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ENTRE NINFAS Y HUMANOS

Capítulo 3: ¿Razón o sentimientos?.

Hikaru vio por donde había desaparecido Latis, y lentamente bajo la mano con que lo despedía. Con paso lento y solemne, se acerco hacia el cuerpo de Zagato, y a un lado, con sus pequeñas manos empezó a cavar, Innova ayudándola. En poco tiempo, el cuerpo mortal de Zagato estaba bajo tierra. El único recuerdo de que él había estado ahí era el suelo rojo que había quedado. Hikaru puso una cruz en la tumba, y luego se arrodillo, Innova a su lado. Con cuidado cruzó sus diminutas manos y empezó a rezar. No sabía por que rezaba, ni a que rezaba, pero lo hacia con toda la fuerza de su corazón. Rezaba por que Latis en verdad fuera bueno, por que no le hubiera puesto una trampa, por que sus amigos entendieran, por que sus amigas entendieran, rezaba para que ya no cayeran más lágrimas del cielo... rezaba por volver a ver a Latis

-- "Tal vez -dijo con voz suave, Innova levantando su mirada y clavándola en Hikaru- tal vez... esta tragedia ya no se tenga que repetir... tal vez... si los ángeles quieren ayudarnos... ya no tendrá que haber más muertes... Zagato... Esmeralda... por favor... ayúdenos para evitar que esto se vuelva a repetir"

Hikaru se levanto, y se fijo que al lado donde había estado Zagato, habían empezado a crecer unas flores blancas. Nunca las había visto antes. Tal vez si Esmeralda hubiera estado ahí, le hubiera podido decir el nombre de esas flores, ya que Esmeralda había sido la protectora de la vegetación. Con una triste sonrisa, Hikaru trasplantó algunas de las flores nacientes a la tumba de Zagato. En pocos segundos, toda la tumba se llenó de retoños de estas plantas, como si estuvieran destinadas a estar con él. Probablemente era el último regalo de Esmeralda.

Hikaru se levantó, y empezó a caminar hacia el bosque. Curiosamente, Innova también empezó a caminar junto a ella. Era extraño, pero Hikaru extrañaba la presencia de Latis. De alguna manera, la había hecho sentir segura. Como si estando a su lado, no tuviera que preocuparse de las posibles reacciones de su gente, y de los humanos. Y esa era otra cosa que le preocupaba. Las reacciones...

¿Qué pasaría si su gente descubría que había estado junto a un humano? No solo eso, si no que no lo había matado, y lo había abrazado. Aun peor, había prometido volverlo a ver, y llevar a algunas de sus amigas.

La razón le decía que todo eso era una trampa. Que seguramente Latis era tan malo como los demás humanos, que seguramente, ahora estaban poniéndoles una trampa, para matarlas. Después de todo, así eran todos los humanos... ¿o no? Solo pensaban en ser los mejores, en superar a Dios, en convertirse en dioses ellos mismos, y por eso, todo su hogar estaba destinado a la destrucción. Todo esto se lo decía la razón. Pero su corazón no creía ninguna de estas razones.

Sus sentimientos le decían que podía confiar en Latis. Que Latis era diferente a los demás humanos, que él no la traicionaría, ni a ella ni al recuerdo de su hermano. ¿Qué acaso Latis no le había enseñado a sentir el llanto de los ángeles? Además, Hikaru lo vio pelear por que las lágrimas no salieran de sus ojos, vio la mirada de sufrimiento que había en sus ojos al ver a su hermano. La sinceridad en la mirada triste y distante de Latis había llegado a su alma. No podía haber mentido... ¿o sí?

Ese era el mayor problema de Hikaru, mientras se acercaba a una cueva, donde ella y sus amigas guardaban algunas de sus cosas. No podía llegar a su aldea con el vestido lleno de sangre. Las ninfas tenían un sentido del olfato muy desarrollado, seguramente podrían oler la presencia de Latis y de la sangre de Esmeralda en ella. Al llegar a la cueva, se aseguró que no la hubieran seguido, y ya adentro, prendió una pequeña fogata. Se cambió rápidamente de ropa y quemó su vestido, luego se frotó el cuerpo con hierbas aromáticas, tratando de borrar el olor de sangre que emanaba de su cuerpo.

Quería borrar de su mente las imágenes de Zagato y Esmeralda muertos, tendidos en su propia sangre.

Borrar por siempre el sentimiento de tristeza que la llenaba al saber que habían muerto por una injusticia.

A pesar de lo queLatis le había dicho, en cierta manera se sentía responsable. Si bien, Hikaru nunca había matado a nadie, y Latis era al primer humano al que se acercaba, se sentía responsable, porque desde siempre, había odiado a los humanos, los había despreciado, por separar familias, por acabar con sus amigos del bosque. Siempre había creído las palabras de los mayores de su aldea, de que todos los humanos eran malos, y ella y sus amigas habían odiado a los humanos, y sin saberlo habían traído más lágrimas a este mundo que se ahogaba y se pudría por ellas.

¿Razón o sentimientos? ¿Quién tenía la razón? ¿A quien le tenía que hacer caso?....

Su madre, Deboner, diría que a la razón.

La razón era la que le decía dónde esconderse cuando un humano se acercaba. Le decía que frutas podía comer y cuales no... pero... la razón le decía que odiará a los humanos, que desconfiará de ellos y los matará... la razón había sido lo que había acercado a Esmeralda a Zagato. La razón había sido la que hizo que su familia y amigos matarán a Zagato. La razón le decía que odiará a Latis.

Esmeralda, quien siempre había cuidado a las ninfas jóvenes, hubiera dicho que a los sentimientos.

Los sentimientos eran los que la hacían sentirse segura con su familia, los que le decían que haría lo que fuera por proteger a su familia y a sus amigos... pero... los sentimientos habían matado a Esmeralda. Porque sí bien, no sabía que era lo que su amiga había sentido por Zagato, algo había sentido; rompiendo una ley que no estaba escrita, porque nadie creía necesario mencionarla ni escribirla. Porque nadie había creído que alguien podría ser tan estúpido, o tan inteligente...

Nunca sentirás aprecio por tu enemigo.

No era un mandamiento, pero debió de haberlo sido. Debió de haber estado escrito, deberían de repetirlo día y noche, hasta que quedará clavado en las almas de todos...

Pero ahora ya era tarde para Hikaru, y ella lo sabía bien. Ella también ahora ya había violado esa ley.

Antes había sentido odio por los humanos... ahora... sentía amistad hacia uno de ellos.

Con cuidado apago la fogata y salió asegurándose de que no hubiera humanos ni nadie más cerca. Acarició con cuidado la cabeza de Innova, sonriéndole, pues sabía que él guardaría su secreto. Innova lamió suavemente la mano de Hikaru, sellando su promesa. Él también ayudaría para evitar más lágrimas de los cielos. Con una sonrisa, Hikaru se despidió de Innova, y subió a un árbol.

Ágilmente fue saltando por las ramas de los árboles, acercándose cada vez más a su hogar. En su interior trataba de no sentir temor, pues podrían olerlo. Nunca había sido buena mintiendo, y menos aun a su madre y a su hermana.

La líder de las ninfas... Deboner.

No era su madre biológica, pero cuando los cazadores mataron a su madre verdadera, Deboner la había recogido a ella y a su hermana Nova, y desde entonces las había cuidad. Ella las había protegido de todo y de todos. A pesar de que parecía fría y de que nunca les demostraba afecto, Hikaru creía... esperabaque sintiera algo por ellas dos.

Finalmente llegó a su hogar. Un lugar secreto del bosque, rodeado de árboles. Nadie podía llegar a su hogar por pie, tenía que ser saltando por los árboles, o por el río, y aun así era probable que se perdieran. Si alguien iba a pie, los animales lo atacarían, arrancándole la vida y el alma y el espíritu atormentado vagaría por siempre entre las sombras de los árboles. Los mismos árboles se contorsionarían y torcerían sus ramas, impidiendo que alguien se acercará demasiado al lugar secreto, guiándolo hacia los acantilados, o hacia los animales hambrientos. Su hogar era un paraíso rodeado de un infierno.

Bajó lentamente de los árboles, buscando con la vista a sus amigas o a su hermana, pero no parecía haber nadie. Hikaru empezó a caminar, agudizando su oído, por si escuchaba a alguien o a algo. Pero todo parecía un pueblo fantasma.

Entonces escuchó voces, provenientes de la caverna principal. Hikaru apresuró el paso, parecía como si hubiera una discusión. Podía escuchar la voz de su madre, y de algunos mayores.

-- "¡No podemos salir, acabaran con nosotros!" Decía un anciano de barbas blancas.

-- "¡Pero tenemos que ir a buscar a Hikaru y a Esmeralda! ¡No han regresado!" Decía una mujer de piel morena y cabello rosa.

-- "¡Ellas dos saben bien que no pueden salir el día de hoy!" dijo la amiga de Esmeralda, de cabellos negros con tintes púrpuras

Hikaru se detuvo en la entrada de la cueva, nuevamente sintiendo miedo. Tendría que ser ella la que les dijera que Esmeralda estaba muerta. Su aliento se congelo en su garganta. El miedo la estaba paralizando, y lo que menos quería es que alguien supiera que tenía miedo. Pero fue demasiado tarde.

-- "¡Hay alguien afuera!" Gritó Deboner, levantándose.

Hikaru sintió ganas de correr, ante la voz tan fría de su madre, pero, ¿por qué tendría que correr? Era su familia. Era ahora cuando estaba a salvo... ¿o no?

Cien o ciento veinte ninfas salieron, entre hombres y mujeres. Todos se sorprendieron al verla. Rápidamente, Hikaru fue abrazada por sus amigas y por su hermana.

-- "¿Dónde estabas Hikaru?" Dijo su amiga de cabellos y ojos azules, Umi.

-- "¡Estábamos preocupadas!" Dijo su hermana Nova, idéntica a ella, pero de cabellos rosas en lugar de rojos, y llevaba su largo cabello suelto.

Hikaru las abrazó fuertemente, mientras veía de reojo a Fuu. Tenía el cabello rubio color miel, y grandes ojos verdes... se sentía mal al verla... ya que Fuu era la hermana menor de Esmeralda.

-- "Hikaru... ¿sabes donde esta mi hermana?" Preguntó Fuu, una vez separaron su abrazo.

-- "Yo..." dijo Hikaru bajando la vista, sintiendo su corazón latir a mil por hora. No podía mentirles respecto a la muerte de Esmeralda... pero si decía lo que había visto... considerarían a Esmeralda una traidora... y si llegaban a saber que ella había estado con un humano... el castigo sería peor que la muerte... la desterrarían, le quitarían sus poderes. Estaría por siempre sola, sin nadie que la acompañará, odiada por los humanos y por su familia... por siempre sola.

-- "Hikaru, dime ¿donde estuviste? ¿Y dónde esta Esmeralda? Saben que esta prohibido salir estos días" Hikaru bajó la mirada, tratando de no ver los ojos azul hielo de su madre. Siempre conseguían sacarle la verdad. Nuevamente sentía el miedo salir del fondo de su estómago...

-- "Esmeralda esta..."

-- "¿Dónde esta Esmeralda?" Dijo más seriamente Deboner.

-- "Esta muerta..." dijo muy débilmente Hikaru. Automáticamente, todo el mundo guardó silencio. El trino de los pájaros murió, la respiración se hizo silenciosa, incluso el río dejo de alegrar el día con su música. Todo parecía haber adquirido un tono gris y enfermizo. Si alguien hubiese tirado un alfiler, este se hubiese escuchado con claridad.

Pero lo que sonó fue mucho más triste, más lastimero, más real.

El llanto de Fuu.

El gemido pudo haber resonado por todo el bosque... era como un ave muriendo. Cayó de rodillas, tapándose el rostro con las manos. Umi se separó de Hikaru y fue a abrazar a su amiga sollozante, mientras ella también lloraba. Las amiga de Esmeralda, Alcyone, se tapó el rostro con una mano, los ojos abiertos por el terror. Cientos de sollozos escaparon de las gargantas de las ninfas.

Hikaru también sintió las lágrimas en sus ojos, naciendo con nueva fuerza... la mesa roja.... la sangre de Esmeralda llenando el suelo.... las lágrimas de todo el mundo y de los ángeles ahogándolos.

-- "¿Qué pasó?"

Tenía que mentir.... aumentar el odio que ya existía y que ya era demasiado.... pero no podían saber la verdad.... no le creerían.... no le creerían que Esmeralda había sentido algo por un humano.

-- "Los... los humanos la atraparon.... yo.... la seguí.... quería ayudarla.... pero Esmeralda me vio y me dijo que no hiciera nada.... yo.... yo creo que tenía miedo de que me pudieran hacer algo..... e-ellos la encadenaron en u-una mesa roja y... y... y....."

Nuevamente empezó a llorar, cubriendo su rostro con sus manos. Alcyone la abrazó, tratando de calmarla. Todos estaban sorprendidos… enojados… tristes…

En brazos de Alcyone, Hikaru volvió a revivir todo lo que había pasado...

Sangre...

Llanto...

Muerte...

Un deseo...

Latis...

Tenía una promesa que cumplir.

-- "¡Malditos humanos! Por lo menos tú estas bien, ¿no es así Hikaru?"

-- "S…sí madre…"

-- "Tenemos que ver la forma de acabar con los hombres. Tenemos que recuperar este mundo. Alcyone, Sohma, llévense a los pequeños por favor."

Una chica de cabellos verde oscuros y piel morena y Alcyone tomaron a las ninfas más pequeñas y los llevaron hacia una de las chozas

-- "Quédense aquí, de acuerdo" les pidió levemente Alcyone. Su alma estaba destrozada. Le había sido arrancada cruelmente por una ninfa inocente, que lo único que había hecho era decirle lo que había pasado con su ser amado.

Sus ojos violeta suplicaban poder liberarse de las lágrimas que le provocaba la partida de Esmeralda. Su todo. Pero no podía hacer eso, por que de empezar a llorar, no estaba segura de poder terminar. Y de empezar a llorar, sentiría lástima por si misma. No quería sentir lástima, porque la haría sentirse débil.

Quería sentir odio... odio contra los malditos humanos que habían matado a Esmeralda. Odio para poder ser fuerte y derrotarlos

De reojo vio a Fuu que seguía llorando, sus pequeños ojos ya estaban rojos de las lágrimas que habían caído. Acarició su cabeza antes de alejarse de ella. Era tan parecida a Esmeralda... sus ojos tenían el mismo tono verde, y la misma mirada triste. Salió de la habitación, mientras Sohma la seguía con la mirada.

Tanto dolor, y ella no podía evitarle ese sufrimiento

-- "Escuchen, por favor, pórtense bien. Esta noticia es muy triste para todos."

-- "Si Sohma..."

Con una última sonrisa, o al menos intento de sonrisa- hacia las pequeñas, Sohma salió para encontrarse con Alcyone, recargada contra la pared de la choza, apretando los ojos fuertemente.

-- "Alcyone..."

-- "¿Por qué...? Sohma... yo estaba dispuesta a saber que no me amaba... a sólo estar a su lado... ¿por que me la tenían que quitar?"

Las palabras de Alcyone se clavaron profundo en el corazón de Sohma, y su alma lloro y sangró ante esas palabras... ella misma se preguntaba lo mismo... por que Esmeralda no pudo amar a Alcyone, para que así su amada fuera feliz, y ella en su desamor y soledad, pudiese disfrutar de la dicha de ella. Nunca hubiese querido tenerla que ver así...

Tan... tan frágil... tan débil... tan triste...

Tan derrotada.

La abrazó con fuerza, permitiendo que los ojos cansados de sostener el lamento de Alcyone se desahogaran en su hombro.

-- "Todo estará bien Alcyone... solo llora..."

-- "¿Por qué me ayudas así Sohma...? Sabes que yo no..."

-- "Pero yo a ti si. Y no me importa lo que llegue a pasar. Estaré ahí para ti siempre"

Alcyone solo asintió, antes de volver a llorar en brazos de su mejor amiga. Por ella, por Esmeralda, por Sohma... por todo lo que pudo ser y ya no sería.

-*-*-*-*-*-

Hikaru cerró la puerta lentamente. También era por ellas que tenía que convencer a sus amigas. Volteo a verlas lentamente. Todas estaban llorando, todas estaban tristes, todo por culpa de un odio mal infundado que debería haber muerto hacía muchos años.

Su corazón palpitaba con fuerza y con miedo, y sintió como sus manos se empapaban por el sudor.¿Lo entenderían? ¿La apoyarían? ¿o la considerarían una loca? ¿La delatarían a los mayores?

Desgraciadamente solo había una forma de saberlo.

-- "A-amigas..."

Tres pares llorosos y tristes de ojos voltearon a verla. La expresión de las tres era la misma. Dolor, cansancio, incertidumbre, miedo... por favor, rezó Hikaru, por favor permite que ellas entiendan. Que no me vean como una loca.

-- "Tengo algo que decirles"

-*-*-*-*-*-

Latis corrió con Mokona en sus brazos sin detenerse ni un solo segundo. Una voz se lo decía. No te detengas, o nunca llegarás. Detente, y no volverás a ver a tus amigos, ni a nadie más. No verás de nuevo a Hikaru.

El bosque se le antojaba diferente ahora que sabía el secreto. Las ninfas no eran malas. Los animales no eran enemigos. Ellos mismos lo eran. Ahora veía a los árboles con nuevo respeto, y se sentía miserable por la vez en que talló sus iniciales en el tronco de un árbol.

Finalmente llegó a su aldea. Se veía tan distinta ahora que sabía la verdad. Tan sombría, tan cruel, tan sanguinaria. Cómo había cambiado su mundo en tan solo unas horas.

Ahora estaba solo. Sin familia. Huérfano. Con asco a lo que decía su hogar, con una verdad demasiado pesada sobre sus hombros infantiles.

-- "Pupupuu..."

-- "Estaré bien Mokona. Pero tu quédate aquí. Nos veremos al anochecer aquí mismo, ¿de acuerdo?"

Mokona pareció dudar unos momentos, pero finalmente, se fue saltando hacia dentro del bosque. Latis sonrió levemente ante esto, antes de con paso serio y triste entrar a su aldea.

Muchos se detenían a verlo, y le daban miradas de lástima. ¡Odiaba eso! Odiaba que lo vieran y murmuraran sobre él. Todos lo miraban... pero nadie se acercaba a él para preguntarle como se sentía.

A nadie le importaba.... estaba solo.

-- "¡Latis!"

El pequeño volteo, y se encontró con un adulto que venía corriendo por la calle. Era muy alto, tenía cabellos castaños oscuros y ojos café. Su cuerpo era atlético, y en sus rasgos se notaba que había estado muy preocupado.

-- "¡Tío Geo!"

El hombre llegó hasta él. Se arrodillo frente a él, y empezó a observar todo el cuerpo del pequeño, asegurándose de que estuviera bien. Una vez se dio cuenta de que estaba completo y sin heridas, dio un largo suspiro, antes de enojarse. Había estado preocupado toda la noche, y aunque sabía que no debía regañar al niño en esos momentos, pensó que una suave reprimenda no le haría mal.

-- "¡SE PUEDE SABER QUE ESTÁS PENSANDO JOVENCITO! ¡Ayer casi muero del susto cuando no te encontré!", aunque tal vez se había enojado un poco más de lo que había debido, no entendió bien el por que de la sonrisa del niño.

No eran parientes, pero la madre de Latis y Zagato y su difunta esposa habían sido primas, y se habían querido mucho. Él también sentía un gran apreció por los muchachos, y le dolía la muerte de Zagato como si hubiera sido la muerte de su propio hijo. Sus hijos y Latis podían ser considerado primos después de todo. Pero él era el único pariente adulto de Latis, y trataría de cuidarlo. No dejaría que se sintiera solo.

-- "Lo siento tío. No fue mi intención. Estuve en mi escondite secreto." Tal vez no estaba tan solo... después de todo. Pensar en esto lo hizo sonreír. Tal vez si había esperanzas.

-- "Ya veo. Bueno, ven, vamos a casa. Tienes que cambiarte esa camisa húmeda o te dará una pulmonía."

Le sonrió dulcemente, y revolvió sus cabellos, antes de empezar a caminar. Latis se acomodó su peinado y empezó a caminar atrás de Geo. Aun estaba triste. Aun sentía que cargaba el peso del mundo en sus hombros... pero... era menos difícil soportarlo sabiendo que le importaba a alguien.

Caminaron por las calles de la ciudad, hasta que pasaron por el centro de la aldea.

Dios... lo había olvidado...

Muchos hombres empezaron a juntar leños en el centro de la aldea y el líder de la aldea, Feu, se acercó con una antorcha en su mano hacia donde estaba Latis.

-- "Latis, ya que fue esta ninfa la que mató a tu hermano, tu puedes encender el fuego..."

Quemarían su cuerpo...

Negó con la cabeza, y se alejó unos pasos. No podía hacer eso... no podía... Esmeralda...

-- "No... yo... yo no..."

-- "Feu, Latis sigue conmocionado por la muerte de Zagato. Será mejor que lo hagas tú."

-- "De acuerdo. Entonces, le diré a Seishiro que él la prenda. Fue él que regresó con la presa más rara."

Un joven de dieciséis años se acercó por ahí. Su mirada no tenía expresión, y Latis evitó un escalofrío. Dentro de sus ojos no podía ver nada... solo una gran crueldad... esos ojos le daban tanto miedo...

Latis se acercó a su tío, y jaló su manga para llamar su atención

-- "Tío... por favor... no quiero verlo... vamos a casa"

-- "Claro pequeño. No te preocupes. Nos iremos ahora mismo"

Geo levantó a Latis y lo puso en sus hombros, mientras le daba la espalda a tan dolorosa vista. Ya habían arrojado el cuerpo de Esmeralda a las llamas, y claramente Latis pudo escuchar un llanto...

Los ángeles.

Volteo la cabeza, y aunque no pudo ver claramente el cuerpo de Esmeralda, pudo ver su silueta ser consumida por las llamas. Sus cabellos rubios estaban desapareciendo... su piel blanca se iba deshaciendo... todo su cuerpo... de ella solo quedaría un puñado de cenizas.

No, se recordó. No quedaría sólo eso. Seguiría su recuerdo. De ella y de su hermano. Los recordarían por siempre... tal vez no todos, pero él nunca los olvidaría. Y podía jurar que Hikaru tampoco lo haría.

Ahora, en nombre de ellos, tratarían de acabar con el odio que los estaba acabando.

Una lágrima resbaló de sus ojos, y abrazó la cabeza de su tío. No le agradaba que lo consideraran un niño, pero en esos momentos... necesitaba sentir que le importaba a alguien, y que todo saldría bien.

No supo cuando fue que llegaron a la casa de sus primos y de su tío. Cuando abrió los ojos, se encontraba en una cama en una humilde aunque acogedora cabaña. Observó a su alrededor, y reconoció la cama como la de su primo, Águila.

Salió con cuidado de la cama, y también se dio cuenta de que no llevaba sus ropas. Las suyas estaban delante de la chimenea, secándose. Pero no había nadie cerca. ¿Dónde estarían todos?

Su respuesta llegó en forma de risas. Fue hasta la alta ventana y se asomó a la parte de afuera de la casa. Su tío Geo tenía los ojos vendados, y a su alrededor corrían cuatro niños pequeños.

Uno de ellos parecía tener la misma edad de Latis. Tenía el cabello rubio pálido, ojos color miel de mirar curioso y gentil y una hermosa sonrisa amigable.

Muy cerca de él, había un niño que parecía tener unos ocho años. Tenía el cabello castaño oscuro muy corto, y unos pícaros ojos café. Era él el que más se parecía a Geo.

Latis vagamente pudo recordar a la madre de sus primos Águila y Zaz, Presea. La recordó como una amable mujer, que siempre tuvo una palabra de aliento para él. Siempre sonriendo... hasta en su lecho de muerte. Águila se parecía mucho a ella. Sobre todo en la sonrisa.

Zaz no había podido conocer a su madre. Había muerto pocos días luego de haber dado a luz a él. Su padre, Geo, era el que le platicaba sobre ella, sobre lo dulce, buena y talentosa que era.

Los otros dos niños eran sus mejores amigos. Los conocían desde siempre.

Uno de ellos tenía el cabello verde, sujeto en una cola de caballo. Sus ropas, aunque sencillas, eran de mayor calidad que las de los otros niños. Tenía unos alegres y traviesos ojos dorados, piel bronceada y una pequeña cicatriz en el puente de la nariz, producto de una de sus tantas travesuras. También llevaba unas arracadas doradas, y una gran sonrisa estaba en su rostro. Su risa era contagiosa, aunque todos estaban riendo, al ver los intentos del pobre hombre para atraparlos. Su nombre era Ferio, y era el sobrino del jefe de la aldea.

El otro niño también parecía tener doce años. Tenía el cabello lila corto, y una cinta negra en la frente le sostenía algunos mechones. A pesar de estar jugando, y estar sonriendo, su expresión era más seria que la de Águila y la de Ferio, pero menos que la suya. Tenía unos brillantes ojos color zafiro, y llevaba un anillo en su mano izquierda. Su nombre era Clef. Nieto del curandero de la aldea, y él sería quien lo sucedería.

Latis sonrió un poco y salió al jardín. Inmediatamente, los ojos de todos sus amigos se fijaron en él, y olvidando el juego, salieron corriendo hacia donde estaba él.

-- "Latis, ¿estás bien?"

-- "Sí Zaz, no te preocupes."

-- "¿Dónde estuviste? Te estuvimos buscando ayer mucho rato." Preguntó Clef, borrando su sonrisa,

-- "Este... de eso les quería hablar..."

-- "¿Niños? ¿¿Por qué siento que ya no están cerca??"

-- "Tío Geo..."

Geo rápidamente se quitó la venda, y fue a donde estaba Latis. Nuevamente se arrodillo frente a él, y tocó su frente. Un suspiro de tranquilidad surgió de sus labios, y una sonrisa gentil cambio la anterior preocupación.

-- "Menos mal, ya bajó la fiebre"

-- "Tío... ¿podemos ir a jugar un rato?"

-- "No sé Latis. Hacia un rato estabas ardiendo en fiebre..."

-- "Por favor tío... quiero decirles algo a mis amigos..."

-- "De acuerdo. Pero los quiero a ti y a Águila de regreso en una hora. La cena estará lista en ese momento"

-- "¿A mi no me quieres de regreso papá?"

-- "No. Porque tu te vas a quedar conmigo jovencito"

Una vez dicho esto, Geo tomó a Zaz de la cintura, y se lo colgó al hombro como si fuera un costal. Esto provocó la risa de todos, menos de Zaz, que golpeaba y pataleaba en los hombros de su padre.

-- "Bueno Latis, ¿que quieres decirnos?" Preguntó Águila

-- "Mejor vayamos a nuestro escondite... ahí se los diré todo."

Los amigos asintieron, curiosos de saber que era lo que pasaba con su amigo.

Mientras, Latis solo rezaba por poder tener el valor de decirle la verdad a sus amigos.... de que ellos entendieran.... de que el espíritu de Esmeralda y de su hermano los ayudara.

Esa noche sería decisiva... para ver si el odio podía terminar.

Ojalá fuera así, ojalá el odio pudiera terminar.

Para que los ángeles dejaran de llorar, y él pudiera volver a ver a Hikaru.

>>"

Continuará....

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NOTAS DE LA AUTORA:

"En todo el mundo vivían ninfas, en las fuentes, bajo la corteza de los árboles, en las olas del mar."

"Los argivos hablaban sobre un primer hombre, Foroneo, y decían que era hijo del río Ínaco y de la ninfa Melia. La unión de un dios río y del genio de un árbol para dar conocimiento a un mortal expresa toda una concepción de la humanidad, a la que se considera divina, y al mismo tiempo semejante a todos los seres vivientes, a las plantas, a las aguas fecundantes, sometida, como la naturaleza entera, al ritmo de las estaciones, nacida de la Tierra maternal y llamada a volver a ella."

"En otros lugares se citaba a mortales precedentes de los amores de las ninfas y los dioses."

-Y con eso termina nuestra clase de historia natural, y mitología de las islas griegas-

^^UU Bueno.. si, se lo que deben de estar pensando... ¡ALANIS! ¡GAY! ¿¿CÓMO SE TE OCURRE ESO?? ^^U digan que este drogada, o lo que quiera, pero, bueno, lean esto, y ya luego opinen, por favor?.

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Sohma, (de RG VEDA, de CLAMP), es la única sobreviviente del clan SOHMA, logró conservar la vida gracias a la ayuda de Kendappa, la única persona que ama. Ha esperado muchos años y se ha entrenado para algún día, vengar su clan. Cuando decide unirse al rebelde Yasha, y al hijo de Ashura-Oh, le promete a Kendappa que, cuando todo acabe, volverá con ella.

Kendappa: Uno de los personajes más intrigantes de toda la historia, la hermosa Kendappa es una artista excepcional, ha logrado ser la arpista del emperador y sin saberlo, conquistar el corazón de Ten-Oh. Tiene a su servició a Sohma la última descendiente de un clan exterminado por Taishaku con la que mantiene lo que parece ser una relación amorosa. Pero esta bella mujer no es todo lo que parece, en realidad es el general de Este, Jikoku, que jamás se había presentado en palacio, y todo por que cuando Taishaku asesinó a su familia, se prendó de él, por que adora el poder. Pero Shurato, la espada sagrada que se oculta en el cuerpo de Ashura, también la señala como la sexta Estrella... Aunque ella ya ha hecho su elección.

Todos podrían jurar que Kendappa era el personaje más dulce de la serie, amante de Sohma, una bella artista que busca la belleza... y no una mujer enamorada del poder y de quien lo detenta, dispuesta a matar a la persona que más ama por servir al hombre más poderoso que ha conocido, quien asesino a su familia.

-°-°-°-°-°-°-°-°-°- °-°-°-°-°-°-°-°-°-°-° ;-°-°-°-°-°-°-°-°-°-°- 76;-°-°-°-°-°-°-°-°-°-°-& #176;-°-°-°-°-°-°-°-

Okay, ahora.. ¿ven el patrón? En la verdadera serie, Alanis estaba enamorada de Zagato, y él no le correspondía. Aquí, ella estaba enamorada de Esmeralda, y ella nunca se enteró.

Sohma, en RG VEDA, estaba enamorada de Kendappa, y supuestamente ella también lo estaba de Sohma, pero luego ¡BANG! La mata para hacer feliz al emperador.

Aquí, Sohma esta enamorada de Alanis, pero Alanis esta enamorada de Esmeralda por lo que no le hace caso.

Las dos han sufrido por amor, las dos no han sido bien correspondidas (V_V no tengo ni idea de por que) las dos tienen un pasado trágico, y su futuro.... V_V bueno, todos sabemos cuál fue su futuro, y... a decir verdad.... ^^ creo que se ven bien juntas.

Además ¬¬ Vamos, es un fic, puedo alterar algunos eventos (como por ejemplo el hecho de que Fuu es la hermanita de Esmeralda, y no Ferio)

El hecho es... ¿las dejo juntas y felices para siempre? ¿O que las dos sigan con su trágico destino y mueran? ^^ escríbanme y digan su voto sobre esta encuesta.

Bueno, eso era todo. ^^

Nos vemos luego.

Manden sus comentarios a hechizera_kali_cefiro@hotmail.comó hechicera_kali_cefiro@yahoo.com.mx