Saint Seiya Fan Fiction ❯ Ayoros ❯ Caer y Caer... ( Chapter 21 )

[ P - Pre-Teen ]

XXI. Caer y caer...
 
Ahí dentro estaba muy oscuro... y frío; la neblina brotaba de la salida de la casa como si esta estuviera fumando.
Seiya podía notar que la preocupación por sus compañeros empezaba a volverse cada vez más desesperada, tomando en cuenta el único significado que podía tener aquel fenómeno: la sombra fea.
 
Aldebarán: Ni siquiera logro ver el suelo... tal vez deberíamos avisarle a Atena, y deba venir después de todo.
 
El muchacho regresó de entre sus cavilaciones al escuchar las palabras de Aldebarán... sí, seguramente ellos no podrían hacer mucho por sus amigos con toda esa energía tan extraña ahí dentro; sin embargo, el que Saori viniera también podía significar una serie de problemas, sobretodo porque cada una de las batallas que habían tenido en el pasado... pues no se debían precisamente a la capacidad bélica de la diosa, sino más bien a su debilidad humana... y eso, si era un problema...
 
Shun: ¿Entonces, regresamos al templo mayor?
 
Seiya: (movimiento negativo) Pero no podemos dejar esto así... Si Hyoga y Camus están ahí dentro, tal vez puedan tener problemas. (viendo a sus amigos) Yo entraré a ver si puedo encontrarlos.
 
Y hasta cierto punto, Seiya sabía que aquellas palabras podían ser tan irracionales como las de “ir a buscar a Saori”, porque que él mismo no se caracterizaba por ser el mejor scout y a menudo era descuidado y acababa en cualquier trampa... pero bueno, por lo menos tenía más suerte que Saori en cuanto a “ayuda” se refería...
 
Shun: (viendo al entrada de Acuario) ¿Estás seguro?... realmente se ve peligroso ahí dentro...
 
Seiya: Tendré cuidado...
 
Aldebarán: (meditando) Jm, pero Shun tiene razón... (viendo a los dos muchachos) Iré contigo, Seiya.
 
Seiya: (asentimiento) Bien, gracias.
 
Shun: Entonces yo iré por Saori. Tengan cuidado ahí dentro, y si algo pasa, por favor no se precipiten hasta que regrese ¿quieren?
 
Seiya: Oye Shun, mejor será que también traigas a Kanon, y de ser posible busca al viejo maestro, puede ser que necesitemos de su ayuda... Esto podría ser una trampa.
 
Aldebarán: Ja, veo que tantas batallas nos tienen bien neuróticos...
 
Seiya: (encogido de hombros) ~_~ ¿pues qué querías, si siempre es lo mismo?
 
Shun: (alejándose) No tardaré, vayan con cuidado.
 
Seiya: Bien. Aldebarán, entremos de una vez a buscar a esos dos.
 
Después de que el santo de Tauro le regresara un ademán positivo al muchacho, ambos entraron con paso lento...
 
 
Saga ya se había agotado luego de la corretiza que le puso a sus compañeros, y permanecía sentado sobre la fina arena, con las piernas flexionadas.
Al fin y al cabo, no consiguió alcanzarlos, los maditos sí que eran veloces y luego de un rato, ya les había perdido el rastro por completo. Ahora se encontraba solo, en medio del desierto, respirando agitadamente mientras se recordaba a si mismo el mucho daño que les haría a toda esa bola de babosos cuando lograra dar con ellos nuevamente y los regresara al Santuario.
 
Saga: (mirando atrás) - ¿Dónde habrán quedado Shura y Milo?...-
 
Luego de un suspiro desanimado, el santo de Géminis se dejó caer al suelo y permaneció así un buen rato...
 
 
Shaka: UHF, puff, ¿lo...perdimos?
 
Máscara de la muerte: Sí, sí... eso, huff, creo...
 
Afrodita: Ja, huff... pues... mejor seguimos antes de que... de que... nos encuentre... puff...
 
Sudando y resoplando por el esfuerzo de hace unos momentos, los cinco muchachos se habían ocultado a la sombra de una especie de duna. Por suerte, Saga no había logrado alcanzarlos... pero ya sabían que el muy cínico no se daría por vencido, así que debían actuar rápido, más que antes, y terminar con su “misión”.
 
Ayoria: (llamando) ¡Oigan miren esto!
 
Luego de esperar un rato, Ayoria y Mu habían salido de su escondite pata ver si había señales de Saga, pero en su lugar, parecía que habían encontrado señales de otra cosa.
Al llamado de su compañero, acudieron los otros tres (aún cansados y al borde del desmayo); cuando se detuvieron a un lado de Ayoria, se limitaron a voltear para ver... lo que el santo de Leo veía... y lo que fuera, los había obligado a quedarse boquiabiertos un buen rato: Por fin habían llegado al recinto de los dioses viajeros... o por lo menos a uno de sus costados... Frente a ellos, se elevaba una enorme muralla de apariencia decadente, pero aún así severa y protectora.
 
Mu: (apareciendo junto a Ayoria) Es extraño...
 
Ayoria: ¿Qué pasó?
 
Mu: (viendo a Ayoria) No me pareció ver ningún guardia... al contrario, este lugar se veía muy sólo... abandonado.
 
Afrodita: ¿Acaso ya has entrado ahí Mu?
 
Mu: (viendo a Afrodita) Cuando Ayoria les llamó, yo me teleporté ahí dentro para ver el panorama.
 
Afrodita: Y dices que no hay nadie... (viendo la estructura) Yo tampoco puedo sentir energía alguna...
 
Shaka: te equivocas... sí hay gente ahí... aunque ciertamente, su energía no es poderosa... Humanos comunes y corrientes.
 
Máscara de la muerte: Pues entonces no creo que nos puedan detener, hay que entrar de una vez.
 
Afrodita: ¿Y de perdida están seguros de que este es el lugar? ¿Qué tal que no? Ya se me hace muy raro que no haya energías poderosas...
 
Máscara de la muerte: No importa (cínico): Entramos, vemos, lastimamos y luego nos vamos; y si sale alguien fuerte, nos le enfrentamos y posteriormente lo matamos ¿Feliz?
 
Mu: ¬_¬ Vaya forma de cerciorarse.
 
Shaka: Pero aún es temprano... de día será muy peligroso entrar, y no me refiero a un peligro para nosotros, sino para Ayoros... Esperemos a la noche. Así nos cubriremos con la oscuridad.
 
Máscara de la muerte: Claro, como tu estás acostumbrado a no ver nada... pero sinceramente no creo que entrando de noche nos vaya mejor. Parece ser un sitio muy, pero muy grande.
 
Ayoria: (Viendo a Máscara de la muerte) Hay que intentarlo...
 
Afrodita: (chasqueando los dedos) ¿Y por qué no usamos el truco que nos enseñaron cuando éramos espectros?
 
Máscara de la muerte: ¿Ponernos capuchas desgastadas y golpear a Mu? Bueno.
 
El muchacho le da un golpecito a Mu en su brazo.
 
Mu: ¬_¬ ...
 
Afrodita: ¡Hush no! Me refiero a disfrazarnos de centinelas.
 
Máscara de la muerte: (pensando) ¿Alguna ves hicimos eso nosotros?
 
Ayoria: (viendo a Afrodita) ¿Y crees que funcionará?
 
Afrodita: Somos muchos, así que podrían infiltrarse dos, y tres esperarán a la noche. Los dos que entren, recogerán a los demás aquí, cuando anochezca. Así, podremos estudiar la zona antes de empezar a hacer bobadas.
 
Máscara de la muerte: Míralo, sí piensa.
 
Mu: ¿pero quiénes entraran?
 
Ayoria: No podemos mandar ni a Mu, ni a Afrodita, ni a Shaka... Iremos tú y yo Máscara de la muerte.
 
Shaka: A ver otra vez...¿Cómo tomaste esa decisión?
 
Ayoria: Ustedes tienen rasgos muy característicos de sus lugares de origen... ¿Entiendes?... Se darán cuenta de inmediato de que no son de aquí...
 
Shaka: ... sí, seguro.
 
Máscara de la muerte: Bien, entonces, ¿a qué hora venimos por ustedes?
 
Mu: Una vez que oscurezca; aquí los esperaremos.
 
 
Iris sabía que no podría aguardar hasta la noche para sacar de ahí a Ayoros.
Luego de que Ilítia se lo pidió, la figura luminosa fue al encuentro del niño para llevarlo lejos del alcance de Hebe; sin embargo, la diosa no se había dado por vencida y había ordenado a los centinelas buscarla a ella y al niño... ¿Qué le habría pasado a Ilítia?
Mientras recorría el lugar en busca de rutas de escape, en Iris crecía la necesidad por ir a buscar a la muchacha... pero tenía en cuenta que eso sería lo más estúpido por hacer en esos momentos.
 
Ayoros veía con curiosidad a aquel ser. Desde que había llegado al recinto y cuando se despertó luego del viaje, fue ella la primera “persona” a la que vio, y por alguna razón, le daba mucha calma (a pesar de que luego lo dejó abandonado por quién sabe qué razones). Sí, podía confiar en esta creatura; así era que, desde que fue por él a esa habitación donde había permanecido por órdenes de Ilítia, él la había seguido sin preguntas ni quejas... quizá porque hasta cierto punto, sospechaba -emocionado-, lo que estaba tramando: ¡Quizá quería ayudarle a escapar!
 
Una súbita sacudida en la figura luminosa hizo que Ayoros tomará una posición defensiva (puro instinto). Miró bien, pero no podía ver a su alrededor algo por lo que debiera preocuparse... ¿quizá esta figura estaba demasiado tensa?... puso más atención y así logró escuchar algunos pasos metálicos que le producían escalofríos... sobretodo porque no pertenecían a una sola persona... eran más, quizá de tres, aunque de pronto ya nada más se escuchaban claramente dos pares... Aparentemente, los estaban acorralando, al provenir de diferentes pasillos que, a juzgar por la construcción de aquel lugar, desembocaban justo donde la creatura y el niño permanecían...
 
 
Por otro lado, Milo y Shura habían tenido que seguir caminando, ellos dos solos, pues no volvieron a ver rastro de Saga, o de cualquiera de sus otros compañeros.
Era angustiante no saber para donde ir, aunque bueno, tampoco hacía falta preocuparse demasiado por perderse, porque de cualquier forma, ya estaban perdidos.
 
Shura: ¡Estoy arto! No piensos seguir caminando sin saber a dónde voy.
 
El muchacho se dejó caer de sentón sobre el suelo a modo de protesta. Su compañero lo miró entonces con cierta molestia.
 
Milo: ¡No es momento para que empieces con esas tonterías, Shura! (tomándolo de un brazo) ¡Anda, levántate que si no nos quedaremos aquí para siempre!
 
Shura: (forcejeando) ¡Suéltame sabandija! ¡no quiero, estoy cansado, hambriento y sediento!
 
Milo: ¡¿Y crees que quedándote aquí se te va a quitar?!
 
Shura: Por lo menos moriré tranqui... ¡!
 
El santo de Capricornio se levantó de un salto, ocasionando que el pobre Milo fuera esta vez el que acabara tumbado en el suelo por la fuerza que estaba aplicando para tratar de levantar al otro.
 
Milo: (viéndolo con mala cara) ¡¿Y ahora qué te picó?!
 
Shura: (apuntando) ¡Mirad Milo! ¡Que yo no lo había notado, pero ahora lo veo bien claro!
 
Milo se levantó, se sacudió y miró interrogante a donde Shura contenía su vista con suma sorpresa. Y al ver aquella enorme edificación, no pudo hacer menos que su compañero. Los dos miraron un rato aquella construcción, sin decidir que harían a continuación.
 
Milo: ¿Crees que sea donde decía Saga?
 
Shura: Muy probablemente...
Milo: ¿Y crees que él ya esté ahí?
 
Shura: Eso no lo sé...
 
Milo: ¿...Crees que debamos acercarnos?
 
Shura: Creo que deberías dejar de preguntarme sobre mis creencias y decirme tú qué piensas...
 
Milo: Que sería muy estúpido ir de frente hasta allá...
 
Shura: (movimiento positivo) Entonces... (pensando) ¿pero cómo rodear esa inmensidad?
 
Milo: Pues...
 
Milo se quedó observando un rato el lugar, pensando en las posibilidades que tenían. Habían llegado justo al frente, aunque aún permanecían muy alejados; pero ciertamente, como ya le había dicho a su compañero, acercarse así era demasiado arriesgado, ya que la entrada principal debía tener el mayor número de centinelas del lugar... ¿qué hacer?
 
Shura: ¡Milo!
 
El joven llamó a su compañero a que se pusiera atento, luego de que éste se colocara en una posición muy defensiva. Milo se volvió a concentrar en la entrada de la construcción, sólo para percatarse de que, y sin saber a qué horas había salido, un sujeto se aproximaba hacia ellos...
 
Milo: ¡Es uno de los sujetos que acompañaba a la diosa Hera cuando se llevó a Ayoros...!
 
Shura: Lo sé, no podría olvidar esos ojos rojos...
 
Ninguno de los dos se movió, era demasiado obvio que el tipo ya les había divisado desde hace tiempo; por el contrario, esperaron hasta que éste llego a unos escasos pasos del dúo.
 
Tiphón: Vaya, más Santos de Atena... ¿cómo es que llegaron hasta aquí?
 
Sin respuesta...
 
Tiphón: En fin. Esta prohibido acercarse más al recinto, así que, los mandaré a que visiten a sus compañeros...
 
Shura: ¡¿De qué hablas, cuáles compañeros?!
 
Tiphón: Quietos, ya les podrán preguntar a ellos todo lo que quieran.
 
¿Pues de qué hablaba este sujeto?... ¿Sería acaso que ya se había encontrado con Saga y los otros cinco y les había hecho algo terrible o los habría encerrado en alguna mazmorra?... Milo y Shura definitivamente no pensaban averiguarlo, pero este tipo encerraba muchos más misterios de los que se percibían a simple vista... no podían sobreestimarlo.
 
Milo: ¿Cómo se dieron cuenta de que estábamos aquí?
 
Shura de pronto no entendió el por qué de la inesperada pregunta de su amigo... lo volteó a ver con sorpresa, y se preocupó aún más cuando vio a Milo con cara de “todo seriedad”... ¿estaría planeando algo?, ¿se le habrían botado los tornillos?...
 
Tiphón: Yo solo me he dado cuenta. Nadie más. Tengo una buena instrucción y sé diferenciar toda clase de energías las cuales percibo con mucha facilidad, sean estas de cosmos pequeños o grandes. ¿Más preguntas?
 
Bien, si efectivamente había logrado capturar o vencer a sus otros compañeros, por lo menos Milo ya sabía por qué.
 
Milo: Sí... ¿Dónde esta Ayoros?
 
Shura: (viendo nuevamente a Milo)...
 
Tiphón: Aún dentro del recinto... ya he mandado a mis compañeros por él. Nadie puede esconderse de mi... Y ustedes, estorban mis planes futuros, así que me encargaré de que no lo arruinen todo.
 
Shura: ¿?
 
Milo: ¿Y crees acaso que somos tan fáciles de derrotar? ¡Te voy a dar una lección!
 
Bueno, ahora sí, Milo empezaba a ponerse molesto.
 
Shura percibió entonces una especie de sonrisa saliendo de los serios labios del sujeto de ojos rojos, vio después a Milo elevando su cosmos; miró nuevamente al guerrero que les impedía el paso... y entonces, como si ya supiera lo que sucedería a continuación, miró al suelo, sólo para quedarse paralizado al ver un enorme agujero oscuro y profundo abrirse a sus pies... Al siguiente instante perdió de vista al sujeto, mientras se escuchaba a él mismo gritar a capela con su compañero al tiempo que los dos caían y eran tragados por aquella penumbra. Luego de eso, ya no supo qué pasó.
 
 
Saga se despertó y se sentó de golpe. Luego de haberse dejado caer en la arena, el cansancio le hizo quedarse dormido.
Algo no andaba muy bien que digamos, y aunque no podía sentirlo, sabía que era algo relacionado con sus compañeros... Se puso entonces de pie, miró al frente y siguió corriendo.
 
Y no era el único que corría. Luego de haber ido a paso lento y precavido, Seiya y Aldebarán habían acabado corriendo hacia el centro de la neblinosa casa de Acuario.
Una extraña energía había aplastado el ambiente de súbito, energía la cual, por cierto, era demasiado diferente a cualquiera a la que estaban acostumbrados los dos santos, ya que no era ni la de sus compañeros, ni la de alguna armadura, vamos, ya ni siquiera la de la sombra fea y fría.
Al aumentar su velocidad, no tardaron mucho en llegar al lugar en el que supuestamente debería estar descansando Camus... pero en vez de ver al santo de Acuario o a Hyoga, lo único que encontraron sus impactadas miradas, fue con un enorme agujero cuya profundidad debía ser equivalente a su densa oscuridad.
 
Seiya: (asomándose) ¡¿Qué rayos significa esto?!
 
Aldebarán: (viendo alrededor) No lo sé; pero no hay rastro de Camus ni de Hyoga.
 
Aldebarán se había quedado unos pasos atrás del curioso Seiya. Este último por su parte, veía el tenebroso panorama sin saber qué hacer.
Nuevamente esa sensación de temor, por lo que hubiera pasado con Hyoga y el maestro de éste último, se apoderaba de él... ¿y si hubieran sido tragados por la oscuridad de ese enorme abismo?... y hablando de aquel hoyo ¿a dónde iría a dar? ¿sería infinito?
Una extraña idea le atravesó la mente: ¿y si salto? (de veras que este es cabezota a veces)...
Bueno, aquello sería demasiado estúpido considerando la nula información que tenía sobre lo que estaba pasando dentro de Acuario... pero ¿y qué? Ya antes habían saltado a lo loco por remolinos y agujeros sin detenerse a pensar si estaba muy hondo o si podrían acabar muertos... ¿qué hacer ahora?
 
Aldebarán: Seiya... regresemos a la entrada a esperar a los demás.
 
Seiya: (volteando a ver a Aldebarán) ¿Eh?
 
Aldebarán: Siento una energía demasiado extraña emanando de todo este lugar... es demasiado peligroso que permanezcamos aquí.
 
Seiya: Pero...
 
El joven dudó sobre lo que era correcto o no hacer en esos momentos... Y fue entonces cuando sintió algo extraño... era como... ¿una energía?... miró a su espalda, pero no había nada... sin embargo, esa energía seguía ahí, como si se moviera... ¿sería a lo que se refería Aldebarán?
 
Aldebarán: ¡! ¡Seiya quítate de ahí!
 
El santo miró a Aldebarán mientras arqueaba una ceja... y le miró con un rostro extremadamente preocupado... y luego, sintió que se le movía el piso, y volteó a sus pies, sólo para descubrir que el agujero empezaba a crecer, y, como se había acercado tanto, al siguiente momento fue engullido por la oscuridad dentro de este sin poder hacer nada al respecto.
 
 
Después de haber mandado a sus enemigos a quién sabe dónde, Tiphón apareció a un lado de la diosa Hebe, quien esperaba ansiosa en uno de los pasillos más anchos dentro del recinto principal. Una vez ahí, ella lo miró con un rostro reposado, pero bastante incómodo.
 
Hebe: ¿Y bien?
 
Tiphón: Eran sólo dos, ya los he mandado al laberinto.
 
Hebe: ¿Y qué hay con las otras presencias?
 
Tiphón: (movimiento negativo) Aún no los encuentro. Pero una vez a mi alcance, los enviaré con los otros cinco que ya han caído.
 
La diosa volteó a ver con severidad al guerrero quien permaneció curiosamente tranquilo ante la demandante vista de la diosa.
Pronto, su atención cambió ante la aparición de otras dos personas que, contrario a Tiphón (que se había teleportado para llegar hasta ahí), venían caminando con cierta pesadez.
 
Hebe: ¿Qué pasó?
 
Sujeto alto: (esto no me convence - . -) No hay rastro de esos dos...
 
Tiphón: Creí que los tenían acorralados.
 
Sujeto fornido: (esto tampoco - . -) Lo has dicho, los “teníamos”, pero en cuanto te teleportaste a quién sabe dónde, las presencias de ambos desaparecieron.
 
Tiphón: Eso es una locura, Iris no puede teleportarse...
 
Hebe: Ja, si serán tontos los tres.
 
Los tres: (claramente molestos) ¬_¬
 
Hebe: Iris no tendrá esa capacidad... pero sí que puede desaparecer su energía y su cosmos hasta menos que 0. Y también puede hacerlo con la de otras personas. Ella es pura energía, no lo olviden, y por lo mismo no tiene problemas controlándola. Además, este “recinto” debe tener muchos pasadizos secretos... que no conocemos...
 
Tiphón: Jm, mala hora para haber mandado a su hermana al laberinto.
 
Hebe: Lo sé... pero espero que puedan encontrarlos antes de que salgan de este lugar... es una oportunidad que no podemos perder.
 
La diosa, sin más que decir, abandonó a los tres hombres, sin siquiera voltear a verlos una última vez, o ya de perdida decirles “con permiso”.
 
Sujeto alto: Pues que engreída es esta niña... (viendo a Tiphón) ¿Por qué debemos soportarla?
 
Sujeto fornido: Sí, podríamos matarla y ya, nos costaría “nada” de trabajo.
 
Tiphón: No, aún la necesitamos para que nos ayude con su “familia”... de no ser por ella, no habríamos llegado tan lejos... Ortros, Químeros, dejen que yo me encargue de ella; a su momento, ya seré yo quien decida si es de utilidad o no para nosotros.
 
Químeros : (que viene siendo el sujeto fornido) Como quieras, pero no me vayas a salir con que te has encariñado con ella.
 
Tiphón: No, jamás podría encariñarme con cualquier ser, o cosa, relativos a Zeus... pero eso no importa en estos momentos. Hay que encontrar a Iris y a ese mocoso antes de que salgan de estos templos. Los centinelas ya empiezan a sospechar, pues no encuentran a Ilítia, y con razón... así que no dudo que podrían acabar ayudando a Iris a escaparse; y si logra ella llevarlo de regreso con Atena, sólo se complicarán las cosas. Por lo menos mientras no logre mandar a todos sus santitos al laberinto.
 
Ortros: (Que viene siento el sujeto alto) Bien, pues hagamos una cosa: mientras yo busco a ese niño, ustedes encárguense de encontrar a los santos de Atena cuyas energías se han hecho presentes.
 
Tiphón: Muy bien.
 
Esta vez Tiphón no desapareció, sino que salió del lugar, caminando junto con su fuerte compañero. El otro se fue por su lado y en dirección opuesta.