Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Simplemente... ¿amigos? ❯ Capítulo 12 ( Chapter 12 )

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Simplemente… ¿amigos?
Por Daulaci Serv
 
Con los personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
 
 
CAPITULO 12
 
-¡Hola Shaoran! -saludó Fuutie-. Que sorpresa encontrarte en casa a esta hora.
 
-Tengo que arreglar un par de asuntos -respondió dejando de lado unos papeles y se inclinó sobre el escritorio-. No hemos podido platicar mucho últimamente.
 
-Lo sé -sonrió conmovida-. Hemos estado algo ocupados.
 
-Si -asintió él y se recostó en el respaldo del sillón-. He oído que tu negocio esta prosperando.
 
-Así es -respondió emocionada y se sentó sobre el escritorio de su hermano-. A la gente le gusta lo que hago, pronto organizaré una despedida de soltera y también otra fiesta para niños.
 
-Te felicito -dijo orgulloso-. Aunque confiaba en que lo lograrías.
 
-Gracias Shaoran.
 
-Por cierto, ¿ya te entregaron las fotografías de la fiesta de los Hiraguizawa? -preguntó mirando fijamente a su hermana.
 
-Mmm, ya te había dicho que no me las entregarían a mí directamente, pero creo que no se las han dado a la señora Hiraguizawa, ¿por qué?
 
-Tú sabes muy bien porque -replicó Shaoran incómodo.
 
-¿Todavía sigues con eso? -preguntó Fuutie con fingida indiferencia.
 
-Si. “Como podría olvidarme de algo así” -pensó apesadumbrado.
 
Fuutie le había proporcionado la lista de invitados de la fiesta, ya la había repasado varias veces, había eliminado a las mujeres casadas, los matrimonios que no tenían hijas, y aún así no lograba dar con una pista sobre su Hada.
 
-“Mi Hada”. ¿Estás segura que no has recordado a la chica que te mencione? -insistió.
 
-Ese día estuve tan preocupada por la fiesta que no me dije en los disfraces de la gente -mintió mientras bajaba del escritorio para darle la espalda-. ¿Por qué no le preguntas a Eriol?
 
Eriol Hiraguizawa, pensó Fuutie impaciente, de alguna manera se había adelantado a su hermano y adivinando lo que le preguntaría le pidió que no le revelara la identidad del Hada rosa con quien Shaoran había estado la noche de la fiesta. Ni siquiera había necesitado borrarla de la lista de invitados: ella y la otra Hada no estaban en la misma.
 
Fuutie se había sorprendido mucho al enterarse por Eriol que su hermano había quedado muy impresionado con el Hada. Pasada la sorpresa se emocionó con la idea de que su hermano al fin se hubiera mostrado interesado en una chica y en especial porque sabía quien era ella y había llegado a apreciarla mucho. Por eso cuando Eriol le pidió que mantuvieran la identidad del Hada en secreto no lo entendió ni lo aprobó. Pero Eriol Hiraguizawa podía ser muy persuasivo cuando se lo proponía y sus argumentos eran razonablemente lógicos.
 
-“Si Shaoran se entera de que su Hada es una chica de 17 años simplemente la descartará, pero si le damos la oportunidad de tratarla y llega a conocerla a fondo ya no le dará importancia a su edad”.
 
-¡Eriol! -masculló Shaoran molesto atrayendo la atención de su hermana-. No solo le he preguntado una vez, ¡han sido varias! ¡Miles!
 
Fuutie sonrió, Shaoran no acostumbraba la exageración, eso se lo dejaba a ella.
 
-De alguna manera siempre logra evitar mis preguntas. Además en estos días es muy difícil localizarlo. Si no fuera porque Kaho está en el país, casi me atrevería a decir que me está evitando.
 
-¿Kaho?
 
-Kaho Mitzuki, una amiga de Eriol.
 
-Me suena ese nombre -dijo Fuutie pensativa-. ¿Ella es modelo? -Shaoran asintió-. ¡Kaho Mitzuki!, por supuesto, WOW. ¿Ella es su amiga?
 
-Si, algo así -respondió encogiéndose de hombros.
 
-Vaya, Eriol tiene muy buen gusto, aunque tampoco debes ser muy duro con él -dijo en su defensa-. También ha tenido muchas preocupaciones.
 
-Tienes razón, con Hironobu y ahora lo de Tomoyo -admitió pensativo-. ¿Aún no ha podido verla?
 
-No, Sakura dice que aún la tiene castigada y que no cree que esto termine ponto.
 
-Pobre Tomoyo, es una chica muy agradable -y recordó algo-. ¿Aún insistes en tener a su amiga trabajando para ti?
 
-Claro que si -exclamó con vehemencia-. Sakura es una chica muy agradable, entusiasta y eficiente. ¿Cómo no voy a querer que trabaje para mi?
 
-Pero, ¿cómo tu asistente? -preguntó incrédulo-. Esa chica es demasiado joven para un trabajo con semejantes responsabilidades.
 
-¿Esa chica? Se llama Sakura, Shaoran. Sakura Kinomoto, no se porque te empeñas en verla como a una niña. Es joven, si, pero pronto tendrá la mayoría de edad, pronto estará en la universidad.
 
-Sigue siendo demasiado joven y sin experiencia.
 
-Son cosas que se solucionaran con el tiempo, además lo que le falta de experiencia lo compensa con entusiasmo, entrega y muchas ganas por aprender. Su ayuda fue invaluable para la organización de la fiesta de niños que di hace un par de semanas.
 
-Yue opina lo mismo que yo.
 
-Yue -resopló molesta-. ¿A él que le puede importar lo que yo haga?
 
-Es tu socio…
 
-Y además, ¿Desde cuando lo llamas por su nombre?
 
-Él insistió.
 
-¿Él insistió?
 
Shaoran no pudo responder pues en ese momento llamaron a la puerta.
 
-¿Qué sucede Wei? -preguntó Shaoran al ver entrar a su fiel mayordomo.
 
-El señor Tsukishiro esta aquí, me pidió que le avisara en cuanto llegara.
 
-Si claro, gracias Wei, dile por favor que pase al despacho -el hombre salió con una inclinación.
 
-N-no sabía que él vendría -tartamudeó Fuutie con aprehensión.
 
-Quedamos que aquí nos veríamos.
 
-En ese caso me voy para que puedan hablar -y se encaminó apresurada a la puerta.
 
-Podrías quedarte al menos para saludarlo.
 
-No creo que sea necesario.
 
-Yue piensa que lo estas evitando.
 
-¿Yo? ¿Evitarlo? Por supuesto que no. Está equivocado, simplemente es un error de impresión.
 
-Entonces, supongo que simplemente debo disculparme -dijo una voz varonil desde la puerta-. Otra vez…
 
Fuutie se quedó sin aliento durante algunos segundos. Ahora comprendía que había sido un error evitarlo tanto tiempo. Ahora que lo veía parecía más atractivo, más varonil, más… más todo.
 
-No es necesario que te disculpes -dijo con un tono de voz neutro.
 
-Tan amable como siempre -dijo él sonriendo ligeramente y se adelantó para estrechar la mano del otro Li-. Shaoran, muchas gracias por recibirme.
 
-Eres bienvenido en esta casa Yue, ya lo sabes.
 
-Gracias -y se volvió hacia la joven para extender su mano por segunda vez-. Fuutie, ¿Cómo has estado?
 
La joven tardó unos segundos en responder o moverse, hasta que por fin estrecho la mano que se le ofrecía. La calidez que la rodeo produjo que su corazón latiera con fuerza.
 
-Bien, gracias -respondió mientras miraba sus manos entrelazadas, cuando quiso soltarse, él no se lo permitió y sobresaltada levantó la vista para encontrarse con sus grises profundidades.
 
-Me da gusto escucharlo -dijo antes de soltarla.
 
Fuutie se sintió incómoda con su propia reacción en lugar de sentirse aliviada, lo que la invadió fue la sensación de perdida y de inmediato sintió la necesidad de pedirle que volviera a tomar su mano y porque no hasta que la abrazara si así lo quería.
 
-Los dejaré para que hablen de sus asuntos -y dio un pasó atrás.
 
-Eso no es necesario -dijo Shaoran-. Creo que ustedes tienen que hablar.
 
-No, nosotros no…
 
-Yo creo que si -la interrumpió Yue.
 
-Yue quiere hablar contigo -explicó Shaoran-. Yo le dije que seguramente te encontraría aquí.
 
-Pero no me dijiste nada -protestó Fuutie.
 
-Lo olvide.
 
-¿Y por qué tanto secreto? -preguntó a Yue enfadada-. Simplemente tenías que llamarme y hacer una cita.
 
-¿Simplemente? -preguntó Yue dudoso pues tenía semanas intentando contactarla sin éxito.
 
Oportunamente Wei volvió a llamar a la puerta.
 
-La señorita Kinomoto esta aquí, señorita Fuutie -Anunció el hombre.
 
-Gracias Wei -dijo Fuutie con evidente alivio-. Debo ir a recibir a mi invitada, si me disculpan…
 
-Iré yo -se ofreció Shaoran-. Ustedes deben aclarar algunos asuntos -Fuutie iba a protestar pero él la detuvo-. Seguramente no tardarán mucho.
 
-No, no tardaremos -dijo Yue.
 
-Bien, entonces me despido Yue, seguramente ya no nos veremos, en unos minutos vuelvo a la oficina.
 
-Pero, ¿No irás a dejar a Sakura sola?
 
-Solo serán unos minutos y dejaré a Wei al pendiente de ella.
 
-Pero…
 
-Solo serán unos minutos, ¿verdad Yue?
 
-Si, por supuesto -respondió el hombre.
 
Shaoran iba a salir pero miró a las dos personas en su despacho. Fuutie iba a dar pelea de eso no había duda. De lo que no estaba seguro era de la reacción de Yue.
 
-Espero que arreglen sus asuntos con tranquilidad -Recomendó Sharoan lanzando una mirada de advertencia a Yue.
 
-No te preocupes, no me atrevería a hacer las cosas de otra manera.
 
Shaoran lo observó con los ojos entrecerrados.
 
-“No te atrevas a lastimar a mi hermana” -dijo con la mirada fija en el hombre.
 
-“No la lastimaré” -respondió Yue sin apartar la vista de los ojos oscuros que lo amenazaban.
 
Shaoran asintió y salió del lugar.
 
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Shaoran cerró la puerta tras de si lanzando un largo suspiro de alivio. Era un tanto incómodo encontrarse en la misma habitación con esos dos. La tensión entre ellos era casi palpable.
 
Había tenido serias dudas respecto al futuro que podrían tener, pues nadie podía negar hacia donde se dirigían esos dos.
 
Por eso le había sorprendido tanto la visita Yue a su oficina un par de días antes.
 
- Flash Back -
 
-Voy a ser claro contigo Li -dijo Yue una vez que la secretaria saliera después de llevarles sus respectivas tazas de café.
 
Shaoran lo observó fijamente y no dijo palabra permitiendo que el hombre continuara.
 
-Me gusta Fuutie -soltó sin más y espero una reacción por parte del hermano de la joven-. Veo que no te sorprende.
 
-No, en realidad no -aceptó Shaoran-. Pero no entiendo porque has venido a hablar conmigo sobre eso.
 
-Porque te respeto y respeto la posición que ocupas en tu familia.
 
-Te lo agradezco, pero creo que es con Fuutie con quien debes hablar de esto, ¿o es que ella ya lo sabe?
 
-Lo sabe.
 
-¿Y estás seguro que ella comprendió lo que le dijiste? -preguntó curioso, Fuutie no le había comentado nada, aunque no le sorprendía, los Li eran famosos por guardar sus sentimientos para si mismos.
 
-Estoy completamente seguro.
 
-¿Y ella te ha aceptado?
 
-Todavía no pero… “Lo hará” -pensó con resolución.
 
-Pero ¿Qué?
 
-Espero me de una oportunidad. Se que no le soy indiferente, así que solo espero que me deje demostrarle que podemos tener algo serio.
 
-¿Algo serio?
 
-No estaría aquí hablando contigo si no fuera así. Fuutie me interesa mucho y quiero algo formal con ella.
 
-¿Y no te parece que vas muy rápido? Después de todo ella aún no te ha respondido.
 
-Estoy seguro que lo hará y espero contar con tu aprobación.
 
Shaoran no dijo nada, observó al hombre frente a sí, Yue Tsukishiro era famoso por ser un hombre brillante, exitoso, serio pero también frío y solitario. ¿Seria posible que Fuutie hubiera conquistado a ese hombre? ¿Seria él capaz de conquistarla a ella?
 
-Si Fuutie te acepta yo no tendré ningún inconveniente en aprobar esa relación.
 
-Gracias Li.
 
-Debes saber que siempre he respetado las decisiones de mis hermanas y que mi familia es lo más importante para . No quiero ver lastimada a mi hermana.
 
-Eso no sucederá…
 
-Bajo ningún concepto -lo interrumpió con energía-. Si lo de ustedes no funciona, espero una separación civilizada -advirtió Shaoran anticipando el posible resultado, dados los antecedentes de su hermana.
 
-“Eso no sucederá” -pensó Yue-. “Nada me separaré de ella”.
 
-También debes saber, que, si por el contrario la relación prospera, es posible que encuentres algunos obstáculos para ser aceptado.
 
-Estoy consciente de ello.
 
-Y debo advertirte -continuó Shaoran-. No sé si la familia Li este dispuesta en aceptar a un extranjero como esposo de una de sus hijas, en especial mi madre -para Shaoran era muy importante que Tsukishiro estuviera al tanto de las dificultades que podrían enfrentar.
 
-Me preocuparé por ello llegado el momento. Yo también debo advertirte que si decido casarme con Fuutie y ella me acepta, nada me impedirá convertirla en mi esposa. Por supuesto haré todo lo posible para que la familia Li me acepte.
 
-Me parece justo, pero primero esperemos a ver que dice Fuutie a todo esto.
 
-Estoy de acuerdo -y sugirió-. Y ya que pronto estaré saliendo con tu hermana, ¿no te parece que sería mejor que nos tuteáramos?
 
-¿Por qué no?
 
- Fin Flash Back -
 
Ahora solo quedaba esperar, pensaba Shaoran caminando por el pasillo hacia el salón donde la señorita Kinomoto estaría esperando.
 
Se detuvo a unos pasos, no había olvidado la breve conversación que compartieron por teléfono aquel día. Su voz se parecía tanto a la de “ella”, pero tal vez solo eran imaginaciones suyas, seguramente no sentiría lo mismo al escucharla en persona, así tenía que ser. Su Hada no podía ser una chica de escasos 17 años que ni siquiera sabría lo que querría de la vida, no podía ser.
 
Sakura miraba a su alrededor asombrada “La casa” de los Li resulto ser un penthouse de dos pisos en una zona exclusiva de la ciudad.
 
Ahora entendía porque Fuutie decía que casi no veía a su hermano aún viviendo en la misma casa. La primera impresión la recibió al llegar al enorme edificio, después de comprobar su nombre en la lista que tenía, el guardia de seguridad de la entrada le indicó el elevador por donde se subía directamente al penthouse de los Li. Después fue recibida por un amable mayordomo que la llevo hasta el salón principal.
 
Todo era muy elegante, cálido y bien decorado, nada austero ni puramente masculino, con luces de ambiente estratégicamente colocadas y elegantes muebles. Miraba a su alrededor cuando se topa con el cuadro de una mujer muy hermosa ataviada con un bello traje tradicional chino.
 
Sakura se puso de pie para observarlo detenidamente, el cuadro estaba en el centro de la habitación, debía ser la madre de Fuutie, concluyó Sakura al notar cierto parecido con ella.
 
-Buenas tardes -saludó una voz detrás de ella sobresaltándola. Al volverse se encontró con un hombre joven, alto, de cabellos castaños y ojos penetrantes.
 
-“Shaoran Li” -pensó Sakura con un escalofrío.
 
Shaoran había tardado un minuto en llamar su atención aprovechando esos segundos para observarla. De espaldas a él pudo admirar sus largos cabellos castaños caerle por debajo de los hombros, la figura no era del todo de una muchachita y aún así nada lo preparo para la visión de esos expresivos ojos verdes que se volvieron a verlo tan repentinamente como él habló.
 
Se tensó pensando que no podía negar que era una chica preciosa, con piel perfecta y labios rosados entreabiertos por la sorpresa.
 
-Buenas tardes, señor Li -respondió la chica y algo dentro de él tembló. La voz parecía ser la misma.
 
Solo quedaba una cosa más, pensaba Shaoran inmóvil, por supuesto recordaba esos ojos, tanto como recordaba la suavidad de su piel y el sabor de sus labios, pero jamás se atrevería a tocarla y tampoco a besarla, mucho menos mientras llevara puesto ese uniforme escolar, concluyó horrorizado al percatarse del mismo, así como de la mochila que reposaba a los pies del sillón.
 
Solo quedaba una cosa más para estar seguro. Su olor, el mismo que tenía grabado en la memoria desde aquella noche y que no le había parecido siquiera similar a cualquier otro aroma femenino que hubiese percibido antes.
 
Sakura lo miraba impaciente deseando que Fuutie apareciera pronto por la entrada al salón que el señor Li parecía custodiar como si ella fuera a salir corriendo en cualquier momento, aunque eso era justo lo que empezaba a desear.
 
No le gustaba la forma en que la miraba, como si analizara cada parte de su cuerpo, como si quisiera adivinar su pensamiento.
 
-“¿Qué le pasa señor Li?” -preguntó Sakura desde su interior-. “¿Qué es lo que quiera de mi?” -ojalá se atreviera a preguntárselo porque ya empezaba a ponerse nerviosa. Había algo en él, algo vagamente conocido, algo que le ponía los nervios de punta.
 
-Mi hermana -carraspeó Shaoran y dio un paso adelante-. Mi hermana le pide que la disculpe pero esta atendiendo un asunto con su socio, tardara un poco.
 
-Está bien, yo puedo esperar -asintió Sakura pensando en Fuutie quien no hablaba mucho de su socio pero cuando lo hacía no parecía muy feliz.
 
-Póngase cómoda por favor, señorita Kinomoto -dijo Shaoran señalando un sillón.
 
-Si, gracias -y volvió a ocupar el sitio en el que se sentara a su llegada-. “Aquí es donde yo debería decir, llámeme Sakura, todos lo hacen” -pero no lo hizo, algo la detuvo, tal vez era la desconfianza que sentía hacia él.
 
-¿Ya le ofrecieron algo de beber?
 
Sakura no tuvo tiempo para responder pues en ese momento el amable mayordomo apareció en el lugar con el refresco que ella había pedido.
 
-Muchas gracias -sonrió la chica al hombre.
 
-¿Desea alguna cosa el señor? -preguntó Wei a Shaoran pero este no lo miro, tan absorto como estaba en la chica que bebía su refresco.
 
-Saber si ella... -murmuró para si.
 
-¿Perdón? -dijo Wei atrayendo su atención.
 
-¿Qué? -preguntó Shaoran notando que la chica y Wei lo miraban interrogantes.
 
-No, nada. Gracias Wei -y el hombre desapareció.
 
El silencio volvió a llenar el lugar, Sakura bebió de su vaso incómoda, sin saber que decir. Shaoran apartó la vista de ella tratando de resolver su dilema, ¿cómo hacer para acercarse a ella?
 
-Tiene una casa muy bonita -comentó Sakura insegura, no sabía si era correcto llamar a ese lugar “Casa”.
 
-Gracias -respondió él escuetamente todavía absorto en su dilema.
 
-Eh... yo... estaba... estaba admirando aquel retrato, supongo que es de su madre -dijo mirando al mismo.
 
-Si, es ella.
 
-Es una mujer muy hermosa.
 
-Gracias -esta vez Shaoran notó su incomodidad y se obligó a decir algo más-. No es un retrato reciente pero mi madre sigue siendo muy hermosa. Ese cuadro lo pintaron antes de morir mi padre.
 
-Oh, lo siento.
 
-Está bien, murió hace tiempo. ¿Por qué he dicho eso?”.
 
-Pero uno nunca se acostumbra a su ausencia ¿cierto? -Comentó Sakura un tanto ausente y con la mirada fija en el retrato-. Yo perdí a mi madre cuando niña y todavía hay momentos en que deseo que aún deseo se encuentre aquí.
 
-Lo sé, a mi me pasa lo mismo -respondió Shaoran en el mismo tono.
 
Hubo un silencio pero esta vez más agradable, Sakura dejo de mirar el cuadro y posó su vista en él quien también hizo lo mismo, sus miradas se encontraron enlazadas por un sentimiento compartido. Sakura nerviosa bajo la vista primero y se llevó una mano al cabello. En ese momento la pulsera que llevaba en la muñeca se desprendió.
 
Shaoran lo percibió en el mismo momento en que sucedió como si un rayo lo iluminara y antes de pensarlo dos veces se encontró de rodillas junto a ella.
 
-Permítame -dijo recogiendo la pulsera del suelo y tomó su muñeca para volver a colocarla en su sitio.
 
La chica temblaba ligeramente. “Y yo también”, admitió mientras luchaba con el broche. A pesar de todo se inclinó un poco esperando percibir el aroma que resolvería todas sus dudas, pero no lo encontró: en su lugar percibió algo dulce y suave, y algo más, una calidez que lo envolvió haciéndole olvidar todo lo demás.
 
-El broche está roto -dijo Sakura con voz trémula y trato de quitarle la pulsera pero él la detuvo poniendo una mano sobre la de ella.
 
Fue entonces cuado él levantó la vista para decirle algo pero se encontró sumergido en las verdes profundidades de sus ojos. Sakura por otro lado había dejado de respirar al percibir esa misma electricidad que recorría su cuerpo, la misma que solo había experimentado una vez en su vida. Estaban muy cerca, muy cerca, tanto que el aliento de ella golpeaba sus mejillas.
 
-Sakura -susurró él, pero solo eso se necesitó para romper el hechizo.
 
Como impulsados por un resorte, los dos se pusieron de pie al mismo tiempo, poniendo algo de distancia entre ellos.
 
-Mi hermana no debe tardar -dijo él atropelladamente, sintiendo que el rostro le ardía-. Debo irme a atender mis asuntos: espero me disculpe.
 
-Adelante, por mi no se detenga -asintió Sakura, queriendo cubrir su propio rubor.
 
Shaoran Li, asintió y salió como un rayo de la habitación llevándose consigo la pulsera sin que ninguno de los dos reparara en ello.
 
Solo entonces Sakura se dejó caer en el sillón dejando que el oxígeno llenara sus pulmones mientras sus manos cubrían su sonrojado rostro.
 
-¿Qué pasó aquí? -se preguntó en voz alta.
 
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Llevaban unos minutos repasando las finanzas del negocio. Fuutie casi había brincado de la felicidad al notar que todos sus archivos, notas, recibos y demás documentos estaban en el despacho de su hermano. Así que de inmediato puso distancia entre ellos, tanto física como emocionalmente; se sentó en la silla de Shaoran y empezó a detallar los resultados de sus últimos eventos.
 
-Muy bien -dijo Yue después de revisar el último papel-. Todo esta en orden y funcionando perfectamente, te felicito Fuutie.
 
-Gracias. Ya estoy trabajando en los próximos eventos y...
 
-Creo que podemos hablar de eso más tarde.
 
-No, creo que no podemos -replicó Fuutie decidida a mantener las distancias-. Quiero que todo esté claro y que veas que tu inversión está dando frutos.
 
-De eso no me queda la menor duda -dijo él mirándola fijamente y se inclinó sobre el escritorio para acercarse más a ella-. Estoy muy impresionado contigo Fuutie, gratamente impresionado.
 
-Que bien -carraspeó Fuutie acalorada-. Aunque aun queda mucho por hacer antes de decir que este negocio prosperará.
 
-Prosperará -aseguró Yue con confianza.
 
Los ojos de Yue le decían que era sincero y Fuutie se sintió derretir por dentro. A parte de Shaoran nadie más confiaba en que su negocio sería un éxito. Fuutie estaba segura que todos esperaban que en poco tiempo ella regresara a casa fracasada.
 
Yue percibió el momento en que Fuutie bajo un poco la guardia y estiró el brazo para tomar su mano. Para su satisfacción Fuutie no lo rechazó y encerró la pequeña mano en la suya acariciando el dorso de la misma con el pulgar.
 
-No fracasaras, Fuutie Li -dijo él adivinando sus temores-. Estas hecha de buena manera y posees los genes de los Li, puedes lograr lo que te propongas.
 
-¿Tu crees? -preguntó ella con voz trémula.
 
-Así será.
 
Fuutie se sentía desfallecer: la intensidad de su mirada combinada con la suavidad de su mano la estaban volviendo loca. Llenó sus pulmones de aire esperando que el mareo que nublaba su mente desapareciera y se obligó a romper el contacto con él antes de que ocurriera algo de lo que pudiera arrepentirse.
 
-Shaoran dice que no apruebas a mi asistente -dijo retirando lentamente su mano de la de él. Esperaba que Yue le diera pelea.
 
-No es que no la apruebe -respondió Yue concediéndole un poco de espacio-. Es muy joven -comentó con suavidad.
 
-Si, pero tiene muchas otras cualidades que compensan su escasa edad -replicó un tanto molesta, no estaba reaccionando como ella esperaba-. Además yo ayudaba a mi madre con sus eventos a una edad más temprana que Sakura.
 
-No es lo mismo.
 
-No, no lo es -aceptó ella-. Pero aprenderá y yo sabré que esperar de ella -y se puso de pie para rodear el escritorio poniendo distancia entre ellos-. Aun no le he dicho que será mi asistente, estoy esperando a que se sienta más en confianza. Creo que es una buena oportunidad para que la conozcas y juzgues por ti mismo -dijo mientras avanzaba a la puerta.
 
Ni siquiera pudo dar un paso más. Sin hacer el menor ruido Yue llegó hasta ella y la tomó del brazo para girarla atrayéndola hacia él, con tal rapidez que a Fuutie no le dio tiempo de protestar.
 
En un segundo Yue la tenía atrapada entre sus brazos. Él la miró en silencio un momento, perforándola con la mirada y luego lentamente esta bajo lentamente a su boca.
 
-No puedo esperar un minuto más -y dicho esto inclinó la cabeza y la besó.
 
El inesperado y suave contacto de sus labios la paralizó, hasta que la sensación estalló en lo más profundo de su ser. Fue tan sorprendente, tan tierno que su cuerpo reaccionó como por voluntad propia, derritiéndose en él, aferrándose al calor de sus labios.
 
Un gemido retumbó en lo profundo del pecho de Yue y la ciñó contra él, mordisqueándole los labios, succionándolos, lamiéndolos. Fuutie se olvidó de todo, abrió los labios y sintió su lengua osadamente dentro, enredándose con la suya recorriendo su interior y produciéndole una tormenta de emociones.
 
El corazón le latía desbocado dejándola sin aliento. Estaba consciente de que respondía al ardor de su beso con una urgencia propia.
 
-No -susurró contra sus labios en un vano intento por recobrar la cordura.
 
-¿De qué tienes miedo Fuutie? -preguntó Yue sin apartarse un centímetro de ella.
 
-Yo no... -jadeó con fuerza consciente de cada parte del cuerpo masculino.
 
-Si, tienes miedo, por eso no me dejas acercarme, aun cuando sé que no deseas que me separe de ti -le dio un beso suave-. ¿Quieres que me marche Fuutie?
 
No pudo responder, solo lo miró fijamente. No, no quería que se marchara, pero no sabía como decírselo, no sabía que era lo que pasaba ó a donde los conduciría aquello. Lo único que sabía era que se sentía muy bien en sus brazos y que sus besos la hacían sentirse más viva que nunca.
 
Temblando enterró los dedos en sus cabellos plateados, le acarició las orejas y los hombros, los brazos, aferrándolo con la misma fuerza que él la sujetaba.
 
Una mano grande se ahuecó en su mejilla y oreja mientras él tomaba el labio inferior entre los dientes. Fuutie gimió temblorosa, y cerró los ojos. Tenía miedo, si tenía miedo aunque no entendía porque.
 
-No debes tener miedo de mi -susurró él en su oído y luego bajo la boca desde el lóbulo de la oreja, al mentón y al hueco del cuello-. Iremos tan despacio como tu quieras, tendrás todo el tiempo que necesites para acostumbrarte a mi, para que te des cuenta de lo mucho que significas para mi.
 
Esta última confesión le nublo los sentidos, ya no podía seguir resistiéndose, temió caer en cualquier momento, temió que le fallaran las piernas. Aferrada a él, ladeó la cabeza hacia un hombro dejando el cuello desnudo para la boca de él. Los labios de Yue le abrasaron la piel, le quemaron el lóbulo de la oreja. Su aliento en la oreja le produjo estremecimientos de expectación. A través de la tela de sus ropas sintió la evidencia de su excitación e hizo una inspiración jadeante.
 
-Oh, Fuutie -le susurró él al oído, cerró los ojos y apoyó la frente en la de ella, al parecer tan sin aliento como ella. Pasado un momento, levantó la cabeza y le puso tiernamente la palma en la mejilla-. ¿Quisieras salir a cenar conmigo está noche?
 
Aturdida por todas las emociones que se agolpaban en su pecho, ella no pudo responder y asintió casi sin fuerzas. Yue sonrió ligeramente y le besó la frente.
 
-Creo… creo que deberíamos ir con Sakura -susurró Fuutie y se separó de él tambaleante para seguir su camino a la puerta pero Yue aun la sujetaba firmemente de la mano y lo miró interrogante.
 
-Después -musitó Yue y la jaló suavemente hacía él para volver a besarla.
 
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Sakura caminaba lentamente por la calle todavía ensimismada en el mar de pensamientos y sentimientos que ocupaban su mente.
 
Había conocido a Yue Tsukishiro, el famoso socio de Fuutie, un hombre en apariencia serio y frío aunque sus ojos parecían expresar algo muy diferente.
 
Se sintió algo cohibida en su presencia pero algo le parecía familiar en él y las veces que se atrevió a mirarlo no pudo distinguir el porque de esa sensación.
 
Afortunadamente después de que le hiciera algunas preguntas respecto a su vida personal y al trabajo que desempeñaba se despidió y salió del salón sin prisas, parecía como sin no quisiera irse, pero después de dedicarle una breve mirada susurró algo en el oído de Fuutie y se marchó.
 
Cuando el señor Tsukishiro se marchó notó a Fuutie rara, muy distraída, pero ella misma se sentía así por lo tanto apenas discutieron algunos detalles sobre la despedida de soltera que estaban organizando y Sakura se despidió rechazando la oferta de Fuutie de llevarla a casa y cuando esta no insistió, sonrió agradecida pues sentía la necesidad de estar sola con sus pensamientos.
 
Se asombró al encontrarse frente al Parque Pingüino y se reprendió por haber llegado ahí prácticamente sin fijarse por donde caminaba. Siguió caminando hacía el interior hasta llegar a la zona de columpios que estaba vacía. Se sentó en uno de ellos y se meció con lentitud.
 
Suspiró mirando hacia el cielo, ¿cuándo iba a quitárselo de la cabeza? No había día, hora o momento en que no pensara en él, su apuesto desconocido.
 
Se tocó los labios con las yemas de los dedos y cerró los ojos dejándose llevar por el recuerdo. A pensar del tiempo pasado sus labios aún cosquilleaban y su corazón latía con una fuerza casi dolorosa.
 
Hasta ahora no había compartido con nadie su atesorado recuerdo, ni siquiera con Tomoyo. Ella ya tenía demasiado en que pensar como para compartir con su amiga la angustia de no volver a ver a ese apuesto desconocido.
 
Tampoco se había atrevido a preguntar a Eriol sobre su invitado, tal vez él lo recordaría, nadie había llevado un disfraz tan original. Sakura aún no había descifrado de qué iba disfrazado, pero algún día lo haría.
 
Volvió a suspirar, ¿y si no volvía a verlo? ¿Y que pasaría si lo hacía? Después de todo ella no era rica y solo tenía 17 años, no había podido olvidar que él pensó que era una joven universitaria y seguro que también creía que pertenecía a lo más selecto de la sociedad.
 
¡Que absurdo! Se burló de si misma. ¿Sakura Kinomoto una rica heredera? Si bien era cierto que la profesión de su padre les permitía vivir con cierta comodidad y que debido a lo mismo en ocasiones había podido viajar con él a lugar remotos donde su padre se perdía en fabulosas excavaciones, no se comparaba en nada con la vida que se pueden dar los ricos.
 
-“¿Dónde estará él?” -se preguntó pensando nuevamente en él-. “¿Qué estará haciendo? ¿Pensará en mi?” No, no lo creo -negó con la cabeza-. Seguramente ya me olvido.
 
Se columpió con más fuerza. Tal vez debería dejar de atormentarse y conformarse con el recuerdo. Si alguna vez volvían a encontrarse, entonces tal vez tendrían una verdadera oportunidad para conocerse.
 
-“¿Y si no es así?” -se preguntó de frente a una dolorosa realidad. Puso los pies en la tierra para detenerse y miró fijamente a la nada.
 
Volvió a columpiarse lentamente, apenas consciente de lo que había a su alrededor.
 
-¡Sakura! -escuchó una voz conocida que poco a poco se fue metiendo en su cabeza-. ¡Sakura!
 
Levantó la vista confundida y a lo lejos notó la figura de su querido Yukito que levantaba el brazo agitando la mano a modo de saludo mientras sonreía.
 
Sakura también sonrió imitando su saludo y dejó que su corazón se iluminara con su adorable sonrisa.
 
Se bajó del columpio y colocó su mochila al hombro para correr al encuentro de su querido Yukito y en algún momento se dio cuenta de que si no volvía a encontrar a su apuesto desconocido aún tenía a Yukito.
 
Siguió corriendo y sin proponérselo la imagen de Shaoran Li le vino a la mente, casi podía sentirlo como si estuviera a su lado, tan cerca como estuvo cuando se arrodillo a su lado y un escalofrío la recorrió.
 
-“Solo tengo que mantenerme alejada de él” -pensó al momento en que llegaba a su destino-. Hola Yukito.
 
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El agua caliente caía delineando cada músculo del cuerpo desnudo. De frente a la regadera apoyo las palmas de las manos en el frío azulejo y agacho la cabeza permitiendo que el agua golpeara con fuerza su espalda.
 
Eriol abrió los ojos “Tomoyo”, apretó los parpados con fuerza. El invierno había llegado y la situación de su amiga no había cambiado en nada.
 
Al menos había logrado hablar con ella de vez en cuando. Gracias a su abuela quien había tenido la brillante idea de enviar con Sakura un teléfono móvil y así podían saludarla y saber como se encontraba de su propia voz. El móvil se quedaba en su casillero de la escuela pues no podía arriesgarse a llevarlo a casa. Hablaban durante su hora de descanso, así que a veces era imposible para Eriol saludarla con la frecuencia que él quisiera. Anessa-sama y la señora Seri en cambio hablaban con ella todos los días.
 
-“Se esfuerza por parecer animada” -comentó alguna vez Anessa-sama-. “Pero se le oye triste. Es una chica muy valiente”.
 
-“No te preocupes por mi Eriol” -le decía ella cada vez-. “Estaré bien. No es tu culpa. Son las circunstancias y nada podemos hacer para cambiarlas, solo esperar”.
 
-Esperar -masculló él por lo bajo y lanzó un golpe a la pared-. ¿Cuánto tiempo más?
 
Si se hubiera despedido de ella aquella noche en la fiesta, si la hubiera acompañado a la puerta. No la habría dejado marcharse sola con la tal Toshime, no habría dejado que se enfrentara sola a su madre aquella noche.
 
Todos decían que no debía sentirse culpable pero no podía evitarlo.
 
-“Todo es producto de un rencor que lleva años alimentándose” -dijo una vez su abuela-. “Y tu no eres responsable de que se haya iniciado en primer lugar”.
 
-“Hironobu, maldito Hironobu” -pensaba con rabia, nunca antes había sentido tanto resentimiento contra él.
 
A pesar de lo difícil de su situación sabía que tarde o temprano recuperaría la empresa de su padre. Pero ahora que por su culpa lo alejaron de una persona a la que tanto apreciaba… le molestaba, le dolía profundamente.
 
-“Tomoyo, Tomoyo” -suspiró Eriol pesaroso. La extrañaba, extrañaba a su amiga, a su confidente. Con ella podía hablar de cosas que nadie más comprendía. A veces no tenía que decir mucho y ella lo sorprendía hablándole con madurez y comprensión.
 
Extrañaba su voz, su presencia. Se había sorprendido incluso extrañando su contacto, el saber que con solo estirar la mano podría encontrar la de ella. ¿Cómo es que una persona en tan poco tiempo puede ocupar un lugar tan importante en la vida de una persona?
 
No importaba lo que los demás pensaran tenía que hacer algo, tenía que hablar con Sonomi Daidouji y resolver el malentendido.
 
Un ruido lo distrajo y se volvió para ver que la puerta de la ducha se abría, dejando salir parte del vapor con el que se encontraba encerrado.
 
-Pero que cara -ronroneo una voz femenina-. Pensé que habías venido para relajarte, pero te has tardado tanto que ya me temía que te estuvieras ahogando en tus preocupaciones.
 
-Kaho -gruñó Eriol sin querer y todavía de espaldas a ella agregó-. Ya estaba por salir.
 
-No hay prisa cariño -dijo ella al tiempo que se quitaba la bata para quedar desnuda y se metió a la ducha con él cerrando la puerta-. Vine a ayudarte a relajarte.
 
Eriol no dijo nada cuando sintió que Kaho le enjabonaba la espalda.
 
-Has estado muy distraído últimamente -le susurró al oído mientras se abrazaba a su espalda y le enjabonaba el pecho-. Nunca te había visto así.
 
-Nunca había estado tan ocupado -respondió evasivo.
 
-¿Hay otra mujer? -preguntó pegándose más a él, moviendo sus pechos contra la espalda enjabonada.
 
Eriol sintió que su cuerpo reaccionaba y un destello de la imagen de Tomoyo ocupo su mente. Negó con la cabeza firmemente.
 
-No.
 
-¿No? -replicó Kaho dudosa y lo obligó a volverse hacia ella para tomar su rostro entre sus manos-. No me mientas Eriol.
 
-No te miento -respondió rodeando su cintura con los brazos.
 
-No te creo -dijo dándole un palmadita en la mejillas-. He llegado a sentir que piensas en otra mujer cuando estas conmigo.
 
-No ha sido mi intención -se disculpo.
 
-No me gusta esa sensación -dijo sin creerle-. ¿Quién es esa mujer?
 
Eriol iba a responder cuando volvió a ver Tomoyo frente a él ocupadndo el lugar de kaho. ¡No! Se respondió mentalmente y su imagen desapareció volviendo a aparecer Kaho. Sin pensarlo apretó a Kaho contra él y la beso con ferocidad.
 
Kaho ronroneó complacida al sentir la fogosa respuesta de Eriol y empezó a acariciarlo como sabía que a él le gustaba.
 
Eriol siguió besándola pero abrió los ojos parpadeando sorprendido. No había pensado en Tomoyo, no mientras estaba con Kaho, ¿o si?
 
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-¿Dónde está mi hija? -preguntó Sonomi nada más cruzar el umbral de la puerta.
 
-En su habitación señora -respondió Toshime de inmediato que había acudido al encuentro de su señora tan solicita como siempre.
 
Sonomi no dijo nada más y camino en dirección a las escaleras con paso decidido.
 
-Voy a hablar con ella -informó a Toshime segura de que le seguía los pasos-. No quiero a nadie cerca -ya al pie de las escaleras se detuvo para volverse-. A ti tampoco Toshime.
 
La mujer se para en seco a unos pasos de su señora.
 
-S-si, claro -tartamudea-. Como usted ordene.
 
Conforme con la respuesta Sonomi se dispuso a subir las escaleras al tiempo que pensaba que había llegado el momento de terminar de una vez por todas con el asunto de Hiraguizawa sobre todo después de lo sucedido ese día.
 
- Flash Back -
 
-Señora Daidouji -llamó una voz por el intercomunicador en la elegante oficina.
 
-Dime Tessima -contestó Sonomi con aire distraído mientras continuaba trabajando.
 
-Llaman de la recepción diciendo que un señor Hiraguizawa esta abajo pidiendo hablar con usted.
 
Solo entonces Sonomi aparto la vista de los papeles que sostenía en la mano, los colocó sobre el escritorio y lentamente contó hasta diez tratando de mantener la mente fría.
 
Toda la semana había recibido llamadas insistentes de las oficinas de Industrias Hiraguizawa pidiendo una cita, y no solo eso también hubo cartas, faxes y toda clase de intentos. Ese jovencito no se rendía fácilmente, pero ella tampoco lo haría.
 
-Tessima ya te he dicho que no me interesa tratar con Eriol Hiraguizawa o con cualquiera que venga de Industrias Hiraguizawa, no me importa cual sea el asunto que quiera tratar.
 
-Si señora.
 
Sonomi se levantó y caminó hacia la ventana observando la grandiosa vista de la ciudad. No podía creer que ese jovencito se atreviera a tanto. Se dirigió hacia el minibar que tenía en su oficina y se sirvió un trago, aun era temprano pero lo consideró necesario.
 
Ahora más que nunca estaba decidida a encontrar una pareja para su hija, una que ella aprobara totalmente. Por esa razón estaba enfrascada en la organización del primer baile de Navidad que celebraría en la mansión Daidouji el próximo sábado, el primero desde la muerte de su esposo.
 
No había nadie importante en esa ciudad que no estuviera invitado. El gran evento social de año se llevaría a cabo por todo lo alto, no se recordaría mejor baile que ese. No necesitaba distracciones en ese momento.
 
-Señora Daidouji -llamó la voz de su secretaria nuevamente pero esta vez sonaba un tanto insegura.
 
-¿Ahora que pasa Tessima?.
 
-El señor Hiraguizawa insiste, dice que tiene que hablar sobre su hija...
 
-Comunícame con la recepción -ordenó cortante, en segundos ya los tenía en la línea-. Aquí Sonomi Daidouji, hágame el favor de sacar al señor Hiraguizawa del edificio, no lo quiero dentro de esta propiedad, no importa lo que diga -y colgó sin esperar respuesta.
 
Después de ese mal momento le costo mucho trabajo recobrar la concentración, al final pensó que tal vez sería la última vez que sabría del tal Hiraguizawa. Que equivocada estaba.
 
Salió del edificio con paso decidido, acostumbraba subir a su auto justo enfrente. Ya había notado a su chofer abriendo la puerta cuando un joven se atravesó en su camino.
 
-Señora Daidouji, buenas tardes -saludó el joven plantándose frente a ella impidiendo que siguiera con su camino.
 
-¿Va a estar ahí todo el día? -preguntó Sonomi cortante, sin responder al saludo del joven.
 
-Eso es prácticamente lo que he estado haciendo, esperarla todo el día -los ojos de Sonomi se abrieron comprendiendo lo que sucedía y el joven frente a ella se lo confirma-. Eriol Hiraguizawa, a sus órdenes.
 
-Vaya descaro, ¿es que acaso no ha entendido que no me interesa hablar con usted?
 
-Yo creo que es todo lo contrario, debería interesarle hablar conmigo.
 
-¿Necesita ayuda señora? -preguntó el chofer.
 
-Todo esta bien Akita, espéreme en el auto -y agregó antes de dejar marchar al chofer-. No voy a tardar -aseguro con frialdad percibiendo la determinación del joven-. Ya que está tan decidido a hablar conmigo, le diré de una buena vez que no me interesa que mantenga ninguna clase de relación con mi hija, señor Hiraguizawa.
 
-Es usted directa y en mi defensa debo decir que no me ha dado la oportunidad de conocerme, no soy como Hironobu.
 
-Al menos sabe cual es el motivo de mi disgusto hacia usted.
 
-Digamos que lo comprendo, pero es injusta señora. Hironobu y yo no tenemos nada en común a parte de un parentesco lejano, cosa que lamento.
 
-Eso es lo que usted dice, pero no estoy dispuesta a arriesgarme a averiguarlo. No vuelva a acercarse a mi hija señor Hiraguizawa o me veré obligada a tomar medidas drásticas.
 
-¿Medidas drásticas? ¿Más drásticas que tener a su hija encerrada en su propia casa? ¿Es que no le importa que su hija sea infeliz?
 
-Se acabo la conversación, señor Hiraguizawa -puntualizó con expresión severa.
 
-No voy a hacerle daño a Tomoyo, la aprecio demasiado yo...
 
-Aléjese de ella -espetó antes de dirigirse al auto.
 
- Fin Flash Back -
-Vaya descaro el de ese jovencito -murmuró Sonomi mientras entraba sin anunciarse a la habitación de su hija-. Tomoyo -la llamó mirando alrededor sin obtener respuesta. Cerró la puerta y camino unos pasos.
 
Buscó en la pequeña terraza y en el vestidor sin resultados, al final concluyó que se encontraría en el cuarto de baño. Iba a llamar a la puerta cuando esta se abrió.
 
-¡Madre! -exclamó Tomoyo sorprendida.
 
Sonomi apenas notó su sorpresa pues ella misma estaba ocupada observando el atuendo de su hija. Con el cabello recogido y usando un delantal de plástico, en la mano llevaba unas pinzas metálicas muy largas.
 
-¿Qué significa ese atuendo? -preguntó como si fuera lo más horrible que hubiese visto-. ¿Para que son esas pinzas? ¿Qué es lo que hacías ahí? -señaló hacia el interior del cuarto.
 
-¿Yo? -Balbuceó tontamente mirando de reojo el interior del baño y nerviosa continúo-. Es lo que uso para revelar mis fotografías.
 
-¿Tus fotografías?
 
-Las que tomo con la cámara que me regaló el señor Kinomoto -respondió señalando con la cabeza el sitio donde se encontraba la misma.
 
Sonomi ni se movió mirándola aún incrédula.
 
-Hace unos años que la tengo -explicó Tomoyo con cierta desilusión. Como era posible que no lo hubiera notado antes-. También tome un pequeño curso de fotografía.
 
-¿Un curso de fotografía? -preguntó Sonomi turbada. Y miles de preguntas se formularon en su mente. ¿Cómo? ¿Cuándo?
 
-Tu me diste el dinero -respondió Tomoyo suponiendo lo que pensaba-. Te pedí permiso, dijiste que si, fue hace mucho seguro por eso no lo recuerdas.
 
-Si, debe ser eso -dijo Sonomi frunciendo el ceño incómoda y dio un paso al frente para entrar al baño, pero Tomoyo se interpuso.
 
-Uso el baño para revelar mis fotos, está muy desordenado yo... deja que limpie un poco…
 
Sonomi no dijo nada e hizo a un lado a Tomoyo para pasar.
 
-¡Es negro! ¡Tu baño es negro!-dijo al poner un pie en el lugar.
 
-Si, yo... pinte las paredes, no se ve muy bien, yo no lo hice bien.
 
-¡Tu lo pintaste!
 
-S-si ta-también te lo comenté y dijiste que si quería un baño negro lo hiciera yo misma.
 
-Y lo hiciste. Es horrible -comentó Sonomi mirando alrededor, el juego de baño era de un color diferente a las paredes, el espejo tenía focos rojos, miró al techo y vio un foco de luz blanca.
 
-Era más fácil cambiar los focos del espejo -explicó Tomoyo-. Son los que uso cuando estoy revelando.
 
Sonomi miró los recipientes donde se encontraban los líquidos para revelar. En el área de la tina de baño se encontraban colgadas algunas fotografías.
 
-Casi no uso la tina -comentó Tomoyo en un tono angustiado, esperaba que su madre no se acercara a las fotografías colgadas pero lo hizo.
 
Sonomi caminó lentamente hacia las fotografías y observó detenidamente cada una de ellas. Después y sin perder la compostura se volvió a mirar a su hija.
 
-Las tomé como un favor para la señora Hiraguizawa -mintió Tomoyo, no podía decirle que le pagarían por ellas-. El fotógrafo que tenía contratado no apareció yo me ofrecí -dijo atropelladamente.
 
Sonomi no respondió nada, su hija la había sorprendido con su iniciativa, casi había admirado el que hubiera motado por si sola su propio cuarto oscuro, pero al ver las fotografías que obviamente eran de la fiesta de disfraces de los Hiraguizawa recordó el porque se encontraba ahí y su determinación aumentó. Se volvió hacia las fotos y las arrancó con fiereza de su sitio.
 
-¡No! ¡No se han secado aún! -exclamó Tomoyo tratando de contener a su madre.
 
-Debe haber más -dijo Sonomi estrujando las fotos entre sus manos-. ¿Dónde están?
 
-No madre -pidió Tomoyo-. Yo prometí entregarlas.
 
-¿Cuándo? ¿Cuándo prometiste hacerlo? ¿A quién se las entregaras?
 
-A la señora Hiraguizawa, lo prometí cuando acepte tomarlas.
 
-¿Lo aceptaste? ¿O te ofreciste a hacerlo? Piensa bien lo que vas a responder jovencita.
 
-Madre por favor, no hagas esto... yo solo las enviaré...
 
-O tal vez decidas entregárselas a Hiraguizawa en persona, un buen pretexto para verlo -la acusó con los ojos brillantes de ira.
 
-No, no iba a...
 
-Tal y como fue a verme hoy, ¿cierto?
 
-¿Cómo? -exclamó conteniendo el aliento.
 
-No finjas no saber nada -espetó Sonomi saliendo del baño y empezó a buscar en todos los cajones de su escritorio-. ¿Dónde están las otras fotografías.
 
-Yo no sabía, te lo juro.
 
-No importa, ya le he dejado claro que no volverá a acercarse a ti. ¿Dónde Tomoyo?
 
-No te lo diré -y miró a su madre decidida.
 
-¿Quieres que envié a Toshime a buscarlas? - Tomoyo la miraba azorada pero se mantuvo firme-. ¿Tal vez encuentre alguna otra cosa? -y al no ver reacción de su parte agregó-. Le ordenaré que revise cada rincón -y caminó a la puerta.
 
-¡No! No lo hagas, por favor -dijo vencida, no deseaba que Toshime hurgara en sus cosas, no le daría esa satisfacción.
 
Temblorosa busco bajo sus almohadas. Al menos no había ocultado las fotos en el lugar acostumbrado, hubiese sido muy humillante que ella misma le descubriera su mejor escondite. Sin decir palabra le tendió las fotos.
 
-Tal parece que tu tampoco quieres comprender la situación Tomoyo, por nada del mundo permitiré que esa amistad continúe -advirtió al tiempo que rompía cada una de las imágenes.
 
Tomoyo miraba los trozos esparcidos en el suelo con profunda tristeza, solo unos minutos antes había contemplado aquellas imágenes esperando que su encierro terminara pronto y así poder visitar “La Casa de las Rosas”.
 
-No regresaras a la escuela -sentenció Sonomi-. Yo arreglaré el que puedas obtener tu diploma sin que pases otro día más ahí, no importa cuanto tenga que “donar” a la escuela.
 
-Pero, madre...
 
-Toshime tiene razón, unos meses en el extranjero te harán recapacitar.
 
-¡No!
 
-Si, buscaré un buen sitio. Después de año nuevo te marcharas.
 
-¡No lo haré!
 
-Solo te quedas aquí mientras pasa el baile que estoy organizando, además tengo otros compromisos y tu me acompañaras.
 
-¡No lo haré! No me iré, no puedes obligarme, no puedes.
 
-Puedo y lo haré -dijo tomándole la barbilla con fuerza para obligarla a mirarla-. Yo no quería hacer esto pero me has obligado.
 
Tomoyo no dijo nada, no podía. Apretaba los dientes tratando en vano de contener las lágrimas que ya corrían por sus mejillas. Sonomi la soltó con brusquedad y caminó a la puerta.
 
-Es una lástima que tus vacaciones de fin de año hayan empezado, habría arreglado el asunto de la escuela -se detuvo al llegar a la puerta con la mano en el picaporte se volvió a mirarla-. Estarás encerrada en tu habitación todo el tiempo, te enviaré el vestido para el baile y alguien vendrá a ayudarte a vestir y a arreglarte -espero a que dijera algo pero al no ver respuesta agregó-. Si no cooperas yo misma vendré a vestirte si es necesario.
 
Tomoyo tan acongojada como estaba apenas si escuchó lo que le dijo, solo al oír que la puerta se cerraba dejó salir el primer sollozo y calló de rodillas en el suelo para recoger los pedazos esparcidos a su alrededor. Entre la nebulosa de lágrimas alcanzó a ver un pedazo especialmente grande donde se podían apreciar los rostros iluminados por las velas de Anessa-sama y Eriol.
 
-No me iré, no me iré -prometió entre sollozos-. No los dejaré.
 
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Parada junto a su madre en el recibidor de la mansión Tomoyo permanecía muy derecha con las manos entrelazadas y saludaba con una ligera sonrisa a cada una de las personas que llegaban al baile de Navidad.
 
Había soportado cada momento de ese largo día con la mejor de sus máscaras y la mayor entereza que tenía. Permitió que la vistieran y peinaran tal y como su madre quería.
 
Soporto cada una de las alabanzas que le lanzaban. “Se ve como una debutante señora Daidouji”, felicitó una mujer que apretaba las mejillas de Tomoyo como si fuera una niña. “Su vestido es precioso, tiene una hija hermosa
 
Tomoyo tuvo que admitir que la mujer decía la verdad. Si no fuera por las circunstancias ella habría apreciado más el hermoso vestido blanco que su madre había escogido para ella. Era un vestido de tirantes con piedrecillas delineando el escote, ajustándose en la fina cintura y una caída suave hasta los pies. Le habían recogido el cabello y solo dejaron unos mechones sueltos enmarcándole el rostro. El maquillaje era ligero pero destacaba el color de sus ojos y sus labios llenos. Al mirarse al espejo tuvo que aceptar que no se veía tan mal.
 
El escaso gusto que sentía por su apariencia desapareció al darse cuenta de las intenciones de su madre. Entre los invitados se encontraban los hijos solteros de las personas más importantes de la ciudad y la mayoría iban sin acompañante. Todo se hizo más evidente cuando después del brindis y que iniciara el baile, Sonomi la obligara a bailar con cuanto chico se acercaba a pedirle una pieza.
 
Si no hubiese sido por el plan que tenía trazado no habría podido soportar cada terrible momento.
 
En la primer oportunidad y alejada de la mirada vigilante de su madre y de Toshime que estaba más interesada en ocuparse de que se atendiera a los invitados, se excusó y salió a la terraza principal, camino despacio para no alertar a las parejas que caminaban por el jardín.
 
En una de las esquinas más alejadas del jardín busco entre los arbustos y encontró la pequeña maleta que había llevado ella misma durante la madrugada. Suspiró aliviada pues temía que alguien la hubiese descubierto, se apresuró a la puerta principal.
 
Esta sería la parte más peligrosa, la seguridad extra contratada para el evento no la conocería, una de las pocas ventajas que el estar encerrada le podría haber dado. Llegó a la puerta al mismo tiempo que un par de autos y aprovechó esa maravillosa oportunidad para escapar de su propia casa y en el primer momento echó a correr hacia la libertad.
 
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Tomoyo se detuvo frente a la mansión Hiraguizawa sintiéndose exhausta, había sido un largo camino. Dejó la maleta en el suelo y se acuclilló para abrirla y sacar el sobre que había preparado.
 
Dentro del enorme sobre incluyó los negativos de las fotografías de la fiesta de disfraces, en una carta explicaba el motivo por el que no había podido revelarlas y también el porque no se despedía de ellos en persona.
 
Tenía que irse, escapar. Desaparecer algunos meses, tan solo hasta cumplir la mayoría de edad y entonces su madre no podría enviarla lejos. Tenía algo de dinero y podría arreglárselas.
 
También incluía una carta para Sakura y le pedía a los Hiraguizawa que se la entregaran. Su amiga pasaría las fiestas fuera con su familia, de todos modos no hubiera podido despedirse de ellos.
 
Después de dejar el sobre en el buzón miró a través de los barrotes de la reja. Se alcanzaban a ver unas luces encendidas.
 
-Hasta luego Eriol -susurró Tomoyo conteniendo el miedo, la nostalgia y también el frío.
 
Tomó la maleta y empezó a alejarse acompañada tan solo por el sonido producido por sus zapatos.
 
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Eriol manejaba de regreso a casa. Había prometido no llegar muy tarde pero le resulto difícil desembarazarse de Kaho quien esos días estaba especialmente posesiva con él.
 
Dio vuelta para tomar la calle que llevaba a “La Casa de las Rosas”, los faros iluminaban la solitaria calle. Una vez más ese día y como siempre sin proponérselo la imagen de Tomoyo ocupó su mente.
 
-“¿Cómo estarás Tomoyo?” -hubiera querido preguntarle-. “¿Estás disfrutando del famoso baile de Navidad?” -sonrió con ironía al tiempo que colocaba el auto frente a la reja que custodiaba la mansión.
 
De reojo alcanzó a ver algo blanco en movimiento, se volvió con curiosidad y distinguió un vestido blanco. Bajó la ventanilla y apagó el auto.
 
Sus ojos no lo engañaban, el vestido se alejaba acompañado por el sonido de un ligero taconeó.
 
Tal vez se estaba volviendo loco, su corazón empezó a latir con fuerza y salió del auto con cierta torpeza, no supo como ni porque pero no pudo evitar gritar su nombre.
 
-Tomoyo -el corazón casi se le paralizo cuando vio que la dueña del vestido se detenía y se volvía a verlo. ¡Era ella!-. ¡Tomoyo! -gritó esta vez con más alegría y corrió hacia ella.
 
Tomoyo no supo como es que él había aparecido ahí, por un segundo dudo que realmente estuviera sucediendo. Su mente se convirtió en un caos desde el mismo momento en que empezara a caminar. Pero él ya corría hacia ella con una enorme sonrisa en su rostro. Apenas tuvo tiempo de soltar la maleta y levantar los brazos para abrazarlo.
 
-Tomoyo eras tú, sabía que eras tu -dijo al tiempo que la abrazaba con fuerza por la cintura y la levantaba del suelo-. ¿Qué pasa? -preguntó al escuchar el primer sollozo.
 
Tomoyo no pudo contestarle y ocultó el rostro en su cuello. Solo entonces Eriol se dio cuenta de lo grave de la situación. El vestido de noche blanco, la maleta en el suelo.
 
-Tomoyo, ¿te escapaste? -ella asintió frenética sin dejar de llorar-. Estás helada -exclamó notando también que no llevaba ningún abrigo. Intento quitarse el suyo pero Tomoyo se negaba a soltarlo-. Suéltame cariño, solo será un momento.
 
Cuando al fin logró que lo soltara, se quitó el abrigo para ponérselo a ella y después tomó a la llorosa chica en brazos para llevarla al auto, regresó corriendo por la maleta y después ya en el auto volvió a encenderlo para llevarla adentro.
 
Continuará…
 
Nota de autora: ¡Hola, hola! Jajajaja, estoy muy contenta y muy emocionada con el resultado de este capítulo. Esta lleno de emociones, de sentimientos, de encuentros y desencuentros y sobre todo de lo que más me gusta, de romance. ¿Por donde empezar? Sakura y Shaoran, creo que ahora podrán notar lo complicada que será la relación de ellos y que todavía falta para que se den cuenta de sus identidades, Shaoran tendrá muchas dudas, muchas y ambos trataran de alejarse pero… no creo que pueden evitar lo inevitable. Fuutie y Yue, iba a hacer que la relación fuera un tanto más tormentosa, pero la escena del beso me salió tan natural que decidí dejarlo así, Fuutie aún tendrá sus dudas, pero como ya habrán notado Yue va decidido a todo. AAh Eriol y Kaho, noté que muchos estaban dudosos respecto a la naturaleza de su relación y que por más que trate de ser sutil no me entendían, así que tuve que hacer algo drásticos para que vieran como es realmente la relación entre ellos y que entiendan porque cuando digo que Kaho es una distracción, es porque lo es. Mostré también lo contradictoria que puede llegar a ser Sonomi con su hija, la quiere pero tiene que controlarla y ha tomado medidas drásticas. Por otro lado vemos a una Tomoyo herida y dolida pero decidida a luchar por lo que quiere y a mostrarse tan drástica como su madre. Y por fin el reencuentro Eriol y Tomoyo.
Quería hacer un capítulo mucho más largo, pero me he dado cuenta de que si no publico ahora no lo haré nunca y que no creo que me de tiempo de escribir algo más para este capítulo, espero si tener tiempo para empezar el siguiente y así poder actualizar en las primeras semanas de enero. Haré mi mejor esfuerzo.
Espero les haya gustado, este capítulo termina con una fiesta Navideña, el próximo iniciará con una cena Navideña en “La casa de las rosas” (el único adelante que he dado yo jamás en un historia). Creo que es algo muy acorde con la época, y aunque no pretendía hacerlo así, pues me ha salido :P
Un abrazo para todos, espero que pasen unas fiestas muy felices. Esta es mi época favorita del año, una época en la que nos permitimos soñar, reír y en la que también nos permitimos ser optimistas acerca del futuro. Se que también algunos se deprimen y se sienten solos, pero hay que mirar siempre hacia adelante, deseando lo mejor y tomando fuerzas para lo que nos depare este nuevo comienzo.
Son los mejores deseos de su amiga, Daulaci.
 
FELIZ NAVIDAD Y UN PROSPERO 2007