Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Un día alegre ❯ Capítulo IV ( Chapter 4 )

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Nota de Lisalu: Exención de responsabilidad: NO SOY PROPIETARIA DE DBZ NI DE CUALQUIER PERSONAJE DEL MISMO. NO RECIBO NINGÚN DINERO POR ESCRIBIR ESTE FANFIC.

ADVERTENCIA: ¡TODOS USTEDES MENORES DE 18 AÑOS VÁYANSE AHORA! Este fic contiene violencia, temas adultos, sexo y malas palabras. Este no es mi usual drama de romance / aventura y tiene algunas muy oscuras imágenes inquietantes y temas relacionados con violación. Si esto no es lo tuyo, no lo leas.

AVANCE: Este es un escenario Y QUE TAL SI que Toshiba y yo debatimos en un inicio y de esas conversaciones creció esta oscura, oscura historia. Se me ha acusado, en ocasiones, de tener una imaginación muy malvada. Puede que me haya superado a mí misma aquí. Para todos aquellos que disfrutan del tema utilizado con frecuencia "Bulma es llevada a Vegetasei como esclava y llama la atención del Saiyayín no Ouji", aquí está mi versión de la historia.

ADVERTENCIA EXTRA: Este capítulo contiene gráficas y detalladas descripciones de violación y terrorismo a gran escala.

 

Capítulo IV

 

Durante cuatro meses viajaron de aquí para allá sin rumbo, evitando el contacto con otras razas espaciales. Al final de la tercera semana de deambular, Vegeta se mentalizó en un plan de acción y trazo curso directo a su destino. No respondió a ninguna de las preguntas tentativas de sus compañeros sobre a donde se dirigían. Cuatro meses y finalmente llegaron a la frontera más externa del imperio... el imperio que ya no existía.

De los otros cuatro supervivientes que Rikkuum había rescatado en Vegetasei, dos se quitaron la vida en la primera semana después del final… del final de todo. Los restantes dos jóvenes guerreros de su misma edad estaban hechos de un material más resistente.

Él comía poco y hablaba menos a medida que viajaban. Los desoladores días grises se mezclaban con atormentadas pesadillas por la noche, convirtiéndose en un constante avance del tiempo a semanas, luego a meses. Empezó a entrenar con Rikkuum la mayor parte de cada día de vigilia por costumbre y para aliviar la energía nerviosa de la desacostumbrada inactividad. Su cuerpo aún era fuerte, sus reflejos y habilidades de combate no habían disminuido. Si el guerrero grande no usara su ki en lo absoluto durante una pelea, todavía podría ser el mejor todo el tiempo. Si no usara su ki...

Tal vez se curarán —sugirió Rikkuum esperanzado cuando los cuatro luchaban en la décima hora de un combate por parejas. La nave había alcanzado los brazos espirales exteriores unos días atrás, el borde mismo del espacio civilizado. Los sistemas que todavía evadían de forma meticulosa se volvían menos densos, menos avanzados tecnológicamente—. Su cabeza, quiero decir. —El gran tonto se explicó mejor mientras esquivaba una furiosa patada giratoria de Vegeta y la avalancha de rápidos golpes a la velocidad del rayo que le siguieron—. Todos los hombres dicen que su gente siempre se cura de lo que no los mata... y se vuelven mucho más fuertes.

Vegeta gruñó una afirmación sin palabras. El cabeza hueca había, al fin, después de varios meses para reflexionar, mencionado lo que hacía seguir adelante a sus dos compañeros saiyayíns cuando no existía nada más por lo que vivir. La esperanza, distante y frágil, de que los centros de sus cerebros que regían el ki se curarían poco a poco con el tiempo.

Él y los otros dos supervivientes de las ruinas de Vegetasei tomaban turnos para pasar sesiones terapéuticas de una hora en el tanque de regeneración de la nave. Hacían esto a diario desde la caída de su planeta natal.

Hasta ahora... hasta ahora, no había ayudado en lo más mínimo.

No podía sentir nada, tocar nada, detectar nada del poder cercano a casi Dios que la plaga tsiruyín quemó en su cerebro como un incendio forestal consumiendo pastizales secos. Nada...

Los textos médicos archivados en la base de datos de la nave, una compilación general de los conocimientos de decenas de planetas, no guardaban información que pudiera darle una respuesta de algún tipo y nada relacionado con la clase de enfermedad que afectaba a los saiyayíns. Los hijos de Vegetasei no se enfermaban bajo cualquier conjunto de circunstancias naturales.

La esperanza era una cruel sirena que se burlaba de sus compañeros, lo sabía. Se acostaba con ellos cada noche, calmándolos en sus sueños perturbados y huía al comienzo de cada nuevo día. En cambio, para Vegeta, a quien la esperanza no le pesaba ni le atraía, el despertar era lo peor. Se levantaba de las aguas del sueño con el fantasma del aroma de pétalos de rosas muertas y el dulce sonido de la voz de su mujer cantando suavemente...

¿Nos detendremos pronto, Oujisama? —Coran jadeó desde donde yacía sangrando y traspirando en la bodega de la nave. Él había sido la pelea de calentamiento de Vegeta y tomó lo peor del combate de la mañana del príncipe, cuya desesperación solo encontraba voz a través de sus puños. El hermano de Coran y lugarteniente de escuadrón, Okuda, se sentó en silencio junto a él y esperó su turno para entrenar con muda paciencia, hundido dentro de sus propios pensamientos. Coran era elocuente y culto, un noble clasificado como super élite, un bienvenido alivio del leal, pero torpe servilismo de Rikkuum en esas raras ocasiones cuando Vegeta parecía conversar con todos. Su hermano más joven hablaba solo si se le abordaba y a veces ni siquiera entonces. En un primer momento, Vegeta se limitó a suponer que eso era una señal de que el guerrero más joven en breve saldría de una vida sin poder, sin hogar y sin pueblo, como sus otros dos compañeros habían hecho meses atrás.

Coran sacudió la cabeza ante esa sugerencia.

No, él siempre ha sido así. Nunca habla mucho.

Okuda heredó su carácter taciturno de su madre. Tomó más de un mes antes de que Vegeta y los dos hermanos emergieran lo suficiente, cada uno desde su lugar privado de conmoción y dolor, para ser capaces de mantener cualquier tipo de conversación sostenida. Más de un mes antes de que descubriera que viajaba con dos de los tres hijos de Articha y Turna. Este hecho, a pesar de que ambos hombres eran extraños para él, le dio una inexplicable sensación de alegría. El hermano mayor de Coran y Okuda había muerto a principios de la guerra en un ataque nuclear maiyoshyín a la colonia donde estaba asignado como vicegobernador. Era lógico, pensó solemnemente, que los hijos de Articha y Turna debieran ser demasiado fuertes de cuerpo para terminar derribados por la plaga.

Si nos encontramos con Okassama y Toussan —Coran le había dicho varias noches pasadas—, tendremos que huir de ellos o nos arriesgaremos a exponerlos al virus. Podríamos ser portadores ahora y si son atraídos a cualquier puerto del imperio antes de que se enteren de lo que ha asolado a nuestro pueblo…

Vegeta hizo un suave gruñido de desacuerdo.

Ninguno de ellos es ingenuo o poco suspicaz cuando las cosas no parecen estar bien. Deben haber supervisado las transmisiones de hiperluz y estarán en guardia.

Okassama me contó que el recuento completo de las niñas en su convoy de trasporte fue de once mil —murmuró Coran—. Otros once mil supervivientes y eso agregado a los mocosos del centro médico. Debemos esperar que su señora se las arregle para ponerse en contacto con ellos antes de que sean expuestos. Ella ha salvado a toda nuestra raza sin ayuda de nadie usando su vacuna.

Vegeta había dado a ambos hermanos una versión muy editada de su último encuentro con Bulma. Les dijo que lo dejó morir en su planeta por su propia insistencia, que ninguno de los dos sabía que era posible sobrevivir a la plaga. Le indicó a Rikkuum que mantuviera la boca cerrada a riesgo de su vida, aunque el hombre grande parecía convencido en este punto de que "Bulma-sama" no sabía que él podía ser salvado.

La verdad... la verdad se guardaba solo entre Vegeta y su mujer. Esa verdad conllevaba demasiado dolor y duelo, amor y furia asesina, por decirlo en palabras. Apenas podía contemplar lo que iba a hacer, lo que debería hacer cuando volviera a verla y mucho menos hablar de eso.

Condujo un codo al riñón de Rikkuum, el guerrero gigante tropezó y jadeó. Terminó con el hombre más grande dándole un rápido golpe brutal en la sien. Rikkuum cayó produciendo un reverberante choque metálico cuando su armadura golpeó el suelo de la bodega. Vegeta sacó una toalla de uno de los carriles de la pared, se limpió la cara y pensó en la pregunta casual de Coran. Las células de energía durarían cien años o más, pero el soporte vital y las provisiones no. Estaban quedándose peligrosamente sin agua, alimentos y oxígeno. Ya no era una opción, aun así, prefería no detenerse hasta llegar a su destino final. Era la hora de contarles lo que había planeado.

Nos detendremos pronto. Vengan.

Momentos después, los tres estaban de pie alrededor de un mapa estelar holoproyectado mientras Coran levantaba archivo tras archivo de información de todos los sistemas en curso a una semana de viaje desde su ubicación actual.

Éste. —Coran indicó de forma contundente apuntando a un sistema binario con dos planetas viables—. Está a seis horas de viaje desde nuestras coordenadas y duplica las posibilidades de encontrar lo que necesitamos, y... ninguno de estos planetas en el borde exterior de la galaxia ha oído el nombre saiyayín. No nos atacarán en el acto.

Okuda no habló, él solo levantó la ampliación de un pequeño sistema estelar con un satélite habitable. Estaba a dieciocho horas de viaje... todavía a menos de un día. Luego miró inquisitivamente a Vegeta, una pequeña mueca en una esquina de su boca lo hacía lucir muy parecido a su madre.

Lo sabías —dijo Vegeta—. ¿Cómo?

Okuda se encogió de hombros.

Está en nuestra línea directa de vuelo. Los registros de la expansión imperial lo listan como purgado, pero nunca colonizado. Cada purga consignada es archivada en la base de datos con un breve informe del oficial al mando, dando detalles superficiales de la batalla y la limpieza. Es una buena suposición pensar que ella iría allí, es el único otro planeta que conoce. —Eso era lo más que Vegeta había oído hablar al hombre en un solo aliento.

Coran se sentó pesadamente.

Soy un tonto. Nueve años para que el polvo se asiente y los cielos se despejen. La vegetación y la vida marina habrán comenzado a recuperarse, fue solo una purga relámpago... lo suficiente como para destruir a la población autóctona, pero no para destruir la biósfera del planeta para la recolonización. ¡Sí! ¡Dioses, además es un brillante escondite para los mocosos! ¡Está a meses del centro del espacio poblado y a quién se le ocurriría buscarlos en un planeta purgado!

No es seguro que los hallemos allí —declaró Vegeta cortante—, pero es mi mejor conjetura. Si estoy equivocado y no encontramos a nada ni a nadie, todavía habrá peces en abundancia, agua y aire para reabastecer la nave. En cualquier caso, llegaremos mañana. —Él se estaba cansado de hablar, cansándose incluso de esta limitada interacción con Rikkuum y los hijos de Articha—. No me molesten hasta que nos acerquemos a la órbita.

Se dirigió a su camarote y cerró la puerta tras de sí.

Chikyuu...

No tenía la certeza de que Bulma hubiera escondido allí su preciosa carga, pero, como había dicho, era la mejor estimación posible. Se sentó en la estrecha litera, respiró con dificultad e intentó calmar el temblor de sus manos. En menos de veinte horas podría muy bien estar cara a cara con su mujer.

Y entonces...

No quedaba honor para él entre su pueblo. Ningún honor en continuar viviendo. Debería dejarlos creer que estaba muerto, sería un mártir heroico de leyendas, el salvador de su pueblo. Debería morir, pero no podía, aún no. Su deber a su pueblo y hacia ella no lo permitirían. Debía encontrarla, abrazarla otra vez. Debía pronunciar las dos palabras que no dijo ante su pueblo, las palabras que no hacían justicia a todo lo que ella significaba para él, a todo lo que había entre ellos. Y luego...

Y luego, por la deuda de venganza y honor que ella le debía por sus crímenes contra su pueblo y por el amor que él le debía como su compañero... la mataría. Rápido y sin dolor, como su padre le había ordenado, implorado hacer, una y otra vez. Y con este último acto de amor, pondría fin a la miseria de su locura. Pondría fin a su vida y la suya propia en el mismo aliento. Su ki se había ido, pero seguía siendo lo suficiente dueño de su propio cuerpo para detener su corazón a voluntad.

Y tal vez, los Dioses que les sonrieron a Bardock y a Romayn los dejarían reunirse de nuevo, amarse de nuevo, bajo un sol más feliz.

Se tumbó en la litera y tiró del bolso médico de su mujer, el bolso que Rikkuum sacó del centro médico, hasta su regazo. El gran y fiel zopenco lo tomó con todos sus efectos personales en su apresurado robo, creyendo que había encapsulado un miniportatropas en algún lugar dentro, a pesar de que no tuvo tiempo de hurgar por una cápsula que contuviera lo que buscaba.

Vegeta se permitía a sí mismo un placer solitario una vez cada diez días desde que comenzó este viaje a ninguna parte. Cada diez días, elegía una capsula, algo que perteneció a ella y la abría. Era un juego que jugaba, una cosa para anticipar, tan patético como parecía, aun así lo había mantenido con vida.

Al principio, las cápsulas arrojaron solo las necesidades médicas, pero pronto descubrió que la bolsa interna contenía sus efectos personales. La primera cápsula produjo una sola rosa roja, encerrada en una pequeña orbe de crioestasis, congelada en la perfección de la plena floración eterna. La segunda, diez días más tarde, produjo un vestido de verano color azul claro que se adaptaba al color de su cabello. Incluso limpio y recién lavado, la prenda llevaba su olor tan fuertemente que Vegeta lo destruyó al cabo de dos días. Se despertaba por la noche, salía del sueño durante unos dichosos segundos de olvido, oliéndola, alcanzándola... y encontrándose solo.

Tomó una cápsula del bolso y sonrió con tristeza, exploró la medición del volumen de encapsulación para asegurarse que el contenido no fuera más grande que la propia nave. Había encontrado varios que tenían una lectura tan enorme que estaba convencido de que debían tener otras naves.

Abrió una cápsula, esperó a que el humo metálico se disipara y se reveló un pequeño disco de datos. Le dio la vuelta en una mano. ¿Música? Era frecuente que ella estallara sus oídos más sensibles a cerca de la sordera cuando pensaba que estaba sola en la villa mientras trabajaba en su taller. Había coleccionado una selección de contaminación acústica rítmica de varias docenas de diferentes culturas y planetas en los últimos meses...

Pero también usaba esos discos para grabar su trabajo y ayudar a ordenar sus pensamientos mientras se movía a través de las etapas de un proyecto médico o mecánico. Podría muy bien ser un disco lleno del sonido de su voz.

La voz de Bulma...

Metió el disco en el ordenador de cabecera de la cama y ejecutó un análisis de archivo con las manos temblorosas. Estaba tridividido en una pequeña sección de audio, seguida de una sección un poco más grande de texto escrito. La última sección regresaba a audio... extraño. Respiró hondo y abrió el primer archivo.

La voz de su mujer, dulce y sonando muy joven, comenzó a hablar.

Raditz me dio este disco de datos hoy. Me dijo: «Haz con esto lo que quieras, muchacha tonta», lo cual es su manera de macho saiyayín de decir, «aquí tienes querida, te he traído un regalo de bienvenida para el bebé». Esta mañana, por fin retiramos a Karot-chan de la vaina de incubación que Bardock robó para nosotros. Él abrió sus ojos, sus grandes ojos azules y me frunció el ceño. Se parece a su padre, a excepción de sus ojos... y tiene el patrón de cabello de Son-Gokú. Raditz lo cogió por la piel del cuello, contó diez dedos de las manos, diez dedos de los pies y una pequeña cola marrón.

Luego sonrió con satisfacción y exclamó: «¡Te irá muy bien, mocoso!».

Dice que el bebé se ve completamente saiyayín a excepción de los ojos. Bardock asegura que puede conseguir que alguien se los matice a negro de forma permanente cuando sea un poco mayor. Así, nadie jamás sabrá que es mitad chikyuuyín. Bardock y Romayna-san me dijeron en diferentes momentos que esto sucede mucho más a menudo de lo que parece debido a la relación de veinte a uno de hombres con mujeres entre los saiyayíns, y a pesar de su naturaleza inherentemente violenta, son una raza monógama por instinto.

Así que no es común, pero a veces sucede. Los guerreros desarrollan "tontos afectos" por sus cortesanas alienígenas, lo cual es una manera bonita de decir "esclavas de placer".

Le pregunté a Raditz si había desarrollado "tontos afectos" por mí y él soltó un ¡bah! enojado y exclamó: «¡No!, pero debo cuidar de apaciguarte porque tengo miedo de despertar con una de tus bombas cableada a mi cola», que es la forma saiyayín para «también te amo».

¿Por qué estoy grabando esto? Debo explicarlo, ¿verdad? Al principio, pensé que podría ser un diario para que Karot-chan escuchara cuando sea mayor y así pueda conocer la parte de sí mismo que es mía, la parte chikyuuyín. Pero ahora... creo que es mucho más. De esta manera quizá algo de mi historia, de mi planeta, de quien y lo que soy, continuará. A lo mejor un día alguien leerá esto, mi hijo o uno de mis bisnietos saiyayíns... y tal vez se aflijan por Chikyuu y todos los otros planetas y pueblos purgados que se perdieron y fueron olvidados.

Examiné los ojos de Karot-chan cuando Raditz lo puso en mis brazos. Pensé... había estado segura de que sería el elegido. Pero Kamisama aseguró que reconocería a Son-Gokú cuando nos encontráramos de nuevo y mi bebé... no es él.

Una cosa ha estado preocupando mi mente todo el día de hoy, una especie de diminuta mancha oscura en medio de un buen día. Lo que Kamisama dijo... lo que dijo sobre el «camino largo y oscuro» que tendría que recorrer. Esto no lo es. Mi planeta y todo lo que alguna vez conocí antes de Vegetasei se ha ido. No soy una mujer libre, me siento desesperadamente sola cuando Raditz se va, incluso con Noira y su familia con quien hablar, y tengo muy poco que hacer en cuanto a trabajo o cualquier tipo de proyecto que no sea mi jardín. Me sentí tan desolada cuando Raditz se fue a esa "misión de ataque" en Corsaris que incluso le enseñé al hijo de puta de Bardock a jugar al ajedrez. Pero... no estoy tan protegida como Raditz cree. Romayna y los esclavos del hogar —Noira, su pequeña niña Dusca y su esposo Hiru— todos me han dicho cuan malo pudo haber sido y cuan increíblemente afortunada fui al ser dada a un hombre como Raditz, quien me ama y piensa en mí como su esposa en todo excepto la ley. Así que, si estoy sola y aburrida en ocasiones, si aún me siento y lloro algunas veces durante todo el día por mi familia y mi planeta, si tengo que dejar que Raditz sea el jefe indiscutible de nuestra relación y si todavía estoy enferma del corazón porque no pude hacerle entender por qué estaba tan fría y enojada después de la purga de Corsaris, sé que no es tan malo como pudo haber sido. Mi vida tiene una gran cantidad de felicidad, así como de dolor y hoy... El suave y gorgoteante suspiro de un niño muy pequeño seguido de la dulce y maravillosa risa de su mujer... Hoy estoy muy, muy feliz.

Vegeta golpeó el control de pausa del equipo. Después de un momento de silencio inmóvil, se dio cuenta de que había dejado de respirar y que inhalaba lentamente.

Oiría todo, de principio a fin, sin omisión. Incluso si le tomaba cada hora del día desde este instante hasta el momento en que aterrizaran en Chikyuu. Incluso si esta historia le cortaba y arrancaba el corazón como la fusta de una navaja desenvainada desde sus entrañas. Incluso si sollozaba como un bebé antes del final de la misma. Oiría la historia de su vida en Vegetasei, en sus propias palabras, sin apartarse. Le debía esta deuda.

Se tumbó en la litera y reanudó el disco.

Si te cuento la historia de cómo llegué a Vegetasei, tal vez eso explicará mi jardín de flores un poco mejor.

Hubo una brisa fría en el aire la mañana del último día de mi planeta. Acababa de sacar un abrigo, mamá siempre llenaba los bolsillos de mi ropa con un popurrí de pétalos de su propio jardín. Mientras bajaba a desayunar, mi novio Yamcha me llamó desde su habitación en tono lastimero, preguntando si podía llevarle su desayuno después de comer. Al fin había decidido lo que quería hacer con su vida hacia unas semanas. Se fue para ir a entrenar junto a Son-Gokú y a Krilin bajo el viejo maestro Roshi y luego se rompió las dos piernas el primer día de entrenamiento. No quedaban semillas del ermitaño maduras, así que tenía que sanar de forma natural y los chicos lo llevaron de regreso a la Corporación Cápsula. Le dije que se lo merecía, que solo estaba aparentando de todos modos, yendo a kame house a entrenar porque sus amigos lo estaban haciendo y no porque tuviera ningún gran compromiso de ser un guerrero o un héroe. No hice caso a sus súplicas por comida y bajé. Esa fue la última vez que lo vi. Fue el primer chico al que besé, mi guapo y amable aspirante a bandido del desierto. Kamisama, fui tan mala con él, no solo entonces, sino todo el tiempo. Y él lo soportaba, agachaba los hombros y lucía lastimado cuando le gritaba. Papá comentó una vez que Yamcha era un buen muchacho, un muchacho valiente y fuerte... pero que no era lo suficientemente fuerte como para la clase de mujer en la que me convertiría. La última cosa que le dije fue algo maleducado y grosero. Desearía... oh, Dioses, desearía haberlo tratado mejor.

Fui a mi taller y recogí el pequeño "proyecto" en el que había estado trabajando, luego salí para unas prácticas de tiro. Al pasar por la cocina, mamá me pidió que regara sus petunias mientras yo estaba fuera. Tomé la vasija de riego conmigo, pero olvidé hacerlo. Ojalá lo hubiera hecho. En cambio, jugué en el patio del jardín con los perros por un breve tiempo mientras mamá cocinaba. Papá pasó a mi lado cuando empecé la recalibración del patrón de ondas de la ráfaga de energía en mi "proyecto". Él había estado en su propio taller toda la noche trabajando en algo. Me dio un beso en la frente, pero yo estaba tan absorta en lo que hacía que no levanté la mirada, solo murmuré: «Buenos días, papá». Nunca lo vi de nuevo ni a mamá.

En el instante en que la puerta de la cocina se cerró detrás de mi padre, lo oí. La voz en mi cabeza.

Bulma.

—¿Kamisama? —susurré de repente muy asustada. No de él, sino porque, aún a los diecisiete años, sabía que Dios no entabla una conversación contigo por ninguna razón, incluso si lo conociste en persona.

Toma tu aviador y ve sola a la isla del maestro Roshi. Ve ahora, no regreses a tu casa o te detengas a pensar en ello.

Recuerdo haber creído que esto era el comienzo de una nueva aventura, subí a mi aviador y lo disparé al aire. Y recuerdo como las siguientes palabras que pronunció mataron toda la feliz emoción dentro de mí.

Escúchame ahora, hija, el tiempo es corto. Piccolo está enfrascado en una batalla que perderá dentro de poco y cuando muera, yo también me iré.

—¡No! —dije.

¡Guarda silencio, Bulma, y escúchame! Son-Gokú está muerto y el maestro Roshi con él. Y todo Chikyuu le seguirá pronto.

Ni siquiera pude reaccionar ante la enormidad de eso por un momento. Luego empecé a discutir, casi choqué el aviador mientras gritaba que era un mentiroso, que era imposible.

Está sucediendo.

Algo en su voz, algo que no puedo describir con palabras, me calló.

Ve a kame house, indicó, el destino te tomará en sus manos después de que llegues. ¡Escúchame! El alma de Son-Gokú volverá a ti pronto, Bulma. Él nacerá exactamente como era antes, vestido en un cuerpo que es una réplica del que llevaba en esta vida. Lo sabrás cuando lo veas de nuevo. Mi Dios, el Supremo Kaiosama, me ha dicho esto, y aquí su voz se convirtió en una Voz que pareció duplicarse. Oí otra, mayor, la presencia hablaba a través del alma de Kamisama en la mía. El futuro de esta galaxia, de todo este universo, descansará sobre sus hombros un día. Debes guiarlo a su destino, aunque tendrás que caminar un largo y oscuro camino primero, dulce niña. Desearía más que cualquier cosa poder tomar esta copa de tus labios, pero no puedo. No te entregues al odio y a la venganza, hija, o le fallarás a Son-Gokú, y por lo tanto, a toda la vida en todas partes. No importa lo que te suceda, recuerda las enseñanzas de tu padre, recuerda su buen corazón e intenta ver lo bueno que podría ser, en lugar de lo malo que es. No hay ningún alma tan negra a la que no se le pueda mostrar el camino hacia la luz. No busques la venganza, Bulma Briefs, ni dejes que el odio te gobierne... o fracasarás en tu misión.

Y luego se fue, así sin más. Unos minutos más tarde, me acerqué a kame house y descapsulé mi pequeño "proyecto", algo que había ideado como una sorpresa desagradable para Piccolo si alguna vez mostraba su feo rostro verde de nuevo. Salí del aviador llevando el fusil en la mano, un cañón portatil que disparaba una onda de energía que interrumpía las ondas cerebrales asociadas con el ki. Caminé más allá de los cuerpos destrozados de Roshi y Oolong, más allá de los restos carbonizados de kame house. De pronto, una ráfaga de aire caliente azotó mi cabello. Al este, un poco más allá de donde el mar se desvanece en la curvatura de la tierra, las nubes se dispersaron en un patrón de anillos alrededor de una enorme bola de fuego en forma de hongo. Y supe, de alguna manera supe, que Piccolo estaba muerto y Kamisama con él.

Todo parecía irreal y excesivamente brillante. Lo único que pude ver fue al hombre inclinado sobre el cuerpo de Son-Gokú, acariciándole el cabello, su rostro parecía de piedra. Me arrodillé junto a él y toqué la cara de Son-Gokú. Estaba frío.

—Hermano pequeño —susurré. Bardock alzó la vista hacia mí y pareció notarme por primera vez.

—¿Quién lo mató? —le pregunté.

—Yo lo hice —respondió con la mayor naturalidad, sin ninguna expresión en absoluto. No lo pensé, levanté el cañón y le disparé a quemarropa. Entonces algo me golpeó por detrás y me dejó inconsciente.

Solo desperté una vez antes de llegar a Vegetasei. Estaba atada en la cápsula espacial de Bardock, sentada sobre sus rodillas como una niña en el regazo de su padre. Miré por la ventana de proyección, abajo a la órbita de Chikyuu. El planeta, el planeta entero, estaba en llamas. Empecé a gritar y él puso una mano sobre mi boca.

—Silencio, muchacha. —Su voz sonaba casi amable y cansada en extremo—. Todo se ha terminado. —Pulsó un enlace de hiperondas de comunicación—. ¿Está todo el mundo en formación y preparados para la hiperluz?

Respuestas de «¡sí, capitán!», se filtraron a través de la comunicación.

—Iniciar secuencia de criosueño —dijo Bardock cuando todos ellos sonaron apagado—. Vamos a casa. —Parecía cansado y enojado y... no sé qué más. Luego, el criogas inundó la vaina y... y después de lo que parecía ser una larga noche de sueño, estábamos haciendo una caída en el planeta Vegetasei. Tengo un recuerdo aturdido de la sacudida de huesos rompiéndose cuando la vaina aterrizó, luego nada hasta que desperté esa noche en la casa de Bardock.

El sonido del fuego ardiendo y de las voces de los hombres estaban todas rodeándome. Me incorporé de la almohadilla gigante en la que había estado acostada con la cara hacia abajo, empujé la pesada manta de piel que alguien usó para cubrirme y toda la conversación se detuvo.

—¡Cielos! —comentó alguien en voz baja. Miré fijamente los rostros iluminados por las llamas de los hombres sentados alrededor del pozo de fuego y la fría voz de una mujer rompió el silencio.

—Pon tus ojos de nuevo en tu cabeza si quieres conservarlos, Toma-kun.

Ellos estallaron en ruidosas risas afables, esta banda de guerreros que acababan de destruir mi planeta, todo lo que conocía y amaba. Toma se puso rojo brillante. Su compañera, Celipa, se limitó a sonreír y regresó a la demolición de una pierna de cho-ciervo.

—Come, muchacha —me dijo Bardock. Le escupí y golpeé con fuerza el plato en su cara, lo que envió al resto de ellos a otra ronda de risas. No estaba pensando de manera clara, ni siquiera estaba pensando cuerdamente en este punto. Salté de la cama y traté de huir, pero él envolvió su cola alrededor de mis tobillos y tiró de mis pies para tumbarme.

—¿Qué vas a hacer con ella, capitán? —Un fornido y corpulento soldado preguntó.

Otro hombre soltó una risa burlona.

—Romayna pondrá tus pelotas de adorno si te la quedas.

Bardock frunció el ceño y se tensó ante la mención del nombre de Romayna. Toma captó el cambio en su postura y se aclaró la garganta.

—Ella alcanzaría el rescate de un rey si se la vendes a uno de los comerciantes de cortesanas para la clase alta —sugirió de manera casual—. Incluso más si la pones en la sala privada de subastas para la nobleza.

—¡¿Subasta?! —grité. La cola alrededor de mis tobillos se apretó dolorosamente y me interrumpí, sin aliento.

Bardock se encogió de hombros y ni siquiera miró en mi dirección.

—Para qué diablos necesita un soldado dinero —declaró—. Se la daré a Raditz. Estoy en deuda con él por haberme ayudado muchísimo en la expedición a Tsirusei.

La charla murió después de un tiempo y uno a uno los otros se marcharon a sus propios hogares. Toma perdió el tiempo hasta que todos los demás se fueron, miró hacia atrás desde la puerta donde se encontraba junto a Celipa y observó el solemne gesto preocupado de Bardock.

—Ella va a entender, capitán —dijo.

—Quizá con el tiempo —le respondió Bardock en voz baja—, pero debo enfrentarla mañana y... —Sacudió la cabeza desesperado—. Se apenará como si lo hubiera criado ella misma.

—Llámame dentro de unos días —le propuso su amigo—. Cazaremos drakets en las montañas.

Bardock no habló ni se movió durante un largo tiempo después de que Toma y Celipa lo dejaron. Me senté a su lado, no tenía mucha elección.

—¿Quién es Romayna? —le pregunté finalmente. Él no me respondió, solo se acostó en la gran cama de almohadas en la que los dos estábamos sentados y se quedó dormido al momento. Después de un tiempo, hice lo mismo.

Me desperté justo antes del amanecer y me senté muy, muy despacio, bajé la mirada hacia hombre dormido a mi lado, extendí el brazo, desenvolví con suavidad la cola de alrededor de mis piernas y me puse de pie. Podría haberlo matado. Se me ocurrió que debía haber algo en alguna parte de esa casa que podía conducir a través de su corazón. Pero... su rostro dormido se parecía tanto a Son-Gokú, como el hombre en que Son-Gokú se habría convertido y no pude hacerlo. No te entregues al odio. Las palabras de Kamisama vinieron a mí de repente. Mientras estaba de pie sobre él, sus ojos se abrieron de golpe y otra vez, no lo pensé. Hice caer mi pie en su cola tan fuerte como pude, me di la vuelta y corrí hacia la puerta mientras él gritaba detrás de mí, acurrucado en una bola de agonía. Abrí la puerta y me encontré siendo levantada por la piel del cuello como un gatito. La alta y bella mujer que me sostenía regresó pausadamente a la casa llevándome y se quedó mirando el cuerpo tendido de Bardock, una de las esquinas de su boca se arqueó. Tenía una cálida y profunda risa.

—Si ella hubiera escondido un arma, estarías muerto ahora —le dijo mientras él se sentaba y paraba adolorido para enfrentarla. Me miró, luego a él estrechando los ojos y levantó una ceja—. Esta niña huele a tu aroma, esposo.

—Ha ha estado atada a mi regazo en una vaina espacial para un hombre durante cuatro meses —gruñó Bardock—. Pensé que podría regalársela a Raditz.

Romayna me puso sobre mis pies y me estudió de cerca. La curva de sus labios se amplió un poco.

—Ella le dará una gran cantidad de problemas, pero Raditz siempre fue bueno para eso. No ha hecho nada más que rumiar y gruñir desde que Soi y el resto de su escuadrón fueron asesinados. Sin duda encontrara esto como algo divertido.

Se volvió hacia él con el rostro sereno y una pregunta no formulada en sus ojos. Ella se quedó en silencio, él no dijo nada tampoco. Finalmente, ella habló de nuevo.

—¿Dónde está mi segundo hijo, Bardok?, ¿dónde está Kakaroto?

—Fracasó en su purga infantil —contestó Bardock. Ambos rostros podrían haber estado hechos de granito por toda la emoción que mostraron. Y me di cuenta de que eso debía ser una cosa cultural entre su raza, que cuanto algo más los desgarrara por dentro, menos dejaban que se note en sus rostros.

—¿Los nativos lo mataron? —lo cuestionó ella.

—No —respondió Bardock duramente—. Fue herido, se dañó el cerebro después del choque. Perdió su condicionamiento infantil y una buena parte de su inteligencia, y…

—¡Y lo mataste! —grité—. ¡A tu propio hijo! ¡No estaba "dañado", maldito monstruo, él solo creció pensando que era chikyuuyín!

—¿Ella habla la verdad, amado? —preguntó Romayna en voz baja. El tinte olivo profundo de su piel se había vuelto casi blanco y sus manos se apretaban a los costados de forma convulsiva.

—¡No estaba bien de la cabeza, mujer! —exclamó Bardock en un tono duro y dio un paso hacia ella, su rostro era frío y severo, pero sus ojos imploraban, suplicaban perdón—. Lo juro por mi alma, él era inusualmente fuerte para un cachorro de su edad y hubiera luchado contra nosotros hasta su último aliento por la purga de su "hogar". ¡Nunca se iba a convertir en un soldado de Vegetasei y se habría matado en menos de un día si hubiese intentado traerlo de vuelta!

—¡No bajo mi cuidado! —dijo ella con frialdad—. ¡¿Para qué necesita el hijo de un soldado un conjunto completo de cerebros?! Pudo haber aprendido nuestras costumbres, lo habría entrenado yo misma, incluso si no tenías ningún uso para él. ¡Lo habría entrenado desde su nacimiento si no hubieras hecho la decisión por ambos de enviarlo lejos! —Su voz era como el hielo cuando pronunció las siguientes palabras—. ¡El hijo que puse en crioestasis es mío! No tendrás nada de él en el futuro ¡ni de mí!

Se quedó parado, como si estuviera congelado en el lugar y la observó salir. Y fue eso... creo que fue cuando la comprensión de lo que no había querido reconocer la noche anterior mientras veía a Bardock y a sus hombres sentarse y hablar como viejos amigos muy queridos, cuando vi su áspero afecto, su amor el uno por los otros por lo que era… creo que fue cuando realmente me golpeó. Eran vikingos, eran merodeadores mongoles o cosacos, o hunos miembros de una tribu. Había un centenar de culturas guerreras chikyuuyíns que practicaban la piratería por tierra o por mar como una cuestión de costumbre y sustento. Sociedades e ideologías violentas y crueles... pobladas por gente, no monstruos, solo gente. Y darme cuenta de eso cambió todo para mí, creo.

Aunque no cambió lo que sentía por Bardock y su escuadrón. No podía dejar de odiarlo, sin importar lo que dijo Kamisama. Simplemente no podía. Me quedé mirándolo cuando ella lo dejó, vi cuanto la amaba sin mostrarlo en su rostro, pero que, sin embargo, era tan evidente... y pensé ¡Qué bueno! ¡Quiero que mueras por dentro por lo que has hecho, bastardo! Incluso si no sabes o ni te importa estar equivocado. Quiero que sufras y sufras y sufras hasta el momento en que te mate. ¡Y te mataré, Bardock!

No sé cuánto tiempo se quedó así, inmóvil como una piedra, pero después, pareció verme allí de pie, mirándolo, y puso en su boca una línea sombría.

—Te llevaré a donde te quedarás, muchacha —declaró.

En medio de demasiadas cosas por absorber, no había asimilado ninguna de sus declaraciones acerca de sus planes para mí, por no hablar de las implicaciones de lo que significaban. La única cosa que recordé con claridad en ese momento fue la sugerencia que uno de los guerreros de Bardock había hecho la noche anterior, algo acerca de una subasta. Así que, di media vuelta y hui de él gritando y llorando al mismo tiempo. Me persiguió maldiciendo entre dientes irritado, me puso de nuevo a dormir y despegó.

Lo primero que pensé cuando me desperté fue que estaba realmente cansada de ser noqueada. Me encontraba en un cuarto, en un nuevo lugar, una casa saiyayín diferente. Esta casa. Me senté en la cama grande, mi cabello se sentía húmedo y limpio, y mi ropa estaba doblada en una pila ordenada a mi lado. Una mujer de piel marfil con enormes ojos negros de forma circular estaba sentada a mi lado.

—Embolsé la ropa para ti, niña —dijo en voz baja.

—¿Embolsar? —susurré.

Tomó mi mano y me ayudó a salir de la cama. Por alguna razón, me sentía un poco mareada y desorientada. El exceso de sueño, pensé. Cuatro meses de acuerdo a Bardock. Me puse de pie y me miré. Yo llevaba un vestido de seda blanco, largo hasta los tobillos que fluía a mi alrededor y se aferraba a mi cuerpo cuando me movía. Lo bueno es que no es transparente, pensé, porque no llevaba ropa interior.

—Conserva sellado el interior —respondió la mujer pálida. Mientras hablaba, me guio suavemente para sentarme en una silla y comenzó a cepillar los enredos de mi cabello.

—Cuando mi planeta natal, Ansousei, fue conquistado, los saiyayíns hicieron a la mayoría de mi pueblo esclavos domésticos. Yo preservé en una bolsa de almacenaje todo lo que llevaba puesto el día que la nave de carga me trajo a Vegetasei. Si llevas a analizar las partículas de tu ropa, puedes clonar un pequeño pedazo de tu planeta natal para ti, resucitar a una planta o un animal y lo que tuvo contacto contigo cuando usabas esa ropa.

Me mordí el labio para no llorar.

—Mi... mi madre puso un popurrí de pétalos de flores en mi abrigo —le conté—. De hecho, todas las flores de su jardín. Mi mamá... —Empecé a llorar en serio entonces y ella me dejó hacerlo, y lavó mi rostro cuando me cansé.

—Haremos que las flores de tu madre vivan de nuevo —me aseguró—. Podemos empezar mañana, el amo no te negará eso.

—¿El amo? —sollocé, entonces recordé algo que los hombres de Bardock habían dicho la noche anterior—. ¿Estoy… esto es una casa de cortesanas? Ellos estaban hablando de venderme a.. a... —Yo empezaba a ponerme histérica.

Ella negó con la cabeza firmemente.

—Nuestro amo es Raditz, el hijo de Bardock. Recuerdas a Bardock, supongo. —Asentí, aturdida. Ella colocó una copa de vino que debió haber vertido incluso antes de que despertara en mis manos temblorosas—. Eres una esclava en la casa de Raditz. Dudo que veas de buena manera a Bardock-san, niña, pero te hizo un bien en esto. Con ese precioso rostro tuyo, pudo haberte vendido a un prostíbulo por una fortuna, pero te regaló a la casa de su hijo en su lugar. Si uno debe ser un esclavo, Raditz-sama es un buen amo imparcial. No es un hombre cruel o temperamental y no nos golpea cuando cometemos errores. Bebe tu vino, amor, calmará tus nervios. —Bebí obediente—. Él compró a mi familia, mi esposo Hiru, mi hija Dusca y a mí, cuatro años atrás. Somos todo el personal doméstico.

—Soy Bulma Briefs de... de Chikyuu. —Oh, Dioses, yo fui tan inocente, tan ingenua, al hacer la siguiente pregunta—. ¿Qué... haré aquí como esclava? —Al menos hasta que pueda aprender a volar una nave espacial y escape, pensé.

El rostro de Noira permaneció neutral.

—Bueno, por el momento cenarás con el amo. Te conocerá un poco y entonces decidirá.

No sabía... tantas cosas. No sabía que Noira era doctora además de criada. No sabía que la mandó para hacerme un reconocimiento médico cuidadoso mientras dormía, para determinar mi densidad ósea y mi fuerza, para determinar mi edad y si había llegado a la madurez sexual para mi raza. Para descubrir si era virgen o no. No sabía que esta mujer de buen corazón que se volvió mi amiga me enviaba a través de la puerta del cuarto hacia el salón del pozo de fuego para convertirme en la esclava de placer de su amo.

Vi una montaña de comida en la mesa del comedor y todo olía como a ambrosía. No había comido en... si contaba el criosueño, habían sido cuatro meses.

El salón del pozo de fuego parecía estar desierto, el único sonido era el crepitar del fuego. No me senté ni use un plato, solo escudriñe en el banquete y empecé a comer.

—Prueba el vino —dijo la voz profunda de un hombre y yo casi salté de mi piel. Lo vi sentado en una silla justo fuera del borde desde donde la luz del pozo de fuego brillaba. Se puso de pie lentamente y cojeó hacia mí, fuera del contorno y hacia la luz. Me quedé allí con la comida en mi boca, mirándolo mientras él se me acercaba.

Vertió vino en ambas copas de la mesa y tomé una de forma mecánica. Era precioso, alto, tenía el cuerpo musculoso de un guerrero. Era como una estatua tallada en bronce y mármol de tono olivo, con pómulos altos y arqueados ojos oscuros saiyayíns. Lucía, pensé, como la versión masculina de Romayna.

Me bebí toda la copa de vino de un trago.

—Eres el hijo de Bardcok, Raditz —comenté estúpidamente.

—Soy Raditz. —Él estuvo de acuerdo. Cogió la copa vacía de mi mano, la llenó otra vez y me la entregó de nuevo. Tomé otro sorbo, preguntándome qué debía hacer a continuación—. ¿Cuál es tu nombre, muchacha?

—Bulma, Bulma Briefs.

Levantó una ceja y lució incluso más como su madre con esa expresión medio divertida en su rostro.

—¿Es la costumbre de tu pueblo estar de pie mientras comen, Bulma Briefs?

—Mmm, no. —Me senté sintiéndome como... como si estuviera de alguna manera en una primera cita con un hombre, un hombre maduro, que era demasiado mayor y sofisticado para mí. Debía de haber comido ya, porque solo escogía su comida mientras yo devoraba la mía. Pareció sorprendido cuando terminé.

—Creo que los estómagos chikyuuyín sostienen mucho menos que el de los saiyayíns —le dije. A pesar de la gran cena que acababa de comer, me sentía mareada y cálida en el interior por todo el vino. No recuerdo nada de la conversación real, aunque creo que me contó un poco acerca de Vegetasei y del imperio, e hizo hincapié en lo grande que era. En algún momento detuvo la charla y me clavó sus oscuros y duros ojos.

—Sé que ya estás pensando en cómo poder escapar de mi hogar y de este planeta. Serías una pequeña cosa sin espíritu si tus pensamientos no giran en esa dirección. —Sus labios se torcieron—. Y eres cualquier cosa menos alguien sin espíritu. No hay ningún lugar a donde correr, muchacha. —Me aseguró en un tono rotundo—. Y una mujer alienígena con tu rostro y tu silueta… —Me miró deliberadamente—. Si no eres propiedad de alguien, si no estás al amparo legal de un fuerte guerrero saiyayín, puedes ser tomada y utilizada por cualquier guerrero que te desee. ¿Entiendes lo que quiero decir con esto? —Asentí sintiendo que mi estómago comenzaba a hacer un lento salto mortal—. No eres ni un combatiente ni saiyayín y debes ser propiedad de alguien para tener algún tipo de protección en virtud a la ley.

—Eso está mal... —susurré. Estaba temblando, mis ojos ardían de rabia impotente.

—Así es el planeta donde nos encontramos —prosiguió implacable—. No te encadenaré ni te colocaré un localizador implantado quirúrgicamente, Bulma, pero te advierto del mundo que se encuentra más allá de esta casa. Si eres sabia, aceptarás la protección que te ofrezco.

No hablé nada por unos momentos. Luego comencé a llorar, y una vez que empecé, no pude parar. Parecía del todo sorprendido por esa reacción.

Puso sus brazos a mi alrededor y me aferré a él mientras me levantaba para llevarme como a una niña a sentarme en una piel de animal rellena de plumas ubicada al borde del pozo de fuego. Me sostuvo y pasó sus manos por mi cabello mientras yo lloraba. Y cuando me desahogué, él me escuchó contarle sobre Chikyuu, sobre mis padres y amigos, sobre ese último día, inexplicablemente se rio cuando le conté que le disparé a su padre. Creo que la enormidad de todo lo que perdí no me había golpeado de verdad todavía, y en algún momento mientras estaba sentada llorando en su regazo, una parte profunda de autoconservación en mí se desprendió de eso. Era demasiado pronto, demasiado abrumador, las heridas demasiado frescas para hacerles frente todavía, así que mi mente lo apartó. Me sequé los ojos mientras mis sollozos disminuían poco a poco y le hice una pregunta tan inesperada que lo sorprendió.

—¿Estás herido? —dije—. Estabas cojeando cuando te vi por primera vez.

Me cambió de lugar en sus brazos y frunció el ceño.

—No estoy herido, no de verdad. Mi escuadrón fue parte de una guarnición estacionada en Shadras. Hace un mes, un movimiento terrorista llamado los Demonios Rojos detonaron células de energía en los motores de un transporte de tropas detenido en tierra. Un efecto secundario de la onda de energía de una explosión de este tipo es que hace mucho daño al sistema nervioso central de las formas de vida en su camino. Fui curado de mis heridas corporales en un tanque de regeneración, pero el daño neuronal es más lento de sanar. Los médicos afirman que estaré completamente bien en un mes más, quizás dos. —Su voz se convirtió en un susurro áspero—. El resto de mi escuadrón... mis compañeros, mi amante Soi... solo hay otro de nuestro grupo que sobrevivió y que aún se encuentra entre la vida y la muerte en el centro médico de la capital. —Dejó de hablar, su rostro se tensó y endureció. No sabía que de niños los saiyayíns se agrupaban en escuadrones casi desde la infancia, en una unidad de combate que se mantendría constante a lo largo de toda sus vidas. Como compañeros de escuadrón, ellos eran, por esa razón, más cercanos que cualquier familia de sangre. Pero tuve la percepción de lo mucho que significaron para él y cuan devastadora y desgarradora la pérdida había sido. Tomó otro largo trago de vino y levantó la copa hacia mis labios para compartir. Sus ojos negros parecían tan triste y atormentados.

—Te hace sentir culpable, ¿no es así? —le pregunté en voz baja. La cabeza me daba vueltas. Toda la habitación estaba inclinada y mi única ancla era sus brazos a mi alrededor y esos intensos ojos negros—. Ser el único superviviente. No dejo de pensar "¿por qué yo?", "¿por qué debería vivir cuando todo el mundo se ha ido?".

Sus ojos tan cerca de los míos se ampliaron, solo por un segundo su rostro pareció joven y vulnerable. Y fue entonces cuando lo besé.

La voz de Bulma se detuvo un momento antes de que suspirara suavemente.

No me dolió, ni siquiera un poquito. Fue tan lento y gentil y... sé que no me sedujo de una manera tan delicada esa primera vez por la bondad de su corazón. Él tan solo entendía a las mujeres muy bien. Y era su gusto personal que nada es tan dulce como lo que se da libremente. Sabía que si la primera vez era cariñoso y lento, eso crearía un vínculo de afecto dentro de mí que sería más fuerte que cualquier conjunto de cadenas, especialmente en el estado emocional vulnerable en el que estaba. Mamá alguna vez me dijo que una siempre amaría a su primer amante un poco, sin importar a donde la vida te lleve a medida que envejeces. Recuerdo sus grandes manos cálidas y sus labios estar por todas partes a la vez; mientras me recostaba, me aferré a él con mi cabeza dando vueltas. Todo fue un borrón placentero, en realidad.

No se me ocurrió hasta algún momento del día siguiente cuales serían mis funciones como esclava en su casa. Dioses, yo era una niña tan pequeña. Pero después de esa primera noche, ya era demasiado tarde para oponerme, incluso si hubiera querido. No me opuse. Era grande, cálido y fuerte, y por encima de todo, era algo a que sostenerme. A que aferrarme para salvar mi vida.

Y... una vez que me introdujo un poco en lo que él sabía, abrió una compuerta de apetito dentro de mí. Durante ese primer año, me enseñó todo, todas las formas que conocía en que un hombre y una mujer pueden complacerse el uno al otro. Y de día... era amable conmigo. No creo haberme dado cuenta de eso hasta hace unos meses, pero hay dos cosas que cambiaron nuestra relación hacia algo mucho mayor de lo que podría haber sido. Mi pregunta y mis palabras sobre la culpabilidad del superviviente lo golpearon mucho más profundo de lo que me di cuenta, y creo, abrió una grieta en su armadura emocional que una esclava y una alienígena nunca habrían podido penetrar. Y si yo fui vulnerable, él también lo fue a su manera. Los dos acabábamos de perder a las personas más cercanas a nosotros en nuestras vidas, y eso, junto a los siguientes dos meses que pasó de licencia médica, con nadie más que yo para acompañarlo, creó algo mucho más profundo que el afecto a la ligera que podría haber sentido por mí en otro caso.

Después de que se recuperó totalmente y regresó al servicio activo, él estuvo por aquí mucho menos, pero volaba a casa entre los turnos de servicio y en sus días libres. Me estropeó como un padre a su hijo favorito, trayéndome regalos de todos los rincones del imperio. Ja... suena raro, pero de un modo extraño, fue una especie de padre para mí al principio. Era más de veinte años mayor que yo, me di cuenta, a pesar de que parecía estar en sus primeros veintes para las normas chikyuuyíns. Así que, tal vez... tal vez no me permití ser su propiedad tanto como lo dejé que me cuidara hasta que creciera un poco más.

Eso es lo que me digo de todas formas.

He decidido que la lactancia materna no es tan buena como dicen que es, especialmente si el bebé ya está demostrando su fuerza saiyayín cuando su cena está a punto de ser alejada de él antes de que esté lleno. Vas a la botella a partir de hoy, amigo. Un fuerte gorgoteo fue la única respuesta que recibió. ¿Dónde estaba yo en la historia de mi vida cuándo me detuve la última vez? Ah, ya recuerdo. Bueno... las cosas entraron en una especie de patrón con sus idas y venidas mientras la familia de Noira y yo dirigíamos la casa. Ella pareció escandalizarse cuando quise hacer algún tipo de trabajo. Le di una mirada y le aseguré que el sexo con un amante experto no era mi idea de trabajo duro, necesitaba hacer algo o me volvería loca. El punto conflictivo, uno en el que Raditz jamás cedió terreno sin importar cuanto lo lisonjeara o adulara, es que no puedo tener un laboratorio o un taller para construir... bueno, cualquier cosa. Estoy segura de que Bardock le habló de mi ki-supresor, pero la realidad de mis capacidades por sí mismas no lo impresionaron hasta que de verdad echo una ojeada a algunos de los aparatos domésticos que adapté en el primer par de meses. Él sacudió la cabeza y dijo:

—No más, Bulma.

Lancé algo menos que un berrinche hasta que Noira me explicó que si alguna vez alguien veía lo que yo era capaz de hacer, sería confiscada y puesta a trabajar en la capital como esclava ingeniero para la Corona.

—Durante el día, en cualquier caso. —Terminó oscuramente—. Has escuchado lo suficiente de las historias de Romayna-san para saber que no serias dejada solo para hacer tu trabajo. Creo que a estas alturas ya sabes lo muy afortunada que eres de estar con Raditz. ¿Quieres que te arrebaten de él y ser utilizada cómo una puta por otros hombres?

Podría haber argumentado que nadie iba a ver nunca mis máquinas, porque nunca nadie venía a la maldita casa aparte del hermano restante del escuadrón de Raditz y sus padres. Pero simplemente me dejé caer en la derrota y asentí obediente. Me pregunto si una gran parte de mí, la parte salvaje y desafiante de mí que siempre parecía tan cerca de la superficie cuando estaba en Chikyuu, en cierta forma... murió durante un tiempo. Que era una especie de versión silenciada de mi verdadero ser al principio hasta que empecé a recuperarme del golpe de perder tanto. Bueno... nunca me silencie frente a Bardock, eso es seguro.

Durante mi primer año en Vegetasei, intenté muy en serio matar al padre de Raditz no menos de trece veces. Cada vez que venía a visitar, en otras palabras. Parecía venir mucho más desde que Romayna lo dejó de lado, Raditz me lo contó una vez frunciendo el ceño preocupado. Nunca lo dijo directamente, pero el distanciamiento de sus padres lo molestaba mucho. No tenía, sin embargo, ningún problema con mis múltiples atentados contra la vida de él. Alguien por favor explíqueme eso.

Fallé cada maldita vez. Por supuesto, la casa de Raditz es rústica y casi desnuda de aparatos técnicos, pero me las arreglé con lo que pude encontrar. En realidad, creo que algunas de las cosas que se me ocurrieron fueron muy, muy ingeniosas considerando lo que tenía para trabajar. A Raditz le pareció toda la cosa divertida y, de hecho, creo que al final me di por vencida de los intentos de asesinato mas para evitar que la manada completa de ellos se rieran de mí. Todo el escuadrón de Bardock halló que la idea de su capitán siendo herido por mí era una fuente interminable de diversión.

Romayna-san... viene con menos frecuencia que Bardock, pero me gustan sus visitas. No estaba segura de que hacer cuando llegó a la casa la primera vez y entró en mi jardín, todavía en su armadura. Ella había pedido una misión fuera del planeta después de enterarse de la muerte de Son-Gokú y estaba en una escala de dos días en Vegetasei en aquel momento.

—¿Estas son las flores de tu planeta? —me preguntó sin ningún tipo de introducción.

—Sí —le respondí mirándola llena de curiosidad. La única otra mujer saiyayín que había visto era Celipa, la hermana de escuadrón de Bardock, que era pequeña y de aspecto engañosamente delicado. Romayna era casi tan alta como Raditz, pero muy femenina y a la vez muy hermosa. Tan hermosa como su hijo era guapo.

—Háblame de mi segundo hijo, muchacha —me indicó en voz baja y se sentó—. Háblame de Kakaroto.

Le conté todo, todo lo que había sucedido en ese último día, incluso las cosas que Kamisama me dijo. Ella sacudió la cabeza.

—Estoy segura de que cosas más extrañas han sucedido, pero no puedo creerlo sin más pruebas. Cuando pienses que ha vuelto a ti, vendré a verlo y tomaré mi propia decisión.

Aprendí cuando llegué a conocerla, por qué era tan diferente a la mayoría de las mujeres saiyayíns en su instinto maternal. Los habitantes de las montañas Turrasht son una raza aparte, más inmersos en las formas verdaderamente antiguas de Vegetasei que en cualquier costumbre que haya surgido después de que se convirtieron en una raza con tecnología espacial.

—La vieja usanza —me explicó—. Era echar a todos los cachorros en el desierto a los seis meses y dejarlos que busquen su comida por sí mismos. Si sobrevivían un año por su cuenta, eran llevados de vuelta a la tribu y entrenados como guerreros por sus padres. Eso eliminaba al débil y enfermizo, y mantenía fuerte a nuestro pueblo como raza. Pero esta... esta ideología pandémica de lanzar a nuestros hijos lejos como basura para ser entrenados por extraños, es una costumbre de las grandes tribus del norte, cuyo hijo más fuerte se convirtió en nuestro primer rey del planeta después de la invasión tsiruyín hace mil años. Eran un pueblo más duro que las tribus de Turrasht y sus costumbres han dominado sobre todas las demás desde que el primer Vegeta llegó al trono. En el sur mantenemos el concepto de nosotros mismos en su mayor parte, pero lo mantenemos, pese a todo.

Y así fue mi vida la mayor parte de esos tres años. Un poco mejor cada año, un poco más enamorada de Raditz que necesitándolo. Hasta Corsaris. Karot… lo más probable... él nació como resultado directo de…no. Permítanme retroceder y contar toda la historia.

Hace once meses, Raditz llegó a mí mientras Noira, Dusca y yo estábamos podando y regando el jardín. Las despidió dándoles una mirada y me besó con fuerza, me levantó hasta que mis pies dejaron el piso y me apretó tan estrechamente que casi no pude respirar.

—¿Qué…? —Logré jadear.

—Se me ha concedido el derecho de dirigir un ataque contra el principal planeta base de los Demonios Rojos —anunció, su voz era intensa—. Kyouka y yo le solicitamos al propio príncipe el honor porque somos los únicos dos sobrevivientes del ataque sorpresa contra Shadras. Pero va a ser una pelea dura. Los rebeldes maiyoshyíns son fuertes. No son una raza guerrera por naturaleza, pero descubrimos desde la purga de Maiyosh Prime que pueden luchar como animales desesperados cuando están acorralados. Si muero…

—¡No morirás! —grité en su rostro y él parpadeó verdaderamente asustado. Yo nunca le levanté la voz, no así en todo el tiempo que me había poseído—. No digas "si". ¡No vas a morir! —Estaba llorando y me llevó a la cama sin decir nada más.

Me hizo el amor durante toda la tarde y por la noche, a veces dulce y suavemente, a veces casi de forma violencia, y no volvimos a hablar hasta el amanecer. La última vez nos movimos juntos y entonces él… entonces él puso su marca en mí, clavó sus dientes en mi hombro cuando se vino y por un breve instante pude percibir todo lo que sentía por mí, lo mucho que me amaba, fluir en mi interior con su semilla. Yo sabía lo que significaba que hubiera hecho eso y también sabía que era algo que no se hacía, incluso entre los guerreros de tercera clase y sus amantes alienígenas. Y Raditz... había sido encasillado como segunda clase al nacer, pero solicitó una reevaluación en su juventud. Era un guerrero de primera clase, el rango más alto que un hombre de nacimiento común podría esperar alcanzar.

—Raditz... —susurré. Yo no podía recuperar el aliento mientras él yacía sobre mí, cada centímetro de su enorme complexión temblaba.

—Shhh... —dijo sobre mis labios—. Has sido mía desde el día que llegaste a mí y ahora soy tuyo también. La costumbre lo prohíbe, pero no hay leyes escritas, en tanto seamos discretos. —Me besó otra vez—. Le he pedido a mi padre que se quede aquí mientras estoy fuera… —Él sintió que me tensaba contra su cuerpo—. Te lego a ti, a mi casa y todo mi servicio doméstico a mi madre en caso de mi muerte, pero ella se encuentra estacionada en Arbatzu. Toussan cuidará de ti hasta que el período de servicio de ella haya terminado. Él verá que estés a salvo si algo malo me sucede. —Una esquina de su boca se curvó—. Así que intenta no matarlo en mi ausencia.

—¡No vas a morir! —le susurré ferozmente—. No va a suceder.

Me había dejado decenas de veces debido a muchas misiones de combate en los últimos tres años, y aunque jamás me dio ningún detalle —y yo no quería conocerlos— sabía que los enemigos contra los cuales luchó nunca fueron lo suficiente como para llegar a darle un serio desafío. Así que no me había preocupado por que muriera o lo que sería de mi destino como consecuencia de esa catástrofe.

—Paz, amada —dijo en un tono suave, y a pesar de todo, algo saltó dentro de mí al oír el sonido de esa palabra. Amada. Una palabra saiyayín utilizada sin excepción, solo entre esposo y esposa—. Sería un pobre protector si no garantizo tu seguridad si sucede lo peor. No puedo decirte a donde vamos, pero nuestro plan de ataque es sólido. El peligro no es grande, solo está... presente.

Esperé con el corazón en la garganta. Ninguna palabra venía de las actualizaciones de noticias enviadas por hiperluz, nada por más de una semana. Podía ver el sombrío aire de preocupación en el rostro de Bardock, lo que era una mala señal. Traté de mantenerme ocupada. Noira y yo sembramos en macetas los plantones de árboles de cerezo que había mantenido bajo mis lámparas de calor durante todo el invierno, así que comenzamos a plantarlos en lo que sería mi huerto de unas pocas docenas de metros en la casa. Noira y Hiru se quedaron boquiabiertos como pescados que mordieron el anzuelo cuando Bardock se ofreció a ayudar. En ese momento estaba tan frenética por la preocupación, que ni siquiera objeté o recordé ser desagradable con él cada vez que nos topábamos en la casa. ¡Los saiyayíns no tienen ningún amor familiar, mi culo! Lo aborreceré hasta el día que muera, pero esos horribles días de no saber nada me convencieron de que Bardock amaba a su hijo, a su hijo mayor en todo caso.

En el décimo día de ese infierno de espera, llegó la noticia. Bardock me arrastró de la cama para venir a escuchar en las ondas de transmisión de hiperluz un informe detallado de la batalla. El objetivo había sido Corsaris.

Corsaris...

El último asiento de la monarquía parlamentaria y de relativa libertad en la galaxia. El señor regente se había mantenido a distancia de la esclavitud bajo los talones del imperio por treinta años, al proporcionar un diezmo de sus ricos granos y suministros de agua, hasta que Inteligencia imperial descubrió que el príncipe Jeiyce de Maiyosh, el hijo adoptivo del viejo señor de Corsaris, era de hecho el líder de los Demonios Rojos. Hasta que se supo que ese planeta de apariencia dócil albergaba a unos sesenta mil partidarios del "movimiento terrorista" maiyoshyín y a sus familias.

Y a sus familias...

Raditz tuvo razón, los maiyoshyíns lucharon como dragones acorralados cuando se dieron cuenta de que sus espaldas estaban contra la pared. Y descubrieron, después de la caída, que Corsaris no había sido solo el hogar de más de sesenta mil maiyoshyíns, los números estaban más cerca de seiscientos mil. Todos ellos justamente enojados. Raditz perdió a la mayor parte de su unidad de asalto primaria en hora y media, y terminó luchando por su vida, espalda contra espalda, junto a su hermano de escuadrón Kyouka. Mientras tanto, naves llenas de refugiados que abarrotaron cualquier cosa capaz de alcanzar la órbita se lanzaron todos sobre ellos, luego las tropas de refuerzo saiyayíns —doce grupos de portatropas gigantes— dejaron caer sus legiones en el planeta. Todavía siguió siendo una batalla campal por un tiempo, pero Raditz dirigió un ataque organizado. Al final de cinco horas de enfrentamientos, los saiyayíns ganaron la partida.

Después de eso... ellos no solo purgaron el planeta, hicieron un ejemplo de esto y nadie fue lo suficientemente afortunado para escapar durante el primer asalto. No es... no es la naturaleza de los guerreros saiyayíns hacer lo que hicieron ese día en Corsaris. Los saiyayíns matan sin piedad ni remordimiento, pero siempre matan rápido. Jeiyce de Maiyosh no estaba en Corsaris cuando se produjo el ataque. Raditz se enteró más tarde que no evitó la salida del príncipe rojo por una cuestión de dos horas. Jeiyce no estaba allí, pero su familia sí.

En algún momento durante la purga, el anciano señor de Corsaris fue asesinado, lo descuartizaron miembro por miembro de una deliberada manera lenta. En algún momento, el pequeño hijo de Jeiyce, Jehan, fue asesinado; lo arrojaron de soldado a soldado, gritó con todas las fuerzas que le permitía su pequeño cuerpo mientras ellos se reían y rompían todos sus huesos antes de que terminaran aplastando su cabeza contra una pared de piedra. Y en algún momento, Raditz mismo arrastró a la esposa de Jeiyce, la señora Jula, por en medio de la masacre y se la dio a sus hombres. Y después de que ella los vio matar a su hijo, la violaron hasta la muerte.

Raditz fue herido gravemente durante la primera parte de la batalla, aunque siguió luchando. Bardock se ofreció a llevarme al centro médico para verlo. Dije que no. Quedé paralizada en un aturdido congelamiento, las palabras del reportero del campo de batalla alabando «la justa venganza de fuego por Shadras» resonaban en mi cabeza una y otra vez. Bardock me observó con atención, lo más probable es que sintiera que estaba muy, muy cerca de salir huyendo.

Luego Raditz llegó a casa. Lo vi volar desde donde estaba vertiendo nutrientes a un árbol en el huerto y no salí a su encuentro.

Lo... lo más difícil de aceptar es que él realmente no entendía por qué estaba enojada. No... no enojada. Enferma, devastada de dolor y medio loca de horror por lo que había hecho. Traté de explicarle cuando al fin me calmé lo suficiente como para hablar con él. Sabía lo mucho que llegó a amar a sus hermanos de escuadrón, todos los cuales fueron muertos por Jeiyce y sus hombres. Me esforcé tanto por hacerle entender.

Me gustaría poder decir que mi frialdad duró hasta que él vio que lo que hizo fue horrible, hasta que lloró como si su corazón se rompería por todas las personas inocentes que había asesinado. Pero nunca lo entendió y consideró mi ira un insulto a sus hermanos de escuadrón asesinados. Le parecía que estaba diciendo que no tenía derecho a vengarlos. Y mi frialdad... solo duró unos meses.

Se fue después de esa escena en el huerto, frío y enojado consigo mismo, y herido más profundamente de lo que me di cuenta. Tomó algún tipo de asignación en la capital, hasta que «pusiera mi tonta cabeza de nuevo en orden» y no lo vi durante tres meses. No hasta que Romayna vino a pasar su permiso en nuestra casa y descubrió el secreto que había estado guardando.

—Raditz no lo sabe —dijo. Sintió al bebé que estaba creciendo dentro de mí al instante.

—Yo... —Puse mis manos juntas en actitud protectora sobre mi vientre, de repente me aterrorizé—. ¡Romayna-san, por favor... por favor! —Ella siempre había sido amable conmigo a su modo áspero y orgulloso, siempre me trató como una persona... aún así retrocedí dando un alarido a medida que avanzaba en mi dirección. Yo conocía las leyes. Sabía que lo que llevaba era una sentencia de muerte para su hijo, tanto como la mía, si alguna vez se revelaba. Ella suavemente, pero con firmeza me mantuvo en mi lugar mientras ponía una mano sobre mi vientre ya no plano, su rostro era ilegible. Y luego me dio una plena sonrisa de suficiencia saiyayín.

—Tu primogénito es fuerte. —Nuestros ojos se encontraron—. La relación hombre a mujer en nuestra raza es cerca de veinte a uno, muchacha. Esto sucede más a menudo de lo que te imaginas. Si luce saiyayín, puede ser reconocido como hijo de Raditz. No es de conocimiento común, pero incluso una exploración de ADN no puede distinguir entre un mestizo y un saiyayín de sangre pura. Nuestra sangre es tan fuerte que es dominante sobre la de otros pueblos cuando nos mezclamos con ellos. Si él lleva tu cara, su suerte será menos próspera y su cola tendrá que ser eliminada. Es una antigua ley que los mestizos deben morir, pero... —Ella se encogió de hombros—. Uno no puede ser llamado a rendir cuentas si el crimen nunca se conoce. —Me frunció el ceño con un leve desagrado antes de continuar—. Piensa bien en cómo vas a dar la bienvenida a mi hijo cuando regrese a ti. Él te ha dado más de lo que la mayoría de los hombres en su posición consideraría alguna vez, incluso hasta el punto de permitir que tú, su propiedad legal, lo echara fuera de su propia casa y cama. ¿Nunca se te ha cruzado por la mente alguna vez la suerte que tienes de estar con él?

Se lo contó a Raditz por supuesto. Y él vino corriendo a casa, justo como ella sabía que haría. Y lo... lo acepté de regreso. Yo... debería odiarlo por lo que hizo en Corsaris... ¡Pero, oh Dioses, no puedo! No solo porque es un hombre que me ama y es bueno conmigo, no solo a causa de la advertencia de Kamisama sobre el odio, sino porque no era solo yo a quien tenía que tomar en cuenta ahora. Si mi frialdad finalmente lograba ponerlo contra mí, era la vida de mi bebé la que estaba poniendo en riesgo, así como la mía.

Estaba extasiado por el bebé. No sé lo que Romayna le dijo, pero llegó a casa como un hijo pródigo, como si hubiera visto la verdad de mis acusaciones, y yo lo recibió con un cálido "lo siento por ser tan poco razonable" abrazo. Pero todo era una pose por ambas partes. Él sabía que lo necesitaba ahora, que no tenía más remedio que abrir los brazos y aceptar el amor que me ofrecía. El amor y la protección. Me tenía acorralada y los dos lo sabíamos.

Cuando llegó a la cama esa noche, él... él me tomó. Tomó todo lo que era suyo usando una especie de ferocidad controlada, una y otra vez. Al final se desplomó encima de mí con un profundo suspiro de satisfacción. Sabía que nunca lo rechazaría de nuevo. El bebé me mantendría obediente, cariñosa y a su lado por el resto de mi vida. Él me ama, no me cabe duda de eso, pero... también significa que me retiene... y creo que, al menos al inicio, la mayor parte de su felicidad sobre el bebé era saber que ahora... ahora podía retenerme para siempre.

—Eres mía, amada —susurró justo antes de quedarse dormido.

—Sí —acepté—. Lo soy.

Estaba demasiado dormido para sentirme temblar debajo de él. Lloré el resto de la noche.

Contrario a las novelas de grandes romances que mi madre era tan aficionada a leer, no se puede "llorar de tristeza todos los días" sobre cualquier cosa. Existe un lado demasiado bueno, demasiado alegre, en el simple hecho de estar vivo cada día para morar constantemente en todas las cosas en tu vida que no lo son. En especial cuando se está embarazada. Raditz tomó una licencia prolongada utilizando la influencia de su nueva promoción a mariscal de campo después de Corsaris y rondó alrededor mío hasta que casi me volvió loca. Él no estaba acostumbrado al ritmo del día a día de la casa y, al principio, solo consiguió molestar, todo el metro noventa de él. Noira y Hiru casi mueren de la impresión una mañana cuando lo vieron sentado a mi lado en el jardín rellenando torpemente una maceta con un puñado de pensamientos.

Las cosas entre nosotros se hicieron más fáciles después de unas semanas de tenerlo de vuelta, luego se hicieron cómodas y para mi tercer trimestre, estuvieron bien otra vez... sobre todo porque había afirmado un cierto nivel de igualdad en nuestra relación en ese momento. Vivíamos juntos, excepto por sus viajes cada vez más frecuentes a la capital. Trabajábamos en la casa y los jardines, por la noche nos sentábamos ante el fuego y hablábamos, su mano acariciaba mi vientre, se sentía fascinado por como la vida dentro de mí se hacía más fuerte cada día. Fue bueno, como mencioné, después de que las cosas llegaron a un punto crítico sobre Noira y su familia alrededor del quinto mes de mi embarazo.

Quería matar a Noira, a Hiru y a Dusca al principio. Pude ver que el conocimiento de que ellos sabían sobre el bebé se convertía en una tangible y constante preocupación a sus ojos cuando empezó a notárseme. También pude ver que había decidido, casi tan pronto como regresó a la casa, que se haría cargo de la amenaza potencial de una definitiva y permanente manera saiyayín. La única pregunta en su mente era si iba a hacerlo antes o después de que diera a luz, ya que necesitaríamos a Noira cuando llegara el momento de sacar al bebé y debiéramos colocarlo en la vaina de incubación que Bardock sustrajo del centro médico para nosotros.

—No lo hagas —le pedí con una categórica voz gélida a través de la mesa.

No tuvo que preguntar a que me refería. Él negó muy lentamente.

—Serán una amenaza para ti, el niño y para mí mismo mientras vivan. Ellos han sido buenos y leales servidores, pero… Bulma, ¡piensa! ¡Nos podrían chantajear o exponernos si dicen una sola palabra!

—No lo harán —le aseguré. Me puse de pie, me acerqué a su silla y me incliné para que estemos cara a cara—. Escúchame, Raditz —dije casi en un susurro—. Noira, Hiru y Dusca han sido mis amigos desde que llegue a ti. Son gente buena, de gran corazón y los quiero, no nos traicionarán. Si estás nervioso acerca de tenerlos alrededor, usa un poco de la fortuna del botín que tomaste en Corsaris y dales una nave y su libertad. Te quiero, Raditz. —Yo nunca se lo había dicho antes y pareció sorprendido y un tanto nervioso. Él contestó "bah" y apartó la mirada, incómodo, pero tomé su mejilla en mi palma y volví su rostro hacia el mío—. ¿Me quieres?

—Bulma… —Su rostro había enrojecido en una mezcla de ira y vergüenza.

—Solo asiente con la cabeza "sí" si lo haces —le indiqué, negándome a dejarme intimidar por su expresión estruendosa.

Apretando la mandíbula furioso, él asintió, apartó la mirada de nuevo y soltó un gruñido de enojo.

—Entonces no los lastimes, asesinarás todo lo que siento por ti si lo haces.

Enfrentó mis ojos por un largo y difícil momento, y no me inmuté bajo esa negra mirada intensa. Luego tomó mi rostro entre sus manos y me bajó para satisfacer sus labios.

—Tú —dijo usando un tono suave—, has pasado de niña a mujer mientras no estaba mirando. —Y sonrió.

Todo fue mejor después de eso. Noira me contó en secreto que Raditz le dio la orden escueta de ponerse al tanto sobre textos médicos relativos a transferencias a vainas de incubación de embarazos en etapa final y cirugía cesárea. No se habló más del asunto y el resto de mi embarazo fue bastante bien.

Raditz comenzó a aparecer y desaparecer con una gran cantidad de frecuencia durante mi último trimestre, no me daba ningún tipo de respuesta satisfactoria cuando le preguntaba donde había estado. Bardock finalmente me reveló que Raditz había sido presentado de manera formal en la corte por el propio príncipe en honor a su "hazaña" en Corsaris. Eso explicaba porque no mencionaba lo que seguía siendo un tema delicado y en carne viva del cual nunca hablábamos. El Saiyayín no Ouji, el heredero al trono del imperio, había tomado oficialmente a Raditz en su círculo de compañeros reales, dijo Bardock. En el propio escuadrón personal del príncipe heredero.

—Es algo inédito —comentó Bardock con el ceño fruncido—. No te ha dicho nada porque el hecho de que el propio príncipe le prestara atención le llegó de la misma manera que su nueva riqueza y rango por su victoria en Corsaris. Pero también... —El ceño de Bardock se profundizó.

—¿Qué? —Yo insistí, mi mirada seguía fija en el tablero de ajedrez entre nosotros sin verlo en verdad.

—Él se ha levantado más alto en el rango de lo que muchos guerreros de alta cuna consideran correcto —gruñó—. ¡Recuerdas los informes de las trasmisiones de noticias durante la batalla, muchacha! La victoria en Corsaris estaba casi pérdida. Raditz cambió el curso de la batalla campal usando la astucia, la valentía y una sensata voluntad de hierro. Se hizo un héroe, un famoso. Eso le atrajo la atención del príncipe que ahora ha trabado amistad con él. Es hijo de la zona rural, un capitán de escuadrón nacido común. ¿Te puedes imaginar cuántos enemigos su repentino ascenso de posición, por no hablar de la consideración del heredero, le ha valido entre las élites?

—Es una espada de doble filo lo que estoy sosteniendo —me explicó Raditz esa noche, después de maldecir rotundamente a su padre por decírmelo todo—. Yo no persigo la fama o la vida de la corte, pero no puedo desairar sin ofender, ni busco la compañía de Vegeta-ouji, sin embargo, un hombre no puede rechazar la oferta de amistad de un príncipe. —Maldijo en voz baja—. Y ahora estoy atrapado. Debo ir y venir cuando él me lo ordene, luchar a su lado, reír de sus chistes y despreciar a mi verdadero hermano de escuadrón, Kyouka, e incluso a mis padres de bajo nacimiento para hacerle compañía a una manada de… —Se detuvo antes de decir algo sedicioso—. Si fuera el príncipe solo, sería muy divertido, pero todos los demás que lo rodean… son como un nido de víboras compitiendo por su atención.

—Y lo más perverso —opiné pensativa—, es que probablemente te da más atención porque no deseas nada de él, como todo los demás hacen. Tal vez quiere un amigo que no le bese el culo.

Raditz soltó una risa burlona.

—Allí te equivocas. A él le gusta que se lo besen bien y con frecuencia. Es de tu misma edad, pero todavía muy niño, un niño que siempre debe salirse con la suya.

Noira tomó al bebé en una cesárea sin cicatrices hace como un mes. Tanto ella como Raditz me aseguraron en términos muy claros que lo más probable era que no sobreviviría a un parto natural y Raditz me dijo que no íbamos a esperar y averiguarlo. Pasé las últimas cinco semanas mirando a través del cristal de su vaina, observándolo dormir y chupar su dedo pulgar. Estaba un poco triste al no poder ver nada de mí en su rostro… hasta que lo sostuve. Hasta que abrió sus ojos y me miró fijamente... con sus brillantes ojos azules.

A ello siguió una serie de entradas que parecían interminables, todo giraba en torno al niño, su jardín y Raditz, en ese orden. Vegeta comenzó a dejarse ir la deriva en una ligera siesta, arrullado por el sonido de su dulce voz, hasta que una nota de leve pánico en sus palabras lo devolvió al estado de completa vigilia.

Estamos teniendo invitados esta noche, ¡ahora mismo! Shhh... shhh, cariño, es solo una tormenta... está bien. Los gorgojeos de llanto del niño se calmaron por debajo del sonido de un trueno lejano. La tormenta está aclarando ya y van a estar aquí en cualquier momento. Raditz acaba de llamar y nos indicó que «estemos listos». No creo que tuviera mucha opción en el acto de "invitar" a sus invitados de esta noche. No hay tiempo para mover al bebé, agregó, pero tampoco hay razón para preocuparse. Nadie lo verá. Me dijo que me quedara escondida con Kakaroto y todo estaría bien. Kamisama... están aquí, me tengo que ir.

Combates, bla-bla-bla. Ahora, esa fue una gran batalla, bla-bla-bla. Asesinatos y mutilaciones, bla-bla-bla. La conversación en la planta baja ha sido aterradora y aburrida al mismo tiempo. No sé por qué estoy tan interesada, salvo que son las primeras personas nuevas que he visto en cinco años. Sus voces se han vuelto más suaves y arrastradas en la última hora. Creo que todos están ebrios, mi querido compañero incluido, pero se está haciendo interesante ahora. Están lo suficientemente embriagados para ser honestos el uno con los otros.

Hmm... la profunda y aterciopelada voz joven debe ser del príncipe, porque todos ellos se subordinan ante él. Está diciendo algo acerca de «no quedan enemigos fuertes con quienes luchar», como un joven Alejandro de duelo por que no quedaba más mundo por conquistar. Más como el heredero de Alejandro, si hubiera tenido uno. Debe ser difícil crecer a la sombra de un padre que conquistó toda la maldita galaxia. No queda nada más excepto punitivas purgas de sometimiento y la aburrida burocracia de dirigir un imperio. Me pregunto si él… ¡Oh, Kamisama!

Mierda. ¡Mierda, mierda, mierda! Tengo que recordarme explicar en un momento más apropiado el concepto de la ley de Murphy. ¡Mierda!

¡Sé que cerré la ventana! De alguna manera, Karot-chan logro salir y gateó hasta el borde de un acantilado en la cara norte de la casa. No sé cómo sucedió. Me arrastré detrás de él y lo encontré atrapado en una saliente rocosa a diez metros por debajo de la bajada, llorando por mami para ayudarlo. Llegué hasta la mitad del camino hacia él y casi me caigo antes de que Raditz se abalanzara y nos recogiera a ambos con una airada maldición. Estaba enojado y más asustado de lo que nunca lo había visto, pero se calmó demasiado rápido cuando le expliqué lo que sucedió. Creo que sé porqué, también. ¡Él dejó la maldita ventana abierta!

Todo está bien si acaba bien, supongo. Pero hay una última cosa que contar, algo un poco más que aterrador. Los huéspedes de Raditz deben haberlo visto trayéndonos de vuelta al interior a través del patio del jardín, aunque no vieron al bebé, gracias a los Dioses. Como volví de nuevo a nuestra habitación a través de la cocina, encontré a Noira y a Hiru preparando el desayuno para los hombres en el salón del pozo de fuego, pasaron toda la noche en vela trabajando en caso de que un huésped necesitara la cosa más insignificante en la madrugada. Noira me vio y se llevó un dedo a los labios. Me detuve a su lado, justo detrás de la entrada para criados de la cocina y escuché. Estaban hablando de mí, como hombres discutiendo y admirando a un ganador de premio de una exposición canina o a una yegua pura sangre. Fui a nuestra habitación y me metí en la cama con Karot-chan a mi lado. Ahí es donde estoy ahora.

Kamisama... soy afortunada, muy, muy afortunada de haber caído por casualidad en las manos de Raditz y no en las manos de uno de esos hombres en la planta baja.

Oh, Kamisama... dejé a Karot-chan con Noira y fui a la planta baja este mediodía como una idiota. Raditz había dicho que se irían al amanecer. Él se equivocó. No me di cuenta de que estaba cantando en voz alta hasta que oí las puertas del salón del pozo de fuego crujir detrás de mí y…

Un ruido de golpes interrumpió sus palabras, el sonido de los tacos de botas dando grandes pasos por el piso.

—¡Él puso sus manos sobre ti! —La voz de Raditz siseó, sonaba amortiguada como si su cara estuviera enterrada en el cabello de Bulma.

—Estoy bien —le contestó, pero su voz temblaba ligeramente—. No me han manoseado desde que estaba en la secundaria, pero no es fatal. Está bien... ya se acabó.

—No es así —dijo Raditz—. Me ha pedido que te venda a él. ¡Me lo ordenó, más bien… Bulma! —Ella hizo una especie de gemido horrorizado—. ¡Él no te tendrá! No vendrá por ti durante una semana. Hay tiempo para… para pensar en algún plan. Tal… tal vez puedo hacerle creer que has muerto en algún accidente o que has huido. ¡Pensaré en algo! Yo… —Hubo un largo silencio, solo roto por el sonido de los suaves sollozos de Bulma—. Él... él no me va a creer. Me matará y despedazará a todos los amigos que tengo hasta que te encuentre, lo conozco demasiado bien ahora, no hay nada ni nadie a quien no desgarre para tener lo que desea cuando está de ese humor. ¡Es mi culpa! ¡Dejé la tonta ventana abierta pensando que al niño le vendría bien un poco de aire fresco! Yo… —El sonido febril y desesperado de sus labios sobre los de ella.

Y a pesar de todo, Vegeta sintió sus manos apretarse en un oscuro ataque de celos.

—Pensaré en algo, amada. ¡No te tendrá! ¡No lo hará!

Hola. Ya han pasado varios días desde mi última entrada y es un eufemismo decir que han sucedido muchas cosas. Raditz ideó un plan perfecto, nos vamos esta noche de Vegetasei tan pronto como Hiru vuelva con el equipo médico completo que robó del centro médico de la capital. Tan pronto como Raditz termine de preparar los motores de nuestra nave —El suave y quejumbroso lloriqueo de un niño—. Shh, bebé. Encima de todo lo que está pasando, a Karot-chan le están saliendo los dientes. Raditz compró la nave a su hermano de escuadrón, su verdadero hermano de escuadrón, Kyouka, que no hizo preguntas. Noira está acostando a Dusca en una de las dos cabinas de la nave y Raditz se encuentra en la sala de máquinas teniendo una pequeña crisis nerviosa. Era mucho peor antes de que Hiru le dijera que solía ser un piloto carguero en Ansousei y puede trazar un salto de hiperluz. Creo que Raditz piensa que puede memorizar el manual de vuelo en la próxima hora. No sabemos cuanto tiempo vamos a estar viajando hasta el borde del espacio imperial y más allá, así que probablemente van a ser meses antes de que dejemos de huir.

Raditz no le ha dicho a sus padres lo que estamos haciendo para no implicarlos en su deserción, pero estoy aterrada de lo que el príncipe puede hacerles por despecho, y a Kyouka también, ya que sabe que los tres son sus amigos más cercanos.

Raditz dice que les enviará una comunicación directa tan pronto como estemos lejos y ellos pueden decidir si se esconden o sobrellevan la rabieta real de Vegeta-ouji y esperan lo mejor. Raditz... Dioses.

Está renunciando a su planeta, a sus amigos, a su familia, a su rango y a su riqueza…

Todo por mantenerme.

Todo por salvarme.

No sé cual de esos dos deseos es más fuerte en él ahora, pero... lo amo por ello. No solo lo necesito más, lo amo. Un poco de silencio, interrumpido por la suave respiración somnolienta del bebé. Su voz se redujo a algo más ligero que un susurro.

Prometí absoluta honestidad en este diario, ¿verdad? Sí, lo hice...

Lo primero que pensé cuando vi al príncipe de Vegetasei parado en mi jardín, mirándome de arriba abajo con esos crueles ojos negros ardiendo sobre mi cuerpo, con esa... esa cruda y brutal lujuria animal... la primera cosa que pensé, incluso antes de pensar "¡hijo de puta!" fue... fue "hermoso".

Hermoso.

Y salvaje y peligroso y malvado y… Se interrumpió y soltó un pequeño suspiro tembloroso. La honestidad absoluta, ¿verdad? Cuando él puso sus manos sobre mí, me indigné y aterré... pero todo mi cuerpo pareció incendiarse. Y pude imaginarlo poseyéndome en la hora más oscura de la noche, nuestros cuerpos sudorosos moviéndose juntos hacia una super nova de clímax y…

Maldita sea…

Él lo vio. Sintió mi reacción hacia él y creo que... creo que es mi culpa que esto esté sucediendo.

Pero esto no es algo malo a largo plazo, ¿verdad? O incluso en el corto plazo. Mi esposo —y realmente va a ser mi esposo después de que despeguemos, no solo mi dueño que me ama— está dejando el negocio de los asesinatos en masa para siempre. Mi bebé no va a ser entrenado para ser una máquina de matar a sangre fría y seré libre. Así que... ¿qué hay de malo en eso? Ni una maldita cosa.

Después de esta noche, todo cambiará. Mi vida comenzará de nuevo.

Vamos, Karot-chan, vamos afuera y esperemos a Jisan Hiru.

El archivo de audio se apagó y la computadora de la cabecera hizo una señal sonora, lo que indicaba un cambio en el formato de archivo. Por supuesto, la siguiente sección no sería nada más que texto, casi un año de texto silenciado. Vegeta se sentó y jaló la pantalla del terminal a su regazo con lentitud mecánica. Escucharía y leería cada palabra, sin omisión. Era parte integrante de su deuda de sangre. Golpeó el comando ejecutar y leyó.

Lo mataré. Él va a morir lo haré lo haré.

Raditz está muerto mi bebé está muerto. Mi bebé está muerto mi bebé bebé mi be m

Un monstruo lo arrancó de mis brazos y lo aplastó. Él gritó cuando ocurrió se ha hecho daño

Mi bebe herido.

¿Estoy soñando? No puedo despertar. Soñé con el recuerdo de como Karot-chan pateaba mi vientre cuando estaba embarazada. He estado dormida desde que ocurrió

Fue como un accidente de autos. Sucedió muy rápido, sin ninguna advertencia o ceremonia, el camino a la catástrofe siempre te sorprende

Nos atraparon

El malvado príncipe y el monstruo cuando era pequeña mamá me dijo que los príncipes mataban a los monstruos

Nunca vi de donde vinieron. El gigante me agarró y me levantó en el aire. Se rio, luego arrancó a Karot-chan de mí e hizo un ruido de disgusto cuando vio que era un bebé. Mi bebé está muerto

Lo mató como si estuviera golpeando un insecto y lo tiró como un pedazo de basura. Oí a alguien gritarle muy enfadado. El gigante me soltó cuando el príncipe lo atacó. No sé por qué lo atacó. Pude ver a Raditz yacer muerto sobre la rampa de abordaje de la nave. Me arrastré hacia Karot-chan y traté de despertarlo. Después de un minuto o dos, decidí que debía estar durmiendo muy profundamente así que empecé a cantarle su canción de cuna, la que mamá me cantaba siempre. Alguien me hizo una pregunta y recuerdo levantar la mirada solo una vez para decirle al Saiyayín no Ouji que se callara, que no despertara a mi bebé. Entonces me fui a dormir. No me acuerdo cerrar los ojos.

Es más tarde. Estoy seriamente drogada ahora mismo.

Mientras estaba dormida, la Voz que me había hablado detrás de la voz de Kamisama me habló de nuevo, me dijo que sea fuerte, me dijo que mi largo y oscuro camino al fin llegó a mí.

Le respondí que se vaya a la mierda y que me devuelva a mi bebé.

Regresé de la tierra de la catotonía gritando. El personal médico me puso una inyección para que no destroce el lugar y a mí misma. Las esclavas de la casa me dijeron que estoy en la residencia de verano del príncipe, en alguna parte del mar occidental. Tenía este diario en la bolsa sujeta a mi cintura que llevaba cuando nos descubrieron, así que pensé en hacer algo más que sentarme y balancearme de adelante hacia atrás. La droga ha ayudado en eso, aunque no ha impedido mis reflejos motores. Esto me ha servido para tener presente que habrá tiempo para una crisis nerviosa después de que me escape.

Noira y Dusca todavía estaban en la nave cuando fuimos atacados y Hiru no había regresado aún. Debo averiguar que pasó con ellos y llevarlos conmigo cuando me vaya. Solo he tenido un curso intensivo de cuatro días con Hiru sobre como pilotear una nave espacial, sin embargo en este momento, me importa un bledo.

Pero tengo algo que hacer en primer lugar. El príncipe Vegeta va a llegar en breve, las criadas me lo acaban de decir. No puedo hablar, es por eso que estoy escribiendo esto, o tratando. El médico me dio algún tipo de relajante muscular vocal y no puedo ni siquiera decir pío. Le pregunté por qué y él bajó los ojos, y desvió la mirada. Creo que puedo adivinar el porqué.

He desmontado una gran variedad de máquinas de la villa mientras espero a que su Alteza llegue. He ensamblado un improvisado duplicado razonable de mi ki-supresor con la misma onda de energía que utilicé para aturdir a Bardock en Chikyuu. La onda de energía interrumpe los centros del cerebro donde reside el ki de un guerrero. Vegeta no Ouji va a llevarse el susto de su vida cuando arribe. Y luego cortaré su puta garganta.

No funcionó no lo mató él era demasiado fuerte. Él era tan fuerte.

Estoy escapando hoy. Nadaré a tierra firme si tengo que hacerlo. Me habré ido antes de que vuelva esta tarde.

Ahora sé por que me silenciaron

Me atrapó en menos de una hora me trajo de vuelta a su cassa de verranoo de vuelta a su camma

Mi bebé está muerto Raditz ha muerto mi bebé está muerto estoy muerta y esto es el infierno

Han pasado unos días que no se cuant ma de tres creo. Voy a tratar de nuevo de escapar hoy.

¡Puedo hacer esto! La teoría de la ruptura del ki es sólida, lo demostré cuando le disparé a Bardock. Solo necesito una fuente de energía más grande y un canalizador de energía más estrecho para una ráfaga más intensa. ¡No hay una mierda con qué trabajar en esta isla!

Fracasé de nuevo, pero solo en parte. Tomé su energía hasta el punto en que fui capaz de apuñalarlo en la mitad del hombro usando nada más que un atizador de acero. He cometido el error de no tener en cuenta la fuerza física inherente a los saiyayíns. La onda de energía tiene que ser totalmente debilitante para funcionar en alguien tan fuerte como él. Pero me siento alentada. No lo detuve, aun así, él terminó mucho más pronto y tuvo que tambalearse hacia Scopa antes de que se desangrara hasta morir. Scopa, Dioses lo amen, le explicó que debía pasar el resto de la noche en el tanque de regeneración, lo cual es bueno, ya que los intentos de asesinato parecen que solo lo encienden más. Antes de que me dejara esta noche, se inclinó y me dio un beso a la manera saiyayín, mordiendo mis labios con sus dientes.

«Mujer peligrosa», dijo despacio.

Las empleadas domésticas son un par de hermanas gemelas llamadas Batha y Caddi. Las dos son ansouseiyíns, como Noira y Hiru. Scopa es el personal médico y es un madrani. Las gemelas me pidieron esta mañana no usar más de sus aparatos culinarios. Ya he destruido su licuadora y el horno de ondas electromagnéticas más pequeño. Están preocupadas de que las deje sin nada para cocinar, y Batha finalmente me informó sin rodeos que si su comida no está lista cuando llegue en la tarde, ambas pueden besar sus culos y decir adiós. No tomaré nada más de las cocinas. Además, aún queda el maletín de cirugía de Scopa.

Todavía ningún éxito. Tenía algo muy prometedor, pero el "sujeto de prueba" es un hijo de puta muy rápido y creo que se dio cuenta de que el nuevo prototipo era una mejora del que consiguió apuñalarlo la última vez, así que lo aplastó. Ya han sido varios días. Scopa comentó que han sido varios días, de todos modos. En cierto punto perdí la cuenta. No he intentado realizar una fuga real en un tiempo. Creo que me he pasado el último par de días sentada mirando fijamente. La verdad es que no lo recuerdo. Quiero a mi bebé, quiero a mi mamá. Tengo que centrarme en matarlo y no solo escabullirme así nomás. Si lo hago, puede que no regrese nunca. Pero todavía lucho contra él, creo que moriré luchando contra él una de estas noches.

He dejado de comer. No puedo retener nada, así que Scopa me dio un sedante mezclado con algún tipo de hierba similar al cannabis que inhibe el reflejo de regurgitación. Se supone que no debe hacer eso a menos que mi salud este en peligro, pero sostiene que he perdido demasiado peso. El príncipe no quiere mis sentidos embotados, señaló Batha. No mientras él me está rompiendo, destrozándome. Supongo que es como se rompe un caballo para montar.

Wow, este es un buen sedante.

Batha y Caddi ayudan a Scopa a ponerme en el tanque de regeneración cada mañana. Son muy agradables. Les dije que deben escapar conmigo, que podríamos huir todos juntos.

La primera mañana después, las gemelas me acariciaron las manos y el rostro mientras Scopa acomodaba mi hombro, mi clavícula y mis costillas, y ponía la cabeza de mi femur de nuevo en el acetábulo de mi cadera. Me limpiaron mientras Scopa reacomodaba los huesos de mis muñecas. El tanque hace que todo, tanto la carne como los huesos queden como nuevos, pero no puede acomodar los huesos. Batha me contó que ella y su hermana fueron prostitutas de la guarnición cuando eran jóvenes, usadas por los soldados de escuadrón comunes, uno detrás del otro. Sobrevivieron. Me dijo que puedo sobrevivir.

Aseguró que soy muy afortunada como esclava de placer al tener solo un amo a la vez. Empecé a reír histéricamente a pesar de que no podía hacer ni un sonido.

Esa primera noche, no dejaba de pensar que no estaba sucediendo hasta el instante en que se empujó dentro de mí. No dejaba de pensar que podía hacer que se detenga. No pude hacer que se detenga, no pude hacer que no suceda. Él estaba encima de mí y entonces estaba dentro de mí y por todo mi cuerpo y no podía escapar o siquiera gritar para que se detuviera. Y tan pronto como terminó, estaba listo de nuevo. Duró toda la noche. Y su rostro... nunca se mostró enojado o cruel, solo excitado y realmente encendido. Estaba sonriendo la mitad del tiempo como un niño con un juguete nuevo o una mascota que había deseado durante mucho tiempo. Eso es peor que si me odiara y quisiera torturarme, solo soy una mascota que está entrenando a obedecer. Si me odiara, al menos sería una persona para él.

Batha me pidió hace dos días que dejara de luchar contra él. Afirma que me hace tanto daño porque está tratando de romper mi espíritu.

«Y con el tiempo», ella declaró, «lo hará. Te agotará hasta que tu mente y tu voluntad cedan y se rompan, niña. Entonces serás su "muñeca". Así solíamos llamar a las esclavas de placer que se rompían por completo, una "muñeca". Los saiyayíns caminan y conversan con sus esclavas de amor que viven para complacerlos. He visto a algunas de ellas incluso matarse a causa de la angustia cuando sus amos morían en alguna batalla o las hacían a un lado por una muchacha más joven».

«¡No puedo!», le hice señas, Batha y su hermana me enseñaron el silencioso lenguaje de señas de las cortesanas de Vegetasei, «él mató a mi bebé, mató a Raditz. ¡Todo para tenerme! ¡No puedo dejar que me tenga! ¡Sería como escupir sobre las tumbas de mi familia!».

Apenas acababa de salir del tanque y estaba mareada y aturdida. Siempre tengo que dormir una hora después de que el tanque drena para recuperarme totalmente. Ella sacudió la cabeza mientras me ayudaba a acostarme en la cama.

«Siento lo de tu bebé», dijo arropándome, «no puedo afligirme por el hombre que masacró Corsaris, pero la muerte del niño debe ser difícil de soportar».

Estaba tratando de parecer simpática, aunque pude ver en sus ojos algo frío y asesino que debió nacer dentro de ella durante sus años como prostituta de guarnición, que me afirmó que no habría tenido ningún problema moral con estrangular a un bebe mitad saiyayín en su cuna, solo porque era mitad saiyayín.

«Raditz me amó», le aseguré media dormida.

«Supongo que lo hizo», murmuró ella, «aunque nunca he oído hablar de tal cosa. Nunca he conocido a un guerrero saiyayín que no fuera una bestia violenta».

Raditz era un hombre, quería decirle, pero sabía que nunca lo entendería o querría hacerlo. Todos son simplemente hombres. Sería más fácil si fueran monstruos, pero no lo son. No son más que malas personas.

Me acarició la frente de la forma en que mi madre siempre solía hacerlo cuando tenía fiebre.

«Si quieres vengarte, Bulma... sométete a él. Es joven y tú eres la primera esclava de placer que jamás ha tenido en su casa. Ha soportado una gran cantidad de descontento de su padre y de su pueblo por tenerte, lo cual es una señal de que ya esta bastante obsesionado contigo. Cede a él, complácelo. En un mes o dos, tendrá que volver a la capital o se arriesgará a enojar a su padre aún más. Para ese momento, muchacha, podrías estar manipulando al pequeño bastardo para que haga cualquier cosa que le pidas. ¿Deseas matarlo, niña? ¿Quieres la oportunidad de matar al señor Nappa, quién mató a tu hijo?».

«¡Sí!», moví la boca. Habría gritado si pudiera.

«Tendrás acceso a todos los materiales de construcción de alta tecnología que necesites cuando volvamos a la capital», dijo en voz baja, «los conseguiré para ti así me cueste la vida. Puedes perfeccionar esa pequeña arma que casi le dio a una muchacha sin ki legible todos los medios para matar al guerrero más fuerte en este planeta. Puedes usarlo para matar a ese gran bruto de Nappa e incluso al príncipe a su debido tiempo. Luchar contra él cuando viene a ti es inútil, hija. Créeme, lo sé, pero hay otras formas de lucha».

Hui.

Podía ver la lógica en sus palabras, aun así, no podía hacerlo. ¡Simplemente no podía!

Descubrí el oxidado casco de un bote de mar por debajo de los acantilados en el extremo occidental de la isla, lo readapté y me marché sin esperar a ver si había viento o estaba en buen estado para navegar. Resultó ser ni uno de los dos. Entré en el mar unos cinco minutos en dirección al continente y luego recordé por que Scopa me había advertido de no intentar nadar. Los llaman alcaudones marinos, son una especie de cruce entre un tiburón y un lobo de mar. Recordé las películas de terror de cuando era pequeña, donde la cámara filma en primera persona mostrando las fauces abiertas de un tiburón asesino listo para tragarse a su víctima. Y pensé... pensé que no era tan malo ser comida para peces. Sería más rápido.

Se presentó en el último segundo y me salvó.

Me temblaba todo el cuerpo por la adrenalina de la sensación de haber abrazado en mi mente a la muerte en aquellos pocos segundos. Acepté eso con una cálida sonrisa de bienvenida. Y entonces fui brutalmente tirada de regreso al infierno de la vida.

«¿Por qué?», le pregunté en silencio, «¿por qué no pudiste dejarme morir?». Yo estaba llorando un poco. No lo había dejado verme llorar en mucho tiempo.

Entonces me tocó el rostro y me retiró el cabello de los ojos.

«No quiero que mueras», respondió en voz baja, luego miró hacia adelante, lejos de mí, y resopló lleno de rabia.

Y, oh, Dioses, reconocí esa mirada, esa combinación de gestos. Raditz siempre hacía lo mismo cuando sus sentimientos por mí lo avergonzaban. Y supe que Batha tenía razón cuando me dijo que podía manejarlo en uno o dos meses si quería.

Era una manera de encontrar a Noira y a su familia, de averiguar lo que le sucedió a Romayna y a Kyouka e incluso a Bardock. Y sabía que nunca conseguiría a Nappa, excepto a través del pequeño bastardo que incluso ahora echaba un vistazo furtivo hacia mi rostro, tratando de leer mis pensamientos.

Así que... simplemente me derrumbé contra él. Y me sonrió, su expresión era una mezcla repugnante de petulante triunfo y dulzura. Pensó que me había vencido al fin.

Cuando regresamos a la casa de verano, pensé, solo me tumbaré y dejaré que me tome, y tal vez si no lucho, no me hará tanto daño. Pero no estuvo satisfecho con solo usar mi cuerpo. Me quitó la ropa muy despacio; sus manos, su boca, su cuerpo trabajaron en mi en contra de la voluntad de este. Cuando me di cuenta de lo que estaba ocurriendo, que después de todas esas semanas de violación brutal, quería hacerme sentir placer, casi me rompo y comienzó a luchar contra él de nuevo. Pero no lo hice. Me mantuve quieta y lo dejé hacer todo lo que quisiera.

Y descubrí que hay cosas mucho peores que la violación con desgarro y la separación de huesos. Y es el placer bajo las manos del hombre que asesinó a mi familia y que me atacó salvajemente como un animal todas las noches durante dos meses.

Se tomó su tiempo. Fue suave, minucioso y cualificado, y tocó cada campana que tenía que tocar. Fue igual como había sido el primer día en mi jardín. Mi cuerpo se incendió bajo su tacto. Y cuando cerré mis piernas alrededor de su cintura y me moví con él, cuando me vine la primera vez con él dentro de mí, sentí que mi cordura se inclinaba sobre su eje y que casi se fractura en un millón de pedazos. Yo sé que pensaba que estaba siendo amable conmigo dándome placer como recompensa por "comportarme" ahora que tenía lo que quería de mí. Pero... fue peor, mucho peor, que tenerlo desgarrándome noche tras noche.

Me desperté esa mañana justo antes del amanecer y por primera vez desde que me tomó como su propiedad, yo no era un sangrante lío roto. Solo tenía un poco de dolor aquí y allá. Su brazo permanecía enredado alrededor de mí y su cuerpo acurrucado detrás mío en un abrazo de amante. Estaba sonriendo mientras dormía, con una sonrisa del gato que atrapó al canario de satisfacción absoluta. Me sumergí de nuevo en el sueño, lejos de la realidad y lejos de él. Y dentro del mundo de los sueños, vi el fantasma de Raditz con un agujero en el corazón, sosteniendo el cadáver de Karot-chan en sus brazos. Él me enseñó los dientes y pronunció una sola sentencia.

«¡Puta!», exclamó, «¡todo es tu culpa!».

Tenía razón, tenía razón. Si no le hubiera dado al príncipe ese destello de calor cuando me tocó, nada de esto habría sucedido y mi familia todavía estaría viva.

Me desperté sobresaltada y me encontré sola. La altura del sol decía que era casi el mediodía. Me levanté, salí corriendo de la casa en nada más que mi propia piel y me precipité tan rápido como pude hacia los acantilados en la cara occidental de la isla. Habría saltado si Scopa no me hubiera atajado. Batha y Caddi llegaron corriendo detrás de nosotros.

«¡No lo hagas, amor!», me pidió Scopa. Él lloraba y me acunaba en sus brazos mientras yo forcejeaba y arañaba para tratar de escapar a la dulce y bendita noche que me saludaba en la parte inferior de los acantilados. «¡No! No lo dejes vencerte», dijo, «hay vida más allá de esto, juro que la hay. Solo tienes que aferrarte y no dejarlo ganar. ¡Si renuncias, él te habrá vencido!».

Quedé inerte en sus brazos a los pocos segundos después de que él me diera otro sedante prohibido. Podía oírlos hablar a mi alrededor, pero sus voces parecían venir a través de un tubo hueco.

«Tienes que decírselo ahora», decía Batha molesta.

«Eso puede esperar hasta más tarde», le espetó Scopa.

«No puede esperar y lo sabes», Batha le aseguró, «por lo menos le dará un incentivo para mantenerse con vida hasta que su mente sea más fuerte. ¡Dícelo, muchacho!».

«Bulma», dijo él en voz baja, «¿puedes entenderme?». Asentí. «Nosotros tres, Batha, Caddi y yo, estamos encargados de cuidarte mientras el príncipe no está. Si mueres a nuestro cuidado, por cualquier razón, él nos matará. Y... hay una ley que todo esclavo debe saber. Si un esclavo en un determinado hogar se escapa, todos los demás son condenados a muerte».

Eran los últimos clavos en el ataúd de toda mi esperanza. No puedo escapar, ni siquiera puedo morir. Así pues, aquí me quedo esperando a que mi amo vuelva. Soy una puta, soy la obediente puta del Saiyayín no Ouji. Mi camino... mi largo y oscuro camino...

A la mierda con la desesperación.

Son tres horas desde que escribí por última vez. Las gemelas entraron en mi habitación hace un rato y se sentaron cada una a mi lado. Luego, literalmente, me dieron una razón para vivir.

«Quiero que escuches todo lo que voy a decirte antes de que consideres qué hacer después», indicó Batha, «queremos que construyas tu arma supresora de ki. Queremos que la perfecciones. Acabamos de recibir la confirmación de que se te dará cualquier material que necesites tan pronto como regresemos a la capital».

Me senté allí aturdida durante unos segundos, luego dije con señas una palabra:

«¿Clandestinamente?».

Batha sonrió y asintió.

«Hay una silenciosa revolución gestándose, querida. Puedes ser parte de ella si lo deseas. ¿No me equivoqué al pensar que deseas unirte a nosotros, ¿verdad?».

Empecé a llorar, la abracé y asentí con furia.

«Bien, prepararemos las cosas para que puedas comenzar tan pronto como regresemos a la capital», me aseguró Batha, «cuanto menos sepas por el momento, será mejor. Pero mientras tanto... la Red desea solicitarte una tarea más difícil. Esto es lo que al inicio nos ordenaron pedirte, antes de que descubriéramos tus talentos técnicos. Sé que deseas matar al príncipe y a Nappa. Basada en lo que te he visto conseguir con lámparas y aparatos de cocina, estoy dispuesta a decir que una vez que volvamos a la capital, serás más que capaz de lograr rápidamente la muerte de ambos. Nosotras, nuestros superiores en la Red, deseamos que permanezcas a su lado, al menos en cuando al príncipe se refiere. No queremos que Vegeta-ouji muera. Nosotros lo queremos sano y salvo, y sentado en el trono de su padre tan pronto como sea posible».

«¿Por qué?», moví la boca, fascinada a pesar de mí misma. Esto estaba empezando a sonar como una película de espías.

Batha sonrió.

«Vegeta-ou es frío, brillante y despiadado. Él no comete errores o toma un paso en cualquier dirección sin estudiarlo primero detenidamente. Como rey, es un gran hombre. Ha llevado a su pueblo a conquistar toda la galaxia explorada. ¿Pero el niño? Es joven, verde, impaciente, impetuoso y malcriado. Ahora bien, si papá fuera a tener un accidente desagradable en algún momento del próximo año y si estallara una rebelión declarada por toda la galaxia casi al mismo tiempo, bueno, un joven príncipe, no importa que tan fuerte sea, que piensa con su pene y su ki, es muy probable que cometa errores estúpidos y conduzca a su pueblo a la derrota en una guerra total. Así que... déjalo vivir, querida. Complácelo, halágalo, obedécelo, aprende sus estados de ánimo, sus hábitos, envuélvelo tan firmemente alrededor de tu dedo como puedas lograr. Puedes pensar que tu rostro y tu cuerpo son una maldición, hija, pero pueden ser armas poderosas. Aprende todo acerca de las actividades del consejo real, en especial sobre la planificación de purgas. El niño se sienta a la mano derecha de su padre todos los días o lo hacía hasta el escándalo que los involucró a Raditz y a ti. Él volverá a congraciarse con su padre muy pronto. El viejo monstruo adora al niño con locura. Si nos informas sobre un ataque de represalia anticipadamente, ¡puedes evitar que otro Corsaris suceda!».

Dije sí. Por supuesto que dije sí.

Lo primero que haré mañana, después de que él salga para ir a estallar con su ki cachorros y conejitos, o lo que diablos sea que haga cuando entrena, será empezar la elaboración de una lista de los materiales que necesitaré.

«Entiendo porque no puedo empezar a construir en serio hasta que volvamos a la capital», les comenté a las gemelas, «pero estoy en necesidad de algunas revistas técnicas, no, una pila de revistas técnicas. Quiero aprender tanto como pueda acerca de las tecnologías disponibles para mí. ¿Hay alguna forma de que puedas poner tus manos en algo así?». Kamisama, el aprendizaje y las ciencias de varios miles de planetas, de todo el maldito imperio. ¡Estoy salivando solo de pensarlo! Batha me dio un disco, la enciclopedia técnica generalizada de la biblioteca real del Colegio de Ingenieros en la capital.

Dijo que lo había sacado de la pequeña biblioteca de discos de Scopa en su maletín de cirugía.

«Es apenas una introducción», recalcó, sus labios formaron una amplia sonrisa ante mis ojos brillantes y sonrisa impaciente cuando casi arranqué el disco de sus manos, «te daremos más cuando hayas terminado con éste».

Mi cerebro se siente flácido. Ha pasado tanto tiempo desde que leí una revista de ingeniería o construido algo. ¡Esta riqueza de conocimientos pirateada de todos los planetas en el imperio es abrumadora! Terminaré de revisar este disco mañana, pero ya tengo algunas ideas adicionales al ki-supresor —necesito pensar en un nombre más digno para esto— que pueden ayudar a las personas con poco o ningún poder de pelea, planetas como Chikyuu, a tener la oportunidad de luchar contra un ataque de purga. El ki-supresor dará a planetas como Corsaris una ventaja cuando al fin se pongan de pie juntos y luchen por su libertad. Pero ¿cuántos planetas terminarán purgados o simplemente atrapados y quemados en el fuego cruzado cuando comience la rebelión?, ¿cuántos niños como el hijo de Jeiyce de Maiyosh, como mi hijo, serán asesinados por las acciones de sus padres antes de que esto termine?

Las palabras de Kamisama acerca de no ceder al odio vinieron a mí otra vez mientras estaba sentada al sol por la tarde, devorando toda la enciclopedia. Creo que ahora sé lo que significa. Me estaba advirtiendo de que no me desprenda de mi corazón. Que no llegara a ser fría, motivada y llena de una causa, porque no quedaba nada en mi interior, salvo el odio. Como Batha.

Algunas de las ideas que revoloteaban por mi cabeza, justo en esta primera lectura superficial de introducción generalizada a toda la tecnología que tengo a mi disposición ahora... algunas de las ideas que comenzaron a venir a mí eran aterradoras. Ideas de cosas que podría construir, algunas de ellas de pesadilla por su gran simplicidad, creaciones monstruosas de destrucción masiva que nunca pueden, que nunca deben ver la luz del día.

No es solo el viejo genio de la familia Briefs el que trabaja aquí en cualquier caso. Los madrani son la única raza que llegó a tocar la posibilidad de construir máquinas por encima del poder de pelea. Nadie en la galaxia conocida nunca en verdad ha explorado la idea de planetas siendo aplastados por máquinas, ni la idea de la exactitud comprimida de cañones laser de hiperluz que pueden hacer volar a un sol en átomos a años luz de distancia de… creo que puedes captar el punto. Esta civilización galáctica ha dependido desde tiempos inmemoriales, casi exclusivamente del poder de pelea de sus soldados para librar batallas. Así que, nadie ha pensado mucho acerca de las posibilidades de usar máquinas para que luchen por ti. Pero... la mente chikyuuyín no funciona de esa manera. Yo podría hacer que una máquina colapse un planeta desde su núcleo hacia el exterior, podría diseñar un cañón que mate una estrella a diez años luz de distancia.

Eso debe ser lo que Kamisama quiso decir. Que no debo dejar que el odio dentro de mí por todo lo que me ha pasado me lleve a la construcción de ese tipo de máquinas. No voy a ser un Oppenheimer, voy a recordar que Son-Gokú regresará y me va a necesitar, que los Dioses mismos me confiaron su cuidado cuando venga. Voy a construir solo armas defensivas.

La ciencia idraliyín de la refracción de la luz y la fuerza de la vida en el volumen veinte del disco, me dio una gran idea para un tipo de motor de invisibilidad que oculte a los niños y a las familias de los rebeldes. Así ya no habrá más hombres como Jeiyce que tendrán que perder lo que más les importa en la galaxia como castigo por defender lo que es correcto.

Antes de que me dejaran, Batha me explicó una cosa más. Scopa no es de la Red Roja y no puede saber nada acerca de esto. Él no las entregaría, pero es un devoto pacifista y nunca se unirá a nosotros. Y todo aquel, esclavo o libre, que descubra la identidad de un agente de la Red debe ser asesinado. Sin excepciones. Batha dijo que este tipo de secreto despiadado es la única forma en que la Red puede sobrevivir. Juré por el alma del Karot-chan que guardaría el secreto. No me gusta esto y los detendría si intentaran matar a Scopa, pero... ellos son la única alternativa que hay, por así decirlo. No se me ocurrió hasta después de que me dejaron, que la lógica progresión de la política de confidencialidad de la célula significaba que si hubiera rechazado su oferta me habrían matado también.

Voy a vivir. Tengo un motivo para vivir de nuevo mientras espero a que Son-Gokú llegue. Es duro, muy duro, no odiar a los Dioses por lo que han dejado que sufra y sé que mi oscuro camino no está nada cerca de su fin. Quiero asegurarme de que, en el tiempo de mi vida, nadie nunca más tenga que sufrir el tipo de cosas que he sufrido.

Y lo haré.

Ya han pasado cuatro semanas desde mi última entrada. He estado ocupada. Scopa me dejó descargar disco tras disco de la conexión de alta velocidad de cirugía conectada a la biblioteca imperial. Le conté que era la hija de un maestro tecnológico de una casa de comercio en mi planeta natal y que los manuales técnicos y las revistas son mi idea de la personificación del entretenimiento en material de lectura. Estaba tan contento de verme sonriendo y tomando interés en algo, que dijo que descargara lo que quisiera. Dioses, es un hombre confiado tan dulce. Batha no daba crédito a que revisara las publicaciones tan rápidamente. No sé por qué, no es como si tuviera algo más que hacer todo el maldito día, salvo estudiar.

Da miedo como en cualquier situación, no importa cuan horrible, puede instalarse el patrón de una rutina diaria. Me despierto cada mañana, a veces me despierta para un polvo rápido o dos antes de que vuele al continente. Scopa entra tan pronto como oye al príncipe retirarse, me examina y hace las reparaciones necesarias cuando se requiere. En estos días, por lo general no necesito nada más extenso que un soldador de huesos para una o dos costillas y un reparador de tejidos para las contusiones. La mayor parte del tiempo ni siquiera necesito el soldador de huesos. Quiero que me enseñe a usarlo.

Cuando eso queda solucionado, desayuno con Scopa y las gemelas, luego me voy a sentar en la playa rocosa y estudio hasta que él regrese en la tarde. Scopa por lo general sale y se une a mí al mediodía, y tenemos un pequeño almuerzo al aire libre. Él puede leer los labios, así que no tengo que escribir o hacer señas para conversar. Comemos y hablamos un poco de todo, de nuestras infancias, de nuestros planetas natales perdidos. Madran fue destruido cuando él tenía tres años. Ha sido un esclavo toda su vida.

Ayer, se suponía que debía darme una inyección de refuerzo para el silenciamiento.

Me preguntó si lo odio y yo estaba de verdad sorprendida.

«Te silencié», dijo en voz baja. Su rostro ámbar se retorció de angustia y me di cuenta de que eso había estado comiéndolo vivo por dentro. «Te he curado todas las mañanas para que él pueda tener el placer de romperte de nuevo por la noche. Lo sigo haciendo. Si me lo hubiera ordenado, habría tenido que… que darte el zumo afrodisíaco susaji o incluso… incluso…». Lo detuve poniendo una mano en su brazo.

«Si te hubieras negado te habría matado», le aseguré en silencio.

«Soy un cobarde», susurró, «no hay excusa para hacer el mal o ser cómplice del mal y decir: me han ordenado hacer estas cosas so pena de mi vida, ¡no hay ninguna excusa! He traicionado todo lo que siempre tuve por sagrado por salvar mi propia vida. He pasado toda mi existencia en el centro médico, Bulma. Fui entrenado como cirujano de trauma. Nunca se me ha pedido, en todos mis años como esclavo del imperio, hacer otra cosa que no sea curar a los heridos y cuidar de los no nacidos. Cuando... cuando el príncipe te trajo a esta isla, mandó a la administración médica que le enviaran a su mejor doctor...».

Y ellos te enviaron, finalice por él.

«Pensé que me quería como médico personal... para sí mismo», continuó Scopa débilmente, «él tiene una tendencia bien conocida de entrenar de forma peligrosa. Me sentí honrado. Cuando llegué aquí, me llevó a donde estabas sentada y vi que tu mente se había retirado por algún tipo de golpe emocional profundo. Me indicó que te despertara y te preparara para… para su uso. Te di una serie de estimulantes de choque suaves para que salieras de la crisis, luego que despertaste te sedé y te silencié, y... y simplemente te dejé para que él te… te…». Su respiración se detuvo en un suave sollozo. «No podía llevarte a un lugar seguro porque habría significado las vidas de Batha y Caddi ¡Pero debí haber hecho algo! Debí haber muerto antes de hacer lo que me pidió. ¡Fue la primera verdadera prueba para mi fibra moral y yo estaba demasiado asustado para hacer cualquier cosa!». Se arrodilló en la manta que siempre usábamos como mantel para el picnic mientras hablaba. Lentamente puso su rostro y sus palmas en el suelo delante de mí en una pose de tal sumisión absoluta, que me ahogue con mis propias lágrimas.

«Te ruego... te ruego que me perdones. No voy a comprometer lo que sé que es correcto de nuevo. No te pondré la inyección de silenciamiento, incluso si eso significa mi vida».

Mi mano tembló un poco cuando tomé la hipodérmica de la suya y la inyecté en mi propio brazo. Cogí sus hombros y lo levanté despacio hacia mí. «Si el efecto se disipa, él te matará», le dije, «y no dejaré que mueras por mí. No te responsabilizo Scopa, por favor no te acuses. No es tu culpa, es mía, todo esto es mi culpa». Algo en la forma en que le sonreí lo puso pálido de preocupación. Durante un segundo o dos, me vi a mí misma a través de sus ojos y retrocedí un poco. La frágil, angustiada y demasiado delgada muchacha que se reflejaba en sus ojos oscuros parecía que se balanceaba a lo largo del precipicio de la locura. Ella de ninguna manera se parecía a la mujer con una causa en que creí haberme convertido. Ella de ninguna manera estaba tan "bien" como creí que estaba.

«¡Esto es su culpa, Bulma!, ¡suya! ¡La muerte de Raditz, la muerte de tu hijo, la forma en que te utiliza, eso es su culpa, no la tuya! ¿Cómo es que puede ser tu culpa? ¿Porque eres hermosa? ¡Esa es la excusa del violador desde siempre y es una mentira!», exclamó mientras extendía las manos y me sacudía suavemente.

No podía contarle sobre el jardín, no podía hacerle ver que sabía que había invitado al príncipe a que me lleve cuando me tocó esa primera vez. Algunas cosas son demasiado vergonzosas para siquiera contárselo a otra alma viviente. Y si le hubiera dicho toda la verdad, el gentil corazón de Scopa habría intentado concederme algún tipo de absolución por mi pecado. No quiero ninguno. Sé que merezco todo lo que me ha hecho.

Batha y Caddi son agradables conmigo, pero he tenido tiempo para darme cuenta de que vigilan como el príncipe me usa noche tras noche con una especie de frío cálculo detrás de su simpatía y consuelo, sabían que si sobrevivía a la "ruptura" inicial, su causa tendría una leal y devota nueva recluta, colocada estratégicamente en la propia cama del príncipe de la Corona. Su causa, nuestra causa, es correcto, pero...

Batha tiene, debajo de la amable máscara sonriente que me mostró al principio, un implacable corazón tan duro como una piedra agata. Caddi es un estudio de introversión silenciosa, nunca me mira a los ojos... sin embargo, debajo de esa pose rota y hombros encorvados, es una mujer tan dedicada a su propósito como su hermana. En algún nivel profundo ellas pervirtieron sus corazones y su moral para lograr sus fines.

Scopa no es un luchador por la libertad. No es más que un buen hombre tratando de vivir en tiempos malos haciendo lo correcto. Y es mi amigo. Oh, Kamisama, es tan bueno tener un amigo otra vez.

Nos trasladamos de nuevo a la capital ayer. Él tiene una villa asombrosamente discreta en las colinas, con vista a la gran ciudad. Cargamos un aviador que de alguna manera todo el mundo había mantenido oculto de mí durante las semanas de mis intentos de fuga y volamos atravesando el sonido. Mientras observaba a Scopa y a las gemelas cargar sus pocas pertenencias personales y el miniequipo de operación quirúrgica, podría haberme pateado a mí misma por no haber pensado en la tecnología de encapsulación antes. Tiene casi innumerables usos para una fuerza rebelde perseguida que necesita viajar rápido y ligero. Elaboré los planos de diseño completos con el máximo de detalles prácticos a partir de mi memoria mientras volábamos y le di el chip de datos a Batha.

«Dale esto a tu líder de célula», le indiqué, «y después de que lo hayan construido y probado, dile que hay un infierno aún mayor de donde vino esto. He incluido una lista de suministros y materiales que necesitaré para empezar a trabajar en la pistola de ki, pero tengo que tener algún tipo de laboratorio para darles algo más complejo».

«Lo tendrás», declaró en un tono enfático.

Pasé las próximas horas leyendo en la terraza de piedra que daba a la región montañosa, escuchando el rugido lejano de las naves despegando y descendiendo en el puerto espacial del extremo oeste de la capital a lo largo de la costa. Dejando Vegetasei...

Estoy atrapada. Si me voy, causaré la muerte de todos los demás en la casa. Si muero, lo mismo. Si lo mato...

Le pregunté a Scopa lo que pasaría si hacía que pareciera un accidente. Se puso pálido y sacudió la cabeza. «No, Bulma. Incluso si tienes éxito, no se puede estar seguro de que no habría sospechas. La más diminuta desconfianza sería suficiente para que acabes despedazada por los inquisidores. Y el rey descargaría su dolor en cada esclavo de Vegetasei».

Así que, no puedo matarlo. Lo sabía de todos modos, es solo un sueño agradable. Todavía no, me dijo Batha. Entiendo porque necesitan que siga viviendo, porque es más valioso para los Demonios Rojos vivo que muerto. Por lo tanto, esperaré el momento, pero Nappa... es un asunto completamente diferente.

Ayer por la noche, el príncipe me presentó el zumo susaji. Scopa no lo mezcló por él, lo llevó a casa fermentado en una costosa botella de vino baya de oro.

Supo como aguamiel en mi lengua y él observó como obedientemente bebí la copa llena que me sirvió, esos ojos negros brillaban de la expectación. Pensé que solo era vino, su idea de un brindis de "bienvenida". Cuando terminé la copa, me dejó sentada en la mesa del comedor y se acercó a avivar las brasas del pozo de fuego con una pequeña sonrisa en sus labios. Lo seguí, preguntándome de que nuevo juego se trataba y que debía hacer. Se sentó después de un momento en un gran sillón de madera negra y me arrodillé delante de él. Volvió a sonreír mientras pasaba una mano por mi cabello, como un hombre que acaricia a un perro faldero. Tomé su mano y la bajé por mi rostro, sonriendo para mí misma, imaginándolo empalado en una cama de cuchillos mientras yo le extirpaba las entrañas con un bisturí filudo. No dijo nada ni hizo ningún movimiento hacia mí. Yo sabía el porqué, o creí saberlo.

No le tomó mucho tiempo comenzar a exigir que haga algo más que simplemente acceder y responder a sus avances. Después de un tiempo, empezó a querer que yo dé el primer paso, que haga algo, en lugar de solo tumbarme y cumplir. Me hice la tonta en eso, fingiendo que tenía escasas habilidades avanzadas en esa área. Lo creyó por supuesto, e incluso hizo un comentario desagradable sobre los guerreros de clase baja como Raditz que tienen poca idea de como complacer a una mujer. Salté sobre él y empecé a golpearlo con los puños desnudos cuando lo dijo, gritando en silencio que Raditz había sido el doble de su tamaño en todos los sentidos de la palabra, y nunca me lastimó ni una sola vez. Pensó que el ataque a puño limpio era hilarante, pero la idea de que yo me rebelara en su contra debido a sus calumnias hacia Raditz lo hizo enojar.

«Necesitas un recordatorio de cómo eran las cosas y cómo podrían ser de nuevo si no te comportas bien, mujer», siseó. Me dolió mucho esa noche. Solo se detuvo cuando se dio cuenta de que había roto mi columna y me estaba muriendo.

Pero por lo general, parecía contento de que yo pareciera ser sexualmente poco sofisticada. Creía que me enseñaba a medida que avanzábamos.

Besé la delgada piel de su muñeca imaginando que estaba cortada, que la sangre de su vida se derramaba hacia afuera. Puse ambas manos sobre sus rodillas, moví mi cuerpo entre estas, deslicé mis palmas por sus muslos y me dispuse a darle una mamada larga y minuciosa. Cada momento que lo pongo en mi boca significaba otro momento que no estará dentro de mí, haciéndome venir, haciéndome odiarme a mi misma y a todos los Dioses de la creación por darme esta pesadilla. Él siempre me hace venir una y otra vez, pero siempre me duele también, lo hace todas las noches, excepto la primera noche cuando me di por vencida. Es experto en lo que hace, pero en algún momento siempre pierde el control y, o bien fractura un hueso o me destroza por dentro por ir demasiado duro y demasiado rápido. En una buena noche, si tengo suerte, me hace daño al final en lugar de al principio. Si es al principio, entonces estoy con una suerte de mierda porque una vez que comienza, no se detiene. Puede pensar que retorcerme de dolor debajo de él es mi forma de disfrutar, pero al final, la verdad es que le importa un bledo. Aunque una vez se enfureció cuando dejé de moverme con él debido al dolor.

«¡¿Te estás aburriendo, mujer?!», gruñó y luego aumentó su ritmo y fuerza, y me dolió peor por haber parado.

Esa es una manera larga de explicar por que las mamadas se han convertido en mi especialidad. Comencé besando mi camino hacia sus muslos, pero él me detuvo y movió la cabeza.

«No me quieres todavía, no realmente», dijo.

¡Es obvio, idiota!, pensé. Me senté de nuevo con las piernas dobladas debajo de mi cuerpo, preguntándome que demonios quería ahora. En ese momento, el zumo susaji comenzó a surtir efecto. Era como volverse loca de insaciable deseo en el espacio de un instante.

Era como morir de hambre y oler carne asada justo en frente de ti, como morir y resucitar sobre una piscina de agua fría y limpia. Lo único que necesitaba, lo que anhelaba, era sexo. Mi sangre se sentía como si estuviera hirviendo, como si cada nervio de mi cuerpo hubiera sido excitado al borde de un estruendoso clímax que aún no llegaba.

Me sentía como un adicto chillando por una dosis. Salté sobre él, lista para arrancarle la ropa y hacérselo en la forma animal más inimaginable. No había ningún sentido común, ningún pensamiento, ningún odio, solo necesidad. Me empujó hacia atrás con suavidad unas cuantas veces más, sonriendo de satisfacción ahora, luego se levantó y se dirigió tranquilamente a la alcoba. Lo seguí aferrándome a él, el deseo dentro de mí crecía a algún tipo de ardiente combustión interna. Se desnudó y se acostó en la cama, pero él no me tomó por un largo tiempo. No hasta que me arrastré y le rogué con palabras silenciosas y lágrimas. Me dejó rogarle por mucho tiempo. Al final, se rio afectuosamente y abrió sus brazos para mí. Salté a ellos sollozando de alivio y lo hicimos como fieras en celo hasta el amanecer.

Me desperté esta mañana, ilesa, ilesa. Debo haber estado tan bombeada de adrenalina que fui casi un rival para él. Si me da el zumo otra vez, creo que, no, estoy segura de que mi mente se partirá a la mitad como una ramita. Saldré de vacaciones de forma permanente y no regresaré.

Si tengo que elegir, prefiero que me haga daño todas las veces. Cualquier cosa es mejor que el deseo que me hizo sentir anoche. Y la manera en que me hizo rogar fue peor que todas las violaciones combinadas.

Tengo un laboratorio y un taller. Las gemelas se llevaron mis planos de las cápsulas a quienquiera que le den la información, luego hacia arriba de la cadena de mando hasta el propio príncipe rojo, quien al parecer casi se mojó los pantalones de entusiasmo por las posibilidades de la tecnología de encapsulación. Ellos me trajeron todo lo que les pedí en el último par de meses, herramientas y materiales de contrabando en las cestas de lavandería y sacos de mercado. Scopa constantemente entra y sale de la casa a media mañana, tan pronto como termina de curarme en los días que lo necesito. El príncipe le dio permiso para trabajar en el centro médico durante el día, aunque siempre está disponible para mí o para el príncipe si se lastima mientras entrena, lo cual hace con frecuencia, he averiguado.

Scopa suele entrar por la puerta de la cocina para criados bien entrada la noche, así que nunca está alrededor para tener que ocultar mi trabajo. No sé co

Lamento eso. Él llegó a casa para un polvo rápido a la hora del almuerzo. Maldita sea. Tengo que tener más cuidado con este diario. Las gemelas, es seguro como el infierno que no saben sobre él. Lo habrían destruido y probablemente me matarían también. Harían parecer que me suicide. Eso les costaría las vidas y la de Scopa, pero desde que hemos regresado a la capital, he visto, un poco más cada vez, lo poco que valoran incluso sus propias vidas en cuanto a la Red se refiere. Sé que es una locura absoluta escribir este diario ahora, pero lo necesito desesperadamente. Es en memoria de Karot-chan, para que no sea olvidado que vivió y que lo amé, aun cuando esté muerta. Es un lugar donde puedo decir todos mis secretos y derramar todo mi dolor. No puedo hablar, pero aquí tengo una voz. Incluso si pudiera hablar, nunca sería capaz de decirle a alguien las cosas que he vivido. Aquí puedo. Y es una liberación escribir que estoy sobreviviendo, incluso si nadie lo lee. Creo que de un modo muy real, este diario impide que me derrumbe.

Me enteré hoy qué fue lo que les sucedió a Noira y a su familia. Scopa encontró a Hiru.

Él está trabajando fuera del centro médico como piloto transportador de naves. Está vivo. Noira y Duska están muertas. Vegeta explotó la nave con ellas en el interior después de matar a Raditz, de darle una paliza a Nappa y noquearme. No creo que supiera o le importara que había una mujer y una niña dentro. ¿Por qué habría de hacerlo? Eran menos que nada para él. Me senté y me balanceé de adelante hacia atrás, deseando poder hacerme llorar por ellas todo el día, un año y un día, pero no pude llorar. No puedo recordar cuanto tiempo ha pasado desde que lloré. Caddi vino y se sentó a mi lado llevando su labor de punto. Ella es una persona muy tranquila, deja que Batha hable y piense por ambas... o al menos eso creía.

Me contó con su voz susurrante que Hiru fue quien nos traicionó, que Nappa sabía o sospechaba que Raditz estaba planeando algo y capturó a Hiru cuando salía de la capital. Lo torturaron y no se rompió, pero cuando Nappa le aseguró que perdonaría la vida de su familia si hablaba... derramó sus entrañas. Caddi dice que ha sabido esto durante un tiempo, pero que él le pidió que no dijera nada por vergüenza, porque nos vendió a Raditz y a mí para salvar a su esposa y a su hija. No sé cómo se siente consigo mismo ahora. Caddi y Scopa me contaron que Hiru está lleno de unas horribles cicatrices a causa de lo que Nappa hizo con él. Físicamente desfigurado y es un silencioso fantasma de rostro inexpresivo del sonriente hombre de voz suave que una vez conocí. ¿Cómo puedo odiarlo? Si me hubieran ofrecido la misma elección, aunque quisiera mucho a Noira y a su familia, habría elegido la vida de mi familia en primer lugar. ¿Cómo puedo echarle la culpa por hacer lo mismo? Le pedí que le dijera que Scopa lo había encontrado por mí. Eso y que no lo odio, que me he afligido por Noira y Duska y que le deseo lo mejor. Ella respondió que se lo diría. También me reveló que es "uno de nosotros". Hiru ahora es de la Red Roja también.

No puedo escribir más y no puedo trabajar hoy. Tengo que ser capaz de sonreír cuando él llegue a casa en aproximadamente una hora. Dos muertes más que me debes, Saiyayín no Ouji.

Dudo que incluso recuerde matarlas, pero no lo voy a olvidar y se lo devolveré por mil antes de que esto termine.

Ya ha pasado un tiempo, lo sé. Hay mucho que hacer, demasiadas cosas que debo terminar lo más rápido que pueda. Noira y Duska me hicieron comprender que cada día que tardo en terminar mi proyecto, mueren más personas. Es invierno ahora y amargamente frío y mortal. Vegetasei es un planeta de extremos, inviernos asesinos y veranos plagados de sequías. Es incluso más frío aquí en el norte que los inviernos en Turrasht y eso es decir un montón. También es el tiempo del festival de invierno, por lo que el bastardo suele salir de fiesta hasta mucho después de la medianoche, lo que me da más tiempo para trabajar. El festival de invierno es una gran cosa aquí, una especie de carnaval empapado de sangre; en Turrasht solo implicaba invitar a tus amigos a beber, comer y cantar viejas canciones de guerra desafinando a todo pulmón en tu casa hasta que te desmayabas. Bardock era el único de toda la manada mortal con sonoridad para poder llevar una melodía.

Vegeta me compró un vestido forrado de piel, algo que estoy realmente contenta de tener. Es un cambio bienvenido a toda la trasparente y cursi gasa de mierda que me ha dado. Además de todos sus otros defectos, tiene un pésimo gusto para la moda. Me pongo todas las cosas que me da una vez por complacerlo, las echaría al incinerador si él no las destruyera primero cuando las arranca de mí. Estoy cerca de terminar la pistola de ki.

Necesito una prueba de campo pronto, quiero probarla en Nappa. Le pregunté a Batha sobre esto y me respondió que vería si podía ser arreglado. ¡Dioses, no puedo esperar! El arma tiene una configuración de dos tipos. La primera es una onda de energía que fractura el ki objetivo, el segundo disparo es la alta concentración de un cañón miniextensor. En otras palabras, el segundo disparo salpica el cerebro del objetivo por toda la pared detrás de él, ya que ahora no tiene ningún escudo ki para protegerlo.

Estaba equivocada sobre el zumo susaji, me lo ha dado tres veces desde la última vez que escribí. Mi mente no se rompió, solo lamento que no fuera así.

Cuatro semanas desde que escribí por última vez. No estoy siendo muy fiel, pero literalmente no tengo tiempo. Diseñe el escudo de invisibilidad a una hora de empezar el proyecto, aunque tardé más tiempo en averiguar como podría extenderse a todo un planeta y como lo equiparía con un camuflaje holográfico mórfico que también pueda dar la imagen fantasma de un planeta despoblado a demanda, y por lo tanto, se pueda utilizar para ocultarlo por completo del espectro visible o para camuflar algo para que luzca inocuo, o como una cosa completamente distinta. Tres configuraciones diferentes. Sufrí un problema inesperado con la pistola de ki y volví hacia el proyecto del escudo protector para dejar que los problemas se filtren en mi cabeza. Y descubrí que el escudo de camuflaje era tan simple de construir que solo se necesitaron dos días para diseñarlo. Le entregué los planos a Batha ayer y le dije que se lo diera a sus superiores para probarlo y replicarlo. También le recordé mi "tarifa" por eso.

Se me ocurrió hace solo un par de días que soy un producto increíble para la Red y que estoy en condiciones de pedir algo a cambio. Quiero irme de este planeta. Le indiqué que le diga a sus jefes que esto es solo una fracción de lo que podría producir si estuviera libre... en una base rebelde en algún lugar, sin la distracción de tener que prostituirme con el Saiyayín no Ouji.

«Si ellos te mueven, sería el final para Caddi y para mí», me aseguró.

La miré boquiabierta. «Ellos pueden sacarlas también», sostuve nerviosa.

«No lo harán», contestó, «nuestras vidas no valen la pena para arriesgar a exponerlo todo. Si desaparecemos sin dejar rastros habrán preguntas. Incluso si pudiera ser arreglado, ¿abandonarías a su suerte a Scopa, Bulma? Él no es de la Red Roja y no puede, bajo ninguna circunstancia, ser sacado. Y si escapas, perderá la vida.

Le dije que les diera los diseños a sus jefes y que les informara que quería conocerlos. Que no aceptaré nada menos que los cinco dejemos Vegetasei juntos, Scopa y Hiru incluidos. Ella me respondió fríamente que me daba las gracias, pero que se quedaría, quizás de incógnito... Le pregunté por qué. Contestó que quiere estar en Vegetasei y verlos a todos morir cuando la revolución al fin ataque el planeta natal saiyayín. Quiere estar aquí para verlo.

No puedo juzgarla. Creo que mi odio es igual de grande, solo que más centralizado, dirigido a personas en lugar de a toda una raza. No odio a Romayna, no odio a Raditz ni a Kyouka ni a la pequeña niña de Celipa, Anyan. Bardock y su escuadrón son otro asunto, pero eso es debido a lo que han hecho, no por lo que nacieron siendo.

No he explicado mi laboratorio, ¿verdad? Está en una habitación de huéspedes vacía.

Decapsulo todo el material de trabajo dentro de la habitación de invitados cuando voy a trabajar. Entro después de que se marcha en el día o luego de que salgo del tanque después de una mala noche. Batha y Caddi vigilan por si regresa de manera imprevista. Si lo ven volar, me avisan y yo encapsulo todo de nuevo. Hacemos simulacros de velocidad casi todos los días. El pensamiento de construir las cosas que estoy creando justo debajo de su nariz es muy agradable.

Ni una palabra del líder de la célula de las gemelas todavía. Ya han pasado dos semanas desde que les di la tecnología de invisibilidad. Han sido dos malas semanas, un mes malo de verdad. Los súbditos de Vegeta son un pueblo que valora el honor personal altamente y el asesinato de Raditz por algo tan trivial como una puta ha enojado a una gran parte de los nobles.

Bien por ellos. Al parecer le han hecho la vida imposible por eso de una cantidad de maneras sutiles, en todas esas fiestas a las que ha estado asistiendo durante el invierno.

¿Adivina con quién se desquita? No con golpes, no sobreviviría a eso. Me podría matar con un golpe poco entusiasta. Solo ha sido realmente rudo, me usa más duro porque se siente frustrado y enojado, aunque el efecto es casi el mismo. Estoy pasando casi todas las mañanas en el tanque. Es extraño como nunca en realidad me golpeó. Uno pensaría que sería de ese tipo, ¿no es así? Caddi me dio una larga y sobreintelectualizada explicación acerca de eso y de porqué las élites están tan enojadas por la muerte de un hombre del que todos estaban ferozmente celosos hace un año.

No tienen leyes contra el asesinato, por lo que el guerrero más fuerte tiene todo el derecho de matar al más débil. Pero el asesino debe tener presente que habrá un ajuste de cuentas con los hermanos de escuadrón y la familia de a quien asesina. Esta es la forma de Vegetasei de instruir a su joven príncipe de que no puede salirse con la suya comportándose de manera deshonrosa y no sufrir las consecuencias.

En cuanto al hecho de que él nunca me golpeó, ella aseveró que nunca lo hará. Es deshonroso golpear a un débil con los puños como si él o ella estuvieran a la par. Solo se golpea a otro guerrero. Pueden explotar a los débiles con una ráfaga de ki o aplastarlos fuera de su camino, pero nunca golpearlos.

Así como no hay leyes contra el asesinato, tampoco no hay leyes contra la violación.

Romayna me dijo eso hace mucho tiempo. Tienen la misma actitud hacia la violación como hacia el asesinato. Si eres fuerte, no te pasará. Si deseas tener a otra guerrera y eres más fuerte que ella, es tu derecho, pero es mejor estar seguro de que estás a la altura de sus amigos y familiares si vienen después por ti. Todo el tema de la violación es una especie de cosa confusa en la psique saiyayín, comentó Caddi. Sus instintos naturales y rituales de apareamiento son todos violentos. La diferencia es que a las mujeres saiyayíns les gusta que las tomen de forma violenta cuando están en celo y en general cuando no lo están. Su cultura rinde culto a la fuerza tanto que ser dominadas por sus pretendientes las excita. Cuando los saiyayíns se mezclan sexualmente con otras razas, saben desde un punto de vista intelectual que lo que están haciendo es una violación, pero sus instintos y su comportamiento arraigado les dice otra cosa.

«¿Los estás disculpando?», le pregunté con frialdad.

Ella sacudió la cabeza ligeramente. «Solo trato de hacerte ver que ellos son lo que son, niña», ella me miró a los ojos, algo que casi nunca hace con nadie, ni siquiera con su hermana, «son bestias, Bulma-chan, todos y cada uno. Cuanto antes dejes de pensar en ellos como individuos que tienen almas y corazones, será mejor. Tu Raditz asesinó planetas llenos de personas, querida. Sé que pueden ser amables cuando les conviene, pero la representación más real de lo que son es la forma ózaru. Una loca bestia asesina. Eres una chica de buen corazón y no deseo que caigas en la trampa de pensar que se puede cambiar a ni uno de ellos. Son lo que son».

Me levanté y salí de la casa. No podía pensar en un argumento contra sus palabras, aunque sabía que estaba equivocada. Hice algo que nunca he hecho. Fui a dar un paseo por las colinas detrás de la casa. Hacía mucho frío y mis mejillas todavía estaban agrietadas por una mañana pasada en el tanque de regeneración. No sé cuanto tiempo caminé, pero en algún momento alcé la mirada hacia una pequeña mancha que volaba tan alto en el cielo que apenas la pude distinguir, giró bruscamente e hizo una línea directa hacia mí.

Aterrizó con tanta fuerza a mi lado, que produjo agujeros en la suave tierra bajo sus botas.

«Bardock», moví la boca. Me sentía débil.

Se me quedó mirando sin hablar, observando los cambios en mí, los ojos hundidos, la palidez enrojecida por las secuelas del tanque de regeneración. Su rostro era como una roca en blanco, pero sus ojos estaban llenos de... de tanto dolor.

«¿Cómo estás, niña? Me alegra que estés viva», dijo después de un momento de silencio.

Me ahogue en todos los recuerdos ante la vista de su semblante, de lo que su sola presencia invocaba. Caí de rodillas y aparté mi rostro de él, sofocada por una ola ardiente de vergüenza, porque su hijo y su nieto habían muerto, pero en cambio, yo he vivido y servido a su asesino como su puta. Podía sentir la gruesa hierba robusta debajo de mis dedos. Era fuerte como para sobrevivir a estos duros inviernos aquí en el norte. Él estaba de rodillas delante de mí sacudiendo mis hombros ligeramente. Alcé la mirada hacia él, todavía sin lágrimas. No había llorado en mucho tiempo, ni siquiera cuando me enteré de lo de Noira y Duska. Me di cuenta con una especie de terror sordo de que había dejado de llorar por completo hace meses.

«Te sacaré de aquí ahora», afirmó, su voz era áspera. Empezó a recogerme en sus brazos y le rogué que se detuviera. «¡Voy a terminar lo que empezó Raditz y te sacaré de este planeta!».

«No», dije sin voz mientras negaba con la cabeza.

«¿Por qué? Porque si te escapas o mueres va a matar a todos los demás esclavos en la casa, ¡me importa un demonio los demás esclavos de su casa, niña!», bramó Bardock.

Yo no podía, no quería vivir con la vergüenza de haber sido la razón por la que murieran, no podía matarlos como maté a Raditz y a Karot-chan. Grité en silencio y repliqué «¡a mí sí!», él me sacudió tan violentamente que mis dientes se sacudieron, después me tiró hacia adelante para enfrentarlo, con el rostro tan sombrío y furioso que casi vuelvo a gritar.

«¿Quién destruyó Chikyuu?», él gruñó en voz baja.

«Tú», respondí.

«¿Y a quién odias en nombre de tu planeta muerto?»

«¡A ti!»

«¿Quién mató a tu hombre y a tu hijo?»

«Vegeta», escupí.

«¡¿Y quién es el culpable de sus muertes?, ¿quién los mató, niña?!»

«¡Vegeta!,» grité en silencio, «¡Vegeta! ¡Vegeta! ¡Vegeta!».

«Vegeta, tú no», él concordó.

Miré su rostro y vi a Chikyuu arder debajo de nosotros desde su vaina espacial, vi una vez más como el rostro de Son-Gokú había sido un espejo del de su padre, recordé como el cabello de Karot-chan había estallado en el mismo patrón exacto del de su abuelo... y empecé a llorar. Todo lo que estuvo encerrado dentro de mí por meses, se vertió fuera cuando lloré contra su pecho. Odio a Bardock, lo odio, pero el significado de eso no tenía nada que ver con las palabras.

«Yo quemé sus cuerpos juntos sobre la pira de piedras en la cima del pico más alto de Turrasht», me dijo cuando por fin me calmé. Estaba tan agotada por la liberación que casi me dormí en sus brazos, suspiré suavemente y comencé a llorar de nuevo, esta vez más despacio.

«Vive», me pidió después de otro largo espacio de tiempo, «Vive si puedes. Él se cansará de ti con el tiempo. Cuando te deje a un lado, te tomaré como mía. Le juré a Raditz que cuidaría de ti si moría, el juramento todavía me ata. Te liberaré o te mantendré a salvo en mi finca. Lo que sea que quieras. Te daré otro hijo si lo deseas». No había nada remotamente sexual en lo que quiso decir con esa oferta. Él no piensa en mí de esa manera. Piensa en mí... piensa en mí como su hija. Lo odio. Siempre lo odiaré, pero en algún lugar a lo largo del camino, en algún momento, se convirtió en familia... el abuelo de mi carne y sangre. No podía decirle que sabía más allá de toda sombra de duda que Vegeta no me dejaría ir. Nunca. Me liberaré de él un día, de eso no tengo ninguna duda, pero solo cuando uno de nosotros, Vegeta o yo misma, haya matado al otro.

Tenía que volver. Me puse de pie y él se levantó de donde había estado arrodillado sosteniéndome por lo que podrían haber sido horas, si alguien nos veía, él seria asesinado.

«Kyouka es parte de mi escuadrón ahora, está cortejando a la mocosa de Toma. Romayna se encuentra estacionada en Arbatsu».

A pesar de todo, a pesar del hecho de que acababa de sacarme de una espiral de locura impávida, que me sanó de una manera que todavía no puedo siquiera medir, sin embargo, estaba contenta de que Romayna no lo hubiera aceptado de nuevo. Que todavía estuviera pagando por la muerte de Chikyuu. Me puse de puntillas y lo besé en la boca castamente.

Él sonrió con tristeza.

«Tengo muy poco por lo que vivir en estos días. Si me necesitas, llama. Vendré».

Asentí.

Casi terminé la pistola de ki. Batha me informó que no se ha sabido nada todavía acerca de mi solicitud. Ella y yo tuvimos un altercado... hace unos días y hoy fue la primera vez que hemos hablado desde entonces. Está furiosa por mis paseos matinales diarios en las colinas, me aseguró que seremos todos asesinados si Vegeta me encuentra revolcándome con Bardock. ¡Me gustaría saber cómo en el nombre de los Dioses sabe de ese encuentro casual la semana pasada! Le contesté haciendo señas que hace ocho días fue la primera y única vez que he visto a Bardock en casi un año. Ella no me creyó y luego... luego sostuvo que «nunca había visto una puta con un sabor tan fuerte para la verga de los monos». Agregó que parece que estoy realmente muy bien metida en mi trabajo caluroso en el lecho real desde hace un mes, casi demasiado para creer que en realidad no lo estoy disfrutando.

Sé lo que la carcome. Descubrí hace un tiempo que la manera de evitar el uso del zumo susaji era darle lo que en verdad deseaba cuando me drogó. Entusiasmo. La apariencia de pasión y afecto. Aprendí que si literalmente saltaba sobre él tan pronto como entra por la puerta unas cuantas veces a la semana, lo arrastro hasta el dormitorio incluso antes de que haya comido su cena y follo hasta volverlo loco unas cuantas veces, no utilizará el susaji en mí y tiende a ser más suave conmigo.

Le grité sin voz que era la peor clase de estúpida perra amnésica si pensaba que alguna vez lo querría, aunque por dentro estaba temblando de vergüenza por la forma en que siempre, siempre, siempre me da placer. Caddi y Scopa tuvieron que separarme de ella. Esa fue mi primera pelea de chicas desde el tercer grado.

No puedo odiarla. Sé lo que ha vivido y que nuestras cicatrices, las mías, las de Caddi y las suyas, todas se muestran de diferentes maneras. Ella está empezando a odiarme porque amo y odio a los saiyayíns como personas, no como un todo.

Estoy muy contenta de haberme encontrado con Bardock. Estoy muy contenta de que pude llorar por mi hijo y por todas las otras personas que he perdido otra vez. Si hubiera dejado de llorar para siempre, creo que estaría en camino de convertirme en alguien como Batha. Y eso es peor que estar muerta.

Me desperté esta mañana con un silencioso grito de terror, al oír el sonido de las voces de los hombres en el salón del pozo de fuego. Una era de Vegeta, la otra... la otra era horriblemente familiar, pero no pude ubicarla. Me levanté y me bañé, se me escarapeló la piel de la nuca mientras escuchaba la muy débil conversación. Era justo después del amanecer. El visitante debía tener importantes noticias para venir a despertar a Vegeta en su propia casa. Me sequé, peiné mi cabello con rapidez y escuché atentamente mientras me vestía.

«¿No tienen idea de quién los ha estado suministrando?», Vegeta estaba diciendo en un tono grave.

«Mousrom tiene algunas sospechas», declaró la voz más profunda del hombre mayor. Me quedé temblando con el cabello húmedo y el cruel contrabajo del huésped de Vegeta envió otra oleada de hielo por mi espalda, «pero no podemos movernos hasta que estemos seguros. Si golpeamos el objetivo equivocado, volverán a huir y estaremos donde comenzamos la caza una vez más». ¿Era este el rey, tal vez?, la voz de Vegeta sonaba... cómoda. Fácil.

No afectuosa, en absoluto, aunque…

«¿Y no quedó nada cuando llegaste?», Vegeta sonaba abiertamente escéptico.

«No podrían haber tenido más de una hora de aviso, Oujisama», el hombre mayor gruñó, «sin embargo, no encontramos nada. Ni siquiera dejaron sus provisiones detrás».

«Voy a bañarme y te seguiré al consejo», dijo Vegeta de modo cortante.

«Lo esperaré, con su permiso, mi príncipe».

Me lancé fuera del cuarto de baño todavía a medio vestir antes de que Vegeta llegara, hacia la cocina, para encontrar a Caddi casi terminando de preparar el desayuno. Hoy era el día de mercado de Batha. Podía escuchar a Caddi dar vueltas en el sótano de la despensa y empecé a comer del plato que ella estaba a punto de llevar. La acústica para escuchar lo que se decía en la sala del pozo de fuego era mejor en la cocina, al menos para los oídos chikyuuyíns. Los ansouseiyíns tienen una menor capacidad auditiva, lo que significaba que Caddi probablemente no había oído nada de la conversación fuera. Cuando levanté la vista de las tiras fritas de spor-cerdo que estaba comiendo, me encontré cara a cara con Nappa.

Nappa.

Estaba a solas con el hombre que había matado a mi bebé y mi pistola de ki se hallaba encapsulada en el dormitorio de las gemelas. Él debió haber olido la comida y vino a tomar un bocado rápido antes de que Vegeta estuviera listo. Entonces... me volví loca, supongo. No sé cómo mi mente pasó del terror a la rabia animal sin sentido en un instante, sin embargo, lo hizo. Sus ojos viajaron sobre mi cuerpo a medio vestir en una evaluación codiciosa.

Me arrojé sobre él.

No sé cómo lo hice, pero, por otro lado, no sé cómo sobreviví el año pasado tampoco. Le arañé el rostro, extrayendo sangre y él gruñó como un perro rabioso enfurecido. No pensó en lo que hacía, aunque por otra parte tiene fama en todo Vegetasei de ser un idiota brutal, incluso para los estándares saiyayíns. Dio un paso adelante y me apretó contra el aparador, me agarró por los hombros, me levantó en el aire y se preparó para aplastarme contra la pared. En el instante en que me tocó, me congele de terror absoluto, el súbito recuerdo vívido de las muertes de Karot-chan y de Raditz desgarraron mi mente… justo cuando Vegeta entró por las puertas giratorias de la cocina.

Fue como la escena de una película. Él estaba estupefacto, su rostro se puso lívido y Nappa palideció a color tiza. Después arrojó al hombre más grande por la ventana abierta de la cocina y luego lo golpeó de modo infernal mientras yo observaba. Él incluso me "consoló" después con un brusco «¡nadie puede tocar lo que es mío!» y le dio un rápido mordisco a mi labio antes de salir afuera para patear a Nappa de vuelta a la conciencia.

«Él no lo va a matar por ti», me dijo Caddi desde la puerta de la despensa en silencio.

«Él podría», sostuve, «con el tiempo».

Ella se movió para estar a mi lado mientras yo me asomaba por la ventana hacia donde Vegeta ahora estaba inclinado sobre el hombre grande.

«Observa», indicó.

Observé. Lentamente Vegeta saco a Nappa de su tambaleante posición sentada.

«Viejo tonto», dijo sin ningún tipo de ira en su voz.

El hombre grande se rio y escupió una bocanada de sangre. Se tocó el lado de la cara donde mis uñas lo habían arañado y sacudió la cabeza divertido.

«Le pido perdón, mi príncipe. Ella se lanzó sobre mí con esas pequeñas garras al descubierto y perdí el control».

«Está bien», rio Vegeta, «ella se ha roto, aunque solo lo suficiente para obedecer... apenas. Me enseñaste hace mucho tiempo que una esclava de placer debe ser completamente rota, pero me he dado cuenta de que un poco de voluntad y espíritu hacen el juego más interesante en la cama». Se agachó, tomó la mano del hombre grande y tiró de él a sus pies

«Ven, sensei, mi padre nos espera».

Se lanzaron hacia el cielo y una ráfaga de la fuerza de su partida me alborotó el cabello.

«Nappa ha sido su cuidador desde el día de su nacimiento», Caddi sacudió la cabeza, «él lo golpeará hasta dejarlo sin sentido, lo noqueará hasta el punto de la muerte en un ataque de ira, pero nunca matará a Nappa. Tanto como su especie son capaces de cuidar unos de otros, él ama al gran bruto».

Eso sonaba cierto, pensé. Parecía verdad después de escuchar la voz de Vegeta cuando habló con Nappa, después de ver como se había controlado justo antes de entregar el golpe mortal. Eso está bien para mí. No quiero que nadie más mate a Nappa, salvo yo.

Pero fue bueno verlo golpearlo y será bueno ver la cara de Vegeta cuando mate a Nappa. Nunca ha perdido a alguien que ama, creo. Imagino que la corta lista incluyen solamente a Nappa y a su padre. Si tuviera mi deseo, desearía un juego de oscuras y vengativas esferas del dragón, desearía que el príncipe de Vegetasei sufra todo lo que me ha hecho sufrir antes de morir.

Perdóname Kamisama, perdóname Supremo Kaiosama. No tengo la fuerza o la serenidad para dejar de odiarlo y dudo que alguna vez la tendré.

Descubrí por qué Nappa llegó a la villa para convocar a Vegeta con tanta urgencia hace unos días. Tubolsei es… era… un planeta base de los Demonios Rojos. Una fuerza de ataque saiyayín cayó sobre ellos con todo lo que tenían y no encontraron nada, salvo una ciudad prefabricada abandonada y unos compactadores de basura. Ellos fueron advertidos por alguien en el portatropas saiyayín mismo, uno de los técnicos ingenieros madrani. Toda la tripulación fue ejecutada sumariamente, pero la base... la base tuvo menos de dos horas de advertencia y logró ser evacuada por completo. ¿Adivinen cómo? ¡Las cápsulas son tus amigas, Jeiyce! Él al parecer les dio la mejor utilización posible y me siento... Dioses, me siento tan feliz. Como si hubiera salvado las vidas de todas esas personas yo misma, lo cual, de cierta manera, hice.

¿Esta es la razón de todo el infierno que he sufrido?, ¿el grandioso plan? Sigo buscando algún tipo de razón, algo que le dé sentido a este último año de mi vida, porque si no hay ningún sentido para lo que he vivido, si pensara que…

No puedo pensar en eso.

No lo haré.

Está subiendo la temperatura, un poco más cada día. Todavía sigue haciendo frío por la noche, pero el sol del mediodía se sentía bien en mi rostro. Y ayer me encontré con algo que no había estado allí antes. Flores de principios de primavera, una docena de diferentes tipos de flores autóctonas que se despliegan al calor del día y que se enroscan en floración protectora cuando la tarde se hace más fría. Rosas, azul bebe y violetas profundo estaban alfombrando las colinas a mí alrededor con sus colores.

Corrí de vuelta a la villa y traje una pala y algunas de las ollas de arcilla para pan de Caddi. Pasé todo el día moviendo los azulejos de piedra de la cubierta detrás de la casa y replantando las flores silvestres en el jardín. Es pequeño, pero pueden crecer. Olía como a casa, a mamá y su jardín, y el rico y suave suelo bajo mis dedos se sentía como si brotaran cosas verdes. Estaba tan absorta en mi trabajo que no lo oí llegar a casa. Se puso de pie en la puerta trasera del salón del pozo de fuego que conducía a mi nuevo jardín y me observó por un largo tiempo antes de hablar.

«Estas sucia», dijo con suavidad.

Alcé la mirada sorprendida, casi no reconocí el sonido de su voz. Era tan gentil. Lo miré recelosa desde detrás de mi dulce sonrisa de bienvenida de muñeca, preguntándome como iba a reaccionar a mi pequeño proyecto. Se agachó y tomó mi rostro en un mano con una extraña media sonrisa.

«Hoy pude percibir la fragancia de la primavera en el aire, pero tú saliste y me la trajiste... es muy hermoso». No sé si se refería a las flores o a mí. Limpió una mancha de suciedad en mi nariz... y luego frunció la mirada desconcertado. Parecía casi confundido, como si estuviera tratando de entender una experiencia o una emoción que nunca había experimentado y para la cual no tenía un nombre. Y de repente supe, "supe", que estaba tratando de definir el tierno sentimiento que debió inspirar ese suave gesto.

Kamisama, que lamentable.

Está empezando a cuidar de mí y ni siquiera entiende lo que está sintiendo.

«Vamos al baño y a la cama, pequeña flor de lodo», dijo entonces y me levantó como a una niña, me llevó al cuarto de baño, me bañó, me secó y me acostó en la cama. Luego me tomó lenta y suavemente, solo una vez, antes de quedarse dormido, todavía dentro de mí. Permanecí con él entre mis brazos y con su cabeza apoyada en mi pecho, sintiéndome sorprendida.

Podrías estar manejándolo dentro de unos meses, oí a Batha decírmelo otra vez.

He estado empujando los límites de lo que puedo conseguir que haga, de lo que puedo manipularlo a hacer, pero... manejarlo no es suficiente. Y no es el límite de lo que lograría aquí. Puedo hacer que me ame, nunca lo creí hasta anoche, nunca pensé que sería posible que cuidara de alguien que no sea él mismo.

Voy a trabajar muy duro para ser la más agradable, perfecta y preciosa cosa en su vida. Quiero que me ame, esa grieta en su armadura anoche me asegura que es posible.

Voy a hacer que me ame y entonces que Kamisama tenga piedad de él, porque yo no tendré ninguna.

El archivo de texto se desplazó a su fin. Vegeta se puso de pie tambaleándose y se trasladó al dispositivo de incineración. Se dobló y vació los magros contenidos de su estómago en el contenedor. Cuanto tiempo estuvo leyendo, no estaba seguro. Era vagamente consciente de que Coran llegó una o dos veces para tocar la puerta de forma respetuosa.

Él no había respondido.

Voy a escucharlo todo, amada... No voy a darte la espalda.

Se recostó de nuevo en la litera y puso el archivo de audio en modo de reproducción para que siga hasta el final.

¡Hola! Esta soy yo, hablando otra vez. Estuvo a punto de no pasar. Decidió hace una semana que quería interrumpir el silenciamiento. Lo primero que salió de mi boca para él —o casi la primera cosa— por poco consigue silenciarme de nuevo, e incluso eso fue alentador de cierta manera. La razón por la que estaba tan enojado es porque lo hice sentir... no culpable, sino algo lejanamente relacionado con eso. Él tiene una baja tolerancia a escuchar cualquier cosa que lo haga sentirse aunque sea mínimamente incómodo acerca de sí mismo o de sus acciones. Terminó lastimándome bastante fuerte, pero no lo dejé verlo. No le di la satisfacción de hacerme gritar o hacer ni siquiera una mueca de dolor. Yo fui la que lo hizo gritar al final, varias veces, de hecho. Hice lo que nunca había hecho antes, decidí recurrir a todas mis habilidades y le mostré, para su sorpresa, que sabía mucho más acerca de cómo trabajar el cuerpo de un hombre de lo que jamás imaginó.

Disfruté… haciéndolo gritar de esa manera cuando se vino. Me imaginé que en verdad le estaba haciendo daño, que lo hacia gritar de dolor en lugar de placer... y en el segundo que la fantasía golpeó mi mente, empecé a venirme de forma explosiva con el orgasmo más intenso de mi vida.

Estoy... Kamisama me ayude, creo que me estoy volviendo loca. Podría soportar cualquier otra cosa salvo esto. Estoy... estoy empezando a anhelarlo, desearlo. Y todo lo que tenía que hacer era dejar de hacerme daño e ir un poco más lento... ¿Cómo puede ser posible?

De todas las cosas que me ha hecho, esta es la única que puede hacer que pierda la cordura de verdad. Hay un lugar oscuro en la mente humana, donde creo... que cuando el odio se convierte en una pasión tan intensa como el aborrecimiento que siento por él, se transforma en pura pasión. Y en ese oscuro e innombrable pozo en la parte más escondida del corazón, la línea entre el placer y el dolor es delgadísima.

Es también la única manera en que puedo tener alguna clase de poder, algún tipo de control sobre él. Yo…

Kamisama, si sobrevivo a esto, ¿terminaré sexualmente retorcida de por vida?, ¿terminaré como una especie de enferma dominatrix obsesionada con el poder?

Siempre me ha gustado hacer el amor, pero esto no es hacer el amor. Es una guerra contra el enemigo, llevada a cabo con las únicas armas de las que dispongo.

Batha me informó que su jefe va a reunirse conmigo tan pronto como mi pistola de ki este completa. Vivo con esa esperanza todos los días, inhalo y exhalo a la espera de ser libre. ¡No pueden rechazar mi solicitud para sacarme de Vegetasei! Me he probado ser demasiado valiosa, sobre todo después de Tubolsei. La pistola de ki estará lista en una semana. Le indiqué a Batha que prepare una reunión con nuestro jefe de célula en ocho días.

Así que, tal vez mi próxima entrada será desde una nave o quizá desde una base rebelde. Me importa un bledo, cualquier lugar será el paraíso si soy libre.

Pero antes de irme, quiero probar mi prototipo en un sujeto de prueba preelegido.

Quiero matar a Nappa yo misma. La Red no puede negarme eso tampoco, les he dado la tecnología que va a inclinar la balanza de la guerra que se avecina si la usan bien. Quiero mi pago en sangre, la sangre de Nappa.

Incluso después de casi un año entero como el juguete del Saiyayín no Ouji, aún así prefiero más romper el dedo meñique de Nappa que matar a Vegeta diez veces.

Conocí a nuestro líder de célula de la Red Roja hoy, su nombre es Zabón de Rashayyasei. Llegó a la villa junto a Caddi, este enorme y descomunal hombre reptil verde, vestido con un uniforme de mantenimiento. Su pretexto fue que Caddi lo necesitaba para reparar la tubería —tubería que Batha había saboteado a última hora de la noche—. Vegeta lanzó una rabieta verbal cuando el agua del baño chisporroteó y murió esta mañana y le ordenó a Caddi que busque a quien sea necesario para arreglarlo hoy. Nos sentamos en la sala de baño y hablamos mientras él comenzaba a reparar el daño de Batha a las tuberías.

—Eres Zabón quien era el chef personal de Vegeta antes... antes de mi tiempo —dije.

La gran cara serpentina sonrió mostrando todos los dientes.

—Scopa le habrá hablado de mí. —El tinte verdoso de sus mejillas se profundizó ligeramente. De repente me dio la sensación de que él y Scopa eran un poco más que amigos que trabajaron en el mismo hogar—. Creo —continuó—, que Vegeta-ouji pensó que la encontraría tentadora si permanecía en su casa. —Se rio en voz alta ante mi nauseosa sonrisa diplomática. Luego... pareció desdibujarse y se transformó sin ninguna advertencia en una forma diferente. Piel azul, cabello verde esmeralda, un humanoide masculino con rasgos de modelo… él era precioso—. O tal vez —enfatizó esbozando una sonrisa maliciosa—, pensó que podría encontrarme tentador. —Observó mi rostro enrojecer lentamente, después se puso serio y sacudió la cabeza—. Los rashayyayíns tiene dos formas. Rara vez utilizo ésta, porque los saiyayíns tienden hacia el prejuicio irracional de que un hombre guapo debe ser para nada bueno. Así que... le traigo la gratitud personal de Jeiyce de Maiyosh, señora. Sus cápsulas salvaron por completo la base de Tubol, imagino que ya lo sabe. Todavía estamos probando y produciendo el escudo de invisibilidad. Funciona como un escudo programado en un rastreador, los técnicos me dicen. Nuestros ingenieros examinaron sus notas iniciales y juraron y perjuraron que era imposible, luego todos entraron en un ataque colectivo cuando comenzaron a estudiar los diseños reales.

Le entregué el disco de datos con los planos completos para la pistola de ki.

—Tengo algunas peticiones.

—Estoy seguro —dijo solemnemente—. Me han dado la autoridad para que le conceda suministros y materiales, cualquier cosa que desee, de hecho, siempre y cuando usted no pida la vida de Vegeta-ouji. Todavía.

—Quiero a Nappa —declaré en voz baja.

Se quedó en silencio mirándome con tranquila comprensión.

—Sé que es así, yo le prometo su cabeza. Le doy mi palabra de honor como soldado al servicio del príncipe rojo.

Asentí cautelosamente y le di una lista de suministros. Entonces hice la pregunta, la que me había mantenido viva dentro de una falsa bruma de esperanza por... por semanas.

—Has dicho cualquier cosa. Quiero que me saques a mí, a las gemelas, a Scopa y a un hombre llamado Hiru de Ansousei fuera del planeta a una de las bases del príncipe rojo. Incluso una sola de las tecnologías que le he dado a los rebeldes debería hacerme lo suficientemente valiosa como para ser considerada digna de traslado. —Contuve el aliento y mi corazón se congeló en mi pecho. Si decía que sí, sería una mujer libre, tal vez tan pronto como esta tarde.

—Es posible hacerlo —contestó despacio—. Puedo sacarlos a todos ustedes de este planeta esta noche si lo desea, pero... Bulma-san, habrá consecuencias. ¿Ha pensado en lo que el príncipe va a hacer cuando descubra que ha desaparecido?

—Yo... —Vi lo que quería decir—. Él va a volverse loco cuando descubra que me marche. Destruirá el barrio de los esclavos en la capital buscándome, matará a decenas, tal vez cientos de personas. Él va a... —Hice un pequeño y suave sonido de desesperación al sentir que las paredes se cerraban a mi alrededor y que toda mi esperanza se escapaba como arena entre mis dedos—. Nunca me libraré de él... nunca jamás.

—¡Lo hará! —afirmó de manera enfática. Me asusté un poco cuando estiró el brazo por impulso y tomó mi mano, pero agarré esta firmemente en la mía cuando comenzó a retirarse horrorizado ante lo que acababa de hacer.

—No estoy tan dañada para no poder tolerar que me toquen —le aseguré.

—No, no lo esta —acordó—. La mayoría de las mujeres que he conocido en su situación... o se desmoronan por dentro y mueren, o se endurecen y pierden la capacidad de sentir otra cosa que no sea odio. —Él movió los ojos hacia detrás de nosotros involuntariamente, de regreso a donde Batha hacía guardia en la puerta frontal, vigilando para advertirnos si Vegeta volvía a casa.

—Aún está viva —dijo Zabón—. Aún cálida y de buen corazón, me han dicho.

¿Te lo dijo Scopa?, me pregunté con una sonrisa interna.

—Bulma-san —habló en tono formal—, yo sé que no nos conocemos, pero tenemos un propósito en común. Yo he, en el transcurso de mi vida, perdido tanto como usted y sufrido enormemente. Le pido que confíe en mí sin lugar a dudas por unos cuantos meses. Hay muchas cosas que no puedo decir, pero voy a decirle esto… antes del final de este verano, las cosas comenzarán a ocurrir de prisa. Todo va a cambiar.

Tragué saliva con fuerza y luché contra las lágrimas de decepción, obligué a bajar la rabia irracional contra él porque me dejaría después de esta conversación e iría a donde quisiera, dejándome en manos de Vegeta como recompensa por los obsequios que le había dado a su causa.

No... nuestra causa.

Solo asentí débilmente y acepté lo que me dijo como verdad, ¿qué otra cosa podía hacer? Murmuré una despedida y salí corriendo de la sala de baño, a ciegas con las lágrimas cayendo por mi rostro. Yo entiendo la lógica de sus palabras, entiendo la necesidad práctica, pero, oh, Dioses...

No sobreviviré otros cinco meses de esto, de él, con mi cordura intacta.

Han pasado un par de días. Empecé a trabajar en un concepto nuevo. Ahora mismo, estoy haciendo solo algunas investigaciones preliminares usando la conexión de Vegeta a la biblioteca real en el pequeño estudio en el extremo sur de la villa. La he tomado como mi propia habitación. Dudo que él alguna vez haya leído un libro de principio a fin en su vida y no creo que siquiera sepa que está aquí.

Las cosas en el dormitorio de adelante son mucho menos infernales de lo que han sido. La nobleza ha superado su ira colectiva contra él por el asesinato Raditz y, a su vez, ha llegado a ser mucho más fácil de manejar. Estoy aprendiendo a manejarlo bastante bien, en realidad. Responde a la adulación y al afecto como un niño pequeño. Dice que soy una "tonta y pequeña débil" debido a la mitad de las cosas que se me ocurren para complacerlo y aplacarlo, pero cuando pido algo en una encantadora forma nostálgica, diciendo cosas como «sería tan maravilloso si...» o «ojalá fuera posible tener...», se pone en mi lugar. Incluso me preguntó lo que necesitaba para construir el jardín detrás de la villa. Todo lo que pedí me fue entregado al día siguiente.

Realicé una prueba de campo más avanzada ayer por la noche. Conseguí que se levantara de la cama y me trajera un vaso con agua. Lo hizo antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo y luego se quedó allí, frunciendo el ceño con desconfianza mientras yo bebía el agua. No es estúpido, tengo que recordar eso. En realidad es muy inteligente para ser un saiyayín, tal vez incluso más brillante que Bardock, solo que rara vez se detiene a pensar en lo que está haciendo hasta después de que lo ha hecho. Le sonreí coquetamente después de terminar mi agua y retrocedí a la posición defensiva de dulzura inocente. Él sonrió mientras se metía en la cama.

—Moza exigente. —Se rio en mi oído.

Es mucho más fácil estar con él, simplemente vivir en la misma casa juntos, ahora que su estado de ánimo en general ha mejorado. Pero también ha sido mejor desde ese día en que me encontró construyendo mi jardín. Parece que está teniendo más cuidado en no hacerme daño, me usa con más suavidad. Lo atrapo observándome de vez en cuando con esa misma mirada confundida. Puedo verlo tratando de averiguar que es lo que siente por mí. Todavía no me habla, no sobre algo importante que pueda ser útil para la Red. He revisado todos sus efectos personales, pero no guarda absolutamente nada aquí relativo a la política real o a secretos oficiales. Estoy empezando a pensar que quizá él no está al tanto de nada que la Red pueda utilizar, ya sea porque no está interesado acerca de lo que sucede en el consejo cada mañana o porque su padre sabe la bala perdida que es y no le dice nada.

Todavía no recibo ninguna palabra de Zabón sobre cuán rápido las fábricas secretas están construyendo mis máquinas. No debería haber inconvenientes, les di instrucciones detalladas que hasta un niño podría seguir. Por el momento estoy esperando, pero casi puedo sentir la tensión en el aire. Algún tipo de enorme tormenta está a punto de estallar; antes del final del verano, dijo Zabón. Estamos en plena floración de la primavera ahora. Tal vez... tal vez para el otoño, seré libre.

Eso espero.

Ayer me desperté con una extraña tensa tortícolis en la nuca y sin heridas.

Eso está llegando a ser la regla más que la excepción en estos días. La última vez que me lastimó fue hace una semana. Me quebró una costilla mientras dormía. El brazo con el que me sujetaba simplemente se contrajo mientras estaba soñando y "plop".

Me bañé, comí, tomé mi paseo y cuidé de mi jardín de flores silvestres antes de pasar el resto de la jornada en el estudio. Todo el día me sentí tan extraña, tan terrible. Enferma y débil. Los músculos me dolían y saltaban al menor ruido. Traté de trabajar un poco, pero no pude concentrarme. Seguí a la deriva en ese ensueño de la nada y me estremecí al descubrir que era una hora más tarde. El olor de la comida finalmente me sacó del estudio, ya era entrada la tarde.

Había flores en la mesa de cristal del comedor, mucha comida servida y una selección de vinos, como en una celebración por algo especial…

Me senté a la mesa y miré las flores. Como en una celebración de aniversario.

Era un año hoy. Un año desde que mi hijo fue asesinado, un año desde que Raditz fue asesinado, un año desde que me convertí en la esclava de placer del Saiyayín no Ouji. Mi cuerpo lo había recordado, estuvo de duelo durante todo el día, a pesar de que mi mente lo olvidó. ¿Cómo lo pude olvidar?, ¿cómo pude?

Mi bebé, pensé. Mi hermoso, dulce y perfecto bebé. Lamento mucho haberte matado.

Me hundí debajo de la superficie del mundo a mi alrededor y dejé de pensar, dejé de ver, deje de recordar, deje de sufrir... dejé de patear para mantenerme a flote y solo permití que la oscura agua fría que sentía a mis pies, subiera y me arrastrara a la nada.

Me desperté con la vista del rostro de Vegeta pálido y asustado. Debió de haber estado tratando de despertarme por algún tiempo.

—Casi me perdí a mí misma otra vez —murmuré.

Me levantó y... y salimos por la ventana hacia el cielo antes de que me diera cuenta de lo que estaba ocurriendo. Nos elevamos por encima de las nubes, por encima de todo, a la ardiente cima naranja del firmamento. El oeste estaba rodeado por un brillante halo de sol que se hundía debajo del borde del planeta. Cruzó las piernas, se sentó, me puso sobre su regazo y colocó mi cabeza contra su pecho. No habló nada durante un largo tiempo y yo no pude. Creo que le dije que era hermoso y él gruñó algún tipo de respuesta. Después de mucho tiempo, me volví para encararlo. Tenía una mirada extraña en su rostro o tal vez solo lucia extraña en él. No estaba frunciendo el ceño ni enojado y su cuerpo contra el mío estaba relajado, no tenso.

—¿Fue mi culpa? —le pregunté—. ¿Fue mi culpa que me deseara tanto? ¿Si no hubiera reaccionado a usted, estaría Raditz aún con vida? ¿Mi be… bebé?

La expresión pacífica cayó de su rostro y se veía... no puedo describirlo.

Horrorizado, tal vez. Creo... creo que por un diminuto segundo tuvo alguna distante percepción fugaz de lo que me había hecho. De todo lo que me hizo. Después frunció el ceño, empujó visiblemente ese pensamiento y pareció considerar la pregunta en serio.

Luego, él negó con la cabeza.

—Creo —confesó en voz baja lo último—, que una vez que puse mis ojos en ti, habría puesto a arder la mitad de la galaxia para tenerte.

Empecé a sollozar. Creo que lloré hasta que me desmayé o algo parecido. Oh, Dioses... oh, Dioses, sé que hablaba en serio. Él es muchas, muchas cosas, casi todas ellas horribles, pero no puede decir una mentira convincente para salvar su vida.

No fue mi culpa.

No es mi culpa.

No es mi culpa.

Me quedé dormida en sus brazos, allí en la cima de las nubes. Me llevó de regreso y no me despertó ni me usó en toda la noche, solo me acostó junto a él y se durmió. Nunca habría esperado recibir la absolución o la misericordia de manos de mi enemigo. Es una inversión discordante en mi mundo darme cuenta de que el más grande mal en mi vida es solo un hombre. Un hombre malo... con pequeñas chispas casi infinitesimales de bondad aquí y allá.

Me desperté hoy sintiéndome bien. El sol a través de las rejillas de las ventanas era cálido. Scopa golpeó ligeramente la puerta del dormitorio y entró para darme mi examen matinal. Una vez que determinó que no había nada roto o incluso magullado, me tomó de la mano y me jaló a través del salón del pozo de fuego hacia el jardín. Me detuve sin aliento ante lo que encontré.

Me volví hacia él cuando fui capaz de hablar de nuevo.

—¿Cómo?

—Sé que día fue ayer —contestó con su voz suave—. Yo... hace unas semanas llevé mi aviador hasta Turrasht. Fui a tu...

—Mi casa —dije y mis ojos empezaron a arder.

—La finca fue abandonada —me contó—. Nadie ha estado allí desde... desde que te fuiste. Algunas de las flores sobrevivieron al invierno, la mayoría no, pero las raíces todavía eran viables para ser clonadas. Traje un poco de cada tipo de flor que pude encontrar y las cultivé en el invernadero acristalado en el centro médico y… y... —Se interrumpió cuando empecé a llorar en serio, lancé mis brazos alrededor suyo y besé su mejilla—. ¿Estas… estás contenta?

—¡Gracias! —exclamé sonriendo a través de las lágrimas—. ¡Muchas gracias!

Él había cultivado en macetas copias de todo en mi jardín, flores purpuras barbudas e iris amarillo bandera, petunias blancas y moradas oscuras, pensamientos, amapolas orientales rojas, no me olvides azules, suaves rosadas dulce guillermo... y rosas. Las rosas de mamá, marfil pálido, oro, rosa bebé y rojo sangre.

Me pasé todo el día trabajando con los azulejos de piedras, las urnas de barro y las maderas negras precortadas que Vegeta había ordenado para mí la semana pasada. Construí círculos de piedras, soportes para colgar flores y un par de bancos. Mañana voy a utilizar el resto de la madera negra para construir un enrejado para las rosas.

La única mancha oscura en todo el día fue cuando Batha me llamó para cenar temprano, su rostro lucía contraído y reprobatorio. Ya sea que desapruebe mi jardín o mi sonrisa, no lo sé. Me pregunto si la hago sentir enferma y enfadada simplemente porque no estoy insensibilizada a cualquier tipo de alegría como ella lo está. Sé que las gemelas piensan que lo tengo fácil en comparación con las cosas que ellas vivieron.

No lo tengo fácil.

Pero es más fácil de lo que era.

No fue mi culpa. En el instante en que me vio «habría puesto a arder la mitad de la galaxia para tenerme», aseveró. Y ahora que sé eso, puedo vivir de nuevo.

Vegeta volvió a casa hoy, emocionado como un niño pequeño. Me agarró, me levantó del suelo y me hizo dar vueltas en sus brazos.

—¡Hoy es un día alegre, mujer! —Casi cantó—. ¡Esta noche mi padre me envía a confrontar a Jeiyce de Maiyosh, el príncipe rojo! ¡Lo sacaré de su escondite y lo enfrentaré en batalla!

—Será una gloriosa victoria para usted, Oujisama —dije con dulzura, tan emocionada que apenas podía hablar. Él dejó de dar vueltas en el aire y frunció el ceño un poco ante la sonrisa amorosa plasmada en mi rostro.

—Cuando vuelva —declaró después de observarme pensativo por un instante—. Te daré un regalo de tu elección. Dime, mujer, ¿qué es lo que realmente quieres? La verdad.

—Solo quiero complacerlo, mi…—Puso un dedo sobre mis labios y su ceño se profundizó.

—Háblame —indicó en un tono solemne—, como Bulma de Chikyuu, no como una esclava de mi hogar. Dime de verdad, ¿qué quieres?

Dioses, ¡qué pésimo momento para que él desarrolle el gusto por la verdad!

—¿La verdad? —le pregunté algo indecisa—. ¿La... la verdad auténtica? —Empecé a tener que luchar para no retorcerme en sus brazos, para no temblar contra él de rabia. ¡No llegarás a ver mi verdad auténtica, hijo de puta!, pensé, ¡no lo tienes permitido! Pero... le pude decir lo suficiente de la verdad para que no oliera las mentiras.

—Hace algunos años, durante mi primer año en Vegetasei —respondí muy tranquila—, le habría pedido la cabeza de Bardock en bandeja de plata. Purgó mi planeta natal y mató a Son-Gokú... su propio hijo, como si pusiera un potro cojo a dormir.

—Eso te daría una gran alegría, mujer —comentó Vegeta mientras descendía gradualmente hasta el suelo conmigo. Se sentó en el gran sillón frente a la ventana que daba a la capital y me colocó en su regazo. La cálida brisa tiró de mi cabello agitándolo suavemente—. ¿Pero ya no deseas eso?

Sonreí mientras apartaba mi rostro de él y le di una trillada explicación simplificada de por qué odiaba a Bardock y por qué era mejor que estuviera con vida. Él nunca entendería cuan complejos en realidad son mis sentimientos por el hombre.

—Mujer cruel —murmuró en voz baja y sonrió—. Así que, entonces... —preguntó Vegeta mirando mi rostro de cerca—. Si no es Bardock, ¿qué?

—Creo que una nave rápida y mi libertad están fuera de discusión, ¿no? —Lo dije antes de pensarlo mejor y gracias a Kamisama, que apenas reaccionó en absoluto—. Lo siento, mi príncipe... yo… —Él puso un dedo sobre mi boca otra vez y habló:

—No lo hagas. Te ordené que me digas la verdad, pero no te perderé. Cualquier otra cosa es tuya solo con pedirla.

¿Cualquier cosa?, pensé fríamente.

—¿Incluso si le pido que mate a Nappa por mí? —susurré. La mano que había estado trazando mi rostro se congeló. Lo observé y sonreí un poco, disfrutando de este inesperado pequeño poder sobre sus emociones—. Ahora él es su teniente de escuadrón y su asistente, pero solía ser su institutriz, ¿verdad?

—¿Institutriz?

—Su cuidador cuando era un bebé.

—Sí... mujer…

—Está bien —dije despacio, antes de que ese extraño estado de ánimo lo dejara y descubriera que estaba jugando de manera deliberada con su mente—. No le voy a pedir lo que sea. No quiero que nadie en la galaxia lo mate, salvo yo. —Su cuerpo se tensó contra el mío, su ira era real—. Entonces... —propuse—... déjeme pensar en un presente que no involucre matar a nadie más. ¿Puedo tener tiempo para analizarlo o tengo que decidirlo ahora mismo?

Él lo consideró.

—Dímelo cuando regrese de Shikaji.

Me llevó a la cama y me usó solo una vez, rápido y con rudeza, antes de que se levantara y me plantara un último beso mordiendo mis labios.

—Debo ir a ver la preparación de las tropas de ataque.

—Quiero escuchar la batalla —le pedí usando una voz dulce.

Él sonrió abiertamente. La idea de presumir ante mi pareció complacerlo muchísimo.

—Mañana a esta hora ajusta el comunicador de hiperonda en mi estudio al cuadrante imperial veintisiete, canal ciento treinta y cuatro del sistema de comunicaciones comerciales de Shikaji. Escucharás todas las transmisiones procedentes de la flota de ataque del alto mando imperial durante la batalla.

—Estaré escuchando —le aseguré esbozando una real y verdadera sonrisa.

Tan pronto como él estuvo fuera del alcance del oído, me arrastré llena de dolor fuera de la cama y cojeé hasta la cocina. Les conté a las gemelas todo, que Shikaji era probablemente el objetivo.

Batha salió disparada para avisarle a Zabón mientras Caddi me ayudaba a usar el soldador de huesos que Scopa me había dado y enseñado a manejar hace unas semanas. Él no me lastima de la forma en que solía hacerlo, en realidad casi nunca, pero estaba muy emocionado y me quebró una costilla solo por sostenerme demasiado fuerte. Me acosté esperando que el dolor residual del hueso refusionado retrocediera y aguardamos. Dudo que pegue un ojo esta noche.

¡Demasiado ha sucedido!, ¡oh, Dioses! Batha regresó después de la medianoche con una amplia sonrisa depredadora en su cara.

—El príncipe rojo le dará al Saiyayín no Ouji una cálida bienvenida cuando llegue a Shikaji.

Las tres sacamos una botella de vino baya de oro de Vegeta de la bodega y brindamos por su dolorosa derrota mutilante. Scopa regresó a la villa tarde y nos encontró a las tres riendo ligeramente pasadas de copas en la cocina. Batha sonrió casi toda la noche, algo que nunca la había visto hacer.

—Este es el principio del fin para ellos, me dijo Zabón —declaró ella dirigiéndose a mí con el ceño confuso—. No he sido la amiga que debería haber sido contigo, Bulma. Yo... no debí haber puesto en duda tu lealtad ni decir las cosas terribles que te dije.

Durante todo el día esperamos. Encendimos el comunicador de hiperluz y lo programamos en el canal adecuado temprano en la tarde. Escuchamos la batalla comenzar, escuchamos como los saiyayíns comenzaron poco a poco a darse cuenta de que el planeta había sido evacuado casi por completo antes de que llegaran —con una gran cantidad de ayuda de mis cápsulas, gracias—. La batalla parecía estar girando rápidamente a una derrota y las últimas naves de evacuación saltaron a la velocidad de la hiperluz, envueltas en mis escudos de camuflaje mientras que la tripulación de los portatropas se quedaba sentada ajenos a esto. Y los saiyayíns, o más precisamente su príncipe, ni siquiera se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo. Entonces la noticia llegó, la voz de un guerrero desconocido gritó a través del comunicador de su rastreador.

—¡El príncipe! ¡Él está luchando contra el príncipe rojo! Ellos están… —Dos minutos agonizantes de borrosa estática y…—. ¡Él ha caído! ¡El príncipe ha caído, no puedo verlo a través de las llamas! ¡Él…

Luego nada. Nada por seis largas horas mientras esperaba, mientras oraba a todos los Dioses de la justicia y la venganza que estuviera ¡muertomuertomuerto!

—¡Lo tenemos, Majestad! —Llegó la voz áspera de un hombre finalmente crepitando a través del enlace de hiperluz—. Vive... él... Ousama, ¡esto es malo!

El enlace en el que estábamos no nos dejó oír la respuesta real.

Déjalo morir, Dios de los Dioses, déjalo morir. Déjame ser libre de él.

Es tres días más tarde. Ha estado rondando entre la vida y la muerte dos de esos días. Los médicos de palacio no le dieron esperanzas al rey. Llamó a Scopa. No sé cómo supo de Scopa o por qué preguntó por él, pero... Scopa lo salvó cuando todos los demás dijeron que era un caso perdido. Mi mejor amigo salvó a mi enemigo para que pudiera venir de nuevo a mí y ser mi amo, y mantenerme como su esclava y su puta.

¡No!, ¡no voy a estar enojada con Scopa por su decencia y bondad incondicional!, por su completa incapacidad de odiar. Estaré muy honrada por esta cualidad en mi amigo... y trataré de desear que mi corazón sea tan generoso, a pesar de que nunca lo será. No puedo escribir más esta noche. Dormí en la habitación de Scopa como hago todas las noches desde que Vegeta se fue y resultó herido. Es bueno no dormir en esa cama o en esa habitación. Voy a tener que bañarme con jabón perfumado y quemar esta ropa. Si huelo a Scopa cuando Vegeta regrese, gay o no, lo matará.

Conocí al rey de Vegetasei hoy.

Ellos trajeron de vuelta a Vegeta, todavía medio muerto de neumonía y shock para que se recuperara en su propia cama. Scopa se mantuvo alrededor de él mientras los técnicos de medicina lo traían y lo metían en la cama, revisando esto y aquello con el rostro tenso y centrado en su paciente. Yo observaba desde la esquina del dormitorio, estaba mirando fijamente el inmóvil y pálido rostro de Vegeta, tan concentrada en él que no me di cuenta de que el hombre se había detenido junto a mí, hasta que habló.

—¿Estás seguro de que sacarlo del centro médico no es peligroso en absoluto? —Su voz era profunda, áspera y más que un poco amenazante.

—Él está fuera de peligro, Ousama —dijo Scopa despacio.

—Tienes tu libertad por esto, muchacho —retumbó el rey—. Los médicos de palacio en mi nómina lo dieron por perdido. Infórmame de su estado cada tres horas. Yo estaré en el consejo de guerra si hay algún cambio. —Era más alto que Vegeta, más fornido, pero la similitud era sorprendente. Él pareció sentir que lo estudiaba y se volvió bruscamente.

Se me quedó mirando en silencio y... Dioses, me sentí como si estuviera bajo un microscopio, como si esos fríos y negros ojos pudieran ver a través de mi cráneo, leer mis pensamientos y ver que esto era obra mía. Que yo era la responsable de las lesiones de su hijo y de la pérdida de tantos guerreros en Shikaji. Él estiró una mano dura y yo temblé ligeramente mientras levantaba mi mentón y estudiaba mi rostro. Luego... luego sonrió como un lobo a punto de darse un festín con un potro-caribú.

—Ahora puedo ver el porqué de todo el alboroto.

Es un hombre peligroso, peligroso.

Ya entiendo lo que quiere decir Batha con matar al padre y dejar al impulsivo hijo en el trono.

Ha sido un día desde que Vegeta volvió a casa. Se despertó durante unos minutos hoy y sonrió cuando vio mi rostro inclinado sobre él. Scopa no ha dormido desde que lo llamaron para realizar la cirugía de Vegeta. No confía en mí para dejarme a solas con su paciente, piensa que le haré una travesura mientras está indefenso. Ja, yo podría, en realidad. Pero... no, no mientras él esta desvalido. No está bien matar a nadie, "a nadie", mientras yace completamente sobre sus espaldas, incapaz de moverse. Aunque es bastante agradable sentarse y verlo allí yacer herido. Cuando mate a Vegeta, lo quiero despierto y entero.

El rey le dio a Scopa su libertad por salvar la vida de Vegeta. Estoy tratando de hacer grandes esfuerzos por no estar celosa, por no estar enojada con él, ya que obtuvo su libertad asegurando mi esclavización.

Vegeta se despertó por unos momentos esta mañana y envió a Scopa a salir para que pudiera hablar conmigo. Me preguntó... Dioses, me preguntó que podía hacer para que yo lo amara.

Estaba tan sorprendida por la pregunta que no sabía como responder. Le di una especie de mezcla retorcida de mentiras y verdades como respuesta. Tal vez le di muchas más verdades de lo que pretendía. Él siguió diciéndome que hable con la verdad, la verdad real. Le dije... le dije que lo quiero. Kamisama, Kamisama... es verdad. Lo ansío en esa batalla de todas las noches donde lo capturo y lo envuelvo dentro del poder que tengo sobre él, donde le arrebato la mente y lo hago gritar como si le hubiera empujado un cuchillo en el pecho. No sé si el sexo se ha vuelto tan ardiente y abrumador para mí, porque las emociones que tengo por él —el odio más allá del odio— son tan fuertes. Independientemente de si las emociones son positivas o negativas, el estado de excitación de tantos sentimientos creados en mí dan lugar a... a esta abrasadora pasión que parece estar creciendo en mi interior con el paso del tiempo. Le expliqué... le expliqué que hacerme quererlo del modo en que lo hago es lo peor que me ha hecho. Tragó saliva ante eso, pareció casi entender lo malo que podía ser.

Luego le mentí descaradamente. Le dije que podría ser posible… que un día lo amara.

Lo dejé con la implicación de que si eso es lo que quiere de mí, va a tener que encontrar la manera de ser bueno conmigo y dejar de hacerme daño por completo. Si lo toma en serio, puede que haya hecho el resto de mi tiempo junto a él, sin importar que tan largo sea, mucho más cómodo.

Decidí lo que quiero como mi obsequio. Se lo dije hoy cuando se tambaleó fuera de la cama y casi se desmaya en el salón del pozo de fuego. Quiero ser aprendiz de Scopa en el centro médico para aprender medicina, en parte para salir de esta maldita casa todos los días, en parte para seguir siendo capaz de ver a Scopa, ya que Vegeta lo puso fuera de la casa después de que su padre lo liberó. Y en parte para poder tener acceso al equipo médico y la privacidad del centro médico, donde puedo construir este nuevo proyecto que quiero comenzar sin Batha ni Caddi mirando por encima de mi hombro. También para poder tener acceso directo a Zabón sin pasar por las gemelas. Zabón es un chef instructor de palacio que viaja por todo Vegetasei enseñando a los esclavos aprendices culinarios como cocinar. Cuando llega a la capital siempre va al centro médico, más específicamente, a Scopa.

Le pregunté a Vegeta sobre esto como mi "obsequio" y estuvo de acuerdo.

Yo tenía razón.

Él va a tratar de ser "amable" conmigo ahora para que lo ame. Dioses, ¿cómo puede un hombre con una mente brillante ser tan tonto?, ¿cómo puede pensar que después de todo lo que me ha hecho en el último año, alguna vez sentiré otra cosa que no sea odio por él?

¿Cómo puede no entender eso?

Supongo que se podría decir que mi primer día en el centro médico fue azaroso.

Volé con Scopa en su aviador sobre las verdes colinas que separan a la villa de la capital, y por primera vez, al corazón de la ciudad. Scopa sonrió cuando vio la expresión de mi rostro.

—Grande, ¿no es así? —comentó.

El centro médico está en el extremo sur de la capital, anidado en su propio pequeño grupo de riscos escalonados. Es una gigantesca estructura abovedada en forma de media luna, blanco y prístino, y al igual que todos los centros médicos, parece estar en todas partes.

Aterrizamos y seguí a Scopa por un laberinto de pasillos y puertas hasta la unidad de cirugía. Me detuve detrás de él y miré alrededor cuando todas las personas en la sala de reuniones de súbito se quedaron en silencio, observando. Observándome. Instintivamente enderecé mis hombros y sostuve mi cabeza un poco más alto cuando noté que no todas las miradas dirigidas a mi camino eran amables.

—Sé que ha habido cierta reestructuración en los departamentos desde esta mañana —mencionó Scopa con la misma especie de tranquila autoridad que había usado cuando los camilleros llevaron a Vegeta a la villa después de su cirugía—. Pero he reordenado los medios días libres programados y la hora de comer, así que esto será un poco menos inconveniente para todo el mundo. La reunión de los jefes de departamentos será en una hora, nosotros solucionaremos los últimos problemas entonces.

Se volvió hacia mí.

—Voy a darte una orientación no convencional del complejo y luego te entregaré a Nachti, una de mis cirujanos durante un par de horas. Ella te dará tu programa de estudios de textos de medicina y te familiarizará con tu horario y funciones para las primeras semanas.

Me di cuenta después de que me dejó a cargo de Nachti, quien me dio un saludo educado pero frío, que algo estaba muy mal. Los médicos parecían estar tomando una de dos líneas de acción mientras me eran presentados: ponerse nerviosos por el miedo o mostrar una animosidad mal escondida. Después de la tercera o cuarta incómoda presentación, finalmente le pregunté a Nachti sin rodeos.

—¿Hay alguna razón por la que parezco ser una persona no grata?

Se me quedó mirando por un momento o dos y luego su dorado rostro madrani se suavizó.

—El príncipe ordenó una restructuración departamental de la unidad quirúrgica ayer. Eso desorientó a todo el personal de los otros departamentos, ya que tienen que hacer el trabajo del otro grupo que fue dejado de lado, y envió a esos cirujanos y técnicos de medicina que estaban asignados al centro médico hacia el staff de palacio, mi hijo incluido. Solo tiene catorce años. —Ella me dio una sonrisa frágil—. El príncipe lo hizo para que el personal más cercano a Scopa-san se componga de mujeres, varones de orientación no hétero y seres de especies sin género.

Empecé a sentirme enferma.

—A causa de mí —dije innecesariamente.

—Debido a ti. —Ella estuvo de acuerdo y frunció el ceño—. Sé que nada de esto es obra tuya. Conozco… todo el mundo conoce la historia de Bulma de Chikyuu, pero es una cosa difícil ver a un cónyuge o a un hijo ser enviado a otra parte de la capital sin previo aviso. Y es por eso que yo y muchos otros miembros del personal médico estamos menos que complacidos de que te unas a nosotros. Aunque también... —Hizo una pausa y me miró—. Habrá los que simplemente te teman por el poder que ejerces como una amante real. Una palabra tuya al oído del príncipe significaría su muerte si te ofenden.

—Poder —le aseguré en voz baja, llena de amargura—. Yo daría cualquier cosa por estar libre de este "poder". Cambiaría de lugar con alguien aquí en un santiamén.

—Te creo —afirmó un poco más amable, los músculos de su cara funcionaron—. He tratado a muchas, muchas esclavas de placer en mi vida. No me hago ilusiones en cuanto… —Ella sacudió la cabeza—. Danos un poco de tiempo, a mí incluida. Todos somos esclavos y pronto verán que eres lo mismo.

Asentí y pasamos el resto de la sesión de orientación con relativa facilidad, si no confortablemente. Cuando ella me guio a través de los rincones del centro médico, haciendo un sinuoso camino de vuelta para encontrarse con Scopa, me detuve en la plataforma de suministros de carga y vi a un hombre que parecía moverse en cámara lenta dirigiendo su aviador de carga mientras que los esclavos estibadores estaban listos para descargar su cargamento. Lo observe salir del aviador, girar y congelarse cuando sus ojos cayeron en mí. Luego se me acercó vacilante, yo cerré la distancia entre nosotros y lo abracé en una tormenta de lágrimas. Alcé la vista a su vació rostro de marfil lleno de cicatrices y noté que sus enormes ojos negros parecían cargar tanto dolor y pérdida como los míos cuando me miro al espejo.

—¡Hiru! —sollocé.

Sus brazos me rodearon lentamente como si fuera un sonámbulo, después me empujó hacia atrás.

–Yo… Bulma, ¡oh, Dioses, lo… lo… lo siento! Lo…

—¡Shhh! —dije tocando la masa de tejido cicatrizal en su rostro desfigurado, viendo ahora como caminaba cojeando y como su brazo se torcía en un ángulo extraño. Kamisama, ¿qué debió Nappa hacer con él para hacerlo hablar?—. No te culpo por nada —agregué—. Los dos sabemos quien es el culpable.

—Me alegra que sobrevivieras —susurró mientras movía los ojos de vuelta a donde estaba Nachti, para asegurarse de que ella se había retirado lo suficientemente lejos de nuestra reunión y así no fuera capaz de oír sus siguientes palabras—. Y... me alegro de que te hayas unido a la lucha. La Red. Vengaremos a nuestros hijos y cónyuges, Bulma.

—Sí —le aseguré con fiereza—. Lo haremos.

Me hizo sentir extraña cuando se fue prometiendo encontrarme para hablar mañana. Zabón debió acercarse a él y lo reclutó, y estoy segura de que estaba más que ansioso, pero... está empezando a parecerme que la Red se alimenta de los que han sido más perjudicados, les da un propósito, una razón para seguir vivos cuando no tienen nada por lo que vivir, pero hay un cálculo en esto, un conocimiento de que estas personas son vulnerables a la manipulación y pueden ser fácilmente perfeccionadas como armas suicidas leales a la causa.

Pasé el resto del día siguiendo a Scopa mientras me explicaba esto y aquello, aprendiendo a utilizar algunas de las tecnologías médicas más rudimentarias. Empecé a sentirme un poco frustrada para el medio día, al darme cuenta de que el plan de estudios que Scopa había diseñado para mí era demasiado desacelerado y que moriría de aburrimiento en un par de días si seguía a este ritmo. Leí rápidamente el primero de mis textos durante la hora del almuerzo, se lo devolví a Scopa y le pedí que me hiciera preguntas de lo que acababa de leer. Lo hizo. Después de una hora de preguntarme cada vez más en profundidad cuestiones sobre ese libro, me sentó y me dio una pila de discos llena de datos.

—Memoria fotográfica y total comprensión del material —dijo con una pequeña sonrisa—. Siento como si te hubiera insultado. Yo debería mejor que nadie saber que no se te puede poner en el sendero del aprendizaje normal. Un cambio entonces, pasa la primera mitad de todos los días leyendo lo que te doy y la segunda mitad acompañándome en mis rondas para el aprendizaje práctico. Dime cuando termines con cada texto y te haré un examen oral para evaluar tu nivel al final del turno. —Se rio en voz baja—. Al ritmo que aprendes, podría estar recibiendo órdenes tuyas en un año.

Cerca del final del día, seguí el sonido de una conversación apenas audible desde el invernadero donde Scopa me había dejado estudiando, el cual es una selva verde con plantas de un centenar de planetas diferentes. Parecía que todo el personal del complejo estaba reunido a la salida de la pista de aterrizaje de emergencia, mirando hacia lo alto de la cumbre alancerada de la montaña Cho-tal en el borde occidental de la ciudad. Columnas de humo se concentraban encima de una pira ceremonial y el cielo estaba lleno de guerreros flotando en el aire, en anillos que retrocedían alrededor del cuerpo ardiendo en la cúspide plana del pico.

—¿Que está pasando? —le pregunté a alguien.

—El rey ha asistido a los funerales —contestó un hombre delante de mí, sin bajar la mirada desde donde sus ojos estaban fijos en el cielo—. El propio príncipe encendió la pira. No es algo que se vea todos los días. —Él bajó la voz y añadió casi para sí mismo—. Y es un motivo de celebración para muchos. El señor Nappa era odiado y temido, incluso entre su propio pueblo.

Me quedé mirándolo sin registrar las palabras por un momento o dos, el mundo se puso gris a mi alrededor.

—¿El señor Nappa está muerto?

—Alabada sea la Diosa que está muerto. —Una mujer madrani a mi lado habló en voz baja.

Caminé por los pasillos hacia las oficinas de Scopa y le pregunté con una inexpresiva voz vacía si habíamos terminado por hoy. Él parecía preocupado y salí de mi conmoción solo lo suficiente como para poner una mano sobre su hombro.

—¿Qué sucede?

Él sacudió la cabeza.

—Zabón ha... desaparecido de nuevo. Una oficina administrativa de palacio cree que está en la ciudad de Subosh al oeste y las oficinas en Subosh creen que ha sido detenido en la capital por unos días. Lo que significa que está haciendo algo muy, muy peligroso... otra vez. Yo no hago preguntas, pero tengo una idea bastante buena de en qué está involucrado y... —suspiró hondo—. Me preocupo todo el tiempo de que un día recibiré la noticia de que ha sido capturado por Inteligencia imperial o fue muerto en el acto. —Él pareció estremecerse, luego me miró y sonrió con tristeza—. Aparecerá, siempre lo hace. Ve a casa y descansa antes de que el príncipe llegue esta noche, has hecho un maravilloso comienzo aquí hoy.

Volví a la villa usando el pequeño aviador que Scopa había solicitado para mí y hallé la casa vacía. No me pregunté donde estaban las gemelas. Creo que realmente me golpeó entonces que Nappa estaba muerto.

Y empecé a gritar. Era... Dioses, era una especie de rabia loca llena de todo el dolor, toda la ira, todo el odio que había reprimido y tragado como bilis por más de un año... tal vez por seis años desde la muerte de Chikyuu. Empecé a destrozar el salón del pozo de fuego, arrojé o rompí todo lo que pude encontrar a mano y en algún momento bajé la mirada, y vi enormes gotas de sangre salir a borbotones de mi muñeca desde donde había, de alguna manera, estrellado mi mano sobre la parte superior de la ostentosa y fea mesa de cristal del comedor de Vegeta. Pero no podía dejar de gritar y no podía dejar de romper cosas. Eso continuó ... supongo hasta que perdí tanta sangre que empecé a ponerme demasiado débil para moverme. Terminé colapsando en el alféizar de la ventana, demasiado lejos para siquiera llamar o llegar a un comunicador para pedir ayuda. Me senté allí, sintiendo que mi vida se vertía fuera de mi cuerpo con mi sangre.

El rostro de Vegeta apareció a la vista después de un tiempo. No estaba segura si era real o una alucinación, pero traté de decirle que había sido un accidente, le rogué que no matara a Scopa y a las gemelas. Me desmayé entonces y soñé con Nappa, vi su puño gigante envuelto alrededor del cuerpecito de mi bebé mientras aplastaba su cuello y su columna vertebral, escuché de nuevo la manera en que Karot-chan gritó una sola vez, su voz de bebé estaba llena de tanto dolor y miedo... Su voz tembló debido a sus suaves sollozos y ella no habló durante varios minutos. Me desperté gritando el nombre de Karot-chan y Vegeta me sacudió con fuerza, diciéndome que me calle, que ninguna cantidad de lamentos traería de vuelta a los muertos. Sus palabras eran duras y frías pero su voz se rompió cuando las pronunció. Tenía los brazos a mi alrededor y me acariciaba el cabello... y noté que él estaba muy cerca a las lágrimas.

Yo tenía razón, él nunca había perdido a nadie que le importara y no tenía idea de qué hacer con los sentimientos. Me preguntó un momento o dos más tarde cuándo se detendría el dolor. No estaba hablando de mi dolor... estaba preguntando cuanto tiempo pasaría hasta que el dolor de perder al hombre que lo crio se disipara.

Dioses, que noche más surrealista.

Hablamos... o yo hablé y él escuchó mientras le contaba de Karot-chan, mientras le explicaba como amaba al hijo mucho más que al padre... porque era todo mío, hermoso e inocente y... en realidad no entendió la mayor parte de lo que le dije, pero fue bueno solo hablar. No entendía como podía concederle tanta importancia a alguien que aún ni siquiera podía hablar. Los saiyayíns son tan terriblemente extraños en sus ideologías, ideologías que parecen a menudo ir en contra de la naturaleza innata de un pueblo cuyas emociones son tan profundas y feroces. Tal vez ese cruel e insensible camino evolucionó en su cultura para protegerlos de amar tanto que morirían de tristeza cuando perdieran a sus compañeros, a sus padres, a sus hijos o a sus amigos.

Pasé toda la noche en los brazos de mi enemigo, consolada en el calor de su cuerpo y en la silenciosa manera solemne con que escuchaba cuando le decía cosas que nunca había pronunciado en voz alta, que nunca le dije a otra persona, mientras hablaba de mi bebé. Nos acostamos, cada uno de duelo por una pérdida diferente. Él amaba al monstruo que mató a mi bebé, pensé distante. El hombre que se preocupaba por él, que lo crio... que lo convirtió, más que probable, en el hijo de puta que es hoy. La conversación entre los dos hombres en ese día en que él le dio una paliza a Nappa por tocarme volvió a mí. «Me enseñaste hace mucho tiempo que una esclava de placer debe ser completamente rota...», Vegeta le había dicho. Dioses... todos los horrores de mi vida se remontan a Nappa, incluso Vegeta siendo el estropeado bastardo vicioso que es.

—¿Me odias tanto como a Nappa? —preguntó en un momento dado—. ¿Sueñas con matarme todavía? Dime la verdad, mujer. Maté a Raditz en combate cuerpo a cuerpo. Mi mano no tomó la vida del niño, pero habría ordenado que se haga exactamente lo mismo, aunque no ante tus ojos.

—Habría ordenado la muerte de Nappa si hubiera podido —le dije. No tenía ninguna intención de quitarle sus esperanzas de "hacerme amarlo"—, pero no lo hice. Y hubiera ordenado la muerte de Karot-chan, pero no lo hizo. Lo que hubiera podido ser y los hechos consumados no son la misma cosa.

—No —declaró sin rodeos—. Y aun así, la culpa todavía se encuentra a mis pies, mujer.

—Sí, lo sé —le contesté. Toda la culpa, bastardo. Una repentina oleada de odio helado me atravesó y me hizo lanzar toda la precaución al viento, y terminé siendo franca—. Pero no lo mataría, Oujisama, jamás.

Sonrió de repente, con condescendencia.

—Es un alivio.

Le di un listado interminable y detallado de todas las formas en que pude haberlo matado, observé que su rostro se quedó inmóvil y sentí sus manos tensarse alrededor de mi cuello.

—Le has estado dando algunas vueltas al asunto —dijo en un tono amenazador.

—Y decidí no hacerlo —le respondí, arrastré mis dedos burlonamente por su espalda y me detuve justo sobre su cola—. Cuando tome venganza de usted no lo voy a matar.

—¿Un destino peor que la muerte para mí? —Él me dio una sonrisa depredadora, un bajo ronroneo comenzó a vibrar dentro de su pecho cuando dejé caer mi mano un poco más bajo y excité la base de la cola—. Entonces, ¿cómo vas a torturarme, mujer?

Esbozé una sonrisa maliciosa.

—Con amor. Voy a hacer que me ame, que sienta verdadero amor por mí, Vegeta no Ouji. Con locura, ilimitadamente y para siempre, como las almas hermanadas de los guerreros atraídos por la luna. Voy a hacer que me ame... y cuando lo haga, cuando este segura de que tengo todo su corazón, voy a utilizar ese amor para destruirlo.

Se rio en voz alta.

—Tienes una opinión muy elevada de tu lugar en mi vida, mujer.

—¿Eso cree? —Lo besé profunda y dulcemente, y agarré su cola con fuerza. Él gruñó, sus ojos se iluminaron de deseo y entusiasmo ante la idea de una contienda de ese tipo—. Ya está a mitad de camino.

Su rostro se congeló y luego poco a poco comenzó a ponerse rojo de rabia... pero detrás de eso, vi un destello de inquietud.

—¡Tú... perra insolente! —rugió como una pantera enojada, su brazo me apretó con rabia y rompió una de mis costillas de forma audible. Levantó la mano para golpearme... pero esta nunca cayó. Se quedó congelado por encima mío, su rostro era una mezcla de confusión, enojo y... y horror naciente. Disminuyó su dominio sobre mí y tocó el hueso fracturado con cautela.

—¿Está el viejo tanque de cirugía de Scopa todavía aquí? —preguntó en voz baja. Su cara se había puesto mortalmente pálida.

—No necesito un tanque para esto —le dije—. Hay un soldador de huesos en mi armario junto a la cama, puedo repararlo yo misma. Va a quedar fusionado como nuevo para cuando vaya al centro médico. —Un horrible pensamiento se me ocurrió—. ¿Todavía puedo ir al centro médico?

Él gruñó.

—Te di mi palabra, ¿no?

Me observó en silencio mientras yo soldada la fractura para juntarla de nuevo, sintiéndome cada vez más contenta cuando él visiblemente hacia una mueca de dolor cada vez que yo la hacía. ¡Te tengo, bastardo!, pensé. No sé cuándo sucedió, tal vez se ha estado gestando en su interior por un tiempo... ¡Pero él me cuidada! No... ¡él me ama! El siguiente paso, por supuesto, es conseguir que lo admita para sí mismo, luego a mí. Y entonces... oh, Kamisama, ¡entonces que los Dioses lo ayuden!

—No es tan malo —dije en voz baja—, solo es una pequeña fractura.

—¿Cómo lo sabes, mujer? —preguntó irritado, un estremecimiento empático, casi invisible, pero que estaba allí, recorrió su cuerpo cuando hice una mueca de dolor de nuevo.

—Usted... —respondí con un poco de frialdad—. Ha roto mis costillas más veces de las que puedo contar solo por sostenerme con demasiada fuerza y un par de veces mientras dormía. Esta es la primera vez que lo ha notado. —Tragó saliva digiriendo ese trozo de información... era algo que sabía, pero a lo que nunca le prestó atención hasta ahora. Lució vagamente nauseoso por un momento y pude verlo recordar lo que había sentido al ser inmovilizado mientras Jeiyce destrozaba sus propias costillas y las clavaba como proyectiles en sus pulmones.

—No es tan grave como sus heridas —le aseguré.

—¿Alguna vez te he… —Él detuvo la pregunta antes de que acabara de sacarla, siseando de furia contra sí mismo.

—Nunca al grado en que Jeiyce lo lastimó —respondí.

Entonces se rebeló contra eso, contra todo lo que estaba sintiendo, me agarró con fuerza y soltó un rugido feroz.

—¡¿Crees qué me importas un bledo?! Vives y continúas viviendo para mi placer. ¡No eres nada más fuera de eso! ¡Eres mi puta hasta que estime conveniente ponerte fin y nada más! ¡Nada más!

—¿A quién de nosotros está tratando de convencer? —susurré fría y burlonamente.

Me tiró sobre la cama y separó mis piernas

—Mujer —gruñó en mi rostro—. Me importas un bledo.

Pero podía ver la mentira en sus ojos y el temor que esta repentina e incipiente comprensión había despertado en él.

—Sí, claro. —Me burlé.

Envolví mis piernas a su alrededor y lo empujé dentro de mí, y él no pudo parar. Tenía que tenerme, tenía que obedecer a la furiosa locura de deseo que yo había encendido en su interior, pero su rostro era una máscara de agonía mientras me golpeaba por dentro, respiraba con dificultad de empatía cada vez que yo lloraba mientras él castigaba el hueso medio curado con cada embestida. Se vino dentro de mí en un grito que era más de dolor que de placer, y sabiendo eso, sabiendo que le había hecho daño de esa manera, me envió al borde junto con él casi gritando.

—Ganaré tu juego, mujer —dijo cuando pudo hablar de nuevo—. Voy a hacer que me adores, que me adules, que me des cada pedazo de ti misma que te hayas guardado hasta que me pertenezcas. ¡Toda tú, en cuerpo y alma! Voy a hacer que me… —Él tropezó con la palabra.

Lo besé suavemente y le sonreí.

—¿Lo ame? No sabe cómo, ni siquiera puede hacerse decir la palabra. No sabe cómo luchar una batalla que no implique la fuerza bruta y el poder de pelea. Sí, va a perder esta pequeña guerra, mi hermoso príncipe y cuando lo haga, usted será el que esté esclavizado.

—Veremos —contestó y sus ojos brillaron con renovado entusiasmo. Yo acababa de declarar la guerra y un saiyayín siempre marcha precipitadamente hacia cualquier conflicto llevando una canción en su corazón.

Me ayudó a vestirme y estudio las contusiones que puso en mi cuerpo, sus inexpresivos y llanos rasgos se torcieron de nuevo con sordo horror.

—Te doy mi palabra, mujer —me aseguró en voz baja—. No recibirás ni siquiera una contusión de mis manos de aquí en adelante.

Fui al centro médico esta mañana. Recibí una bienvenida mucho más cálida hoy que ayer. La noticia había dado la vuelta a todo el complejo como un reguero de pólvora anoche, el rumor era que Vegeta me había traído casi muerta después de golpearme. En realidad, prefiero que todos piensen eso a que conozcan la verdad… que casi me suicido accidentalmente en un ataque de rabia. El resultado fue más o menos el mismo.

Todo el mundo se portó más amable y menos hostil.

Ubiqué a Scopa en su oficina y me puse pálida cuando vi al paciente que estaba tratando. La hermosa piel azul de Zabón lucia abrasada con quemaduras inflamadas y heridas. Scopa nos presentó fríamente, su rostro se ponía pálido y enojado cada vez que sus ojos se encontraban con los de Zabón, y nosotros fingimos intercambiar primeros cumplidos. Ayudé a Scopa a reducir su antebrazo fracturado en un tenso silencio, hasta que recibió un mensaje de sala de operaciones.

—¿Puedes hacerle compañía durante unos minutos y aplicarle un antibiótico contra la infección, Bulma?

Asentí y lo vi salir después de lanzar una última enojada mirada torva en dirección de su amante.

—Él está molesto conmigo por decirlo de una forma suave —dijo un apesumbrado Zabón. Me quedé mirándolo impasible.

—Estuviste en la batalla —indiqué.

Se puso de pie y sacó una gran caja gris fuera de una bolsa de lona al lado de la camilla para pacientes.

—Sí —respondió en un tono sombrío—. Te traigo un regalo de mi príncipe, Bulma. Lo adquirió especialmente para ti. El primer pago por todo lo que has hecho por la revolución. —Él abrió la tapa de la caja y mi respiración se detuvo cuando vi lo que había dentro.

Era la cabeza de Nappa.

—Te prometí esto. —Zabón habló con fiereza—. Jeiyce-sama dio el golpe mortal, pero él y todos los demás saiyayíns que cayeron en Shikaji murieron debido a tu advertencia, de la misma manera que todos los maiyoshyíns y los otros habitantes de ese planeta siguen vivos gracias a ti. Has vengado tu hijo, Bulma.

—Cierra la tapa —le pedí en voz baja.

Empecé a llorar. No ayudó saber que había matado a Nappa. ¿Cómo pude haber creído que lo haría? Mi bebé está muerto, Karot-chan está muerto y un océano de venganza y sangre no lo traerá de vuelta. Zabón puso sus brazos a mi alrededor después de un momento incómodo, me aferré a este hombre que era un virtual desconocido y lloré tan fuerte que empecé a tener problemas para respirar. A medida que los sollozos iban disminuyendo, comencé a desvanecerme y perdí el sentido de lo que estaba pasando.

—... esto no le había sucedio en mucho tiempo. —La voz de Scopa decía desde lejos. Sentí el pequeño pinchazo de una hipodérmica en mi brazo—. Cada vez menos desde que dejó de lastimarla de manera sistemática. Pero...

—Ella parece tan frágil —murmuró Zabón.

—No lo es —dijo Scopa—. Uno no vive a través de lo que ella ha sobrevivido a menos que tengas ardantium en la columna vertebral. Pero... incluso el ardantium se rompe si se pone bastante presión sobre él el tiempo suficiente...

—Ella va a estar bien, amor —afirmó Zabón—. Creo que solo ... creo que pensó que la muerte de Nappa haría que la muerte de su hijo doliera menos.

Scopa me hizo recostar el resto de la jornada y estudiar en la cama. Al final del día regresé a la villa para encontrar el salón del pozo de fuego iluminado con velas y una nueva mesa de comedor de madera negra llena de comida. Vegeta me saludó y se inclinó burlonamente.

—Señora —dijo sonriendo con suficiencia—. ¿Quiere cenar conmigo esta noche?

Así que la batalla ya comenzó, ¿verdad? Una de las esquinas de mi boca se levantó.

—Supongo —respondí.

—Señora —preguntó moviéndose lentamente hacia mí, su voz cayó a un ronroneo seductor—. ¿Va a compartir mi cama esta noche?

Dí un respingo y pasé por delante de él a la mesa.

—Veremos —resoplé de un modo arrogante.

He estado muy ocupada durante las últimas semanas. Vegeta entrena como un loco. Halló un esclavo de muelle, de entre todas las personas, cuya fuerza bruta es aproximadamente el doble de la suya.

Requisó al hombre para ser su compañero de entrenamiento y tiene a este tipo moliéndolo a golpes todos los días. Estoy entrenando también. Estudio e investigo para resolver los aparentemente innumerables problemas en la construcción práctica de un nuevo tipo de escudo, al menos cada vez que puedo encontrar dos minutos de sobra que se junten. Rendí mi examen ante la junta de medicina hace una semana, pero Scopa quiere que tenga unas pocas semanas más de experiencia práctica directa antes de que me otorgue el estatus de médico completo. Así que, por ahora, soy una humilde pasante.

¡Tengo una vida social! Almuerzo con personas todos los días, charlamos y chismeamos mientras trabajamos. Veo a Hiru cuando el tiempo lo permite. Zabón me pidió que no le dijera tampoco a Hiru lo que he construido para los rebeldes, él piensa que espío al príncipe y nada más, pero me llama "la heroína de Shikaji" y sabe que fue mi advertencia lo que salvó a la gente de allí. Me gusta el sonido de eso. Es triste... él era un hombre tan vital, feliz a su manera tranquila y ahora todo en lo que parece pensar o hablar es de la Red. Sus ojos eran tan cálidos antes, ahora están muertos y solo parecen capturar la vida cuando habla de la revolución. Nachti se ha convertido en mi amiga y es bueno trabajar al lado de ella y de Scopa. ¿Cuándo fue la última vez que tuve amigos?

Chikyuu, supongo.

Son-Gokú, Yamcha, Krilin-kun y...

Cada noche regreso a la villa y Vegeta y yo bailamos nuestro elaborado vals de combate mental, verbal y sexual. Él no sabe que ya ha perdido, está decidido a ganar este "juego" a cualquier costo y me ha dado rienda suelta para salir de la villa cada vez que me dé la gana, para reorganizar la casa como desee —convertí su pequeña biblioteca en mi estudio médico privado—. Él aprieta los dientes y me permite decir lo que quiero, contradecirlo, discutir con él sobre cualquier tema que pueda nombrar. Finge ser el pretendiente halagador, jugando a seducirme todas las noches… como si yo tuviera otra elección. Él me usa con delicadeza ahora, toma una cantidad excesiva de cuidado para no hacerme daño o siquiera magullarme...

Finjo adorarlo y lo sofoco con enfermizas palabras dulces y afecto. Al final de la noche, nos dirigimos de nuevo al dormitorio y echo mano de todas mis habilidades. Uso hasta la última pizca de destreza que aprendí con Raditz, que se acostó con la mitad de la galaxia conocida antes de que llegara a él, según su hermano de escuadrón Kyouka. Le he hecho cosas en las últimas semanas que harían sonrojar a Serulian, la Diosa del amor.

Hace un tiempo, el primer día que me devolvió la voz, cuando me tomó con suavidad y me hizo gritar de placer, le dije que deseaba que solo se hubiera mantenido hiriéndome. En muchos sentidos... Kamisama, en muchos sentidos todavía deseo eso, porque cada vez que estamos juntos en estos días, siento el eco de ese abismo de completa locura que estuvo tan cerca de tragarme la primera vez que lo deje tenerme, la primera vez que me hizo venir en contra de mi voluntad, contra toda cordura y razón, después de todo lo que me había hecho en los meses anteriores. Yo lo quiero. Yo... Dioses, me estremezco ante el pensamiento cuando él no está conmigo, pero en el instante en que pone sus manos sobre mí, lo quiero como una droga adictiva. Todo el odio que siento por él se transforma en pasión y, sin esfuerzo y horriblemente, salta la delgada línea entre la rabia y el deseo. Y porque mi odio por él es tan inconmensurable ahora... así es mi deseo. Me volveré una loca que echa espuma por la boca si esto sigue así por mucho más tiempo.

De verdad cree que puede hacer que lo ame. Eso me deja atónita. Aunque... supongo que cuando has pasado toda tu vida sin ningún sentido real de los sentimientos de nadie salvo los tuyos, uno podría volverse un completo obtuso. Los momentos de empatía real cuando hace la conexión mental entre Jeiyce rompiendo sus costillas y todas las veces que me ha hecho lo mismo, todavía son poco frecuentes, sin embargo, ha sido fiel a su palabra y no ha puesto una contusión en mí desde la noche después del funeral de Nappa.

Es extraño, pero realmente disfruto de la conversación en la cena cada noche. Es mucho más brillante y mejor educado de lo que hubiera creído posible, y nuestras opiniones son tan diametralmente opuestas en casi todo, lo que es bueno para un debate. Y es muy liberador discutir con alguien cuando no tienes ninguna consideración por sus sentimientos.

Ayer por la noche volvió de entrenar temprano y me encontró sentada en mi jardín.

—¿Qué es eso? —peguntó mientras se sentaba a mi lado en el banco.

—Un texto médico —respondí y levanté el libro hasta cubrir mi rostro fingiendo ignorarlo.

Los saiyayíns, la sexualidad y la luna —leyó en el lomo del libro y rio por lo bajo.

—Sexualidad saiyayín... ja —resoplé—. No conozco la de ninguna otra especie más.

Tiró el libro hacia abajo y se inclinó hacia mi.

—Los libros no pueden enseñarte mucho. —Sonrió desdeñosamente—. Necesitas una investigación de campo, mujer.

Empujé el libro hacia arriba entre nosotros otra vez y me asomé por un lado con una sonrisa maliciosa.

—Tengo dolor de cabeza, querido.

Él frunció el ceño.

—¿Estás enferma?

—No —dije—. Simplemente... no estoy de humor. —Se me quedó mirando y su rostro empezó a ponerse rojo de rabia reprimida. Le sonreí con dulzura—. Eres un encantador y tierno hombre que respeta mi delicada sensibilidad, ¿no es cierto, Vegeta? Yo sé que sí, porque nunca podría amar a un hombre que no lo fuera.

Se sentó allí por un minuto completo, temblando de pies a cabeza en un esfuerzo por controlarse. Luego... luego se arrastró a la cama azotando su cola por detrás.

No puedo empujar ese tipo de cosas demasiado lejos y sé que tendré que hacer las paces con él mañana por la noche... pero Dioses, se sintió tan bien rechazarlo de plano. Dormí en la pequeña cama de mi estudio y desperté sonriendo.

Todos los grandes cambios en mi vida siempre vienen sin previo aviso y de manera casi instantánea. Ayer fue uno de los días de "cambio".

Las sirenas de emergencia se activaron a las doce y media, todo el equipo de trauma, yo incluida, corrimos hacia las plataformas de aterrizaje. Scopa estaba gritando órdenes como un sargento y se volvió hacia mí a toda prisa cuando llegamos.

—¡Quédate conmigo! Nunca has visto una cirugía de campo antes y no quiero que te lances a nadar por tu cuenta. Tú serás mi ayudante de preoperatorio. Saca una unidad de inoculación contra la radiación de la farmacia. ¡Nachti!

Llegamos para ver un portatropas de tamaño estándar caer sobre nosotros en cámara lenta. Había guerreros a su alrededor facilitando el descenso al suelo. Vi a Bardock y a Toma entre ellos, pero no podía detenerme si quería mantener el ritmo de Scopa y escuchar sus instrucciones.

Todo el día fue una especie de borrón, estuvimos clasificando a los muertos, a los moribundos y a los heridos viables, aplicando dosis subcutáneas de antirradiación a los miles de guerreros que se presentaron para ayudar. Los maiyoshyíns habían dado el primer golpe en la guerra de la revolución. Atacaron los astilleros y las guarniciones de Arbatsu con armas nucleares de plasma.

Armas nucleares de plasma.

Un arma nuclear de plasma te derrite en tu búnker, en tu nave, en tu casa. Te quema vivo si tienes suerte. La radiación es cruel porque es fatal, pero no rápida. Dosis lo suficientemente altas te matarán incluso si estás inoculado. Mutila a los supervivientes, a todos. Derrite tu carne sobre los huesos, disuelve tus extremidades... es... no quiero hablar de todo lo que hizo. Vegeta llegó desde el principio y tomó el mando de la tropa de salvamento a solicitud de Scopa, si dejaban que un portatropas se destruyera en la atmósfera, habría irradiado a toda la región. Cogí el brazo de Bardock en un momento dado, cuando de repente recordé que Romayna se encontraba estacionada en Arbatsu. Su rostro estaba pálido y tenso por la terrible preocupación, pero me dijo que ella era fuerte e inteligente y sobreviviría.

Fue un terrible, terrible día, pero no duró para siempre. Vegeta, un Dios inmortal en su propia mente, no se aplicó una inyección antirradiación hasta que todos los portatropas estuvieron en tierra, luego perdió el conocimiento y cayó del cielo. Bardock, de entre todas las personas, lo atrapó y lo sentó a un lado de la estación de inoculación que había instalado en la plataforma de aterrizaje principal.

—Pensé que lo dejarías caer —dije mientras volteaba hacia Vegeta. Después le apliqué una dosis subcutánea en el brazo, se estremeció y expectoró sangre.

—El pequeño bastardo tuvo un golpe de suerte —gruñó Bardock—. Vegetasei no puede permitirse el lujo de perder a su príncipe en vísperas de la guerra y... ha hecho el trabajo de un hombre hoy. Salvó a muchísimos guerreros. Siempre puedo matarlo después.

—Supongo que tendré que esperar también —comenté sonriendo abiertamente hacia el rostro sucio de Bardock—. Él va a necesitar un tanque, tiene el tejido interno descompuesto.

Scopa se acercó y nos observó con recelo.

—Me lo llevaré de aquí —dijo.

—No puedo imaginar por qué el hombre no puede confiar en nosotros dos para cuidarlo. —Bardock se rio sin humor—. Tengo que hallar a mi mujer en todo este lío. —Se levantó y se alejó.

Una hora más tarde, durante mi veinteava carrera hacia el depósito, me encontré con Hiru sentado encima de una pila de cajas de torundas médicas.

—Es un buen día —declaró sonriendo.

—¿Qué? —repliqué sin aliento, preguntándome por qué no estaba arriba ayudando.

—Ha sido bueno verlos quemados —me aseguró con una horrible sonrisa plana—. Y mejor aún verlos morir.

—Raditz y Karot-chan eran de ellos —le recordé en voz baja, sintiéndome repentinamente enferma. Yo no había pensado en la guerra en términos personales, ¿o lo hice?

—Raditz fue amable con mi familia. —Estuvo de acuerdo—, pero él explotó Corsaris hasta los cimientos. Bulma, te amaba... y mira lo que consiguió, ser asesinado por su propia especie porque era menos malo que el resto de ellos.

—Romayna-san esta estacionada en Arbatsu —le contesté.

Su sonrisa sin vida de tiburón vaciló un poco y negó con la cabeza.

—Ella fue amable contigo, pero yo no era más que otro esclavo en su mente, al que se utiliza y se sacrifica como a un animal cuando es demasiado viejo o débil para trabajar. —Su mirada se suavizó ante el aspecto afligido de mi rostro, algunos remanentes del hombre amable que conocí en Turrasht despertaron dentro de él—. Romayna-san es el enemigo ahora, Bulma-chan. Esto es la guerra. No se puede amar y llorar por ambos lados y no debes intentarlo, eso solo te dolerá el doble cuando realmente empiece la matanza.

Tragué saliva y luché para no gritarle o para no gritar en general. A pesar de todo, no existía suficiente odio en mí para tolerar los horrores que había visto hoy y tuve la horrible sospecha de que esta iba a ser la sangrienta táctica estándar por parte de los rebeldes. Y de repente empecé a tener problemas para respirar cuando otra sospecha me golpeó como si me cayera una montaña.

—¿Cómo crees qué consiguieron pasar las armas nucleares por la red de sensores alrededor de Arbatsu? —le pregunté.

—He oído rumores en la Red de nuevas armas —dijo con tranquilo entusiasmo—. Dicen que Jeiyce tiene un maestro tecnológico madrani que inventa armas para él… ¡Bulma! —Me atrapó cuando casi me desmaye.

Había escuchado de los supervivientes durante todo el día que nunca vieron las naves enemigas en los rastreadores orbitales ni con sus propios ojos. Y las armas nucleares... oh, Dioses, oh, Dioses...

Ellos las encapsularon y dispararon las cápsulas que eran demasiado pequeñas para ser detectadas a través de los sensores de las redes, las ampliaron con un temporizador de acción retardada y detonaron...

Maté a todos esos hombres en Shikaji cuando le advertí a Zabón, pero nunca vi sus rostros.

Nunca olí su carne quemada ni oí sus gritos de dolor. Y ellos... ellos fueron a Shikaji para purgarlo ¡Así que al diablo con ellos! Jamás voy a sentir una pizca de culpa por Shikaji.

Pero estas personas murieron en las camas de sus cuarteles caóticamente, en los campos de entrenamiento y nunca tuvieron la oportunidad de defenderse. Los maté. Maté a todos con mis cápsulas y los escudos de camuflaje que les permitieron a los Demonios Rojos ir directo a la parte superior del planeta sin ninguna advertencia.

¡No lo sabía! Kamisama, créeme, no pensé que algo así sucedería, que se podría utilizar la tecnología de esta manera. Papá nunca concibió que las cápsulas podrían ser utilizadas como armas y yo tampoco.

Tropecé hasta la sala postoperatoria, más allá de los cientos, miles de heridos y luego entré a la sala llena de muertos y moribundos. Y vi... vi a Bardock. La había encontrado, había encontrado a Romayna. Me moví hacia su camilla médica como en un sueño y sentí mi estómago volcarse cuando miré su rostro, su hermoso rostro... o lo que quedaba de él.

La mitad de su cuerpo simplemente se había... desvanecido. Me atraganté y empecé a sollozar. ¡Fue mi culpa!

Maté a mi amada madre. Ella siempre me trató como una persona... era mi amiga y yo la maté junto a los cientos de miles de otros en Arbatsu.

Ella levantó la vista cuando me vio... y sonrió.

—No deshonres su muerte con lágrimas, hija —dijo Bardock en voz baja.

—Deja que lloré —susurró Romayna—. Ella no es ni saiyayín ni un guerrero, aunque solo por la falta de poder de pelea. Yo... sabía que ibas a sobrevivir cuando Raditz y el niño fueron asesinados. —Se rio suavemente, su rica y cálida voz ahora no era más que áspera—. Dime, Bulma... ¿se ha doblado el Saiyayín no Ouji a tu voluntad tan por completo como lo hizo mi primogénito?

—Romayna-san... —Sentí como si un cuchillo cortara mi costado.

—Creo que... él aprenderá que fue una locura hacer un enemigo de ti antes de que los hechos queden consumados. Todos mis bienes y enseres te los lego, niña. Y lo que descansa a salvo en la sala de incubación debajo de nosotros, así... aliviarás tu dolor.

—Romayna —indicó Bardock—, la niña no es dueña de sí misma. Todo lo que le heredes se lo darás al hombre que mató a Raditz.

—Bar-kun... —Su respiración era cada vez más débil en ese momento—. Nada está perdonado, amado. No todavía. Aún no te lo has ganado. Sabrás cuando lo hayas hecho... pero no te veré hacerlo, ya que moriré... Vete. —Él se inclinó, besó su ensangrentada y quemada boca y se fue sollozando en voz baja.

Me quedé con ella hasta que murió, observé su fuerte y vital cuerpo saiyayín combatir la muerte hasta lo último. Y me reveló lo que me había legado y donde encontrarlo.

—Oigo... —dijo débilmente al final—. Oigo una voz, hija.

—¿Qué dice? —susurré temblando.

—Dice... dice: «No cedas al odio». Dice... —Ella se ahogó, su voz seca cayó a un tenue ruido—. Dice... «el Legendario ha llegado». Mi hijo... —Luego... luego murió.

Creo que me desmayé porque desperté tarde en una camilla, cubierta con una ligera manta. Me senté y miré a mi derecha hacia donde Scopa dormía en la otra camilla, muerto para el mundo.

Tomé la ruta que ella me dijo, seguí los giros y vueltas hasta las entrañas del centro médico, a una parte del enorme complejo que nunca visité. Scopa había sido muy cuidadoso de nunca llevarme allí, o incluso hablar de la sala en mi presencia. La sala de incubación. Me detuve frente a la vaina hacia la que Romayna me había guiado, la número trecemil quinientos setenta y ocho. Miré el rostro dormido, sollocé en voz baja y golpeé con fuerza mi puño en el control de extracción. La puerta de la vaina se abrió y... y metí las manos dentro para sacar al diminuto ocupante, me deslicé hacia abajo hasta el piso con él en mis brazos y mi espalda contra la vaina. Lo sostuve mirando con asombro los picos tipo molino de viento, igual a los de Bardock, igual a los de Karot-chan... igual a los de...

Abrió los ojos y me sonrió.

—Son-Gokú... —dije y comencé a llorar—. Mi bebé... mi hermoso bebé.

Era él. Lo reconocí al instante, exactamente como Kamisama dijo que sería.

Todo lo demás se fue por la ventana... la muerte de Romayna y todos los miles y miles de hombres que los Demonios Rojos habían matado hoy con las máquinas que les di para defenderse. Me senté y lo mecí perdida en la sencilla felicidad de tenerlo entre mis brazos.

Una voz áspera hablando en un tono suave se abrió paso en mi mente, alcé la vista... y grité. Vegeta. Perdí la cabeza por el terror. Era Vegeta, venía a matar a mi bebé otra vez, venía a arrebatármelo por segunda vez. Corrí gritando de ciego horror, él me atrapó, me sacudió y por último alzó la voz fuerte para conseguir que oyera sus palabras.

—¡No voy a hacerle daño, mujer! —rugió.

Volví a mis sentidos, pero solo parcialmente. Yo... creo que estaba a punto de perderlos por completo cuando caí de rodillas ante él y le rogué por lo que sabía que no me iba a dar.

—Por favor... por favor, Vegeta... ¡Oh, Dioses, por favor, deja que me quede con él! Haré cualquier cosa... ¡Cualquier cosa! ¡Por favor, no me lo quites otra vez!

Se me quedó mirando y lo que sea que viera en mi rostro lo hizo palidecer de preocupación.

—Mujer... —dijo lentamente—, este no es el mismo niño.

—¡No me importa! —grité—. ¡Oh, Dioses, por favor, por favor, Vegeta...

Se quedó en silencio, su rostro estaba envuelto en la penumbra de la sala de incubación y luego habló.

—Mantén al mocoso aquí —ordenó—. No tendré al hijo de Bardock durmiendo bajo mi techo, pero puedes conservarlo en el centro médico. Scopa lo atenderá en la noche, ¿no es así, doctor?

—Con todo mi corazón, Oujisama —susurró Scopa.

—¿Entiendes que debe ir a los cuarteles de niños a la edad indicada? —preguntó Vegeta. Asentí de mala gana—. Está hecho entonces. Salgo de Vegetasei en la mañana para cazar al príncipe rojo y dar a nuestros enemigos una respuesta a su ataque de ayer. Pueden pasar meses antes de que vuelva. Tú residirás aquí en el centro médico en mi ausencia, mantén al niño a tu lado noche y día si lo deseas.

—Vegeta... —Yo quería decir algo, pero en ese momento... Dioses, estaba demasiado agotada emocionalmente para pensar y mucho menos hablar.

Él le ordenó a Bardock que vele por mí mientras no estuviera, recuerdo eso, porque al parecer había hecho un desagradable enemigo de Mousrom de Inteligencia, el torturador principal, y creía que el inquisidor podía matarme mientras él se iba a fastidiar a su príncipe. El resto de la noche es un borrón. Terminamos, por alguna razón desconocida, pasando la noche en el pequeño apartamento que Scopa me dio en el ala de residentes. Yo estaba en estado de shock por... por todo y no recuerdo mucho de cualquier otra cosa, excepto dos. Lo primero es que lo empujé hacia la pequeña cama y me agaché para besarlo con los ojos llenos de lágrimas, y le dije "gracias". Gracias por dejar que me quede con Son-Gokú. Y gracias por irte.

Lo segundo es que me levanté después de que él cayó en un exhausto sueño sin fuerzas y mecí a Son-Gokú en mis brazos. No... no Son-Gokú. Romayn, por su madre.

Rom-kun.

Por un segundo o dos, empecé a cantar la canción de cuna de Karot-chan, pero me detuve con el ceño fruncido. No... él necesitaba su propia canción, así que canté la que mi abuela occidental le enseñó a mi mamá cuando era pequeña, la del ruiseñor.

Es de mañana.

Él se ha ido. Se levantó antes del amanecer y se fue a cazar a Jeiyce a través de la galaxia. Se inclinó y me besó lentamente, durante un largo tiempo, para tener un recuerdo que pudiera llevar consigo mientras estaba en la guerra. Luego secó las lágrimas de mis ojos, su rostro se quedó inmóvil y entonces... se suavizó con sincero placer. Me besó una vez más, sin palabras... y desapareció. Y así sin más, estoy libre de él. Supongo que se conmovió a su propia manera áspera porque lloré cuando me dejó. Me pregunto qué pensaría si supiera que mis lágrimas eran de alegría. Alegría que estaría libre de él durante meses, tal vez para siempre.

¡Kamisama! ¡Meses y meses sin Vegeta! Voy a estar en el centro médico todo el tiempo, viviendo y trabajando con estas buenas personas y… maldición. Tendré que volver a la villa todos los días, sin embargo. No puedo confiar en que Batha o ni siquiera Caddi cuiden apropiadamente de mis flores. Y creo que empezaré una subdivisión de mi jardín de Chikyuu aquí en el centro médico mientras me quede en este lugar.

Estoy feliz.

No debería estarlo, no con Romayna muerta, no con la sala de postoperatorio y la morgue repletas, no en el primer día de una guerra galáctica que será sangrienta y horrible de una manera que estoy apenas empezando a comprender. Pero me administré una inyección lacta esta mañana y en dos semanas, seré capaz de amamantar a Rom-kun.

Es tarde del mismo día.

Me pasé todo el tiempo atendiendo a los hombres y a las mujeres que Jeiyce masacró con mis máquinas. Fue malo porque... en algún momento, salí del choque de tantas cosas sucediendo al mismo tiempo y finalmente me golpeó lo que habían hecho, y cuan fea y sucia esta guerra iba a ser... Fui la peor clase de tonta imperdonable al pensar que cualquier guerra, por cualquier razón, sería otra cosa que fea y sucia. Me siento tan... Dioses... violada, supongo. Sobre todo porque estaba casi loca cuando construí esas máquinas para la Red, y las gemelas y Zabón se aprovecharon, ya que sabían la ventaja de eso. Ellos piensan que están haciendo lo correcto, pero... yo maté o ayudé a matar a la madre de mi nuevo bebé... la madre de Raditz... mi amiga. Tengo que reparar el daño de algún modo, tengo que detener esto de alguna forma, no sé cómo, antes de que todas las imágenes y posibilidades que comenzaron a apoderarse de mi mente hoy, de todas las maneras en que el ejército de Jeiyce puede y sin duda va a utilizar mis pistolas de ki, se conviertan en realidad.

De las tres piezas de tecnología que les di a los rebeldes, han tomado las dos no violentas creaciones defensivas y las convirtieron en instrumentos de guerra... Kamisama, ¿qué van a hacer con las pistolas de ki?

Tal vez me equivoque y sea demasiado blanda de corazón, o tal vez soy débil, pero no puedo ayudar a los rebeldes más. No después de ver lo que hicieron, lo que, sin saberlo, les ayudé a hacer en Arbatsu. He tenido todo tipo de teorías y salvajes ideas sobre a lo que Kamisama se refería específicamente cuando me dijo que no cediera al odio, que no renuncie a un pueblo que puede pensar y razonar, y odiarlos a todos por las acciones de unas pocas personas. Ahora sé lo que quería decir, que mi odio me llevaría a la creación de las máquinas que le he dado a Jeiyce. En algún lugar de mi mente febril, tenía que saber cuando estaba construyendo esas armas que podrían ser subvertidas en mortales recursos de destrucción masiva. Ayudar a los rebeldes nunca fue parte de mi misión y ahora... ¿cuán grave e irreparablemente enredé las cosas al añadir mis máquinas a la mezcla de una guerra que ya estaba destinada a ser brutal y despiadada? Tengo que arreglar las cosas tanto como pueda, encontrar una forma de detener toda la matanza que está a punto de suceder. Y tengo que dirigir todas mis fuerzas hacia mi verdadera razón de vivir, al encargo que los Dioses me asignaron. Tengo que cuidar de Rom-kun y asegurarme de que crezca como un hombre fuerte y bueno. Él será el centro de mi mundo ahora y no le fallaré.

Dioses... esas palabras de la profecía, habladas a través de Romayna cuando su alma flotaba sobre el umbral de este mundo y el siguiente... «El Legendario ha llegado», ella dijo como un profeta anunciando el nacimiento de un mesías. Nunca le daré la espalda a mi verdadero destino de nuevo.

No voy a odiar, ni siquiera a Bardock. Vi como su corazón se rompía en mil pedazos ayer y todo lo que pude pensar era en lo mucho que dolió perder a Karot-chan y a Raditz. El tiempo trae sus propias venganzas, papá siempre decía, y todos los males que uno hace a la larga la pagas con tu propia miseria. Bardock está pagando ahora, al igual que lo hizo cuando perdió al hijo que llamó su «mejor amigo». Y no me regocijo en su dolor, estoy llorando con él. Me arrebató todo mi mundo, pero ha perdido todo su mundo ahora. Ella era todo su mundo. Pensé que estaría muy feliz de verlo tan herido, pero fue horrible. No voy a ser como Hiru o las gemelas y me regocijaré en el sufrimiento de aquellos que me hicieron daño. No odiaré a Bardock más... y en algún lugar, de alguna manera, yo… yo intentaré y encontraré una forma de odiar a Vegeta menos cuando o si regresa.

Hoy creo que hallé la respuesta, la respuesta para liberar a todas las personas que quieren ser libres y mantener a salvo a la gente en este planeta de ser sacrificados en el proceso. No tiene que ser el uno o el otro. Es un nuevo invento, voy a trabajar muy duro para terminarlo, lo llamaré mi "escudo punto muerto". Punto muerto se refiere a que nadie va a poder llegar al otro lado del conflicto que comenzó ayer y matarlos. No puedo impedir que las personas que han sido masacradas y pisoteadas por los saiyayíns quieran la sangre de sus opresores. No puedo cambiar los instintos innatos y arraigados del pueblo saiyayín. Pero si no se puede evitar que las personas luchen entre sí, la segunda mejor opción es separarlos y eso es lo que este nuevo escudo va a hacer.

Zabón vino al centro médico hoy, me encontré con él en mi propio apartamento esta tarde. Le dio a Rom-kun la misma mirada cautelosa que varias personas le dieron mientras cargaba a mi nuevo bebé en un canguro improvisado cuando fui a mis rondas. Tenía un completamente desarrollado nuevo orgullo de madre y casi abofetee a Batha por la mirada de absoluta repulsión que nos dio a mí y a mi bebé esta mañana. Las gemelas bajaron de la villa, no tienen a nadie para quien cocinar y limpiar ahora que Vegeta se ha ido, y han estado ayudando con la carga de trabajo adicional de tener tantos miles de pacientes que cuidar. Scopa las conoce lo suficientemente bien como para no ponerlas en las salas de postoperatorio. Las asignó a ayudar con todos los deberes de gestión del complejo que están siendo descuidados desde el ataque y las deja que lo ayuden con el cuidado de los soldados que están casi listos para salir.

Batha miró por encima del hombro a Rom-kun, como si fuera una especie repugnante insecto que se arrastraba sobre mi brazo.

—¿Así que al fin el Saiyayín no Ouji encontró tu precio? —dijo ella con veneno.

Si no hubiera estado sosteniendo al bebé, le habría dado un puñetazo. Yo nunca, nunca, nunca dejaré a mi bebé solo con esa mujer.

Cuando Zabón vino a mi habitación, miró a Rom-kun nervioso y luego se dio cuenta de la forma en que mi expresión debe de haber cambiado súbitamente de helada a asesina, y solo preguntó:

—¿De dónde vino él?

—Su nombre es Romayn —respondí y retiré al bebé del canguro para que Zabón pudiera ver lo hermoso que era. Rom-kun le sonrió sin el beneficio de los dientes.

—Él es el hermano pequeño de Raditz. Su madre, Romayna, murió de quemaduras por radiación y envenenamiento. Me dio a su bebé para criarlo. Era... era mi amiga y la maté. —Alcé los ojos hacia él y hablé casi en un susurro—. Tu príncipe me ha traicionado, tomó lo que le di para ayudar a ocultar y defender a su pueblo, y lo utilizó para descuartizar a doscientas mil personas en sus camas.

—Doscientos mil saiyayíns —declaró sin una pizca de remordimiento y sin apartar sus ojos de los míos—. Ellos son el enemigo, Bulma, es la guerra. Los pueblos del "imperio" han tenido suficiente, morirán antes de inclinarse frente al látigo para esclavos otro día. No me digas que no tienen derecho a ser libres y no me digas que hay alguna otra forma de liberarse de estos amos.

—Estoy fuera —le aseguré de forma rotunda. No podía discutir con la fría lógica de sus palabras o la verdad que sabía que hablaba, pero... no sería parte de eso nunca más—. No voy a construir otra máquina para tu Red o ayudarte de cualquier manera, renuncio.

Se quedó en silencio.

—¿Qué vas a hacer cuándo Vegeta regrese a casa y te diga qué mañana va a purgar un planeta de sus dos mil millones de habitantes? ¿Guardarás silencio y los dejarás morir?

–No —respondí en voz baja comenzando a temblar—, por supuesto que no lo haría. Yo...

—Dices que estás fuera, amor —dijo suavemente—. Sin embargo, tu propia conciencia moral te ayudará cuando sea el momento de hacer lo correcto. Y el bebé...

—¿Qué pasa con mi bebé? —pregunté tensa.

—Vegeta te lo quitará cuando regrese o cuando convenga a su capricho, accedió a que te quedaras con el niño, ¿verdad? Él utilizará al cachorro para controlarte y cuando el niño crezca un poco, lo enviará lejos de ti y lo pondrá en el cuartel infantil, y la próxima vez que veas esta pequeña cara, será un asesino endurecido…

—¡Cállate! —grité—. ¡Cállate!

—No estoy diciendo esto para hacerte daño, amor —me aseguró—. Yo... yo no quiero que vivas en este mundo de ensueños en el que se te permitirá mantener a este niño y criarlo hasta la edad adulta tal como están las cosas ahora. No quiero verte perder a otro hijo y tal vez tu mente también.

—¡Entonces sácame de este infierno! —le grité—. ¡Llévame contigo cuándo vayas con Jeiyce! ¡Lleva a mi bebé donde no tenga que crecer como saiyayín y solo pueda ser él mismo! Jeiyce…

—Jeiyce no te aceptará, amor —declaró—. Él no conoce el nombre ni la identidad del "Amo de la Tecnología" que construyó las cosas que le llevé. No se lo revelé porque dudo que hubiera tomado tanto como una miga de pan de tus manos si supiera quien eres.

—¿Q… qué?

—Bulma —dijo—. Eres la viuda de Raditz.

Me paralicé y mi estómago se retorció en nudos. Kamisama... yo nunca había... nunca pensé... en Raditz, quien asesinó al padre de Jeiyce, a su hijo, a su esposa.

—Y... y es por eso que nunca me sacaste, a pesar de que hubiera sido mucho más fácil para mí trabajar en paz en otro lugar.

—Jeiyce sabe de ti —afirmó Zabón con gravedad—, pero solo que estás espiando para la Red y que tu advertencia salvó Shikaji. Él conoce toda la historia de cómo Raditz fue traicionado y asesinado por su príncipe, de cómo Raditz trató de salir de Vegetasei por tu bien, y que fuiste tomada por el príncipe después de las muertes de tu hombre y tu hijo para ser su esclava sexual. ¿Sabes lo qué dijo cuando escuchó esa historia? Jeiyce dijo que esa era otra deuda que Vegeta le debía, porque le hubiera gustado pagarle a Raditz con la misma moneda por las muertes de su esposa e hijo.

Hice un suave gemido y temblé de pies a cabeza. No había ningún lugar a donde escapar y nunca lo había habido. El hombre que veía como... como un heroico revolucionario era mi enemigo y me habría matado a mí y a Karot-chan simplemente porque éramos la familia de Raditz. Zabón se acercó, tomó mi mano y me obligó a mirarlo.

—No puedo llevarte a él, incluso ahora, no sería seguro. Después de Shikaji, Jeiyce piensa en ti como en una víctima tanto de Raditz como de Vegeta y como una leal espía de la Red, él aún... sería peligroso que te le acerques. Y la vida del pequeño Romayn no valdría ni un escupitajo en una base rebelde.

—Jeiyce es como... es como las gemelas y Hiru —murmuré.

—Él no es el hombre que era antes de que Corsaris cayera. —Zabón estuvo de acuerdo—. La mayoría de nosotros en la Red estamos un poco locos, es parte del paquete de haber perdido todo lo que amábamos. A veces pienso que soy de los desafortunados que aún están cuerdos. —Se detuvo pensativo—. Escucha con atención, amor, uno no sale de la Red en circunstancias normales. No está permitido... pero estás en una posición inusual debido a tu anonimato como constructora de armas para Jeiyce. —Me estremecí visiblemente ante el término, aunque él no lo notó—. Voy a decirle a mi príncipe que estás trabajando en algo que va a tomar una gran cantidad de tiempo. Si es necesario, le diré que su maestro tecnológico secreto ha muerto. A partir de ahora, estás esperando como espía en la casa de Vegeta. Él deberá regresar… solo diré que existe un plan en marcha para conseguir que no vuelva en una sola pieza… y tú tráeme cualquier información que encuentres que pueda detener otro Corsaris. Confiaré en tu propia conciencia de que lo harás, de lo contrario, estás fuera. La política inflexible es que nadie sale de la Red, por lo tanto, no se lo digas a las gemelas o a cualquier otro operativo ni a Hiru que te has retirado. Ellos te matarán si lo saben... incluso Hiru. Si las gemelas preguntan en qué tipo de máquina estás trabajando ahora, diles que lo estás construyendo en el centro médico y que Zabón te ha ordenado no hablar de los detalles con nadie.

—Gracias —le dije haciendo un esfuerzo. Podía sentir las lágrimas presionando las esquinas de mis ojos.

—Te has ganado una consideración especial. Has hecho más por la rebelión que nadie que conozco además de Jeiyce mismo —declaró—. Y... y Scopa te ama. Voy a rezar a los Dioses de la justicia para que cuando se gane esta guerra, tú y el niño salgan de Vegetasei y tengan una vida larga y feliz.

La última persona que vi hoy antes de volver a mi habitación, fue a Hiru. Me confesó... confesó que estaba contento por Rom-kun y que no escucharía a las gemelas. Ellas no conocieron a Raditz y nunca entenderían que él y todos sus parientes, no eran como el resto de su especie.

—Raditz nos habría liberado si hubiera podido. —Sus ojos negros muertos, sin vida, parecían tibios mientras miraba al bebé. Él extendió la mano tentativamente y Rom-kun le agarró el dedo—. Me encontré con Bardock-san esta mañana temprano cuando llevaba a Romayna-san para quemarla en las montañas de Turrasht. Él no me vio... estaba llorando como un niño. Raditz-sama me contó una vez que sus padres se unieron cuando tenían catorce o quince años. Toda sus vidas. Yo... —Su voz se hizo gruesa—. Él no es un buen hombre, pero es un hombre, no es una bestia. Yo… yo creo que estaba muerto por dentro, Bulma, como una cáscara llena de nada más que veneno y odio. Creo... creo que estoy volviendo a la vida. Tengo que darte las gracias a ti y a Bardock por eso. Todos esos soldados que murieron ayer no harán volver a nuestras familias, ¿verdad?

—No —le contesté con la voz quebrada—, no lo harán.

—Lo que estamos haciendo es lo correcto —afirmó—, creo en eso. Pero no me regocijaré más a menos que el enemigo sea mi enemigo personal. El príncipe Vegeta mató a mi familia y a la tuya, este niño no lo hizo y su hermano nos hubiera liberado a Noira, a Dusca y a mi si hubiéramos escapado. No voy a olvidar eso de nuevo. —Él le sonrió débilmente a Rom-kun, quien lo miraba con una amplia sonrisa gingival—. Mira como sonríe, es tan diferente a un bebé saiyayín normal, igual que Karot-chan. Ambos han sido favorecidos.

—Así es —le aseguré.

Me golpeó como si me cayera una roca, una idea que era tan sencilla y noble en su simplicidad. Le conté mi idea, él tragó saliva y asintió. Nos escabullimos hasta la sala de incubación para encontrarla completamente desierta debido a la necesidad en las salas de trauma. No había requerimientos de una gran cantidad de atención por parte de los asistentes de tecnología. Las máquinas alimentan y les dan de beber a los fetos en crecimiento y preparan a los bebés viables para emerger en lo que sería aproximadamente un año de edad. Luego van a la unidad de condicionamiento y de allí a los cuarteles infantiles para aprender a matar si son fuertes o a las vainas unitarias de siembra si no lo son. No es que ninguno de ellos necesite que se les enseñe como matar después de un año en la unidad infantil de condicionamiento. Los bebés en las vainas de incubación son dejados para crecer y desarrollarse, y nada más, pero cuando los trasladan a la unidad infantil de condicionamiento, se les da un bombardeo constante de cintas subliminales de agresión durante un año. Para el momento en que los bebés emergen de ese primer año de condicionamiento, son como diminutos lobos feroces. Muerden, arañan y tratan de destrozarse los unos a los otros si los ponen juntos. Ellos no aceptan ni dan afecto, tienen lo que los psicólogos en Chikyuu habrían llamado trastorno disociativo o algo muy cercano. Después de eso, van a los cuarteles para recibir una brutal disciplina, pero no necesitan ser animados o enseñados a matar.

Yo sabía lo que pasaba, aunque solo debido a que lo leí alguna vez en los textos de medicina.

Nunca había ayudado en eso y me dije que ya era suficiente. No más. Sería una maldita si alguna vez me mantengo al margen y dejo que algo terrible suceda sin levantar una mano para tratar de detenerlo.

Hiru y yo pasamos toda la noche reprogramando la unidad de condicionamiento infantil de tal manera que los asistentes de tecnología no notaran la diferencia.

—Ellos seguro como el infierno que se darán cuenta cuando saquen esta cosecha de bebés y no los muerdan ni una sola vez —dijo Hiru preocupado—. Espero... Bulma, que no estemos firmando la sentencia de muerte de estos niños cambiando su programación.

Yo negué con la cabeza.

—No va a cambiar su voluntad innata de luchar. Los padres saiyayíns tienen el derecho de entrenar a sus propios hijos a la viabilidad, si quieren. Por lo general, no lo desean, pero me pregunto cuanto de esto es por el maldito condicionamiento infantil que hace cortocircuito al instinto maternal de las niñas. Romayna fue entrenada en casa y también lo fue Raditz. Esa es la costumbre en la zona rural de Turrasht. Los dos fueron a los cuarteles infantiles a los cuatro años y se hicieron excelentes guerreros, pero... eso es tal vez la parte más importante que los hacía diferentes. E incluso aquellos niños que pasaron por el programa de condicionamiento, como Bardock, son capaces de amar.

—¿Con qué estás reemplazando los archivos de agresión? —preguntó nervioso.

Sonreí.

—Con canciones... e historias sobre héroes que derrotan a malvadas brujas y monstruos. Es uno de los discos de Scopa de canciones infantiles y cuentos madranis.

Él se echó a reír en voz baja. Sonaba por primera vez desde que llegó al centro médico, como el hombre que había sido mi amigo en Turrasht.

Hola. Está todo... bien, han pasado aproximadamente cuatro meses y medio desde mi última entrada.

Permítanme empezar donde lo dejé.

Hiru y yo salimos de la sala de incubación y nos dimos las buenas noches. Volví a mi apartamento y él se fue para ayudar con la carga en su aviador de transporte. Tenía que llevar los componentes de una nave a una planta de ensamblaje en el este. Hice esa última entrada en este diario, escondí el micrófono y los discos de datos en el compartimento que diseñé para guardarlo en mi habitación y luego me metí en la cama con Rom-kun a mi lado, pensando en lo agradable que era dormir sola o simplemente dormir una noche completa. Como esclava de placer de Vegeta, tenía que sobrevivir a su horario de sueño de dos a tres horas por noche —eso es todo lo que él necesita y si estaba despierto, seguro como el infierno que yo lo estaría también—. Podría haber dormido después de que él se iba por el día, pero en la villa, siempre estaba ocupada construyendo y luego cuando empecé a trabajar en el centro médico, estaba allí todo el día. Así que, aprendí a vivir con menos de tres horas de sueño casi todas las noches.

Un par de horas antes del amanecer, Rom-kun se despertó por ninguna razón y comenzó a llorar. No pude hacer nada para calmarlo. Hurgué en el minirefrigerador junto a la cama y no encontré leche artificial. Maldita sea, me dije media dormida y me lancé sobre la ropa que había llevado la noche anterior, levanté a Rom-kun en una cadera y fui tropezando somnolienta por los pasillos hacia la cocina en el ala residencial. No tuvimos suerte. No quedaba comida en ninguno de los frigoríficos después de la doble noche sin dormir que casi todo el mundo pasó desde el ataque. Yo había guardado por ahí unas cuantas botellas en el ala de cirugía, recordé entonces, para cuando estuviera a la mitad de una jornada de trabajo.

Los lamentos de Rom-kun no cesaron y me moví un poco más rápido. Llegué al ala de cirugía unos momentos después y busqué en el refrigerador de las oficinas de Scopa hasta que encontré mi escondite de botellas. Metí una en la boca que gritaba y se calmó al instante. Me senté en la silla del escritorio, lo sostuve mientras succionaba la botella de litro como un pequeño aspirador y sonreí ante el enorme eructo complacido que pronunció cuando terminó. Se quedó dormido al instante.

La puerta se abrió de golpe y Bardock y Scopa se precipitaron.

—¡Arriba, niña! —exclamó Bardock apresuradamente—. ¡Tengo qué sacarte a ti y al niño!

—Ven por aquí —indicó Scopa tomando mi mano y llevándome. Rom-kun se despertó de su sueño profundo y se puso a llorar—. No hay tiempo, ¡están en el complejo buscándote, Bulma! Nachti venía de su guardia nocturna y los vio entrar en tu habitación. Cuando salieron sin ti luciendo furiosos, supo que debías estar en otra parte.

—Basta de hablar —insistió Bardock y comenzó a arrastrarme fuera de la habitación. Scopa señaló el camino a través de una serie de pasajes recónditos que no sabía que existían y se detuvo solo una vez para echar sus brazos a mi alrededor en un abrazo apresurado.

—¡Hasta la vista! —dijo y abrió una puerta blindada gigante con su clave de acceso de cirujano jefe. Pasamos a Nachti, que había estado esperando por nosotros por lo que parecía. Ella cerró y aseguró la puerta detrás nuestro mientras entrabamos al hangar.

—Este es el camino —susurró.

Nos llevó a un aviador de carga programado para una salida de rutina y la escotilla se abrió. El rostro con cicatrices de Hiru se asomó fuera de la cabina y sonrió tristemente ante la sobresaltada mirada de reconocimiento en el rostro de Bardock.

—Bardock-san —dijo muy formal, inclinándose desde donde estaba sentado en el asiento de piloto.

Nos fuimos volando en la bodega de carga del aviador de Hiru sin incidentes. Kamisama, si Rom-kun no me despertaba, hubiera estado en las manos de Inteligencia en ese momento. Volamos al este, no se desvió de su trayectoria de vuelo programada hasta que estuvimos a cientos de kilómetros de la capital.

—Este es un buen lugar —le indicó Bardock.

Hiru abrió la escotilla en el aire y le di un beso en la mejilla.

—Gracias.

Él sonrió con tristeza.

—Que estés bien, Bulma.

Bardock lo observó y asintió.

—Mi agradecimiento también —declaró de manera cortante.

Después saltamos con Rom-kun en mis brazos y Bardock cargándome, Bardock gruñó irritado, su rostro se detuvo en una expresión extraña.

—¿Qué pasa? —le pregunté sobre el viento azotándonos mientras él volaba.

—Ese tipo —respondió sacudiendo la cabeza—. Sirvió a Raditz como un vasallo fiel y acaba de salvar nuestras tres vidas. Mi lectura de rastreador informó que los hombres que Mousrom envió esta noche eran más que suficientes para haberme matado si nos hubieran arrinconado. Y no puedo recordar su nombre.

—Hiru —le dije suavemente—. Hiru de Ansousei.

Se encontró con mis ojos, su rostro era una máscara saiyayín en blanco y asintió en señal de agradecimiento.

Me llevó a un albergue de caza en lo alto de los riscos del norte. Se acercaba el pleno verano, pero ya se sentía el frío en el aire. Por albergue, me refiero a una enorme caverna al lado de un acantilado con un pozo de fuego gigante construido en el centro. No tenía ni una muda de ropa ni leche artificial ni pañales ni nada de nada, ni siquiera una manta. Se me quedó mirando cuando me senté temblando junto al fuego que él acababa de encender.

—Nadie sabe de este lugar. Raditz y yo lo descubrimos hace años por casualidad. Los que lo construyeron murieron hace tiempo... Creo que puede haber sido utilizado antes de la era espacial de Vegetasei, eramos habitantes de las cuevas entonces.

— ¿Así? —dije.

—No sobrevivirás el invierno aquí —comentó después de un momento de silencio, maldiciendo en voz baja—. Nos quedaremos esta noche y pensaré a donde ir.

La noche era muy fría y durmió a mi lado, calentándome con su mayor calor corporal. Olía a Raditz. Me desperté mucho después de que él cayó en un inquieto y profundo sueño, besé a mi bebé durmiente, preguntándome lo que traería el día siguiente. Entonces... él viró contra mí y medio sollozó en su sueño.

—Romayna... —habló en voz baja. Su voz tenía océanos de dolor, mundos enteros del mismo. Empecé a llorar, destrozada por esas lágrimas, por todos sus sollozos afligidos y... y puse mis brazos a su alrededor. No sé si alguna vez se despertó por completo, pero lo abracé toda la noche hasta que se calmó y se durmió. Cuando desperté, se había ido sin ninguna explicación. Me senté todo el día acurrucada junto al fuego, meciendo a Rom-kun para tratar de calmar sus gritos lastimeros y el estruendo audible de su estómago vacío.

Bardock volvió al atardecer con una carga de suministros. Mantas y alimentos para el bebé y para mí.

—No puedo trasladarte tan pronto. Me puse en contacto con Toma, que se ha pasado el día husmeando en lugares que no debería y me contó que están buscándonos por todas partes. El inquisidor está en un ataque de ira incontenible. Llamé a Toma de una ciudad muy al sur y le advertí a él y a todo mi escuadrón que mantengan un perfil bajo. Mousrom tratará de exprimir nuestro paradero de ellos cuando se entere de que te estoy ocultando.

—He escuchado las historias de horror de los otros médicos que han tratado a las personas después de que él los tuvo —dije con un escalofrío mientras hacía saltar la parte superior de una lata de puré de frutas rojas y le daba a Rom-kun una enorme cucharada. Su boca se había abierto como la de un pájaro bebé en el instante en que olió la comida—. Era amigo de Nappa, ¿no?, ¿cómo Vegeta y él se convirtieron en enemigos?

Bardock resopló.

—El muchacho tiene talento para hacer enemigos.

Sonreí irónicamente.

—No lo había notado.

Bardock llamó mi atención al comenzar a reír en voz baja.

—Él sabe que el príncipe te adora en exceso y tratará de atacarlo matándote de alguna manera espantosa. ¿Es eso cierto?

—¿Qué?

—¿Qué el príncipe quedó prendado de ti más allá de toda razón?

Sonreí con frialdad.

—Él me ama.

Bardock me miró un momento y luego sacudió la cabeza.

—Yo no me pondría en los zapatos de ese muchacho ni por todo el oro en la creación. Que los Dioses lo ayuden cuando hayas terminado con él.

—Dudo que lo vayan a ayudar —dije todavía empujando la comida en la boca expectante de Rom-kun—. Debemos quedarnos aquí, ¿verdad? Este es un agujero bastante desolado, pero Mousrom no nos encontrará ni en un millón de años en este lugar. Podré soportarlo, Bardock, soy más fuerte de lo que parezco.

—Eso nunca lo he dudado —respondió soltando una carcajada.

Así que nos quedamos. En el día, él cazaba y buscaba comida en las escarpadas montañas estériles. He encontrado un sendero que conduce a una extensión de malezas y matorrales que recorre la meseta por encima de nuestro escondite, y paso el calor del día en el sol, haciendo las ecuaciones finales y las especificaciones de la construcción real del "escudo punto muerto" con un charot por lapiz y la piedra más plana que pude encontrar como mi pizarra. Guardé todo en mi cabeza. Cuando Bardock regresa trayendo la cena —un tipo diferente de misteriosa carne cada noche— paso la mayor parte de la tarde aplastando los trozos hasta hacerlos puré para bebés para las próximas cinco comidas de Rom-kun al día siguiente, con un poco de jugo de moras salvajes como salsa. Las mantas térmicas son calientes, pero las pieles de los animales de la cena lo son más, y después de un tiempo, empecé a cortarlas como ropa. La característica más fortuita de la antigua cueva-refugio saiyayín era el de las aguas termales en el interior más recóndito de la caverna. Una enorme y humeante piscina natural caliente. Bardock me dijo que cuando el otoño del norte realmente comience a arrancar, tendré que pasar casi todo el tiempo en la cámara caliente de aguas termales para evitar congelarme o morir.

Esto era una dura vida familiar en una cueva y podrías pensar que terminó por agotarme después de un tiempo, pero el efecto fue lo contrario. Tengo un bronceado de verano tardío que volvió mi reflejo en la humeante agua del manantial natural a un profundo y saludable color castaño dorado. Creo... creo que empecé a darme cuenta después de un tiempo, de que lo más seguro era que habría tenido algún tipo de ruptura postraumática si Bardock no me hubiera apartado a esta dura retirada. Y eso es lo que necesitaba más que nada, un retiro para descansar, ya que no lo había hecho desde que Karot-chan y Raditz murieron. Yo simplemente viví y dejé que mi mente y mi espíritu se recuperaran de la pena y el dolor tanto como se pudiera en un tiempo tan corto, sin que nada ni nadie me moleste, con solo el agradable silencio de Bardock y mi hermoso bebé como compañía. Tengo que cuidar de Rom-kun de la forma en que se merece, dándole toda mi atención y amor, sin ninguna distracción.

Por las tardes, tallé un burdo duplicado de un juego de ajedrez y terminamos jugando todas las noches cuando estuvo hecho. Él resultó ser un astuto hijo de puta que podía voltear una derrota casi completa en el último minuto. Hablamos por las noches sobre todo tipo de cosas y discutimos también, sobre todo. Cuanto más crecía Rom-kun, más parecía ponerlo nervioso el carácter dulce que tenía y lo mucho que yo lo cargaba.

—Él no se comporta de un modo normal —dijo bruscamente después de que llevé a dormir a Rom-kun—. Es a causa de la forma en que siempre lo estás sosteniendo y acariciando, no solo por la falta de condicionamiento. Raditz no fue entregado a la unidad infantil de condicionamiento y él nunca se portó tan… tan…

—¿Dulce? —contesté llena de malicia—. ¿Bueno?, ¿amable?, ¿amoroso? Dime algo, Bardock, ¿cómo ser bueno y amoroso se convirtió en un pecado entre tu pueblo? No estoy siendo sarcástica, tu raza es capaz de sentimientos tan profundos, de tanto amor. Todas sus emociones son tan fuertes, ¿por qué tus antepasados decidieron eliminar todo lo bueno, o al menos hacerlo algo de lo que avergonzarse?

Se quedó en silencio, sus cejas bajaron y se juntaron, haciendo que se vea como Son-Gokú cuando él luchaba por elaborar una idea confusa.

—No sé —respondió finalmente—. Tú sabes como médico acerca de la velocidad sobrenatural de la evolución de mi pueblo. Hace cinco mil años, éramos bestias mudas que apenas podían caminar en posición vertical. Eso cambió después de la gran destrucción del meteorito que devastó la mayor parte del norte, la desolación en estas montañas que nos rodean es el resultado de ese impacto. Los que sobrevivieron a la turbulencia sísmica, las erupciones volcánicas y los cielos que se oscurecieron después de eso, se convirtieron en hombres pensantes en menos de un siglo. Nos convertimos en seres sensibles en el espacio de una generación. Luchamos entre nosotros a medida que nos volvíamos más inteligentes y por lo tanto nos hicimos más y más fuertes. Cada generación sucesiva de saiyayíns a lo largo de toda nuestra historia ha sido más fuerte y más inteligente que la anterior. Sobrevivimos a la invasión tsiruyín e hicimos otro gran salto en poder y tecnología. Aprendimos sobre los viajes espaciales después de que el super saiyayín derrotó a Aiysasama y condujo nuestro éxodo de regreso a Vegetasei. El rey de las tribus del norte, Vegeta super saiyayín, se convirtió en rey de todo Vegetasei y las... las costumbres más violentas de su pueblo eclipsaron a todas las demás. Las costumbres de las tribus del norte nacieron porque vivían en una tierra dura que se hizo más difícil después del impacto del meteorito. Comenzaron a volar hacia el sur como saqueadores por comida y mujeres. Para sobrevivir, adquirieron la costumbre de eliminar a los físicamente débiles y asustadizos. No sé cuando empezaron a equiparar todo tipo de sentimientos con la debilidad, yo no estuve allí.

Suspiré. Me dio la historia de cómo habían llegado a ser, pero entendió mal la pregunta por completo.

—Si puedes pensar, puedes decidir lo que quieres ser —murmuré.

Él cerró los ojos.

—Suenas como Romayna.

Esa noche... tuve la primera pesadilla desde que pasamos a la clandestinidad. Yo estaba en la casa de verano de Vegeta, atrapada debajo de él mientras me destrozaba por dentro, mientras rompía mis huesos, sentí su áspero aliento en mi oído y sus dientes extrayendo mi sangre… me desperté con un grito ahogado y me revolqué en la cama de piel animal. A mi lado, Rom-kun dormía como un lirón, milagrosamente no se había despertado. Empecé a llorar en silencio, meciéndome en la oscuridad, hasta que las manos callosas de Bardock me detuvieron. Me levantó, me atrajo a sus brazos, indiferente a mi desnudez y la suya propia. Y lloré como una niña.

—Nunca escaparé de él. —Me las arreglé para decir entre ahogos en voz baja—. ¡Siempre estará conmigo!

No dijo nada, solo siguió abrazándome hasta que me calmé por completo. Mi cabeza estaba enterrada en la curvatura de su hombro, mis brazos colocados alrededor de su pecho desnudo y me golpeó de nuevo… su aroma, lo mucho que olía a Raditz. Yo no decidí nada conscientemente... solo actué. Volví la cabeza un poco, besé su cálido cuello y sentí su tirón en mi contra por la sorpresa. Mis manos comenzaron a deslizarse sobre los duros músculos de su espalda, una hasta su nuca... la otra hacia abajo para coger su cola y sujetarla ligeramente en el mismo instante en que tomaba su labio inferior y lo mordía con fuerza. Hizo un mudo ruido de protesta y trató de apartarse, pero agarré la base de su cola un poco más fuerte y su objeción se convirtió en un gruñido.

Me dejó empujarlo sobre su espalda, mis manos y mi boca estaban por todas partes de él, su pecho comenzó a levantarse por el reprimido deseo… y entonces se sentó, me rodeó con sus brazos y me sacudió con fuerza.

—No soy Raditz, niña —dijo haciendo un esfuerzo.

—Sé quien eres —le contesté sin aliento.

—Esto no va a pasar —declaró y empezó a empujarme.

Me aferré, me incliné hacia él y puse mi boca contra la suya.

—Sé que todavía amas a Romayna. No quiero tu corazón, Bardock, quiero... quiero hacer el amor. ¡Qui… quiero estar con un hombre porque lo elijo!, no porque esté obligada. Quiero hacer el amor contigo, disfrutar y no ser lastimada. —Yo había envuelto poco a poco ambas piernas alrededor de él mientras permanecía inmóvil, mientras todo su cuerpo vibraba de necesidad reprimida y veía mis lágrimas llenar mi semblante. Él levantó una mano y me tocó el rostro con gentileza.

—Estoy atado a un juramento para protegerle, incluso de mí mismo. —Su voz era baja—. Hija... esto no es lo que quieres.

Todo mi cuerpo soltó la tensión y simplemente me quedé inerte en sus brazos, sollozando hasta que me dormí. Me abrazó toda la noche, curvado detrás de mí debajo de las pieles, como el clan que primero vivió ahí debió haber dormido. Pero no era el abrazo de un amante, era como... como papá meciéndome en su silla después de una pesadilla cuando era muy pequeña.

Esa mañana, me levanté justo antes del amanecer e hice mi camino hasta el pequeño sendero que iba a la meseta de la montaña. Toqué ligeramente a Bardock antes de salir, sabía que se había despertado segundos después de que me levanté de sus brazos.

—Necesito estar sola por un tiempo —dije en voz baja—. Vigila a Rom-kun por mí.

Él asintió en silencio, como si de alguna forma supiera lo que tenía que hacer.

Me paré en la meseta, miré la salida del sol sobre los picos de hielo que nos rodeaban y sentí el gélido viento tirando de mis pieles y mi cabello. Eché mi cabeza hacia atrás y grité de ira... de amargura… de odio... de dolor... por todas las cosas que había tragado y embotellado como veneno durante tanto tiempo que se destilaron en algo parecido a un ser vivo dentro de mí, una negra y monstruosa bestia sin piedad ni luz ni nada más excepto un odio implacable y una rabia asesina. Estuve de pie allí toda la mañana y la tarde, vertiendo todo hacia el cielo y hacia el frio aire limpio a mi alrededor, hasta que mi voz quedó en carne viva, hasta que estuve demasiado cansada como para siquiera poder regresar. Bardock me trajo a Rom-kun después de que estuve en silencio durante un rato, tomé al bebé de él y lo sostuve contra mi corazón, sonriendo y casi inerte por todo lo que purgué de mí misma. Eso no se había ido y yo no estaba libre de mi odio ni por asomo, pero estuve llena hasta desbordarme, pronta a romperme. Me sentí... Dioses, me sentí tranquila.

Es raro, pero las cosas no fueron extrañas entre Bardock y yo después. De hecho, fueron más fáciles. Pasamos el resto de nuestro exilio juntos en un cómodo compañerismo hasta que un día a principios de otoño regresó a la cueva por la noche con el rostro inexpresivo. Yo conocía esa mirada en la cara de un saiyayín, y la regla de oro era que mientras más impávido su semblante parecía, más estaba sintiendo. Esperé a oír lo que diría.

—Podemos regresar a la capital mañana —declaró—. El Saiyayín no Ouji cayó en combate.

—¿Está muerto? —susurré.

—No... no está más que... perdido. —Bardock se sentó pesadamente en el antiguo pozo de fuego—. En su última comunicación informó que estaba en órbita sobre Avaris y que había descendido a la superficie con la mariscal de campo Articha en preparación para la purga. Su portatropas y su nave insignia todavía orbitan alrededor del planeta... en pedazos. Avaris está desierto y no hay ninguna señal de Vegeta o Articha. El Señor Turna, compañero de la general, es su consorte atado por la luna... él habría sentido el golpe en su alma si hubiera muerto. Asegura que ella vive todavía.

—Los maiyoshyíns lo secuestraron —dije y comencé a reír nerviosamente. Él observó mi rostro un momento y cuando mi risa se hizo más y más histérica me agarró y me sacudió. La histeria pareció desvanecerse y lo miré con una pregunta no formulada en mis ojos.

—¿Ahora qué? —consulté calmada.

—Podemos volver a la capital —respondió—. Mousrom no tendrá tiempo ahora para una mezquina persecución como buscar tu muerte y eso no lo beneficiará en nada si el hombre que desea herir con tu muerte está perdido. Vamos a esperar y ver si es encontrado vivo o si se las arregla para escapar... sin embargo, si yo fuera un tahur, me atrevería a apostar que no volveremos a verlo. Con el tiempo, su padre tendrá que declararlo muerto si no es encontrado. Ese día... es posible que puedas elegir lo que mejor te parezca. Yo estoy atado a ti como protector por mi juramento al príncipe, podrías habitar y trabajar en el centro médico si lo deseas o en mi casa en las llanuras del sur.

En otras palabras, sería libre. Libre...

—¿Qué pasa si quiero dejar Vegetasei? —le pregunté gradualmente. Y me iría con o sin Bardock. De ninguna maldita manera voy a dejar que arranquen a mi bebé de mí para enviarlo a los cuarteles.

—Te recomiendo que lo evites por el bien del mocoso —dijo—. Un niño saiyayín tiene una esperanza de vida muy corta en la galaxia abierta en estos días.

—Hay un montón de lugares que nunca han oído la palabra saiyayín —le aseguré con firmeza.

Aquí estamos, de vuelta en el centro médico. Toda la unidad quirúrgica hizo una pequeña fiesta para mí. Una pequeña fiesta un poco rara, ya que Bardock y todo su escuadrón se presentaron también, menos Panboukin y la esposa de Toma, Celipa. Ambos estaban perdidos en acción desde que los dejamos. Y Totepo... Totepo simplemente desapareció de vista por un tiempo debido a una licencia de descanso. Toma piensa, y Bardock está de acuerdo, que Mousrom puede haber tenido algo que ver con la desaparición. Mousrom lo llevó a alguna parte y le "preguntó" sobre el paradero de Bardock. Toma reclutó al enorme hijo de quince años de Panboukin, Tobaga, y a su propia hija Anyan en el escuadrón para llenar los espacios vacíos y recrear el mínimo pelotón de cinco guerreros. Con menos de cinco en su número, todos podrían haber sido reasignados a otros escuadrones para parchar a los sobrevivientes de otros equipos y hubieran tenido que luchar al lado de extraños.

Bardock, Toma, Kyouka, Anyan y Tobaga. Bardock debe haber conocido de la muerte de Celipa y Panboukin por sus comunicaciones infrecuentes con Toma, ya que no se sorprendió. Pero puesto que él no podía dejarme sola o sacarme a lo que era una noche increíblemente fría y lluviosa, ellos velaron a su hermano y hermana caídos en el centro médico.

Se embriagaron y empezaron a cantar antiguas canciones de guerra. Scopa y los otros miembros de su personal bebieron y comenzaron a bailar; trataron de convencer, persuadir y amenazar a Zabón para unirse. Noté, para mi desbordante alegría, que Hiru y Nachti pasaron la mayor parte de la noche bailando. Dejé de beber cuando estuve solo ligeramente pasada de copas y vi que todos los demás hacían el ridículo. Me di cuenta de que Bardock, aunque estaba cantando a todo pulmón y se inclinaba tambaleante con un brazo alrededor del hombro de Toma, no estaba ebrio tampoco. Se mantuvo vigilante y alerta toda la noche.

Zabón no tomaba en absoluto, me di cuenta, mientras me acercaba para sentarme a su lado. Estaba observando la extraña interacción entre Scopa y Bardock, cuando el médico comenzó a tratar de enseñarle una muy vieja canción de taberna saiyayín que había aprendido mientras servía su pasantía médica en el palacio. Los otros miembros del escuadrón escucharon con avidez como Scopa articulaba mal la extremadamente obscena letra sobre el amor antinatural de un miembro de la tribu del norte borracho por un spor-cerdo. Fue un gran éxito entre ellos, ya que todo el escuadrón de Bardock eran sureños de Turrasht. Varios miembros del personal quirúrgico se acercaron a paso lento para escuchar el final y la sala estalló en aullantes risas cuando Scopa terminó la canción.

—¿Qué te molesta? —le pregunté a Zabón en voz baja.

—Es extraño... ver a los esclavos médicos y a los guerreros saiyayíns beber juntos. —Se movió incómodo—. Y me pone nervioso por Scopa. Hay varios miembros de la Red aquí esta noche y están Bardock y su compañía, todos los cuales pasarán una gran cantidad de tiempo en el centro médico en el futuro debido a la obligación de su capitán como tu guardaespaldas. En este montón de explosivos que no coinciden, las únicas dos personas que todos tienen en común son tú misma y Scopa. La diferencia es que Scopa está caminando a través de este campo de minas... y no sabe que está ahí. Y no puedo decirle nada.

—Le estás dando muy poco crédito a su percepción —le dije sosteniendo a Rom-kun delante de mí—. Saluda a Jisan Zabón, Rom-kun.

Rom-kun hizo un ruido de gorgoteo y se rio cuando Zabón tomó su dedo con cautela.

—¿Qué le has hecho? —preguntó asombrado—. Ni siquiera ha intentado morderme.

—Nunca tuvo su año en la unidad de condicionamiento infantil —respondí—. El resto es solo una saludable dosis de amor. —Le conté lo que Hiru y yo le habíamos hecho a la unidad de condicionamiento y él se echó a reír en voz baja con un poco de tristeza.

—Si lo hubieras hecho hace veinte o treinta años podríamos no estar en guerra hoy. —Y con eso se fue a buscar a su amante ebrio para ponerlo en la cama, probablemente de camino al inodoro. Scopa ya estaba empezando a lucir verde.

Mañana sacaré la bolsa de embalaje que Romayna guardó en una caja aquí en el centro médico hace años y haré algo que quise hacer tan pronto como Karot-chan tuvo edad suficiente para caminar. Mañana, introduciré en Vegetasei a una golden retriever y a un perro pintas azules cazador de mapaches de chikyuu. Todo niño debe tener un par de perros para jugar.

Solo escuché un poco sobre lo que ha estado ocurriendo en la fiesta de la primera noche, pero oí lo suficiente para saber que mis pistolas de ki junto con los escudos de camuflaje han convertido la guerra en un enfrentamiento cara a cara. Tal vez los rebeldes ganarán su libertad usando mis máquinas, pero ¿qué van a hacer con los saiyayíns si ganan? Matarlos a todos y dejar que los Dioses dispongan de ellos, estoy segura.

No habrá un final para la venganza.

Maiyosh Prime se enfrentó al avance imperial de Vegetasei y fue purgado sumariamente. Jeiyce, el único hijo sobreviviente de la casa real maiyoshyín, comenzó a librar una guerra de guerrillas en busca de venganza por su planeta natal y la libertad de los restos de su raza. Uno de sus objetivos fue el planeta donde Raditz se encontraba estacionado y él hizo un terrible voto de venganza por la gente que amaba. Purgó Corsaris en venganza y mató a la familia de Jeiyce. Jeiyce luego le declaró la guerra a Vegetasei y… y no hay fin a esto. Y no hay ningún chico bueno en ninguna parte de la mezcla.

En algún momento, el desgaste tiene que detenerlos. No puedo evitar que las personas odien o estén de duelo por la gente que el otro lado ha matado. No puedo impedirles desear venganza, pero... creo que de cierto modo puedo... separarlos. Crear una situación en la que Vegetasei no los encuentre y ellos no consigan atacar a Vegetasei. Por lo tanto, nadie muere. Ahora que estoy de vuelta, construiré mi escudo y detendré esto. La única cosa que me está confundiendo es como voy a presentárselo al rey. Tal vez a través de Bardock; desarrolló las esferas de la luna, por lo que no sería una exageración creer que construyó este escudo.

Tengo que terminar el escudo punto muerto antes de irnos de Vegetasei, incluso si no lo hago cuando Vegeta al fin sea declarado muerto. No me regocijaré de su muerte o estaré feliz de que lo más probable es que muera lentamente y sufriendo. No puedo sentir pena por él, así que... trataré de no pensar en él en absoluto.

La Red ha realizado un atentado contra la vida del rey de acuerdo con las fuentes de noticias. Alguien envenenó su vino. El padre de Vegeta se ha quedado en la sala más segura del centro médico, rodeado por su guardia real de élite. Esos chicos son de verdad leales a su señor y a nadie más, porque el propio Mousrom vino a "presentar sus respetos" a Vegeta-ou y ellos casi abrieron fuego contra él en la sala.

Mousrom ha detenido a todos los esclavos en el palacio para ser interrogados. Los guerreros de bajo nivel están laborando en los puestos de trabajo que en su mayoría fueron ocupados por los madranis y ansouseiyíns hasta ayer. Nachti está histérica en este momento porque su hijo fue uno de los capturados. Él solo tiene catorce años.

Le pregunté a Zabón, casi en un ataque de rabia después de dejar a Hiru al lado de la cama de Nachti donde Scopa tuvo que darle tranquilizantes para calmarla, por qué lo habían hecho cuando sabían cuales serían las repercusiones.

—Oh —escupí—, no me digas. ¡El fin justifica los medios!

—No hemos tenido nada que ver en eso —dijo de manera rotunda.

—Entonces… —Lo supe de repente, quien tenía más que ganar si el rey moría ahora con Vegeta desaparecido en combate.

—Mousrom —afirmó en un tono duro—. ¿Recuerdas lo que queríamos decir con matar a Vegeta-ou originalmente? Bueno... Jeiyce tiene otra idea en la cabeza y decidió que no. Y ahora que Vegeta está fuera de escena, no puede matar al rey porque eso pondría a Mousrom en el trono... y él es la última persona en la galaxia que queremos. Es un genio táctico y de la manipulación que hace lucir a Vegeta-ou como un abuelo bondadoso en su trato con otras razas.

Le llevé al rey sus medicamentos en el turno de noche. Caminé nerviosa a través del anillo de guardias y salté por la sorpresa cuando abrió los ojos.

—Dime, muchacha —dijo bruscamente—. ¿Está el centro médico tan plagado de la Red Roja como Inteligencia quiere hacerme creer?

—El centro médico —respondí—, está lleno de pacifistas y sanadores, Ousama. —Yo contuve la respiración cuando esos brillantes ojos negros se fijaron en mí con la misma mirada de evaluación que me dieron la primera vez que nos conocimos.

—¿De quién más  sospecharías? —Fue todo lo que dijo.

—No sé, Majestad. De quien quiera que tenga más que ganar personalmente con su muerte.

—Muchacha lista. —Se rio sin alegría. Ya sabía que Mousrom estaba detrás de todo, eso era excelente. Y luego...—. No tomes otro amante hasta que haya visto el cuerpo frío de mi hijo. No lo voy a dar por perdido hasta ese día.

Me incliné hacia él.

—He oído… —Me detuve.

—Habla, muchacha. —No era una petición.

—He oído que el señor Turna está tratando de rastrearlos a través de su enlace lunar con la señora Articha.

—Él languidecería y moriría si ella fuera asesinada. —El rey asintió, su voz áspera se hacía mas tensa por el demasiado esfuerzo—. Ellos están vivos... los encontraremos... ¿De quién es ese cachorro? —Él apartó con brusquedad la cabeza lejos de Rom-kun quien estaba dando patadas feliz en el canguro alrededor de mi pecho. Sonrió y saludó haciendo un gesto con la mano al rey de Vegetasei, algo que solo había empezado a hacer hace unos días. El rey frunció el ceño, lucía algo nervioso.

—Es mío ahora, Majestad —le informé—. Él es el hijo de Bardock y Romayna de Turrasht…

—Los padres de Raditz. —Vegeta-ou gruñó y me dio una mirada torva—. ¿Y mi hijo te permite tenerlo? —Asentí y él rio entre dientes muy despacio—. Debes tener al muchacho envuelto en tu telaraña más fuerte de lo que me di cuenta para que haya decidido criar al hijo de Bardock. Traté de advertirle del peligro, pero no quiere desprenderse de ti.

—Él me tiene afición —contesté diplomáticamente.

—Estaba más que aficionado, muchacha —espetó—. Debe darte un gran placer pensar en lo que el enemigo le esta haciendo ahora mismo.

—No me da ningún placer, Ousama —dije en voz baja. Era la verdad.

Él resopló.

—Has suavizado a ese bebé con tanto afecto, muchacha. Es fuerte, puedo sentirlo, pero... demasiado suave... —Los medicamentos estaban comenzando a funcionar en él—. Mi… mi hijo era demasiado suave a esa edad, antes de... antes de que Nappa lo endureciera. —Él se durmió.

Malvado viejo bastardo. Antes de que Nappa lo endureciera. Me pregunto... ¿Me pregunto qué clase de hombre Vegeta sería si hubiera... hubiera sido criado en otro planeta por otras personas? Moriré antes de dejar que eso le pase a Rom-kun.

Todo en la capital es diferente ahora. Hay una atmósfera de exaltada paranoia y no se permite viajar, a menos que sea autorizado por Inteligencia. Si te sorprenden fuera o lejos de tu edificio asignado o de tu alojamiento para esclavos sin los papeles correctos serás transportado a ciudad Kharda en el norte, donde el ministro de Inteligencia mantiene sus "perreras de torturador", como Vegeta las llamó. Deseo que hubiera mostrado su habitual falta de autocontrol y acabado de matar al bastardo obeso en un ataque de rabia antes de marcharse para ir a la guerra. Hubiera sido lo mejor que Vegeta alguna vez en su vida hiciera por Vegetasei. He estado de regreso en la capital una semana ahora y no hay una palabra del hijo de Nachti. Ella está enferma de miedo por él. Todos hemos oído los rumores de lo que han estado haciéndole a los cautivos maiyoshyíns en la ciudad del torturador, pero solo habían detenido a presuntos miembros de la Red Roja antes de ahora, nunca este masivo enmallado de todo el mundo en las inmediaciones por crímenes contra el Estado. ¡Y ese maldito monstruo del rey deja que Mousrom tome a todas esas personas inocentes cuando sabe que él es el sospechoso más probable!

Los cachorros han nacido hoy. Los incubé en una cámara de crecimiento embrionario acelerado y parecía que ya tenían dos semanas de edad cuando los saqué. Scopa piensa que son las cosas más lindas en la creación, Hiru aparentemente es alérgico a ellos y Zabón y Bardock dicen que tienen un aspecto delicioso.

Dejé que Rom-kun pusiera sus manos sobre ellos y sintiera lo suave que son. El pintas azules lamió su dedo y él soltó una risita.

Rom-kun aún no tiene cinco meses de edad y ya está tratando de decir palabras.

Eso no es normal para un bebé saiyayín o chikyuuyín. Y esto no se detiene aquí tampoco. Está haciendo ruidos ahora cuando me necesita, balbuceos y gorgojeos en su mayoría, pero hay un sonido que ha estado haciendo que es extraño. "Oh-nee". Yo no sé por que eso me da tantos extraños escalofríos, pero la razón finalmente me llamó la atención la noche de ayer.

Bardock es mi sombra y me sigue a donde quiera que voy —lo cual representa un infierno de problemas con la logística de cuando y como voy a encontrar privacidad para trabajar en mi nuevo escudo—. Incluso duerme en la sala de estar de mi apartamento, así que cualquiera que intente llegar a mí en la noche tendrá que pasar primero por él. Ayer por la noche, jugamos al ajedrez con las piezas de piedra que tallamos en las montañas mientras Rom-kun estaba en su cuna, inquieto y luchando por no dormir. Él empezó a hacerlo cuando volvimos al centro médico. Supongo que hay tantas cosas nuevas que ver aquí, que tiene miedo de perderse de algo si se queda dormido. Comenzó a hacer el sonido otra vez.

—¿Oh-nee? —dijo—. ¡Ohhhhh-neeeee!

Me giré para ver que había medio trepado fuera de la cuna y lo levanté para revisar su pañal.

—¡Déjalo en paz, niña! —espetó Bardock—. Él no necesita ser abrazado cada vez que chilla.

—¡Oh-nee! —exclamó Rom-kun alegremente cuando lo levanté y vi que había hecho algo horrible en su pañal.

—¿Quieres estar aquí y oler popo de bebé toda la noche? —le pregunté a Bardock con aspereza y acosté a Rom-kun en su cambiador. Bardock gruñó, pero no contestó nada—. ¡Qué niño tan bueno! —exclamé cuando terminé de limpiar y cambiarle el pañal a mi bebé. Él levantó un pequeño puño gordo y me tocó la nariz con una risita.

—¡Oh-nee! —habló.

Me puse rígida por la sorpresa. Bardock se tensó al sentir el cambio en mi postura.

—¿Qué pasa? —preguntó.

—Rom-kun... —respondí con voz trémula—. ¿Está... está diciendo "Oneesan".

—¡Oh-nee! —Él cantó, riendo de nuevo.

Le conté a Bardock todo la noche anterior, todo lo que Kamisama me había dicho. Él resopló y sacudió la cabeza lleno de incredulidad, pero pude ver una sombra de preocupación en sus ojos. Me di cuenta de que ahora ya no era inquietud por el roce con lo sobrenatural, era miedo por mí. El temor de que yo estuviera diciendo locuras y que hubiera perdido el juicio silenciosamente.

—¿Puedes decir "mamá", Rom-kun? —dije mientras lo acostaba para dormir—. Di "ma-má".

—Ma-ma-ma-ma-ma —contestó medio dormido.

Él recuerda, lo sé. Se acuerda de su vida pasada como Son-Gokú.

Zabón se ha ido de nuevo y Scopa vino a mí llorando. Dice que sabe que con las medidas estrictas, Zabón será capturado y torturado hasta la muerte. Me senté a su lado durante toda la tarde, con nuestras voces bajas para que Bardock no pudiera oírnos desde su puesto fuera del laboratorio. Él y yo tuvimos un par de expresiones antes sobre como se cierne sobre todos mis movimientos y la forma en que iba a drogarlo y meterlo en una vaina de incubación solo para tener algo de privacidad si él no se alejaba un poco.

Han sido un par de semanas y mucho ha sucedido, la mayoría, cosas malas. El hijito de Nachti está muerto. La causa oficial de su muerte fue insuficiencia cardíaca. Ella recibió una hoja impresa directo de las oficinas centrales de inteligencia que le informaba eso y comenzó a gritar. Hiru la sostuvo y finalmente la llevó a sus habitaciones. Han sido pareja desde hace tres meses y él esta cuidando de ella… sabe como se siente. Yo estuve enferma durante todo el día, dando tumbos casi a ciegas por el recuerdo de la muerte de Karot-chan, incapaz de ayudarla o consolarla en lo absoluto, reviví la muerte de mi propio hijo una y otra vez en mi mente. Insuficiencia cardíaca. En otras palabras, ellos le indujeron tanto dolor que sufrió un paro cardíaco a los catorce años. No puedo decir nada más esta noche.

Han pasado un par de semanas. He estado tan ocupada y con el corazón demasiado enfermo para escribir. Nachti está... Nachti está un poco mejor. Ella no está sola y eso puede significar la diferencia entre superar algo o dejar que te mate.

Los cachorros son personas no gratas en cirugía en estos días debido a su completa incontinencia y mi aparente incapacidad para educarlos. Ellos hacen pis de alegría, hacen pis de miedo, hacen pis de entusiasmo. Simplemente hacen pis todo el tiempo, cuando y donde les conviene. Les he puesto los nombres de mis perros en Chikyuu, los perros a partir de quienes fueron clonados. La golden retriever es Baka y el sabueso manchas azules es Yaro. Papá los nombró en memoria de su abuelo Briefs de occidente que llamó a sus propios perros "Maldita Sea". Él gritaba, "¡Ven aquí, Maldita Sea!" y el perro venía corriendo. Los cachorros están confinados en el invernadero hasta que aprendan a controlar sus vejigas.

Las cosas continúan volviéndose más tensas y todo el mundo está más que asustado por los informes que llegan todos los días. Los Demonios Rojos han estado atacando objetivos saiyayíns desde hace meses, los bombardean desde la órbita o caen sobre las bases más pequeñas y colonias con pistolas de ki y escudos de camuflaje para hacerlos invisibles. Todo por mi trabajo, todo por mi culpa...

No. ¡No, maldición! No voy a tomar la responsabilidad de todo esto. Entregué mis inventos como armas defensivas y Jeiyce las convirtió en máquinas de guerra. Incluso Zabón no sabía ni decidió como se usarían las cosas que le alcanzó a Jeiyce.

Cada vez más y más personas están siendo llevadas a Kharda y el rey apoya todo. Tengo la ligera sospecha de que él le está dando a Mousrom un reinado más libre con los esclavos para mantener al inquisidor ocupado en otras cosas aparte de intentos de asesinato... y porque él está sufriendo profundamente por su hijo y quiere que alguien pague.

Bardock dice que el señor Turna los está buscando, sigue a Articha y a Vegeta a través de su vínculo con su pareja. Todo lo que Jeiyce debe estar haciéndole a Vegeta, el príncipe de Vegetasei, ha llegado a él, pero... debe ser horrible. Yo sé que no pude purgar de mí la mayor parte de todo mi odio en la fría cima de la montaña de los riscos del norte. Puedo sentirlo durmiendo en mi interior como un dragón negro con colmillos venenosos, pero al menos... al menos no dejaré que me devore y me convierta en alguien como los hombres que tienen a Vegeta.

Rom-kun está gateando ahora y con esto quiero decir que gatea sobre cualquier cosa. Si lo bajo, se escabulle y desaparece de vista en un par de segundos, lo cual es un problema, ya que se ha puesto enorme y llevarlo en el canguro todo el día le está haciendo daño a mi espalda. También ha decidido que todo lo que puede recoger es comestible. Si me quejara de él, Bardock lo vigilaría cuando me voy a las rondas, o lo que sería mejor, lo mantendría ocupado, ya que no quiero que Rom-kun vea a las personas que estoy tratando. A los saiyayíns heridos y... y a aquellos que sobrevivieron a Kharda, y fueron puestos en libertad porque se determinó que eran inocentes. Los supervivientes de la ciudad del torturador están... Kamisama.

No quiero hablar sobre la forma en que se encuentran. La mayoría de ellos han sufrido colapsos mentales además de sus heridas físicas. Es... es muy malo.

Estoy trabajando unas pocas horas al día en el escudo. Se está construyendo un poco a la vez, pero no puede ir más rápido que eso y conservar cualquier tipo de secreto. Todo permanece encapsulado cuando no estoy trabajando en ello y el único que lo sabe es Scopa. Le dije todo mi plan y él está de acuerdo con mi idea incondicionalmente. Accedió a mantener el secreto, incluso de Zabón. Sería muy malo si Zabón se entera de lo que estoy haciendo y del porqué.

Hoy conocí a un nuevo miembro del equipo quirúrgico, su nombre es Nail. Casi grité cuando Scopa nos presentó. Él es... él es de la misma raza de Kamisama y Piccolo. Le dice a la gente que es un namekkuseiyín, ellos lo miran y luego se ríen como si acabara de hacer una broma. Scopa tuvo que explicármelo. Namekkusei es un planeta de leyenda en toda la galaxia civilizada. Los místicos de allí forjaron las mágicas esferas del dragón que pueden conceder cualquier deseo al alcance de tu imaginación. Sonreí con tristeza, nadie podía creer que era cierto, pero... luego casi me desmayo.

Las esferas del dragón...

Podrían resolver todo si su pueblo en realidad tuviera un juego. Demonios, pensé, ¡podrían tener varios juegos! ¡Tal vez sin las limitaciones de las esferas del dragón de Chikyuu, tal vez... tal vez podrían retroceder el tiempo o deshacer los acontecimientos, o... ¡o traer de vuelta a las personas que fueron asesinas hace más de un año!

—Scopa —le pedí con voz débil—. ¿Podrías dejar que Nail y yo hablemos un momento en privado? —Dioses bendigan a Scopa, él solo asintió y dejó sus oficinas sin hacer ni una pregunta.

Agarré a Nail por los hombros y empecé a balbucear histérica todas esas preguntas. Se puso una mano en la frente y dijo:

—Paz, Bulma de Chikyuu. —Él habló las palabras en chikyuuyín y negó con la cabeza lentamente—. Todas las artes para hacer las antiguas esferas que no tenían límites se perdieron hace mucho tiempo. No podemos traer de vuelta a tu pueblo ni a tu hijo.

—¿Cómo... qué haces aquí? —pregunté sintiendo como si ya supiera parte de la respuesta.

—Mi Dios es padre y anciano de sus hijos y habita entre nosotros —contestó—. Soy dohshib senshi, un sacerdote guerrero. El Kamisama de Chikyuu y el Kamisama de Namekkusei eran hermanos, y nos han dicho de tu misión. —Miró a Rom-kun, a quien sostenía en mis brazos—. Así como se le ha encargado guiar al niño, yo estoy encargado de custodiarla. Vine a Vegetasei como miembro de... creo que la palabra es "revolución". Era la única manera de entrar ilegalmente en este planeta como están las cosas ahora. Un tipo llamado Zabón me dio un salvoconducto e instrucciones para vigilarla a usted y al joven médico. Como es mi deber dentro de esta "Red", puedo cumplirlo de buena fe. Estoy a su servicio, señora, cuando y como me necesite. Yo la llevaré a usted y al niño de regreso a Namekkusei conmigo, si lo desea.

Me hubiera gustado. ¡Oh, Dioses, cómo lo deseaba! Pero... le conté todo, mis pecados con mis inventos y la forma en que se estaban utilizando.

—Tengo que hacer las cosas bien antes de irme —le dije—. Y conozco una manera de hacerlo, aunque necesito un poco más de tiempo para terminarlo.

Se inclinó como un caballero ante su dama y aceptó mis deseos como una orden.

No hay esferas del dragón en este momento, me informó. El anciano había muerto después de darle a Nail sus instrucciones de buscarme y ayudarme en todo lo que pudiera, y el nuevo Kamisama de Namekkusei aún tiene que forjar un nuevo juego. Supongo que era demasiado bueno para ser verdad. Dejé que sostuviera a Rom-kun, él le devolvió la mirada a la pequeña cara sonriente que lo contemplaba, sus rasgos verdes brillaron con alegría y con algo que era un asombro casi religioso. Lo último que le mencioné antes de separarnos era que tenía un rival para el cargo de protector. Me pregunto si él y Bardock se llevarán bien.

Los otros médicos ven todos los días con asombro y más que un poco de envidia como Nail sana a los pacientes. Él no practica la medicina convencional, tiene una sanación especial.

Energía. Puede poner sus manos sobre alguien y borrar sus heridas. Scopa está casi loco de alegría por tenerlo en el centro médico. La única cosa que le impide ser un hacedor de milagros completo es que da su ki al sanar y eso lo agota después del tercer o cuarto paciente, pero ha salvado a mucha gente. No existe tensión entre él y Bardock en absoluto. Nail le permite a Bardock hacer lo suyo en las sombras mientras él revisa las mentes de las personas a mi alrededor y en el área en general en busca de intenciones dolosas. Es un poderoso telépata y la idea de que verá los problemas venir a un kilómetro de distancia me hace dormir mucho mejor de lo que hacía antes de su llegada.

Bardock entró en la reunión del personal quirúrgico de esta mañana y puso tres carnets de identidad con los nombres de tres esclavos en la mesa delante de un atónito Scopa.

—Hay dos técnicos de medicina y un ayudante quirúrgico aquí —indicó con gravedad—. Todos ellos tienen compañeros o hijos que han sido detenidos en Kharda, hay que andar con cuidado cerca de esta gente. Mousrom sostiene un cuchillo en la garganta de sus parientes y los hará fieles y diligentes informantes de Inteligencia. El inquisidor está buscando cualquier motivo para requisar el centro médico y centralizar sus instalaciones de tortura en este lugar. —Él miró alrededor de la habitación al personal reunido y frunció el ceño oscuramente—. No digan nada sin pensarlo bien o le darán un motivo para tomarlo como sedición.

Espías de Inteligencia, obligados por medio del chantaje a informarle a Mousrom de todos nuestros movimientos por salvar las vidas de sus seres queridos...

Zabón está de vuelta. Scopa no habla con él y lo hizo dormir en uno de los apartamentos para huéspedes. Él ha sido escogido para un proyecto de "motivación" creado por el señor Turna. Turna volvió a Vegetasei por una semana para poner todos los asuntos de la baronía de su esposa en las manos de uno de sus hijos y así poder salir y buscar a Articha a tiempo completo. Mientras estaba en casa, creó este programa para elevar la moral de las tropas de todo el imperio. Zabón va a estar viajando por todos los planetas colonias, instruyendo a los chefs locales de la misma manera que hacía en Vegetasei con el personal de las cocinas de las casas nobles.

A los perros no les gusta él para nada. A pesar de la bonita piel azul que por lo general usa en estos días, creo que ellos huelen al enorme reptil cuando lo olfatean y tienen miedo de que se los coma.

Llegué a una extraña conversación en la pequeña cocina del departamento de cirugía hoy. La voz de Bardock reía en un tono suave.

—... estuve casado por más de ochenta años, muchacho, no cambiarás a tu compañero. Uno los acepta como son o en lo absoluto.

—... estoy cansado de preocuparme —dijo Scopa en voz baja.

—Todo estará bien ahora, me parece —continuó Bardock—. Se le asignó viajar por toda la galaxia. Eso frenará esa inquietud que lo impulsa a alejarse de su puesto y que hace que lo golpeen como a un fugitivo.

Retrocedí, sintiéndome como una terrible intrusa.

—¡Ay, Bulma-san! —Toma estaba justo detrás de mí, yo hice ruido y lastimé mi mano cuando le dí una fuerte palmada a la armadura blindada de su pecho. Los saiyayíns no pueden caminar y hacer ruido, aunque sus vidas dependieran de ello—. ¿Oíste por casualidad algo jugoso? —Él me dio una sonrisa maliciosa.

Todo el escuadrón ha comenzado a servir como mi cuerpo de guardias por turnos en el último par de semanas, ya que Bardock ha estado ocupado haciendo... cosas. Cosas como averiguar quienes son los informantes de inteligencia y dejar que todos lo sepan. Todo se está haciendo muy confuso por aquí.

Tienes a una serie de agentes de la Red. Tienes a gente como Nachti y Scopa que no están afiliados a nada ni a nadie, excepto a su llamado de salvar vidas. Tienes a los informantes de Inteligencia. Está Nail que supuestamente es de la Red Roja, pero en realidad solo se ocupa de Rom-kun y de mí. Están los voluntarios saiyayíns que renunciaron a su día de descanso para ayudar con el flujo constante de heridos. Luego están Bardock y su escuadrón, y un buen número de otros que parecen ser de la misma opinión... los llamaré la multitud anti-Mousrom/pro-monarquía. Los mosqueteros del rey Vegeta opuestos al "Richelieu" de Inteligencia de Vegetasei. El rey aprecia su lealtad tanto como Louis quería a D'Artagnan y a sus muchachos —lo que no ocurre—. Él tiene sus propios problemas, Mousrom lo está arrimando a una esquina política y de zonas de influencia.

—¡No te me aparezcas por la espalda de esa forma! —espeté y pasé de mala manera por delante de él. Detrás suyo, oscurecida por su enorme cuerpo, su hija Anyan trato de disimular su risa.

¡Odio que los saiyayíns me llamen Bulma-san! Es por respeto al hecho de que todavía sigo siendo oficialmente una amante real. Estaría impaciente por que el rey se diera por vencido y declarara a Vegeta muerto, si no fuera porque eso podría inclinar la balanza del poder a favor de Mousrom aún más. No puedo pensar en nada peor que ese monstruo sádico en el trono. El rey Vegeta es un malvado bastardo, pero tiene honor y es, en el fondo, un pragmático implacable. Él hace lo que es conveniente y lo que resolverá sus problemas, sin tener en cuenta nada más que las antiguas leyes y su propio sentido del honor. Mousrom...

A Mousrom solo le gusta hacer daño a la gente.

Nachti y Hiru se casaron hoy. Scopa y Zabón se situaron uno al lado del otro a mi izquierda, con las manos entrelazadas, de nuevo congraciados entre sí. Yo estaba tan feliz que lloré, incluso en medio de todo lo que ha sucedido en las últimas semanas. Una pequeña bomba nuclear de plasma fue detonada en una ciudad saiyayín al sur. La ciudad entera fue arrasada. Hemos montado un triaje en el centro médico, en las pistas de aterrizaje, que se atestó hasta las colinas cubiertas de hierba que rodean el complejo. Eso fue…

Tengo que parar esto... tengo que... hacer que se detenga. Nunca quise que esto suceda. Fue mi culpa... mi...

Voy a terminar mi escudo y hacerlo mejor. Si los saiyayíns y el resto de la galaxia no pueden llevarse bien, simplemente voy a tener que separarlos. Estoy casi terminado el escudo.

Scopa me ha estado ayudando en sus horas libres y compartimos con Nail nuestro pequeño secreto también. Tres pares de manos han sido mucho mejores que una.

¡Rom-kun esta tan grande ahora! Él ya dice todo tipo de palabras. Le enseñé a llamar a Bardock "papá" y eso lo fastidia demasiado. Está alzándose y trata de pararse sobre sus propios pies. No puedo descifrar por que hace todo tan temprano, pero no es precoz en lo que a caminar se refiere, quizás porque es tan increíblemente móvil como gateador.

Lo perdí ayer y lo encontré jugando con los perros en una de las salas de recuperación. Ellos estaban montando todo un espectáculo para los soldados heridos. Pude escuchar el coro de risas ásperas por todo el camino del pasillo. Rom-kun estaba imitando a los perros y perseguía su cola haciendo círculos en cuatro patas hasta que se cayó por el vértigo. Me abuchearon cuando vine a llevarme su entretenimiento.

Estamos de vuelta en las montañas, en nuestra vieja cueva-refugio.

Ayer por la noche hubo otro atentado contra la vida del rey, una vez más, no por la Red. Fue llevado al centro médico de nuevo bajo fuertes medidas de seguridad. Él regresaba del "frente", que está en todos lados de Vegetasei en estos días, cuando su nave explotó justo por encima de la parte superior de la atmósfera. De alguna manera, él milagrosamente hizo una inmersión de poder en el aire respirable debajo antes de perder el conocimiento. Estará bien, solo necesita alrededor de un día en un tanque.

Nail fue llamado para ayudar a eliminar la metralla del cuerpo del rey, usó su poder para volver a unir cada herida abierta mientras Scopa extraía los trozos de metal. Bardock y yo nos sentamos en la cocina de la sala de cirugía toda la noche después de que mi turno terminó, para esperar hasta saber con seguridad que el rey estaría mejor y que no despertaríamos a la mañana siguiente con el comienzo del reinado de Mousrom Primero. Unos cinco minutos después, Scopa nos llamó por el comunicador para decir que todo estaba bien, Bardock se paró y soltó un gruñido bajo.

—¡Saldremos por la puerta de atrás de la sala de postoperatorio, niña! ¡Muévete!

Me volví y lo que vi detrás me dejó muda del terror. Mousrom de Inteligencia venía caminando hacia nosotros desde la sala de postoperatorio. Y... oh, Kamisama... sostenía a mi bebé. Vagamente sentí a los otros soldados, soldados de Inteligencia, entrando por la puerta frente a nosotros que llevaba a la sala de recuperación. Mousrom tenía a Rom-kun en un brazo y algo en el otro... la levantó y disparó más allá de mí, haciendo caer a Bardock al instante. Era una pistola de ki.

—Las armas del enemigo que hemos reunido han demostrado ser muy útiles —dijo Mousrom y se movió pesadamente hacia mí. Me volví loca. Corrí hacia él gritando el nombre de Rom-kun... Rom-kun, quien colgaba en su enorme mano carnosa, débil y sin vida, igual que... igual que...

Dos enormes soldados me apartaron de él y sujetaron mis brazos mientras se quedó allí, sonriéndome con una repugnante y aceitosa sonrisa burlona.

—El cachorro está vivo, mujer. No tengo ningún interés en él salvo como una herramienta útil para sacarte de tu escondite si hubieras resultado ser escurridiza otra vez. —Soltó a mi bebé en la mesa y pareció olvidarlo.

—¡¿Por… por qué?! Ve… Vegeta está... —Estaba hiperventilando, casi mareada de alivio de que Rom-kun estuviera vivo, solo inconsciente—. ¿Por qué?

—¿Si Vegeta está perdido?, ¿es eso lo que quieres decir?, ¿por qué molestarme contigo? —Sonrió—. He recibido pruebas contundentes de que está vivo. Turna es un tonto, pero uno persistente. Él se está acercando a su posición y es posible que el príncipe sea rescatado en cuestión de semanas, incluso días. La información que tengo me lleva a creer que estará... en mal estado cuando sea encontrado. Deseo darle un presente de bienvenida. —Dio un paso adelante, su aliento rancio envolvía su rostro mientras se inclinaba y me miraba con lascivia—. Tu sucio y mutilado cuerpo, mujer. —Podía escuchar a Bardock en el piso, maldiciendo débilmente, cuando Mousrom levantó una enorme mano y agarró uno de mis senos con dolorosa fuerza—. ¿Eres luchadora, muchacha? —dijo, su voz era ronca—. Apuesto a que sí.

La sala estalló. Zabón entró por la puerta como un torbellino e hizo pedazos a los hombres que estaban detrás de mí, soltando un áspero y rabioso rugido de reptil. Luego... todo se detuvo. Se terminó sin más. Toma y Kyouka llegaron disparados a través de la puerta y casi atropellaron a Scopa, Hiru y Nachti que vinieron de alguna parte, yo corrí a recoger el pequeño cuerpo inerte de Rom-kun quien comenzó a sollozar. Él estaba bien, ni siquiera tenía un golpe en la cabeza.

Los cuerpos de Mousrom y sus hombres yacían tendidos en el suelo, sus ojos estaban abiertos y catatónicos, de todos, por supuesto, salvo los dos que me sujetaron. Zabón los había matado. Toma ayudó a Bardock a levantarse a una postura aturdida. La habitación quedó en silencio y todos los ojos se clavaron en Nail.

—¿Qué demonios haces con ellos? —preguntó Zabón.

—Los pongo a dormir —respondió calmado—. Es parte de mi capacidad telepática.

—Bueno... —dijo Toma—. Veamos que nunca se despierten.

—No podemos —replicó Bardock. Parecía como si las palabras supieran mal en su boca—. Él es... en ausencia del príncipe, desesperadamente necesario.

—¿Podríamos... —sugirió Hiru muy indeciso—. ¿Podríamos hacer que parezca como si vino aquí para matar al rey? Tenemos que hacer algo, Bardock-san, él nos matará a todos por habernos opuesto a sus planes.

—No —sostuvo Nail, el tono de su voz era firme—. Los haré olvidar que alguna vez estuvieron aquí, podemos sacarlos y dejarlos en otro lugar. Ellos no tendrán memoria de la visita de esta noche y pasarán varias horas después de que se despierten antes que recuerden que debían venir a capturar a Bulma-san y no lo hicieron.

—Podemos verter vino sobre ellos para explicar la pérdida de la memoria —dijo Zabón—. ¿Puedes añadir recuerdos tanto como quitarlos, Nail?

—Puedo poner la sugerencia de una... creo que la palabra es "borrachera" en sus mentes —contestó Nail—. Los otros me pueden ayudar en esto; Bardock-san toma a Bulma-san y al niño y váyanse.

Tuve tiempo para decirle adiós a todos esta vez y para empacar una gran cantidad de cosas que necesitaría, ya que todavía no era verano y estaría haciendo un frío asesino en esas montañas.

—Eres un fuerte hijo de puta, rashayyayín. —Toma le estaba diciendo a Zabón mientras nosotros partíamos.

—No dejes que se sepa —respondió Zabón con una casual mueca de dolor que era completamente falsa—. Me gusta ser chef, no compañero de entrenamiento de algún noble. Y matar a un saiyayín, cualquier saiyayín, es mi sentencia de muerte.

—No he visto nada —Toma se rio entre dientes.

Después de que llegamos al refugio y nos acomodamos para la noche, Bardock se dirigió a mí con un sombrío ceño fruncido.

—Él es un hombre peligroso.

—¿Zabón? —pregunté perfectamente inexpresiva—. Él mató a aquellos para salvar…

—No el rashayyayín. Yo sé que él enmascara un alto poder de pelea. Los de su especie, lo que queda de ellos, son una raza de naturaleza fuerte. El otro… Nail. —Sacudió la cabeza—. Un hombre que puede entrar en la mente de otro y reordenarla a voluntad es de temer. Él podría... podría hacer casi cualquier cosa con ese poder.

—Pero no lo hará —le aseguré–. Es un pacifista y un sanador. ¿Sabes por qué dejó a Mousrom y a sus hombres vivos? Él nunca ha matado a nadie en su vida.

Y Bardock asintió, satisfecho.

Me fui a dormir esperando que Scopa cuidara bien de mis perros.

Son dos semanas más tarde. Encontraron a Vegeta, está vivo. Toma contacto con Bardock para decírselo. Mañana volveremos a la capital. Le gritaría a Bardock y lo golpearía hasta dejarlo sin sentido si pensara que eso serviría de algo, pero él está atado a un juramento de entregarme a su príncipe ilesa. Mañana vuelvo a ser una esclava. Voy a... Kamisama, voy a tener que… que dejar a Rom-kun en el centro médico todas las noches a partir de ahora, porque Vegeta dijo que no tendría al hijo de Bardock viviendo bajo su techo. Yo… yo… yo lo mataré antes de dejar que me arrebate a mi bebé.

Todo mi miedo probablemente ha sido en vano.

Scopa y Nail atienden a Vegeta, y Nachti y yo... nos ocupamos de Articha. Casi la pierdo una o dos veces mientras la estábamos tratando. Ellos... ellos la utilizaron como una prostituta de guarnición, fue debilitada con ki-amortiguadores integrados en su celda para que no pudiera defenderse. Creo que estaba equivocada. En la isla... pensé que era peor porque Vegeta no me odiaba como persona, solo me veía como un juguete, no como una persona. Vi mientras la trataba que pudo haber sido mucho, mucho peor estar en manos de alguien que me odiara y pretendiera lastimarme por venganza. Utilizamos un tratamiento para la desnutrición y rompimos y reacomodamos los huesos que habían sido destrozados y permitidos sanar mal. Turna rondaba junto a nosotras todo el tiempo, su rostro estaba detenido en tal horror y dolor desgarrador que no podía mirarlo. Articha alzó la vista hacia su rostro, anclado a la cordura, creo, por el amor que ella sentía fluir a través del vínculo lunar que lo dejó rastrearla por media galaxia. Dioses... ¿lo que debe haber sentido de ella?

—No moriré, amado. —Ella habló en un susurro ronco—. No lo haré.

—No te quedes por mi causa. —Él musitó con la voz quebrada—. Si deseas morir, entraremos por los pasillos de la Guerra de la mano.

—No lo haga... —dije muy suavemente, mirándola a los ojos. Los míos estaban llenos de lágrimas.

Ella gruñó en voz baja y me enseñó los dientes con una débil rabia. Si hubiera tenido la fuerza para sentarse, habría intentado matarme.

—¡Te atreves a tener piedad de mí, pequeña debilucha llorona! ¡No sabes nada del honor ni del orgullo! —Se interrumpió, soltó un gruñido sollozante y giró su cabeza hacia otro lado. Turna me miró lleno de odio, pero no hizo ningún movimiento para atacarme. Algo en la forma en que me miró me dijo que era muy consciente de quien era yo y sabía que no podía levantar una mano sobre mí—. Tú no sabes... —susurró.

—Sí lo sé —le contesté con la misma voz suave. Ella lentamente se dio la vuelta para examinar mi rostro y vi el reconocimiento nacer en su cara. No era una mujer bonita, pero era guapa por la forma de sus huesos fuertes y su altura que muchos hombres saiyayíns encontrarían hermosa, incluso con la vieja cicatriz que recorría un lado de su faz. Sabía que ella debía estar pasando los cien años de edad, aunque se veía alrededor de los treinta y cinco en términos humanos. Y de repente pareció... como si una luz hubiera sido arrojada en su cabeza. Era la misma expresión de sorpresa que Vegeta había usado cuando hizo la conexión mental entre Jeiyce golpeándolo casi hasta la muerte y él hiriéndome. Parecía estupefacta, esa misma mirada de sordo horror asomaba en sus ojos. Y supe que, si decidía vivir, Vegetasei —en particular el comercio de esclavas de placer— nunca volvería a ser igual para ella.

—Si muere —continué casi en un susurro—, ellos la habrán vencido. No les dé esa victoria.

Ella se me quedó mirando durante tanto tiempo que empecé a sentir que mis ojos se volvían a humedecer, después asintió una vez con un corto golpe militar de su cabeza.

—Ponme en el tanque, muchacha.

La pusimos en el tanque durante el resto de la noche y luego Turna envolvió su cuerpo dormido en una manta y voló con ella de regreso a su casa de campo para que se recuperara.

Me dio una inclinación de cabeza que fue casi la mitad de un arco.

—Tienes mi eterno agradecimiento... Bulma-san.

Nachti se dejó caer en la pared del controlador del tanque de regeneración ni bien él salió.

—Creí que las dos estábamos muertas. ¿Estaba alucinando o uno de los más altos nobles del imperio te llamó "Bulma-san"? Si tú tuvieras bolas, te diría que están hechas de ardantium.

Y si ni Articha o Turna me hubieran reconocido, creo que Turna nos habría matado a ambas para evitar que la noticia de lo que le hicieron a su esposa saliera más allá de la sala de tratamiento. Tanto Vegeta como Articha fueron llevados al centro médico en tal estado de alta seguridad y secreto, que nadie más que nosotros cuatro que los tratábamos estaban permitidos en la sección quirúrgica del complejo. Creo que el rey hubiera matado a Scopa y a Nail también, excepto que sabía lo mucho que el centro médico necesitaba a Scopa y estaba ligeramente impresionado al ver a Nail poner las manos en Vegeta y curar la mayor parte de sus heridas mediante un toque.

Nachti fue a reunirse con Hiru en su apartamento. Él no había dormido nada, ya que aguardó por ella toda la noche. Volví a mi habitación y esperé junto a Bardock noticias sobre Vegeta. Y horas más tarde, Scopa me mando un mensaje para venir a la unidad de recuperación especial. Bardock me siguió, silencioso y en una postura de atención militar, negándose a quedarse.

Scopa nos recibió en la puerta del postoperatorio.

—Necesito tu ayuda con él, Bulma.

—¿Por qué —dije llena de frialdad—, siquiera me lo preguntas, Scopa?

—Porque hiciste un juramento como médico —respondió, su rostro se había endurecido—, porque es lo correcto, porque su padre me llamó un hacedor de milagros cuando salvé al príncipe después de Shikaji y no puedo hacer esto sin tu ayuda. —Y la vida de Scopa dependía de su éxito.

—Dime —le indiqué.

Scopa me lo contó. Jeiyce lo tuvo durante seis meses. Seis meses. Ellos hicieron un increíble trabajo en él. Durante medio año, torturaron a Vegeta en una atmósfera de completa privación de sueño y al final... Jeiyce lo rompió. Rompió su voluntad y rompió su mente. Cuando su padre lo encontró en esa celda negra sobre Avani Trice, Vegeta estaba loco. Demente. Se despertó dos veces mientras lo estaban tratando y empezó a llorar por su sensei Nappa y su padre para que hicieran que dejaran de lastimarlo. Luego vio la hipodérmica en la mano de Scopa y gritó de terror como un niño hasta que lo sedaron.

El rey fijó en nosotros una torva mirada mortal cuando entramos en el pequeño postoperatorio. Vegeta yacía inconsciente en una camilla, cubierto con mantas térmicas. Parecía que lo habían apaleado sin descanso, y murmuraba y medio sollozaba en su sueño.

—Muchacha, ¡¿qué está haciendo aquí este bastardo nacido bajo?! —El rey gruñó amenazadoramente.

—Estoy atado por un juramento a Vegeta-ouji de ser su guardián a donde quiera que ella vaya, Ousama —dijo Bardock, su espalda se puso rígida. Él se inclinó y arrodilló en una pierna—. No puedo abandonar su lado o quebranto mi honor, Majestad.

El rey le lanzó una mirada asesina y asintió con gravedad.

—Por lo que recuerdo, soldado, tu honor es una cosa que otros hombres envidiarían. —Me pregunté cuándo estos dos hombres habían tenido contacto para que el rey hablara tan bien del sentido de integridad de Bardock—. Jura por tu honor, Bardock hijo de Radu, que guardarás los secretos de la Corona en este asunto.

—Lo juro, Ousama.

El rey gruñó una aceptación y se volvió hacia mí.

—Nadie lo verá a excepción de los tres. Lo único que he hecho saber es que él y Articha estaban a punto de morir cuando los encontramos. Solo ustedes tres, Turna y yo conocemos toda la verdad. —Él suspiró un retumbante sonido de absoluto agotamiento y luto—. Volverá en sí o no lo hará. No te separes de su lado, muchacha, tengo una idea de cuan excesivamente apegado estaba a ti. Tu presencia puede ayudar a sacarlo de este… este…

—No lo dejaré, Ousama —respondí en voz baja. Y desde su camilla, Vegeta se agitó y gimió, una mano luchó debajo de las mantas térmicas por llegar débilmente en mi dirección. Scopa me dio una mirada y me trasladé al lado de Vegeta. Tomé su mano y besé su frente.

—Shh —le dije.

Él suspiró y pareció relajarse exhausto.

El rey miró a Scopa y asintió de manera cortante.

—Es como has dicho. Entre los dos, tal vez... tal vez consigan que él recupere su integridad. Déjame saber su estado cuando se despierte, si está loco, delirante o coherente. Le daré un mes para volver a nosotros. Si no lo hace... —Hubo una larga pausa—. Si no lo hace, lo sacrificaré yo mismo. —Pasó una áspera mano por el cabello todavía húmedo de su hijo, su rostro era como una piedra.

Lo llevamos a la casa de Bardock en las llanuras al norte de las montañas Turrasht. Nadie, y quiero decir nadie, sabe que estamos aquí, excepto el rey. El rey, por cierto, sugirió que viniéramos a esta casa, lo que significa que la conoce y, posiblemente, ha estado aquí antes. Tengo que arrinconar a Bardock y hacerlo que me diga cual es la historia entre él y Vegeta-ou, apuesto que es muy interesante.

Hicimos las maletas antes del amanecer, sin despedirnos de nadie, y nos marchamos en el aviador de Scopa llevándonos a Rom-kun, los perros, todas mis piezas del escudo y notas encapsuladas, la mitad de la biblioteca médica de Scopa, y una gran cantidad de diversos artículos.

Estoy meciendo a Rom-kun en la terraza que da a las montañas, Bardock está meditativo en el interior y Scopa esta vigilando a Vegeta. Él no ha despertado todavía, por lo tanto, tenemos que esperar.

Se despertó esta mañana durante mi guardia.

Dioses, podría haber manejado todo lo demás. Si hubiera estado catatónico o delirando, o incoherente en su locura podría no haber sentido nada. Ninguna simpatía... y ninguna culpa de que Jeiyce utilizara mis escudos de invisibilidad y pistolas de ki de fuego para capturarlo. Podría haber permanecido completamente al margen y decirme que lo sentía muchísimo por él.

Pero esta mañana, abrió los ojos justo cuando la luz del sol comenzó a atravesar la ventana abierta... y me sonrió.

—Es bueno dormir —dijo. Kamisama, su voz sonaba diferente, más alta y suave. Como... como la de un pequeño niño.

—Sí, lo es. —Estuve de acuerdo y me incliné para sentir su frente. Él había tenido una fiebre baja durante toda la noche, una leve reacción alérgica a una de las inyecciones de suplementos nutricionales que Scopa le administró. Todavía, milagrosamente, tenía un buen tono muscular, los frutos de una vida de entrenamiento, pero había perdido mucho peso y estaba lleno de cicatrices permanentes, desde el cuello hasta los tobillos, con marcas de latigazos donde debieron golpearlo como a un animal una y otra vez.

—¿Cómo te sientes? —le pregunté en voz baja.

—Bien. —Él me observó en silencio, la confusión inundaba su rostro—. ¿Quién eres tú?

Tomé una respiración profunda.

—Mi nombre es Bulma.

Volvió a sonreír, cálido y somnoliento, se parecía tanto a Rom-kun cuando lo acostaba por la noche que me estremecí.

—Eres muy hermosa... —Cerró los ojos y se durmió de nuevo. Durmió el resto del día.

Esta tarde, Scopa apoyaba el mentón en una mano y con la otra acariciaba ligeramente a Baka mientras Bardock giraba un cho-ciervo en el asador sobre el pozo de fuego.

—Él dormirá tanto como su cuerpo lo considere conveniente. Ha estado sin eso durante medio año... Diosa, ¿se imaginan?

—Prefiero no hacerlo —gruñó Bardock.

—Es una muy buena señal que este racional —continuó Scopa—. La amnesia es de esperarse en un principio después de un trauma tanto mental como emocional. El rey estará complacido.

—Lo que significa que todos mantendremos nuestras cabezas —murmuró Bardock.

Scopa frunció el ceño muy irritado.

—Eres un hombre terco y pesimista.

El saiyayín se rio en voz alta de eso. Su risa se detuvo de golpe y yo me volví siguiendo su mirada para ver a Vegeta de pie en la puerta de la habitación sur, mirándonos a todos nosotros con incertidumbre. Estaba completamente desnudo.

—Olí la comida —dijo en voz baja—. ¿Puedo... puedo comer, Bulma-san?

—Cierra la boca, Bardock —le aconsejé. Ninguno de los hombres estaba preparado para ese cambio, a pesar de que se los había dicho—. Estábamos a punto de comer, Vegeta, pero debes vestirte primero.

Él sonrió.

—Necesito ropa. No hay ropa en el dormitorio.

Lo tomé de la mano, lo llevé de nuevo a la habitación y le traje algunas cosas de Bardock. Eran demasiado grandes para él, pero al menos no estaría desnudo. Solo tenía que estar descalzo por un rato. O tal vez las cosas de Scopa le ajustarían mejor, zapatos incluidos. ¡Nos habíamos acordado de todo, excepto de su ropa! Mientras me seguía de nuevo en silencio al salón del pozo de fuego, Yaro se paró, se le acercó y lamió una de sus manos. Él retrocedió un par de pasos.

—¿Qué es eso?

—Es un perro, Vegeta —le dije—. Este es Yaro y la de allá al lado de Scopa es Baka.

—¿Van a morderme? —preguntó y tentativamente asomó su mano al animal una vez más.

—No... los dos son muy agradables. —Para probar eso, Yaro babeó en su mano.

Vegeta se echó a reír con deleite.

—No les des de comer de la mesa —le indiqué al hacerlo sentar mientras Bardock trinchaba un trozo de cho-ciervo, luciendo nervioso. Él comió como un hombre hambriento, no… como un saiyayín hambriento. Supongo que había sido alimentado lo suficiente como para mantenerlo con vida en cautiverio. Cuando terminó, le presenté a Bardock y a Scopa una vez que su atención ya no se centró invariablemente en su comida.

—Y yo soy... Vegeta... ¿no? —Me miró de una forma solemne—. ¿Es ese mi nombre?

—¿Recuerda eso? —preguntó Scopa—. ¿Puede usted recordar alguna cosa antes de despertar esta mañana?

Él frunció el ceño haciendo un esfuerzo.

—Yo... no. Eso no es bueno, ¿verdad?

—No. —Estuvo de acuerdo Scopa—. Usted ha sido herido muy gravemente y apenas ahora comienza a recuperarse. Podría pasar un poco de tiempo antes de que regrese su memoria, pero volverá a ser quien era. Así que, no se preocupe sobre eso, ¿de acuerdo?

Vegeta asintió obediente y luego pareció perder interés en el tema y le sonrió a los perros. Pasó el resto de la tarde jugando con ellos en el suelo, después asintió seriamente a mis severas instrucciones de ser muy amable con ellos, porque eran mucho más delicados de lo que parecían. En un momento dado, sin embargo, él gateó hacia donde yo estaba sentada observándolo con una poco visible, pero profunda conmoción, arrastraba tras de sí a Baka, que jugaba gruñendo y jalando el pantalón de Vegeta.

—¿Es tu bebé? —preguntó e hizo un gesto hacia Rom-kun, a quien acababa de lograr hacer dormir. Rom-kun se despertó al oír el sonido de su voz y le sonrió. Vegeta le devolvió la sonrisa.

—Sí... —contesté sintiendo que mi cuerpo se tensaba como un resorte en espiral.

—¿Puedo cargarlo?

Me sentí congelada hasta que Rom-kun rompió mi parálisis al tenderle la mano a Vegeta, apartándose de mí con sus pequeños pies. Y yo... le entregué a Rom-kun, toda la tensión inexplicablemente se esfumó de mí. El hombre que tenía enfrente no lo lastimaría más de lo que yo lo haría.

—Sostenlo con delicadeza —le indiqué—. Vegeta lo levantó de una manera un poco torpe y lo examinó de los pies hasta la cabeza, completamente fascinado.

—Es tan diminuto —dijo ofreciéndole su propia mano a la de Rom-kun.

Él comenzó a bostezar alrededor de la medianoche, casi se quedó dormido en el salón del pozo de fuego antes de que Scopa y yo lo metiéramos en la cama. Seguí a Scopa de regreso al salón del pozo de fuego donde Bardock se sentaba mirando el fuego.

—Le he deseado miles de tormentos y muertes dolorosas a ese muchacho —declaró—, pero yo... yo por nada del mundo habría deseado que esto le sucediera.

—No es tan malo como crees —aseguró Scopa.

—¡Ha perdido el juicio! —espetó Bardock—. Él no tiene más inteligencia que un bebé de la edad de Romayn.

—No ha perdido el juicio —refutó Scopa, él sonaba implacable—. Su mente solo... esta descansando. Volvió a una época en que no había dolor en su vida. No pongo en duda tu criterio respecto a la capacidad de combate, ten fe en mi opinión como médico.

Es dos días desde que despertó.

Me sigue a todas partes y se sonroja como un niño cada vez que me encuentro con sus ojos. Kamisama... él está enamorado de mí, incluso sufriendo de amnesia total todavía está obsesionado conmigo. También está empezando a sacarme de quicio. Hoy él no me dejo en paz para acabar con mi trabajo. Intenté ser paciente, pero siguió estorbándome, tratando de alcanzarme herramientas y cosas, y por fin estallé contra él. Se fue con la cabeza baja y... y lo oí empezar a llorar en la habitación contigua. El depósito de al lado que convertí en un taller se encuentra junto a su dormitorio. Al principio, pensé que estaba imaginando cosas, no me parecía posible, pero a medida que lo escuchaba, empecé a sentir vergüenza ante la idea de haber arremetido contra alguien tan completamente devastado. ¿Qué tanto de mi irritación pasó a mi total incapacidad para odiarlo cómo es ahora? En este momento se parece tanto al hombre que llamé enemigo como Rom-kun. Sería muy malo de mi parte... estar enojada con él porque perdí al diablo de mi panteón, porque mi demonio se ha transmutado en un pequeño niño inocente.

Abrí la puerta de su habitación y me senté en el suelo junto a él. Estaba llorando en voz baja, sentado al lado de su cama, abrazando a Baka, tenía el rostro enterrado en la cálida piel del perro.

—Perdón por hacerte enojar —dijo con voz trémula.

—No —le contesté tocando su cabello tentativamente—. Yo soy quien debe pedir perdón. Fui cruel contigo, no lo haré de nuevo. —Y puse mis brazos alrededor de él y lo abrasé.

Creo... que Vegeta está muerto.

Creo que el hombre que odiaba está muerto y rezo a los Dioses para que nunca regrese. Es como si Jeiyce de Maiyosh lo hubiera matado y empujado otra alma en su cuerpo.

Hay un plan, una idea tan maravillosa que juega en el fondo de mi mente, que no la diré en voz alta hasta que esté segura de que es cierto.

Ahora son seis días desde que despertó.

Él tuvo una... una revelación la noche anterior, provocada por un diminuto trozo de memoria.

Scopa toma a Rom-kun para narrarle un cuento antes de dormir cada noche. Él es algo así como un erudito en cuentos de hadas y mitología tanto madrani como saiyayín.

Ayer por la noche nos sentamos en el salón del pozo de fuego, el cada vez más cálido viento del verano que se aproxima entraba por las ventanas abiertas, mientras Scopa contaba una historia de la época de las leyendas sobre un joven que aprendió a volar. La leyenda de Sereru, el primer saiyayín que voló. Scopa apenas había terminado la historia cuando me di cuenta de que Vegeta se frotaba las sienes, su rostro estaba delineado en una mueca de concentración.

—Conozco ese cuento —dijo—. ¿Tú... tú lo contaste una vez antes, Scopa-san? Yo recuerdo... yo… —Se dobló agarrándose la cabeza y empezó a gritar. Rom-kun se despertó con un lamento, los perros se pusieron a aullar... y Vegeta cayó sobre su costado, con espasmos de agonía hasta que Scopa lo sedó fuertemente.

Scopa se sentó a la mesa y tomó la copa de vino de moras doradas que Bardock le ofreció sin palabras.

—Esto es malo. Los torturadores de Jeiyce han establecido trampas mentales en su subconsciente. Ese destello de memoria lo envió a una convulsión de recuerdo sensorial de... de cualquiera de las cosas infernales que le hicieron.

—Minas mentales —pronuncié sintiéndome enferma—. Como los supervivientes de la inquisición de Mousrom. —Tenía un recuerdo muy vívido de una paciente que había tropezado con una de esas minas en su mente y trató de aplastar sus propios sesos contra una pared. Bardock comenzó a pasearse por la habitación como una pantera enjaulada, maldiciendo en voz baja asesinamente. Él estaba desconcertado por los cambios en Vegeta y lo evitaba siempre que fuera posible. Pero no sabía que había algo más que incomodidad en Bardock, algo que tocaba su honor como saiyayín. Se volvió de nuevo hacia nosotros con un gruñido bajo.

—Yo odiaba al hombre personalmente, pero él es mi príncipe, nuestro hijo más poderoso. ¡El príncipe rojo ha empañado el honor de toda mi raza destruyendo a Vegeta de esta manera!

—¡Él no ha sido destruido! —aseguró Scopa enojado—. Yo estaba reticente sobre sus posibilidades en un primer momento, pero está mejorando día a día a un ritmo asombroso. En sus dos primeros días, no podía siquiera armar un rompecabezas y ahora está resolviendo los rompecabezas de cubo que le entrego para trabajar cada mañana tan rápido como yo. Ha comenzado a leer los libros de mi biblioteca con la comprensión de un adulto. La única razón por la que aún parece tan infantil es debido a la amnesia, todo le es nuevo. Él se recuperará por completo. En verdad ya lo está haciendo, pero...

—¿Pero? —empujó Bardock.

Scopa frunció el ceño.

—Si nunca recupera sus recuerdos es un asunto distinto. Él podría perder toda su vida hasta este punto. Es posible que tenga que volver a reaprender todo lo que había conocido, en parte debido a que esa trampa que volcó esta noche está vinculada directamente a los recuerdos de su pasado y a quien es él, y en parte debido a que la amnesia en sí es la defensa natural de su cerebro contra el colapso mental completo. Medio año sin dormir, mi amigo, torturado sin cesar. La señora Articha le dio al rey un exacto informe por escrito de lo que le hicieron. Ellos nunca lo dejaron, tomaron su tormento en turnos. Puede que no sea capaz de recordar sin volverse realmente loco.

—El rey no verá la amnesia irreversible como recuperación —murmuró Bardock.

—Scopa —dije en un tono bajo mientras trataba volver a dormir a Rom-kun. Había llorado durante mucho tiempo después de haberse despertado por los gritos de Vegeta—. ¿Cuál fue el recuerdo que activaste con esa historia? Él mencionó que la contaste antes...

—Diosa, no sé cómo se acordó de eso —declaró Scopa—. De niño fui aprendiz del viejo Duriru, el médico jefe de palacio. La primera vez que vi a Vegeta-ouji, él era un año mayor que Rom-kun. Yo tenía unos doce años de edad. Duriru fue llamado para tratarlo por heridas de quemaduras. El príncipe había intentado agarrar el fuego de un fogón porque pensó que la llama era bonita y se quemó la mano. Duriru lo vendó con torundas de regeneración. Recuerdo que se mantuvo agarrando mi mano y diciendo "¡oro!", nunca había visto a un alienígena o a alguien que tuviera mi color de piel. Se parecía... —Él frunció el ceño con tristeza—. Se parecía mucho a como es ahora. Él sonrió, se rio y habló con nosotros feliz. Se nos ordenó quedarnos junto a él mientras la guardia real vigilaba, por supuesto, hasta que el señor Nappa regresara por él. Eso terminó siendo toda la noche porque el rey apaleó a Nappa a una gigantesca masa de gelatina por dejar que el bebé se queme, así que lo pusimos en la cama y le conté una historia, la historia de Sereru. —Él bajó los ojos—. La siguiente vez que lo vi tenía cuatro años, creo. Era... una versión más joven del hombre que llegó a ser. No me sonrió.

Me fui a la cama pasando por el cuarto de Vegeta y me incliné sobre su forma dormida, lo besé suavemente en la frente.

—Quédate cómo estás —susurré—. Como debiste haber sido desde el principio.

Tengo una pistola de ki propulsada, una mejora de la pistola de ki encapsulada en mi taller. Cometeré mi primer regicidio si el rey decide "sacrificar a su hijo".

Es diez días desde que Vegeta se despertó. Ayer por la noche tuvo una pesadilla. Él no gritó igual a un alma condenada en el infierno como lo hacía antes, solo se quedó jadeando y lloró en voz baja. Yo estaba despierta, sentada leyendo, sintiéndome irracionalmente rechazada y herida.

Rom-kun, que está hablando más y más palabras todos los días, dio sus primeros pasos reales cuando yo estaba fuera de la habitación. Vegeta ha adoptado hacer esta cosa donde agarra a Rom-kun de los dedos mientras camina detrás suyo, estabilizándolo. Hoy lo soltó cuando yo estaba en la cocina, ¡Rom-kun caminó cinco pasos enteros por sí mismo y no llegué a verlo! Luego decidió dormirse como un tronco por la noche en la alfombra de piel que cubre el piso de la habitación de Scopa y lloró cuando traté de llevarlo a la cama conmigo. Él dijo: «¡Copa! ¡Perritos! ¡Copa! ¡Perritos!», lo que se traduce como: quiero pasar la noche con Jisan Scopa y los perros. Él nunca ha dormido sin mí ni una vez y yo estaba luchando por no llorar, sobre todo porque me hacía sentir tonta.

Me levanté y entré en su habitación, lo encontré acurrucado en un ovillo, reprimiendo los sollozos. Me senté en la cama y lo calmé como lo hago con Rom-kun cuando está inquieto o lloroso. Se dio la vuelta, levantó el brazo hasta llegar a tocar mi rostro... e inhaló hondo.

—Recuerdo...

—¿Qué? —le pregunté en voz baja.

—A ti. —Incluso en la penumbra, pude ver sus mejillas enrojecer—. ¿Fuimos... ¿eres mi pareja? —Parecía tener miedo de oír la respuesta.

Lentamente negué con la cabeza, sin saber que decir.

—No... nosotros éramos... nosotros...

—¿Amantes entonces? —Debía tener algún tipo de memoria física de haber estado conmigo. Él estaba furiosamente sonrojado ahora. Asentí en respuesta a su pregunta. De seguro no iba a decirle la verdad.

—¿Te quedarás conmigo? —susurró.

No respondí nada y pensé en su solicitud. Este no era el mismo hombre que había odiado con tanta pasión. ¿Qué me estaba pidiendo? Dormir junto a él y abrazarlo como a un niño, o...

Sé que parece una locura de mi parte. Tenía la opción de decir que no y no lo hice. Tenía que saberlo. Tenía que saber si era realmente una persona diferente y esta era la prueba más segura imaginable. Saqué mi camisón por sobre mi cabeza y pronunció otra pequeña ingesta de aliento cuando me metí en la cama con él, puse mis brazos alrededor suyo y mi cálida piel desnuda contra la suya. Le di un beso y todo su cuerpo tembló, luego se quedó inmóvil mirando mi rostro, sus ojos buscaron los míos. Y por primera vez vi a un hombre detrás de esos gentiles ojos oscuros, no a un niño. Podía sentir su corazón comenzando a martillar contra el mío, al igual que podía sentir mi propio pulso empezar a correr y una especie de... terrorífico calor aumento dentro de mí. No era de atracción ni deseo. Era... no tengo un nombre para esto. Todo lo que sé es que cuando pienso en ello ahora, empiezo a temblar como una hoja por el recuerdo de su intensidad. Él parecía estar suspendido al borde de una decisión, luego se estremeció un poco... y me devolvió el beso, suave y dulcemente.

«Gracias», dijo en voz baja. Y dormimos.

El rey viene esta noche para ver a Vegeta por sí mismo. Voy a matar al viejo monstruo si lastima a este hijo que casi seguro verá como débil.

—¡Si él no puede recordar nada, es tan bueno como un loco! —El rey de Vegetasei nos gruñó después de que Scopa le dio su informe actualizado—. ¡Es inútil para mí cómo está ahora! Y no quiero que su pueblo se entere que estaba tan completamente roto como para perderse a sí mismo. —La diatriba afilada cayó a un gruñido cansado.

—Él ya está recordando cosas, Ousama —le aseguré al rey. Me miró furioso, pero continué, negándome a dejarme intimidar—. Todo volverá con el tiempo. —Aunque no si puedo evitarlo, pensé.

—¡Tiempo es algo que no tengo, muchacha! —espetó el rey—. ¿Él siquiera te ha llevado a la cama desde que despertó?

—Ayer por la noche fue la primera vez, Majestad. —No es como si algo hubiera sucedido.

Vegeta-ou resopló.

—¡Bueno, al menos no es tan niño que se ha olvidado de cómo follar! —Me enrojecí de ira ante sus groseras palabras y maldije a mi piel cuando el rey se rio entre dientes—. Todavía sigues siendo la misma arpía que eras el primer día que pusiste un pie en Vegetasei, ¿verdad, muchacha?

—Sí, Majestad —dijo Bardock—. Doy fe de ello.

—Y ahora te has vuelto protectora con muchacho, ¿no es así? —El rey habló en tono amenazante—. O tal vez lo prefieres de esta manera. —Maldito anciano perceptivo.

No dije nada, sin saber si algo de lo que hablé me ayudaría o me perjudicaría mientras él permaneciera allí, pensando seriamente en matarme, tal como lo había hecho cuando Vegeta fue herido en Shikaji. Él me echó un vistazo y supo que yo estaba punto de ganar el corazón de su hijo... y que tenía la intención de desgarrar ese corazón a sangrientos jirones una vez que fuera mío. Lo único que lo detenía ahora era el hecho de que sabía que destruiría las posibilidades de recuperación de Vegeta.

—¿Quiere honrar mi casa y tomar la cena aquí, Ousama? —propuso Bardock de manera formal tratando de alejar la atención del rey de mí. Funcionó.

—El rey de Vegetasei —aseveró Vegeta-ou peligrosamente—, no cenará con prostitutas, libertos ni soldados comunes.

—No nos importa, Ousama —contesté con dulzura.

Bardock y Scopa se quedaron sin palabras por la conmoción y el rey se volvió hacia mí otra vez. Luego... luego empezó a reír con un sonido profundo y completo de genuina diversión.

—Tal vez me quede —dijo—. Muéstrame a mi hijo, muchacha.

Dejé a Bardock y a Scopa para que trajeran la comida lista.

Vegeta tuvo que ser presentado a su propio padre. Se sentaron en la terraza que daba a la cordillera de Turrasht y hablaron durante mucho tiempo. Acerca de que, no lo sé. La parte de la conversación que oí fue a Vegeta haciéndole preguntas a su padre que todavía no nos hacía a nosotros con la nueva suave voz que utilizaba. ¿Por qué no puedo recordar?, ¿quién soy yo exactamente?, ¿qué me pasó? Y la profunda voz ronca del rey contestó cada pregunta a su vez.

Le enseñé al rey a jugar al ajedrez después de la cena ¡y el viejo bastardo me venció en mi propio juego! Dice que va a volver cada cuatro o cinco días para verificar el progreso de Vegeta.

Ya casi termino con el prototipo del escudo punto muerto. He hecho un progreso increíble con todo este tiempo en mis manos para trabajar sin estorbos. Vegeta ha ayudado mucho en eso, porque mantiene a Rom-kun ocupado por mí mientras estoy trabajando. Juega con él durante horas al otro lado de mi pequeño taller y puedo concentrar toda mi atención en la tarea en cuestión sin tener a Rom-kun fuera de mi vista.

Bardock se está enfadando cada vez más acerca de lo que llegará a ser su hijo cuando sea mayor. Me ha dicho ayer que estoy arruinando al niño para cualquier tipo de vida normal entre su pueblo. Que hacerlo suave y dulce disminuye mucho sus posibilidades de vivir hasta la edad adulta. Le lancé mis llaves láser, mi taladro de pulso y le grité. Ni siquiera recuerdo lo que dije, de seguro algo horrible. Perdí el control cuando sugirio que Rom-kun no llegaría a ver la edad adulta.

Vegeta ha empezado a leer todo lo que llega a sus manos. Hay una inquietud gestándose en su interior, algo así como una sensación de su poder de pelea retorciéndose y agitándose dentro de él porque está creciendo saludablemente de nuevo y necesita poner en libertad esa actividad física y psíquica. Camina a veces mientras lee con un viejo libro encuadernado al estilo antiguo de la biblioteca de Scopa en una mano y Rom-kun acunado en su otro brazo. No puede quedarse quieto durante más de unos pocos minutos, pero creo que la lectura lo ayuda a enfocar su mente y alivia una gran cantidad de su energía nerviosa. Está trabajando su camino a través de todos los tratados de la historia saiyayín, de las tradiciones orales de la edad preespacial de Vegetasei a la edad de alfabetización que comenzó después de la invasión tsiruyín, todo el camino hasta la actualidad. Me dijo que no está disfrutando de la lectura. Está alrededor de la mitad y las historias se van haciendo cada vez más sangrientas y brutales a medida que avanza hacia el día de hoy.

—Lee algo más si no te gusta —le sugerí.

—Tengo que leerlo todo —respondió solemnemente—. Soy el príncipe sin memoria de mi pueblo.

Todos los pequeños gestos de niño se han alejado de forma gradual. Él no actúa ni se comporta como un niño más, solo... como un hombre diferente. Esa idea, un plan sedicioso y traidor, sigue inquietando mi mente cada vez más. No ha recordado nada, salvo pequeños destellos aquí y allá. La última vez que tuvo un recuerdo de cualquier tipo, terminó gritando a todo pulmón una y otra vez hasta que Scopa le dio algo para dejarlo sin sentido.

Por la noche le lee a Rom-kun historias de los libros de leyendas de Scopa, tanto saiyayíns como madranis y los perros holgazanean a sus pies. Los perros lo adoran tanto como lo hace Rom-kun.

Vegeta...

Me gustaría poder llamarlo por otro nombre. Entonces podría disociar por completo al hombre que odié de este nuevo hombre que nació aquí en la casa de Bardock. Ese cruel y apuesto rostro que odiaba más que al mismo infierno es irreconocible ahora, de la misma manera que algunos grandes actores son irreconocibles de un rol al otro, porque reorganizan sus rasgos y posturas tan completamente que parecen ser otra persona.

El rostro del antiguo Vegeta siempre estaba detenido en un enojado ceño fruncido —a veces tenso, a veces mortal, a veces rabioso o lujurioso, a veces divertido— pero sus ojos siempre destellaban con ira apenas velada en... en todo. Su rostro era cruel, vicioso, arrogante y maligno, como Lucifer después de su caída, perverso y hermoso. Él llevaba consigo una postura de encorvada tensión, con la cabeza baja y los hombros preparados, como una bobina demasiado tensa lista para saltar. Cada movimiento traía una amenaza de violencia y muerte, similar a un tigre agazapado a punto de saltar. Cada gesto era afilado y rápido como una cobra, y parecía irradiar rabia.

Estoy viendo al hombre que llamamos Vegeta en este momento desde la ventana de mi taller. Está sentado con Rom-kun en su regazo, lanzándole una bola a los perros para que la recuperen y ríe suavemente. Tiene la espalda recta, los hombros sueltos, la definición y el desplazamiento de sus músculos debajo del traje demasiado grande de Bardock es relajada. Camina con esa gracia saiyayín ágil y felina, pero con facilidad, como si estuviera inconsciente de su cuerpo y cómodo en su propia piel. No ha notado las cicatrices que cortan su cuerpo, una horrible red de rayas entrecruzadas. Su rostro... él está sonriendo, con la mirada encendida y llena de placer por el simple hecho de estar vivo. Sus rasgos están relajados, a pesar de que frunce el ceño un poco, ya que está leyendo los últimos tomos de la historia saiyayín. A él no le gusta. Yo sé porqué, aunque no ha dicho nada en voz alta sobre esto. Su rostro es hermoso cuando sonríe. Es extraño, pero en cierto modo, esta nueva persona es muy similar a Son-Gokú, excepto por el hecho de que tiene una mente rápida y nítida. Está ocupado llenándola también con todo lo que Scopa le da para leer o estudiar, educándose a sí mismo como un ecléctico, de modo directo en todo lo que le interesa, y con eso me refiero a todo. El mundo entero es nuevo para él...

Lo dije antes, pero esto es quien debería haber sido. Así como Rom-kun no muerde ni gruñe, ya que nunca ha tenido el condicionamiento de agresión infantil, Vegeta no es un violento y vicioso violador bastardo asesino, porque ya no tiene el periodo de vida del condicionamiento y entrenamiento que lo hizo así.

Es como si Enmasama tomara un alma maligna, la lavara de sus recuerdos limpiándola para la reencarnación... y luego regresara esa alma al mismo cuerpo.

Son cuarenta días mañana. El final del mes que Vegeta-ou nos dio para traer de vuelta a Vegeta a la "normalidad". He cosido un bolsillo especial en mi vestido y puse mi pistola de ki en su interior. Si él hace aunque sea un gesto sospechoso en la dirección de Vegeta o hace un movimiento para matar al resto de nosotros —lo cual sin duda hará si llega a la conclusión de que Vegeta es una causa perdida— voy a dispararle.

Yo... no lo mataré. Esta nueva pistola de ki es un diseño mejorado de la que le di a Zabón. No tiene ningún ajuste letal, pero derriba el ki del objetivo hasta la nada y la duración es de varios días. Esto paralizará al viejo bastardo mientras empacamos y volamos de regreso al centro médico. Hace unas semanas, encontré un pequeño portatropas averiado en el muelle de carga programado para ser destruido a chatarra. Lo reparo en mi tiempo libre y Hiru a hecho un poco de contabilidad creativa con la administración de trasportes para hacerles creer que ha sido desechado. Está en mi armario de efectos personales en cirugía... encapsulado. Puede trasportar a todos en esta casa y a cualquiera del centro médico que quiera venir con nosotros. Nail puede ajustar la mente del control de tráfico espacial para dejarnos despegar y limpiar el sistema. Bardock... creo que su juramento a Vegeta para protegerme lo obligará a venir con nosotros. No sé acerca de su escuadrón, pero seguro que no nos delataran. Hiru y Nachti... ellos vendrán, creo. No les gustará la compañía, pero saltaran ante la oportunidad de ser libres. Scopa querrá quedarse y cumplir con su deber como jefe de cirujanos en tiempo de guerra, pero no tendrá otra opción, ya que Vegeta-ou ordenará su muerte por no haber dejado a Vegeta "completamente recuperado". Zabón... si podemos encontrarlo, creo que va a venir. Si se trata de una elección entre Scopa y su lealtad a Jeiyce, sé muy bien a quien elegirá. Vegeta vendrá. Si se niega, lo atacaré con mi pistola de ki y lo arrastraré a la nave. Si se queda, se sentará y verá a su padre con sus grandes ojos confiados mientras el rey da el golpe mortal para "sacarlo de su miseria". Es tan extraño y surrealista... pero siento el mismo tipo de actitud protectora hacia él que siento por Rom-kun.

Tenía la intención de quedarme y terminar mi escudo punto muerto y... y tratar de poner la guerra en un aplazamiento indefinido con esta invención. Pero si el rey fuerza mi mano, no hay nada que pueda hacer. No voy a matarlo y dejar a Vegetasei a merced de Mousrom. Se despertará después de que el aturdimiento inicial desaparezca para hallarse temporalmente sin capacidad de combate y sin medios de comunicación en la casa de Bardock. Así que el viejo bastardo tendrá que caminar si desea dejar las llanuras. En el momento en que recupere su poder o alguien lo encuentre, ya nos habremos ido a Namekkusei.

Está al otro lado de la galaxia, dice Nail. Un planeta de leyenda para la mayoría de los pueblos en el imperio y nadie sabe donde se ubica. Ellos nunca nos encontrarán así busquen un millón de años.

El rey llegó anoche y una tangible aura de tensión vino con él. Comió la mayor parte del tiempo en silencio, observando de cerca a Vegeta, le hizo preguntas de vez en cuando y escuchó con atención las respuestas. El resto de nosotros no habló durante toda la cena.

Al fin le gané al rey de Vegetasei en el ajedrez. Él me masacraba cada vez que jugábamos en el último mes, pero anoche al fin le gané. Fue un partido tenso en más de un sentido. Nos acechamos alrededor del tablero mientras nos enfrentábamos verbalmente. Creo... no, sé que él ha descubierto que tuve que haber sido yo quien informó a los rebeldes sobre el ataque a Shikaji. Y por un momento o dos, me pregunté si no tenía algunas sospechas parcialmente formadas acerca de mi identidad como el Amo de la Tecnología de Jeiyce.

Parecía como si de repente lo hubiera pateado en la ingle cuando reclamé el jaque mate, luego se rio como el demonio. Y Vegeta... él eligió ese momento para recordar algo. Por primera vez, era un recuerdo que no lo dejó gimiendo de dolor. De alguna manera, no había ninguna mina mental unida a este. Fue... un recuerdo de su padre y él mismo, de cuando era muy joven. Probablemente antes de que Nappa "lo endureciera". Por un segundo, solo por una o dos frases, habló como si él recordara todo, dijo que su padre me molestaría para jugar cada vez que nos visitara ahora porque solo existían dos o tres personas en el imperio que podían igualarlo en el juego de estrategia. La voz de Vegeta sonó... diferente otra vez. No como es ahora y no como era antes tampoco. Sin un rugido constante detrás de cada palabra... sino como la de un hombre de profunda y confiada voz suave.

El rey examinó sus ojos estrechamente, tratando de conseguir que recuerde más y luego suspiró de cansancio. Se levantó y salió de la casa sin decir una palabra, dejando a Vegeta detrás viéndolo con una mirada que decía que se estaba preguntando qué había hecho mal. Scopa, Bardock y yo lo seguimos en silencio, y cerré la puerta detrás de nosotros.

Vegeta-ou caminaba de un lado al otro en la terraza de madera negra que mira a las montañas, con el rostro delineado en tensión y rabia internalizada, aunque no por nosotros tres. Él casi ardía de odio reprimido contra el hombre que le había arrebatado al hijo que conocía y lo reemplazó con este extraño.

—Su tiempo se ha terminado, madrani —dijo el rey y su mirada se fijó en los picos negros de Tussasht a la distancia—. Todos ustedes salvaron sus vidas. No puedo perder dos cirujanos de trauma ni a un fuerte soldado en esta coyuntura de la guerra.

—¡Está volviendo, Ousama! —le aseguró Scopa a su padre—. Un poco a la vez. Volverá a ser él mismo por completo si tiene suficiente tiempo, pero va a necesitar más de un mes.

El rey escupió un gruñido sordo de furia impotente y cerró la mano en un puño.

—Envié un hijo fuerte y feroz a la guerra, el más fuerte que nuestra raza ha visto en mil años. Ese muchacho apacible de allí no me sucederá en el trono. ¡Y no lo veré vivir para ser menospreciado y ridiculizado por su propio pueblo!

—Él está haciendo progresos, Ousama —afirmé calmada. Y mi mano estaba en el gatillo de la pistola de ki, con el cañón dirigido a través de la tela de mi bolsillo directamente a su frío y asesino corazón.

—Es como dije desde el principio, Majestad —añadió Scopa—. Cuando llegue, lo más probable es que llegue todo a la vez.

El rey se quedó allí sereno al borde de una decisión, con la cola amarrada, su rostro era una máscara inexpresiva de agonía. Y... vi en la tenue luz de la terraza las profundas nuevas líneas que estaban grabadas en su rostro, los insomnes círculos alrededor de sus ojos, el color gris que no había estado cuando lo conocí después de Shikaji. La sola idea de matar a su hijo lo estaba comiendo vivo por dentro. Di un paso hacia adelante y hablé gentil y suavemente.

—No renuncie a él, Majestad.

Sus ojos se estrecharon de ira... luego de confusión.

—¿Por qué te importa en lo más mínimo, muchacha? —Cuando no respondí, al no tener una respuesta que darle, él negó con la cabeza y pareció gruñir un suspiro casi inaudible—. ¿Cuál es tu mejor estimación, madrani?

—Menos de seis meses, Ousama —contestó Scopa. Sabía a ciencia cierta que acababa de sacar ese número del aire. Él me había dicho con una tranquila voz preocupada tan solo dos días antes, de que se estaba volviendo cada vez menos optimista sobre las posibilidades de que Vegeta alguna vez recordara su vida antes de Avani Trice. Le dije a Scopa que eso estaba bien conmigo y que no había de que preocuparse si el rey quería matar a Vegeta. No le di detalles, pero le aseguré en términos muy claros que eso no pasaría esta noche, que si lo intentaba, lo detendría. Scopa no hizo ninguna pregunta, pero asintió lentamente. Creyó cada palabra que dije.

—Seis meses, entonces —gruñó Vegeta-ou—. El mismo tiempo que lo mantuvieron cautivo. —Luego despegó de la terraza sin una palabra de despedida.

Cerré la puerta del salón de fuego para evitar que Vegeta oyera nuestra conversación, pero... escuchó de todos modos o la mayor parte de esta. Creo que él vio el hecho de que su padre estuvo seriamente dispuesto a matarlo. Fui a la cocina y comencé a lavar los platos, sintiéndome temblorosa, aliviada... y decepcionada de una manera culpable. Se había sentido bien dispararle al rey. Me habría llevado la mirada de sorpresa en su rostro conmigo para mantenerme sonriendo por el resto de mi vida.

Y todo esto... todo el caos y el horror de esta guerra habrían quedado detrás de nosotros. Habríamos estado en camino a un lugar en el que podríamos haber vivido nuestras vidas en paz y...

Tal vez lo hagamos si, o mejor dicho, cuando Vegeta aún no recuerde nada en cinco meses. Creo que, de esta manera, puedo darle a Bardock el escudo punto muerto para que se lo presente a Vegeta-ou como su propia invención. De esa forma tendré tiempo para terminarlo y así se detendrá esta guerra, y todavía escaparé con todos antes de que el final de los seis meses se haya acabado.

Terminé de lavar y volví a entrar en el salón del pozo de fuego para encontrar a Vegeta leyendo con Rom-kun en su regazo. Alzó la mirada mientras me acercaba para retirar al bebé de sus brazos. Su rostro estaba... parecía a punto de llorar.

—Él se avergüenza de mí —dijo en voz baja—. Porque fui tan débil, porque los dejé romperme.

Negué con la cabeza y hablé amables mentiras.

—Él solo tiene miedo de que nunca recuerdes quien eres.

—Creo que soñé contigo mientras me torturaban —susurró—. Soñé despierto. Tu rostro era como una luz en un infierno de oscuridad. —Estaba luchando por mantener la voz estable y perdió. Sus hombros empezaron a temblar—. Yo… yo quiero decirle a Ottoussama que podría haberme mantenido firme. Podría haberme... no importa lo que me hicieron, si tan solo me hubieran dejado do… dormir... —Y se puso a llorar. No era el llanto lastimero que había llorado cuando por primera vez se despertó o esa vez que lastimé sus sentimientos en mi taller. Era el profundo llanto desgarrador de un hombre que fue herido tan gravemente en su mente y en su espíritu que estaba cerca de desmoronase y morir.

Esto era lo que yo había querido. Verlo humillado, verlo completamente devastado y despojado de su orgullo. Verlo herido tanto como él me había lastimado, pero... no era el mismo hombre. Somos lo que somos porque nuestras experiencias y enseñanzas forman como pensamos y nos comportamos, pero todo lo que él conoce en la vida es a mí, a Bardock, a Scopa y a Rom-kun. No hay pecados en su cabeza como él es ahora.

Puse mis brazos alrededor suyo y lo abrasé mientras lloraba.

—No hay de que avergonzarse —susurré contra su mejilla—. Todo el mundo tiene un punto de ruptura donde la fuerza y la voluntad se terminan. Todos somos de carne y hueso... no Dioses.

Él se echó hacia atrás para buscar mi rostro.

—¿Soy tan tonto ahora? ¿Es por eso que no me quieres? ¿Porque no soy... cómo era, no completamente?

Por supuesto que no entendería el porqué... pero algo dentro suyo había visto la forma en que todavía era tímida sobre cualquier contacto físico casual con él desde esa noche que pasé en su cama. Aún no puedo pensar en el recuerdo de la forma en que lo deseaba y no temblar.

—Yo te quiero, Vegeta —dije y lo besé, pero él me empujó hacia atrás con gentileza. Sus ojos estaban oscuros y húmedos, aunque despejados y... vi algo en ellos, un destello de la lucidez casi antinatural de su padre.

—No..., tu… tu cuerpo me desea, pero... tú no. O quisieras no hacerlo. No lo entiendo.

Entonces, él me sostuvo cuando empecé a temblar mientras mis ojos comenzaban a llenarse. Él lo había visto, esa abrumadora... sensación que sentí la noche que dormí a su lado, cuando mi piel desnuda se reunió con la suya. Lo había visto y le puso un nombre, y me dio una explicación que no fui capaz de encontrar dentro de mí. Era el conflicto de las emociones opuestas, agitándose en mi mente y mi corazón como el agua y el magnesio puro. Una parte de mí percibió en ese primer contacto que la reacción de una mezcla tanto de odio y... y de cualquier tipo de emoción que no sea platónica me despedazaría en el interior. Yo solo purgué la superficie de mi rabia por el hombre que había sido cuando me puse de pie y grité mi garganta en esa cima de la montaña en el norte. Lo que quedaba debajo... oh, Dioses, el implacable, sombrío y despiadado odio que se hallaba en las oscuras profundidades sumergidas de mi corazón se volvería hacia mí y me comería viva como un cáncer, si empezaba a cuidarlo de esta manera. Vegeta sabía, podía sentir que la culpa recaía en él. Estaba en lo correcto, pero por las razones equivocadas.

—No eres un tonto y estás completo. Eres simplemente... eres como serías si te hubieran dejado seguir tu propia naturaleza. Eres el hombre bueno que podrías haber sido, si no te hubieran criado para ser un… ¡Oh, Kamisama! ¡Ojalá te hubiera conocido primero! Creo que podría haberte amado más que a mi propia vida si hubieras sido como eres ahora. —Me derrumbé por completo entonces, al darme cuenta de que... de que ya era demasiado tarde. Demasiado tarde para él, demasiado tarde para mí, demasiado tarde para cualquier cosa que jamás sea bien hecha entre nosotros. Y... oh, Kamisama, demasiado tarde para detener el sentimiento que había germinado en mi interior. Yo ya me preocupaba por este hombre sin pasado, sin pecados y sin crueldad en ninguna parte de su alma. Y yo estaba... esto iba a volverme loca antes de que esta larga y retorcida tragedia lo hiciera.

—¿Yo fui cruel contigo? —Parecía aterrado de oír la respuesta.

—Tú... —Tenía que pensar en como expresar una respuesta verdadera—. Tú fuiste tan bueno como pudiste ser.

Él sabía que yo había recortado detalles desagradables en esa respuesta, aunque no tenía ni idea de cuánto. Frunció el ceño y comenzó a hablar, luego se estremeció, lloró en voz baja y se dobló en dos, sus manos volaron sobre sus ojos como si estuviera tratando de bloquear las imágenes.

—¿Dónde está Articha? —preguntó con voz trémula mientras apretaba los ojos fuertemente. De repente supe lo que estaba viendo y la sangre abandonó mi rostro—. Ella está muerta —respondió su propia pregunta con tristeza—. Hubiera sido casi imposible sobrevivir a lo que le hicieron.

—Es posible. —Yo me había enfriado por completo en cuerpo, mente y corazón, y él se retiró lejos de la mirada en mi rostro. Debió haber sido terrible. Poco a poco, después de un momento o dos, ese lugar negro y arremolinado en mi mente se calmó y se durmió de nuevo, pero, oh Dioses, todavía estaba allí. Levanté una mano y acaricié su rostro, el sentimiento de eso cambió dentro de mí a algo que se parecía a una negra criatura contenida—. Turna la llevó a una de sus casas de campo para recuperarse. Ella no va a morir, dice que no les dará la satisfacción de haberla destruido. Es una mujer muy fuerte.

Él asintió de un modo solemne.

—A veces sueño que peleo y asesino, que lo disfruto. Incluso ahora cuando pienso en esos recuerdos, la emoción de la batalla parece cantar dentro de mí. Creo que la violencia y el amor a las batallas deben estar en la estirpe de mi sangre y mis huesos. Yo lo entiendo, pero no entiendo como un hombre puede usar a una mujer así.

Eso fue todo, no pude aguantar más. Empecé a sentir como dos frentes de tormentas titánicas se enfrentaban en mi cabeza, girando en un tornado que amenazaba con barrerme. Luego... me puse a llorar. Era el único acto de curación que lavaría el dolor, la rabia y el odio, o al menos lo aliviaría. Él me llevó a su cama y puso a mi bebé dormido entre nosotros para que me sostenga toda la noche.

Me desperté esta mañana al amanecer y fui a la ventana mientras él y Rom-kun todavía dormían. De alguna manera el cuerpo de Vegeta aún se está recuperando, tiende a dormir alrededor de nueve horas seguidas cada noche. Eso es aproximadamente dos veces más de las necesidades normales de un saiyayín.

No hay un alma tan negra a la que no se le pueda mostrar el camino hacia la luzla voz de Kamisama me susurró en la brisa ligera del verano.

Esto es lo que quería decir. He tenido todo tipo de teorías, pero esta es la verdad. No presté atención a su advertencia contra el odio, tomé venganza y puse la galaxia a arder con buenas intenciones. No voy a dudar de sus palabras otra vez.

Tomé una respiración profunda... y me adentré en mi propia alma, construí una prisión, un negro e infranqueable depósito para el oscuro odio monstruoso que fue concebido el día que Chikyuu murió, que durmió todo el tiempo de vida de Karot-chan y renació el día en que murió. Que creció, alimentado por el príncipe de Vegetasei, a una obsidiana cosa venenosa que se sienta apenas contenido en un lugar oscuro de mi alma como un malvado dragón. Construí, bloque por bloque, una celda impenetrable dentro de mi propia mente, metí a la criatura de la noche en el interior y cerré la puerta detrás de mí. No sé si estaba despierta o dormida cuando lo hice, o si alguna vez dejé físicamente la cama.

Pero cuando desperté... me sentí nueva y limpia. Y bien. La pequeña prisión que había soñado que construí estaba allí. Podía sentirla como una piedra fría asentada en mi corazón y en mi mente, pero estaba enterrada en un pozo profundo con toda mi culpa y mis dudas, mi rabia y malos sentimientos. Estaba separada de cualquier otra parte de mí y yo estaba libre de su veneno. Tengo que liberarme de esto o me va a matar un pedazo a la vez. Tengo que estar libre de esto para seguir adelante con el plan que he preparado en el fondo de mi cabeza desde que Vegeta se despertó. Tengo que estar libre de esto para vivir y no volverme loca.

Aquí está mi plan.

Y si…

¿Y si este nuevo hombre se sienta en el trono de Vegetasei y gobierna como un buen rey?

¿Y si fuera posible cambiar a Vegetasei desde el interior?

No estaba segura de que fuera posible hasta hoy. Tenía que saberlo, así que le sugerí a Bardock que entrenara con Vegeta. Scopa aceptó inmediatamente, dijo que él estaba llegando a un punto donde el esfuerzo físico era necesario para llevar la salud de Vegeta hacia el mejoramiento. Todavía no estaba un cien por ciento recuperado, a pesar de que ha ganado de nuevo la mayor parte del peso que perdió. El exceso de sueño está molestando un poco a Scopa, dice que puede ser psicosomático en lugar de una necesidad física real. Tenía que probar la idea que se me ocurrió de la nada la noche anterior justo antes de que me quedara dormida.

Ellos salieron hacia las colinas y páramos al norte de la casa y combatieron. Los seguí para verlos, con Rom-kun dando pasos inseguros a mi lado tomado de mi mano. Él quiere caminar por todas partes ahora y después de haber aprendido a caminar, quiere correr.

Bardock y Vegeta se enfrentaron por exactamente diez segundos. Vegeta sonrió entusiamado, su cuerpo cayó en una pose marcial lista por su propia voluntad, se lanzó hacia Bardock y lo derrumbó de un golpe.

—¡PUM! —cantó Rom-kun y comenzó a reír y a saltar de arriba hacia abajo—. ¡Edeeta pum a papá!

—Mocoso desleal —murmuró Bardock, luego se sentó y se limpió la sangre de la boca.

Vegeta estaba parado algunos metros lejos, inmóvil y con el rostro pálido. Lentamente se acercó a donde Bardock se sentó, se puso de cuclillas junto a él y se mordió el labio.

—Yo… yo lo siento, Bardock-san.

—Fui un tonto al no considerar lo fuerte que debe ser ahora —dijo Bardock con una sonrisa irónica.

—Te he hecho daño... —Vegeta tragó saliva.

—Partiste mi labio, muchacho —Bardock bufó y frunció el ceño al ver la expresión en el rostro de Vegeta—. No se disculpe por superar a otro hombre en batalla. ¡Y no se contenga por mí! —Se levantó y se inclinó en una postura lista más grave—. ¡Una vez más, Oujisama!

Bardock atacó una y otra vez, y Vegeta parecía seguir el ritmo por la feroz alegría de la lucha en sí misma; sonreía cada vez que se enfrentaban, ya que arrojaba a Bardock a través de toda la longitud de la pradera, esto durante toda la tarde. Rom-kun estaba histérico de alegría y emoción, y gritaba:

—¡Yo también!, ¡yo también, mamá! —Ja... sin duda es Son-Gokú renacido.

—Le mentí. —Vegeta me confesó mientras yacíamos juntos antes de dormir la noche anterior. Él todavía no hace ningún movimiento para… para estar conmigo, aunque puedo sentir lo mucho que me desea.

Yacemos juntos uno al lado del otro casi todas las noches y nunca vamos más allá de un beso de buenas noches.

Sin embargo, él conversa, conversamos a veces durante una hora o más, sobre casi todo lo imaginable. Él quiere oírme hablar para aprender de mí, quiere oír de Chikyuu y mis padres y… y de todo. No le he dicho que fue Bardock quien destruyó Chikyuu. No estoy segura de como reaccionará si se entera.

—¿Cómo qué mentiste? —le pregunté.

—Me contuve —respondió—. Lo habría herido gravemente si no hubiera detenido la fuerza de mis golpes.

—Bardock es un hombre inteligente —murmuré—. Se dio cuenta.

Bardock se había dado cuenta y llegó a la misma conclusión, su mente comenzó a dar vueltas sobre el mismo plan que yo tenía.

—Nadie puede matar a ese muchacho —declaró Bardock rotundamente después de que ellos acabaron. Se sentó en la mesa del comedor mientras yo colocaba la cena, lucia exhausto y satisfecho—. Su padre no lo sacrificará si no recuerda nada al final de los seis meses. Él era el guerrero más fuerte con vida antes de que se lo llevaran y ahora... ¡Dios! Debe ser más fuerte de lo que imagino que cualquier mortal podría llegar a ser. —Me miró, sus ojos parecían de repente agudos—. Me hiciste ponerlo a prueba para ti.

—Te hice confirmar lo que ya sabía —dije—. El factor de curación saiyayín ha elevado su nivel de poder hasta algún tipo de proporciones míticas. Está a salvo de su padre y nosotros también. Nadie va a matarlo, un millar de guerreros no lo podrán matar.

—No le gustó herirme —comentó Bardock incómodo—. Eso no es bueno ni saludable.

Mi rostro se endureció.

—¡No hay nada de malo en no encontrar ningún placer en hacerle daño a alguien sin ninguna maldita razón, Bardock! Lo importante es que no dejará que lo lastimen.

Si un buen rey se sienta en el trono de Vegetasei, podría ser derribado por su propio pueblo. Pero... si ese buen rey es, literalmente, el hombre más fuerte vivo, eso sería un asunto diferente. Los saiyayíns adoran fuerza. Lo seguirán. Y tal vez él pueda salvarlos a pesar de ellos mismos.

La guerra va muy, muy mal. Vegeta ha comenzado a escuchar en el canal de noticias de hiperluz con Bardock todas las tardes, el interminable torrente de informes de las batallas y las descripciones de las escaramuzas ganadas aquí y allá... y las pérdidas masivas. Jeiyce está apaleando de manera constante al rey en una esquina y comenzó a golpear con purgas a planetas saiyayíns en el corazón del imperio. Se acerca más y más a Vegetasei todos los días.

Scopa desapareció durante un día después de recibir una llamada en el comunicador encriptado que construí para él. Ha hecho eso varias veces en las últimas semanas y solo niega con la cabeza cuando le pregunto donde ha estado. Él no me habla nada acerca de lo que está pasando en el centro médico, aunque dice que la mayoría de las personas no se han visto afectadas por los cambios más recientes. Mousrom ha rotado fuera del planeta o detenido a todos los esclavos en Vegetasei. Se trata de una "medida de emergencia" para mantener el terrorismo a un mínimo, dicen las fuentes de noticias. Los guerreros de tercera clase están haciendo de todo, desde gestionar las agrogranjas a cocinar en sus propios cuarteles, hasta servir como criados en las casas de las élites.

La única excepción a esta extinción en masa de toda la población esclava es el centro médico. Nos necesitan para curar a los heridos. Le pregunté si todo el mundo en el centro médico estaba bien. Él dijo que sí, no le creo.

Scopa es un pésimo mentiroso.

Bardock y yo conversamos de nuevo sobre Rom-kun. Él está decidido a «endurecer al mocoso». Me puse furiosa cuando usó esa frase, recordé al rey usando las mismas palabras para describir lo que Nappa hizo con Vegeta para… para…

—¡Lo estás deformando en contra de la inclinación de su propia naturaleza, niña! —dijo Bardock anoche en la cena—. ¿Cómo voy a hacer un guerrero de él después de que lo mimaste de la forma en que lo estás haciendo? ¡Él apenas puede hablar y ya es lo que los instructores de los cuarteles infantiles considerarían anormal!

—¡Eso es porque lo saqué de su incubadora antes de que lo enviaran a la unidad infantil de condicionado y luego al cuartel para niños! —Me enervé y apuñalé al jabalí asado con mi cuchillo—. ¡Así es como un niño saiyayín sería de forma natural cuando no ha tenido la cabeza bombardeada con cintas subliminales de agresión por el primer maldito año de su vida!

—Bulma... —explicó Bardock finalmente—. Si a los cuatro años de edad sus instructores deciden que es deficiente mental o que carece de la voluntad normal para luchar, lo sacrificarán.

Casi volé a través de la mesa hacia él, cuchillo en mano.

—Entonces entrénalo tú mismo —contesté con frialdad—. Es tu derecho como su padre. Cualquier padre saiyayín puede asumir el entrenamiento de su descendencia él mismo si quiere, ¿verdad? Es solo que la mayoría de los guerreros no quieren ser molestados.

Vegeta y Scopa se mantuvieron sabiamente en silencio durante estas argumentaciones, pero llegamos a algún tipo de tregua anoche. Bardock va a comenzar a entrenarlo y yo voy a... voy a tratar de ser menos sobreprotectora y cariñosa. No puedo evitarlo.

—Es que si algo le sucediera, yo… yo… —Dejé de tratar de sacar las palabras mientras estaba sentada junto al pozo de fuego tarde en la noche. Rom-kun se encontraba en el regazo de Vegeta y yo estaba algo así como medio recostada en él. Su mano libre se enroscaba en mi cabello con lenta y relajante suavidad.

—Bardock daría su vida por el niño —dijo Vegeta con su profunda voz suave. Me gustaría poder llamarlo por un nombre diferente—. Él lo ama mucho, pero es tímido para mostrarlo. No sé por qué.

—Es una cosa saiyayín —le expliqué medio dormida.

—Hmm —murmuró—. Es por eso que mi padre no quiere tocarme. ¿Sería desleal decir que algunas costumbres saiyayíns son tontas? —Sonreí—. Bulma...

—¿Eh? —Casi me había quedado dormida cuando habló.

—¿Cómo es que no odias a mi pueblo por haber purgado tu planeta? —Se echó hacia atrás un poco y miró mi rostro. Pensé en la pregunta por un largo tiempo.

—Los habría odiado a todos si no hubiera visto algo casi de inmediato —le respondí—. Una verdad que la mayor parte de sus enemigos no quieren pensar. Que no son monstruos, son solo hombres muy, muy fuertes y tan arraigados en su cultura guerrera violenta que no pueden ver más allá del final de sus propias narices la mayor parte del tiempo, pero... los hombres que vinieron y destruyeron mi planeta... eran amigos. Se querían como hermanos, a pesar de que nunca lo admitirían ni en un millón de años. Amaban a sus compañeras y a sus hijos una vez que llegaban a conocerlos. Eran... solo personas, criadas en una sociedad violenta y asesina, y entrenados desde la cuna para matar a cualquier cosa que no sea saiyayín sin inmutarse. Pero debajo de eso, todos eran como Rom-kun o como tú.

—No soy un niño —declaró en voz baja. Había un calor construyéndose en sus ojos, un eco del calor que parecía estar reuniéndose dentro de mí. La ausencia del odio que encerré no cubrió ese fuego, pero le había dado un sabor y color diferente. Era brillante y cálido dentro de mí como el sol, no como una pasión enloquecida y retorcida nacida del odio. Era más fuerte y limpio y… y…

—No, no eres un niño —le aseguré, me incliné hacia él y mi boca degustó la suya. Pero la criatura de la noche, el dragón negro del odio, se removió en su profunda prisión dentro de mí y me estremecí contra él. Vegeta lo sintió... y me empujó hacia atrás suavemente.

—Te quiero —dijo—. De todo lo que he olvidado, no me he olvidado de eso. Pero... esperaré por el día en que me quieras y que ese deseo no te traiga dolor.

Dormí en mi cuarto sola, recostada despierta durante horas. Pensando y sintiendo demasiadas cosas para contarlas en un año.

Está hecho, el escudo punto muerto está hecho. Todos los planes, todas las correcciones de las fallas de diseño, las especificaciones técnicas de expansión y del generador, las necesidades de energía. Todo.

Bardock vino a mí hoy mientras estaba sentada al sol en las verdes laderas al norte de la casa y observó a Vegeta y a Scopa jugar el juego de lanzar al bebé. Rom-kun chillaba de risa cuando lo pasaban de un lado al otro, los perros ladraban cada vez que él reía.

Bardock miró mi rostro por un minuto y luego habló en voz baja.

—Tú y él comparten la cama estos días con frecuencia, ¿todavía no han estado juntos cómo marido y mujer?

Alcé la mirada y sacudí la cabeza lentamente.

—Él puede percibir que hay algo que está mal, pero no le he dicho lo que es. No se lo diré. Él... él no me va a tocar hasta que sepa que lo quiero también.

—Hija —habló en un tono más suave y sus ojos se ensombrecieron con una oscura preocupación—. No vayas por ese camino, será tu perdición.

—Ya estoy allí —dije temblando.

—Si él recuerda y vuelve a ser el hombre que era, tú…

—¡No lo hará! —espeté, sintiendo que mi pecho comenzaba a apretar.

Bardock suspiró.

—Llevaré a volar al mocoso mañana. Tiene que acostumbrarse a las alturas y a la sensación del aire.

Asentí mudamente en acuerdo, pero sabía que dejar a Rom-kun fuera de mi vista por un día entero sería más fácil de decir que de hacer. Vegeta y Rom-kun cayeron de inmediato en el sueño de la manera que siempre lo hacen... con el sueño de los inocentes.

Estoy despierta.

Han sucedido demasiadas cosas. Por qué... Kamisama, por qué no puede nada en mi vida venir despacio o un poco a la vez. Estoy cansada... cansada hasta los huesos de los cambios constantes, radicales, discordantes y completos en mi vida que tienen lugar en el espacio de una hora o dos.

Estoy tan cansada de esto.

Bardock se llevó a Rom-kun lejos de mí en la madrugada. Sonreí y agité un adiós, y él me dijo: «¡Adiós, mami! ¡Adiós!». Luego gritó de alegría cuando su padre se lanzó al cielo. Me quedé allí llorando como una idiota por alrededor de una hora y media.

Entré en el consuelo de mi taller y golpeé a los servo-robots que traje del centro médico. Ellos habían comenzado a desarrollar problemas técnicos un mes después de que entraron en funcionamiento, creo que debido a que las líneas del código que les programé eran incompatibles con el tipo de marco de las computadoras del centro médico. Ellos funcionaron muy bien, pero tenían que utilizar su propia pequeña red. Los encapsulé y los guardé después de un tiempo. Los saiyayíns heridos estaban absolutamente aterrados de ser atendidos por autómatas y los destrozaban siempre que ellos se les acercaban. ¿Cómo puede una raza con tecnología espacial ser tan tecnófoba?

Los desmonté, reparé los que habían sido golpeados por los pacientes saiyayíns nerviosos y encapsulé a todos menos a uno. Éste, por alguna razón desconocida que nunca pude desentrañar, todo el tiempo se bloqueaba y caía estrepitosamente. Papá siempre decía que existe un místico duendecillo de la ingeniería que deja a algunas máquinas hechas chatarra sin motivo alguno. Fui a trabajar en él con ahincó, pero creo que estaba tan distraída pensando en Rom-kun, que lo dañé mas que reparé. Yo murmuraba en voz baja sobre no ser una madre sobreprotectora cuando Vegeta entró en el taller y me observó en silencio durante un tiempo. Empecé a contarle porque estaba molesta, mi voz se volvió más y más llorosa mientras hablaba y él escuchó solemnemente sin hacer comentarios.

—No deberías quedarte aquí —dijo pensativo.

—¿Sí? —sollocé—. ¿Por qué no?

—Destruirás tus... cosas —señaló al servo. Vi con sorpresa que estuve destripándolo mientras le hablaba—. Ven conmigo afuera.

Era un perfecto día soleado, tibio pero no caliente, y el viento agitaba ligeramente los páramos, sacudiendo todo de un lado al otro con suavidad. Las pálidas praderas verdes estaban llenas de flores rojas. Ellas solo florecen en los años de la luna, Bardock me había dicho. La luna, mi primera luna en Vegetasei, llegaría este otoño, en tan solo unos pocos meses.

Caminamos sin rumbo por los páramos, hablando de esto y aquello, sobre todo de sus percepciones sobre el tomo de la historia tsiruyín que había terminado la noche anterior. Parecía querer hacer más y más preguntas acerca de la estructura de la monarquía parlamentaria de Chikyuu y como realmente había funcionado. Para el momento en que nos detuvimos a descansar por la tarde, mi mente estaba a kilómetros de distancia de mi preocupación por Rom-kun. Nos recostamos sobre una pequeña colina y dormitamos uno al lado del otro. Me sentía bien, en paz, tan cómoda en su compañía que parecía irreal. Creo que no puedo disfrutar de la compañía de un amigo más que de Scopa. Él incluso había hecho el comentario en broma de que estaba empezando a sentirse depuesto como mi mejor amigo, pero detrás de su sonrisa existía la misma preocupación aprensiva que veía en los ojos de Bardock cuando me observaba al lado Vegeta en las últimas semanas.

—El cielo es del mismo color de tus ojos —declaró tendido de espaldas a mi lado con los brazos cruzados detrás de la cabeza.

—Los cielos de Chikyuu eran de este color —murmuré somnolienta—. ¿Es mi imaginación o el color del cielo se ha profundizado en su azul el último par de semanas?

—Bardock me contó que es por la proximidad de la luna —respondió—. Dice que para el otoño el cielo será del color de la sangre. Me gusta el color de tus ojos más. —Él frunció el ceño por la curiosidad—. ¿Cómo...

—¿Cómo, qué?

—No es nada.

—No se inicia una pregunta que no se va a finalizar, Vegeta —le dije un poco malhumorada. Él giró sobre su lado para mirarme, se apoyó en un codo y sonrió débilmente.

—¿Cómo reprodujiste a los perros si tu planeta se ha ido? —Su rostro se descompuso cuando el mío se tensó por los recuerdos de las personas y las cosas que perdí para siempre.

Le hablé sobre las bolsas de embalaje, sobre mis perros en Chikyuu y mis flores, de todo lo que traje de nuevo a la vida a partir de los pequeños fragmentos de las cosas que tuve conmigo cuando llegué a Vegetasei. Empecé a hablar sobre papá y mis ojos comenzaron a arder, aunque mi voz seguía siendo suave y constante.

—¿Lo amabas mucho? —preguntó.

—Sí... —Sonreí con tristeza—, yo lo amaba mucho...

—Bardock me dijo —continuó, se oía una especie de distante tristeza en su propia voz—, que nunca debería decirle algo así a mi padre. —Sonaba casi envidioso de mí, de cómo hablaba de papá. Yo sabía que se había dado cuenta hace ya bastante tiempo de que su padre no era un buen hombre, aunque él no me comentaba nada de ello.

—¿Lo amas? —Terminé. El rey venía a ver a su hijo cada vez menos. La última vez había sido hace tres semanas. Yo sabía que era debido a que la guerra iba muy mal para Vegetasei ahora, pero me preguntaba si Vegeta pensaba que era porque su padre estaba demasiado avergonzado de él—. No se lo digas —le indiqué. Me estremecí pensando en comó el rey reaccionaría a tal declaración—. Va en contra de la costumbre saiyayín decirlo en voz alta o incluso admitirlo abiertamente y solo lo molestarás si lo haces.

Pareció inhalar despacio y habló las siguientes palabras en un apuro.

—Tú no eres saiyayín, ¿te molestaría si te lo digo?

Me quedé mirándolo con la boca abierta y esta se seco. Sabía que algo así pasaría, pero todavía no estaba preparada y temblé... y ni siquiera puedo describir como me sentí. Hubo una acometida de calor desde mi pecho, una oleada salvaje de un sentimiento dulce, como cuando Rom-kun dijo que me quería por primera vez. Y hubo otro revolviéndose en su prisión de medianoche en el sótano de mi alma, moviéndose con rabia en sus espirales de reptil, la fuerza de su insano odio irradiaba incluso a través de las paredes de su celda como un fuego frío. Y por encima de todo esto estaba el rostro de Bardock, con el ceño fruncido de preocupación, preguntándome que haría si él recordaba y se convertía en el monstruo que había sido. Abrí la boca para contestarle sin tener idea de lo que iba a decir hasta que le respondí.

—Yo… yo podría amar al hombre que eres en este momento. Kamisama... creo que ya lo hago. ¡Pero… pero no te quedarás de esta manera! ¡Volverás a… a ser de la forma en eras antes!

—No creo que sea posible —aseguró acariciando mi rostro y alisó las lágrimas que habían comenzado a escaparse de mis ojos—. Creo que no hay un camino de regreso a mi memoria antes de Avani Trice excepto a través de Avani Trice, a través de Je… Jey… —Él se detuvo al tratar de decir el nombre de Jeiyce, manteniendo sus ojos fijos en los míos— ... Cuando lo recuerde, como Scopa dice que haré, si lo recuerdo, cuando se ha pasado por ese infierno... Bulma, un hombre no puede emerger de tal cosa sin cambios. —Sus brazos poco a poco se envolvieron a mi alrededor y tiraron suavemente de mi cuerpo contra el suyo—. Creo que debí haber sido un amante orgulloso y egoísta contigo. Te debo haber herido enormemente, lo siento por eso. Debo haber sido el más ruin tipo de idiota que da a su amante por sentada. —Él me besó.

Y me besó una y otra vez. Nos recostamos uno en brazos del otro, nuestros cuerpos se fusionaron con la ropa puesta como dos niños besándose y acariciándose durante casi una hora. El calor comenzó a encenderse y a crecer dentro de mí como un pozo de fuego en combustión lenta después de un largo día de congelación. Él no me presionó ni me forzó ni me pidió nada... solo daba. Cada uno de sus toques era ligero y suave, sus labios eran como cálida seda sobre los míos. Y cuando retrocedí y me quedé mirando su rostro, no había ningún parecido con mi enemigo, ninguno en absoluto, y sus ojos estaban llenos de lágrimas por la simple alegría de tenerme en sus brazos.

El fuego lento erupcionó como una suave explosión que resonó atravesándome y casi sollocé su nombre, quería cantar dentro de mí como los cálidos vientos en los páramos. Empecé a tirar de su ropa y él me ayudó a jalar de mi vestido por encima de mi cabeza, y luego solo hubo piel sobre piel cálida, buena y limpia de todo mal, perversión, odio o de coacción. Él era amable y torpe, como si fuera su primera vez. Pero en realidad, era su primera vez, pensé con una sonrisa mientras lo empujaba sobre su espalda y me desplazaba por encima de él, al tiempo que mis manos y mi boca tocaban y degustaban por todas partes.

—¿Quieres esto? —susurró mientras me trasladaba por encima suyo, nuestros cuerpos ardían el uno contra el otro, su dureza contra mi suavidad, listo para fundirse en un ajuste perfecto. Me quedé inmóvil conteniendo un sollozo.

Nadie me había hecho alguna vez esa pregunta. Nadie. Ni Raditz, quien tomó mi virginidad tan suave y hábilmente que no me di cuenta de que no había opción de decir que no. Ni el príncipe perverso, que tomo todo de una forma tan brutal y silenció mis labios contra la palabra no. Ni siquiera el dulce Yamcha, tantos años muerto ahora, que siempre trató de escabullirse y pasar más allá de la tercera base, pero ni una sola vez preguntó.

—Sí... —sollocé sacudiéndome contra él—. Sí. —Mis piernas estaban a su alrededor, mi boca contra la suya… y ambos gritamos en voz baja cuando me deslicé hacia abajo sobre él y lo llevé dentro de mí, el primer amante en mi vida que fue mi elección tomar. Yo lloraba mientras me movía sobre él, meciéndome lentamente y él se sentó con los brazos envueltos a mi alrededor, besó mi rostro, y se movió conmigo, sus palabras eran suaves contra mis labios.

—No llores —susurró—. Quiero que seas feliz... Quiero hacerte feliz... —Él se quedó sin aliento como un hombre que se ahoga cuando aceleré el ritmo.

—Lo soy —suspiré. Podía sentir la llegada del final y sabía que sería como nada que hubiera conocido. Tiré mi cabeza hacia atrás, traté de decir su nombre, traté de decirle que era hermoso y bueno y… y el final nos golpeó a ambos en el mismo instante. Colapsamos el uno contra el otro, sacudiéndonos como consecuencia e incapaces de hablar durante mucho tiempo.

—Bulma... —Alzó los ojos para encontrarse con los míos. Sabía qué palabras venían y que eran el nombre y la declaración que no le hacía justicia a muchos de los sentimientos que me estaban llenando hasta rebosar—. Te amo —susurró mientras tomaba mi rostro entre sus manos y me besaba suavemente—. Te amo...

De un pináculo tan alto y precario... solo se puede caer hasta ahora. Hasta ahora…

Él se puso rígido en mis brazos, las palabras todavía colgaban en el aire entre nosotros. Todo su cuerpo sufrió un espasmo de dolor y gritó. Le di la vuelta sobre su lado, mi corazón estaba en mi boca. Él había golpeado con otro cable de activación de su memoria, y oh, Dioses, eran kilómetros y kilómetros hasta la casa, eran kilómetros hasta los tranquilizantes que necesitaría ahora para evitar que gritara hasta desvanecerse, o peor, se asfixiara. Siguió gritando y gritando mientras lo sostenía manteniéndolo presionado sobre su lado para que no se ahogara con su lengua. Lentamente los lamentos se retiraron y se quedó inerte, sollozando como un niño que ha perdido todo lo bueno en su vida. Él parecía no poder detenerse, se estremecía en intervalos de oleadas unas tras otras de desgarradores sollozos. Luego levantó la cabeza, me miró a los ojos y los suyos se ampliaron por el horror y el dolor. Se alejó de mí y cayó sobre su rostro en la hierba, todo su cuerpo se tensó mientras lloraba. Pero esta vez era diferente, no era el dolor lo que parecía estar desgarrándolo, era la pena, el horror y el arrepentimiento. Lo tomé en mis brazos otra vez, lo acaricié y le dí la vuelta sobre su espalda. Extendí la mano y limpié las lágrimas de su rostro.

—¿Qué recuerdas? —le pregunté en voz baja.

—Todo... —respondió en un susurro agitado.

El sol pareció fluctuar y caer encima de nosotros... el mundo entero giró y quedó a oscuras por un instante, y me paralicé, todo el calor dentro de mí se apagó con esa palabra. Él estaba... noÉl estaba muerto, se había ido. Y aquí junto a mí estaba el monstruo, el odiado monstruo brutal que se levantó de entre los muertos para volver a robar el cuerpo de este hombre al que fui capaz de amar.

—¿Tú... —Me temblaba todo el cuerpo, palidecí como una muerta y traté de aferrarme a cualquier patética chispa de esperanza—, sabes quién eres?

—No —contestó en voz baja. Y mi corazón saltó con una especie de lastimera esperanza porque su voz seguía siendo tan suave, seguía siendo la voz del hombre que había sido hacía un momento. ¿Recordaba solamente lo que le hicieron, todas sus torturas?, ¿estaba todo lo que hubo antes de Avani Trice todavía perdido para él?—. Soy Vegeta que fue a la guerra para aniquilar a los enemigos del imperio —dijo con esa voz suave y yo gemí, y comencé a llorar—. Soy Vegeta que yació seis meses en un calabozo maiyoshyín torturado día y noche hasta que... hasta que fui nadie en absoluto. Soy Vegeta que vivió contigo en la casa de Bardock estos tres meses. Soy... soy los tres hombres... y uno. Pero no sé quién es ese hombre.

Me aparté de él y me doblé en un nudo de angustia y de dolor por el hombre que había amado y que estaba muerto. De dolor y horror cuando las púas de las espuelas del oscuro dragón del odio atravesaron las paredes de su celda, se clavaron en mi alma y extrajeron sangre. De pronto... sus brazos estaban allí a mi alrededor, levantándome de esa pose de tormento, aliviando el dolor con solo el toque suave de otro ser vivo. Me aferré a él y lloré como lo hice cuando murió Karot-chan, cuando murió Chikyuu, cuando vi por primera vez a Son-Gokú yacer inmóvil y frío en los brazos de su padre.

Pero... no se puede llorar por siempre...

En algún momento tienes que pararte, limpiar tu rostro y tratar de seguir viviendo. Y tal vez... tal vez encontrar una forma de detener el dolor. Ninguno de los dos dijo nada durante mucho tiempo mientras el sol comenzaba a sumergirse en el oeste; el viento y el cielo continuaron perfectos y hermosos, indiferentes a nosotros y nuestros pequeños problemas.

—Ganaste, Bulma —declaró por fin.

Me di la vuelta en sus brazos, sorprendida y sacudida por lo suave que todavía sonaba el tono de su voz.

—¿Gané?

—El tonto "juego" que comenzamos antes de que fuera a la guerra —indicó con voz hueca, su entonación de cada sílaba hacía eco de todo el dolor dentro de mí—. Cuando juramos esclavizar el corazón del otro. Venciste. No me oirás darle voz a eso de nuevo, pero... me refiero a las… las palabras que pronuncie. Todavía las siento y sé que aunque vivamos hasta que el sol sobre nosotros se enfríe y muera, tú nunca sentirás lo mismo. Yo no comprendía eso antes, ni siquiera el motivo, ahora sí.

—Y juré que usaría tu amor para destruirte —dije cerrando los ojos y traté de pensar. Levanté la vista hacia él de nuevo, encontré esos ojos oscuros llenos de lágrimas… y vi que no quería recordarse a sí mismo. Y, oh, Kamisama, él todavía deseaba no haberlo hecho. Todo en su postura, sus ojos, su rostro, eran del hombre que había amado hace una hora. Era como si... como si el de antes y el hombre que comenzó su vida en la casa de Bardock de alguna manera... se hubieran fusionado.

—Me pregunto... —susurré—, si el hombre al que le hice esa promesa no está ya destruido. Tienes razón, no eres el mismo ahora. —Y si el hombre que había amado de alguna manera todavía estaba vivo dentro de esta nueva tercera encarnación de Vegeta, entonces... entonces...

—El hombre que era hace dos horas tenía tu corazón, ¿verdad? —susurró.

—Sí... —le contesté despacio—, pero ya se ha ido.

—Y ahora... —Él negó con la cabeza, las lágrimas continuaban escapando de sus ojos. Las limpió descuidadamente con un suave rugido de desesperación—. Yo no te puedo importar más de lo que a mí adoptar al príncipe rojo como mi hermano de sangre. No hay camino de regreso de esa pista de lanzamiento donde murieron Raditz y tu hijo y no hay camino de regreso de esa isla en el mar del oeste donde empezamos.

¿Sigue siendo el monstruo con recuerdos de haber sido un buen hombre durante unos meses?, me pregunté. Sentía como si mi corazón se deshiciera en dos mitades, una llena de amor, la otra marchita y llena del veneno del dragón del odio. ¿Es el buen hombre que amé con recuerdos de haber sido un monstruo en una vida anterior?, ¿estaba agarrando un clavo ardiendo como una tonta que se ahoga?, ¿qué podía hacer?, ¿cómo pude conciliar el odio con el amor que sentía por el hombre que había conocido aquí en la casa de Bardock?

¿Podría esta nueva persona que era el sol y la sombra, mi enemigo y mi dulce amor, alguna vez hacerme perdonar y olvidar todo lo que había entre nosotros?

—Tal vez existe —le dije vacilante.

—Dime —habló con una voz profunda, llena de la misma silenciosa desesperada esperanza que la mía.

Tal vez... tal vez había una manera. Un camino para que el hombre redimiera los pecados del monstruo.

—Devuélveme todo lo que me quitaste —le indiqué de forma sostenida–. Si puedes entender que fue lo que tomaste, si puedes superar tu orgullo lo suficiente para devolverlo... entonces... entonces tal vez seré capaz de ver al hombre que amaba esta mañana en el interior del hombre que eres ahora.

Cerró los ojos y pareció convulsionar de alivio con el atisbo de esperanza que le dí. Que nos dí. Luego los abrió hacia los míos otra vez, tomó mis manos entre las suyas y las llevó a sus labios.

Me sacudí bruscamente por la sorpresa cuando la voz de Rom-kun, feliz y emocionada, llegó flotando sobre las escalonadas elevaciones de los páramos. Nos pusimos nuestras ropas a toda prisa, justo antes de que mi hijo llegara disparado sobre la cima de la colina detrás de nosotros. Bardock rondaba detrás de él con un cho-ciervo muerto al hombro.

—¡Mamaaaá! ¡Edeeeta! —Rom-kun se desvió en el último minuto de su curso hacia mí y saltó a los brazos de Vegeta. Me quedé inmóvil por el horror, mi corazón se tambaleó hasta detenerse y las cejas de Vegeta bajaron a un duro ceño fruncido… luego se quedó inmóvil mirando a Rom-kun, su rostro lucía sorprendido y reflexivo. Vegeta levantó a mi bebé, lo sostuvo con ambas manos y lo estudió en silencio mientras Rom-kun continuaba contándole todo acerca de su día de aventuras. El conjunto de los duros rasgos de Vegeta parecían estar cambiando de una emoción a otra en una confusa mezcla en cuanto a sus sentimientos por el bebé en sus brazos que luchaban con todas las lecciones de odio de Nappa. Luego su rostro se suavizó y muy despacio, cargó al bebé en su brazo y se volvió hacia mí.

—Duerme en el centro médico cuando lo desees —declaró con la voz profunda y tranquila del hombre que amaba— o en mi cama según prefieras. Lleva al niño a mi casa cuando vengas. No voy a tener a mi hijo adoptivo durmiendo solo en el centro médico con únicamente el madrani Scopa para asistirlo. —Sus ojos se encontraron con los míos reflejando mi esperanza de vuelta hacia mí, y sus labios se retorcieron mientras decía las siguientes palabras—. El niño podría quedar permanentemente dañado por esa clase de compañías y crecer para convertirse en un médico.

Empacamos todo, perros, bebé, efectos personales y nosotros mismos, y nos fuimos a la capital dentro de la hora. Scopa y yo en el aviador con Rom-kun en mi regazo, y Vegeta y Bardock volando a nuestro lado. Volvimos antes de que estuviera completamente oscuro, así sin más. Quería llorar por la forma en que Bardock y en especial la actitud de Scopa cambiaron cuando se enteraron de que se había recuperado. Scopa es formal y profesional con él de nuevo, sus ojos se mantienen humildemente bajos como corresponde a un liberto frente a la nobleza saiyayín. Ayer los dos se reían juntos como adolescentes mientras pasaban a Rom-kun de un lado al otro como una pelota de fútbol.

Se detuvo en el umbral de la casa, su espalda se tensó y él parecía casi inseguro. Luego enderezó los hombros y se abrió paso con la fácil gracia felina que había marcado cada uno de sus movimientos en la casa de Bardock. Esa tensión irritable y que siempre estaba presente antes de ir a la guerra, que le había dado una apariencia casi encorvada porque paralizaba sus hombros en nudos, no estaba allí.

Su voz todavía era profunda, uniforme y tranquila. Scopa murmuró junto a mí en voz baja lo que sabía que debía haber estado preguntándose toda la tarde mientras volábamos.

—¿Quién es él? —me preguntó.

—No lo sé —le contesté bajando la voz—. Y no creo que él tampoco lo sepa.

—Bulma... —dijo vacilando—. Hay algunas cosas que debo informarte sobre… sobre lo que ha estado ocurriendo aquí en la capital mientras no estábamos. Cuando regreses al centro médico, si vienes mañana o al día siguiente, búscame primero.

—¿Qué tan malo es? —le consulté. No quería oír la respuesta.

Scopa negó con la cabeza.

—No esta noche, te lo diré mañana. Tienes suficientes cosas a que adaptarte esta noche.

Los perros pasaron velozmente por delante suyo hacia el pozo de fuego, él se sentó en su sillón de madera negra y se relajó. Le dijo a los perros con un gruñido amenazador que serían el menú de esta noche si hacían sus necesidades dentro de la casa, pero no había ira en su voz... y no era una amenaza. Dijo de una manera brusca, casi avergonzado, que podían vivir aquí y correr salvajes por las colinas como lo hicieron en la casa de Bardock. Sonreí y tomé a Rom-kun para tratar de averiguar donde él dormiría esta noche.

Atravesé las puertas del salón del pozo de fuego hacia el dormitorio, las voces de los hombres bajaron a un murmullo detrás de mí… y me quedé helada. La habitación, la habitación de Vegeta, era exactamente como había sido. Yo no dormía aquí desde que él la dejó para ir a la guerra... y ahora...

Mil recuerdos de ese dormitorio y la cama me dejó temblando y con náuseas, al sentir las cadenas de la encarcelada criatura de la noche incrustarse contra mi corazón.

—¿Mamá? —dijo Rom-kun mordiéndose el labio.

Bajé la mirada hacia el rostro vuelto hacia arriba y de alguna manera armé una sonrisa.

—No vamos a dormir aquí, bebé —le contesté—. Este es un mal ambiente. —Casi corrí a través de la recámara hacia la sala de estar... y hacia el gran estudio que había utilizado para hacer la investigación. Estaba justo al lado de la pequeña biblioteca y tenía un rincón con una ventana que era casi como un cuarto pequeño en sí mismo. Desencapsulé la cama de Rom-kun y la puse junto a la ventana, revisé para asegurarme de que el pestillo estuviera cerrado, y luego me dirigí de nuevo al estudio. Abrí la cápsula que contenía la cama, la cómoda y un armario que había usado en la casa de Bardock, y moví las cosas hasta que me parecieron bien ubicadas. Me pregunté por qué esto parecía tan extrañamente familiar, entonces me di cuenta de que era casi la misma disposición de los muebles de mi… mi habitación en la Corporación Cápsula. Que extraño... el estudio tiene su propia entrada desde el centro circular de la casa que es el salón del pozo de fuego, así que no habría necesidad de pasar por esa habitación, el dormitorio de adelante, nunca más.

A través del vestíbulo anillado que rodea el salón del pozo de fuego, note que podía oír a Caddi y a Scopa conversando en voz baja en la cocina. Batha no hablaba, lo que era muy raro. Ambas gemelas casi se desmayaron cuando Vegeta se abrió paso por la puerta principal, al parecer entero y recuperado.

Me detuve y escuché a Bardock decirle a Vegeta cuanto habían empeorado las cosas y cuanto poder tenía Mousrom ahora, posiblemente más que el rey en este punto. Luego escuché en shock como Bardock y después Scopa juraron, cada uno a su manera, su servicio a Vegeta. De nosotros tres, ni Bardock ni Scopa ni yo habíamos hablado de nuestros pensamientos en voz alta con los otros, pero todos llegamos a la misma conclusión por nuestra propia cuenta. Que Mousrom sería la muerte de Vegetasei... y que un buen rey, el más fuerte rey que Vegetasei jamás hubiera conocido, podría sacar a este planeta y a esta guerra de su caída en picada y darle un futuro mejor. La idea de Bardock de "un buen rey" es probablemente un poco diferente de la mía y la de Scopa, pero parece que todos estamos trabajando hacia el mismo objetivo.

Tomé un largo baño de vapor y lavé el olor a combustible de aviador de Rom-kun y de mí. Para el momento en que llegué de nuevo al salón del pozo de fuego, tanto Bardock como Scopa habían salido y las gemelas estaban poniendo la mesa.

Comimos y de nuevo sentí la irrealidad de este día caer sobre mí. Mientras él y yo hablabamos, una de las esquinas de su boca se curvó en una media sonrisa cuando observó a Rom-kun hacer un pudín con su pastel de carne y empujar gran parte de lo que no dejó caer a los perros en su boca, que parecía la de una ardilla antes de cada bocado. Nos sentamos y cenamos como... Kamisama, como una familia. El único punto oscuro de toda esta escena fue el momento en que Batha se inclinó y le dio a mi bebé una sonrisa que parecía la de un tiburón dejando al descubierto sus dientes.

—¿Le gustaría al pequeño amo un poco más de pastel de carne? —le preguntó. La miré a los ojos y ella a mí. Podrías congelar bromuro con las miradas que intercambiamos. No había tiempo para resolver cualquier cosa esta noche, pero mañana hablaríamos. No hay ninguna maldita manera en que vaya a dejar que esta perra llena de odio viva en la misma casa donde mi bebé duerme.

Conduje a Vegeta a través de su antiguo dormitorio, a través de la sala de estar que lo separaba hacia la nueva habitación que había creado, abrí la ventana del sur a lo ancho y le dije tan casualmente como pude que este cuarto era mucho más fresco en el verano por la brisa del sur que soplaba aquí. Él no respondió mientras yo recostaba a Rom-kun en su cama, sonriendo y besando a mi bebé por las buenas noches. No me di cuenta de que me había dejado hasta que oí la explosión. Volví corriendo a través de la habitación contigua para encontrarlo extinguiendo los restos humeantes de su dormitorio usando una ráfaga de su ki.

—No me acostaré junto a ti en esa cama o en este lugar nunca más —declaró con voz ronca.

Sus ojos estaban fuertemente cerrados, sus manos elevadas a ambos lados de su cabeza y cada centímetro de su cuerpo temblaba. Pero no era por una mina mental que se disparó, era por un verdadero recuerdo. El recuerdo de todo lo que me había hecho en ese dormitorio, vistos a través de nuevos ojos. No existía absolución aquí tampoco, yo no tenía ninguna que darle. Él construyó un muro entre nosotros, piedra por piedra y trabajó en este todos los días durante más de un año con todas sus fuerzas. Es de él para derribar, al igual que la culpa es de él para vivir con eso por el resto de su vida.

No le ofrecí ninguna palabra de consuelo, pero lo traje a mi pequeña habitación, le saqué la ropa y lo acosté en la cama. Él se sacudió por la sorpresa y vi que acababa de notar, por primera vez, la red de cicatrices que yacían en todo su cuerpo.

—Trata de dormir —le sugerí—. Mañana va a ser un día duro. —Le di un beso suavemente, él me devolvió la mirada y tragó saliva.

No pudimos dormir, no durante mucho tiempo. Nos quedamos despiertos hablando, el temblor de su cuerpo contra el mío nunca disminuyó. Tuve que explicarle lo que pasaba con sus emociones, lo que estaba sintiendo, y que la culpa era suya para hacer la paz y la reparación. Dioses... Dioses... él es, en muchos aspectos, aún tan nuevo en todo como cuando se despertó por primera vez en la casa de Bardock.

—Es cho-gugol —susurró Vegeta—. La deuda de sangre y honor. Un guerrero solo puede pagar tal deuda con la sangre de su vida.

—La muerte es una salida fácil —declaré con frialdad—. Ustedes, grandes y fuertes guerreros siempre hablan de morir noblemente para absolver sus pecados. ¡Palabrerías! Es más difícil, más noble, vivir con las cosas malas que has hecho y tratar de repararlas. Tienes razón, Vegeta, me debes ese cho-gugol, pero te he dicho como liberarte de eso.

Él pareció aceptarlo con un estoico asentimiento de cabeza saiyayín, era un asunto de honor que debía ser satisfecho.

—Gracias —dije despacio.

—¿Qué he hecho para merecer tus gracias? —me preguntó y vi que intensas brasas desbordaban detrás de sus ojos oscuros. Podía sentir, percibir en todas mis terminaciones nerviosas, lo mucho que me deseaba en ese momento... y que no haría ningún movimiento para tenerme. Me pregunté si lo quería o no. Yo aún estaba conmocionada, todavía en estado de shock por otro gran cambio que había caído sobre mí sin previo aviso.

—Les dijiste a Bardock y a Scopa que nos pusieran a salvo a Rom-kun y a mí si algo te sucedía.

—Espía —gruñó con un débil y mal oculto eco de su antigua dulce sonrisa. No tengo memoria de los giros y vueltas del resto de la conversación de la noche, estaba tan cansada, casi me quedé dormida mientras hablaba, pero recuerdo que me preguntó como fue que dejé de odiar a Bardock y le conté la larga y laberíntica historia de mi relación con el hombre que había matado a mi planeta, el hombre que pensaba en mí como su hija.

—Te preguntas si todavía te odio —le consulté y él asintió.

Le conté la verdad honesta, la forma en que veía al príncipe malvado como muerto, la forma en que todo lo que veía en él ahora, esta síntesis de lo nuevo y lo viejo, parecía decir que mi enemigo seguía muerto. Pero... no mentí diciéndole que esto sería como lo había sido en ese campo en floración esta tarde. Sin embargo, tal vez... tal vez podría ser algo diferente. Algo bueno.

Se quedó en silencio y él pareció asfixiarse por un segundo o dos antes de pronunciar las siguientes palabras:

—Eres libre —susurró, su voz era tensa y cruda—. Te daré una… una nave si tú… —Estaba perdiendo rápidamente su capacidad de hablar cuando me dio la opción de quedarme o irme, sin saber que había tenido los medios para marcharme hace tiempo si lo hubiera decidido. Pero el acto de dejarme ir, como él lo veía, de dejar libre lo que tan desesperadamente quería mantener porque me amaba y quería lo que me haría feliz fue... fue honesto y sincero. Él pensaba que aceptaría el ofrecimiento y saldría en la mañana, tal vez incluso esa noche, y estaba dispuesto a dejarme hacerlo.

—Me quedaré —dije.

—Tú... —Ahora, él realmente se quedó sin palabras.

—Me quedaré. —Volví a decir—. En parte debido a Rom-kun, pero también por lo que está pasando en la capital y en Vegetasei ahora. No voy a huir con mi propia libertad y dejar al resto de los otros esclavos en el imperio con ese monstruo de Mousrom. Si puedo hacer cualquier cosa para ayudar a detenerlo, lo haré. Y no creo que se detenga en los no saiyayíns, Vegeta, él está a dos segundos de distancia de solicitarle a tu padre que le permita interrogar a los saiyayíns también.

—Eso no va a suceder —me aseguró de un modo firme.

—Dime eso después de que estés en el consejo mañana —continué—. Puedo ayudarte a detenerlo, Vegeta. De la misma manera en que Scopa va a hacerlo y... yo puedo ayudar de otra forma también. Dame a mañana para preparar algunas cosas y te voy a mostrar lo que quiero decir. —Puse mi cabeza en su hombro y luego la alcé, y miré fijamente a los oscuros y angustiados ojos que ya no retenían ninguna rabia infantil ni crueldad irreflexiva, solo un leve asombro cuando me escuchó hablar—. Y me quedaré por ti —añadí, más suave—. Porque... creo que eres tan diferente del hombre que fue a la guerra hace un año como si hubieras muerto y vuelto a nacer. Y debido a eso, creo que puedes convertirte en un rey de la talla que Vegitasei nunca ha visto. Un rey que podrá mantener un imperio junto, porque este lo quiere y no solo por la fuerza bruta. Me quedaré... por la esperanza de lo que puedes llegar a ser.

Me dio un beso y envolvió sus brazos a mí alrededor, gentil y fuertemente como lo había hecho en la casa de Bardock. Justo antes de quedarse dormido, murmuró la palabra que sería nuestro mantra para todas las cosas que vendrían después de esta noche.

—Esperanza... —exhaló con suavidad.

La nave se balanceó de golpe hacia un lado y se invirtió, y un gran rugido estremecedor llenó sus oídos.

¡Oujisama! —La voz de Coran crujió a través del comunicador—. Venga... hemos sido golpeados por...

Vegeta se levantó de un salto inseguro, arrancó el chip de datos de la minicomputadora, recorrió la habitación a toda velocidad, abrió muy rápidamente la caja de seguridad a prueba de colisiones y empujó el disco al interior. Lo mantendría a buen recaudo, incluso si eran destruidos en las profundidades del espacio. Y un día, tal vez, alguien lo encontraría por casualidad y escucharía su historia. Y ella y su pueblo no serían olvidados como había temido. Abandonó la cabina y corrió hacia el puente de mando para ver que el planeta verde azul de Chikyuu se avecinaba hacia ellos bloqueando toda la visión delantera de la pantalla, haciéndose cada vez más y más grande a cada segundo.

La nave se hundió en la atmósfera girando violentamente fuera de control.

¡Oujisama! —gritó Coran—. ¡Ellos están aquí, pero no nos reconocen! ¡Están disparando desde la superficie!

Deben pensar que es un truco del ejército de Jeiyce porque venimos en una nave saiyayín —murmuró Vegeta—. Creen que toda nuestra especie está muerta excepto…

El mundo explotó en chispas rojas y fragmentos de metal gris cuando la nave se dividió en torno a ellos. Él cayó a través del azul abierto en una ráfaga de viento limpio y fragante. Un instante antes de perder la conciencia, sintió el gran puño de Rikkuum cerrarse alrededor de su brazo.

Había gritos por todas partes, las voces de mujeres y hombres se alzaban con rabia, y la gran voz de trueno de Rikkuum clamó una vez, seguido por un fuerte choque.

Una bota se hundió en su costado y envió un dolor punzante a través de la horrible presión que parecía estar comprimiendo su pecho.

¡Despierta, bastardo cola de mono! —dijo un hombre en un tono amenazante—. ¡Despierta, así te podré mirar a los ojos cuando te mate!

¡No! ¡Mátalos ahora! —Otra persona casi gimió—. ¡Oh, Kamisama, mátalos antes de que despierten y terminen el trabajo que empezaron!

¡Mátalos! ¡Acaba con ellos! —Las voces se elevaron como una manada de animales en pleno apogeo. Otra patada se estrelló contra su clavícula y se oyó un audible chasquido.

Hijo, si lo pateas así otra vez voy a aturdirte en lugar de a él —advirtió la suave voz de un hombre mayor—. ¿Pueden todos los más jóvenes que no necesitan estar aquí irse? No puedo oír mis propios pensamientos con todos estos gritos y el alboroto.

Vegeta nadaba dentro y fuera de la vigilia cuando la sala o la prisión, o lo que sea que fuera donde estaban detenidos se quedó en silencio. Levantó lentamente la cabeza del suelo, les mostró los dientes a sus captores y escupió sangre mientras se centraba en el hombre, un hombre de su misma edad con una larga melena de cabello oscuro y la constitución de un guerrero. El que acababa de romper sus huesos cuando yacía medio inconsciente e incapaz de levantarse o de luchar.

Debilucho cobarde —dijo entre dientes. El hombre moreno saltó sobre él, aterrizó otro golpe y envió su cabeza a dar vueltas. Luego otro joven más pequeño y calvo se movió para detenerlo.

¡Basta, Yamcha! —gritó el guerrero más pequeño—. No patees a un hombre cuando está en el suelo y si lo matas a golpes, no sabremos cuantos más de ellos podrían estar en camino. ¡Así que cálmate!

Coran había logrado de alguna manera levantarse en una rodilla, puso su zigzagueante e inestable cuerpo entre el humano Yamcha y Vegeta, y gruñó a sus captores, alguna inútil columna subordinada a las legiones de Jeiyce, sin duda.

Tu hermano de escuadrón tiene razón —sostuvo con frialdad—. No tienes honor al golpear a otro guerrero que no puede ponerse de pie y luchar contra ti. ¡No vas a tocar a mi príncipe!

¿No tengo honor? —replicó Yamcha—. ¡¿Qué oportunidad le dieron tus amigos a Chikyuu cuando mataron a casi todos los seres vivos de este planeta hace nueve años?!

Cuando... —Coran se sacudió por la sorpresa y echó un vistazo alrededor de la gran habitación a todas las caras, y la suya se quedó inmóvil. La mente de Vegeta se tambaleó mientras trataba de obtener el aliento suficiente para respirar, para hablar. Pero solo pudo rodar sobre su espalda, mirar fijamente y toser con debilidad, ya que cada respiración se le hacía más difícil en esa posición. Había algo terriblemente mal en alguna parte dentro de su cuerpo, pero por el momento era menos importante que el hecho que tanto él como Coran acababan de notar—. No son hombres de Jeiyce —susurró Coran—. ¡Tú… tú eres chikyuuyín! ¿Cómo es que algunos de ustedes quedaron vivos?

Tenemos un gran búnker. —El tercer chikyuuyín, el anciano de la voz suave habló. Él se acercó tanto a Vegeta como a Coran sin odio o siquiera animosidad, sus ojos azules brillaban de curiosidad. Por alguna razón, a Vegeta le recordaba a un viejo Scopa—. O tenía un búnker. Sabíamos que vendrían de esa forma, dispersándose para hacer el mayor daño posible, así que apiñé a la mayor cantidad de personas de nuestra ciudad que pude meter en el complejo subterráneo de mi centro de investigación. —Suspiró con tristeza y sacudió la cabeza—. Solo salvamos a unos... diez mil. Y eso fue difícil de hacer, sobre todo hasta que el cielo se despejó. Puse una especie de escudo especial alrededor del lugar que les impidió encontrarnos con esos pequeños e ingeniosos aparatos ki-exploradores que tenían. Nos atrincheramos durante unos dos años, comimos de los almacenes de emergencia que habían encapsulados allí abajo y luego volvimos a la superficie y resembramos el planeta con todas las plantas de las que teníamos muestras, volvió a crecer muy agradable para haber sido quemado tan gravemente. Pero supongo que puede entendernos por qué estamos menos que felices de ver a su gente a punto de aterrizar en chikyuu una segunda vez. —Él le frunció el ceño a Coran, luego a Vegeta—. ¿Por qué ha vuelto, joven? ¿Van a venir más contigo?

... no hay más... —contestó Vegeta, su voz sonaba ronca.

Hubo una guerra —informó Coran—. Nuestro planeta y nuestro pueblo han sido destruidos. Quedan solo unos pocos miles de nuestra especie con vida ahora, hemos venido aquí a buscarlos.

El anciano estudió a Vegeta por un largo segundo, luego se arrodilló levantando una mano para evitar que Coran le saltara encima. Una vez que vio que no sería atacado, las tendió sobre el hombro de Vegeta, desabrocho las correas de lo que quedaba de su armadura y tiró de esta ligeramente con ayuda de Coran. El anciano lo miró, tenía una expresión inteligente.

... doctor? —Vegeta logró forzar la voz.

Entre otras cosas —respondió el anciano. Él echó un vistazo a Coran—. Tu príncipe tiene un trozo de metal incrustado en el pecho, tenemos que sacarlo o va a morir.

Coran lo estudió para tratar de evaluar cuales podrían ser las intenciones del anciano y luego asintió lentamente.

Señor… —comenzó Yamcha.

Yamcha —dijo el viejo médico—, ya ha habido demasiadas muertes y asesinatos en Chikyuu. Estos tres muchachos y aquel hombre grande que noqueaste, no incineraron nuestro planeta. Suena como si ellos ahora supieran exactamente lo que se siente cuando eso sucede. —Sacó algún tipo de primitivo estabilizador inmediato de uno de los muchos bolsillos de su mandil de trabajo y Vegeta sintió fluir despacio un torrente de partículas de un sedante de estasis que ralentizó su corazón, llevándose el dolor y la terrible sensación de presión en su pecho. El anciano sonrió ante el suspiro de alivio de Vegeta mientras suavemente sacaba la pequeña varilla de metal de líneas puras de su pectoral izquierdo. Esta debía haber estado presionando su corazón—. Su esternón se rompió y necesitará un tratamiento mucho más extenso, pero se pondrá bien. ¿Cómo te llamas, muchacho?

Soy Coran —contestó el hijo de Articha—. El otro de mi sangre que todavía está inconsciente es mi hermano Okuda, el hombre grande es Rikkuum. Y el hombre que acaba de salvar es nuestro príncipe… nuestro rey, ahora. —El rostro perfectamente en blanco de Coran estaba en desacuerdo con la ruptura casi imperceptible en su voz.

¿Por qué has venido aquí a buscar a tu gente? —preguntó el guerrero calvo más pequeño, frunciendo el ceño con curiosidad—. ¿Por qué habrían de venir a Chikyuu?

La señora de mi príncipe, su concubina real, nació en este planeta —explicó Coran mirando a Vegeta—. Fue llevada a Vegetasei como cautiva hace nueve años. Nuestro planeta, todo nuestro pueblo, fue derribado por un virus manipulado. Ella era la directora de ingenieros y la directora de los doctores del centro médico de nuestra capital, y salvó a decenas de miles de nuestros niños en cuarentena allí cuando la plaga nos aniquiló. Ella despegó el centro médico al espacio y escapó con los bebés y unos pocos guerreros y médicos en el interior. Nos dejaron atrás, ya que se pensaba que nadie podría sobrevivir al contagio. Ahora, buscamos a los últimos de nuestra especie. Mi príncipe pensó que su señora podría volver a casa.

¿Una chica de Chikyuu? —dijo Yamcha frunciendo el ceño—. ¿Cuántos cautivos tomaron los guerreros que atacaron a Chikyuu?

Solo una —respondió Coran—. Nunca conocí a Bulma-san, pero…

El anciano dejó caer el escáner médico, se inclinó hacia un lado y palideció. Los dos guerreros más jóvenes que estaban instalados a cada lado de él, lo sostuvieron.

Bulma... —murmuró el anciano.

¿Cabello azul? —preguntó el hombre calvo—. Ella tendría unos veintiséis años ahora, era inteligentísima y tan preciosa que te dejaba sin aliento. ¡¿Bulma Briefs?! ¡Santo Dios!

Es ella —asintió Coran luciendo ligeramente aturdido—. ¿La conocías?

Está viva...—El anciano estaba todavía tratando de recuperarse.

Y ella era... —El ceño de Yamcha se profundizó y su expresión se hizo dura—. Dijiste que era su... "concubina". ¡¿Qué demonios quieres decir con eso?!

Ella llegó a Vegetasei como esclava y al final salvó a nuestra especie de la destrucción total —declaró Coran, su postura se tensó de nuevo al observar la forma en que las manos del chikyuuyín de cabello oscuro se apretaron con rabia—. Ella se elevó para convertirse en médico, en constructora de armas y como la concubina del príncipe de la Corona de nuestro imperio. Se habría elevado aún más alto, mi madre me dijo, si el príncipe hubiera sido libre de tomar a una alienígena por esposa.

Esposa... —susurró Vegeta, cerró los ojos y vio el azul de sus cristalinos ojos devolverle la mirada con interminables mares de tristeza en ese resplandor azul.

... no es mi… concubina... es… mi esposa... —Y para su eterna vergüenza, sollozó ante la vista de estos extraños, sus dientes se apretaron mientras las lágrimas comenzaron a escaparse hacia cada lado de su rostro. ¡Oh, Dios de los Dioses, lo que le había hecho a ella! Todos los pecados que él nunca podría saldar…

Su pueblo...

Y cuando el anciano habló sus siguientes palabras, la respiración de Vegeta se atrapó en su garganta, ya que la fuerza de una renovada ilusión se precipitó sobre él, y con esto, una chispa de esperanza. «El verdadero coraje», ella le dijo una vez enojada, «es hacer frente a tus pecados y reparar el daño». Cualquier hombre tonto podía morir por la vergüenza y el honor, hacía falta ser un hombre más fuerte para vivir y hacer lo correcto.

Aquí, en lo que debería haber sido un planeta muerto, había tropezado con la única cosa en el universo que podría ayudar a curar las heridas de su corazón y de su mente. La única cosa que podría sacarla del pozo de locura en el que se había perdido cuando ella lo dejó morir en su jardín de rosas. Su pueblo... y sus parientes. Él no moriría, no hasta que la viera reunirse con estas personas.

¿Bulma es tu esposa? —Los viejos ojos, azules como los de su mujer y que se encendieron con un fuego interno e inteligente, brillaron por las lágrimas también—. Entonces estoy encantado de conocerte, muchacho —dijo—. Soy Trunks Briefs, el padre de Bulma.