Yu-Gi-Oh! Fan Fiction ❯ El Amor Después ❯ Tormenta ( Chapter 18 )

[ Y - Young Adult: Not suitable for readers under 16 ]

Disclaimer: al César lo que es del César, YGO no es mío.
Pairings: JxS
Warnings: yaoi y derivados
 
&&&&&&&&&&
 
 
EL AMOR DESPUES.
 
 
Capítulo 18. Tormenta.
 
 
Un par de ojos azules se abrieron adormilados. Seto sonrió al recordar el motivo de su cansancio. Joey había cumplido su palabra de hacerle el amor hasta caer exhaustos -o por lo menos él. Le hacía feliz revivir esa sensación, el rubio fue cariñoso y amable. Vagamente recordaba la voz de Joey y la manera en que le llevó en brazos hacia el baño para limpiarlo con lenta devoción. Su cabello aún estaba algo húmedo con el aroma del shampoo, su cuerpo aunque adolorido, se sentía profundamente relajado, gracias al baño caliente del que fue objeto. El ojiazul decidió seguir con su siesta, hundiendo su rostro en la almohada, evitando la luz de los ventanales.
 
Un sonido apagado proveniente de las escaleras le avisó de la presencia del rubio, que subía a despertarlo, riendo al ver a su koneko encogido como el gato que era, durmiendo pacíficamente. Los ojos de Joey brillaban al ver el cuerpo del ojiazul dibujado por las sábanas, su cabello revuelto en la almohada, con una mano cerca de su rostro. Despacio, se sentó a su lado, retirando un trozo de sábana para descubrir su hombro y besarlo.
 
-¿Koneko? Despierta.
Un quejido fue su respuesta, mientras el castaño se hacía ovillo.
-Oh vamos mi koneko, ya has dormido bastante -le susurraba al oído, abrazándolo por su costado- Te he preparado un almuerzo delicioso.
Joey repartió besitos en su hombro y cuello de Kaiba cuando éste abrió de pronto sus ojos.
-¡¿Almuerzo?! ¿Cuánto he dormido? -preguntó alarmado.
El rubio rió.
-Mucho, mi koneko. Eres un gato muy perezoso -dijo burlonamente, recostándose con su mejilla pegada a la del ojiazul- o debo decir que soy todo un semental ¿qué prefieres?
Seto resopló divertido, sin interés de moverse, en los brazos de Joey, volver a dormir era una tentadora opción. Cerrando de nuevo los ojos, se pegó más al otro.
-Tráeme el almuerzo.
-No, amor. Vas a quedarte dormido otra vez para cuando lo traiga. Anda, despierta ya de una vez y vamos a almorzar. Deja de comportarte como un minino caprichoso.
El ojiazul se enroscó más.
-¡Seto Kaiba! ¿Quién lo diría? El famoso CEO de Ciudad Domino es un perfecto holgazán.
Una seña obscena fue su única contestación.
-Y vulgar.
Joey le jaló a la orilla de la cama.
-¡Ven acá, koneko! Tienes que comer.
Kaiba se dio vuelta para mirarlo alegre. El rubio le plantó un beso antes de tomar su mano para entrelazarla con la suya.
-Te amo, Seto.
 
Con lo ojos fijos en el rubio, Seto se quedó meditando en sus palabras. Anteriormente, cuando Joey lo decía, su corazón parecía estallar del ritmo acelerado que tomaba súbitamente, junto con un miedo extraño. Pero ahora, esas palabras le hacían sentir especia, lleno de júbilo. Como una señal de que aquél dolor había desparecido.
 
-Joey, yo… -tomó aire para pronunciar las mismas palabras.
 
Un frío repentino cubrió su cuerpo. Sus pulmones se colapsaron. Joey notó el temblor en Kaiba y la manera repentina en que cerró sus ojos.
 
-¿Koneko? ¿Qué pasa?
 
El ojiazul apretó sus dientes ante el dolor naciente en su pecho.
 
/No, no esta vez. No puede ser. Tengo que hacerlo. ¡Tengo que hacerlo! /
 
-… Joey… -su cuerpo fue atacado por el terror. Seto se aferró a la playera del rubio tratando de jalar aire. El frío se hizo más cruel.
 
-Seto ¿Qué ocurre? ¿Por qué tiemblas?
 
El jadeo ahogado del castaño le hizo ver a Joey que se estaba asfixiando. El temblor aumentó con un frío glacial por todo su cuerpo. El rubio se asustó al ver el estado de Seto, que comenzó a sollozar angustiado.
 
-Koneko… ¡Oh Dios! ¿Qué te pasa? Dime que hago…
-… no puedo -jadeó el ojiazul- no puedo, Joey… ¡no puedo! ¡No! ¡No!
-Por favor Seto, reacciona, vuelve a mí -rogaba, tratando de no alarmarse ante el inminente ataque de pánico del otro.
 
Joey le abrazó y Kaiba lloró de una manera tan desconsolada que provocó un llanto mudo al rubio. El ojiazul estaba histérico, revolviéndose en los brazos de Joey como si estuviera en una pesadilla. Una horrible pesadilla.
 
-Seto, mírame. Soy yo, Joey -rogó el rubio en tono alto para hacer volver en sí al castaño.
 
Una humedad en su pecho llamó su atención. Su playera estaba manchada de sangre que provenía de la mano izquierda de Seto, cuyas lágrimas aumentaron.
 
-¡Por favor, Joey! ¡Haz que pare! ¡Por favor! -exclamó con desesperación.
 
Joey buscó aprisa una toalla para limpiar su mano, aparentemente no tenía ninguna herida pero seguía sangrando…
 
-El anillo, Joey… es el anillo -dijo Seto entre sollozos- … no puedo… yo quiero… quiero decirte… ¡No puedo! ¡NO PUEDO! ¡NO! ¡NO! ¡NO!
-Koneko, tranquilo, tengo…
-¡NOOOO!
 
Kaiba se revolvió de nuevo y con más bríos. Joey se obligó a sujetarlo para que no cayera de la cama; el ojiazul buscó la forma de tomarlo por el cuello como si su vida dependiera de ello. Joey miró con horror como el color azul en los ojos de Seto se tornaba negro.
 
-¡Ayúdame Joey! -gritó con dolor antes de caer inconsciente.
 
Joey se echó a llorar presa de la rabia, la impotencia y la culpa. Todo ese dolor había nacido por aquella tarde en el Parque. Era cierto que Seto se había vuelto a enamorar del rubio, prueba de que su antiguo amor era verdadero y que renacía a pesar del olvido, pero ahora no era libre de expresarlo. Ahora ese cariño tenía por cárcel el Reino de las Sombras que claramente atormentaba al castaño con sus emociones pasadas como una defensa. Eso es lo que había hecho el anillo que Atemu puso en su mano. Castigaba el corazón del ojiazul para apartarlo de Joey, haciéndole sentir el terror extremo. Aún sin la presencia del Faraón, su poder sobre Kaiba era inminente.
 
-Esto tiene que parar. Tiene que parar ahora -murmuraba Joey meciéndose junto con el ojiazul- Ya no más por favor. Sé que es mi culpa pero él no tiene porque pagar por eso. Haré lo que sea si con eso vuelve a ser libre. Por favor, por favor…
 
Apesadumbrado, dejó al castaño en la cama para buscar otra playera que ponerse. Arrojando la manchada al suelo. Con una nueva toalla, limpió la mano de Seto. El anillo brillaba, petulante de su poder. El rubio terminó de limpiar todo rastro de sangre, mientras su llanto se calmaba. Se sentó inclinado sobre el rostro de Kaiba, limpiando con tristeza sus lágrimas congeladas, su mirada cayó en la mesita al lado de la cama.
 
-Ayúdalo, Ojos Rojos. Libéralo de este dolor.
 
Seto se despertó exhausto. La punzada en su pecho no desaparecía del todo. Joey se acercó más a él, acariciando su mejilla. Levantó una mano débil para tocar el rostro del rubio, que mostraba profunda tristeza.
 
-Cachorro…
-Koneko, lo siento -sollozó Joey.
-… no… eso no es cierto… yo… no puedo decírtelo… -susurró débilmente el castaño con los ojos húmedos.
-No es necesario, lo sé. Tú me amas ¿No es así?
-Pero…
-No importa lo que haya hecho Atemu, no puede impedir lo que sientes por mí.
-Quiero decírtelo. Lo mereces, Joey.
-Shh, olvídalo. Mira, aquí -el rubio tomó la mano que ostentaba su anillo y la colocó sobre su corazón, cubriéndola con la suya- ¿Lo ves? Es aquí donde tú y yo estamos unidos sin nada ni nadie entre nosotros. Recuérdalo. Yo estaré feliz con esto toda mi vida, no importa si no me lo dices. Hay otras maneras de expresarlo… ¿Guau?
-Miau -musitó Seto cerrando sus ojos.
Joey reposó su cabeza en el pecho del ojiazul.
-Pronto voy a quitarte ese anillo, koneko, y vas a ser libre. Lo prometo.
-Para lograrlo vamos a tener que pelear contra Atemu.
-Voy. Tú y Mokuba se deben mantener al margen. No quiero que se involucren.
-¿Por qué haría algo así? -inquirió Kaiba tomando por sus mejillas al rubio- Es mi vida, después de todo y tengo que pelear por ella. Atemu…
-No, koneko. Es mi obligación hacerlo solo. Tengo que reparar el mal hecho -el castaño frunció el ceño y Joey le besó- Ya lo entenderás. Por favor, nunca olvides que siempre te amaré. Siempre serás mi koneko.
 
Seto quiso preguntar pero el rubio lo calló con otro beso. Tenía miedo de confesarle que todo había comenzado por su culpa. No quería perderlo. Al menos no hasta haberle liberado del Faraón y ese anillo maldito. Era demasiada la angustia por la que atravesaba el ojiazul como para todavía decepcionarlo con la verdad que le aguardaba. Si podía retrasar ese cruel momento, lo haría.
 
El beso relajó a Kaiba que sonrió cansado a Joey, buscando una posición más cómoda entre sus brazos, mientras éste acariciaba su espalda reconfortándolo.
 
-A veces siento que me perderé, Joey.
-Eso no va a pasar.
-¿Cómo puedes estar tan seguro? Puede ocurrir.
-En tal caso, te buscaría hasta en el mismo infierno si fuera necesario. Mi koneko nunca se apartará de mí.
-¿Lo prometes?
-Con mi alma.
-Un alma bohemia que le deja todo al azar.
-¿Qué la vida no es así? ¿Una serie de suertes?
Seto no le contestó abrazándose solo al rubio.
-Ojalá fuera posible quedarnos así, siempre.
-Tal vez, pero te resfriarías, koneko -dijo burlonamente el rubio, haciéndole notar que sólo se cubría con una sábana- Vamos a vestirte.
 
El castaño se sentó dejando escapar un siseo de dolor que no pasó desapercibido por Joey el cual le miró en silencio, sonrojando al ojiazul. Con un manotazo le arrebató sus ropas.
 
-Yo puedo vestirme solo.
-Koneko… -Joey sabía que Seto no gustaba de sentirse tan vulnerable y mucho menos pasar por situaciones “vergonzosas” ante él; así que optó por no empeorar la situación- Voy a preparar la mesa.
 
Y tenía razón. Kaiba se sentía un completo fracasado ante sus ojos. Primero, el desmayo, luego sus lapsos de crisis nerviosa y ahora esto. Era una humillación tener que apoyarse en Joey para enfrentar problemas, que desde su punto de vista, tenía que resolver solo. Terminando de vestirse, Seto se levantó con cuidado para evitar esa punzadita de dolor. Con paso lento y un poco de cojera, se dirigió a las escaleras, bajando uno a uno los escalones y aferrándose a los pasamanos. Joey le observó cuando descendía y lo esperó al final con una sonrisa. El ojiazul lo miró con recelo pero en el penúltimo escalón, el rubio lo levantó en vilo por la cintura.
 
-¡JOEY!
 
Éste comenzó girar sin dejar de sostenerlo. Seto comenzó a reírse de su ocurrencia tan infantil y espontánea.
 
-¡Vas a tirarme! -exclamaba entre risas- ¡Cachorro!
 
Para Joey, ver reír de esa forma a su koneko después de ese episodio de trauma le aliviaba enormemente. Deteniéndose pero sin bajar al castaño, se encaminó hacia donde estaba su equipo de fotografía.
 
-¿Y ahora que vas a hacer, cachorrito?
-Quiero tomarnos unas fotos -le contestó, bajándolo en el escenario- Hoy, que ya somos amantes… -continuaba encendiendo las luces y la cámara- … quiero que Wanda nos fotografíe como un recuerdo.
 
Preparando la lente y luego el contador, se paró frente a Kaiba tomando sus brazos para acercarlo a él.
 
-Amo todo de ti, Seto. Cuando ríes y cuando lloras. Cuando ganas y cuando pierdes…
Ante estas palabras, el ojiazul inclinó su cabeza.
-No tengas desconfianza ante mí, koneko. Yo te amo tal cual eres, Seto. No por ser uno de los mejores duelistas, ni ser un exitoso CEO o amasar una fortuna; sino por ser simplemente mi koneko y anda va a cambiar mi cariño por ti.
 
Un clic le avisó del inicio de la secuencia de fotos. Durante su encuentro, Joey había descubierto que el ojiazul era sensible a las cosquillas por sus costados; así que, atacando sin piedad sus costillas, el rubio admiró como la expresión de Kaiba cambiaba de confusión a sorpresa y luego le escuchó estallar en carcajadas abiertas y francas, tratando de zafarse de sus brazos.
 
-¡No!... Ja Ja… ¡Joey!... Ja Ja... por favor…
 
Mientras la cámara tomaba las fotos, Joey no le daba cuartel a Seto entre cosquillas, besos y risas. Cuando el ojiazul ya se había quedado sin aliento, el rubio lo besó apasionadamente antes de tomar su mano para, pro fin, sentarse a almorzar.
 
Tomándose su tiempo para calmar su corazón, estómago y pulmones, un ruborizado Kaiba se sentó con precaución frente a Joey, el cual sirvió una ensalada de frutas con vasos con jugo en la mesa.
 
-Necesitas entrenamiento, cachorro -dijo burlón el castaño.
-Y tú menos mimos, koneko.
-Es tu culpa.
-¿Mía?
-No debiste de consentirme tanto desde un principio.
-Eres mi koneko. ¡Claro que voy a mimarte!
-¿Con que tuyo, eh?
-Sip. Míomíomíomíomío… -balbuceó sin cesar.
 
Entre bromas, continuaron con el resto del almuerzo. Joey levantó los platos mientras Seto se encaminaba a la sala, marcando a Mokuba desde su celular. El rubio volvió a abrazarlo por la cintura y besarle su cuello. Kaiba rodó sus ojos, riendo.
 
-Ya deja de ser tan encimoso, cachorro -le recriminó, tratando de zafarse- Necesito hablar con mi hermano…
-¿Guau?
-Miau. Ahora… ¡Joey! -protestó cuando éste le mordió por detrás de su oreja.
-¿Un besito? -pidió el rubio con un puchero y ojos de borrego muriéndose.
-Está bien -concedió el ojiazul besando al otro que aprovechó para sujetarlo mejor e invadir su boca.
 
El castaño dejó escuchar un gemido de indignación al sentir que Joey colgaba su llamada. Pero su protesta mutó a preocupación cuando el beso se hizo más candente.
 
/ ¡Demonios Joey! ¿Qué eres? ¿Un perro en celo? Todavía me siento cansado, no se diga adolorido. /
 
Quería quitarse los brazos de Joey en su cintura pero astutamente el rubio había atrapado sus manos entre sus cuerpos. A Seto no le quedaba otra opción que confiar en que el beso acabara pronto… y sin otras consecuencias.
 
&&&&&&&&&&
 
Ryou se acercaba con sigilo a la casa de Joey, buscando las señas que le habían dado para confirmar que era ésa la bodega. Se paró a pocos metros de la puerta, mordiéndose un labio entre sus dientes.
 
/ ¿Qué hago? No puedo llegar así, nada más… “¡Hola Joey! Mira estoy buscando a Bakura, sabes aún vive y me dijo que te iba a dar una mano para que te quedaras con Kaiba. ¿No lo has visto por casualidad?”. /
 
Apretó sus puños, azorado. Bakura siempre buscaba la manera de estar en contacto con él, pero ya había pasado tiempo sin que supiera nada sobre su persona y eso lo angustiaba. El Ladrón de Tumbas era muy temerario y aguerrido, pero esta vez andaba tras algo que no quería decirle. Sólo sabía que Joey y Kaiba estaban involucrados.
 
/No creí que a Bakura le gustara ser casamentera…/
 
Se adelantó unos pasos, dándose valor para tocar.
 
/ ¡Cielos! Todos en Ciudad Domino saben que Seto es el preciado “Tesoro” de Atemu. ¿Por qué Bakura querría separarlos por Joey? A él nunca le han importado estas cosas y mucho menos si tienen que ver con el Faraón. /
 
Respiró profundamente.
 
/Espero no cometer un error. Perdóname Bakura, pero me preocupas. /
 
El sonido apagado de unos neumáticos lo distrajo. Girándose, vio llegar en un auto a una recién llegada Tea y Tristán, con Yugi al volante. Los tres lo miraron extrañados pero contentos, y Tristán pronto se bajó del carro para saludarlo.
 
-¡Hey Ryou! ¡Qué gusto verte! Veo que aún sigues estudiando ¿Qué andas haciendo por aquí?
-¿Has venido a ver a Joey? -preguntó Tea uniéndose a ellos- Nosotros también. Se pondrá muy feliz de vernos a todos. ¿Cierto Yugi?
-Así es, Tea -contestó el aludido- Sólo espero que se encuentre en casa…
-Pues andando -Tea señaló a la puerta.
 
Yugi sacó su juego de llaves y abrió despacio las cerraduras. Ryou dejó que los demás se adelantaran.
 
/ ¿Qué voy a hacer ahora?/ pensó preocupado al tiempo que se abrían las puertas.
 
Los cuatro se quedaron petrificados.
 
Joey abrazaba a Seto pegándolo con fuerza a su cuerpo, mientras parecía estar muy ocupado en el cuello de un bastante sonrojado ojiazul que trataba sin mucho esfuerzo de librarse de los brazos que se ocultaron bajo su gabardina.
 
-¡J O E Y! -gritó Tea impactada.
 
El rubio dejó el cuello del castaño para mirarlos con sorpresa. No así el ojiazul.
 
-¿Kaiba? ¿Qué está sucediendo aquí? -preguntó furiosa Tea, dando zancadas hacia ellos- ¡Contéstame Joey!
-Oyeme Kaiba, ¿no se supone que “amas” a Atemu? ¿Qué rayos crees que haces aquí? -un alterado Tristán se unió a la chica.
-Yami no se merece esto… -murmuró Yugi, viendo a la pareja con desaprobación- Joey… Kaiba ¿Por qué? Tú no puedes…
-Sí, es cierto, niño rico y para empezar, aléjate de mi amigo -Tristán amenazó a Seto con sus puños- Eres un…
 
El castaño perdió la paciencia. Sin pensarlo, se zafó de Joey dando un paso firme para pelear con Tristán pero se detuvo con un quejido. El rubio volvió a abrazarlo para que se apoyara en él, dejando a los demás atónitos.
 
/ ¡Pero si ellos ya son amantes!/ Ryou los miró sonriendo con sorpresa /Entonces Bakura ya lo sabía y está ayudando a Joey ¡Qué extraño! Entonces él si debe saber donde está…/
 
-¡Basta ya ustedes! -protestó Joey, con enojo- Si vuelven a decir algo en contra de mi koneko, me voy a ver obligado a sacarlos de aquí.
-¡¿Tú qué? ¡ -preguntó Tea.
-Mi Koneko. Seto es mío ahora -replicó el rubio, sonrojando al castaño.
-¿No hablas en serio Joey? -intervino Yugi, recibiendo un asentamiento de cabeza de Joey- Pero…
-¿Estás lastimado Kaiba? -inquirió Ryou sonando preocupado.
 
Esta pregunta hizo que el tono rosado que apenas había controlado el ojiazul, se volviera más oscuro; girando su cabeza para fulminar a Joey con su mirada.
 
-¡POR TODOS LOS CIELOS, JOEY! -gritó Tristán fuera de sí- ¡TÚ Y KAIBA…
-¿Quieres saberlo Tristán? Está bien, le hice el amor a Seto ¿Feliz? Ahora háganme el favor de irse si quieren verme de nuevo como su amigo… ¡AHORA!
 
Ryou hizo un esfuerzo por no reírse ante la situación. Tea, Yugi y Tristán estaban boquiabiertos y Joey tomaba a Kaiba como si fuera lo único que tuviera en su vida.
 
/Joey al fin/
 
-Cálmense todos, -pidió el albino, colocándose entre la pareja y el resto- yo creo que no es el momento ni el lugar para discutir esto. Es la casa de Joey y tenemos que respetarla. Lo mejor será vernos en otro lugar ¿No les parece?
 
Tea, Yugi y Tristán se miraron entre sí. Tea se dio vuelta indignada y salió sin decir palabra alguna. Tristán cruzó una mirada con Joey antes de negar con la cabeza para seguir a Tea. Yugi se quedó ahí sin moverse.
 
-Tenemos que hablar, Joey -dijo saltando su vista del rubio a Kaiba- … a solas.
-De acuerdo -concedió el otro.
 
En tanto que Yugi se marchaba, Ryou se volvió hacia ellos.
 
-Se ven lindos juntos -comentó un tanto apenado.
 
De no haber sido porque Joey le sujetaba, Seto le habría ahorcado ahí mismo. Todo le resultaba muy molesto y fuera de control. Temía que Yugi dijera algo a Atemu o el resto lo acosara con argumentos estúpidos. Dando un empujón al rubio, se plantó lo mejor que pudo con toda la dignidad de la que era capaz.
 
-Nadie te pidió tu opinión.
El albino se encogió de hombros.
-Solo digo lo que veo.
-¿Tú crees que nos vemos lindos? -preguntó Joey con una sonrisa de oreja a oreja, para callar al ojiazul que estaba a punto de escupir alguna frase soez.
-Ajam. Bueno… es una sorpresa, pero yo los entiendo -balbuceó Ryou sonrojándose al recodar a su propia pareja- Oye Joey…
-Tú no entiendes nada y también te vas largando de aquí -ordenó Seto con un brazo estirado hacia la puerta- Te sabes el camino ¿no?
 
Ryou abrió la boca para decir algo pero un gesto de Joey le advirtió que era mejor que se fuera.
 
-Esto… luego nos vemos. Adiós.
 
Una vez que se quedaron solos. El ojiazul se volvió hacia Joey. Las cosas no iban de la forma en que él quería. La intimidad que gozaban se había ido al caño y ahora posiblemente tuviera que lidiar con un problema grave. El rubio colgó su cabeza, escondiendo su expresión bajo sus mechones.
 
-Cachorro…
-Ve con Mokuba, koneko. Yo te llamo después. Tengo que arreglarme con ellos -el tono del rubio tomó desprevenido a Kaiba que se quedó pasmado unos segundos antes de volver en sí.
-Son tus mejores amigos, Joey. Es obvio si están furiosos conmigo…
-Adiós, koneko -le cortó secamente el rubio.
 
Le pasó un brazo por la cintura para llevarlo a su jeep y darle las llaves para conducir. Seto lo miró fijamente, tratando de descifrar su cambio de carácter. Joey le dio un beso en la mejilla abriendo la portezuela, obligando al castaño a subirse y retirarse del lugar.
 
/Seto tiene razón, pero ahora tengo mucho en juego como para dejar que los prejuicios arruinen lo que ya conseguí/ pensó Joey mesándose los cabellos.
 
-Si en verdad son mis mejores amigos, lo entenderán… y ahora que lo pienso ¿Tea vino desde Londres solo para verme?
 
El rubio se sentó en el sofá recargando sus codos en sus rodillas. Le había prometido al castaño privacidad en su relación. Sabía de antemano que a Kaiba le perturbaría tener una relación extramarital que perjudicara su imagen y su “matrimonio”, no por la opinión de los demás sino por su empresa y Mokuba, principalmente. Esperaba decirles a sus amigos en un futuro cercano, pero esta visita improvisada cambiaba todo. Lo peor había sido su reacción, de los cuatro, sólo Ryou pareció aceptarlo.
 
/ ¿Dijo que nos entendía? Hasta donde sé, Ryou no tiene pareja y nadie me mencionó que fuera gay. Pero ese chico siempre ha sido muy noble, ni siquiera aceptaba que Bakura era malo con él/
 
Tenía que asegurarse que sus amigos estuvieran de su lado, en especial Yugi, el cual era muy apegado al Faraón. Seto podría retractarse de su decisión si ellos los presionaban.
 
-Tengo a Ryou, Tristán estará conmigo una vez que hable con él. Tea me costará un poco de trabajo pero también me apoyará. Yugi será el más difícil de convencer….
 
Alargó el brazo para tomar el teléfono. Marcó y esperó a que le contestaran. Después de muchos tonos, por fin oyó la voz al otro lado.
 
-¡POR MILÉSIMA VEZ, SNIFFLE! ¡¿CUANTAS VECES TE HE DICHO QUE EL PATO DE HULE SE QUEDA EN LA TINA?!
 
Joey se retiró el auricular ante la sarta de maldiciones que Angie profirió antes de volver a hablar.
 
-¡Oh diablos! ¿Sí? -habló con voz apenada- ¿Joey, sigues ahí?
-Vaya, al fin Angie.
-¡Warf! ¡Warf!
-¡Cállate Sniffle! Endemoniado perro, sí, es nuestro chico.
-¡Uf!
-¿Qué ocurre Joey? ¿Ya te cogiste al Kaiba ése?
-Más respeto a mi koneko.
-¡OOOOOHHHH! O sea que ya le diste la probada al pastel, pillín. Y yo que creí que para el próximo milenio ibas a hablarle. Mira, si me saliste un picaflor.
-¿Arf?
-¡Angie! Alguien puede escucharnos…
-Salvo Sniffle, no creo que a nadie más le interese saber tu vida sexual, mi amigo.
-Uf.Uf.
-¿Lo ves? Entonces ¿Qué tal? ¿Cuántos orgasmos tuviste?
-Angie, no estoy gastando una llamada de larga distancia para hablar de eso.
-¡AAAHHH! Fácil fueron más de tres… ¡Casanova! Ya me imagino a tu dragón. Escupe que escupe fuego ¿eh?
El carmesí en el rostro de Joey entró en una nueva categoría de tono oscuro.
-¡Arf! ¡Uf!
-Heya, Sniffle. Ciudad Domino se cubrió de humo.
-¡ANGIE!
-¿Quién es tu amo? ¿Quién? ¡Di mi nombre! ¡Di mi nombre!
-¡AANNGGIIEE!
-¡Wurf!
-¡Oh, sí es verdad! ¡Más fuerte! ¡Más fuerte! ¡Oh, sí! ¡Así! ¡Así!
-¡AAAANNNNGGGGIIIIEEEE!
Una carcajada se escuchó en la línea acompañada de varios ladridos de júbilo.
-Mi Joey, eres de lo más lindo. Te dejas bombardear por guerrilleros pero a la hora de encamarse, eres tan inocente como un bebé.
-Óyeme no. Tampoco soy así.
-Af. Uf. Uf.
-Sniffle tiene razón. Ha de estar bien bueno tu ojiazul ¿o no, cariño?
Joey se preguntó si el rubor dejaría alguna vez su rostro.
-Voy a colgar.
-Sé un hombre, Wheeler. Dime, ¿tienes arañazos en la espalda?
Aún sin verla, el rubio podía imaginar el rostro malévolo de su amiga al hacer la pregunta.
-Necesito tu consejo. Tengo un pequeño problema.
-¡Ajá! Apretadito el niño ése ¿eh? ¿Pues no que se lo tiraba el Faraón? Qué también déjame te digo que no estás tan mal equipado Joey. Queda claro que varita mágica le gustó más al dragón ¡Yeah, Baby!
-¡Uf! ¡Uf!
-Exacto, mi buen Sniffle, “Let's do it like they do on Discovery Channel” (i)
-¡Angie! ¡Cierra tu bocota y escúchame!
-No, hasta que me digas los detalles que quiero escuchar…
Un sudor frío recorrió la espalda de Joey.
-Jamás.
-Si quieres mi consejo, tienes que.
-Solo y sólo una pregunta.
-¿A qué sabe?
Joey consideró la posibilidad de que toda su sangre estuviera en sus mejillas.
-Eso no lo voy a decir.
-¡Entonces sí lo probaste! Pero si tarde se te hizo para darle una lamida, cachorrito.
-¿Arf?
-Luego te explico, Sniffle. Pues a sacar la champaña, que Joey es el Señor de los Dragones. Aunque hay que reafirmar la posición, amiguito… si sabes a que me refiero.
-Te llamo cuando no estés de prosaica y pervertida.
-Mira Joey, a mí no me amenazas ¡Ya me lo has dicho todo! Home Run con casa llena, sólo estoy aconsejándote. Tienes que mantener en el paraíso a tu ojiazul para que se olvide del Faraón. Así que tienes que darle duro…
-Uf.
-O como dice Sniffle, que ni pueda sentarse…
-¡Ya basta par de corruptos! ¿Vas a escucharme, sí o no?
-Okie Dokie. Soy todo oídos.
-¡Warf!
-Y Sniffle también.
-Al fin, verás…
-¿Te lo chupó?
-¡¡¡¡¡¡¡A N G I E!!!!!!!
 
&&&&&&&&&&&&& &&&&&&&&&&&&&&& &&&&&&&&&&&&&&& &&
 
(i) de la canción, The Bad Touch de The Blond Hound Gang -esa cancioncita de los tipos en París vestidos de monos…