Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Simplemente... ¿amigos? ❯ Capitulo 10 ( Chapter 10 )

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Simplemente… ¿amigos?
Por Daulaci Serv
 
Con los personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
 
 
CAPITULO 10
 
 
Sakura y Tomoyo entraban al recibidor y se detuvieron para contemplar el ir y venir de la gente dentro de la casa de las rosas. Era tal el ajetreo que parecía una locura. La servidumbre iba y venia con cosas. Las chicas notaron que algunos muebles eran removidos de su sitio. También había personas extrañas haciéndose cargo de la decoración.
 
Globos, muchos globos, había pedido Anessa-sama cuando se le preguntó sobre sus preferencias, y sí que estaban cumpliendo con su petición, los marcos de cada puerta estaban adornados con ellos y también se les veía adornando las paredes formando diversas figuras. A Anessa-sama le gustaba la decoración tradicional, por eso no había un tema en especial, solo globos, serpentinas y muchos colores.
 
-Tomoyo -saludó desde lejos Fuutie que supervisaba a todos bajo su cargo.
 
-Hola Fuutie, todo está quedando maravillosos.
 
-¿Te parece? -preguntó acercándose a las chicas.
 
-Si, es estupendo.
 
-Hay tantos globos -comentó Sakura maravillada.
 
-Fuutie te presento a mi mejor amiga, Sakura Kinomoto -dijo Tomoyo aprovechando para presentarlas-. Sakura: esta es la señorita Li, hermana del mejor amigo de Eriol y la encargada de organizar esta fiesta.
 
-Es un placer señorita Sakura -dijo Fuutie-. ¿Te parece que son demasiados? -y señaló los globos.
 
-Oh no, no me refería a eso, se ve espectacular. Y llámame Sakura por favor.
 
-Gracias, tu también puedes llamarme por mi nombre -y suspiró mirando alrededor-. Y esta es la primera habitación que terminamos, esperen a ver el salón y el pastel -anunció emocionada-. Estoy muy nerviosa -confesó al final.
 
-¿Por qué? -preguntó Sakura.
 
-Es la primera vez que organizo un evento, este es mi primer trabajo y debo demostrarle a mi familia y a Tsukishiro que puedo hacerlo.
 
-¿Tsukishiro?
 
-Mi socio “fantasma” -explicó Fuutie-. También vendrá esta noche, seguramente para criticar cada detalle, pero… ¿por qué preguntas? ¿Lo conoces?
 
-No, no lo creo, es solo que el mejor amigo de mi hermano así se llama, Tsukishiro Yukito, pero él acaba de terminar la universidad, no creo que estemos hablando de la misma persona.
 
-Lo dudo -aseguró Fuutie-. Es obvio por la forma en que lo mencionas que es una persona agradable y Yue Tsukishiro no lo es en absoluto -terminó con una mueca de disgusto mientras miraba a un punto en particular-. Esperen un minuto… ¡ey tú! Ese adorno debe ir más arriba -y se alejó unos pasos para dar instrucciones.
 
-¿Es cierto lo que dijo? -preguntó Sakura a su amiga-. ¿Cuándo hablo de Yukito… se nota que él… me agrada?
 
-Si un poco -respondió Tomoyo sonriendo-. Pero no te apures, no se nota mucho.
 
-Tomoyo ¿recibiste la cámara? -Fuutie volvió a reunirse con ellas-. Disculpa que no la haya traído personalmente.
 
-No te preocupes, estás muy ocupada. La recibí hace un par de días.
 
-Espero que no sea demasiado complicada.
 
-Un poco -admitió Tomoyo-. Pero es una cámara genial, siempre he deseado una así.
 
-Que bueno que te guste, entonces, ¿crees poder con el trabajo?
 
-Si por supuesto, me emociona que me hayan encomendado la misión -bromeó feliz.
 
-Lo harás bien -dijo Sakura y agregó-. Eres la indicada para el trabajo.
 
-Tal vez ustedes puedan ayudarme con algo -murmuró Fuutie meditando-. Tengo un problema, bueno no es un problema, es una duda. ¿Me acompañan?
 
Las chicas asintieron y siguieron a Fuutie con curiosidad hasta llegar a la cocina donde también se apreciaba un gran movimiento. Llegaron hasta el fondo del lugar donde había varios trajes colgados y en los que se apreciaban etiquetas con los nombres de quienes los llevarían.
 
-¿Qué les parece? -preguntó levantando uno-. Son los trajes de los meseros.
 
-Pensé que sería un buffet -comentó Sakura preocupada por su escaso conocimiento sobre modales en la mesa.
 
-Si, así será, pero habrá gente repartiendo bebidas, un bar, los chicos que acomodarán los autos y una persona en el recibidor que ser hará cargo de los abrigos.
 
-Pues se ven geniales, pero no entiendo el problema o la duda.
 
-Son uniformes de servidumbre del siglo XIX, “lacayos”. Como ven son negros, pero no sé, tal vez debí pedirlos de otro color… quizá la señora Hiraguizawa preferiría algo más festivo.
 
-A mi me parece que están bien, así la gente distinguirá a los meseros pero, tal vez…
 
-¿Qué? -preguntó Fuutie observando fijamente a Sakura.
 
-Ellos, los meseros, ¿llevaran antifaz?
 
-No.
 
-Bueno si todos llevaremos antifaz, ¿por qué ellos no?
 
-No lo sé, simplemente no se me ocurrió. ¿Qué sugieres?
 
-Si quieres agregarle algo de color a los trajes podrías ponerles unos antifaces multicolor y eso también ayudaría a distinguirlos.
 
-Eso sería maravilloso, pero ¿dónde consigo los antifaces a esta hora?
 
-Yo se donde los hay, ¿quieres la dirección?
 
-Mmm, preferiría que me acompañaras si no es mucha molestia, aún no me acostumbro a la ciudad y…
 
-Está bien te acompañaré.
 
-Muchas gracias Sakura, eres un amor, te prometo que no tardaremos y estarás de regreso a tiempo para que te arreglen.
 
-¿Me arreglen?
 
-Oh lo siento, es una sorpresa, o eso dijo la señora Hiraguizawa. Ella ya se está preparando, ¿por qué no subes Tomoyo? Sakura y yo regresaremos en un santiamén -dijo ya caminando a la puerta con la otra chica de la mano.
 
-Está bien, subiré con Anessa-sama -respondió aunque dudaba que la hubiesen escuchado pues Fuutie casi corría llevando a Sakura con ella.
 
Con calma subió las escaleras y se dirigió a las habitaciones de Anessa-sama, dio unos golpes a la puerta esperando a que le abrieran.
 
-Tomoyo -saludó la señora Seri al abrir-. Entra cariño, que bueno que has llegado, ¿y Sakura?
 
-Acompañó a Fuutie a un encargo; no tardará -dijo mientras entraba.
 
La habitación de Anessa-sama iluminada por los rayos del sol carecía de la agitación que reinaba en el piso de abajo provocando que Tomoyo suspirara complacida.
 
Dio unos cuantos pasos y se encontró con Anessa-sama que permanecía sentada frente a un gran espejo mientras que un par de mujeres la atendían, mientras una la peinaba la otra le arreglaba las uñas.
 
-Tomoyo, niña, al fin has llegado -dijo sonriéndole a través del espejo-. ¿O debo decir justo a tiempo? ¿Dónde está Sakura?
 
-Vendrá en un momento -respondió y volvió a explicar el motivo de su ausencia.
 
-Pobre Fuutie -se lamentó Anessa-sama con una sonrisa-. Está tan nerviosa, temo que no podrá disfrutar de la fiesta.
 
-Es posible -dijo Seri y con un gesto de desaprobación añadió-. Aunque no lo creo, sobre todo después de ver su disfraz.
 
-¿Ella también se disfrazará? -preguntó Tomoyo feliz pues la joven le caía bien.
 
-Si, insistí un poco para ello -dijo Anessa-sama.
 
-Pero solo un poco -replicó Seri.
 
-Es tu turno niña -dijo la anciana poniéndose de pie con cuidado-. Tal vez para cuando regrese Sakura habremos terminado contigo y ella tomará tu lugar. Esperaremos a que todas estemos listas para vestirnos -finalizó con un brillo alegre en su mirada.
 
-¿También te disfrazarás? -preguntó a Seri quien simplemente suspiró resignada.
 
-Insistí mucho para que aceptara -respondió Anessa-sama sonriendo.
 
-¿Y donde están los disfraces? -Tomoyo miró alrededor emocionada-. ¿Puedo verlos ahora?
 
-Está bien niña, están en el vestidor -señaló a la puerta de espacioso vestidor, Tomoyo corrió hacía ahí y entró.
 
-¡Oh Anessa-sama! ¡Son preciosos! -exclamó desde dentro.
 
Eso mismo diría Sakura más tarde cuando le tocó su turno. Las dos chicas no podían ocultar su emoción, contagiando al fin la propia Seri que al fin parecía a gusto con la idea de disfrazarse.
 
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Eriol llegó a la puerta de Anessa-sama y se detuvo para respirar pausadamente y alejar todos los problemas de su mente. La universidad no había estado tan mal pero la oficina era siempre un campo de batalla, apenas había tenido tiempo para llegar, darse un baño y ponerse el extravagante disfraz que su abuela había escogido para él.
 
Anessa-sama había insistido en que vistiera como “Clow” un antepasado de quien se rumoraba se dedicaba a la brujería, aunque a Anessa-sama le gustaba más la versión en la que él era un Mago de gran prestigio.
 
Eriol volvió a acomodarse el extraño sombrero azul y se ajusto la túnica del mismo tono, levantó los brazos para mirarse y supuso que ese era exactamente el traje de un “mago de gran prestigio” y si alguien lo dudaba solo tenía que reparar en el báculo que llevaba en la mano. Ahora agradecía más que nunca la sugerencia de Tomoyo de llevar antifaces para evitar que alguien la reconociera a ella o a Sakura.
 
Sonrió dejando de lado sus preocupaciones, sintiendo curiosidad por los trajes que usarían ese para de hermosas chicas, sus pensamientos se vieron interrumpidos al abrirse la puerta de la habitación frente a él.
 
-Ah, con que ahí estás -dijo la señora Seri a modo de censura. Estábamos preocupadas, pensamos que no llegaría a tiempo -y siguió su camino a las escaleras.
 
-Un momento -ordenó Eriol levantando el báculo-. Deténgase ahí querida señora y dígame que le ha hecho a mi ama de llaves.
 
La señora Seri se detuvo pero reacia a volverse, cuando por fin lo hizo su cara tenía una mueca de disgusto acompañada por un sonrojo intenso.
 
Eriol tuvo que contener la risa al verle cruzarse de brazos y esperar sus palabras. La señora Seri se veía encantadora con un traje del siglo XVIII, con una amplia falda, una blusa que se ceñía a su torso y las mangas cortas, largos guantes blancos cubrían sus brazos dejando solo un poco de piel al descubierto. Parecía una gran dama inglesa. Eriol iba a decírselo pero ella lo detuvo.
 
-Alto ahí jovencito -ordenó levantando una mano-, no te atrevas a decir nada o no volveré a prepararte tus platillos favoritos.
 
-Auch -se quejó el joven llevándose una mano al estómago con gesto adolorido-. No puedes amenazar con eso a un hombre hambriento -y era verdad pues apenas había tenido tiempo para probar bocado.
 
-No te atrevas a decir una palabra.
 
-Pero yo…
 
-Nada…
 
-Solo…
 
-No.
 
-Estás preciosa Seri -se apresuró a decir-. Te vez majestuosa.
 
-No te burles de mi jovencito.
 
-Jamás me atrevería -aseguró serio y se acercó a ella para tomar su mano y hacer una reverencia-. Eres toda una dama -al levantar a vista vio que se había sonrojado de nuevo y le guiñó un ojo.
 
-Oh Eriol, deja de bromear -lo reprendió conteniendo una sonrisa-. ¿De verdad no has comido?
 
-De verdad.
 
-Veré si puedo traerte algo, tengo que ir a buscar a la señorita Li. Tu abuela quiere hablar con ella, pero anda entra y ve a nuestras niñas -dijo con ojos brillantes de emoción-. Están preciosas.
 
-No lo dudo -dijo Eriol al verla partir y se dispuso a entrar a la habitación, asomó la cabeza por la puerta abierta y dio unos golpecitos a la misma-. ¿Se puede?
 
-Adelante -respondió Anessa-sama y se volvió a ver a su nieto-. ¡Eriol! Te ves fabuloso -exclamó orgullosa, tomando su bastón para caminar hacia él-. Sabía que era el disfraz perfecto para ti, tan apuesto y gallardo -miraba satisfecha a su nieto.
 
-Gracias abuela, pero déjame verte a ti -pidió tomándole ambas manos para obligarla a estarse quieta-. Tu tampoco estás nada mal, creo que voy a tener que vigilarte muy bien, invite a algunos “viejos” conocidos tuyos y tal vez no puedan contenerse y se propasen con esta dulce…
 
-Hada madrina -terminó Anessa-sama-. Eres un adulador. Y eres un pillo como tu padre...
 
-No digo más que la verdad -e hizo que su abuela girara para ver mejor su disfraz.
 
Anessa-sama llevaba un elegante vestido dorado que brillaba levemente a la luz, era un traje sencillo de manga larga y cuello alto. El cabello iba recogido por una delgada tiara de diamantes un regalo que le hiciera su difunto esposo.
 
-Mira, tengo mi varita -señaló la abuela levantando la misma-. No eres el único que lanzará hechizos esta noche.
 
Eriol reía cuando del vestidor salieron las dos mujeres que había ayudado en el arreglo de la señora.
 
-Hemos terminado señora Hiraguizawa -dijo una de ellas que al notar la presencia de Eriol hizo una ligera inclinación.
 
-Muchas gracias chicas, han hecho un estupendo trabajo, por favor vaya abajo, el señor Tarisume las está esperando con sus cheques.
 
-Gracias señora y feliz cumpleaños -se despidieron y salieron en silencio.
 
-Ahora verás a las chicas a las que realmente tendrás que cuidar esta noche -dijo Anessa-sama misteriosa-. Chicas ya pueden salir -levantó la voz y después susurró-. Ahora veras a mis Hadas del bosque.
 
La primera en salir fue Sakura quien a pesar de estar avergonzada, se le notaba muy emocionada y se adelantó rápidamente hacia ellos.
 
El traje era de seda rosa y se ajustaba a su delicada figura, la falda corta llegaba por encima de las rodillas pero no terminaba ahí, abajo seguía con una tela transparente y de corte irregular que dejaba ver el largo de sus piernas y unas sandalias de tacón alto. Sin magas y con un escote sencillo quedaba al descubierto la sedosa piel a la que le había aplicado polvo brillante. Su cabello iba suelto y solo lo sujetaba una delicada diadema que hacia juego con el color del vestido. El maquillaje aunque ligero enfatizaba sus labios y el color de sus ojos.
 
-¿Qué te parece Eriol? -preguntó Sakura con timidez.
 
-Estoy sin palabras -admitió Eriol-. Bien podrías ser campanita de Peter Pan.
 
-Eso dijo la señora Seri, pero creo que el rubio no me sentaría bien -dijo riendo emocionada.
 
-¿Dónde está tu varita? -preguntó riendo, contagiado por Sakura.
 
-No tengo, pero si tengo alitas, mira -y se volvió dejando ver un par de alas diminutas en la parte alta de la espalda-. Espera ver el de Tomoyo.
 
Los tres se volvieron a la puerta del vestidor y de ahí apareció la chica caminando lentamente hacia ellos hasta ponerse bajo la luz.
 
Tomoyo llevaba un precioso vestido brillante color lila, con un corpiño ceñido con incrustaciones de piedras amatistas, la tela era vaporosa y se movía suavemente dando una idea de la figura que cubría, los tirantes que los sostenían también llevaban algunas piedrecillas. Le habían recogido el cabello en un especie de moño suelto, dejando caer el cabello en un montón de rizos, un par de ellos enmarcándole el rostro. Al igual que Sakura el maquillaje se centraba en los labios y ojos, estos últimos brillaban con la misma intensidad que todo en ella y sus labios… Eriol pensó que sus labios parecían más llenos y brillantes como si los hubiera humedecido con la lengua como si…
 
-¡Eriol! ¿No vas a decir nada? -lo reprendió su abuela dándole un codazo mientras sonreía.
 
-¿Y tus alas? -preguntó con voz ronca.
 
Tomoyo se volvió un poco dejando ver las diminutos alas de color y forma diferente a las de Sakura, aunque Eriol no reparó mucho en ello pues su atención se centro en el largo cuello de Tomoyo y en un punto por debajo de su nuca donde se alcanzaba a ver un lunar muy pequeño que bien podría tener la forma de una estrella.
 
-Bien -dijo en un hilo de voz y carraspeó para aclararse la garganta-. Parece que tendré mucho trabajo… para cuidar… cuidarlas a todas.
 
Anessa-sama no se podía sentir más complacida. Su querido nieto solo necesitaría un empujoncito más para ir en la dirección correcta.
 
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La fiesta no podía ir mejor, todo era risas y juegos. Anessa-sama fue quien más se divertía, observando a su alrededor y platicando con viejos conocidos.
 
Eriol había sido el encargado de escoltarla hasta la fiesta cuando ya todos estaban reunidos y fueron recibidos con aplausos. Sus dos queridas hadas los siguieron tratando en vano de pasar desapercibidas, muchos se preguntaron quienes eran y trataron de atraer su atención.
 
Al poco tiempo la señora Hiraguizawa y su nieto se abrieron paso entre los invitados para abrir el baile. Mientras esto sucedía Anessa-sama sabía muy bien donde se encontraba Tomoyo guiada en parte por los destellos de su cámara fotográficas y por las miradas de Eriol.
 
Poco a poco otras parejas se fueron uniendo a ellos. La abuela bailó todo lo que su cansado cuerpo le permitió. Al final dejó que Eriol la llevara a un sitio donde podría sentarse acompañada de otras personas y donde también tenía una vista magnifica de todo el lugar.
 
De esa manera pudo ver lo que sucedía. Sakura había sido todo un éxito entre los invitados una y otra vez cambiaba de pareja sin dejar de moverse por toda la pista. Tomoyo por otro lado se escabullía escudada en su cámara fotográfica y tomaba fotos aquí y allá tan entusiasmada que no notaba la cantidad de ojos que se posaban en ella.
 
-¿Señorita, me permite esta pieza? -preguntó una voz masculina a sus espaldas.
 
-No gracias -respondió Tomoyo elevando la voz por encima de la música mientras enfocaba en dirección a su amiga que bailaba por segunda vez con un joven rubio disfrazado de soldado-. Debo tomar fotos -explicó apretando el botón de la cámara.
 
-No más fotos -ordenó la voz quitándole la cámara. Tomoyo iba a replicar pero al volverse se encontró con Eriol-. Ordenes de la anfitriona -señaló este con la cabeza en dirección a Anessa-sama que asintió desde lejos-. Es hora de que esta Hada disfrute de la fiesta -y le entregó la cámara a la señora Seri que apareció a su lado como si hubiera sido invocada mágicamente.
 
-Pero, tengo que tomar fotos -volvió a replicar aunque no con la misma intensidad.
 
-Ya has tomado demasiadas -afirmó Erio rodeando su cintura para arrastrarla con él al centro de la pista. Tomoyo suspiró derrotada y miró a su amigo.
 
-No soy muy buena para bailar -le informó titubeando pues la música cambió a un ritmo más lento-. Casi nunca bailo...
 
-Esto puede bailarlo cualquiera -aseguró él tomando su mano para colocarla sobre su hombro y después la sujetó de la otra mano y la acercó más hacia él por la cintura.
 
-La fiesta ha sido un éxito -comentó Tomoyo agradeciendo que su antifaz cubriera gran parte de su rostro y al mismo tiempo el rubor que lo cubría en ese momento.
 
-Si, debo admitir que si -asintió Eriol mirando alrededor-, Fuutie puede estar tranquila, su primer trabajo ha sido un éxito.
 
-La he visto corriendo de aquí para allá -dijo Tomoyo buscando a la joven-. Su traje es muy… muy…
 
-¿Original? -sugirió Eriol riendo-. ¿Provocativo?
 
-Creo que ambos.
 
-Le gusta llamar la atención de eso no hay duda y sobre todo disfrutan provocando a su hermano.
 
-No he visto a Shaoran -recordó la chica-. ¿De qué viene disfrazado?
 
-No lo sé, aun no ha llegado, espero que lo haga pronto, tengo toda la intención de presentarle a Sakura.
 
-Pero creí… tú dijiste que él no quiere conocerla.
 
-Eso es lo que él cree, pero le demostraré que está equivocado.
 
-Tal vez no deberías forzar las cosas.
 
-No voy a forzarlas, solo quiero darle un empujoncito.
 
-Yo creo que si están destinados a estar juntos lo estarán no importa lo que hagas o dejes de hacer.
 
-¿Eso crees? -preguntó intrigado-. ¿Crees en el destino Tomoyo?
 
-Si -asintió ligeramente.
 
-¿Y qué crees que el destino tenga deparado para ti?
 
Tomoyo iba a responder pero una voz estridente la interrumpió.
 
-¿Señor Hiraguizawa? -preguntó una chica casi metiéndose entre ellos-. ¿Es usted Eriol Hiraguizawa, cierto?
 
Eriol y Tomoyo se miraron divertidos, todo el mundo sabía que él hombre vestido con un extraño disfraz azul era el anfitrión de la casa, lo mismo que sabía que el Hada madrina dorada era la festejada, esa joven solo quería llamar su atención como fuera.
 
Tomoyo observó con más atención a la joven que llevaba una larga peluca rubia y un vestido rojo muy ajustado, la joyería que llevaba era demasiada y a pesar del excelente maquillaje que buscaba hacerla parecer mayor se notaba que aun era muy joven. Tomoyo observó con detenimiento el cinturón que ceñía su cintura y en el había escrita una palabra en un luminoso dorado: Barbie.
 
La joven Hada tuvo que hacer un esfuerzo descomunal por no echarse a reír a carcajadas, ¿con que ese era su disfraz? La famosa muñeca de Mattel, ya recordaba haber tomado fotos de ella y de su otra compañera que también llevaba una peluca rubia peinada de diferente manera y con un vestido igualmente sexy. ¿Qué Barbie sería ella? ¿Y dónde estaba su amiga?
 
Como respondiendo a su pregunta apareció la otra joven que también representaba a la muñeca. Las dos chicas llevaban sus antifaces y Tomoyo se preguntaba quienes serían. La respuesta no tardó en llegar.
 
-No acapares al señor Hiraguizawa, Nami -dijo la joven del vestido negro con su acostumbrado tono autoritario.
 
-¡Vera! No debes decir mi nombre.
 
-Tú acaba de decir el mío -replico Vera molesta.
 
-Bueno ya no importa, ¿puedo llamarte Eriol? -preguntó Nami coqueta-. Tu puedes llamarme Nami.
 
Tomoyo permaneció inmóvil y pálida miraba hacia otro lado pensando en salir de ahí. ¡Eran Nami y vera! Eriol no le había dicho que las invitaría. Se tocó el antifaz agradeciendo el anonimato que le proporcionaba. Se animó a mirar de nuevo a las dos chica, Nami la miraba de arriba abajo midiendo a su rival. Tomoyo miró a Eriol buscando ayuda.
 
-Señorita, si me disculpan debo atender a unas personas que están llegando -mintió Eriol tomando la fría mano del Hada.
 
-Espere… Eriol -pidió Vera decidida-. ¿Podría decirme si su amigo el señor Li vendrá a la fiesta? ¿O tal vez ya esta aquí? ¿Podría hacer el favor de señalarlo? -Vera pudo ver la perplejidad en la mirada de Eriol y también en la de su amiga a la que no le había soltado la mano-. Deje que me explique, el señor Li hace negocios con mi padre y me gustaría saludarle.
 
-Comprendo señorita, pero no puedo ayudarla. El señor Li no ha llegado y no se si lo hará. Ahora si nos disculpan -se excusó con una inclinación y se alejó rápidamente llevando a su amiga con él.
 
Nami estaba decidida a seguirlos pero en ese momento el ritmo de la música cambio a dance y las parejas se apretujaron impidiéndole el paso.
 
-No tiene caso que te molestas Nami -dijo Vera por encima del ruido y empezando a moverse al ritmo de la música-. Es obvio que por el momento no va a dejar a su “amiga”.
 
Nami hizo una especie de berrinche y después de desahogarse se encogió de hombros y empezó a bailar también.
 
-Tienes razón, aunque por lo menos Eriol está aquí -finalizó Nami maliciosa-. ¿Dónde está Shaoran?
 
-Eso quisiera saber -murmuró Vera molesta.
 
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Justo en ese momento dos hombres vestidos de smoking entraban a la casa. Fuutie caminó directo hacia ellos.
 
-Vaya -pensé que no llegarías -dijo Fuutie regañando a su hermano-. ¿Y por qué no traes disfraz? ¿Ni siquiera antifaz? -y levantó una mano impidiendo que hablara-. No me lo digas, no me interesa.
 
-Buenas noches señorita Li -saludó el otro hombre que arrastró las palabras claramente divertido por haber sido ignorado.
 
-Buenas noches señor Tuskishiro -respondió Fuutie haciendo una gran esfuerzo por ocultar su malestar y ese ya acostumbrado estremecimiento que recorría su cuerpo cada vez que lo veía.
 
-¿No va a felicitarme? -preguntó el hombre con sarcasmo-. Yo si vengo disfrazado.
 
-¿Ah si? -exclamó dudosa mirando de arriba abajo el smoking color blanco, todo en él era de ese color excepto sus ojos tan grises y fríos como siempre-. ¿Y de qué viene disfrazado?
 
-Soy un ángel -respondió provocando un soplido de incredulidad en la joven.
 
-¿Un ángel? ¿Y dónde dejó sus alas, señor Tsukishiro?
 
-Las dejé en el auto, son demasiado grandes, no me dejarían caminar con comodidad.
 
-Si claro -replicó algo turbada, no estaba acostumbrada a su sentido del humor.
 
Shaoran escuchaba eso pensando que nunca se acostumbraría a esos encuentros entre ellos dos. Sobre todo por lo incómodo que se sentía al notar que todo ese mal humor y sarcasmo escondía algo más. Suspiró enfadado y se entretuvo mirando hacia la fiesta, que al parecer era todo un éxito.
 
-¿Y usted de que está disfrazada, señorita Li? -ahora fue el turno de Yue de mirar a Fuutie de arriba abajo, pero este se tomo su tiempo siguiendo lentamente cada una de las curvas que eran cubiertas por el ceñido vestido de seda chica rojo, con un cuello chino clásico, con mangas muy cortas, el largo del vestido llegaba casi al suelo. Yue no supo decidirse por su parte favorita, todo en el era interesante, pero lo mejor eran las dos aberturas a cada lado de las caderas que iban desde estas hasta los tobillos dejando ver el largo de sus piernas.
 
A propósito Yue se detuvo admirando las esbeltas extremidades y subió lentamente para admirar el elaborado peinado con dos moños a cada lado de la cabeza, poco a poco bajo la vista para mirar los ojos, apenas protegidos por el antifaz, dejando que su fría mirada dejara ver un poco del fuego que siempre escondía.
 
Fuutie se estremeció al leer el mensaje de sus ojos grises. No podía creer lo que veía, seguramente se burlaba de ella. Aspiró con fuerza y cuadró los hombros decidida a no dejarse intimidar.
 
-¿Y su antifaz? -preguntó con pleno control de su voz.
 
-Aquí está -respondió Yue sacándolo de uno de los bolsillos.
 
-Pues póngaselo -ordenó con firmeza-. Y únase a la fiesta, ya estamos a punto de partir el pastel -y dicho esto volvió a ignorarlo para dirigirse a su hermano-. Acompáñame, sabía que no vendrías disfrazado y me previne. Definitivamente no pueden entrar a la fiesta así -y sin más lo arrastró con ella por un pasillo.
 
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En otra parte de la fiesta, Eriol había logrado llevar a Tomoyo hasta un rincón alejado de todos, después de sortear a los invitados que insistían en saludarlo.
 
-¿Qué pasa princesa? -preguntó levantando su mentón con los dedos para observarla, de repente le pareció muy angustiada.
 
-¡Eran Nami y Vera! -dijo dejando salir el aire que contenía-. Vera Tessari y Nami Mishka -explicó desesperada al no obtener ninguna reacción por parte de él-. No sabía que las invitarías.
 
-Yo tampoco, tal vez la abuela conoce a alguien de su familia y lo anotó en la lista de invitados. Fuutie se encargó de las invitaciones.
 
-Que susto me he llevado -y puso una mano en el pecho.
 
-¿Por qué? No hay modo de que te reconozcan mientras tengas puesto el antifaz.
 
-Si, pero…
 
-Estoy seguro que tu misma no las hubieras reconocido si ellas no se delatan diciendo sus nombres.
 
-Es cierto -admitió un poco más tranquila.
 
-Entonces, deja de preocuparte y vamos a divertirnos -y la tomó de la mano y le dio un ligero beso en la mejilla antes de llevarla de nuevo a la pista-. Creo que están tocando nuestra canción.
 
Y dicho esto volvió a arrastrarla hasta la fiesta para hacerla girar por todo el lugar haciéndola reír sin parar.
 
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Después de felicitar a la festejada, Yue se dedicó a observar a su alrededor sorprendido al notar que su socia había puesto atención a cada detalle. La gente se divertía, los meseros estaban atentos a las necesidades de los invitados. No había duda de que la señorita Li tenía experiencia organizando eventos.
 
Yue siguió recorriendo el salón con la mirada hasta que reparó en la joven Li que se movía con suavidad entre la gente. Ella también buscaba algo o a alguien y entonces sus miradas se cruzaron. Yue esbozó una ligerísima sonrisa cuando notó que ella aspiraba con fuerza, siempre hacia eso cuando se encontraban.
 
Fuutie desvió la mirada volviendo su atención alrededor hasta que localizó a Eriol y se dirigió a él para decirle algo al oído. Mientras Eriol asentía a Fuutie le dijo algo a Tomoyo y esta se separó de él apresuradamente. Fuutie volvió a alejarse para dirigirse al conjunto que tocaba para la fiesta y le hizo señas al líder del mismo.
 
Cuando Eriol llegó hasta su abuela se disculpó con las personas que estaban con ella y escoltó a la festejada al centro de la pista, justo en ese momento Tomoyo apareció con cámara en mano y Fuutie hizo una ademán en dirección al líder del grupo y después a uno de los meseros, aunque este no comprendió de inmediato hasta que oyó que se oía por el micrófono:
 
-Señoras y Señores -la música se detuvo-. Ha llegado la hora del pastel.
 
Durante unos segundos todo fue silencio pero nada sucedió. Fuutie tuvo que apresurarse con la mayor discreción que pudo hasta que por fin las luces se apagaron y el pastel apareció abriéndose paso entre la gente que ya cantaba a la festejada.
 
-Eriol -se quejó Anessa-sama mientras veía el pastel acercarse a ella-. Te dije que no quería velas en el pastel.
 
-Vamos abuela, no puse todas las que son, si alguien tiene tiempo de contar de todos modos no sabrá tu edad real.
 
-Eso no es un consuelo -replicó la abuela dando un codazo a su nieto-. Con tantas velas y encenderemos el sistema contra incendios -se quejó la mujer viendo la colosal estructura de flores azucaradas y crema.
 
-Pero no puedes negar que el efecto es maravilloso, además yo te ayudaré a soplar.
 
-Pide un deseo Anessa-sama -dijo Tomoyo que estaba frente a ella.
 
-No hay nada que pueda desear -dijo la anciana meditando un momento pero de repente una idea se formo en su cabeza, miró a la joven frente a ella y después a su nieto y sonrió misteriosa-. Bueno tal vez si hay algo -cerró los ojos y sopló lo más fuerte que pudo ayudada por su nieto apagaron todas las velas.
 
Las luces se encendieron y a todo su alrededor se escucharon aplausos, Tomoyo no dejaba de tomar fotos, el pastel desapareció mientras los invitados no dejaban de felicitar a Anessa-sama.
 
-Que siga la fiesta -gritó Eriol por encima del bullicio e hizo una seña a los músicos para que el baile continuar. En cuanto pudo llevó a su abuela a un sitio más tranquilo seguidos por Sakura, Tomoyo y la señora Seri.
 
-En cuanto pueda -les comunicó Anessa-sama-. Me iré a mi habitación -las protestas no se hicieron esperar-. A mi también me gustaría quedarme toda la noche, pero debo retirarme a descansar, ustedes no tienes pretexto señoritas -señaló a las chicas-. Disfruten de esta última hora -y dio un beso en la mejilla a cada una al igual que a su nieto.
 
Mientras Eriol daba un último abrazo a su abuela Tomoyo y Sakura aprovecharon para platicar un poco.
 
-Tomoyo esta fiesta ha sido lo mejor que me ha ocurrido en mucho tiempo -exclamó Sakura con los ojos brillantes.
 
-No tienes que decírmelo, te he observado, has bailado con casi todos los jóvenes de la fiesta -comentó Tomoyo sonriendo-. En especial hay un trío de chicos que parecen estar esperando la oportunidad para bailar contigo.
 
-Si, ya se a quienes te refieres -dijo Sakura recordando al vaquero, al soldado y al indio con quienes había bailado varias veces-. Nunca había disfrutado tanto de una fiesta, es la primera vez que me la paso bailando todo el tiempo, ahora mismo no lo siento pero creo que no podré pararme mañana.
 
-Es posible -pensó la chica mirando las sandalias de tacón alto de su amiga. También pensó que tal vez el hecho de que se divirtiera tanto y de que no parara de bailar toda la noche se debía al pequeño detalle de que su hermano no esta cerca para espantar a cualquier joven que se acercara a ella.
 
-A ti te he visto bailar solo con Eriol -dijo Sakura-. ¿Por qué no has bailado con nadie más?
 
-Estaba tomando fotos -se excusó Tomoyo.
 
-Por favor, solo tienes que tomar algunas y estoy segura que tienes muchísimas para estas alturas, deberías animarte a bailar con alguien más. ¿Cómo conocerás chicos si no bailas con ellos?
 
-Sakura, de todos modos no podré conocer a nadie esta noche, no puedo decirles mi nombre, ¿te imaginas lo que sucedería si se supiera que Tomoyo Daidouji estuvo en esta fiesta?
 
-Es cierto, pero la idea es divertirse y pasárselo bien.
 
-Y eso hago.
 
Mientras platicaban Anessa-sama desapareció acompañada por su ama de llaves quien se moría de ganas por quitarse su disfraz. Eriol se acercó a las chicas y las llevó aparte.
 
-No lo olviden a las 12 todo el mundo se quitará las mascaras -les recordó Eriol-. Todo esta preparado como quedamos. El señor Tarisume las estará esperando en la cocina para acompañarlas hasta las habitaciones que comparte con su esposa, ahí estarán sus cosas para que se cambien.
 
-Está bien -asintió Tomoyo.
 
-Esto es muy emocionante -dijo Sakura dando pequeños brincos.
 
En cuanto volvieron a la fiesta un joven disfrazado de soldado romano llegó hasta ellos y le pidió una pieza a Sakura.
 
-Estoy un poco cansada -se disculpó ella pero al ver el gesto apesadumbrado del joven añadió-. Pero me encantaría tomar algo.
 
-¿Puedo acompañarte? -se ofreció el joven emocionado.
 
-Si, claro -sonreía divertida mientras se alejaba con el joven.
 
Cuando el trío mencionado por Tomoyo notó que otro había acaparado la atención de Hada rosa decididos los siguieron mientras que otro par centró su atención en la otra Hada y a empujones llegaron junto a ella.
 
-¿Me permites esta pieza? -preguntaron al unísono para después mirarse con enfado.
 
Tomoyo miraba a uno y a otro sin saber que responder, pues y sin la cámara como escudo no tenía pretexto para negarse.
 
-Lo siento caballeros pero esta pieza es mía -y sin decir más Eriol se llevó al Hada a la pista de baile.
 
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Shaoran apareció en ese momento por el pasillo por donde su hermana lo llevará con rapidez. No podía creer lo que estaba pasando. De alguna manera Fuutie había conseguido un antiguo traje ceremonial chico color verde y se sentía sumamente incómodo con el. Tal vez si lograba llegar a la puerta nadie se daría cuenta de su ausencia, pensó echando una mirada a la concurrencia y después a la salida…
 
-¡Shaoran!
 
Condenación. Había estado a punto de lograr escapar. Levantó la vista y vio a su hermana caminando a toda prisa hacia él.
 
-¿Qué puedo hacer por ti, Fuutie? Además de vestir este ridículo traje.
 
-No es ridículo -replicó Fuutie admirando lo bien que le quedaba el traje a su hermano-. Es un antiguo traje ceremonial que se usaba para…
 
-Ya se para lo que se usaba, lo usaba el antiguo líder del clan Li para presidir importantes reuniones con el clan y diversas ceremonias…
 
-Entre ellas las del matrimonio -interrumpió Fuutie con malicia, recibió un gruñido por parte de su hermano-. Te ha faltado el antifaz -dijo ella poniendo el mismo sobre su rostro.
 
-¿Cómo lo has conseguido? No pudiste salir de China con él.
 
-Claro que no. Fanren me lo envió por correo expreso. Tengo que mandarlo de vuelta mañana o nuestra Madre tendrá un episodio. Fue el traje que usó nuestro padre y quiere que lo uses cuando...
 
-Si, si ya se -habló taciturno y su hermana sonrió.
 
- Disfrutarás más de la fiesta con el -dijo ella mientras terminaba de colocarle el antifaz-, hay varias chicas por ahí que insisten en buscarte, no se porque.
 
-¿Ah si? ¿Quién? -preguntó mirando alrededor con aprensión.
 
-Una tal Vera Tessari.
 
-Mmmm ella -resopló impaciente-. Tenemos negocios con su padre.
 
-Pues ella quiere tener algo más que negocios contigo.
 
-¡Tiene 17 años! ¡Es una niña!
 
-Pues si vieras el disfraz que tiene no pensarías lo mismo. Anda ve a la fiesta y diviértete -lo animó dándole un empujón hacia la misma-. Solo mantente alejado del par de Barbies.
 
-¿Qué? -preguntó confundido, pero de inmediato compendió-. Ah, entiendo, gracias hermanita, aunque ahora lo que necesito es algo de beber.
 
-La mesa de bebidas está por aquel lado y por favor diviértete. El divertirse no es nocivo para la salud.
 
Cruzándose de brazos en una postura un tanto severa, estuvo un momento observando alejarse a su hermana, finalmente hizo una larga inspiración y se giró para dirigirse a la mesa de las bebidas. Gruñó un poco al imaginar lo que diría Eriol en cuanto lo viera y para colmo tenía que cuidarse de ese par de Barbies. Pensó al notar el par de pelucas entre la multitud.
 
Llegó a la mesa de bebidas sin ningún contratiempo y para su beneplácito el encargado de la misma lo atendió de inmediato. Tomó un sorbo de la bebida que había pedido y con discreción se volvió hacia otro lado para buscar a Eriol pero entonces se encontró mirando a la mujer más impresionante que había visto en su vida.
 
Ni siquiera sabía si era hermosa, su cabello castaño brillaba bajo las luces y con su antifaz no se le veía ni la mitad de la cara pero el resto del cuerpo era… era… no encontraba palabras. Incómodo centro su atención en el rostro, algo lo hipnotizaba. Tal vez su sonrisa o sus ojos… verdes, si eran verdes. Algo en ella brillaba y no solo eran sus ojos, se podía ver que era una mujer feliz y que estaba disfrutando de todo a su alrededor.
 
Tengo que conocerla”, pensó dejando su copa a un lado y caminó hasta encontrarse a unos pasos de distancia. Tres hombres la acompañaban, derramando halagos sobre ella. Él la observó con interés, ella no reaccionaba como habría reaccionado ninguna de las mujeres que conocía. No actuaba con coquetería, tampoco actuaba como si supusiera que se merecía los elogios. Su actitud no era tímida, ni maliciosa, ni irónica, ni ninguna de las cosas que se pueden esperar de una mujer. Simplemente sonreía. Se acercó decidido.
 
-Discúlpenme señores, pero la dama ya me ha prometido a mi este baile -mintió.
 
Los agujeros del antifaz de ella eran bastante amplios y él la vio agrandar los ojos con sorpresa pero después los entrecerró como si se sintiera divertida. Le tendió la mano retándola a contradecirlo.
 
Sakura no lo había visto antes pero percibió magia en el aire cuando él apareció ante ella como un príncipe encantado en un cuento de niños. Su traje era extraño pero al mismo tiempo le sentaba muy bien, tanto que bien podría haberlo llevado puesto durante siglos.
 
Era alto y su rostro ó lo que dejaba ver el antifaz era muy atractivo; unos labios que insinuaban ironía y una piel tersa. Su cabello era castaño oscuro pero la luz parecía darle unos vistos rojizos.
 
Sakura no puedo evitar sonreír divertida, hasta ahora este joven era el más original y decidido para conseguir una pieza con ella. Miró la mano que se tendía frente a ella y luego subió hasta encontrarse con el par de ojos color café que la miraban expectantes y no pudo negarse. Sin siquiera pensarlo puso su mano en la de él sintiendo sus dedos cerrarse alrededor de los suyos transmitiéndole una calidez que recorrió todo su cuerpo.
 
Se dejó llevar por él pensando que era apuesto y fuerte y sus ojos prometían que por esa única noche, era de ella. Cuando el reloj diera las 12 de la noche ella volvería a su monótona vida custodiada por su malhumorado hermano. De pronto se sentía no un hada sino como una princesa temeraria de modo que cuando él la invito a bailar ella simplemente se dejó llevar hacia la pista de baile, en el momento que había colocado su mano en la de él nada pareció importar.
 
Entonces él le rodeó la cintura con uno de sus fuertes brazos atrayéndola hacia sí, generando una especie de electricidad imposible de explicar.
 
La mano libre de Sakura descansaba en el hombro de él, y la chica se quedó mirándola fijamente, tratando de resistir el impulso de deslizarla hacia su cuello, de introducirla por la camisa del disfraz… “Ni hablar”, se reprendió mentalmente, “¿dónde está tu sentido del decoro?, ¿qué diría Touya si te viera?” Recordar la fría mirada de su hermano le ayudo a controlarse un poco, aunque no por mucho tiempo, pues también recordó que él no estaba ahí y que podía bailar todo lo que quisiera con ese apuesto hombre.
 
Sakura alzó los párpados. Le dio un vuelco el corazón cuando su mirada se encontró con los ojos color café, cuyas oscuras profundidades la observaban con calidez. Sin apartar la mirada de ella, aprovechó el ímpetu de un giro para acercarla más a él. No tardaron en perderse entre las demás parejas de bailarines. Ella lo miraba sintiendo la necesidad de tocarlo, acariciarle el cabello…
 
-“¡Basta, Sakura!, vas a meterte en problemas… Grandes problemas”. -trataba de pensar racionalmente pero cada vez que lo miraba…
 
¿Bailaría así con todas las mujeres? Estaban tan cerca el uno del otro que le llegaba el embriagador aroma de su colonia. Estaba empezando a sentirse mareada, pero quería estar aún más cerca de él.
 
¿Podría él olor su perfume también?, ¿le gustaría? Tenía la cabeza agachada hacia ella, de modo que la mejilla le rozaba el cabello. ¿Qué estaría pensando… sintiendo? Casi le daba la impresión de que estuviera tratando de aspirar su esencia, de absorberla, ansiando igual que ella. Volvió a sonreír emocionada con la sola idea de que él pudiera sentirse igual que ella.
 
Desde que salieran a la pista ninguno de los dos había pronunciado palabra, y el silencio parecía magnificar todas aquellas inquietantes sensaciones. El suave ritmo de la música se ajustaba a cada uno de sus movimientos, y el calor que provocaba la fricción de sus cuerpos estaba creando un cosquilleo constante en su estómago.
 
“¿Con qué esta es la sensación de la que todo mundo habla?” pensó Sakura, sintiendo el vuelco de su estómago y el calor en sus mejillas. Cuantas veces Tomoyo y ella no habían escuchado hablar de esas sensaciones, cuando otras chicas hablaban sobre lo que les producía estar con el chico que les gustaba. “Si, él me gusta, a pesar de no saber nada de él, de ni siquiera poder ver su cara, me gusta”. Se dijo a si misma, dejando escapar un suspiro.
 
El atestado salón de baile pareció desvanecerse y a Sakura le dio la impresión de que bailaban solos en un lugar muy lejano e íntimo. Muy consciente del cuerpo del hombre y del ocasional roce de su cálido aliento en la mejilla, la joven se dejó arrastrar a un sueño maravilloso que…
 
-Siempre estás sonriendo -musito él.
 
-Me gusta sonreír -respondió apenas en un susurro.
 
La mano en su cintura la acercó más. La distancia entre sus cuerpos seguía siendo respetable, pero la mayor cercanía le quitó el aliento a ella.
 
-Me gusta verte sonreír -dijo él en voz baja y seductora-. Tienes una hermosa sonrisa.
 
Ella notó algo extrañamente ronco en su voz y casi se permitió creer que él lo decía en serio, que ella no era simplemente una mera conquista de esa noche. Antes de que pudiera contestar sonó una voz detrás de él.
 
-¡Ahí estás!
 
Shaoran se tenso pensando que ese no era el mejor momento para una interrupción y menos aún si se trataba de Eriol, su tensión desapareció al descubrir con alivio que quien lo llamaba era Tsukishiro.
 
-Sabía que tenías que ser tú -dijo Yue con ironía-. Pensé que no te reconocería pero el sello de tu hermana está impreso…
 
-¿Y por qué razón me buscabas? -lo interrumpió Shaoran bruscamente, lo menos que necesitaba en ese momento es que alguien le hiciera saber a la adorable Hada que su hermana le había escogido el disfraz.
 
Sakura miraba a los dos hombres sin saber que pensar pues lo dos parecían ignorarla aunque la mano que la sujetaba con fuerza por la cintura indicaba la contrario. Trató de no darle importancia a ese “detalle” concentrando su atención en el hombre de blanco. Era aun más alto que su pareja de baile, distinguido, con un cabello largo que cualquier chica envidiaría y unos increíbles ojos grises. Se sonrojó sin poder evitarlo al darse cuenta que el hombre la estaba mirando atentamente.
 
Yue había notado de inmediato la actitud defensiva de Shaoran y casi al instante comprendió el porque de aquella.
 
-Comprendo -murmuró fríamente para si mismo-. ¿Podrías presentarnos?
 
-Lo haría -dijo Shaoran arqueando una ceja-, pero aún no me he enterado de su nombre.
 
-No me lo has preguntado -intervino Sakura sin poder evitarlo.
 
-¿Y me lo dirías si lo preguntara?
 
-Tal vez.
 
-¿Y si insistiera?
 
-Podría intentarlo, pero no lo lograría, no esta noche.
 
-Es una noche especial -dijo Yue empezando a disfrutar de la conversación.
 
-¿No tienes algo más que hacer? -le preguntó Shaoran. Sakura sintió que una sonrisa pugnaba por salir de su garganta.
 
-En realidad esperaba que me ayudaras a buscar a Hiraguizawa, necesito un favor.
 
-No lo he visto -contestó Shaoran desesperado-. Y como verás estoy muy ocupado y no…
 
-Me parece que el señor Hiraguizawa está bailando por allá -señaló Sakura cuando alcanzó a vislumbrar la cabellera de su amiga-. Esta bailando con un Hada de cabello negro y vestido lila.
 
-Es usted muy amable señorita -agradeció Yue tomando la mano libre de la joven para depositar un suave beso en ella-. Espero que más tarde me conceda una pieza.
 
-No si yo puedo evitarlo -siseó Shaoran fulminando a Yue con la mirada.
 
Yue lo meditó un poco antes de contestar: era muy tentador lanzar alguna frase que sacara de sus casillas a Shaoran pero se contuvo, aún había cosas más interesantes que requerían de su atención. Al final se despidió con un ademán y se alejó buscando a Hiraguizawa.
 
-Es agradable ver la gran amistad que hay ente ustedes -comentó Sakura.
 
Shaoran que estaba mirando con expresión amenazadora hacia la dirección por donde acababa de desaparecer Yue volvió bruscamente su atención hacia ella.
 
-¿Amigos? ¿Él y yo? En lo absoluto -en ese momento Shaoran reparo en algunos de los pretendientes del Hada que se acercaban, seguramente decididos a conseguir un baile-. ¿Te parece si vamos a un lugar más tranquilo para platicar? ¿La terraza tal vez?
 
-Si, porque no.
 
Para cuando el vaquero, el indio y el soldado llegaron a su destino, el Hada había desaparecido.
 
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Yue por fin había localizado a Eriol que bailaba muy animado con un Hada de aspecto etéreo. Sonrió agradeciendo a la señorita que le había señalado la dirección en que debía buscar. A pesar de que el disfraz de Eriol era muy llamativo fue más fácil dar con el Hada que lo acompañaba, no era una sorpresa encontrar a su mejor cliente tan bien acompañado.
 
-Buenas noches -saludó interrumpiendo a la pareja.
 
-¡Yue! -rió Eriol estrechando la mano de su invitado-. Vaya, un disfraz muy original. ¿Dónde dejaste las alas?
 
-En el auto -respondió Yue un tanto turbado, aunque pensó que no debía sorprenderle la agilidad mental de Eriol-. Lamento interrumpirte -se disculpó mirando a la joven.
 
-No es problema -aseguró Eriol-. Ella es una buena amiga, él mi asesor financiero -los presentó sin formalismos pero también sin decir sus nombres por consideración a Tomoyo-. ¿Hace mucho que llegaste?
 
-Un poco antes del pastel -le informó serio-. Llegue al mismo tiempo que Li…
 
-¡Shaoran! Al final si vino -exclamó satisfecho-. Ya me temía que no se atreviera, ¿dónde esta él?
 
-Por ahí, muy bien acompañado.
 
-¿De verdad? ¿Trajo a alguien? -preguntó un tanto desilusionado.
 
-No, aquí la conoció -respondió un tanto extrañado por la insistencia de Eriol.
 
-¿En serio? -ansioso buscó con la mirada-. ¿Cómo es la joven?
 
-Un Hada rosa, que me indicó… -Yue ya no continuó pues se vio interrumpido por una estruendosa carcajada que salía de la garganta de Eriol.
 
-¡Lo sabía!, ¡lo sabía!
 
Tomoyo y Yue se miraron sin comprender, ella apenas había escuchado fragmentos de su conversación.
 
-En fin -lo interrumpió Yue resignado, era claro que habría cosas que jamás comprendería de su cliente-. Te buscaba para pedirte un favor, ¿podrías prestarme unos minutos tu estudio? -y dudó un poco antes de proseguir-. Necesito hacer una llamada.
 
-Si, adelante, ya sabes donde se encuentra.
 
-Gracias -y con una inclinación se despidió desapareciendo con la misma rapidez con que había llegado.
 
-¿Ese es Tuskishiro? -preguntó Tomoyo.
 
-El mismo.
 
-Es… es, impresionante.
 
-Bastante -admitió Eriol-. Y eso no es nada, deberías verlo en acción, sobre todo en las juntas. Es muy astuto. Me sorprende un poco que haya venido disfrazado. ¿Aunque, tal vez…?
 
-¿Qué?
 
-Tal vez lo hizo por Fuutie.
 
-¿Por qué por Fuutie?
 
-Por miles de razones… para agradarla o para molestarla, en fin… -Eriol había mirado en la dirección por la que Yue se había ido y de repente reparó en alguien inesperado.
 
-¿Qué pasa? ¿A quién miras? -preguntó Tomoyo buscando con la mirada.
 
-Kaho -respondió él en un susurro.
 
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Fuutie llegó a la puerta del estudio de Eriol sin apresurarse demasiado, no quería que Tsukishiro pensara que con solo chasquear los dedos ella estaría donde la llamara.
 
Aspiró con calma para tranquilizarse, aunque después de tantas prisas y tanta ansiedad, a ella le sorprendió sentirse serena, pero lo estaba. Aunque también debía admitir que posiblemente se debía al par de sorbos de vino que había tomado para darse valor, o quizá solo fuese resignación ante lo inevitable, pero lo cierto era que estaba tranquila y cuando llamó a la puerta no sintió el acostumbrado escalofrío al escuchar la fría voz masculina del otro lado.
 
Entró al estudio y cerró la puerta tras ella. Tal vez exagerara sus precauciones pero quería estar segura de que nadie podría oír siquiera un fragmento de la conversación que iban a mantener. Tuskishiro estaba de pie junto a la enorme ventana, observando con detenimiento los bellos jardines iluminados por una tenue luz lunar.
 
-Hola cariño -la saludó arrastrando las palabras. Su voz aterciopelada tenía un tono íntimo que contribuyó a acelerar el pulso de Fuutie-. Has tardado bastante en venir a verme. Estaba pensando que tal vez te estabas escondiendo por ahí.
 
-Eso es absurdo -se limitó a decir, resuelta a no dejarse molestar e ignoró la forma en como la llamó añadiendo-. Debiste suponer que estaba ocupada atendiendo algunos detalles de la fiesta.
 
-Tienes razón -concedió él -, me disculpo por eso. Pero no puedes culparme por pensar que te estabas escondiendo cuando pareces un animalito asustado.
 
Fuutie aspiró con fuerza tratando de controlarse, pero la tranquilidad de la que tanto se enorgullecía se evaporó en un segundo.
 
-No estoy asustada, no creí y no creo que esta conversación dure como para retenerme aquí, perdiendo el tiempo cuando podría estar…
 
Fuutie guardó silencio desconcertada cuando en un abrir y cerrar de ojos Yue recorrió la distancia que los separaba para encontrárselo prácticamente encima.
 
-En ningún momento he dicho que este sería un encuentro breve -dijo Yue recobrando su frialdad habitual, cosa que Fuutie agradeció, era más sencillo tratarlo así que cuando su comportamiento era más relajado.
 
Yue apoyó la mano en la puerta como si quisiera impedir que Fuutie saliera corriendo. Nada más alejado de la realidad, pensó ella sin poder evitar sentirse atrapada y echó la cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos.
 
-Bueno entonces, ¿qué es lo que querías decirme?
 
-¿Te parece profesional el haber venido disfrazada a la fiesta? No se supone que estás aquí para trabajar y no para divertirte.
 
¿De dónde había salido eso?, pensó Yue asombrado bajo esa fría fachada, no era eso lo que planeaba decirle, pero no pudo resistirse al tenerla tan cerca y poder admirar lo bien que le sentaba el vestido.
 
No era frecuente que una mujer lo sorprendiera. Sin embargo, Fuutie Li parecía tener es habilidad. Yue sintió el deseo de sujetarla por el brazo y preguntarle cómo diablos se atrevía a tener semejante aspecto. Pero guardó silencio. Se sentía ridículo y no quería decir una tontería.
 
-¡Como te atreves! -logró decir al fin Fuutie después de que la sorpresa inicial la dejara muda-. Se muy bien cual es mi trabajo y cual es mi lugar en él -eso último lo dijo entre dientes deseando con todas sus fuerzas no perder los estribos dejó que el aire llenara sus pulmones antes de continuar-. Además fue la señora Hiraguizawa quien insistió en que usara el disfraz, y como el servicio entero estaría disfrazado no me pareció que yo debería ser la única en la fiesta sin hacerlo -Fuutie frunció el ceño de una manera que le recordó a la expresión de su hermano, señal de que estaba llegando a su límite-. No creo que sea un crimen ¿o si?
 
Él bajó el brazo y dio un paso atrás, de modo que su actitud ya no resultaba amenazadora.
 
-Una vez más tienes razón, creo que te debo otra disculpa por mi brusco comportamiento -admitió serenamente.
 
Fuutie podría haberse mostrado generosa aceptar la disculpa y dejar las cosas como estaban. Pero en lugar de eso, dijo:
 
-Tenga cuidado Tsukishiro darme disculpas podría convertirse en una costumbre para usted.
 
Era un comentario provocativo. Ella lo comprendió antes de que terminase la frase. Sin embargo no trató de rectificar ni de mitigar el sutil desafío que tales palabras encerraban.
 
La reacción de él, no obstante, fue la de dejar que en sus labios se dibujara una sonrisa al decir:
 
-¿De verdad, cariño? Y yo que pensaba…
 
-Le he dicho muchas veces que no me llame de ese modo -lo interrumpió aún más furiosa si eso era posible.
 
Yue Tsukishiro había adoptado la odiosa costumbre de llamarla “cariño” cada vez que le apetecía. Seguramente, sospechaba ella, para hacerla rabiar cosa que la enfurecía aún más pues si que lo lograba.
 
Como si adivinara sus pensamientos el hombre le dedicó una sonrisa perversa. O quizá solo fueron imaginaciones de Fuutie.
 
-Con pedir las cosas no conseguirá de mi lo que quiera, a menos que diga lo que deseo oír.
 
Ella empezó a comprender que al parecer era imposible hablar con ese hombre sin enfadarse.
 
-¿Y qué es lo que desea oír?
 
-De su boca, quizá “por favor”.
 
Ella enarcó una ceja.
 
-¿Rebajarme porque no es usted capaz de darse cuenta de que no soy ni nunca seré su cariño? Ni pensarlo.
 
Otro desafío. Yue volvió a apoyar la mano en la puerta. Antes de que Fuutie tuviera la oportunidad de alejarse, él se plantó delante de ella y sus manos cálidas la tomaron por los codos. Ella tembló cuando la tocó. Intentó apartarse pero él no la soltó.
 
-Nunca niegues lo que es posible -dijo él sin apartar la sonrisa perversa de su rostro.
 
Fuutie estaba dotada de unos sentidos muy receptivos, y en ese momento deseó que no lo fueran tanto, porque incluso podía distinguir su cálido aroma masculino mezclado con su loción de afeitar. Tenía la mirada fija en su pecho pero se obligó a levantarla hacia la cara perfectamente afeitada, los labios relajados y sonrientes y aún más arriba, hasta la mirada directa de sus ojos grises.
 
Reunió toda su fuerza de voluntad y se obligó a no prestar atención al físico de Tsukishiro.
 
-¿Entonces, sería posible para usted terminar con esta absurda conversación y permitir que me vaya para continuar con mi trabajo? -casi susurró la pregunta a pesar de su determinación.
 
El rió entre dientes.
 
-Posible, si, pero creo que hay un asunto inconcluso que tratar.
 
Ella lo miró desconcertada. Él le soltó los codos pero deslizó las manos hacia arriba por los brazos, y la arrastró con él hasta el escritorio. Se sentó al borde y la atrajo hacía sí hasta que Fuutie estuvo situada entre sus piernas. En aquella posición, sus cabezas se hallaban casi al mismo nivel y los ojos grises de él la hipnotizaron y la disuadieron de protestar por la intimidad de aquella postura.
 
-¿Qué quieres decir? -alcanzó a decir ella con el mismo hilo de voz. Los dedos de Yue acariciaban la piel desnuda de sus bazos y empezó a temblar de forma involuntaria.
 
Él sonrió, quizá con excesiva sensualidad, lo cual habría debido ponerla sobre aviso, pero no fue así.
 
-Es solo que aún no te he dado un beso, cariño. Y lo estoy deseando.
 
-¡No te atreverías!
 
-Desde que te conozco -murmuró él ignorando sus protestas-. Me he imaginado como sería besarte mientras hacemos el amor.
 
Fuutie se quedó helada y sus mejillas palidecieron. No se esperaba aquello. Levantó unos ojos asombrados hacia los de él y vio que tenía las pupilas dilatadas de deseo. Entonces Yue tiró de ella y Fuutie se encontró reclinada sobre su pecho y sus brazos, que deslizó alrededor de ella.
 
Jadeó al sentir el contacto del cuerpo duro y cálido de Yue, sus sentidos empezaron a vibrar en cuanto la tocó. Tratando de dominarse, volvió la cara hacia él para pedirle que la soltara, pero Yue aprovechó la oportunidad para moldarla aún más a la curva de su cuerpo e inclinó la cabeza. Su boca era cálida, poderosa, absorbente y ella empezó a forcejear, intentando escapar tanto de él como de sus propios sentidos . Reunió toda su fuerza de voluntad y consiguió resistirse al asalto de la lengua de Yue manteniendo los dientes fuertemente unidos. Tras un momento, él alzó la cabeza. Su respiración era agitada y sus ojos, ávidos.
 
-Abre la boca -ordenó con aspereza-. Sabes que quiero besarte.
 
Volvió a inclinar la cabeza y esa vez la fuerza de voluntad de Fuutie no respondió como ella hubiera querido. Sus sentidos se desbordaron de placer cuando los labios de Yue se posaron sobre los suyos y, cuando la lengua de él le pidió paso, ella separó los dientes y dejó que él tomara posesión del interior de su boca. Él gimió y la estrechó más fuerte; ella deslizó las manos por sus brazos y hombros hasta rodearle el cuello. Su cuerpo delgado temblaba, y de modo involuntario, se arqueó contra él, jadeando de deseo cuando notó lo excitado que estaba Yue.
 
Fuutie nunca había experimentando algo ni remotamente parecido. Cuando tenía 16 años recibió su primer beso pero fue breve y torpe. Después de eso fueron pocas las ocasiones en que volvió a permitir que alguien la besara y cada vez que cedía a la tentación, descubría decepcionada la falta de experiencia de su pareja.
 
Pero ahora apenas respiraba, limitándose a sentir el beso y las gratas sensaciones que lo acompañaban. Cuando la lengua de él indago en su boca, el placer pudo más que cualquier otra cosa. Eran muchas las sensaciones que recorrían su cuerpo como para que la sorpresa pudiese perturbarla, así que dejó de protestar. Se sentía ferozmente viva y, al mismo tiempo como si se estuviera ahogando.
 
Cuando él separó su boca de la de ella. Fuutie estaba tan débil y temblorosa que tenía que apoyarse en él para no caerse. En los ojos de Yue había un brillo triunfante mientras con un brazo le rodeaba la cintura y con la mano libre la obligaba a levantar la barbilla y esparcía una lluvia de besos leves sobre su cara y sus labios.
 
-Mmmm -dijo con un profundo gemido-, tal como pensaba. Pura dinamita.
 
Esas palabras ayudaron a poner algo de cordura en la mente enfebrecida de Fuutie, y esta trató de apartarse un poco. Efectivamente aquello había sido dinamita, ¡y casi le había estallado en la cara! Sería una tonta si dejaba que Yue la utilizara.
 
-Ya está bien, Yue -protestó mientras apartaba la cara, sin notar que había usado su nombre de pila-. Suéltame. He venido a verte para hablar de…
 
-Ya hemos hablado -la interrumpió ásperamente, su voz era aún más profunda y ronca, señal de que no tenía intención de detenerse.
 
-¡Deja de hacerte el idiota! -exigió volviendo a esquivar un beso-. Me tomo muy en serio mi trabajo y es por eso que estoy aquí.
 
Él dejó de intentar besarla y la miró con impaciencia.
 
-Está bien, hablaremos de tu trabajo, y luego, zanjaremos el tema.
 
De pronto él la soltó y ella se alejó unos centímetros. Agradecía la distancia, necesitaba concentrarse y su cercanía le nublaba la mente.
 
-Creo que esta noche fue todo un éxito, has dejado muy claro que puedes con el trabajo.
 
-Vayas -soltó sorprendida-, gracias.
 
-Claro, que has tenido un par de fallos.
 
-¿Fallos? ¿Cuáles fallos? -frunció el ceño pensativa-. ¿Lo dices por la pausa que hubo para apagar las luces durante el paste?
 
-Tuviste que correr para hacerlo tu misma.
 
-No corrí, y eso fue una simple confusión. Ya te había explicado la necesidad de tener un asistente, alguien con quien pueda coordinar varias cosas a la vez, los meseros no siempre saben lo que se espera de ellos.
 
-Pues busca un asistente.
 
-Lo haré, no lo dudes, no es tan fácil encontrar alguien de confianza y tú lo sabes.
 
-Bien, creo que esto da por terminada la conversación sobre el trabajo.
 
-Maravilloso -resopló Fuutie e intento llegar hasta la puerta pero Yue fue más rápido que ella.
 
Antes de que siquiera se diera cuenta ya estaba otra vez entre los brazos de Yue, quien inexplicablemente, solo la mantenía sujeta y había inclinado la cabeza hacia la de ella pero no la besó, se mantuvo estático, sereno, como un gato a punto de saltar sobre su presa. La miró a los ojos y le dio oportunidad para que se apartara pero no lo hizo.
 
Y entonces, la besó. Fue algo muy diferente de la urgencia anterior, la probaba con ligeros besos hasta hacerla jadear por la necesidad de más. Ella se aferró a sus hombros sin saber exactamente lo que le pedía hasta que no quedó ningún espacio que los separara, amoldándose uno al cuerpo de la otro y solo entonces profundizó el beso, buscando y explorando en su interior.
 
Cuando por fin, él se enderezó Fuutie estaba aturdida. La miraba intensamente, y cuando ella logró coordinar sus ideas se sintió invadida por una oleada de contradicciones. Por un lado se sentía burlada pero al mismo tiempo deseaba que volviera a besarla.
 
Consciente de esto Fuutie hizo un gran esfuerzo para no pasar la lengua por sus labios, no quería que él lo interpretara como una invitación, no cuando no tenía idea del motivo por el que él la había besado. Decidida a averiguarlo le preguntó directamente.
 
-¿Por qué has hecho esto?
 
-Porque quería hacerlo -pasó un dedo por el labio inferior de la joven-, y porque tu también querías.
 
-Mentira -replicó ofendida, mientras se alejaba de él, sintiendo muy dentro de ella que lo que él había dicho era cierto-. Y aunque tu quisieras hacerlo debiste contenerte, ¡soy tu socia! -le recordó con vehemencia-. Se supone que debes portarte como un caballero conmigo, y más vale que no lo olvides -dio media vuelta e intentó una vez más abrir la puerta. Pero él le puso una mano en el brazo para detenerla.. Fuutie sintió su respiración en la nuca y se estremeció.
 
-Nunca he olvidado quien eres -le dijo al oído-, y ese es precisamente el problema, porque me gustas Fuutie y me atraes mucho y se que no te soy indiferente, y por esta vez, maldita sea no voy a dejar pasar por algo lo que siento.
 
Y con esas palabras, la soltó dejando que se marchara. Fuutie se alejó sin pensarlo envuelta en el mar de confusiones en que él la había dejado.
 
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-Kaho -pensaba Tomoyo con cierta tristeza.
 
Después de pronunciar ese nombre, Eriol la llevó al vestíbulo donde descubrió a la dueña del mismo. Una mujer que apenas y le dedicó una sonrisa forzada cuando Eriol las presentó, a lo que Tomoyo contestó con una ligera inclinación de cabeza.
 
Al fin y al cabo Tomoyo estaba acostumbrada a ese tipo de trato, frío e indiferente y por primera vez en su vida le agradeció a su madre por enseñarle a tratar a personas como ella.
 
Por alguna extraña razón lo que si la deprimió fue darse cuenta de lo atractiva que era ella, labios carnosos, cabello fino, largo y lustros. El antifaz que llevaba era muy pequeño y Tomoyo pudo apreciar las facciones armoniosas, los grandes ojos, una nariz clásica y una figura esbelta, casi de modelo.
 
Llevaba un vestido negro, largo y sumamente ajustado que realzaba las finas curvas de su cuerpo. No había ni un gramo de grasa en ese atuendo que bien podría ser ropa de diseño.
 
De pronto Tomoyo se sintió gorda, lo cual era estúpido, por que no lo estaba. Simplemente tenía una constitución diferente. Sin embargo, el sentido común no hizo nada por consolarla. Aquella era la clase de mujer que gustaba a los hombres en especial a alguien como Eriol, reconoció dolida.
 
También se dio cuenta que no era tan ingenua como pensaba o tal vez el mensaje era bastante claro. Eriol y Kaho eran más que solo amigos, pues ella no dejaba lugar a dudas para todos y algo le dijo que en especial a ella: Eriol Hiraguizawa le pertenecía.
 
-No esperaba que vinieras -decía Eriol gratamente sorprendido-. Nunca respondiste a mis llamadas, ni siquiera estaba seguro de que hubieras recibido la invitación.
 
-Querido, no sea tonto -ronroneó ella pegándose a él-, te dije que estaría por aquí en esta fechas y no iba a defraudarte.
 
-Nunca lo has hecho -concedió él-. ¿De qué vienes disfrazada?
 
-¿No se nota? -y dio una vuelta sobre su sitio, permitiendo que Eriol viera el tremendo escote de la espalda, la única porción de piel que dejaba al descubierto el vestido-. Soy una vampiresa, y tú -señaló al joven-. Eres mi próxima víctima.
 
-Si claro -murmuró Tomoyo.
 
-¿Perdón? -dijo Kaho volviéndose hacia Tomoyo con una sonrisa de fingida sorpresa.
 
-Nada, una amiga me llama, discúlpenme -mintió y se alejó rápidamente, antes de que Eriol replicara, aunque estaba segura de que ella se encargaría de distraerlo.
 
Al poco rato Tomoyo había recuperado la cámara, pero ya no pudo concentrarse en tomar fotos, de alguna manera pese a sus esfuerzos por hacer lo contrario siempre terminaba mirando en dirección a la pareja.
 
Kaho no había tenido que hacer mucho para acaparar la atención de Eriol; era obvio que hacia tiempo que no se veían, mientras bailaban, platicaban y reían. Tomoyo sintió que algo hervía en su interior y sobretodo al ver que ella le pasaba los brazos por el cuello para pegarse más a él, para susurrarle al oído.
 
Miles de preguntas rondaban por su mente ¿Quién era Kaho? ¿Por qué Eriol no le había hablado sobre ella? ¿Desde cuándo se conocían? ¿Era alguien especial para él? Y sobre todo ¿Por qué se sentía tan enojada? ¿Por qué se sentía engañada?
 
Si era sincera, ellos nunca habían hablado sobre su vida sentimental, bueno en realidad él no había tocado el tema sobre ese aspecto de su vida, al fin y al cabo Tomoyo no tenía alguien especial en la suya.
 
Le daba vueltas al asunto cuando una vez más se descubrió mirando a la pareja y para su consternación fue en el peor de los momentos pues Kaho posaba sus labios suavemente sobre los de Eriol.
 
Tomoyo cerró los ojos sintiendo como si algo la golpeara con fuerza en el pecho y también fue consciente de cómo el calor abandonaba su cuerpo. Abrió de nuevo los ojos, el beso había terminado pero Kaho la miraba a ella.
 
La joven Hada se aferró a la cámara fotográfica y se volvió para mirar en otra dirección, camino entre la gente buscando.
 
-¿Dónde te has metido Sakura?
 
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Se encontraban en la terraza principal de la casa, Sakura sonrió al llegar ahí, ¿podría él imaginar cuantas veces había estado ella antes ahí? Miró alrededor buscando a Canela pero no la encontró, seguramente la había llevado a otro sitio para evitar que molestara a los invitados. Era una perra dócil y educada pero no se podía estar seguro cuando había tanta gente en casa.
 
Suspiró acercándose a las escaleras que daban al jardín, de momento habían guardado un agradable silencio pero comenzaba a sentirse nerviosa pues no sabía de que podría hablar con aquel hombre.
 
Lo miró de reojo, él había llegado a su lado y miraba hacia el jardín. Era joven aunque no demasiado, ¿sería algún pariente? Se preguntó Sakura, ¿ó tal vez algún compañero de la universidad de Eriol? Un universitario, se abrazó a si misma sintiéndose intimidada, ¿qué podría hablar con un universitario? Touya era universitario pero solo peleaban, con Yukito había platicado pero él era tan amable cuando lo hacían y se mostraba interesado en los sucesos de la vida cotidiana de una adolescente.
 
Pero podría interesarle a este joven sobre las bromas de Yamazaki, o que siempre llegaba tarde a la escuela, ó que casi había reprobado su examen de matemáticas, ó sobre sus actividades deportivas.
 
-¿Tienes frío? -preguntó él reparando en su postura.
 
-No, no, yo sólo… no el clima es bastante agradable, para ser otoño claro. “Bravo Sakura, háblale sobre el clima” -se regaño a si misma.
 
-Te has quedado muy callada de repente, ¿en qué estas pensando?
 
-En nada en realidad -respondió nerviosa-. Bueno, tal vez en que esta noche estoy disfrutando mucho. Es mi primera fiesta de disfraces.
 
-¿no vas a muchas fiestas?
 
-Más o menos -fue evasiva, ¿cómo hablarle de su escasa vida social?
 
-Yo podría decir lo mismo, no asisto a muchas fiestas.
 
-¿En serio? -lo miró sorprendida-. ¿Por qué?
 
-Rara vez me divierto -admitió sin reparos-, siempre hay hombres hablando de negocios y chicas buscando novio ó madre buscándole novio a sus hijas.
 
Y él debía ser el blanco directo de esas chicas y sus madres, pensó Sakura admirando el porte distinguido del joven a su lado.
 
-Soy más bien hogareño -continuó él-, aunque también me agrada divertirme.
 
-¿Y si no te gustan las fiestas, por qué estas aquí?
 
-No pude negarme. ¿Y qué me dices de ti?
 
-Bueno, a mi me gustan las fiestas… como esta. Me gusta estar disfrazada y el antifaz, es muy divertido andar por ahí sin que nadie te reconozca.
 
-¿Y si yo quisiera conocerte?
 
-¿Cómo?
 
-Si te pidiera que te quitaras el antifaz, ¿lo harías? -dio un paso hacia ella.
 
-Eso no está permitido hasta la media noche -dijo sujetando el antifaz con una mano de forma automática.
 
-Está bien -aceptó él, aunque moría de ganas por ver su rostro-. ¿Me dirías tu nombre?
 
-No, no lo sé -titubeó ella-, tal vez más tarde.
 
-¿Cuándo te quites el antifaz?
 
Cuando eso sucediera, ella ya no estaría allí, pensó con pesar, tenía que irse con Tomoyo, su hermano pasaría a recogerlas y no debían retrasarse. Podría decirle solo su nombre pero sin mencionar a su amiga pues no sabía nada de él. No podía reverlas que una Daidouji estaba en la fiesta.
 
-Tal vez -fue todo lo que pudo decir.
 
-Tal vez -murmuró él con una sonrisa de pesar-. ¿Es todo lo que me puedes decir de ti?
 
--No, pero… ¿por qué no regresamos adentro? -sugirió dando unos pasos hacia el interior.
 
-¡No!, espera -pidió él sujetando su brazo suavemente-. Por favor, quedémonos aquí un poco más.
 
-Está bien -aceptó porque ella tampoco quería irse.
 
-¿Puedo preguntar si estudias o trabajas? -preguntó él acudiendo al típico tópico de las conversaciones.
 
-Bueno yo… estudio -respondió encogiéndose de hombros.
 
-¿En que universidad?
 
-¿Universidad? -Sakura lo miró incrédula, tal vez ella se veía un poco mayor-. Es mi turno -dijo evadiendo la pregunta-. ¿Tú estudias o trabajas?
 
-En mi caso se podría decir que ambas cosas -la miró detenidamente, había algo que no se le había ocurrido pensar-. ¿Viniste con alguien a la fiesta'
 
-Mmm, yo… si, con una amiga.
 
-¿Y te vas a ir con ella a casa? ¿Podría acompañarte a tu casa?
 
-Me encantaría, pero…
 
-Si es por tu amiga, podemos llevarla a ella primero.
 
-Oh no, no es eso -respondió un tanto alarmada, ¡llevar a Tomoyo a su casa!-. No es eso, lo que pasa es que mi hermano vendrá por nosotras.
 
-Oh, ¿y no puedes llamarlo y decirle que a no es necesario que venga?
 
-¿Qué no es necesa…? -jadeó sorprendida. Jamás se atrevería a decirle eso a Touya, es capaz de llegar a la fiesta en un minuto y sacarla a rastras antes que permitir que otro la llevara-. No puedo decirle eso… verás él, él es muy protector, no le gustará que alguien que no conoce me llevara.
 
Shaoran no comentó nada al respecto, no sabía si lo que le había dicho era cierto o sólo una excusa, la miró a los ojos y su mirada inocente le dijo que no podía desconfiar de ella.
 
-Entiendo, yo también tengo hermanas.
 
-¿Menores? ¿Cuántas?
 
-No, mayores y son cuatro.
 
-¡Cuatro! Yo no sabría que hacer con cuatro hermanos mayores, con el que tengo es suficiente.
 
-Dímelo a mi, aunque a veces se comportan de una manera que es difícil saber quien es mayor, en especial la más joven de mis hermanas.
 
Durante unos minutos Shaoran divirtió a la joven Hada con anécdotas cómicas sobre sus hermanas. Había descubierto que le gustaba el sonido de su risa.
 
-No puedo creer lo que te hicieron -exclamó riendo-. Y mi hermano se queja tanto de mi y comparada con ellas yo soy un angelito.
 
-De eso no hay duda -dijo él contemplándola de tal manera que ella para de reír sonrojándose.
 
-Fuiste muy paciente con ellas -balbuceó incómoda-. Mi hermano no lo fue cuando le pedí que me enseñara a bailar vals, se me ocurrió después de ver una película, él dice que lo pisé todo el tiempo.
 
-Yo puedo enseñarte -ofreció él de inmediato. Ella nose movió, se quedó donde estaba cuando él le puso una mano en la espalda a la altura de la cintura. Le hormigueo la piel en el lugar del contacto, y sintió el aire denso, caliente.
 
-¿Ahora? -preguntó en un susurro.
 
-Ahora -respondió él estrechando su mano, sin pensarlo ella puso la mano libre sobre su hombro y levanto la cara hacia la de él-. Escucha la música -le dijo él con una voz extrañamente ronca.
 
-¿Cuál música? -negó ella sin dejar de mirar sus ojos.
 
-Pon más atención -le susurró él, acercándole los labios al oído-. Un, dos, tres; continuó acentuando el “un”.
 
Sakura cerró los ojos y trató de concentrarse en el rimo de su voz. Empezó a respirar más lento y de pronto se encontró escuchando la música, mientras él le daba sus instrucciones numéricas.
 
-Un, dos, tres; un, dos, tres.
 
-La escucho -susurró ella. Él sonrió. No supo cómo sabía eso, pues seguía con los ojos cerrados.
 
-Muy bien -dijo él-. Ahora mírame los pies y permite que te guíe.
 
Ella lo obedeció.
 
-Un, dos, tres; un, dos, tres.
 
Vacilante hizo los pasos con él, y justo le pisó el pie.
 
-¡Lo siento!
 
-Mis hermanas lo han hecho mucho peor -aseguró él.
 
Ella volvió a intentarlo y de pronto sus pies sabían que hacer.
 
-Ooohh -exclamó sorprendida-. Lo he logrado.
 
-Levanta la vista -le ordenó él, suavemente.
 
-Pero tropezaré.
 
-No. Yo lo evitaré -le prometió-. Mírame a los ojos.
 
Ella obedeció y en el instante en que sus ojos se encontraron con los de él algo sucedió en su interior, y no pudo desviar la vista. Él la hizo girar en círculos y espirales por toda la terraza, al principio lento, después más y más rápido, hasta que ella estaba sin aliento y algo mareada.
 
Y durante todo ese tiempo, sus ojos estaban clavados en los de él.
 
-¿Qué sientes? -le preguntó él.
 
-¡Todo! -contestó ella riendo.
 
-¿Qué oyes?
 
-La música -agrando los ojos entusiasmada-. Oigo la música.
 
Él aumentó la presión de la mano en la espalda y el espacio entre ellos disminuyó. Poco a poco y sin que ninguno lo notara el ritmo fue bajando hasta detenerse pro completo, permanecieron muy quietos en la misma postura de baile.
 
Sakura guardó silencio. El momento le parecía muy intenso, muy importante, y tenía miedo de estropearlo.
 
-Yo…
 
-No digas nada -susurró ella suplicante colocando los dedos sobre sus labios y los quitó de inmediato sorprendida por su cálido roce.
 
-No hablaré. No diré una sola palabra.
 
Y entonces, antes de que ella tuviera un segundo para respirar los labios de de él estaban sobre los suyos, suaves, tiernos.
 
Con intencionada lentitud, él deslizó los labios por los de ella, ese delicado roce le produjo un estremecimiento, y entonces la mano que tenía en su espalda presionó para acercarla más hacia él. Un calor abrasador la consumió cuando repentinamente sintió todo el largo de él contra el de ella. Él parecía tan grande y fuerte, y en sus brazos se sentían como si fuera la mujer más hermosa del mundo. La boca de él se hizo más apremiante, y con la lengua le hizo cosquillas en la comisura de la boca.
 
Sakura no sabía que hacer con sus manos, no sabía que hacer con su boca, pero se aferró a él con fuerza y le devolvió el beso con todo su corazón, se abrazó a su cuello y deslizó los dedos por su cabello extasiada con su suavidad, provocando que él gimiera contra sus labios.
 
-Eres tan hermosa, tan suave -dijo él con la respiración entrecortada-. Dime tu nombre -y volvió a besarla-. Dime donde puedo verte mañana.
 
En ese instante se oyó un extraño sonido.
 
-¿Qué es eso?
 
-Es medianoche -dijo él con una sonrisa-, hora de quietarse las mascaras.
 
-¿Qué? ¿Medianoche? Tengo que irme -exclamó ella y, sin añadir más salió corriendo de la terraza.
 
-¡Espera! -le oyó gritar. Sintió la ráfaga de aire que produjo él, al mover el brazo en un intento en vano por sujetarla.
 
Pero ella fue más rápida y regresó al salón donde los invitados se estaban quitando las máscaras y era enorme el bullicio con las fuertes risas. Alcanzó ver que Tomoyo en un extremo del salón que también la había visto le hacía señas para que se apresurara.
 
Se fue abriendo camino, sorteando y empujando lo que fuera para llegar al otro lado del salón. Con tristeza miró atrás por encima del hombro. Él ya había entrado en el salón y estaba escrutando la muchedumbre con su intensa mirada. Ya casi había llegado donde Tomoyo cuando se volvió para mirarlo por última vez, él ya se acercaba sin apartar la vista de su objetivo.
 
-Lo siento -le dijo en voz baja.
 
Y las luces se apagaron.
 
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-Temí que nunca aparecerías -le decía Tomoyo agitada mientras se cambiaban rápidamente en la habitación de la señora Seri.
 
-Lo siento, no me di cuenta de la hora -se disculpó Sakura.
 
-No lo digo por eso, solo que no aparecías eso es todo. Touya ya debe estar afuera.
 
-Podemos quitarnos el maquillaje en mi casa -sugirió Sakura.
 
-Si, mejor -aceptó Tomoyo-, y salieron para encontrarse con la señora Seri-. Gracias por todo fue una fiesta maravillosa.
 
-Si, maravillosa -repitió Sakura dividida entre la emoción y la tristeza.
 
-Será mejor que se vayan -dijo Seri acompañándolas por un pasillo que daba a la parte trasera de la casa, donde el señor Tarisume las esperaba.
 
Se apresuraron a salir acompañadas por el hombre, dando la vuelta para sortear los autos de los invitados hasta llegar a la entrada principal. Sakura miraba de vez en cuando hacia atrás temerosa de que aquel joven saliera para alcanzarla.
 
-Ahí está su auto -dijo Tarisume, observando el mismo donde el hermano de Sakura esperaba afuera recargado en el auto con los brazos cruzados.
 
Las chicas dieron las gracias y salieron al encuentro de Touya.
 
-Llegas tarde -dijo Touya con tono extraño.
 
-Ni tanto -replicó Sakura agitada-. Solo unos minutos.
 
Las chicas iban a subir al auto pero Touya permaneció inmóvil mirando a Tomoyo fijamente.
 
-¿Qué pasa? -preguntó esta.
 
-No podrás venir con nosotros -dijo Touya en un tono que más bien parecía una disculpa.
 
-¡Qué! ¿Por qué? -exclamó Sakura furiosa mirando a su hermano con desagrado.
 
Touya no respondió ni siquiera miró a su hermana, sus ojos seguían fijos en los de Tomoyo que lo miraban interrogantes a lo que él respondió volviendo la cara hacia un lado.
 
Tomoyo siguió su mirada y se quedó helada ante lo que veía.
 
El auto negro que siempre usaba su madre estaba estacionado unos metros atrás. El chofer estaba adentro, pero era Toshime la que la esperaba afuera con una sonrisa triunfante.
 
Continuará….
 
Nota de la autora: Si, ya se, ya se. Van a matarme ¿no? Lo siento pero el capítulo ya era bastante grande. Espero que haya valido la pena la espera y prometo que también lo valdrá para la siguiente. Antes que nada quisiera hacer unas aclaraciones. Para el encuentro con Sakura y Shaoran me inspire en un historia de Julian Quinn, hace mucho, mucho tiempo que leí esta historia y me encanto la idea que tomo precisamente de la Cenicienta como ustedes mismos ya habrán notado. Incluso me tome la libertad de tomar algunos diálogos para ponerlos aquí puesto que no pude pensar en nada mejor (no creo lograrlo). Justamente la idea de la fiesta de disfraces era el pretexto para poder poner estas escenas, y de ahí me inspiré para el resto del capítulo, como por ejemplo la llegada de Kaho. ¡Llegó la tercera en discordia! Esto afectará un poco la relación de Tomoyo y Eriol y miren que la tendrán difícil ahora que Sonomi esta enterada de todo. Ahora que les diré que eso lo solucionaré en el siguiente capítulo, para alivio de aquellos que siguen pensando (y con justa razón), que voy muy lento. Jajajaja la verdad es que ni se imaginan lo que tengo pensado para estas parejas. Ah, por supuesto se aceptan sugerencias, Sakura y Shaoran se reencontraran, pero aun no decido quien descubrirá la identidad del otro primero ó si deben hacerlo al mismo tiempo, aunque si pasaran algunas cosas antes de que esto suceda. ¡Casi lo olvido! ¿Qué les pareció la escena de Yue y Fuutie? Creo que Yue sabe muy bien lo que quiere y esta dispuesto a conseguirlo. Cuando dice que por esta vez no va a dejar pasar por alto lo que siente, se ha referido a que esta vez pondrá sus sentimientos en primer lugar, no veremos a un Yue frío y reservado todo el tiempo, aunque creo que eso ya quedó claro. Jajaja Estoy feliz, ¿se nota? Este capítulo será uno de mis preferidos, pero espero que haya otros.
 
Una cosa más antes de irme, ¿alguien reconoce estos nicks? dyae70, paola_bella_18, katiamol?
¡Saludos a todos!