Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Sombras del Pasado ❯ Sangre y Oscuridad ( Chapter 6 )

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DISCLAIMER: Los personajes de CardCaptors Sakura y todo lo relacionado con ellos, pertenecen a CLAMP. La trama de Sombras del Pasado es propiedad de Inner Angel

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SOMBRAS DEL PASADO

Capitulo VI: Sangre y Oscuridad.

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I see blood
Running down the streets,
Drowning everyone
In a sea of despair.

And the rest of the world
Is colourless,
Except for the green
of your beautiful eyes.

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El intermedio entre clases era siempre un caos en la Secundaria Tomoeda. Alumnos yendo de un lado a otro hacia distintas aulas, buscando libros en sus casilleros o conversando en los pasillos. Todo en los escasos minutos que tienen para relajarse antes de la siguiente lección.

Un punto popular de reunión era el baño de las chicas en el segundo piso, en donde un grupo conversaba muy animado antes del siguiente período.

“Sakura-chan te noto algo cansada, ¿no dormiste bien???”, dijo una voz cargada de sincera preocupación, pero que en cuestión de segundos y sin esperar una respuesta a la pregunta, se convirtió en un alarido lleno de alegría:

“¡Apuesto mi almuerzo a que se queda dormida en clase de química!”.

Tal anuncio de Rika desató las risas de todas las presentes. “¡Ahhhh nooo!!, ni loca, esa apuesta es 99 por ciento segura, yo no voy”. Contestó riendo Chiharu, con la mirada fija en el rostro sonrojado a más no poder de Sakura, que no hallaba apoyo ni en Tomoyo, quien ya se reía discretamente en una esquina.

“No es justo, saben que la voz del Sensei me da sueño…”, se quejaba Sakura por lo bajo con una media sonrisa que delataba que las bromas de sus amigas la avergonzaban, pero en modo alguno la molestaban. Por lo menos sus ocurrencias la hacían relajarse y olvidarse por algunos momentos de sus preocupaciones sobre la maldición. Y es que no había parado de pensar en ello en toda la mañana. Por primera vez era seguro que no se dormiría en clase de química, al igual que casi no durmió nada en toda la noche anterior, dando vueltas en su cabeza a las palabras de Eriol y Kero sobre esta nueva amenaza.

“¡Pues yo si voy, acepto la apuesta Rika!! Tengo fe en ti Sakura-chan, no me falles…”, contestó una joven rubia llamada Lita, al tiempo que estrechaba la mano de Rika para sellar la apuesta. Hacia dos años que Lita se había mudado a Tomoeda e iba en el mismo curso que las demás. Era una joven sencilla, aunque algo alocada a su modo, como el resto de las chicas, por lo que se había integrado bien dentro del grupo de amistades de Sakura.

“Esta apuesta va a ser pan comido”, exclamó Rika al tiempo que se dirigía a la puerta, “Será mejor que nos marchemos, la clase está por empezar”. Todas se movieron siguiendo a Rika pero Chiharu se quedó inmóvil mirando hacia la puerta del retrete donde Naoko estaba encerrada desde que entraron al baño.

“Naoko ¿qué haces?, ya nos vamos”.
“Ya va, que todavía no termino…”.

“No me extraña, siempre has sido una catarata sin fin”. El comentario de Chiharu se ganó las risas de todas.

“Te esperamos afuera, oírte me hace sentir que me ahogo”, replicó Rika entre más risas.

Una vez afuera Tomoyo tomó del brazo a Sakura: “Nosotras nos adelantamos”, dijo alejándose rápido de sus compañeras. Sólo cuando hubo puesto suficiente distancia entre ellas miró directamente a Sakura, dejando translucir algo de preocupación en su rostro.

“¿Estás bien Sakura?. ¿Has sentido alguna presencia extraña?. Te noto algo pálida…”, dijo casi atropellando las palabras, inquieta ante el rostro fatigado de su amiga.

“No, aun nada. No te preocupes por mi, estoy bien, solo algo cansada”.

“Ya veo… ¡Entonces Rika va a ganar otra vez!!!!”.

“¡Mou, Tomoyo-chan tu también!”, se quejó Sakura haciendo un puchero, que la hacia verse más Kawaii a los ojos de su amiga.

Tomoyo siguió riendo mientras avanzaban por el pasillo. “Todo va a salir bien”, pensó más para darse ánimos que porque lo creyera en verdad. Ella tampoco había dormido la noche anterior, más que por la preocupación de la maldición, por el remordimiento de conciencia. “Por qué dejé que Eriol me convenciera de todo esto”, pensó sin parar toda la noche. Una voz en su cabeza le daba siempre la misma respuesta: “Tu sabes bien el por qué…”.

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Más atrás, en el pasillo frente al baño, el resto de las chicas comenzó a impacientarse. “¡Naoko, ya apúrate!!”, gritó Chiharu abriendo un poco la puerta para hacerse oír, “…o llegamos tarde a la siguiente clase”.

“¡Ya voyyyyy…!”, contestó mientras salía agitada del retrete, deteniéndose frente al amplio espejo para acomodarse un poco antes de salir. Justo en ese instante un pequeño reflejo llamó su atención. Sobre el lavabo estaba una pequeña y perfecta esfera plateada del tamaño de una moneda. ”Que bonita…”, dijo para si misma casi como en trance, sin poder despegar los ojos de su brillante superficie, de la forma delicada en que las formas y colores se reflejaban en una imitación del mundo que la rodeaba. Un suave destello parecía salir de su interior, parpadeando incesantemente como un faro que envía señales a distancia.

Naoko la tomó entonces en sus manos y le sorprendió de inmediato que al tacto fuese caliente y no fría como el metal. La aproximó con cuidado a su rostro para examinarla mejor. “¿Qué será?”, pensó, y en ese mismo instante la esfera cambió repentinamente su color a un rojo intenso y se puso más caliente. Antes de poder hacer nada la esfera cobro vida propia y se escurrió de entre sus dedos, saliendo disparada hacia su rostro e introduciéndose con fuerza en su fosa nasal derecha.

Los ruidos de la escuela ahogaron sus gritos de dolor.

Afuera sus amigas conversaban ajenas a todo cuando por fin Naoko salió del baño, “Ufffff, ya era hora… vamos de una vez”, dijo Rika caminando hacia el salón, seguida por las otras dos. Tanta era la prisa que ninguna notó el pequeño hilo de sangre que comenzaba a salir por las fosas nasales de Naoko, ni la extraña expresión en sus ojos, tan ajena a su carácter amigable.

Rápidamente, se limpio con el dorso de su mano al tiempo que seguía a sus compañeras. “Si estoy lista… y no puedo esperar”, dijo con una voz que no era la suya, pero que una vez más, el ruido de los pasillos llenos de gente ahogó por completo.

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Por las hermosas calles de Tomoeda se podía ver a los habitantes pasear tranquilamente por las aceras mientras salían de sus trabajos o realizaban sus actividades cotidianas. A diferencia del estrés que domina a las grandes ciudades, aquí no había razones para tener prisas, y el habitante promedio solía ser bastante relajado y tolerante. Bueno, era así exceptuado el caso particular de dos personajes que prácticamente corrían por las aceras del tranquilo poblado, uno de ellos apartando sin mucho respeto a los transeúntes.

“Lo lamento mucho, por favor discúlpenos”, se excusó Yukito con la tercera señora que Touya tropezaba haciéndola casi caer al suelo, en su trayecto apresurado hacia la escuela secundaria donde estudiaba Sakura. Si no fuera por los movimientos ágiles de su amigo, ya habría más de una señora lastimada a su paso.

“Date prisa Yuki, o se nos hace tarde”, se quejo irritado porque su amigo se detenía a perder el tiempo con excusas.

“¡Cálmate por favor Touya!. No deberíamos hacer esto en primer lugar, Hiragizawa nos advirtió…”.

“Ya se bien lo que dijo el tonto ese, y la verdad no me importa”, hizo un ademán con la mano como si desechara algo sin importancia.

“Touya… se que es difícil estar a la expectativa, pero no hay nada que puedas hacer por ahora”.

La mirada en el rostro del mayor de los hijos de Kinomoto Fukijata no se suavizó con las palabras de su amigo. “¡Estoy cansado de esperar Yuki!, mi hermana corre peligro, y sólo está el muñeco tragón para protegerla”, dijo irritado visualizando toda clase de desgracias ocurriendo mientras Kero se atiborraba la cara de pastel.

“¡Bah!!, no me importa si los dichosos mensajeros nos encuentran más rápido, no voy a dejar a mi hermana sola”.

“Se lo que sientes, pero hay que ser prudentes”.

“Tengo un mal presentimiento Yuki, sea lo que sea ya esta aquí y mi hermana esta en peligro… ¡al diablo con la prudencia!”.

“Extraño, yo no percibo nada…”, dijo Yukito más para sí mismo que para Touya.

“Lo se, pero es mi hermana Yuki, yo se cuando algo no marcha bien con ella”. Yukito asintió levemente mientras se esforzaba en seguir con el paso forzado de su amigo.

“Además”, continuo Touya sin dar señales de bajar la marcha, “…aun no me queda claro este asunto de los mensajeros, porque rayos no viene el tal Fu-lo-que-sea directamente si tanto odia a los descendientes de Clow”.

Yukito cerró los ojos por unos instantes y su voz cambio ligeramente a una más fuerte y profunda cuando contestó: “Mi otro yo dice que los mensajeros son criaturas bajo el mando de Fu-Chou, su misión no es sólo atacar a los descendientes de Clow, ellos están aquí para asegurarse de que se cumplan ciertas condiciones necesarias para la aparición de Fu-Chou en este mundo. Por ahora aun está atrapado, sólo tiene el poder suficiente para enviar a los mensajeros, hasta que ciertos sellos sean rotos”.

“¿Qué rayos?… ¿Sellos? ¿Condiciones?, ¡El tonto de Hiragizawa no dijo nada sobre eso!”, respondió Touya muy exaltado, deteniéndose por fin para enfrentar a su amigo. Quería más explicaciones sobre esa maldición que parecía complicarse a cada minuto.

“No lo menciono porque no nos concierne”, continuó hablando con el mismo tono extraño. “Nosotros sólo debemos protegernos contra los mensajeros que puedan atacar a Sakura, la protección de los sellos le corresponde al Clan Li”.

“¡Ni me los nombres!”. Una mirada asesina relampagueó en los ojos del mayor de los Kinomoto. “Más vale que ese mocoso Li no este planeando nada raro… ¡O esta vez si le voy a dar su merecido!!”, dijo golpeando su puño derecho contra la palma de su otra mano, rumiando entre dientes cosas que Yukito ni quería entender. Aunque la verdad se imaginaba bien lo que era, pues muchas veces había visto a su amigo entrar en modo ‘hermano-celoso-super-protector’.

En pocos segundos Touya salió de su trance de furia retomando su paso apresurado como si nada. “¡No te quedes allí parado, apúrate!”, le grito a su amigo que seguía de pie en el mismo lugar. “¡Ya voy!”, contestó con una sonrisa y con su voz de siempre, al tiempo que corría para darle alcance.

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Como para confirmar los presentimientos de Touya, la salida de la secundaria Tomoeda estaba inusualmente solitaria. A pesar de que se habían terminado las clases hacia ya dos horas, siempre quedaban algunos alumnos y profesores en actividades extracurriculares hasta tarde. Hoy era la excepción y Tomoyo lo noto enseguida, mirando nerviosa a Sakura. Estaba charlando con Meyling y con el resto de sus amigas que salían de la reunión del Comité para la Graduación, la cual se prolongó un poco más de lo habitual. Era el final de la tarde y solo el silencio desacostumbrado, roto por las voces alegres del grupo, presagiaba lo que estaba por venir.

“¡Ah Meyling-chan, que bueno que hayas venido a visitarnos!”, dijo Chiharu tomando a su amiga por ambas manos. “Espero de verdad que puedas quedarte para la graduación”.

“Yo también lo espero amiga, ¡no me quiero perder como Kinomoto va a hacer el tonto esta vez!”, Meyling volteo hacia su querida compañera guiñándole pícaramente el ojo, mientras que Sakura solo podía cruzarse de brazos y hacer un puchero. “¡Mou, no de nuevo!!”, se quejó entre las risas de sus amigas que ya hacían las apuestas correspondientes acerca de los posibles escenarios de desgracia que muy probablemente iban a acontecerle a la joven.

Pero pronto Sakura no prestó más atención a la charla incesante de sus amigas. La verdad era que estaba muy cansada, después de un día muy agitado de clases y prácticas, además del trasnocho y la reunión de la graduación. Todo en lo que podía pensar de momento era en llegar a su casa para darse una relajante ducha y dormir a sus anchas. ‘Por lo menos no me quede dormida en clases’, pensó divertida al recordar la cara que había puesto Rika luego de perder la apuesta con una muy feliz y hambrienta Lita.

Todos sus pensamientos cesaron cuando una sensación se hizo presente en lo más profundo de su mente, como una presencia molesta y ajena que rápidamente se iba haciendo más y más fuerte. Se detuvo en seco mirando en todas direcciones. Un escalofrío recorrió su espalda al tiempo que la tarde aun soleada se convirtió precipitadamente en noche.

“Pero, ¿qué pasa?. ¡Se hizo de noche!” exclamó Chiharu algo asustada tratando de ver a sus amigas en la oscuridad. “¡Un eclipse… que bien!”, contestó animada Lita tomando del brazo a Tomoyo, “no sabia que había uno hoy”.

“Esto no es un eclipse”, dijo Rika confundida.

“No es posible”, aseguró Meyling, mientras Sakura las miraba a todas petrificada, la presencia crecía, y se acercaba a ellas a gran velocidad. Tenía que hacer algo y rápido o sus amigas se verían atrapadas en la lucha contra los mensajeros. Con un rápido movimiento producto de años de práctica Sakura tomo el pendiente en su cuello y lo transformo inmediatamente en el báculo.

“Light”.

De inmediato la carta se transformó en una esfera de luz que apenas pudo iluminar al grupo, pues la oscuridad era demasiado densa. Definitivamente era de origen sobrenatural. Sakura miró entonces a Tomoyo, que enseguida comprendió lo que debía hacer.

“¡Rápido, corran a casa!. No podemos permanecer más tiempo aquí. ¡Corran y no miren atrás!”, gritó empujando a sus amigas para que se dieran prisa. Solo Meyling permaneció firme en posición de batalla al lado de Sakura. Desde luego, no era mucho lo que las artes marciales podían hacer en contra de la magia pura, ni siquiera las de una guerrera avanzada como ella, pero Li Meyling no era del tipo de echarse a correr bajo ninguna circunstancia.

El grupo de chicas apenas habían comenzado a moverse cuando una voz se escuchó a su alrededor y las envolvió como traída por el viento frío que comenzaba a soplar incesantemente. Era una voz siniestra y vacía de vida que las detuvo en seco como clavándolas del suelo.

“Ya se marchan tan pronto… yo esperaba que se quedaran a jugar”.

Dicho esto aparecieron cientos de figuras con formas no definidas, apenas discernibles a la débil luz de la carta Light, pero de grandes proporciones y que rodearon al grupo en el centro del patio cortándoles cualquier vía de escape.

Los gritos de las sorprendidas jóvenes no se hicieron esperar, es más, se duplicaron cuando del cielo una enorme criatura alada descendió rápidamente en dirección a Sakura, posándose directamente frente a ella.

“¿Se encuentran bien?”, Sakura sólo atinó a asentir hacia su querido Kero, que con un rugido amenazador dio un paso hacia las extrañas formas. “¡Déjate ver Mensajero de la Oscuridad y lucha de frente!”, gritó con una soberbia propia del Gran Guardián del Sol.

“¡NO!”, exclamó Sakura de inmediato al encontrar de nuevo su voz. “No Kero. Mensajero de la Oscuridad, tu lucha es conmigo, la poseedora de la magia de Clow, deja ir primero a mis amigas, entonces lucharemos”.

“No - no - no… no lo creo Cardmaster, yo también he venido a jugar…”.

Sakura se volteó hacia la nueva voz que escuchó justo a sus espaldas solo para encontrarse con los ojos inyectados de sangre de Naoko, que miraba con enfermizo agrado a todas sus amigas, ahora más aterrorizadas que antes al ver el cambio en la expresión y la voz de su amiga.

“¿Qué pasa?, ¿no dices nada Sakura?… yo pensé que te divertirías más jugando con una de tus amigas”.

“No, no puede ser… qué… ¿qué le haz hecho a Naoko?”, logró decir finalmente, no sin esfuerzo, pues esto era precisamente lo que más había temido, involucrar a alguien inocente en la lucha con los mensajeros. Ahora estaba pasando. Naoko, su querida amiga de la infancia, su compañera en las buenas y las malas, estaba en peligro, un peligro mortal al igual que todas. Sakura apretó los dientes con determinación. ‘Pase lo que pase no permitiré que le haga daño, aun a costa de mi vida no lo permitiré’, sus pensamientos se deshicieron en su cabeza tan pronto escuchó las palabras de su guardián.

“Este es el Mensajero de la Sangre, Sakura”, dijo con una perceptible tristeza en su voz, pues él sabía de sobra que no había forma posible de revertir los daños hechos por los mensajeros a sus víctimas. “Naoko se ha ido… ya no puedes hacer nada por ella”. Incapaz de articular palabra Sakura sólo atinó a quedarse inmóvil, mirándola con los ojos empañados por lágrimas contenidas, sin comprender del todo la magnitud de lo que Kerberous acababa de revelar. Apartó su mirada por unos segundos buscando confirmación en los ojos de Meyling y vio allí lo que más temía.

Una carcajada repentina los hizo saltar a todos. “Que no te de pena. Esta niña era una tonta… y ahora es mía. ¡Yo soy el Mensajero de la Sangre y tu pagaras con la tuya el Legado de Clow!”. Con esas palabras lanzó sin más su primer ataque.

Levantando las manos sobre su cabeza el mensajero hizo crecer las uñas de sus manos en forma de finos hilos rojos como la sangre que enseguida comenzaron a batirse en todas direcciones, con la fuerza de látigos y el filo cortante de cuchillos, azotando todo a su paso. Así comenzó el caos. Todos se lanzaron a tierra tratando de alejarse lo más posible de Naoko, pero no lograban ir demasiado lejos pues las sombras del otro mensajero evitaban su escape.

Kero no tuvo más remedio que acudir en ayuda de Tomoyo y las demás, protegiéndolas con sus alas, garras e incluso con su propio cuerpo de los ataques mortales que venían de todas direcciones. Sakura hacia lo mismo, pero no atacaba, sólo usaba su báculo para defenderse. Su mente estaba completamente en blanco. Uno de los tan temidos mensajeros estaba frente a ella, tratando de matarlos a todos y ella tan sólo podía ver a su amiga Naoko. ‘No puedo…lastimarla’. Entonces se le ocurrió una solución, al menos por el momento.

“Shield”, llamó a toda voz y la carta salió disparada del mazo, cubriendo enseguida a Naoko y evitando que los látigos siguieran atacando al dejarla encerrada dentro del escudo de energía.

En ese instante una explosión resonó a las espaldas de todos. Un agujero apareció en la densa oscuridad dejando entrar la poca luz que caracterizaba el final de la tarde en la ciudad de Tomoeda. ‘Estábamos atrapadas’, pensó Tomoyo sorprendida, pues todas creyeron que se había hecho de noche, cuando en realidad habían estado encerradas desde el inicio dentro de una especie de cúpula de oscuridad

Repentinamente, el círculo de extrañas figuras que conjuró el Mensajero de la Oscuridad se rompió dando paso a Eriol, sus guardianes, Yue y a un Touya casi al borde de la histeria.

“¡Sakuraaaaaaaa!!!!, ¿Estas bien?”.

Sakura no perdió tiempo con explicaciones. “¡Rápido!”, gritó “¡sáquenlas de aquí…!!”. Pero sus palabras se ahogaron en la risa tenebrosa del Mensajero de la Oscuridad.

“Ja ja ja. ¡Que bueno tenerlos a todos reunidos, así será más fácil!. Descubrirán pronto que es más factible entrar que salir de aquí”.

Efectivamente, el círculo de sombras había vuelto a cerrarse alrededor del grupo, y la poca luz que se filtró por el agujero desapareció rápidamente al tiempo que la cúpula se sellaba, dejándolos de nuevo encerrados en la malsana oscuridad.

Eriol hizo un gesto con su mano indicando a sus guardianes que tomaran posiciones de defensa junto a un malherido Kero y las amigas de Sakura. Yue y un obstinado Touya estaban unos pasos más adelante, uno a cada lado de Sakura, quien no le quitaba los ojos de encima a Naoko. Aun estaba dentro de Shield, pero ya había hecho desaparecer los látigos y le devolvía la mirada con fingida dulzura. Meyling cerraba la retaguardia del grupo.

“Muéstrate mensajero”, exclamó a viva voz Eriol. “Yo soy la reencarnación de Clow. Lucha conmigo si quieres tu venganza”.

“Mi venganza llegará Clow y este sólo es el primer paso”. Sin más preámbulo una figura sombría se materializó delante de Eriol. Tenía los ojos completamente blancos y un rostro contorsionado en una mueca de muerte, marcado con profundas cicatrices que lo hacían ver repugnante e inhumano. Sus ropas grises y raídas ocultaban una figura magnífica en estatura y corpulencia. En sus manos esgrimía una espada negra que enseguida batió con fuerza sobre su joven enemigo, quien de un salto apenas pudo esquivar el ataque por milímetros.

Simultáneamente, todas las figuras que les rodeaban se pusieron en movimiento, arrastrándose como espectros en dirección a sus víctimas. El ataque fue rápido y sin piedad todos se defendían como podían, pero las sombras no parecían tener fin, pues una vez abatidas, enseguida volvían a la vida, extendiendo sus extremidades que tenían el poder de corromper toda la materia viva a su paso.

Todos luchaban menos Sakura, a quien las sombras parecían ignorar a propósito. Y ella también las ignoraba, enfocada como estaba en Naoko y en encontrar alguna forma de salvarla.

“Nuestra batalla no ha terminado Cardmaster. ¡Una de las dos morirá esta noche!”. Dijo solemne el Mensajero de la Sangre al tiempo que con un ademán de sus manos hacía desaparecer el escudo de Sakura en medio de un resplandor rojo que ahora la rodeaba.

“¡Deja ir a mi amiga y lucharemos a muerte si quieres, pero ella no tiene nada que ver!”, dijo en un último intento desesperado por salvarla, pero no bien había terminado de hablar cuando el mensajero se lanzaba sobre ella haciendo aparecer de nuevo sus látigos, los cuales se envolvieron como tentáculos alrededor de su cuerpo inmovilizándola.

“¡Tonta!. ¿No lo entiendes aun?”, replicó con sorna el mensajero. “La boba de tu amiga y yo somos uno, ¡UNO! Si quieres salvarte, ¡tendrás que matarla!”. Una risa histérica marcó sus palabras al tiempo que apretaba los látigos rompiendo la piel de Sakura y haciéndola sangrar.

Un débil grito de dolor se escapó de sus labios. ‘No puedo’, pensó de inmediato, ‘no puedo hacerlo’. Cayó sobre sus rodillas resistiendo el terrible dolor de su piel lacerada, sintiendo el calor de su sangre derramándose lentamente por su piel.

“¿Qué estas esperando niña?. Ninguno de tus amigos vendrá a ayudarte, ¡míralos!!… ¡que patéticos!, apenas y pueden luchar con Oscuridad. Y se dicen descendientes de Clow”.

Y así era. Sakura vio horrorizada como todos estaban ya muy malheridos, defendiéndose a duras penas de criaturas que parecían inmortales. Touya permanecía muy cerca, tratando de abrirse paso hasta ella con Yue y Meyling cuidándole las espaldas. Tomoyo y las chicas estaban agrupadas ayudando como mejor podían a los guardianes que las protegían. Y Eriol también continuaba luchando espada en mano, usando gran cantidad de poder para destruir a Oscuridad, pero sin éxito. La situación era verdaderamente desesperada.

Entonces la mente de Sakura se llenó de imágenes siniestras propias de sus peores pesadillas: podía ver los cuerpos de sus amigas pálidos y sin vida mirándola con ojos suplicantes por su ayuda; podía ver a sus queridos guardianes agonizantes, sufriendo un tormento por la debilidad de su ama en la lucha; y a Touya, Eriol, Meyling y Tomoyo, todos víctimas de una muerte horrible tratando de ayudarla, mientras ella no hacia nada… ¡NADA! por salvarlos, ¡nada por luchar!. Todas estas horripilantes escenas se convirtieron en un torbellino que se repetían sin cesar en su mente.

Entonces, cuando estaba lista para entregarse por completo a la desesperación, comenzó a escuchar el eco de una voz lejana en su mente, a veces tan extraña como familiar, que le repetía sin cesar y cada vez con más fuerza:

‘Una niña tonta y débil como tu no puede ser la CardMaster. ¡Entrégame las cartas! ¡Entrégamelas te digo! ¡ENTRÉGAMELAS!’

“¡NOOOOOOOOOOOOOOO!… no dejaré que lastimen a mis amigos… ¡No los dejaréééééé!”.

El grito desgarrado de Sakura se materializó en forma de una ola de energía mágica pura que barrió con todas las sombras a su paso, deshaciendo la cúpula que los aprisionaba y revelando un cielo despejado y las últimas luces del día comenzando a desvanecerse en el lejano horizonte. Oscuridad desapareció segundos antes de que la onda lo alcanzara, y Eriol al igual que el resto de sus compañeros sólo atinó a caer al suelo exhausto por la lucha. La increíble energía de Sakura había disuelto también las ataduras de Sangre, quien apenas pudo protegerse de la energía tras un escudo que conjuró justo a tiempo.

Sakura siquiera alcanzó a parpadear cuando Sangre se lanzó de nuevo sobre ella, tumbándola al suelo y tomándola esta vez por el cuello para asfixiarla. La joven sintió su corazón latir con fuerza al tiempo que su cuerpo le suplicaba por oxigeno y la vista se le nublaba rápidamente. Entonces lo notó. Una carta en su mano, y supo instintivamente lo que debía hacer.

“¡Sword!”.

El eco de su llamado aun resonaba en sus oídos cuando abrió los ojos. No se había percatado de haberlos cerrado. Su mirada se encontró con los ojos vidriosos de Naoko, su cara contorsionada en una perfecta máscara de dolor e incredulidad.

Bajo la mirada y vio su mano empuñando la espada que se hundía en el pecho de su querida amiga. Entonces ya no vio más pues sus ojos se llenaron de lágrimas.

“Como pudiste Sakura… eras mi amiga”, dijo agonizando Sangre, pero usando la voz de Naoko. “¡Te odio Sakura!… te od... dd… dio…”.

El cuerpo inerte cayó a un lado de Sakura que soltó de inmediato la espada y retrocedió espantada arrastrándose por el piso. Sword se transformó de nuevo en carta y desapareció.

No podía apartar la mirada. Frente a sus ojos la piel de Naoko se puso cada vez más pálida y grisácea, secándose a medida que toda la sangre de su cuerpo salía a borbotones de la herida mortal, dejando su cuerpo en medio de un charco macabro, con la mirada en blanco y un gesto de verdadero rencor que Sakura jamás, ni en el final de sus días, podría olvidar.

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INNER ANGEL.