InuYasha Fan Fiction ❯ Y colorín colorado este cuento aún no se ha acabado… ❯ Capítulo Uno ( Chapter 1 )

[ Y - Young Adult: Not suitable for readers under 16 ]

 
Esta lectura es trasladada de un fabuloso libro escrito por Odin Dupeyron que me dejó con muchas ganas de compartir. Con algunos cambios dados a los personajes para unirlo con nuestro anime favorito de InuYasha, les ofrezco Y colorín colorado este cuento aún no se ha acabado
 
Pero antes de empezar…
 
Negación: No, InuYasha no me pertenece al igual que la literatura de Odin Dupeyron.
 
Y ahora con la lectura.
 
 
 
Capítulo Uno
 
Era una noche muy fría, tal vez la más fría de todas las noches, una miko(i) se encontraba sentada en la ventana de la torre más alta del castillo, observando las estrellas con su vestido azul de gasa casi transparente. Como todas las noches, esperaba ansiosa la señal milagrosa que deseaba desde hace tiempo. Soñaba con lo que su propia vida podría ser si tan sólo llegara esa señal.
 
El ruido de la puerta para entrar a la torre, y los pasos en la gran escalera que conducía hasta su habitación, la hicieron regresar a la realidad.
 
Ahí viene de nuevo, pensó angustiada.
 
La puerta se abrió, y el gran gato beige del fuego de los miedos llamada Kirara asomó la cabeza.
-¿Qué estás haciendo, miko? -le dijo Kirara con esa voz hosca, desconfiada y dudosa pero siempre imponente que caracteriza a los gatos beige del fuego de los miedos.
 
-Espero la señal para salir de aquí -respondió Kagome, la miko, temerosa ante la presencia de Kirara.
 
Kirara se expresó con mucha fuerza.
 
-No debes salir de aquí, no puedes hacerlo hasta estar segura de haber escuchado la señal.
 
-Pero debe de haber una manera -dijo Kagome desesperada.
 
Kirara sólo la observe detenidamente, sus ojos rojos contrastaban de manera impresionante con su cuerpo beige, y resaltaban notablemente en el centro de su pajiza cara. Kagome se sentía intimidada siempre ante su presencia. -Alguien muy importante -le dijo Kirara- tuvo mucho cuidado al encargarte conmigo, yo soy el mejor guardián.
 
-Pero no puedes tenerme encerrada para siempre.
 
-¡No podrás salir de aquí hasta haber entendido la señal! - el nekoyoukai(ii) rugió de manera aterradora. El pavor tomó presa a Kagome, quien se quedó petrificada. -¡Hay demasiados peligros afuera! -concluyó Kirara dando la vuelta para salir.
 
-Pero yo...
 
-Hay demasiados peligros afuera y aquí te quedarás. -el gato del miedo salió azotando la puerta. No se oyó cerradura ni candados, nada que asegurara la puerta. El gato del miedo sabía que Kagome estaba muy asustada como para escapar.
 
Y así, Kagome regreso a la ventana a mirar las estrellas, suspiró profundamente y esperó de nuevo ansiosa por esa señal. Era una noche muy fría, tal vez la más fría de todas las noches.
 
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
 
¡Un momento!
 
¿Sumimasen(iii)?
 
¡Dije un momento! ¿Eso es todo? ¿Me voy a pasar toda la vida sentada en la ventana de la torre esperando la señal?
 
Ano(iv), yo...
 
Tu siempre cuentas la misma historia, exactamente la misma historia y yo aquí espero ansiosa a que un día cambie, que un día aparezca la maldita señal, que se caiga una estrella fugaz, que se obscurezca la luna o que por lo menos salga el sol, pero no, ¡nooooo!... ¿Sabes que esta noche es una noche muy fría, tal vez la más fría de todas las noches? ¡Pero claro que lo sabes! Tú eres el escritor y lo repites DOS veces en la historia.
 
Eso cierra el círculo de la historia.
 
¡Qué me importa a mí el círculo de la historia! Estoy cansada, harta, aburrida y muerta de frió... ¿Porque sabes qué? Esta noche no sólo es muy fría, no sólo es tal vez la más fría de todas las noches... ¡está helando! Y yo aquí sentada, con un vestido azul de gasa casi transparente. ¡Por el amor de Dios! ¿No me pudiste haber escrito aunque sea una frazada?
 
El lector entiende así tu sufrimiento.
 
Yo tengo una mejor manera de hacerle entender al lector mi sufrimiento. ¡Estoy en agonía, lector!, no sólo estoy esperando la señal que jamás ha llegado, y que al parecer jamás llegará, no sólo estoy encerrada en una torre a... ¿?... ¿Qué tan alta es la torre?
 
No lo se, no lo había pensado.
 
¿Eres el escritor y no sabes qué tan alta es la torre en la que me encerraste?
 
Sólo me la imagino muy alta.
 
Pues dame la altura que te imaginas.
 
No sé, 100 metros.
 
... ¿Sabes algo de arquitectura?
 
Iie(v).
 
Se nota. Déjame asomarme a la ventana... Tú ve narrando, que es lo único que sabes hacer.
 
Bien... ano... y Kagome se asomó a la ventana.
 
Gracias... mmmm -dudó-. No, no dudé, me estoy agarrando del barandal. Perdón. Ponle 15 metros.
 
Está bien, que sean 15 metros entonces.
 
Bien, pues como decía: no sólo estoy esperando la señal que jamás ha llegado, y que al parecer jamás llegará. No sólo estoy encerrada en una torre a 15 metros de altura. No sólo tengo al beige gato del fuego de los miedos vigilando cada uno de mis movimientos. ¡Además estoy muerta de frió! Crees que si fuera una noche... ya no digamos cálida... ¡templadita! ¿Tú crees que si fuera una noche templadita, el lector entendería menos mi sufrimiento? ¿Tú crees que el lector es baka(vi)? Mmmm... veamos, esta pobre miko está encerrada en una torre, su madre desapareció, se pasa todas las noches esperando una señal que nunca llega, su vida esta vigilada constantemente por la nekoyoukai del miedo que, citando al autor, sus ojos rojos contrastan de manera impresionante con su cuerpo beigey resaltan notablemente en el centro de su pajiza cara. Que además, citando al autor, habla con esa voz hosca, desconfiada y dudosa pero siempre imponente que caracteriza a los gatos beige del fuego de los miedos. ¡Pero la noche está templada! Seguramente no se la está pasando tan mal.
 
Suman(vii), no pensé que la historia te afectara tanto.
 
No pensó que la historia me afectara tanto. ¡¡No pensó que la historia me afectara tanto!! ¿Leíste eso, lector? Ponte un momento en mi lugar, querido lector. Imagina que te encuentras encerrado, en un pequeño espacio, presa del miedo, deseando hacer algo para cambiar tu vida, pero no te atreves, porque no sabes qué va a pasar. Y esperas ansioso esa señal que te dará la seguridad para atreverte a vivir. ¿Alguna vez te has sentido así? Pues eso es lo que yo siento todas las noches... eternamente, pero hoy ya me cansé, y voy a hacer algo al respecto. Y colorín colorado este cuento, aún, no se ha acabado. ¡Y tú, ponte a narrar!
 
Bien; pues... la miko, que evidentemente estaba muy molesta con su situación actual...
 
¡Estoy HARTA!
 
Esto es... la miko, que evidentemente estaba harta de su situación actual, se armo de valor y... ¿?... ¿Se acerco a la puerta? No puedes hacer eso.
 
Yo hago las cosas y tú las narras, ¿está bien?
 
Su mano se dirigió a la manija e intentó abrir, pero la puerta estaba cerrada.
 
No me salgas con tonterías. En la hoja pasada dijiste claramente: No se oyó cerradura ni candados, nada que asegurara la puerta. El gato del miedo sabía que Kagome estabamuy asustada como para escapar, no te puedes contradecir, a menos que seas uno de esos escritores que se sacan cosas absurdas de la manga.
 
Y la puerta se abrió fácilmente. Doomo(viii). Y Kagome salió.
 
Bajo las escaleras rápidamente saltando los escalones, tan rápido que rodó escalera abajo.
 
¡Chikusho(ix)!
 
Cuando levantó la cara, se dio cuenta de que había caído a los pies de Kirara. ¡Te lo dije! Kirara la miró furiosa... más bien estaba desconcertada.
 
¿Qué está pasando aquí? -dijo Kirara furiosa.
 
¿Qué está pasando aquí? -Está bien... “dijo el neko(x) sacadísima de onda”.
 
Nada, que he decidido salirme de aquí.
 
Pero tú no puedes hacer eso.
 
Es lo mismo que le digo yo.
 
¿Quién dijo eso?
 
Yo, el escritor-narrador del cuento.
 
¿Qué está pasando aquí? -dijo Kirara angustiadísima. Y cabe añadir que pegó la espalda a la pared, volteando para todas partes. Kirara estaba asustada. Muy asustada. ¿Cómo que te vas? ¿Cómo que el narrador? No entiendo nada.
 
Kirara, ¿no estás harta de subir siempre a la torre a repetirme las mismas frases que me paralizan? ¿No estás cansada de tenerme encerrada sin que ni tú ni yo podamos hacer algo con nuestras vidas?
 
No lo había pensado.
 
Pues claro que no lo habías pensado, en lo único que piensas es en que me tienes que mantener encerrada.
 
Demo(xi) eso es lo que debo hacer, alguien muy importante me encargó que te cuidara.
 
Que me cuidaras, está bien, pero no que me tuvieras encerrada eternamente.
 
Pero es que hay muchos peligros afuera, no puedes salirte así como así.
 
Todo el chiste del cuento radica en que no puedes salir porque estas presa del miedo.
 
¿Podrías decirle que se calle? Me está asustando.
 
¿Cómo se puede asustar con tanta facilidad un enorme gato beige de ojos rojos... y de voz hosca, desconfiada, dudosa e imponente? Tú la hiciste el gato del fuego de los miedos. ¿Te acuerdas? Espero que no todas mis historias me hagan lo mismo.
 
¡Dile que se calle! -gritó Kirara asustada, cerrando los ojos y tapándose la cara como una niña. ¡Hey! Aquí el narrador soy yo, ¿está bien? Está bien, está bien. ¡Que se calle! ¡Urusai(xii)! -gritó Kirara asustada, cerrando los ojos y tapándose la cara como una niña. De repente, se convirtió en una gata pequeñita, maullando de miedo.
 
Está claro -concluyó la miko, tomando a la pequeña gatita y acariciándola-: por lo que puedo ver, el miedo no es tan fuerte y temible como lo pintan, o en este caso, como lo escriben. Mira, Kirara, ¿qué te parece si las dos salimos y buscamos... lo que sea que haya afuera de este castillo?
 
Demo hay cosas aterradoras allá afuera -dijo Kirara espantada.
 
¿Cómo lo sabes?
 
Kirara dudó... y volvió a cerrar los ojos asustada. ¡Kami(xiii)! Kirara, no le tengas miedo, es sólo el escritor que tiene que narrar, no te va a hacer nada. Kirara abrió los ojos. ¿No me vas a hacer nada? Iie. ¿Lo juras? Lo juro. Está bien, te creo, pero no creas que me voy a descuidar, ¿entendiste? Entendí.
 
¡Retomando!... Kirara, ¿como sabes que hay cosas aterra­doras allá afuera?
 
No lo sé... me han dicho.
 
¿Quién te ha dicho?
 
Yo me lo he dicho.
 
¿Y por qué te lo has dicho?
 
¿Por costumbre?
 
¿Quieres decir que nunca has salido de este castillo?
 
Este... iie.
 
¿Doshite(xiv)?
 
¡Porque hay cosas aterradoras!... ¿Nani(xv), no me estás entendiendo?
 
Demo no puedes saberlo si nunca has salido -trató de hacerle entender la miko-. Y no sólo te puedes sentar a suponer y no hacer nada, tenemos que salir -dijo la miko decidida.
 
¿Doko(xvi)?
 
A dónde sea. Vamos a salir, nada más, vamos a atrevernos.
 
¿Demo y la señal?
 
No hay señal.
 
¡Pero necesitamos la señal para poder salir! -gritó Kirara del miedo, asustada.
 
Waa, waa(xvii), no te pongas así. La señal... la señal es... -Kagome pensó- la señal es... ¡la vida misma! Tan fácil como eso, si estamos aquí, si vivimos, estoy segura de que no es para estar encerrados. La vida misma es la señal de que podemos salir. ¡De que debemos salir! ¿Lo entiendes, Kirara?
 
Este... iie.
 
No importa, yo lo entiendo y con eso es suficiente, esa es la señal, ¿está bien? Vamos afuera.
 
Ano... si tú lo dices... vamos afuera.
 
Y las dos se dirigieron a la puerta. ¿Él va a venir con nosotros? Tiene que hacerlo, es el narrador. Soy el escritor. Es el escritor. Está bien, pero me voy a estar cuidando. No tienes nada de que cuidarte. De todos modos me voy a cuidar. Pues te cuidas en vano. Yo me cuido en dónde lo creo conveniente. ¡¿Salimos?! -interrumpió la miko la discusión bizarra. Y salieron de la torre.
 
La noche era fría, tal vez la más fría de todas las noches. La miko le dirigió al narrador una mirada hostil. ¿Podrías variarle? La noche era muy fría, pero el entusiasmo en el corazón de la miko emanaba un calor tan especial que la miko no sentía frió.
 
¡Pero si está helando!
 
En cambio, Kirara temerosa temblaba ante el viento incesante que le calaba los huesos.
 
No te preocupes, Kirara, todo va a estar bien.
 
Las dos se acercaron a la puerta principal del castillo, un enorme enrejado de hierro forjado se levantaba ante ellas, y atrás de este, la negrura infinita de la noche y la libertad.
 
Miko -susurró Kirara temerosa, como si alguien los estuviera observando-. Ya estamos afuera de la torre, ya estamos en el enorme enrejado de hierro forjado que es la salida del castillo, ya dijimos que vamos a salir al mundo, pero, digo yo, ¿no podríamos quedarnos adentro del castillo esta noche? Para que no este tan oscuro allá afuera.
 
La miko no lo escuchaba, sus manos se agarraban fuertemente de los barrotes negros, su mirada se perdía en la profundidad de la noche, mientras el viento helado se colaba entre sus largos y negros cabellos.
 
Miko... miko...
 
Ya te oí, Kirara, no te preocupes, pasaremos aquí la noche.
 
Kirara suspiró aliviada y busco rápidamente un rincón lido lejos del viento, dónde se acostó, la miko la siguió y se acostó también junto a ella, acomodando a la gatita en sus piernas. En cuanto Kirara cerró sus ojos, se quedó dormida. Pero Kagome no podía conciliar el sueño.
 
“¿Quéme espera detrás de esta puerta?”, pensaba. “¿Qué tiene la vida preparado para mí? Sintió miedo.
 
Estoy emocionada -me contradijo la miko.
 
La emoción también produce un poco de miedo.
 
Iie, lo que produce es ansiedad -insistió terca.
 
La ansiedad es una forma de miedo.
 
No tengo miedo.
 
¡¡Prin-ce-sa!!... -tomé aire-. Mira, el miedo no siempre es malo, a veces nos sirve para mantenernos alertas. Estás a punto de salir a lo desconocido, de cruzar la puerta que nunca te habías atrevido a cruzar, vas a dar un paso importante en tu vida, en la vida de Kirara y en la trama de mi historia. Puedo entender que estés emocionada, puedo entender que estés ansiosa de saber que es lo que va a pasar, ¿pero me vas a decir que no sientes un poco de miedo? ¿No estás ni un poco temerosa de lo que te espera allá afuera?
 
No.
 
¡Por favor!
 
¿Podrían dejar de discutir de una vez por todas? -interrumpió molesta Kirara-. Es imposible dormir. Tú eres un necio, escritor, y tú eres una terca. Ya no discutan. Si te sirve de algo, escritor, yo sí tengo miedo, hay cosas terribles allá afuera; y no me pregunten que como lo sé, simplemente lo sé, ¿está bien? Ahora, déjenme dormir la ultima noche de tranquilidad que voy a tener, porque después de esta noche ya nada será igual, porque yo sí le tengo miedo a lo desconocido, yo sí no se que va a pasar, y yo sí tengo sueño.
 
Kirara volteó la cabeza molesta, tratando de volver a dormir, sus ojos rojos brillaron por ultima vez mientras cerraba pequeños párpados que le... ¡Urusai na! Perdón.
 
Está bien -susurró la miko... y susurró el escritor-. Creo que sí tengo un poco de miedo.
 
¡Lo sabía!... -susurré... y la miko se quedó dormida.
 

 
i miko - sacerdotisa
ii nekoyoukai - gato demonio
iii sumimasen - perdón
iv ano - este… bueno… um
v iie - no
vi baka - idiota
vii suman - perdón (masculino)
viii doomo - gracias
ix chikusho - ¡maldición!
x neko - gato
xi demo - pero
xii urusai - ¡cállate!
xiii kami - dios
xiv doshite - ¿por qué?
xv nani - ¿qué?
xvi doko - ¿a dónde?
xvii waa, waa - está bien, está bien