InuYasha Fan Fiction ❯ Buscando Felicidad ❯ Acuerdos ( Chapter 6 )

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Capítulo 6: Acuerdos - - - Inuyasha estaba echando mano de todo el colorido repertorio del que era poseedor para ventilar su disgusto. “Me rompí cuatro uñas lavando tus estúpidos calzones” imitaba con voz nasal las palabras que hacía poco tiempo Kagome le había dicho a él. “Si ella lavó mis ‘estupidos calzones’” se estaba quejando “¿Qué es lo que yo estoy haciendo ahora?” El joven estaba parado en cuclillas a la orilla del arroyo lavando sus prendas de vestir, mientras reclamaba a los cielos el castigo inmerecido que le habían mandado. Después de haber cocinado la cena para los dos – que quede constancia de que lo hizo por propia voluntad y no por que la mujer con la que compartía su casa estuvo a punto de arrancarle la cabeza – descubrió que los ‘estúpidos calzones’ que su mujercita había lavado se reducían a un simple pañuelo. ¿Cómo se las había arreglado su esposita para romperse cuatro uñas lavando solo un pañuelo? Él no tenía la más mínima idea. Lamentablemente para él, Sango se había comprometido a ayudar a Kagome enseñándole a hacer las cosas, no haciéndolas ella misma, por lo que al llegar a casa, Inuyasha se había encontrado con que no había comida hecha – eso fue lo que más le dolió – varias piezas de la loza que recientemente les regalaron habían terminado hechas añicos, la casa emanaba un olor desagradable y el piso estaba manchado por una sustancia irreconocible. Ahora, el joven esposo, no solo tenía que lavar su ropa y los utensilios de cocina, también debía limpiar la casa para liberarla de esas manchas y olores extraños y por si fuera poco, debía continuar tolerando a la cascarrabias de su esposa. No vale la pena, razonaba, tendré que deshacerme de ella sin importar lo que mi mamá piense. Su madre. . . No podía olvidar la expresión de desilusión en el rostro de su progenitora. Le dolía ser la causa de esa tristeza, pero era más doloroso pensar que había sido acusado injustamente. Quería desquitarse de la causante de sus problemas, pero era conciente de que la chica no valía el esfuerzo. Buscaré una forma de sacarla de aquí sin que mi madre sospeche y sin que los aldeanos terminen burlándose de mí. Decidido, continuo lavando su ropa, sin sospechar que Kagome había tomado posesión del único dormitorio, atrancando la puerta con una aldaba y añadiendo una silla para mayor seguridad. - - - En uno de los salones más lujosos de palacio, dos elegantes figuras compartían amenamente una botella del mejor vino disponible en todo el país. “Y bien, ¿Cómo va la búsqueda de la princesa?” No había interés tras la pregunta, el único fin era continuar con la conversación “Aún no tenemos noticias” Tampoco había preocupación tras la respuesta. “No entiendo,” continuó el primer hombre en forma maliciosa “como puede la misma jovencita desaparecer dos veces en menos de una semana ¿Qué clase de vigilancia tiene este lugar?” “La mejor que el dinero pueda comprar” respondió el segundo hombre con la misma malicia en la voz “Pero no les pago para ser niñeros” El primer tipo rió mordazmente “Y ¿No se supone que es a ti a quien le pagan para hacer precisamente eso?” “Esa es mi razón principal para gestionar mi promoción con el rey” los ojos del hombre moreno tomaron un brillo juguetón “¿Promoción? Interesante forma de describir lo que planeas hacer” El tipo de cabello oscuro se encogió de hombros, mientras disfrutaba del sabor del delicado líquido en su boca. Luego de una corta pausa, el otro hombre continuó “¿Qué va a pasar con lo que me prometiste?” El tipo moreno alzó una ceja inquisitivamente “¿A que te refieres?” “No te hagas el idiota” dijo el del cabello claro, un dejo de hastío en su voz “Tenemos un trato. Yo me vuelvo príncipe, tú aumentas el capital para tu. . . ¿Cómo llamarlo?. . . proyecto” “No he olvidado nuestro trato, Hakudoshi” sonrió suspicaz el tipo moreno “Soy un hombre que cumple su palabra” “Pues si la princesa Kagome no vuelve, no veo como cumplirás tu parte” “Te recuerdo que Kagome no es la única princesa soltera de este castillo” Hakudoshi no era un hombre expresivo, pero su disgusto ante la alusión de su acompañante fue evidente “No me extrañaría que tus gustos fueran tan depravados, pero yo no soy un pedófilo, Naraku” “¡Oh, no seas tan sensible! Rin ya tiene doce años. Es casi una mujer” “La palabra clave aquí es casi. Además, sus padres no estarían de acuerdo” “Te preocupas demasiado. Puedes casarte con Rin ahora y no consumar el matrimonio hasta que te sientas cómodo con la idea. Nadie tiene por que enterarse. Y sobre el permiso de los padres. . . el rey hace lo que yo digo y la reina hace lo que el rey dice. Sin embargo, tú y yo sabemos que dentro de poco, la opinión de ellos no será necesaria” “Estas enfermo” declaró en forma simple Hakudoshi “No quiero ni pensar lo que harás cuando obtengas tu ‘promociòn’. Es un alivio saber que no estaré en el país para verte” “Es lo que no entiendo, ¿para que quieres el título de príncipe si no piensas quedarte en Irasshai?” El pálido hombre se sirvió un poco más de vino y probándolo, agregó “El mundo materialista en el que vivimos aprecia los títulos, sin importar como fueron obtenidos. Debido a las indiscreciones de mi padre, mi estatus de conde ya no es suficiente. Ser príncipe me facilitará las cosas en Misato” “¿Lo ves? Si a nadie le interesa como obtienes tu título, nadie se escandalizara al saberte casado con una. . .  mujer joven” Naraku levantó las cejas, divertido por la situación. “Naraku, me importa un bledo si logras tu objetivo o no. Sin embargo, espero recibir lo que me prometiste. De lo contrario, tus finanzas se verán gravemente afectadas” la amenaza fue clara, pero Naraku solo sonrió con más ánimo. “Hakudoshi, Hakudoshi. No entiendo tu desconfianza” “Sé que te consideras infalible, pero te recuerdo que mi familia tiene muy buenas relaciones comerciales con reconocidos funcionarios de las naciones vecinas. Una palabra mía y tu reputación quedaría arruinada de por vida. Aun cuando alcances tu objetivo aquí, quedarías comercialmente aislado del resto de países. Si no obtengo por lo que he pagado, de nada te servirán todos tus esfuerzos” Naraku miró fijamente a su interlocutor por varios segundos, sus ojos de un castaño rojizo parecían en ese momento aún más fríos que los de Hakudoshi. El joven del cabello blanco se turbó por un momento, pero no dejó caer su máscara de impasible determinación. Finalmente, Naraku rió “Hakudoshi, siempre es un placer hacer negocios contigo” El albino lo miró sin ninguna expresión. “En fin,” continuó Naraku cuando la risa ya había disminuido “Siendo honesto contigo, estoy contando con que Kagome no regrese” Hakudoshi lo miró con la sorpresa clara en su rostro. El moreno ignoró la expresión de su socio y llenando ambas copas alzó la suya y en tono jovial, brindó. “Por Rin. Quien sin duda será la más radiante de las novias” - - -  En el polvoroso camino a Himeshi, una figura solitaria se movía a paso lento. Llevaba una vara larga que le servía como apoyo. Llevaba mucho tiempo caminando, sin embargo no estaba cansado, solo un poco molesto por las razones que lo llevaron a emprender  la travesía que no tenía programada. No puedo creer lo descorteses que fueron en Utukushii. Mira que intentar matarme solo por que me equivoqué de habitación. Estaba muy oscuro. ¿Acaso fue mi culpa que el cuarto al que entré fuera el de la esposa del dueño? ¡Claro que no! y tampoco fue culpa mía que el anciano haya dejado a su joven y hermosa  mujer de veinte años sola en su habitación mientras él atendía asuntos sociales. La pobre dama estaba tan solita. Me sentí obligado a hacerle compañía. Así disertaba el hombre joven mientras exploraba con la mirada su entorno. Había sido muy afortunado de no toparse con asaltantes. Pero claro, los mal pensados imaginaron lo peor de mí ¡De mí! Tienen suerte de que yo tenga un corazón bondadoso para perdonarlos. Su buena fortuna se debía precisamente a los comentarios que oyera durante su estadía en Utukushii, una pequeña finca a medio día de distancia fuertemente custodiada por soldados - obviamente, el hacendado del lugar, un hombre muy anciano, era alguien muy influyente con el rey – los cuales aseguraban que, el camino que transitaba en ese momento, era de los más seguros en los alrededores. Al parecer, los aldeanos de Himeshi eran muy celosos de la protección de su aldea y los caminos que la circundaban. Solo me queda esperar que los habitantes de la siguiente aldea sean fieles creyentes con conciencias limpias que no duden de la inocencia de mis intenciones. Inadvertida para sí mismo, una sonrisa traviesa se formo en sus labios, dándole al bello rostro un aire de peligrosa candidez. Una hora después, el joven viajero llegaba a las afueras de la aldea. Alcanzó a ver dos jovencitas que parecían venir de lavar ropa, pues llevaban grandes cestos con diferentes prendas sobre sus cabezas. Las saludo con toda cordialidad que las chicas correspondieron. Eran dos muchachas muy lindas. Definitivamente, me gustará este lugar. - - -