Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Simplemente... ¿amigos? ❯ Capítulo 18 ( Chapter 18 )

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Simplemente… ¿amigos?
Por Daulaci Serv
 
Con los personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
 
 
CAPITULO 18
 
 
Lleva solo tres días así y ya le parecía insoportable. Pensaba Shaoran tratando de acomodarse en el sillón de la oficina de Fuutie.
 
Tres interminables días con sus largas horas y la presencia de la señorita Kinomoto, “su Hada Rosa”.
 
Al día siguiente de su descubrimiento en cuanto se despertó lo primero que vio fue su rostro.
 
-Buenos días señor Li, ¿cómo se siente? -preguntó inclinándose hacia él.
 
-¿Cómo me siento? -se preguntó a si mismo observando ese rostro adorable de piel sedosa, ya no llevaba el disfraz de gato en su lugar vestía unos jeans azules y una blusa blanca de mangas 3/4, miró a sus ojos verdes y frunció el ceño al recordar-. “Tú eres mi hada rosa”.
 
-Veo que no se siente muy bien -concluyó Sakura incorporándose lentamente-. Le traeré su desayuno -había esperado unos segundos por su respuesta pero al no obtener ninguna suspiró resignada y salió de la habitación.
 
Desde entonces así había sido el trato entre ellos. Shaoran se sentían incapaz de responder a cualquiera de sus preguntas o a conversar con ella sin que la necesidad de pedirle a gritos una explicación le provocara un nudo en la garganta. Así que prácticamente asentía o negaba a cualquier cosa que ella le dijera.
 
-Esta usted acabando con mi paciencia señor Li -había dicho ella la noche anterior al despedirse.
 
El señor Tarisume se había quedado con él por las noches y el señor Mihara lo acompañaba mientras Sakura y Tomoyo iban a sus clases en la universidad.
 
Tomoyo amablemente se había ofrecido a llevarle los apuntes de sus clases y las tareas. Le había explicado lo amables que eran sus compañeros de clase pues incluso se habían ofrecido a buscarla en el campus para que ella no tuviera que ir hasta su salón de clases a buscar los apuntes, también le conseguían los libros necesarios para que pudiera estudiar.
 
Sharoan no dudaba que había segundas intenciones en tanta amabilidad y llegado el momento pensaba aclararles que Tomoyo era su prometida, el que fuera solo un arreglo temporal no era necesario aclararlo.
 
Cuando las chicas llegaban de la universidad se turnaban para hacerle compañía, aunque no era raro que los tres estuvieran juntos en la oficina. La señorita Kinomoto atendía los teléfonos mientras estudiaba y Tomoyo hacia su tarea sentada en otro sillón.
 
La tarde anterior había sido al excepción cuando Tomoyo se fue antes de lo normal pues debía comprar material para revelar.
 
En su lugar el señor Mihara se había quedado para ayudar a Sakura. Shaoran había empezado a experimentar cierta aversión hacia el hombre, provocada en parte por la señorita Kinomoto que no paraba de llamarlo, Kahu esto, Kahu el otro, y el hombre acudía a ella con presteza como un corderito, se sonreían y él no paraba de alborotarle el cabello o pellizcarle las mejillas.
 
Ayer había estado a punto de perder los estribos cuando la señorita Kinomoto le había besado la mejilla en agradecimiento por un postre especial que Kahu preparó para ella.
 
Solo lo contuvo el que repentinamente se diera cuenta de lo absurdo de su reacción. ¿Qué más le daba lo que ella hiciera? ¿Qué importaba si ella era su hada rosa?
 
Aun meditaba sobre el asunto cuando un alegre Hiraguizawa cruzó la puerta y lo saludo.
 
-Buenas tardes Shaoran, ¿cómo te sientes el día de hoy?
 
Shoaran lo miró exasperado pues había muchas formas de describir lo mal que se sentía el día de hoy.
 
-Así de mal ¿eh? -Observó Eriol sentándose en una silla a su lado-. ¿Por qué no aceptas mi invitación a pasar unos días en “La Casa de las Rosas”? Por lo menos hasta que regrese Wei.
 
-No gracias, prefiero quedarme aquí.
 
-Pero Shaoran…
 
-No quiero dar molestias.
 
-No nos darías molestias, la señora Seri ya está preparando una habitación para ti.
 
-¿Sabes que la señora Daidouji estuvo aquí? -preguntó desconcertando a Eriol por el cambio de tema.
 
-Si, algo me dijo Tomoyo.
 
-Pues me ofreció su hospitalidad, tuve que rechazarla, no me pareció correcto pasar unos días en casa de mi prometida.
 
-Estoy de acuerdo con eso.
 
-“Eso imaginé” -pensó Shoaran satisfecho-. Así que no puedo aceptar tu invitación sin ofender a mi futura suegra.
 
-No es tu futura suegra -replicó Eriol entrecerrando los ojos.
 
-Nunca se sabe.
 
-Como quieras -refunfuñó, no quería seguir con el tema-. Pero no puedes pasar todo el tiempo así.
 
-Ya lo había pensado, por eso esta mañana he hecho algunas llamadas. He arreglado que me traigan algunos muebles para la habitación principal del primer piso.
 
-¿De verdad?
 
-Si, quedaron de traerlas esta tarde, la habitación tiene su propio baño y ahora que me estoy familiarizando con el uso de la silla de ruedas no tendré que molestar a nadie para que me ayude a llegar al baño.
 
Antes de que Eriol pudiera decir algo escucharon que la puerta principal se abría y cerraba seguida de una alegre voz femenina.
 
-¡Hola! ¿Hay alguien en casa?
 
-Obviamente si -refunfuñó Shaoran irritado. Y más aún porque la causa de su molestia no era la señorita Kinomoto sino su agitado corazón y la ligera pero agradable sensación en su pecho que aumentaba en el momento en que veía su rostro.
 
-Hola Kahu -se escuchó a Sakura saludar alegremente. También escucharon la respuesta del hombre aunque en un tono más bajo seguido de un estallido de risas-. Kahu, no digas eso.
 
-Te ves adorable cuando te sonrojas.
 
Shaoran no se daba cuenta pero Eriol observaba cada una de sus reacciones y maravillado presenciaba los cambios de color que se apreciaban en la cara de Shaoran, desde el pálido hasta el rojo más intenso. Ahora sabía que su amigo podía fruncir el ceño aún más de lo que acostumbraba.
 
-Buenas tardes -saludó Sakura con fría cortesía mientras asomaba la cabeza por la puerta-. Hola Eriol -saludó gratamente sorprendida y de inmediato atravesó el umbral de la puerta-. No sabía que estabas aquí.
 
-Vine a darle una vuelta a mi amigo -dijo palmeando el hombro de Shaoran-. También quería convencerlo de que viniera a mi casa.
 
-Ah y… ¿lo convenciste?
 
-No, no me convenció -replicó Shaoran molesto-. Y le dije a Eriol, señorita Kinomoto, que me quedaría aquí.
 
-Que pena -respondió Sakura, ya había dejado la cortesía de lado en lo que a ese hombre se refería-. ¿Quieren algo tomar? Kahu está preparando café y tiene unos ricos pastelitos listos, ¿gustan?
 
-Yo si, gracias -dijo Eriol sonriendo y los dos miraron a Shaoran esperando su respuesta.
 
-Solo el café -dijo entre dientes-, gracias.
 
-Está bien -dijo Sakura haciendo un esfuerzo por no molestarse-. En un momento se los traigo.
 
Sakura salió de la oficina sin ocultar la prisa que tenía por alejarse de él. Llegó a la cocina sintiendo que sacaba humo por las orejas.
 
-Ese hombre es insufrible -se quejó con Kahu cruzándose de brazos-. ¿Podrías servir dos cafés y un platito de pasteles, por favor?
 
-En un momento estarán listos -y de inmediato se dispuso a preparar la bandeja-. ¿Qué hizo ahora el señor Li?
 
-Lo de siempre, no entiendo porque insiste en comportarse como un ogro.
 
Kahu acostumbrado a oír las quejas de la joven a la que ya consideraba su amiga, guardó silencio permitiendo que se desahogara.
 
-De haber sabido que las cosas serían así, habría dejado que todos los globos desaparecieran en el cielo aquel día, pero no, tenía que rescatar mis globos. Esto es un castigo, ¿qué habré echo yo para merecerlo?
 
-No creo que sea un castigo, más bien creo que es una prueba, si puedes soportar su carácter podrás soportar a cualquier cliente difícil.
 
Sakura negó con la cabeza mientras escuchaba a Kahu.
 
-Creo que me odia -dijo consternada.
 
Kahu iba a servir el café en las tazas y se detuvo de inmediato.
 
-¿Quién?
 
-El señor Li: me odia.
 
-Por supuesto que no -objetó Kahu con vehemencia y dejó la cafetera a un lado para correr a abrazar a su amiga-. Mi pequeña gatita, como puedes creer eso.
 
Sakura sonrió levemente mientras se dejaba abrazar, así era como Kahu la llamaba desde el día de la fiesta. Rodeada por sus brazos pensó que Kahu bien podría ser su gran perro guardian, el segundo en realidad si contaba a Touya.
 
-Me odia -insistió ella-. Si no, como explicarías su comportamiento, solo a mi me trata así, se que no puedo caerle bien a todo el mundo pero de eso a que me odien… -suspiró pesarosa-. Me odia.
 
-Mi pequeña gatita no creo que te odie. “Más bien todo lo contrario” -pensó Kahu para si, ya se había dado cuenta de eso-. A mi también me trata así, y no nos conocemos lo suficiente como para que tenga algo contra mi. Yo más bien creo que es un pésimo paciente.
 
-¿Tu crees? -preguntó levantado la vista para verlo con la mirada nublada.
 
-Vamos, no lo tomes así -dijo Kahu tomando su cara entre las manos- ya verás que con el tiempo se le pasa.
 
-Tienes razón, me estoy portando como una niña -y se esforzó por sonreír.
 
-Perfecto, mira llévate el café y regresas para que nosotros tomemos una taza también, hoy he preparado unas galletas especialmente para ti.
 
-¿De verás?
 
-Si, he estado haciendo unos experimentos. Anda llévalo -y le tendió la bandeja-. Regresa pronto.
 
-Gracias Kahu -dijo Sakura besando la mejilla del hombre.
 
-Es un placer -dijo al tiempo que la veía salir por la puerta-. “Ese señor Li” -pensó molesto con los brazos en jarras-. “Le haré pagar caro si sigue molestando a Sakura” -y mientras servía otro par de tazas de café comenzó a planear como molestar al hermano de su jefa.
 
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Después de que Sakura les dejará el café y prácticamente saliera huyendo de la oficina, Shaoran miró fijamente a su amigo.
 
-Ella es el hada rosa -no era una pregunta.
 
-¿Cómo…? -quiso preguntar Eriol con la taza de café en el aire, pero el semblante de su amigo le dijo que cualquier pregunta era inútil, así que se limitó a responder-. Si.
 
-¿Por qué no me lo dijiste?
 
-Pensé que era obvio.
 
-¿Obvio? ¿Cómo iba yo a imaginarme que era ella, precisamente ella? -exclamó furioso.
 
-No me refiero a eso -respondió con calma-. Sino al motivo por el que te lo oculté.
 
-Para burlarte de por supuesto.
 
-Aparte de eso.
 
-Estoy harto de tus juegos Eriol, explícate.
 
-Está bien -aceptó y fue al grano-. Desde el principio has hecho lo posible por mantener las distancias con ella.
 
Shaoran prefirió mantenerse callado pues no podía negar lo que decía.
 
-Y sobre todo -continuó Eriol-. Estas empeñado en verla como a una niña. Tomoyo y Sakura tienen la misma edad y sin embargo no has tenido reparos en comprometerte con Tomoyo, ¡Incluso la besaste!
 
-“También he besado a la señorita Kinomoto” -pensó incómodo-. Eso es diferente, el compromiso solo es temporal, además Tomoyo es más madura que la señorita Kinomoto.
 
-Sakura -enfatizó Eriol-. Es igualmente madura, es solo más inocente, más ingenua. Ha tenido una vida más protegida y rodeada de amor. Tomoyo por el contrario ha tenido que valerse por si misma y hasta protegerse emocionalmente de su madre. Esa es la diferencia entre ellas. ¿Qué más puedes tener contra Sakura?
 
Shaoran no pudo responder pues en ese momento sonó el teléfono. Eriol hizo el intento de tomar el aparato pero lo detuvo.
 
-No te molestes, ella contestará.
 
Desde la recepción se escuchó a Sakura tomando la llamada. Su voz era amable y eficiente. Sin perder su candidez habitual. De repente se escuchó que se acercaba a la oficina.
 
-Disculpen -dijo ella entrando-. Necesito la agenda -buscando en los cajones del escritorio encontró lo que buscaba y volvió a salir.
 
Shaoran no había dejado de mirarla en ningún momento observando cada uno de sus movimientos.
 
-¿Por qué no le das una oportunidad?
 
Shaoran se volvió al oír la voz de su amigo, algo molesto porque le hubiera pillado mirando fijamente a la señorita Kinomoto.
 
-No entiendo.
 
Eriol tomó un sorbo de su café y esbozó una sonrisa de soy tu amigo a mi no puedes engañarme.
 
-Es diferente de la clase de mujeres con las que sueles salir.
 
Negándose a morder el anzuelo, Shaoran se limitó a enarcar una ceja.
 
-¿Cuál es esa clase de mujer, si se puede saber?
 
-Chicas tontas de alta alcurnia -respondió Eriol ladeando la cabeza-, bellezas insulsas, aburridas… la clase de mujeres a las que sólo les preocupa si sus zapatos combinan con el bolso.
 
Shaoran frunció el ceño. Tal vez había salido con algunas mujeres un poco superficiales, admitió para sus adentros irritado, ó cortas de entendimiento pero…
 
-¿Y que si lo he hecho? Tu también has salido con esa clase de mujeres y ha sido así por las mismas razones que las mías. Solo buscamos compañía y no un compromiso.
 
-Estoy muy consciente de ello -admitió Eriol sin inmutarse-. Pero, ¿por qué te niegas a lo que tienes enfrente?
 
Shaoran siguió en obstinado silencio.
 
-Parecías muy interesado en saber quien era el hada rosa, más bien diría obsesionado. ¿Qué pensabas hacer cuando lo descubrieras? ¿Por qué tiene que ser diferente ahora que has descubierto que se trata de la señorita Kinomoto?
 
-No lo sé.
 
-Yo creo que si lo sabes pero no quieres admitirlo. Ella te gusta Shaoran. Niégalo -lo retó con firmeza antes de que su amigo pudiera objetar-. No puedes ¿verdad? -adivinó-. Te gustó desde el primer momento y creo que eso te da miedo.
 
-¿Miedo? -dijo Shaoran con incredulidad.
 
-Si, miedo, porque sabes que ella es diferente y que podría llegar a ser muy importante para ti.
 
Shaoran supo que tenía razón y parecía aliviado de poder admitir que así era, pero no pudo evitar devolverle el golpe a su amigo.
 
-Pareces saber mucho sobre el tema, ¿te ha sucedido lo mismo a ti?
 
-Si, parece que si -respondió relajándose contra el respaldo del sillón.
 
-Tomoyo es una chica especial.
 
-Lo sé.
 
-¿Y qué piensas hacer?
 
-Arriesgarme -respondió mirándolo a los ojos-. Ela puede ser… mi felicidad. Porque a pesar de todo lo que tengo siempre he sentido que me falta algo, que tengo un vacío y creo que ella puede llenarlo.
 
Nuevamente apareció Sakura disculpándose por la interrupción y guardó la agenda en el mismo sitio. Shaoran la seguía con la mirada mientras su en mente seguía rondando las palabras de su amigo.
 
-Lo pensaré -dijo Shaoran una vez que Sakura saliera, no tuvo que explicar lo que le decía pues al mirar a Eriol supo que lo comprendía.
 
Después de un rato en que guardaron silencio meditando sobre lo que había hablado y volvieron a iniciar la conversación.
 
-¿Estás seguro que no quieres venir a mi casa?
 
-Seguro.
 
-Como quieras, de todos modos el señor Tarisume vendrá a hacerte compañía en las noches. Yo voy a ausentarme unos días.
 
-¿Irás a Londres?
 
-Si, como te dije espero que no me lleve demasiado tiempo. La venta de la casa es prácticamente un hecho, solo hay que firmar los papeles.
 
-¿Y que harás con el departamento?
 
-Voy a conservarlo, solo para ocuparlo cuando vaya por negocios, ya sabes que no me gustan los hoteles.
 
Nuevamente apareció Sakura interrumpiendo la conversación, con la diferencia de que esta vez llevaba algunos libros y cuadernos con ella.
 
Al ver que avanzaba con dificultad Eriol se puso de pie y la liberó del peso de los libros.
 
-Gracias Eriol -sonrió Sakura pero volvió su semblante serio a Shaoran-. Como sabe Tomoyo no pudo ir a recoger sus libros y los apuntes de su clase, así que fui yo en su lugar.
 
-Gracias -respondió Shaoran con más sequedad de la que pretendía.
 
-¿Tomoyo no pudo? ¿Por qué? -preguntó Eriol dejando los libros al alcance de su amigo.
 
-Fue a tomar fotografía por la ciudad -explicó Sakura haciendo lo mismo con los cuadernos de apuntes-. Le dieron una lista de sitios que debía visitar, después se compararan las fotografías de todos en clase.
 
-¡Ah si! -exclamó recordando-. Me pidió que la acompañara pero me fue imposible, lástima: me habría encantado hacerlo.
 
-Esto está ilegible -se quejó Shaoran ojeando un cuaderno-. ¿Cómo se supone que voy a enterarme de lo sucedido en clase?
 
-No me mire así, yo no tengo la culpa -replicó Sakrua-. Quéjese con su amigo Mugen.
 
-Él no es mi amigo.
 
-Es un joven agradable -dijo Sakura a Eriol-. Algo extraño pero amable, me ayudó con los libros hasta el auto de papá y me invitó un helado.
 
-Mugen es un mujeriego -continuó Shaoran ampliando la descripción de su compañero-. Un poco dado al alcohol y las peleas. ¿La invitó a salir señorita Kinomoto?
 
-Eso es algo que a usted no le interesa -replicó sonrojada.
 
-No debería salir con alguien que apenas conoce.
 
-Es usted insoportable -gritó Sakrua y con una mirada de disculpa a Eriol salió precipitadamente.
 
Eriol que había mirado la escena con un interés casi científico espero a que se le bajaran los colores a su amiga antes de añadir:
 
-Lo que sea que vayas a decidir hazlo rápido, antes de que ella te odie de verdad o de que alguien más se te adelante.
 
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-En serio hijo -decía Anessa-sama-. ¿Por qué no dejas que te despidamos en el aeropuerto?
 
-Porque no es necesario, además tu has estado cansada últimamente, no quiero que hagas una salida innecesaria.
 
-No puedo decir nada contra eso -se quejó Seri cruzándose de brazos-. Al menos podrías dejar que Tomoyo te acompañe.
 
-Lo haré encantada -aseguró Tomoyo.
 
Eriol pensó que a él también le encantaría.
 
-El taxi esta aquí -anunció el señor Tarisume y tomó la maleta que estaba a un lado de Eriol. Todos se habían reunido en el recibidor para despedirlo.
 
-No me gustaría que te regresaras sola del aeropuerto, pero gracias por ofrecerte a acompañarme.
 
-No sería ninguna molestia -dijo ella encogiéndose de hombros-, pero si insistes…
 
-Insisto.
 
-Está bien, no insistiremos más -aseguró Anessa-sama y abrazó a su nieto-. Ten cuidado, avísame cuando llegues y también dime en que vuelo regresaras.
 
-Siempre lo mismo -rió Eriol devolviéndole el abrazo-. Llamaré: lo prometo.
 
-Y por favor, no comas cosas extrañas -ordenó Seri acercándose para abrazarlo también-. Recuerda aquella vez en que…
 
-Por favor, no me lo recuerdes -pidió ERiol exagerando un gesto de dolor-. No lo haré, aprendí la lección.
 
-¿Qué lección? -preguntó Tomoyo divertida.
 
-No se lo digas -exclamó Eriol-. Es demasiado vergonzoso.
 
-El taxi espera -volvió a decir el señor Tarisume desde la puerta.
 
-En un momento -dijo Eriol y miró a Tomoyo-. Ha llegado la hora.
 
-Seri acompáñame al salón por favor -pidió Anessa-sama con una mirada conspiradora.
 
-Ha estado mucho tiempo de pie -añadió Seri comprendiendo al instante. Y en unos segundos se encontraron solo en el recibidor.
 
-Espero que tengas un viaje -le deseo Tomoyo acercándose a él. Eriol sonrió y le tomó ambas manos-. Y que regreses pronto.
 
-Yo también.
 
-Quería tener un poco más de tiempo contigo, hoy me pasó algo gracioso pero… te lo contaré cuando regreses.
 
-A mi también me pasó algo esta tarde, estuve hablando con Shaoran y creo que la conversación nos ayudo a ambos.
 
-¿Ah si? ¿En que sentido?
 
-En el único que importa -dijo tomando su cara con ambas manos.
 
Eriol la observó en silencio absorbiendo su imagen, la misma que lo acompañaría durante esos días de ausencia. Sus ojos brillantes, su piel sedosa y los labios llenos que tanto lo provocaban cada vez que los veía.
 
-Eres preciosa -susurró maravillado. Tomoyo se sonrojó levemente y bajó la mirada-. No, no lo hagas -le pidió levantando un poco su cara-. No dejes de mirarme.
 
Tomoyo obedeció levantando la vista lentamente y lo que encontró en sus ojos la dejó sin aliento.
 
Él inclinó la cabeza acercándose a ella lentamente. Tomoyo cerró los ojos al sentir la ligera presión de sus labios, una, dos veces. Lo abrazó por la cintura y abrió los labios levemente sintiendo la caricia de su lengua. El beso se profundizó y se apretó más a él. Eriol le pasó un brazo por los hombros mientras su otra mano vagaba suavemente por su cabello.
 
El tiempo se detuvo y solo fueron conscientes el uno del otro. Tanto que ninguno de ellos notó la mirada vigilante de dos mujeres que observaban emocionadas.
 
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Cuando Tomoyo regresó al salón aun conservaba la mirada soñadora en el rostro sonrojado. Las dos mujeres en la habitación la observaban sonriendo y le permitieron unos minutos para recobrarse.
 
-Me pareció oír que Eriol gritaba -dijo Anessa-sama atrayendo al fin su atención-, pero no entendí lo que decía.
 
-Ah si -dijo Tomoyo sonriendo-. Me advirtió que no me acercara mucho a Mugen.
 
-¿Quién es Mugen? -preguntó la señora Seri.
 
-Un compañero de clase de Shaoran, es quien me ha dado los apuntes.
 
-¿Y por qué te diría eso?
 
-No lo sé, es un joven agradable, raro, pero agradable -respondió Tomoyo repitiendo lo que dijera Sakura.
 
-Te quedarás a cenar con nosotras, ¿verdad? -dijo Anessa-sama.
 
-Si, gracias -asintió la joven.
 
-¡Perfecto! -Exclamó Seri-. Iré a ver como van los preparativos -y salió de la habitación.
 
-¿Y como estuvo tu día? -quiso saber Anessa-sama-. ¿Tomaste muchas fotos?
 
-Ah si, bastantes. Al final tomé algunas fotos en el campus de la universidad -explicó entusiasmada-. Es parte de la asignación, tomar fotos que nos parecieran interesantes de los estudiantes.
 
Y paso a explicarle las diferentes tomas que hizo, riendo con algunos momentos cómicos.
 
-Ya verás cuando traiga las fotos para que las vean.
 
-Estoy segura que serán muy buenas, las tuyas serán las mejores.
 
-Gracias -sonrió la joven-. Por cierto que hoy me sucedió algo muy extraño.
 
-¿Qué fue?
 
-Un joven se acercó a .
 
-Bueno eso no debe ser raro, eres preciosa, ¿te pidió una cita?
 
-Oh no, bueno no exactamente…
 
-¿Cómo es eso?
 
-Su nombre es Nagano Etsuya. Estudia en la universidad, es su último año.
 
-Nagano Etsuya su nombre me parece conocido.
 
-A mi también pero no recuerdo de donde.
 
-Que extraño, bueno pero entonces que quería.
 
-El es un artista, es escultor y esta preparando un trabajo par aun concurso de la universidad -Tomoyo se removió en el sillón incómoda-. Y bueno, Nagano me dijo que quería que posara para él.
 
-Quiere que modeles para su obra.
 
-Algo así. Al parecer su modelo lo dejó plantado y estaba desesperado buscando por todo el campus, hasta que me encontró.
 
-¿Y qué le dijiste?
 
-Le dije que lo pensaría, no estoy muy segura de aceptar. ¿Qué opinas?
 
-Haces bien en tomarte tu tiempo. Pero si me permites aconsejarte te diría que si aceptas, cuando vayas a su estudio lo hagas acompañada.
 
-Oh si, ya había pensado en eso, incluso pensé en pedirle a Eriol que me acompañara, pero no pude comentarle nada -Tomoyo sonrió ensimismada al recordar el beso de Eriol.
 
-Las cosas han cambiado con mi nieto, ¿cierto?
 
-¿Qué? Bueno pues si -dijo sonrojada.
 
-Me alegra tanto -exclamó Anessa-sama tomando las manos de la joven-. Me encantaría que Eriol se casara contigo.
 
-¡Anessa-sama!
 
-Es la verdad, para que andarme con rodeos, nada me haría más feliz -y le colocó una mano en la mejilla.
 
-Anessa-sama -conmovida tomó la mano de la anciana-. ¿Lo dices enserio?
 
-Por supuesto, no diría algo tan importante si no fuera cierto.
 
-Pero Anessa-sama, hablar de matrimonio en estos momentos es demasiado…
 
-¿Amas a mi nieto? -preguntó dejando a Tomoyo muda de la sorpresa-. ¿Lo amas?
 
-Si, creo que si, pero él…
 
-Él te ama también.
 
-Pero Anessa-sama no puedes estar tan segura -replicó la joven deseando con todas sus fuerzas que estuviera en lo cierto.
 
-Conozco a mi nieto -aseguró la mujer.
 
-Pero Eriol no está seguro, me ha dicho que no entiendo lo que pasa y que tiene miedo -al ver la mirada sorprendida de la anciana explicó-: Tiene miedo de perderme, de perder a la amiga.
 
-Mi querido Eriol -susurró la anciana con tristeza-. A pesar de que hice todo lo posible porque no sufriera demasiado la ausencia de sus padres parece ser que quedó algún temor en él.
 
-Es comprensible, era muy pequeño.
 
-Lo sé -murmuró pensativa-. ¿Sabes que casi no lloró? -Tomoyo negó con la cabeza-. Se mantuvo sereno y muy serio. Fueron muy pocas y muy contadas las veces que acudió a en busca de consuelo. Y en poco tiempo volvió a ser el mismo, aunque a veces lo encontraba pensativo. Aun ahora algunas veces lo puedo ver así.
 
-Comprendo -dijo Tomoyo recordando lo difícil que fue para ella que su padre muriera y más aún cuando no obtuvo ningún tipo de consuelo de su madre.
 
-Eriol tiene muchos amigos -continuó la anciana-. Y estos lo aprecian de verdad, pero nadie es tan cercano como Shaoran y tú. Debes tener paciencia con él -pidió Anessa-sama-. Llegado el momento él sabrá corresponderte como es debido.
 
-Eso es lo que más deseo -confesó esperanzada y una vez más su mente se vio nublada por el recuerdo de sus besos.
 
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Las almohadas que sostenían la rodilla de Shaoran se deslizaron. El agudo dolor que experimentó le provocó un gesto de malestar. Aunque este no era tan grande como el que sentía al ver la mirada que le lanzaba Sakura cada vez que sus miradas se cruzaban.
 
Había tenido tiempo para reflexionar desde esa tarde cuando hablara con Eriol y tenía que admitir que él tenía razón. Debía tomar una decisión y rápido antes de que Sakura no pudiera soportar su presencia.
 
Después de meditarlo descubrió que quería conocer mejor a la joven, sobre todo ahora que había dejado de verla como a una niña, porque las curvas que cubrían los pantalones que llevaba dejaban claro que no lo era.
 
Miró en dirección al escritorio de Fuutie donde ella se había instalado después de que Eriol y el señor Mihara se marcharan. Los dos habían pasado el resto de la tarde trabajando. Ella estudiando y contestando los teléfonos. Él revisando los ilegibles apuntes y atendiendo una que otra llamada de su secretaria.
 
Había sido muy agradable pasar la tarde así. Cuando ella se concentró en lo que hacía la habitación se llenó de un agradable silencio únicamente interrumpido por el teléfono y el sonido del pasar de las hojas de los libros que leían.
 
Shaoran trató de recordar la última vez que había estado en completo silencio con una mujer. NUNCA.
 
La observó con cuidado y la imaginó con su traje de Hada sin el estorbo del antifaz, era una preciosidad. Aquella noche la hizo reír y la había besado. Había dado cualquier cosa por saber quien era y presentarse antes ella. Pero ahora, esa ya no era una posibilidad, sobre todo cuando lo único que había hecho era hacerla enojar.
 
Aunque también la había besado recordó con una sonrisa al tiempo que miraba sus labios. Y ella había respondido. Cuando volvió a levantar la vista descubrió que Sakura lo había sorprendido.
 
-¿Se le ofrece algo? -preguntó con incomodidad.
 
-No, nada -aseguró mirando al libro que tenía en el regazo.
 
Pasaron los minutos y cuando Sakura volvió a concentrarse en su tarea él volvió a sus pensamientos. Tenía que encontrar la manera de congraciarse con ella y así poder conocerla mejor, se dijo al tiempo que la miraba. La joven se llevaba bien con todo el mundo, no podía ser difícil que se llevara bien con él.
 
-En serio, si necesita algo no tiene más que pedirlo -dijo Sakura molesta pues nuevamente lo había pillado mirándola.
 
-No, no se me ofrece nada -replicó él.
 
-¿Ya terminó lo que estaba haciendo? -él asintió desconcertado al verla levantarse y salir de la oficina.
 
-Le he traído unas revistas -comentó al regresar y colocó las mismas cerca de él.
 
-Siéntese Sakura -le dijo él señalándole una silla cercana.
 
-¿Cómo? -preguntó totalmente desconcertada, no solo por la petición sino por haberlo escuchado llamarla por su nombre.
 
-Siéntese, por favor. Necesito decirle algo -Sakura obedeció titubeante, él espero un momento-. Hay un determinado número de cosas que no voy a hacer solo durante las próximas semanas.
 
-¿Y? Hasta ahora hemos podido ayudarlo con eso ¿no? Además cuando regrese su mayordomo, podrá regresar a su casa.
 
-Wei es un magnífico mayordomo, pero también es mi empleado de confianza y como tal hace algunos trabajos para fuera de casa. En general yo me cuido solo.
 
-¡Vaya!
 
-Sin embargo, ahora no puedo atender mis propias necesidades y no puedo espera que Wei o el señor Tarisume lo hagan. Pero alguien tendrá que hacerlo.
 
-¿Y está usted pensando en mi? -preguntó alarmada.
 
-Efectivamente. Voy a necesitar a alguien que me traiga y me lleve los apuntes…
 
-Eso ya lo hace Tomoyo -interrumpió desesperada.
 
-Si, pero no tiene porque hacerlo, además es evidente que le quita tiempo.
 
-¿Y a mi no? Además se supone que ella es su prometida.
 
-Eso carece de importancia. Además ella no es la responsable de esto -dijo señalando su rodilla.
 
-Está sugiriendo que yo le he causado un daño…
 
-No lo sugiero, lo afirmo. Esta férula no es exactamente producto de mi imaginación.
 
-Queda todavía la cuestión de quien fue realmente el que tuvo la culpa.
 
-Pero no hay duda alguna de quien ha sido el perjudicado.
 
-Nadie le dijo que tenía que agarrar ese tanque.
 
-¿Cómo? ¡Usted me pidió que le echara la mano!
 
-Yo no le sugerí que pretendiera ser Hércules. En cualquier caso usted tiene le dinero suficiente para contratar una enfermera.
 
-Yo no te he pedido que hagas de enfermera. De hecho solo espero que estés disponible para hacer ciertos encargos y estar al pendiente de mis necesidades, sobre todo ahora que me instalaré en el piso de arriba.
 
-Eso es precisamente lo que no entiendo. Yo creo que solo tienes que mover un dedo para que vengan cientos de mujeres, encantadas de servirte.
 
-Es posible -admitió Shaoran.
 
-Entonces no entiendo porque quieres que sea yo precisamente, cuando tienes tantas dispuestas a servirte. Eriol dijo que en tu departamento el contestador estaba repleto de llamadas de mujeres…
 
-Eriol no tenía porque decirte eso…
 
-También han llamado aquí y estoy cansada de darles excusas. Y también se que un par de ellas fueron a tu oficina a preguntar por tu salud.
 
-¿Es que acaso ya nadie tiene privacidad?
 
-Con tantas mujeres ofreciendo sus servicios… A mi me parece que eso sería el cielo para un hombre.
 
-No cuando estoy tumbado e incapaz de defenderme. Cada una de esas mujeres quiere cuidarme para poder convencerme de que no puedo vivir sin ellas. En otras palabras, están más interesadas en su dedo anular que en mi rodilla.
 
-Realmente no puedo creer que no pueda defenderse de eso. Me decepciona señor Li.
 
-No quiero gastar mis fuerzas en esa clase de batalla. Prefiero concentrarme en volver a ponerme de pie tan pronto como pueda.
 
-¿Sabe una cosa? Tiene razón, no necesita de una enfermera, necesita un guardaespaldas -dijo ella, golpeándose los muslos con las palmas de las manos-. Me voy.
 
-¿Dónde te crees que vas?
 
-A buscar una agencia de seguridad, una que también use perros guardianes con aversión a las mujeres. Yo me encargaré de que se lo manden y le habré solucionado el problema para mañana.
 
-Siéntate, Sakura.
 
-Pero si es la solución perfecta…
 
-No se como llegamos a esto -dijo Shaoran agitando la cabeza-. Siéntate por favor. Lo que necesito es una secretaría.
 
-¿Una secretaria? Pero si ya tiene una, además yo trabajo para su hermana.
 
-Si, pero Fuutie no regresará pronto y además he notado que no aceptas nuevos trabajos hasta después de año nuevo.
 
-Bueno si, porque Fuutie me lo dijo… -se interrumpió acalorada-. Oh bueno, eso no importa, no puedo ser su secretaria.
 
-Claro que puedes, además me lo debes.
 
-No te debo nada -exclamó ofendida e intentó alejarse pero esta vez Shaoran estaba preparado y la sujetó de la muñeca.
 
-Tal vez te preocupa que yo acabe gustándote -soltó con arrogancia.
 
-Claro que no -jadeó sorprendida y forcejeó con él para que la soltara.
 
En algún momento del forcejeo Shaoran cayó al suelo acompañado de un grito de dolor.
 
-Oh no, señor Li -gritó Sakura arrodillándose a su lado-. Lo siento mucho, no era mi intención -gimió preocupada mirando su cara y la rodilla alternativamente-. Debemos regresarlo al sillón pero no hay nadie más, ¿le duele mucho?
 
-Un poco -dijo entre dientes.
 
De alguna manera lograron que Shaoran volviera al sillón y mientras le arreglaba las almohadas con sumo cuidado Shaoran notó su semblante preocupado.
 
-Tal vez debería llamar al médico -susurró ella.
 
-No te preocupes Sakura; estoy bien.
 
-Lo siento, no era mi intención que esto pasara.
 
-Fue un accidente, esta bien sakura.
 
-¿Por qué me llama Sakura?
 
-Ese es tu nombre ¿no?
 
--Si, pero ¿donde quedo el “señorita Sakura?
 
-Creo que si vamos a estar juntos tanto tiempo… quiero decir, trabajando juntos, podemos llamarnos por nuestros nombres ¿no crees?
 
-Yo aún no he aceptado.
 
-Pero lo harás -afirmó volviendo a tomar su mano.
 
Sakura no volvió a intentar soltarse temiendo que se repitiera el accidente y tuvo que inclinarse hacia él.
 
-Trabajar para mi aunque sea una semanas se ve muy bien en un currículo ¿sabes?
 
-¿Me pagaría?
 
-Tal vez -concedió Shaoran percibiendo su titubeo y sin dejar de mirar sus ojos la acercó más a él-. No es tan desagradable trabajar para .
 
-Es usted exasperante -negó Sakura con renuencia.
 
-Solo al principio -y bajó la voz para agregar-: Y más adelante tal vez disfrutes estar conmigo.
 
-Tal vez -respondió ella pasando saliva sin poder apartar los ojos de su mirada.
 
¿Por qué le pasaba esto? Cada vez que había sentido su mirada se ponía nerviosa. Se sentía acalorada y el corazón parecía querer salírsele del pecho.
 
-¿Qué dices Sakura? -preguntó colocando la otra mano en su nuca-. ¿Aceptas?
 
Sakura tuvo que reprimir un gemido y miró los labios de Shaoran que estaba sorprendentemente cerca. De alguna manera había terminado arrodillada a su lado, sintió una pequeña presión en su nuca para acercarse y no pudo resistirse. Suspiró rendida antes de sentir el roce de sus labios y cerró los ojos.
 
Siempre sabía dulce pensaba Shaoran extasiado, sintiendo el pulso desbocado en su cuello, acarició con el pulgar el punto más sensible buscando calmarla y lo único que logró fue hacerla gemir contra sus labios cosa que aprovecho para profundizar el beso.
 
Sakura tuvo que apoyar su mano contra el pecho masculino. Pudo sentir los latidos de su corazón y de alguna forma supo que el beso le estaba afectando tanto como a ella. Cuando él le soltó la mano para rodear su cintura Sakura apoyo esta en su hombro. Mareada y temblorosa no sabía que más hacer pero deseo poder estar más cerca de él y… Shaoran se separó con un quejido.
 
-La rodilla -explicó entre dientes dejando caer la cabeza contra el sillón.
 
Sakura atónica miró la extremidad vendada y con mucha dificultad se puso de pie.
 
-Espera -pidió Shaoran abriendo los ojos y volvió a sujetar su mano-. Entonces… ¿aceptas?
 
-Buenas noches -saludó el señor Tarisume desde la puerta-. Lamento el retraso.
 
-No hay problema -balbuceó Sakura liberando su mano-. Yo tengo que irme, buenas noches señor Li -se despidió sin mirarlo y camino hacia el otro hombre-, señor Tarisume -y salió del lugar.
 
-¿Interrumpí algo? -preguntó Tarisume.
 
-En realidad… no lo sé -suspiró Shaoran recostado contra el sillón con el antebrazo cubriendo sus ojos.
 
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Tomoyo miraba a través del lente de su cámara esperando encontrar algo interesante mientras esperaba la llegada de Nagano. Habían quedado de verse esa tarde para que ella pudiera darle su respuesta. Aún no se sentía segura, nunca había posado para nadie, no era su intención modelar, jamás lo había sido. Hasta ahora todas las personas con las que había comentado el asunto se habían mostrado muy entusiasmadas, Anessa-sama, la señora Seri, Sakura, incluso su madre había dado el visto bueno pues pensaba que si el joven ganaba el concurso y era bueno, algún día podría ser famoso y ella podría decir que posó para él en una de sus primeras obras.
 
Sonomi también le había explicado quien era ese joven Nagano era el único hijo de Nagano Hiroyasu, un acaudalado hombre de negocios que invertía en cuanto proyecto le interesaba, entre sus negocios exitosos estaban un casino, dos centros nocturnos, un par de revistas de espectáculos, cine, televisión. Hasta ahora Sonomi no sabía mucho de su hijo pues su madre era extranjera -probablemente parisina pero no estaba segura-, y después del divorcio había vivido con ella. Esta era la primera noticia que Sonomi tenía de que el hijo del famoso Nagano Hiroyasu, estaba residiendo y estudiando en Japón.
 
Tomoyo suspiró sin saber que pensar, tal vez debería animarse a posar para este joven. Parecía ser agradable, atento, algo nervioso si, pero eso se lo adjudicaba al hecho de que realmente se veía muy ansioso por encontrar una modelo. Nagano Etsuya era un joven alto, de rasgos atractivos y con matices occidentales cuyo único defecto era que el tabique de la nariz estaba un tanto desviado pero hasta eso parecía darle un aire atractivo. Vestía de informal pero se notaba que usaba las mejores marcas.
 
-“Tal vez ni deberías preocuparte, Tomoyo” -se dijo a si misma-. “Tal vez ni venga” -ya iba 15 minutos retrasado-. “Tal vez si viene te diga que ya encontró otra modelo y asunto arreglado”.
 
Con este pensamiento volvió a enfocar el lente de su cámara y se topó con una pareja unos metros mas adelante, que platicaba sentada en un banco, se miraban el uno al otro ajenos totalmente a lo que había a su alrededor. Casi por instinto Tomoyo tomó una foto y suspiró.
 
Había hablado con Eriol la tarde anterior: la llamaba desde Londres para ver como estaba. Una conversación del todo platónica que la había dejado un tanto melancólica pues deseaba que él estuviera de regreso, apenas habían pasado dos días y ya lo extrañaba.
 
Tomoyo notó que la pareja se iba y los siguió con la mirada, tal vez algún día ella y Eriol pudieran estar así. Cuando volvió su vista al banco notó que habían dejado un periódico, se acercó con rapidez para tomarlo y devolvérselos. Antes de llegar hasta el banco la brisa movió las páginas hasta la sección de sociales, la imagen que había en la página atrajo su atención.
 
Por un momento sintió como si todo a su alrededor se detuviera y contuvo el aliento, lentamente fue inclinándose para tomar el periódico. La foto había sido tomada la noche anterior, al pie de la foto se leía “Kaho Mitzuqui acompañada porquien dice ser su único y verdadero amor”. Se había tomado la imagen cuando salían de un elegante restaurante londinense, que tenía la fama de tener una de las listas de espera más largas del país y solo un grupo muy selecto de clientes podía contar con un reservado.
 
Eriol se veía guapo como siempre, con un elegante traje negro, Kaho por otro lado estaba deslumbrante y sexy con un minúsculo vestido rojo que dejaba ver sus largas piernas. La nota decía que se había rumorado largamente de su ruptura pero que se les había visto muy contentos esa noche. La modelo había confesado incluso que en poco tiempo podía haber planes de boda.
 
Tomoyo jadeó conmocionada, ¡¿cómo podía ser aquello cierto?! De repente se sintió tonta y muy poca cosa, si se comparaba con la famosa modelo. Luchó por contener sus emociones, pues no distinguía entre el enojo, la decepción y el dolor.
 
-¡Tomoyo Daidouji! -gritó una voz a lo lejos y ella como una autómata busco el lugar de donde procedía.
 
A lo lejos descubrió a Nagano que corría hacia ella con el brazo extendido y una enorme sonrisa en los labios. Cuando llegó hasta ella sin aliento y entusiasmado, se inclinó sujetándose las rodillas para tomar aire.
 
-Por favor -dijo Etsuya incorporándose-. Dime que serás mi modelo -pidió haciendo un puchero.- Estoy realmente desesperado, se que no encontraré a otra chica más hermosa. Eres perfecta para , te prometo que no te arrepentirás.
 
Nagano siguió con su parloteo, explicándole los beneficios de ser la inspiración de un futuro famoso artista.
 
-Está bien -dijo Tomoyo tan de repente haciendo que Nagano guardara silencio asombrado-. Seré tu modelo.
 
-¡De verdad! -Gritó riendo a carcajadas-. Prometo que no te arrepentirás -y la abrazó con fuerza-. Ven conmigo, vamos a mi estudio, te enseñaré lo que estoy haciendo.
 
Tomoyo asintió, Nagano rodeó sus hombros con el brazo -poco habituado a las formales costumbres orientales y Tomoyo tampoco se lo impidió pues aun estaba demasiado sorprendida y decepcionada por la fotografía allí impresa. Mientras caminaban Nagano le contaba acerca de su trabajo, ella apenas entendió lo que le decía pero se esforzó por concentrar su atención en él y no en el periódico que aún llevaba en la mano. Cuando pasaron por un bote de basura, ni siquiera lo pensó: simplemente dejó caer el mismo y siguió su camino sin detenerse ni un segundo.
 
Continuará…
 
Nota de la autora: Si lo sé, lo sé, me tardéaños en actualizar y no saben como lo siento. Últimamente todo se ha interpuesto en mi inspiración. Creo que estoy pasando por una época de cambio, me he dado cuenta de que es hora de tomar ciertas decisiones que pueden llevar mi vida por otro camino. Y de repente no ha sido tan fácil llegar a esta conclusión, aún ahora no se que decisiones debo tomar, no se si seguir con el mismo trabajo, no se si seguir buscando las mismas cosas. También he decidido que debo hacer algunos cambios con mi persona. Y entre esto y algunos problemillas que espero resolver pronto, mi cabeza esta llena de miles de preguntas. Lo siento de verdad, siento haberme tardado tanto, sobre todo ahora que muchos están de vacaciones.
 
Como sea insisto en que seguiré escribiendo hasta el final. Las ideas las tengo pero de repente es tan difícil plantearlas en papel y después cuando ya tengo todo escrito me ha resultado complicado encontrar tiempo para pasarlos a la PC. Ojalá no me pase lo mismo con el siguiente capítulo. Espero este les haya gustado, de momento tal vez les parezca todo demasiado vago, pero debía dar otro giro para que las cosas se compliquen un poquito, ya saben, no podía dejárselas tan fácil a Eriol y Tomoyo, Shaoran tampoco lo tendrá tan sencillo. Aun falta para llegar al final, así que espero que disfruten de este capítulo.Espero no se molesten demasiado, soy mala lo sé pero solo me gusta mantener la emoción y prepárense porque es posible que el siguiente tenga un final parecido.
Besos a todos y hasta pronto.