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ENTRE NINFAS Y HUMANOS

Capítulo 2: Una plegaria en silencio.

Su mirada se quedo clavada en el. El niño estaba sorprendido. La criatura había dicho que acababa de matar a su hermano... debería de odiarla, pero, por no podía sentir odio hacia la criatura, odio en lugar de tristeza y lástima. Había algo en sus ojos que no le hacía creer que ella hubiese matado a su hermano. Una tristeza en su voz que al parecer nadie más noto. Solo él.... y la pequeña de cabello rojo.

Los ojos de la ninfa, como unas señoras habían dicho que era la criatura, eran increíblemente hermosos, e increíblemente tristes. Había tenido una tristeza profunda, que al parecer nadie había notado. Esta ninfa... no creía que ella hubiese matado a su hermano, había una angustia demasiado profunda en su voz, en su mirada....

Lo había sorprendido su mirada

No había miedo.

Ni furia.

En los ojos de la ninfa había visto muchas cosas, pero ningún sentimiento negativo.

Dolor

Tristeza

Melancolía

Amor

Además, cuando le clavaron la daga, no parecía haber sufrido dolor. Sus ojos se habían dilatado, pero... más parecía que había pasado eso por la sorpresa, más que por el dolor. Incluso cuando los gritos de odio, a pesar de la mirada de sorpresa y de dolor y de tristeza de la ninfa pequeña, de su mirada sorprendida, no parecía haber sufrido dolor... casi parecía como si la hubieran liberado

No sabía por que, pero algo dentro de el le decía que la ninfa no había matado a su hermano... había algo en la congoja de su voz que le hacia saber que no lo había matado. Tal vez lo había dicho solo para que la mataran...

¡LO HABÍA DICHO SOLO PARA QUE LA MATARAN!

Darse cuenta de esto paralizo al pequeño... ¿por qué alguien querría que lo mataran? No entendía bien.

Con cuidado se acercó al cuerpo inmóvil de la ninfa. En sus labios había una triste sonrisa, y sus mejillas aun estaban húmedas por las lágrimas. Y una sola lágrima quedó en una de las mejillas, intacta, inmóvil... pura.

Ninguno de los adultos dijo nada sobre que se acercará a la ninfa. Creían que la odiaba por haber sido la asesina de su hermano, que la despreciaba. Ninguno entendía que el pequeño sentía lástima por la criatura. Parecía que nadie se había dado cuenta de que los cielos estaba lamentándose. Nadie se daba cuenta de los llantos desesperados que lloraban los ángeles, ni sus gritos, ni sus lamentos. Nadie se daba cuenta de que el bosque también estaba llorando. Esto lo enojo.

¿Por qué nadie se daba cuenta de esto? ¿Por qué su hermano había sido el único en darse cuenta? ¿Por qué...? el pequeño sintió lágrimas salir de sus ojos, pero las detuvo. Hasta esa noche, él tampoco había escuchado el lamento de los cielos. ¿Por qué tendrían que ser diferentes los demás?

Casi no escucho el pésame que le daban todas las personas por donde el estaba. Había pasado mucho en una sola noche. Y su mente de doce años aun no entendía muchas cosas... pero si entendía esto.

Tanto la muerte de su hermano, como la muerte de la ninfa habían sido innecesarias. Si tan solo Dios no los odiará. Si tan solo los humanos no trataran de acabar con el bosque...

Si tan solo...

Que caso tenía.... ya no importaba...

Poco a poco, se fue quedando en silencio y en la oscuridad. Los relámpagos iluminando el firmamento. Pero él aun estaba junto al cuerpo de la ninfa, rindiéndole un silencioso homenaje.

Y fue entonces cuando la vio.

Una pequeña ninfa, que parecía casi una niña normal. No... ninguna niña tenía ese cabello rojo que parecía fuego, y tampoco esos ojos que alegres deberían de ser como una llamarada. Pero ahora, la ninfa estaba llorando. Abrazaba fuertemente a un animal que parecía un conejo, y se acercaba a la mesa casi sin importarle que la pudieran descubrir.

-- "Esmeralda..."

La pequeña se lanzó al cuerpo sangrante de la que ahora sabía era Esmeralda, y la abrazo fuertemente. Su vestido rosa oscureciéndose por la sangre del cuerpo de la ninfa.

-- "Oye..."

La pequeña lo miro fijamente. Su mirada reflejaba odio y tristeza. Las lágrimas la hacían verse aun más pequeña. Casi la hacían verse de una manera frágil.

-- "Yo..."

La ninfa salió corriendo, tomando al raro animal entre sus brazos y entró al bosque. Por alguna extraña razón, el la siguió. Gracias a su entrenamiento la pudo alcanzar. De repente al pisar un charco, la ninfa cayó al suelo. El extraño animal se quedo frente a la ninfa, como si la protegiera. El niño ignoró al animal, y se arrodillo junto a la ninfa. Pequeños y cortados sollozos salían de su menudo cuerpo.

-- "¿Estas bien?"

-- "¡Malvado!" dijo la ninfa arrodillándose, su rostro lleno de lodo y de lágrimas. - "¡¿Por qué tenían que matar a Esmeralda?! ¡Ella era buena!" Mientras hablaba, la ninfa cerró sus pequeñas manos en puños y lo empezó a golpear en el pecho. El dejo que la pequeña descargará su furia en el. Poco a poco, los golpes de la pequeña se detuvieron, y termino tomando la camisa oscura de el entre sus puños, llorando abiertamente en su pecho.

Él dudo unos momentos, no sabía que hacer. Solo sabía que las lágrimas de la pequeña entristecían aún más al bosque. Con cuidado, él la abrazo. Tenía miedo de que si la abrazaba demasiado fuerte, la pequeña se rompería. Ella se quedo inmóvil unos momentos. Nunca hubiese esperado que él la abrazará también. Fue entonces cuando escucho la voz de él, infantil, pero había una rara madurez proveniente de ella. - "No te preocupes. Si quieres puedes llorar. Esta bien". Quería gritarle que no necesitaba su permiso. Que si ELLA quería lloraría, y si no, no, quería gritarle que no la abrazará, que se alejará de ella, pero no encontró su voz para decirlo. Y dentro de ella sabía que no quería que la soltará. Quería seguir abrazándolo.... así que ignoró la parte lógica de su mente que le decía que debía odiarlo, y desahogo sus penas en el hombro de el.

-- "¿Por qué mataron a Esmeralda?" dijo en voz suave, apretando la camisa entre sus manos

-- "En verdad lo siento" dijo el, su voz también llena de tristeza -"Pero ella dijo que había matado a mi hermano"

-- "Esmeralda nunca había matado a nadie, nunca lo había hecho, era la más gentil de todos nosotros, era la más buena. Ella jamás hubiera matado a nadie"

-- "Lo siento mucho"

--- "¿Qui... quien... quien era el cazador que se supone mato?"

-- "Nos parecíamos mucho. El tenía el cabello más largo y también era bueno"

-- "Bueno, si claro -dijo sarcásticamente la ninfa- iba a matar a una inocente criatura, y es bueno"

-- "Mi hermano no hubiera matado a ninguna criatura. Nunca mató a nadie. Él siempre dijo que los cielos lloraban por eso. Y yo no le creí hasta ahora"

-- "¿Hermano?"

-- "Si... mi hermano"

-- "Hoy... hoy a.. algunas de las mayores mataron a alguien. Era un cazador... no se quien era, a las pequeñas no nos dejan estar cerca... pero... dijeron algo de que Esmeralda había estado con el."

-- "¿Sabes donde esta?"

-- "Pu puu puuuu"

El extraño animal les llamó la atención. Lentamente la pequeña se separo de los brazos del joven y abrazo al aparente conejo junto a ella.

-- "¿Qué dices?"

-- "Pupupu pu puu pu. Pu puu puuu"

-- "¿Le entiendes?" dijo el niño asombrado

-- "¿Eh? Ah si, siempre puedo entenderle a Mokona"

-- "Oh" dijo el niño, sin saber que más decir

-- "Ella... ella dice que sabe donde esta el cazador al que mataron"

-- "¿Me podría llevar?"

-- "Pu puu pu"

-- "Dice que si, vamos"

Los pequeños caminaron en silencio por un rato en el bosque, el tenebroso bosque. En el día usualmente estaba lleno de los sonidos de los animales, pero en esta noche todo estaba en silencio, parecía como si todo hubiera muerto junto con Zagato y Esmeralda. Era un bosque de silencio. Tenebroso y cruel.

El joven sintió como la pequeña se juntaba más a él, como asustada, a pesar de que estaba seguro de que conocía bien el bosque.

-- "O... oye" dijo suavemente, en su voz una nota de tristeza. Nos había si hablar o no, pero le preocupaba la pequeña. - "¿E... estás bien?"

-- "Si" dijo en un susurro, su voz demostrando que no estaba tan bien

-- "¿Qué te pasa?"

-- "Esmeralda era muy buena amiga mía. Siempre nos cuidaba a mi y a mi hermana y..." la pequeña dudo en seguir. Tenía un nudo en la garganta

-- "No tienes que seguir si no quieres"

-- "¡No me digas que hacer!" dijo, pero era más bien tristeza lo que había en su tono de voz, rabia. No hacia el niño, si no a la muerte de su amiga. -"No...no.... ¡yo te debería de matar! Por... porque.. ¡porqué mataron a los demás! ¡¿Por qué matan a mis amigos?!"

-- "Si, tal vez si deberías de hacerlo" dijo el, con lágrimas amenazando salir de sus ojos. -- "Así habría menos humanos, y el bosque ya no estaría tan triste, mi hermano siempre me decía que Dios nos odiaba. Yo no quería creerle, pero... mira como esta llorando ahora, -sigh- tal vez si tenía razón..."

-- "Eres extraño humano"

El niño sonrió levemente. - "Y, ¿tomo eso como un halago o como un insulto?"

-- "Tómalo como quieras. Yo solo te lo estoy diciendo"

-- "Vaya"

Siguieron en silencio por un rato más, una triste sonrisa formada en los labios de el. Ella de vez en cuando lo miraba, curiosa, preguntándose si todos los humanos serían así. Que joven tan extraño. Muy, muy extraño definitivamente.

-- "Y... ¿te puedo preguntar como te llamas, o estoy siendo demasiado rudo?" dijo el, tratando de que su voz sonará seria.

Ella pensó en no contestarle, pensó en no decirle su nombre, pensó en irse, en ignorar a ese joven, llevarlo a una trampa, hacer que sus amigos lo atraparan. Lo que fuera para alejarse de esa mirada azul-violeta. Esa mirada que se veía honesta.... pero... ¿y si eso provocaba que los cielos lloraran más? ¿Y si... y si eso hacia que la guerra continuará...?

-- "Hikaru" dijo en un susurro

-- "¿Perdón?"

-- "Me llamo Hikaru" dijo un poco más fuerte, sintiendo como si se sonrojará.

-- "Hikaru- repitió él"

-- "¿Qué? ¿Qué tiene mi nombre?"

-- "No, no nada- una sonrisa alegre se formo en sus labios. Sonrisa dirigida hacia Hikaru- es que es un nombre hermoso"

Sin saber porque, la pequeña se sonrojo, había algo en la voz de él. En su manera de ser, en su sonrisa. No sabía.

-- "¿Y tu como te llamas?"

-- "Latis"

Hikaru movió la cabeza como asintiendo a algo, y finalmente llegaron.

Era un claro bastante grande. Ni un árbol, ni una planta, nada estaba en ese claro. Solo en medio había un cuerpo muerto y un lobo blanco. La luz de la luna llena, de vez en cuando se colaba entre las nubes de lluvia, dándole de lleno al cuerpo, y haciendo resplandecer el pelaje del lobo. Pero el lobo no lo tocaba ni lo comía. Más bien estaba como protegiéndolo. Casi parecía como si llorará.

-- "Innova"

-- "¿Qué dices Hikaru?"

-- "Es Innova, es el guardián de los bosques. A menudo ayuda a las criaturas a escapar, pero...¿por qué estará ahí?"

-- "Vamos"

-- "¡Espera...!"

-- "¿Pero por que?"

-- "Si Innova esta ahí... - dijo ella- Innova tal vez te pueda hacer daño"

-- "¿Por qué dices eso?"

-- "No le gustan los humanos"

-- "Bueno, no es el único por lo que veo"

-- "Pu puu pu"

Ahora Mokona saltó de los brazos de Hikaru a los de Latis, como diciéndole `Avanza, no te preocupes, nada te pasará', y con Mokona en sus brazos, Latis empezó a avanzar, Hikaru atrás de él. Poco a poco el caminar de Latis se fue haciendo lento, y los dos niños empezaron a caminar el uno junto al otro, en un respetuoso silencio. Latis palideciendo un poco más a cada paso que daba, ante la vista cada vez más cercana del cuerpo de su hermano.

Innova alzó la cabeza de repente, dispuesto a defender al cuerpo que le había sido entregado para cuidar, pero al ver a los niños se tranquilizó, y al verlos estar tan cerca, en su hocico casi se formó una sonrisa, pero nuevamente vio al cuerpo y el gesto murió en su rostro animal.

-- "Zagato" Latis se arrodillo frente al cuerpo de su hermano. Su hermano... su única familia, quien lo había cuidado desde que sus padres murieron, quien le había enseñado a no ser malo, a respetar el bosque, a solo tomar lo que fuera necesario para sobrevivir, aquel a quien había acudido tantas veces estando asustado en las noches de tormentas, idénticas a esta.... ahora estaba en el suelo. Su rostro teñido por la sangre.

No sabía que hacer. Nunca había llorado. Nunca pero..... podía sentir la quemante sensación de las lágrimas en sus ojos, tratando de liberarse.

Pero no lo hizo.

Tampoco lloró esa noche. A pesar de las ganas que tenía de ponerse a llorar en el torso de su hermano, a pesar de que más que ninguna otra vez se sentía como un niño pequeño. No lloró. Apretó fuertemente un brazo de su hermano, casi como queriéndolo despertar, como queriéndole decir `Hermano ya despierta, no bromees'. Pero no hizo nada de eso. Simplemente apretó fuertemente el brazo de su hermano con sus pequeñas manos, y apretó aun más fuerte los ojos, como si fuera una pesadilla, como si al abrir los ojos todo fuera a ser un mal sueño...

Una plegaria en silencio. Una plegaria a ángeles en los que nunca antes había creído. Una plegaria a un Dios que los odiaba. Una plegaria a algo que no llegaría.

De repente, Latis sintió como algo aflojaba lentamente su mano, de una manera suave y amistosa. Al abrir los ojos se encontró con la pequeña mano de Hikaru, que tomaba dulcemente su mano. Sus ojos cerrados también en una posible oración silenciosa. Pero... no sabía por que lo estaba tomando de la mano. Pero el contacto lo hacia sentirse menos mal, y el perder algo de su angustia hizo que pudiera fijarse bien en su hermano.

Vio fijamente el rostro de su hermano, y se dio cuenta de algo. Su hermano, si bien, se notaba que había sido asesinado, había muerto tranquilo. Una sonrisa de tranquilidad y de felicidad como nunca antes le había visto estaba en sus labios. Una sonrisa idéntica a la que Esmeralda había tenido cuando estaba muriendo.

-- "Siento mucho lo que mi gente le hizo a Esmeralda" dijo suavemente, de tal manera que solo Hikaru lo escuchará, rogando por que no fuera a quitar su mano de la suya, pues en esos momentos, era lo único real que había en su mundo. Pero no se atrevió a verla a sus ojos de fuego. No soportaría ver que aun lo odiaba.

Hikaru lo vio fijamente. Su mente aun procesando todo lo que había pasado en un par de horas. - "¿Qué?"

Latis suspiró. - "No.... no se por que dijo lo que dijo. Nadie la había atrapado. Ya casi todos los cazadores habían regresado. Ya se había elegido al próximo líder. Era un compañero de mi hermano, creo. El nunca había respetado a los bosques. Y había llevado una criatura rara. No se cuál era... creo que dijeron que era un unicornio, no se... pero de repente llego... y dijo que había matado a mi hermano... -la voz de Latis sonaba distante, como si estuviese tratando de entender los motivos de Esmeralda- pe...pero... ella dejóque la atraparan. Pudo haber escapado. Todos le tenían miedo. Pero no lo hizo. Dejo que todos creyeran que ella había matado a mi hermano"

Hikaru vio fijamente a Latis en silencio. Lo que le estaba diciendo... tenía que ser falso, una mentira de humanos para que no lo mataran. Todo tenía que ser un truco. Pero algo muy dentro de ella sabía que era verdad. Algo en la voz de Latis, en su mirada, en su mismo corazón, le decían que era la verdad. Ella misma había visto casi lo mismo. Hikaru había estado con unos animales, jugando con ellos, cuando vio a Esmeralda pasar corriendo por donde estaba ella.

Había decidido seguirla para decirle que no fuera hacia allá, que hacía allá estaba el lugar de los humanos, pero Esmeralda debía saberlo bien. La siguió por los árboles, y vio todo.

Vio como Esmeralda era apresada, y encadenada a la mesa roja. Casi parecía como si quisiera morir.

Hikaru sabía que pudo haberle ayudado. Si Esmeralda hubiera dicho cualquier cosa, Hikaru hubiera atacado. Ella pudo haber hecho que las flamas crecieran, asustando a las personas. Ella era quien cuidaría el fuego. La habían entrenado desde pequeña para poder controlar a las flamas, para poder escuchar a los espíritus de las llamas. Ella pudo haber hecho algo.

-- "Y... y luego me miró - continuo Latis, y Hikaru se sorprendió al darse cuenta de que todos sus pensamientos solo habían tomado unos segundos para formarse en su mente- casi parecía como.... no se... no me miró con odio como otras criatura ven a los humanos. Y luego también esta lo que dijo...."

-- "¿Qué dijo Latis?"

-- "No nos maldijo, ni nos odio... parecía como si estuviera terminado una historia... ella dijo `Y el nunca, no el nunca supo que ella lo amaba también'"

-- "¿Que?"

-- "No se-dijo Latis encogiéndose de hombros- yo tampoco le entendí."

-- "Los adultos son raros"

-- "Si"

Nuevamente el silencio los rodeo, pero solo por unos segundos y al lluvia dejo de caer tan fuerte.

--"Siento mucho lo que mi gente le hizo a tu hermano Latis" dijo suavemente Hikaru, viendo el rostro del hermano mayor de Latis. Pudo sentir claramente la mirada de Latis en ella, antes de que Latis apretará suavemente la mano de Hikaru entre la suya.

-- "Yo también... me duele saber que ya nadie le podrá decir a las personas que los cielos lloran. Me duele el hecho de que todos lo van a dejar tal como esta. Y me duele que hayan matado a alguien para querer hacerle justicia. El matar solo traerá más muertes"

-- "Lo sé"

-- "Sigh.... tal vez deberías regresar. Tu gente se preocupará"

-- "Yo conozco bien el bosque. Los animales me conocen. Me dejan estar con ellos cuando es necesario. No se sorprenderán de que no llegue."

-- "Ya veo, y ¿tu hermana no se preocupará?"

-- "Tal vez"

Hikaru estuvo a punto de decirle que si no se preocuparían por el, pero de alguna manera, dudaba que Latis tuviera a alguien más que a este humano. A Zagato. Lentamente se levanto de donde estaba arrodillada, y se dirigió hacia una de las únicas rocas que estaban en el claro, y se sentó ahí, viendo hacia el cielo que empezaba a colorearse de lilas y rosas pastel. ¿Tanto tiempo había pasado?

-- "¿Qué te pasa Hikaru?"

-- "Ahora... ahora tu no tienes a nadie que te esperé verdad"

-- "Tengo unos amigos... pero no. Mi única familia era Zagato"

-- "Y mis amigos los mataron... tal vez no seamos mejores que ustedes" dijo Hikaru bajando la mirada, más lágrimas amenazaban de salir de sus ojos. Latis con cuidado levanto el rostro de Hikaru, una leve sonrisa en sus labios, que logro que Hikaru se sonrojará

-- "No digas eso... escucha Hikaru, nada de esto pasaría si las demás personas se dieran cuenta de que el bosque esta vivo, y no solo para que nosotros sobrevivamos. Además, incluso si eso fuera cierto, que tu gente es igual a la mía, no sería tu culpa."

-- "Pe..." un dedo silencio sus palabras.

-- "No es tu culpa. Y no estoy enojado contigo"

Al decir esto, Latis le sonrió dulcemente a Hikaru. Ella simplemente se volvió a sonrojar, asintiendo con la cabeza

-- "Yo... yo tampoco estoy enojada contigo Latis" dijo en un susurro tan bajo, que Latis casi no escucha

Se quedaron en silencio viendo el amanecer salir. La lluvia lentamente iba muriendo, casi parecía como si los ángeles hubiesen decidido dejar de llorar.

-- "Latis..."

-- "¿Si?"

-- "¿Hay otros humanos como tu?"

-- "¿A que te refieres?"

-- "A que si hay otros humanos que sepan que los cielos lloran junto con el bosque"

-- "No lo sé... tal vez si se lo diga a mis amigos... pero el único que sabía la verdad era mi hermano..."

-- "Ahora tu también lo sabes"

-- "Si, pero... ¡ya se!"

-- "¿Qué estas pensando?"

Latis se quedo unos minutos en silencio, viendo hacia el horizonte, el sol empezaba a salir.

-- "¡En que... tal vez podríamos enseñarnos los unos a los otros a no odiarnos!"

-- "Pero los adultos no escucharían"

-- "Lo se, pero... tal vez nuestros amigos... los que tienen nuestra misma edad."

-- "Si... tal vez... ¿crees que funcione?"

-- "Nunca sabremos si no lo intentamos"

-- "Nunca creí que le iba a decir esto a un humano, pero ¡tienes razón!"

Los dos niños se sonrieron. Pero era hora de regresar

-- "Tengo que irme Hikaru... tal vez se preocupen si no llego"

-- "Yo también tengo que irme... luego de lo de Esmeralda, los mayores estarán enojados."

-- "Entonces... que te parece si nos vemos mañana al anochecer aquí. Traeré a tres de mis amigos."

-- "De acuerdo. Yo traeré a dos de mis amigas y a mi hermana."

-- "¡Hasta luego Hikaru!" y Latis salió corriendo por donde había estado, con Mokona siguiéndolo para que no se perdiera. En su corazón una nueva esperanza.

Tal vez en un futuro no tan lejano, podrían hacer que los cielos dejaran de llorar. Al menos esa era su plegaria, y rogaba que alguien la escuchará. Aunque Dios odiará a los humanos, rogaba por que esta vez lo escuchará, aunque los ángeles le tuvieran lástima, rogaba por que esta vez no les tuvieran tanta y los ayudarán... tal vez... tal vez la escucharían.... rogaba por que ya no hubiera más lágrimas... rogaba por un milagro.