Gundam Wing Fan Fiction ❯ SUDAKA WING ❯ Ten years have passed... ( Chapter 1 )

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SudaKa Wing
Capítulo 1: “Los 10 años que han pasado”

Una silueta silente, mirando cómo se hunden sus pies descalzos sobre la arena mojada,
camina meditabunda por una playa bajo una torrencial lluvia, la que cae desde los
nubarrones que se confabulan para reflejar la cotidiana soledad que ha sentido esa silueta;
la soledad que hacía de sus ojos azules más fríos, más deseosos de alegría. Y desde el
horizonte brumoso parece venir hacia él esa maquina humanoide que muchas veces era más humana
que nadie, incluso que él mismo.

-Gundam…-

Heero pronuncia esa palabra creyendo que sólo la había pensado. Luego toma su cabello atado
para estrujárselo, aunque sea innecesario. Quería tomar con sus manos la cantidad de tiempo
que ha pasado, cuando él tenía su cabello corto.

Esta es la primera vez que utiliza pensamientos frívolos para evadir su melancolía. Eso lo
hace sonreír levemente.

Esa es la tímida sonrisa de Heero… quién ahora tiene 25 años, y reflexiona por lo que vivió
hace casi 10 años atrás. No sólo piensa en las batallas en las que participó, en la gente que
conoció, o en la gente que perdió. Sino que también en lo que significó para él ser adoptado
por una familia uruguaya, haber aprendido a vivir de nuevo a sus 17 años.

Ese muchacho que sufría por la vida que tenía, llamado Heero Yuy aún vive en Juan Pablo
Márquez, frente a una playa de Uruguay.

-Bushrenada… ¿no te bastó con haber muerto la primera vez?-

En las candentes calles de Puerto Rico también está lloviendo. Hay niños gozando de la lluvia,
corriendo entre el barro de una improvisada cancha de fútbol.

Una niña pequeña ve a sus amigos jugar afuera, queriendo estar con ellos.

-Hermanito… ¡quiero ir a jugar afuera!-
-¿Qué dices?- le responde un joven saliendo del baño tapado con una toalla y descubriendo su
formado torso, después de una agradable ducha. Su cabello es largo y ondulado, ya que él
acostumbra a hacerse una trenza. Camina hacia la sala de estar de la casa, iluminada con la
blancura del cielo nublado.
-¡Quiero salir a jugar afuera!- le dice la niña, suplicante.
-¡Oh! ¿Ya olvidaste que me prometiste algo?- le habla el joven, de pie frente a una estufa a
parafina.
-¡Ah, tienes razón! ¡Hoy día me toca cepillarte el cabello!- responde la niña, yendo de
inmediato a buscar un cepillo.

El joven ve como su hermana trae un cepillo. Él se sienta en una silla y la niña se acerca
a él para cepillar su cabello.

-Hermanito…- le dice la niña, cepillando ese cabello que ella desea tener algún día.- Te vas
a resfriar si no te vistes ahora…-
-¡Que va, mi niña! Cómo si viviéramos en el polo norte.-
-¿Y cómo cuando yo me ducho, apenas salgo del baño, me ordenas que yo me vista?-
-Porque soy tu hermano mayor…-
-¡No es justo!- la niña le tira el cabello.
-¡Ouch!-

El joven mira la estufa, pensando. Así que ahora él es un hermano mayor, ¿no? El abandonado
Duo Maxwell de su pasado aún trata de dimensionar la apacible vida que lleva ahora. Y la sombra
de esa tamaña máquina que él manejaba cuando tenía 15 años, reaparecerá, en cualquier rincón
de este apartamento.

Pero Duo Maxwell en este hombre se ha convertido, en Damián Manzaneros, adoptado por esta
cálida familia. La que quizás ahora tenga que abandonar por algunos meses.

En Brasil no llueve sino calor. Entre los raudos automóviles de la metrópoli, un automóvil
con publicidad de circo está siendo empujado por varias personas.

-¡Maldita máquina!- dice uno de ellos, encolerizado.
-¡Calla muchacho y empuja este cacharro, que bastante años ha durado!- le responde otro.
-¡Claro! ¡Empujando esta porquería es la única forma en que avanza!-

Los dos empiezan a discutir en voz alta, dejando paulatinamente de empujar la camioneta, a
excepción de otro joven, que sin haber intervenido en esa discusión, sigue empujando la
camioneta solo, logrando estacionándola tras un camión.

Los hombres siguen discutiendo ignorando el avance de su camarada, quien abre el capó del
automóvil, saliendo humo de ésta. El joven examina el motor, las conexiones, alguna posible
filtración. Ha hallado el problema, y trata de arreglarlo escuchando la discusión de sus
camaradas.

-¡Tú siempre has sido un idiota!-
-¡Modera tus palabras, que soy mucho más fuerte que tú!-
-¡No me hagas romperte los dientes, desgraciado!-

El joven arregla el problema y cierra el capó. Se sube al asiento de conductor, gira las
llaves y enciende el motor, cuyo ruido disipa la discusión de aquellos hombres.

-¡Mira, nuestro mecánico del circo ha arreglado el…-

Los hombres miran alejarse el automóvil, enmudecidos. Es la vergüenza la que ahoga sus palabras.

Él es Triton Bloom. Así es, después de todos estos años se acostumbró a tener un nombre.
A tener una historia, siendo hijo de padre inglés y de madre brasileña, quienes murieron
en esa explosión que le dejó esa cicatriz imborrable en su espalda, que en tardes de
recogimiento suele arder. Mas su hermana Catherine le espera, con esa sonrisa que tantas
veces se apagó en un llanto.

-¿Qué haré ahora? Catherine no querrá que vuelva a esa vida que abandoné.- esta oración le
hace pensar en un plan. ¿Y lo que acaba de hacer? –Van a querer matarme cuando lleguen al
circo.-

Suena desde un antiguo tocadiscos de vinilo un tango de Carlos Gardel, en una lujosa sala
de estar, con un bello ventanal que revelando el nublado alto aplaca con pereza su reinante
oscuridad. Un joven de cabello rubio está sentado en un cómodo sillón, agitando suavemente
una copa de vino tan espeso, como la tristeza que siente ahora.

Un señor, cerca de ser un anciano, camina hacia él, sonando nítidos sus pasos en la madera.
Mira por unos instantes, a su joven hijo.

-¿No has bebido de ese vino todavía, hijo mío?-

El joven le responde con un rendido suspiro. El padre se sienta en un sillón cercano al de
su hijo, buscando las palabras precisas para consolarlo.

-Hijo mío… no me gusta verte así. ¿Es que hay algún problema que te tenga agobiado?-
-Gracias…- le responde el joven.- Por tratarme de hijo y preocuparse por mí.-
-Sé que no eres el verdadero Maximiliano, pero, siento que tú eres otro hijo mío.-
-Muchas Gracias, señor.-
-¡No me llamés así, pibe! Soy tu padre…-

Ambos ríen. Mas el joven vuelve a su problema. Vuelve a su pasado, a ese muchacho llamado
Quatre Raberba Winner, quien después de detener el dominio mundial de Marimehia, fue atacado
junto a sus hermanas por “terroristas” que jamás se identificaron, lo que les obligó a
repartirse en diferentes familias aristocráticas. Y él llego aquí, hasta Argentina,
reemplazando al verdadero hijo del presidente y su esposa, una ex-miss galaxia.

Ahora puede afirmar con absoluta certeza quién envió a esos terroristas. Ni siquiera fue
su espíritu, ni su legado. Fue él, personalmente. El mayor enemigo que Quatro, como ex piloto
Gundam, ha tenido.

En un prestigioso hospital de México, camina por sus pasillos un joven doctor. Una anciana
llevada en silla de ruedas por una señora, le habla al joven, quien se detiene, sonriéndole.

-¡Doctor Wufei! ¡Doctor Wufei! ¿Cómo está?-
- He estado muy bien, gracias. ¿Y ust…?-
-¿Y su señora?-
-Ha estado muy bien también. Lleva 5 meses de embarazo.-
-¡Que maravilla, doctor!-

El doctor Wufei trata de responderle lo mejor posible a la anciana, porque hay algo que lo
tiene muy aquejado como para tener vida social. Además, debe llegar pronto a su casa, ya que
su suegra debió haber llegado allá.

Después de hablar con la anciana, Wufei se dirige a su sala. Al entrar, se quita su blanco
delantal y los lentes, dejándolos sobre el escritorio. Se distrae de sus cavilaciones mirando
un móvil, por unos instantes. Pero estas preocupaciones son muy grandes como para abandonarlas
en el mínimo segundo.

-Siempre lo supe, siempre supe que este sujeto no estaba muerto. Había muerto para mí, de eso
estaba seguro, siendo yo tan sólo un quinceañero. Pero él, físicamente, era difícil que muriera.
En el momento en que peleamos con esas máquinas… y él se suicidó, pensé que se había muerto de
verdad. Después, reflexionando fríamente, cambié de opinión.- piensa mirando hacia la nada.
-Creo que… tendré que comunicarme con el resto. Curiosa vuelta de la vida…-sonríe- antes
rechazaba toda ayuda. Ahora, soy quien la pide.-

Un televisor encendido en la cocina entretiene a una señora que está preparando un rico
almuerzo para su hijo, Juan Pablito, quien vendrá a visitarlos.

-¡Sergio!- grita la señora entre el bullicio del televisor.- ¡Saca del estante ese vino que
nos trajo tu compadre!-
-¡Voy enseguida!-responde la lejana voz del señor -¡Estoy poniendo las copas en la mesa!-
-¡Bien!- le responde la señora, destapando una olla la que cubre con su vapor su rostro.

Alguien toca la puerta. El señor va raudo a abrir la puerta. Es Juan Pablo, tratando de
cerrar su paraguas.

-He venido a pie. Quería caminar un poco.- le dice el hijo dejando el paraguas a un costado
para abrazar a su padre adoptivo.
-¡Hijo mío! ¡Tú y tus ideas locas! ¿Cómo has estado?- el señor le invita a entrar.
-Lo siento… voy a ensuciar el piso.- dice Juan Pablo ignorando que no le respondió a su padre.
-¡No importa hijo! Tu madre lo limpia.-
-¿Cómo es eso, Sergio?- dice la señora saliendo a la cocina para encontrarse con su hijo.
- ¡Juan Pablito, mi niño! ¿Cómo ha estado?-
-Bien, madre. Mis alumnos de la universidad me entregaron un regalo en el día del profesor,
y era una escultura de un computador…- sus padres ríen.- Me invitaron a un foro mundial de
manejo de sistemas computacionales en Estados Unidos, cosas por el estilo…-
-¡Y nos cuentas eso como si no fuera nada interesante, hijo!- le dice su madre. –Ven… mira
lo que he estado cocinando para ti.-

La madre lleva a su hijo a la cocina. El televisor sigue encendido.

-Bueno, seguro que nos vas a contar un montón de cosas que te han pasado. Aquí no ha pasado
mucho, aparte de las torpezas de tu padre…-

La señora sigue hablando, mas Juan Pablo no le presta atención, mirando el televisor donde
ha salido alguien que durante mucho tiempo ansió ver, antes de perder totalmente las
esperanzas de encontrarla; a Relena, bajando de un jet privado.

“La reina Elena de Sanc-Chili ha llegado en una visita especial a nuestro país. Fue
recibida personalmente por nuestro presidente, quien la elogió como una gran joven que ha
sabido representar a la nobleza en su país…”

-¡Hijo! ¡Te estoy hablando!-
-¿Qué, madre?- responde él despertando de su ensueño.

La señora nota que para su hijo es más interesante lo que sale en televisión que sus palabras,
que en realidad, no entretiene ni al más chismoso. Decide ver televisión con su hijo.

-Han estado hablando de su visita toda la mañana…- le dice a su hijo. Luego le da un suave
codazo, guiñándole un ojo.-Y es casi de tu edad…-
-Es de mi edad.-le responde el hijo, sin dejar de contemplar a la reina.

La señora sonríe. Desde que adoptó a Juan Pablo, ha percibido que él siente algo especial por
esa reina, tan distante para ella.

-¿Por qué ha venido ella hasta acá?- le pregunta Juan Pablo, que evita soñar.
-No sé hijo. Pero no es nada malo.-
-Quizás si sea por algo malo, madre.-

La señora no entiende la intención de su hijo al haber dicho eso. Sin ocuparse de descifrarla,
vuelve a sus quehaceres. Juan Pablo toma un vaso y lo llena con agua de llave. Afuera sigue
lloviendo.

Damián está vestido, con su trenza hecha, escribiendo sobre la mesa. La lluvia amainó hace
unas horas, y su hermana está jugando afuera.

-¿Qué rima con “creer”… veamos… ¡Piensa cerebro, piensa!- dice concentrándose en hallar la
palabra.
-¡HERMANO!- le interrumpe su hermana, entrando a la casa.- ¿Mañana tienes turno en la farmacia?-
le toma su trenza.
-Ehh… ¡sí! Mañana tengo turno.-
-Es que eso me mandaron a preguntarte las vecinas de abajo…- le dice la niña, con coquetería.
Damián sonríe, pero no con la misma sonrisa de siempre, sino que con su sonrisa más sexy.
- Vaya… ¿Qué puedo hacer con esas muchachas?-
- ¡Que sean tus novias! – grita la niña con una sonrisa, lo que hace que Damián ría a carcajadas.
- ¡Pero, y esas ocurrencias tuyas, niña?!-
- ¡No quiero que esa niña Hirde sea tu novia!-
- ¿Qué dices? Ella es una buena amiga mía. ¡Por Dios! Si quiero una novia, debo elegirla yo, no
tú Suzy.- responde Damián sin dejar de reír.-Esto significa una cosa: ¡ves muchas telenovelas!-
- ¡Las telenovelas dicen la verdad!-

Damián no puede dejar de reír; ya su estómago le está doliendo. Quién podría imaginarse ver a un
arrepentido dios de la muerte reír de esa manera. Suzy se venga de su hermano tirándole de la
trenza.

-¡Les diré que vayan a comprar perfumes a tu farmacia!- grita la niña soltándole la trenza y
saliendo de la casa.
-¡Diles lo que quieras!- le alcanza a gritar Damián.- ¿Quién lo diría…- se dice a sí mismo.
-…que me iba a reír tanto en medio de este problema?-

Damián mira el computador apagado. Recuerda que Heero….es decir, “Juan Pablo”, le dejó su
correo electrónico. En estos años de paz ha sido mejor la comunicación, pero esta noticia
la dificultará cada vez más.

-Será mejor que le envíe un e-mail… por lo menos, para decirle que no se me ocurre que diablos
hacer. Y estoy seguro… no debo de ser el único que se siente así.-

FIN DEL PRIMER CAPÍTULO