podía decir que le tenía miedo, pero también parecía… ¿cautelosa?, ¿confusa? Por primera vez en su vida, deseaba tener más experiencia en la lectura de emociones.

—¡Esperen! —gritó Nappa finalmente, sus ojos se ampliaron—. ¿Hoy no es tu cumpleaños, Vegeta?

—Supuestamente —gruñó el príncipe y se terminó el resto de su bebida.

Nappa y Raditz intercambiaron una mirada entre ellos y luego ambos se pararon. Vegeta arqueó una ceja; con ellos de pie y él sentado, los dos se alzaban por sobre su cuerpo.

Vamos, tenemos que hacer el ritual, le informó Nappa con una voz mental seria. Estaba usando específicamente su telepatía para que nadie pudiera escuchar e interrumpirlos. Raditz asintió.

¿Qué ritual?, preguntó Vegeta desconcertado.

Ya tienes dieciocho años, ahora eres lo suficientemente mayor como para haber desafiado a tu padre por el derecho al trono saiyayín. Debemos hacer el ritual para celebrar tu mayoría de edad.

Vegeta parpadeó, luego se burló y negó con la cabeza, su respuesta mental sonó amarga.

¿A quién le importa? Estoy literalmente esperando mis malditas órdenes de salir del planeta en otra misión para Frízer. Mi padre murió hace mucho tiempo, no tiene sentido nada de esa mierda.

A nosotros nos importa, todavía somos saiyayíns. Es nuestro rito de paso a la edad adulta, es nuestra cultura, le informó Nappa y Vegeta pensó que escuchó algo de molestia en su voz, y es todo lo que nos queda.

Sigues siendo nuestro príncipe, ¿no?, le preguntó Raditz mentalmente, trató de no sonar enojado, pero falló. Pasar por eso con Bardock era el último recuerdo que tenía de su padre antes de ser enviado al servicio de Frízer y le molestaba que ahora Vegeta fuera tan despectivo al respecto, todos los hombres saiyayíns pasan por el ritual, el príncipe no es la excepción.

Especialmente con las cosas que estás planeando... ese asunto podría ponerse peligroso... lo necesitas. Levántate y ven con nosotros, añadió Nappa con la voz que usaba cuando comandó al ejército saiyayín hace tanto tiempo.

Vegeta los observó con una mirada dura. Tanto Nappa como Raditz se prepararon para el castigo, Nappa en particular. Él había sufrido las consecuencias de mucho menos a manos de Vegeta y ahora le había dado una orden directa, lo que el príncipe nunca tomaba bien. Ambos esperaron, el silencio entre ellos era absoluto.

—Debo estar más borracho de lo que pensaba —murmuró finalmente Vegeta. Nappa y Raditz se lanzaron una mirada alentadora mientras el príncipe suspiraba derrotado—. Bien, sigamos con esto, pero que sea la primera y la última vez que me hablan así o estarán en los tanques por días —les advirtió enojado.

Momentos después, luego de volar de regreso en un tenso silencio, los saiyayíns estaban en el único lugar donde podían esperar una privacidad razonable: sus propios aposentos. No era mucho, pero serviría.

Vegeta había dejado a un lado su rastreador, ya se había despojado de sus botas y su pantalón para cuando se arrodilló en el piso. La espalda le ardía más ahora con la remoción de su uniforme, pero no podía negar su cultura y aún seguir llamándose el príncipe de su pueblo, incluso si su reino era de solo cuatro saiyayíns, uno de los cuales ni siquiera sabía que existía. Eso importaba poco, él era el príncipe.

Por lo general, es el padre del muchacho quien hace esto usando su sangre, le explicó Nappa. Se paró frente a Vegeta, con Raditz junto a él cruzado de brazos. Todo muchacho saiyayín pasa por el rito al cumplir los dieciocho años. Cuando se trata del príncipe en particular, suele ir acompañado de una gran celebración seguida de un combate que dura toda la noche. No podemos darte eso, pero aún podemos asegurarnos de que nuestro pueblo te vea como un hombre en el más allá. Saltaremos la parte que requeriría que cases y mates a un gran animal salvaje para demostrar que eres un cazador capaz; ya sabemos que puedes hacerlo. Ahora dame tu mano, tu sangre es la de tu padre, así que usaremos la tuya en su lugar.

Vegeta vaciló durante varios segundos, lo que hizo que Nappa y Raditz pensaran que todo iba a terminar antes de que comenzara. Finalmente, sin embargo, el príncipe le extendió la mano a Nappa a regañadientes. Vegeta frunció el ceño, pero por lo demás no reaccionó cuando el saiyayín más grande usó su ki para cortarle la palma, produciendo así sangre fresca y caliente.

Príncipe Vegeta de Vegetasei, invocamos a tus antepasados para que te otorguen el conocimiento y la sabiduría para las batallas venideras, las palabras de Nappa eran pronunciadas ahora en su idioma nativo mientras untaba la sangre en la frente de Vegeta. El rastreador del príncipe sonó en ese instante, la pantalla se iluminó, pero los saiyayíns lo ignoraron.

Que te otorguen la fuerza con la que puedas derrotar a tus enemigos dentro y fuera del campo de batalla para que así los enorgullezcas. Manchó los nudillos de las manos de Vegeta con sangre.

Que te otorguen la valentía para luchar con honor y con orgullo siempre, y la determinación de no rendirte nunca hasta tu último aliento. De modo que, cuando el dios de la muerte finalmente venga por ti, lo enfrentes con valentía, honestidad y un espíritu guerrero, Nappa untó un poco de sangre en el pecho de Vegeta, justo sobre su corazón.

Fuerza y ​​honor por encima de todo, dijo Nappa.

Fuerza y ​​honor por encima de todo, repitió Raditz.

Ambos miraron expectantes al adolescente arrodillado ante ellos. Raditz asintió con lo que le indicó que repitiera las palabras.

Fuerza y ​​honor por encima de todo, repitió Vegeta finalmente en su lengua materna.

Te arrodillaste como un niño, ahora levántate como un hombre, príncipe Vegeta.

Cuando Vegeta se puso de pie, tanto Nappa como Raditz le dieron una palmada en los hombros en señal de aprobación. Ambos sonreían de oreja a oreja y, aunque parecía indiferente, Vegeta no pudo ocultarles su postura relajada. Esto no era más que una mera fracción de lo que habría tenido si su hogar hubiera estado intacto, pero aun así lo llenaba de una profunda satisfacción.

Esto era algo que Frízer nunca podría quitarle.

**************************

—¿Dónde has estado, chico mono? Te he estado llamando por tu rastreador —dijo Dodoria malhumorado.

Vegeta cruzó los brazos sobre su armadura plateada mientras se alineaba junto a Jhainer, su capa negra ondeaba detrás de él. 

—Bueno, estoy aquí ahora —respondió aburrido.

—Sabes que te programaría una paliza por llegar tarde, pero el Gran Frízer no quiere un castigo excesivo para ti hoy. Dice que es un regalo para ti, ya que hoy es un día especial por alguna razón —le informó Dodoria con un tono amargo al príncipe. El favoritismo que Frízer le otorgaba a Vegeta no venía a ser ningún secreto, pero Dodoria lo había compensado con una lección brutal sobre la tolerancia al dolor ese mismo día durante el entrenamiento matutino del equipo. Si Vegeta se había dado cuenta de que Dodoria era más duro con él que con Cui, Manzín y Jhainer, a pesar de que Jhainer también era un favorito, sabiamente no lo comentó.

Vegeta y Jhainer se quedaron en silencio mientras Dodoria se alejaba de ellos para tomar una bebida caliente, luego prendió una pantalla digital.

—Manzín y Cui serán enviados a una misión doble para completar la purga de un planeta bastante grande. Ustedes dos también serán enviados a una misión doble, pero será separada de la de ellos. Su tarea en el planeta Pilaz será diplomática.

El planeta parpadeó y cobró vida en la pantalla que tenían delante, era un gran orbe rojo con anillos que giraban en espiral de arriba abajo alrededor de él. Vegeta y Jhainer intercambiaron una mirada; Vegeta levantó una ceja interrogativa que Jhainer respondió con una pequeña sonrisa cómplice antes de que Dodoria se volviera hacia ellos.

—Los pilazianos han sido esclavizados por un rey hechicero llamado Kynton y su legión de hombres. Ustedes dos deben eliminar a ese rey y liberar a los pilazianos de su tiranía. Él ha interferido su tecnología, así que no serán capaces de usar los rastreadores en el planeta. Mantengan los ojos abiertos y recuerden su entrenamiento para que puedan mantenerse con vida.

Vegeta sonrió burlonamente. 

—¿Por qué, Dodoria?, nunca creía que te importáramos.

—No presiones, saiyayín, o haré que tu próxima sesión de entrenamiento conmigo sea aún más miserable —gruñó Dodoria que levantaba su vaso de nuevo mientras la sonrisa de Vegeta se desvanecía. Jhainer puso su ojo bueno en blanco y negó con la cabeza, Dodoria continuó—. Hemos invertido en capacitación y tiempo con ustedes dos, por lo que, aunque no los extrañaríamos, sería un pobre resultado de nuestra inversión que cualquiera de ustedes muriera mientras están en una misión. Ahora, a cambio de su trabajo con Kynton, el planeta Pilaz jurará lealtad al imperio galáctico del Gran Frízer, así que no lo arruinen. Esta es una tarea normal fuera de las competencias, que se reanudará a su regreso. Tienen cinco días, incluido el viaje. Retírense.

Jhainer y Vegeta se volvieron sin decir una palabra más y caminaron en silencio en dirección a sus vainas espaciales. Vegeta transmitió los datos de su misión telepáticamente a Nappa y a Raditz, no sin recordarles de nuevo que lo sustituyeran con Adriel en su ausencia, si se les permitía. Ambos respondieron deseándole suerte.

—He visto a Manzín entrenando con su capa de invisibilidad —le susurró Jhainer a Vegeta mientras se acercaban a la plataforma de despegue—. Todavía te la tiene jurada. Es mejor que mantengas un ojo abierto, saiyayín.

—Ja. —Vegeta se burló—. Deja que haga lo que quiera.

—Lo hará, ya que tú no quieres hacer nada.

—Preocúpate por la misión que tenemos por delante, trikan. Manzín estará en otro planeta muy pronto —dijo Vegeta justo cuando llevaba la mano hacia su rastreador para hacer un recorrido por el área con el fin de localizar a Manzín. Como no pudo identificarlo a él ni a Cui, supuso que ya debían haber partido a su propia misión.

Él y Jhainer volvieron a caminar en silencio, las vainas espaciales aparecieron a la vista cuando llegaron a la plataforma de despegue. El príncipe frunció el ceño. 

—Dodoria dijo que era un rey hechicero, me pregunto qué puede hacer —murmuró Vegeta en voz baja—. ¿Crees que puede pelear?

—Lo averiguaremos muy pronto, pero si tiene todo el planeta bajo su control, es mejor que no lo subestimemos.

Vegeta gruñó mientras los dos adolescentes se separaban, cada uno fue a su vaina espacial donde se tomaron unos momentos para realizar algunos diagnósticos con lo que se asegurarían de que sus vainas espaciales estuvieran en buenas condiciones, después Jhainer lo llamó.

—¿Quién va a ser el jefe?

—Yo —respondió Vegeta de inmediato mientras se subía a su vaina espacial y tomaba asiento. Golpeó el pestillo, luego se inclinó hacia atrás cuando se cerró la puerta. Una vez que cruzó los brazos sobre su pecho, gruñó la orden—. Establece destino al planeta Pilaz, el subalterno es Jhainer.

—Destino configurado a Pilaz, galaxia número sesenta y ocho en el sector oeste. Las coordenadas de aterrizaje ahora se sincronizarán con la vaina espacial del subalterno. Esperando orden verbal de Jhainer, soldado rango previo, para terminar de sincronizar...

»Confirmación verbal recibida, coordenadas de aterrizaje sincronizadas. Esperando la orden verbal de Vegeta, soldado rango previo, para el lanzamiento.

—Inicia el lanzamiento, maldita cosa —gruñó Vegeta molesto.

La oleada de aceleración lo golpeó y lo obligó a volver a sentarse. Vegeta cerró los ojos mientras examinaba su estado físico. No era muy bueno, tenía dolor y las quemaduras en la espalda todavía le ardían, pero no parecía tan malo como durante su última misión en la que había reclutado a Adriel.

Por supuesto, tenía que agradecerle al frasco de Felsin por eso. La noche había sido bastante dolorosa incluso con sus huesos curados, no estaba seguro de cómo se las habría arreglado sin ayuda médica. El resentimiento ardió en su pecho al recordar que Frízer le había negado el derecho a curarse, algo que se le concedía a todos los que soportaron las competencias para ganar el rango. Esas eran lo suficientemente brutales sin que Frízer se lo pusiera aún más difícil.

Se quitó el rastreador y lo puso en un compartimento de la vaina espacial, parecía que no lo necesitaría en esta próxima misión. Frunció el ceño mientras pensaba en el planeta Pilaz. Esperaba que esa no fuera la base del movimiento de resistencia contra Frízer, el planeta esclavizado por un rey hechicero no inspiraba confianza con exactitud.

Independientemente de eso, todo lo que podía hacer ahora era esperar. Se echó hacia atrás, cerró los ojos y al fin se permitió relajarse. El cansancio lo abrumó sin ningún esfuerzo, como solía suceder cuando estaba en vuelo.

El joven príncipe pronto se quedó profundamente dormido y soñó con el ritual al que se había sometido ese mismo día, con su padre en el lugar de Nappa.

**********************

Horas más tarde, Vegeta se despertó sobresaltado cuando la computadora habló.

Transmisión entrante del planeta destino. ¿Recibir o rechazar la transmisión?

El príncipe se incorporó sorprendido, luego miró por la ventana del portal y puso una mano sobre el vidrio frío. Podía ver a Pilaz frente a él junto con los grandes anillos de colores brillantes que rodeaban al enorme planeta rojo.

—Recíbela —ordenó con brusquedad mientras recuperaba su rastreador para ver si podía enviarle una señal a Jhainer. Maldijo cuando notó lo que Dodoria le había advertido: la señal estaba bloqueada. Frunció el ceño, lo apagó y se lo volvió a poner.

De pronto, una voz se escuchó por el sistema de comunicación de la vaina espacial.

—Vehículo espacial desconocido, identifíquese de inmediato y exprese el propósito de su visita —ordenó una voz femenina.

Vegeta alzó el brazo y rechazó manualmente el resto de la transmisión.

—Computadora, inicia un enlace de comunicación directo con la vaina espacial subalterna —dijo.

Iniciando... —Pasaron algunos segundos durante los cuales Vegeta comenzó a sudar antes de que la computadora hablara de nuevo usando su fría voz habitual—. No se pudo establecer el enlace con la vaina espacial secundaria que pertenece a Jhainer, soldado…

—Sé cual es su maldito rango —gruñó un impaciente Vegeta—. Recibe la transmisión externa del planeta destino.

La voz femenina entró de nuevo sonando tan impaciente como él. 

—Vehículo espacial desconocido, identifíquese de inmediato o será destruido.

Mierda. Morir en una vaina espacial no era la forma como quería salir de este mundo. Vegeta respiró hondo y luego respondió:

—Deseamos aterrizar en el planeta Pilaz, venimos en paz.

—Solo se lo preguntaré una vez más. IDENTÍFÍQUESE y declare su PROPÓSITO o será destruido antes de aterrizar.

—Venimos del planeta Nioren con propósitos comerciales. —Vegeta mintió sin problemas al recordar que Felsin le había dicho que ellos hacían negocios a menudo con ese planeta—. Tenemos una nueva tecnología para mostrarles, creemos que puede interesarle a los líderes de su planeta.

Hubo un momento de silencio antes de que la voz respondiera:

—El rey Kynton le ha concedido el permiso para aterrizar en Pilaz. Unos emisarios los recibirán en la superficie.

Vegeta frunció el ceño. Que emisarios lo recibieran al aterrizar nunca era bueno. Esperaba que Jhainer siguiera su ejemplo en la superficie o se verían obligados a actuar antes de lo que planeaba. Siempre era mejor ver con qué se iba a enfrentar antes de una pelea, especialmente si había palabras como hechicero de por medio. La fuerza bruta era una cosa, la magia, otra muy distinta. No sería infranqueable, pero resultaba irritantemente resistente a su limitada experiencia con los planetas que la produjeron.

Levantó la mano cuando una luz cegadora atravesó la ventana de su portal seguida de un destello rojo y blanco mientras la vaina espacial aceleraba hacia la atmósfera de Pilaz. Duró menos de un minuto antes de que aterrizara.

Vegeta miró hacia afuera, pero estaba oscuro por lo que podía ver. Abrió el pestillo de la vaina espacial, luego salió y se encontró en un cráter. Esto no era inusual, aunque la incómoda densidad del aire frío sí. El príncipe alzó la vista y pudo ver un tramo de luz azul y blanca que parecía cristalizada a través del cielo púrpura oscuro. Le tomó un momento darse cuenta de que estaba viendo los anillos que envolvían el planeta. Si estuviera en un viaje de ocio, podría haberse maravillado con el espectáculo.

Como no era así, centró su atención en el entorno. No podía ver a Jhainer desde el cráter que ocupaba, por lo que comenzó a levitar para poder ver más.

Tan pronto como lo hizo, sintió una luz azul rodeándolo que estaba completamente fuera de su control.

—¿Qué demonios… —comenzó a decir con pánico cuando sintió que lo sacaban del cráter a través del aire en contra de su voluntad, aparentemente por la luz.

Se retorció contra el control bajo el que estaba, tratando de aumentar su ki sin éxito. Tan pronto como salió y flotó sobre el cráter, pudo ver que Jhainer también se hallaba atrapado en un resplandor azul y flotaba sobre su propio cráter. El soldado de Trika trataba valientemente de liberarse, pero parecía que quien tenía el control era más fuerte que los dos.

Vegeta y Jhainer gritaron por la sorpresa cuando fueron rápidamente empujados hacia adelante y luego tirados al suelo donde, muy juntos, cayeron de rodillas. De inmediato, soldados vestidos con uniformes y cascos negros emergieron de la oscuridad para rodearlos apuntándolos con sus armas. Vegeta no podía mover ni un músculo, estaba atrapado en la luz azul que manipulaba y controlaba cada movimiento que hacía. Esa luz oscurecía su visión, lo que le dificultaba ver cualquier cosa con claridad.

—Tu mentira me causó gracia —se rio una voz masculina que salió de una silueta en las sombras más allá de la luz azul que rodeaba tanto a Vegeta como a Jhainer—. Pero conocemos las vainas espaciales de Frízer y sus uniformes no dejan ninguna duda de que trabajas para él.

—Conocemos a Felsin —dijo Jhainer al instante, lo que le ganó una mirada desaprobatoria de Vegeta. El príncipe de alguna manera dudaba que este grupo de "emisarios" estuviera relacionado con el alienígena que había intentado reclutarlo para la resistencia.

—¿Así? Bueno, averiguaremos la verdad.

El hombre hizo una seña con un dedo y acto seguido, uno de los soldados se paró frente a Vegeta. Los ojos del príncipe se ampliaron cuando un rifle se levantó y apuntó a su cabeza.

Presa del pánico, Vegeta balbuceó:

—Espera…

Jhainer solo pudo ver como un rayo rojo salía disparado del el rifle. El rayo golpeó a Vegeta y luego la luz roja lo envolvió, reemplazando a la luz azul paralizante que lo había rodeado antes. El trikan miró todo con los ojos muy abiertos y se preguntó si habían caído en algún tipo de trampa cuando vio que la piel, el cabello y los ojos de Vegeta cambiaban a diferentes tonos de rojo. Se sintió levemente aliviado al notar que Vegeta no había sido asesinado, pero el príncipe tenía una expresión en blanco en su rostro que lo inquietó.

El hombre en las sombras volvió a hacer una indicación con un dedo y Vegeta se vio obligado a levitar hacia arriba y hacia adelante hasta que se encontró cara a cara con él. Jhainer entrecerró los ojos, ya que todavía no podía distinguir al hombre.

—Quiero la verdad —ordenó el hombre. Vegeta todavía tenía una mirada en blanco en su rostro. Jhainer intentó pararse de nuevo, pero no pudo moverse—, me la dirás ahora, ¿no es así, muchacho?

—Sí —respondió Vegeta mecánicamente sin parpadear.

—¿Para quién trabajas?

—Para Frízer.

—¿Por qué viniste aquí?

—Jhainer y yo fuimos enviados con la misión de destruir al rey Kynton y liberar a los pilazianos de su gobierno.

—¿Por qué se dio esa orden?

—Los pilazianos jurarán su lealtad a Frízer si eliminamos esa amenaza a su planeta.

—¡Vegeta, despierta! —gritó Jhainer mientras luchaba por liberarse. Las respuestas eran demasiado directas y solo ahora se le ocurrió que lo que sea que le habían disparado a Vegeta, lo tenía bajo algún tipo de control mental que lo estaba obligando a decir la verdad cruda y sin inhibiciones. La cola de Jhainer azotó el suelo en su frustración, era la única parte de su cuerpo sobre la que todavía tenía cierto control.

Jhainer fue ignorado mientras el hombre continuaba con una avalancha de preguntas.

—¿Cuál era tu intención cuando viniste aquí?

—Mi intención era cumplir la misión.

—¿Cuál es tu verdadera intención?

—Mi verdadera intención es encontrar a Felsin.

—¿Por qué?

—Porque he decidido unirme a su movimiento de resistencia.

—¿Por qué?

—Porque quiero ver a Frízer muerto y quiero mi libertad.

—¿Estás aquí como espía de Frízer?

—No.

—¿Conoce tus verdaderas intenciones?

—No.

—¿Conoce la resistencia?

—No que yo sepa.

—¿Tienes planes de traicionarnos?

—No.

Hubo un momento de incómodo silencio. Finalmente, el hombre pareció asentir. La luz que rodeaba a Vegeta se desvaneció y el príncipe se derrumbó rápidamente en el suelo mientras los soldados bajaban sus armas. La luz que rodeaba a Jhainer también se desvaneció y descubrió que podía moverse. Enojado, el trikan se puso de pie mostrando los dientes.

—Cálmate, joven trikan —se rio el hombre—. Ya te examinamos antes de tu llegada. Teníamos que asegurarnos de que el saiyayín no fuera un espía, estoy seguro de que ambos lo entienden. El riesgo es demasiado grande, así que debemos tener mucho cuidado con a quién permitimos entrar a la resistencia.

Vegeta prácticamente se retorcía en el suelo, sentía un dolor feroz en el pecho y su rostro estaba cubierto de sudor. Jhainer notó con cierto alivio que al menos había vuelto a recuperar su color normal.

—¿Qué diablos me hiciste? —gruñó el príncipe.

—Tenemos un arma que te saca la verdad, ya sea que lo quieras o no. Te dolerá por un momento, pero pasará pronto. Vivirás, saiyayín.

—¿Quién eres tú? —preguntó Jhainer con incredulidad.

—Soy Kynton —respondió el hombre y aunque Jhainer no pudo verlo, prácticamente escuchó su sonrisa—. De hecho, soy un rey hechicero, pero no soy una amenaza para este planeta, estoy aquí protegiéndolo. Tu misión no fue más que una artimaña política para traerlos. Usamos maniobras políticas para meternos en las filas de Frízer donde los encontramos a ustedes dos. El saiyayín, en particular, ha sido una gran sorpresa.

—¿Dónde está Felsin? —preguntó Vegeta finalmente mientras se levantaba. Todavía estaba conmocionado por el interrogatorio que acababa de terminar, el que lo tuvo diciendo la verdad sin su consentimiento. Rezó a cualquier dios que estuviera escuchando para que Frízer jamás tuviera en sus manos ese tipo de… ¿arma?, ¿magia? No tenía idea, pero si moría sin experimentar eso nunca más, moriría feliz.

Kynton extendió la mano en la oscuridad y, por encima de ella, se materializó un Felsin holográfico.

—¿Vegeta?, ¿Jhainer? Estoy feliz de que ambos hayan llegado. Lamento la grosera reunión que tuvieron al aterrizar. Espero que entiendan que tenemos que tomar las mayores precauciones debido a lo que estamos haciendo aquí, teníamos que asegurarnos de que estuvieran con nosotros.

—Lo entendemos —respondió Jhainer. Vegeta frunció el ceño y permaneció en silencio, aunque ahora que su dolor había disminuido, supuso que estaba de acuerdo.

—Bien, Kynton los teletransportará a nuestra base en los anillos planetarios. Nos aseguraremos de que ustedes, muchachos, sean bien alimentados y descansen ​​esta noche. Mañana les diremos nuestros planes y nos darán su opinión sobre lo que podemos mejorar. Nos vemos pronto.

El holograma de Felsin desapareció. Kynton soltó una risa, alzó la mano para hacer la teletransportación y dijo:

—Bienvenidos a la resistencia.