Ranma 1/2 Fan Fiction ❯ I don't want to believe in second chances ❯ Una semana antes ( Chapter 2 )

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Disclaimer: Los personajes de Ranma ½ pertenecen a Rumiko Takahashi y demás asociados.
A.N: Lamentablemente nunca he visitado Kyoto mas que lo que encuentro en la Internet, muchos de los lugares mencionados y de los hechos históricos son completamente ficticios o basados en especulaciones.


I don’t want to believe in second chances
By Ishtar_Moon

Capitulo 1. Una semana antes
Shinnosuke bajo las escaleras traseras del edificio docente, con una sonrisa leve en sus labios. Era una hermosa tarde de primavera, y una brisa agradable enmarañaba su cabellera azabache. Deshaciendo el nudo de su corbata, y sintiéndose tan nervioso como si fuera un estudiante, en vez de un profesor, Shinnosuke se encamino hacia el campo de football que quedaba a pocos metros del edificio docente, en la base de una pequeña loma.
No hacia falta tener oídos agudos para escuchar los gritos de pase que burbujeaban desde el campo de football. Hoy el grupo de football femenino estaba recluyendo nuevas candidatas, y estaba lleno de muchachas en shorts y blusas holgadas esperando ansiosas por su turno. Shinnosuke se quito la chaqueta, y tirandola sobre su hombro en un gesto varonil, se desvió del sendero de piedras que llevaba a las gradas, optando por sentarse en el césped junto con la mayor parte del cuerpo estudiantil masculino que miraban ensimismados a las jovencitas. Shinnosuke sonriendo picaramente, se acerco a un muy bien conocido grupo de décimo grado a quien el les enseñaba el tercer turno.
“Disfrutando el panorama.” Pregunto en un tono burlón, al cual los muchachos le miraron de resorte, riendo y sonrojados por haber sido agarrados en el acto.
“No harm done, teacher.” Le respondió uno de los muchachos, el cual Shinnosuke estaba seguro se llamaba Saotori, si la memoria no le fallaba. Pasando de largo, y asegurándose de revolverle el pelo cuidadosamente peinado, Shinnosuke continuo su misión, mientras a su espalda, Saotori maldecía por lo bajo y se arreglaba el nido de gallina que de seguro le iba a dañar sus chances de invitar a una de las chicas del equipo por un helado después de las practicas.
Con una dignidad envidiable, Shinnosuke, continuo su marcha loma abajo, cuidándose de no tropezar y caer de cabeza contra la cerca que rodeaba el campo; después de todo no se vería nada bien, que el distinguido y “cool” profesor de Humanidades se fuera loma abajo como un saco de papas. Sobretodo si implicaba la deshonra delante de la nueva profesora de Educación Física, quien en ese momento, acarreaba el equipo de football, como si fueran ovejas bajo su comando. Y porque ya estaba en las nubes, como siempre que pensaba en ella, no escucho el grito de cuidado que acompañaba el misil de goma que impacto contra su cara haciéndolo caer en su trasero pesadamente y rodar loma abajo hasta quedar como una marioneta sin hilos contra la cerca.
Escucho el distintivo silbido agudo seguido por un: “Es suficiente por hoy” antes de que la sombra de Akane lo cubriera. Sabía que era ella, porque de alguna manera su presencia le parecía liviana a pesar de estar justo a su lado. Algo así como el roce suave de una toalla húmeda sobre su rostro. Shinnosuke abrió un ojo y la vio sonreírle, con esa sonrisa particular suya que le pellizcaba la esquinita de la boca dibujándole los labios en una media luna.
“¿Me veo ridículo, verdad?” Le pregunto en una vocecita de niño avergonzado. Akane rió con toda el alma antes de dejarse caer a su lado, inclinándose sobre sus rodillas para mirarlo divertida.
“Tu grupo favorito de estudiantes tomaron fotos con sus celulares, y las chicas decidieron que eres aun mas adorable por ser tan despistado.” Shinnosuke sonrió, a pesar de que le ardía la cara como nada en su vida, e incorporándose en una forma menos trágica, le devolvió la toalla a Akane, quien la tomo algo reservada.
“¿Y tu? ¿Todavía me acompañaras esta tarde a pesar de que soy un pésimo guardaespaldas?”
“Siempre y cuando me guardes el frente, no me importa acompañarte.” Le contesto burlona, a lo cual Shinnosuke se llevo la mano al pecho en un arranque de pena dramaturgica, que rindió Akane de fuerzas para contener sus carcajadas.
“¡My fair lady! Como es posible que tu corazón no se compadezca de este pobre escolar, que solo ha conocido el mundo de las polillas y el polvo de los estantes.”
“Si, profesora, ya saquelo de su miseria y vaya con el, antes que empiece a recitar a Shakespeare.” Recuperándose milagrosamente de su corazón herido, Shinnosuke se volteo y le lanzo una tiza que llevaba en la media a Saotori, quien la esquivó con facilidad, mientras seguía a su grupo hacia el edificio docente.
Una vez que ya se había hecho cargo de la distracción, Shinnosuke renovó sus intenciones de invitar a la joven profesora en un paseo, pero se vio incapacitado de pronunciar una palabra, al verla inclinada sobre sus rodillas recogidas, la suave brisa batiendo su pelo negro azulado como pequeñas cintas y la mirada perdida en algún lugar al que el no podía, aunque quisiera, ir.
Dejándose vencer por lo agradable del clima, Shinnosuke se tendió sobre el césped, acolchonando su cabeza con los brazos cruzados tras de si.
“La junta directiva piensa celebrar una conferencia de historia en el salón de música de la escuela.” Akane se volteo y lo imito, acomodándose a su lado.
“El director invito a varios escolares y profesores de arqueología y antropología para discutir acerca del descubrimiento del sello de los emperadores gemelos.” Continuo Shinnosuke con un suspiro. Los hermanos habían sido el objetivo de toda su vida, y la de su familia hacia varias generaciones atrás. Fue la misión de su padre, quien se aventuro hacia los Estados Unidos en busca de los rastros de unos diarios que estaban bajo la protección de una familia que supuestamente había abandonado la isla poco tiempo después de la Segunda Guerra Mundial. Una misión que Shinnosuke heredo el día que su madre americana le relato la leyenda de los dos hermanos cuando el cumplió los doce años, como un pedido de su fallecido padre. Una historia que era mas bien un mito, ya que no habían rastros contundentes que pudieran verificar la existencia de ellos; solo un mito que corría de boca en boca con cada generación de Kagami que llegaba a los doce, y la maldita mancha que crecía en su espalda.
Akane se inclino sobre su brazo izquierdo, mirándolo con la determinación de fuego que lo había atraído a ella hacia tanto tiempo.
“Esta es tu oportunidad, Shinnosuke. Una en un millón.” El le sonrió, incorporándose en sus pies con la gracia con la que muy pocos lo conocían por. Brindándole una mano de apoyo una vez que estaba en pie.
“Exactamente, el director de la escuela sabe de mi proyecto, y me pidió que prepara un seminario para ese día.”
“Mas bien te exigió que preparas un documental por el honor de la escuela Furinkan. ¿No es cierto?” Comento ella, tomando su mano. “¿Pero no me dijiste que aun te faltaban unos detalles para probar tu tesis?”
Shinnosuke acento mientras se inclinaba para recoger su chaqueta abandonada, sacudiéndola mientras seguía a Akane de regreso a la escuela. “La reunión va ser mas bien una velada donde comparar notas mas que nada, aun me queda tiempo antes de la conferencia en la universidad, pero no por eso quiero que le resten importancia a mis descubrimientos, la ultima carta es mía, pero quiero que sepan que tengo una buena mano en esta jugada.”
Shinnosuke sintió el peso tibio de la mano que Akane puso en su hombro como señal de apoyo. “Shinnosuke, ya sabes que no tenemos que vernos en el templo de Heian Jingu hoy, si necesitas tiempo para prepararte.”
Eran pocas las veces que Shinnosuke se sentía que podía traspasar esa fina barrera entre amistad y amor que había entre los dos, o que por lo menos el quería imaginar que existía. Por eso tomo la mano de Akane y la apretó firmemente antes de dejarla ir.
“¿Estas loca?” Continúo en un falso acento escandalizado. “¿Y perderme la oportunidad de restregarte mi conocimiento?” Akane le zumbo una palmada por la nuca, algo molesta y avergonzada. No era su culpa que no supiese tanto de la historia de Kyoto, además el bufón de Shinnosuke fue quien se ofreció en primer lugar a servirle de guía turístico. Y si bien ella no era del tipo que le gustaban los museos, Kyoto tenía un encanto que era difícil de eludir, y muy pronto Akane se vio enamorada del panorama; disfrutando más y más los paseos que daba cada tarde con el profesor de Humanidades.
“Después no te quejes de que no pudiste dormir en toda la noche trabajando.” Shinnosuke le sonrió deslumbrándola, y provocando que un leve rocío color rosa se esparciera sobre sus cachetes.
“Por ti my lady, juro no dormir jamás.” Y muy pronto se le escapo de las manos antes de que Akane tuviera tiempo de quitarse la incomodidad a base de mamellazos.
“! Procura llegar a tiempo Shinnosuke!” le escucho vocear, antes de voltearse, darle una buena imitación de un soldado militar y gritar:
“! Aye, Aye capitant!”

Kasumi tarareaba una cancioncita bien pegajosa que hacia minutos escucho en la radio mientras subía las escaleras precariamente balanceando una cesta de ropa recién planchada y su enorme barriga de embarazada. A veces le costaba trabajo y tenia que detenerse en un escalón, tomar aire y seguir caminando, pero no era nada por lo cual una debía enfadarse, al contrario, si Kasumi tenia un corazón de molleja antes de casarse, ahora que iba a ser madre era una melaza andante.
La cesta de ropa era de Soun, quien al verla lavándole la ropa un par de meses atrás decidió que esa era una tarea muy pesada para una mujer en su condición, así que se arremango la camisa que traía puesta y se arrodillo ante una batea con una loma de ropa sucia. Lamentablemente, aunque ganas no le faltaban, la ropa quedo peor, por lo que Kasumi le puso una mano delicada al hombro y le pidió de favor que le dejara esos quehaceres a ella. Soun aguanto las lágrimas como un hombre; luego Kasumi lo llevo del brazo al cuarto de lavado donde Tofu había instalado la nueva lavadora y secadora. Viendo que su hija no corría ningún peligro, y por voto mayoritario de la familia, Soun le dejo el asunto de la ropa y demás quehaceres a su hija. Aunque Kasumi lo dejaba que le ayudara en menudeces como limpiar el piso o cualquier otra bobería que implicara encaramarse en una silla.
En ese momento, Soun andaba de compras, por lo que Kasumi estaba libre de hacer y deshacer como se le viniera en gana sin tener a su tan querido padre pisándole los talones como un perrito faldero.
Una vez que llego al segundo piso, escucho la voz de Akane en el cuarto de Nabiki. Sintiendo un golpe de curiosidad entreabrió la puerta y se quedo algo sorprendida al ver el caos de ropa tirada en el piso.
“¿Cielo santo que es lo que paso aquí?” Akane, quien tenía una mini falda de mezclilla en la mano, so volteo hacia la puerta.
“¿Kasumi, no crees que esto es muy corto para mi?”
“No es corto Akane, es a la moda.” Comento Nabiki algo aburrida desde la cama donde ojeaba una revista. Kasumi entro al cuarto, dejando la cesta sobre la cómoda y sentándose en la cama de Nabiki. Akane tiro la falda sobre su hombro y continuo escarbando las gavetas de Nabiki por algo más femenino que sus usuales pantalones deportivos y camisetas blancas. Nabiki paso la pagina desinteresada.
“Quiero lucir bonita, no desesperada.”
“Desesperada estas. ¿Ya hace cuantos años que no sales a divertirte con otro que no sea Hibiki? Y sabe Dios por que le gustas.” Akane paro en seco, sus hombros rígidos de ira, dispuesta a darle una buena golpiza a su hermana, cuando Kasumi se levanto de la cama la tomo por los hombros, la sentó sin dar mas explicaciones y estirando los dedos de las manos como si fuese a tocar piano, abrió las puertas del closet de par en par con toda la intención de buscar algo apropiado para Akane.
“Esto va ser bueno.” Comento Nabiki interesada mientras se incorporaba en la cama para ver mejor. Kasumi era la perfecta ama de casa, pero en la opinión muy sincera de Nabiki no el epitomo de clase, ni moda. Así que verla escoger algo para Akane iba a ser divertido. Por su parte Akane no confiaba mucho en esta nueva Kasumi. No era que creyese que un día fuera a envenenarlos a todos durante la cena, pero es que esta Kasumi tenía ese brillo determinado que solo se ve en las madres, y ella lo sabia porque en más de una ocasión tenia que lidiar con las progenitoras de sus estudiantes, y no era nada agradable. Por lo que Akane procuro no hacer ningún gesto que pudiese desatar la leona que tomaba morada detrás de los ojos café de su hermana mayor.
Kasumi, concentrada en su misión, no le presto mucha atención a sus hermanas. Finalmente la escucharon dar una risita satisfecha. Akane y Nabiki se tensaron como cordeles de pesca esperando el zarpazo.
Kasumi emergió del closet con un vestido veraniego de cuello en uve, entallado al cuerpo con la espalda al descubierto y unas bonitas sandalias de flores.
“Wow, no sabia que tenia eso en el closet.” Comento Nabiki impresionada. Era justo lo que Akane quería. Un vestido que acentuaba sus piernas largas, y le dieran un aire fresco. Suficientemente atractivo como para robarse más de una mirada sin mucho esfuerzo.
Nabiki se volteo hacia Akane para decirle algo, pero esta ya estaba probándose el vestido, con una sonrisa de niña entusiasmada que Nabiki no había visto en mucho tiempo. Recostándose al espaldar de la cama Nabiki contemplaba la escena silenciosamente. La verdad era que Akane era una muchacha muy bonita, y se veía particularmente mas encantadora con su cabello corto, pero por alguna razón la muy tonta se rehusaba a ver que era capaz de llamar la atención sin mucho esfuerzo, ni siquiera el hecho de que tenia el temperamento de un caballo salvaje, ni el hecho de que era una atleta le robaban encanto; al contrario, mas de un cliente que venia a la oficina le preguntaba a Nabiki quien era la muchacha que practicaba en el patio. Más de un negocio se había cerrado a cambio del supuesto número de teléfono de Akane. Pero lo que ella no supiera, no le haría daño, sonrió Nabiki para si, asentando la cabeza cada vez que Akane le preguntaba si le quedaba bien el vestido.

“¡Kasumi ya llegue!” Dijo Soun cerrando la puerta tras de si. “¿Kasumi?” Continuo cuando no la vio recibirlo como lo hacia de costumbre. Entrando en pánico al instante y dejando la bolsa de mandados en el piso, Soun se quito los zapatos dispuesto a correr a socorrer a su hija cuando escucho la risa caudalosa de Akane en el piso de arriba. Con una mano en el pecho diciéndose así mismo que un día de estos le iba a dar un infarto, Soun subió las escaleras dispuesto a darle la bienvenida a su hija menor.
La risa venia del cuarto de Nabiki, y no queriendo interrumpirlas si no era necesario, Soun se acerco a la puerta en puntillas, espiando como buen padre por la hendija de la puerta y sonriendo al ver a sus tres niñas contándose cuentos divertidas. Hacia mucho que no las veía así, reunida a las tres como buenas hermanas cuchicheando.
“¿Papa, que haces espiando detrás de la puerta? Entra y danos tu opinión acerca del nuevo atuendo de Akane.” ¿Quién mas, sino Nabiki para acorralarlo? Dándole una sonrisita nerviosa a la mirada reprobadora de Kasumi, Soun entro a la habitación.
“Que te parece papa?” Le pregunto Akane. Soun se detuvo a contemplar a su hija menor maravillado. No es que el quisiese hacerse el mejor, pero Soun Tendo se sentía el hombre mas dichoso del mundo. Tomándola de la mano y dándole una vuelta en si Soun le sonrió.
“Estas divina. ¿Ahora me vas a decir para que tanto arreglo?” Por alguna razón, el rostro de Akane se ensombreció. Soun frunció el seño entendiendo por donde venia todo. “Akane, ya hemos hablado de esto anteriormente. Sabes que no tengo nada en contra del profesor ese, pero el muchacho no tiene ninguna experiencia en las artes marciales y ya sabes que tu esposo será el futuro heredero de la escuela de Artes Marciales Estilo Libre Tendo…” Akane retiro su mano bruscamente, sintiéndose herida.
“¿Acaso no te vasta con el fiasco anterior?”
“Akane, ya hemos discutido este asunto anteriormente y creí que habíamos llegado a un acuerdo.”
“¡SI! Acordamos que con quien yo me casara seria mi decisión, pero aparentemente ya tu lo olvidaste.”
“Akane…” Continuo Soun con un tono autoritario, pero antes de que terminara lo que fuera a decir, Kasumi puso una mano en su hombro robándole la atención.
“¿Padre, por que no me acompaña al pasillo por un momento?”
Algo renuente, Soun siguió a su hija mayor al pasillo, quien cerro la puerta tras de si. Inmediatamente Nabiki salto de la cama y pego una oreja a la puerta.
“¡Nabiki! Ya sabes cuanto le molesta a Kasumi que escuches detrás de las puertas.” La amonesto Akane, pero la advertencia callo en oídos sordos. Nabiki le hizo una señal de silencio. Akane, completamente derrotada y porque le picaba la curiosidad se acerco a la puerta guardando silencio. Era difícil escuchar con claridad porque Kasumi hablaba en voz baja, pero aun así, Akane entendió lo que su hermana mayor estaba diciendo y se sonrojo al pensar que la estuviera defendiendo.
“Padre, creo que ya es hora de que dejemos Akane valerse por si misma. Lamentablemente le hemos echado encima todo el peso de la tradición familiar desde muy temprana edad, yo creo que el hecho de que no sepa cocinar, zurcir, y tenga tan mal temperamento es suficiente. Además, si necesitas que alguien continúe el nombre de la escuela, Akane se ha probado más que suficiente para continuar el legado, y si se casa con este profesor tan amable a quien no le importa el hecho de que es una pésima ama de casa, te bendecirá con niños que continuaran estudiando las artes marciales, no crees?”
Akane no llego a escuchar la respuesta de su padre porque el hecho de que su hermana la había llamado una pésima ama de casa se había clavado en su cabeza como un disco rallado. A su lado Nabiki hacia todo lo posible por no soltar un par de carcajadas que las delatase.
“Bueno Akane, al menos tienes a Kasumi de tu lado, o algo así, la verdad no estoy segura.” Akane le torció los ojos a su hermana.
“Ves como eres malhumorada, a ver si ahora llegas tarde a tu cita.” De inmediato Akane miro al reloj de pared que marcaba las cinco y media, justo diez minutos para la hora fijada, y sin mas miramientos abrió la puerta del cuarto de un bandazo corriendo escaleras abajo y cerrando la puerta de la calle tras de si, para luego abrirla de nuevo tomar un casco de motocicleta que colgaba de la pared, un par de llaves sobre una mesita y salir súbitamente. Al rato el rugir de una Kawasaki ZZR 1200 se escucho salir a la calle y perderse en la distancia. Nabiki sonrió ante la mirada reprochadora de Kasumi, encogiéndose de hombros.
“No es mi culpa sabes. Yo no le compre el juguete a la nena.”

Akane maldijo entre dientes mientras caminaba a toda prisa hacia el templo acomodándose el vestido y el cabello. Había dejado la motocicleta en un parqueo un par de cuadras abajo, porque no quería parecer una loca desenfrenada delante de Shinnosuke. Ella había planeado ir hasta el lugar acordado usando el tranvía, pero lamentablemente el tiempo le apremiaba y le era más fácil franquear el tráfico en la Kawasaki que esperar horas porque llegara el transporte. Sonriendo traviesa, atravesó las puertas del templo, caminando hacia el jardín donde Shinnosuke la estaba esperando. Déjale a Ryoga la idea de regalarle una motocicleta por su cumpleaños, aludiendo que de esa manera aprendería que no solo fuerza era necesaria en combate, sino una mezcla de velocidad y poder. Algo si había aprendido, y eso era que a menos que quisiese que todo Kyoto viera de que color eran los panties que traía puesto, que no volviera a manejar la Kawasaki con un vestido. A pesar de la vergüenza que le acaloraba el pecho, Akane no pudo más que reír coqueta, y dándole un beso al brazalete de piedras que traía en la muñeca para la buena suerte se abrió paso entre los turistas. Shinnosuke ya la estaba esperando, haciéndole señas por encima de las cabezas de los visitantes.
Akane le saludo de regreso, acortando la distancia a largos pasos. Shinnosuke le beso las manos, una costumbre muy europea de la cual hacia alarde, y tomándola del brazo se la llevo lejos del tumulto en un tour privado del templo.

Ya era tarde cuando salieron por un aperitivo a unas cuadras más abajo del templo. Ambos sentados en un parque público saboreaban un helado mientras hablaban de todo y de nada en particular. Akane no paraba de sonreír y Shinnosuke sentía su corazón latir impertinentemente. Quería preguntarle algo muy importante, pero no se atrevía. Las manos le sudaban a pesar del fresco de la tarde. Entonces una idea se le ocurrió.
Akane hablaba de algo sin importancia, solo para llenar el silencio, cuando sintió el chaleco de Shinnosuke sobre sus hombros desnudos; complacida por el calor del mismo alzo la vista hacia el profesor quien la miraba tiernamente.
“Akane.” Intento comenzar Shinnosuke ahora que tenía la atención de la muchacha. Siempre le pareció irónico que podía pararse en frente de un teatro lleno de gente inquisidora y hablar de su tema favorito sin palidecer por un segundo, mientras que esta muchacha y sus ojos chocolate infinitos le robaban la confianza, dejándolo hecho un manojo de nervios y jugando con los pulgares.
“Me preguntaba si podías ir conmigo a la conferencia este sábado.”
“¿Qué, el gran Shinnosuke necesita apoyo moral?” Le comento burlona. Shinnosuke sonrió sonrojándose un poco.
“Es una especie de velada de etiqueta, y me gustaría que me acompañaras como mi pareja, sino tienes nada importante que hacer por supuesto.” Esto ultimo lo dijo apresuradamente como no queriendo ofenderla con su petición.
Akane sintió su corazón dar un sobresalto y cubriendo su pecho temblorosa se incorporo para estar frente a frente al profesor cuando le diera la respuesta.
Que ella recuerde, solo una vez su corazón palpito con tanta fuerza, pero ese desafortunado evento era mejor dejarlo atrás.
“Me gustaría mucho.” Tal vez fue la apuesta del sol, y las hojas de los árboles o a lo mejor alguien salpico su helado con algo de sake, pero Shinnosuke se inclino hasta llegar a la altura de Akane y le dio un tierno beso en los labios, sintiendo que al instante que sus labios se rozaron, sus orejas explotaron en un silbido desenfrenado y un golpe de goma le asesto una cachetada dejándolo tendido en el suelo.
Akane miro algo desorientada al profesor en el suelo y a la pelota de goma que había surcado el aire.
“¡Hey, nena, que tal si nos devuelves la pelota y dejas al bobo ese, eh?” Akane tomo lo pelota en una mano, probando el peso con unos golpecitos de la palma, y volteándose hacia el círculo de muchachos que esperaban por ella, sintiéndose diabólica, lanzo la pelota con toda su fuerza noqueando a más de uno, completamente iracunda con el hecho de que le habían arruinado un perfecto beso.

Cuando Akane regreso a la casa, encontró un papel rosa con florecitas que decía que su comida estaba sobre la meseta de la cocina y que estaba sola en casa firmado por Kasumi junto con una carita feliz. Akane suspiro desahuciada y se encaramo en la meseta mientras picoteaba la comida que le había dejado su hermana sin mucha hambre.
A pesar de que el pelotazo le había arruinado el momento, se sentía feliz. Shinnosuke era muy atento con ella, y la hacia sentir deseada, y lo mas importante de todo, no era un arrogante, narcisista enamorado de las artes marciales. Con Shinnosuke, Akane no tenía que preocuparse de que lugar ocupaba en su corazón; pero el hecho de que no tenia entrenamiento marcial era un gran problema. No con el padre de Akane, quien en ultima instancia se podía apaciguar con el argumento debido. El problema era otro. Uno más grave y más terco que mil mulas cuesta arriba.
No había forma de retrasarlo, y si no trataba de razonar con el, Akane no podría reanudar su vida. Sin dar lugar a titubeos, Akane tomo el teléfono y marco un número que para maldición suya tenia gravado en su mente.
El timbre sonó tres veces antes de que una voz masculina y algo dramática contestara en carretilla.
“Neko Café, nuestras horas son de ocho de la mañana a ocho de las noche. Para entregas a domicilio marque el uno, para un listado del menú y precios marque el dos. Si desea hablar con un representante marque el tres.”
Akane marco el tres. Un par de timbrazos más tarde la misma voz masculina contesto:
“Neko Café, este es Mousse. ¿En que puedo ayudarle?” Akane se masajeo el entrecejo preparándose para el dolor de cabeza que se aproximaba.
“Mousse.” Dijo con voz autoritaria para que no quedase lugar a preguntas. Al menos no le había contestado Shampoo. “Ponme a Saotome al teléfono.”
“¿De parte de quien?” Akane puso más presión sobre sus sienes.
“Dile que es Akane. Tengo algo importante que hablar con el.” Hubo un cuchicheo, que aparentemente ella no tenia que escuchar, donde Mousse le explicaba algo a alguien, antes de llamar a Ranma a gritos. Akane lo escucho acercarse, y preguntar entre dientes quien lo estaba llamando. Por alguna razón, Mousse no le dijo nada, o al menos Akane no llego a escuchar lo que dijo, pero la voz fuerte de quien en un pasado fuera su prometido la trajo a tierra.
“Ranma aquí.” Akane abrió la gaveta de la meseta donde Kasumi tenía el pomo de aspirinas. Esto le iba hacer falta en unos minutos.
“Saotome, es Akane.” Contesto con la voz más frígida que podía emitir. Hubo un silencio de un segundo en el que ella se podía imaginar el shock de escuchar su voz de nuevo después de cinco años de ausencia.
“¿Akane? ¿Qué, ya encontraste a alguien mas para que yo lo ponga en su lugar, o te distes por vencida?” Akane se trago un par de aspirinas y contó hasta diez.
“Déjate de zoquetadas que no estoy de humor.”
“Ah, veo que tu encanto no ha menguado.” Esta conversación no iba del todo bien, y Akane necesitaba ser razonable con el idiota.
“Ranma, corazón, no nos hemos visto en cinco años, que tal si dejamos los insultos para luego eh?” Continuo ella en un tono dulzon; completamente repugnante para sus oídos, y aprovechando que el aludido estaba en silencio continuo:
“¿No crees que ya es hora de que continuemos cada uno por su rumbo? Después de todo estoy segura que a la linda de Shampoo no le hace gracia que vivas con ella sin cumplirle su sueño de hacerla tu prometida.” Akane le escucho reír sin ningún humor y frunció el seño en desagrado.
“Akane, mi vida.” Continuo el con el mismo cinismo con el que ella le había hablado. “Por un momento creí que eras sincera, pero ya veo que no has cambiado mucho, mi melocotón. No voy a firmarte el papelito hasta que tu nuevo muñeco me gane en combate, y si es tan diestro como los anteriores, no tengo de que preocuparme. ¿Verdad mi cielo estrellado?”
“¡Escúchame bien, pedazo de mierda!”Le interrumpió Akane perdiendo la paciencia “¿Hasta cuando vas a seguir siendo el niño mimado de siempre? ¿Es que no te vasta con que me halla mudado de Nerima, y halla tenido que dejar todo atrás?”
“Ah, ahí esta mi encanto, por fin enseñas tus verdaderos colores.”
“¡Ya deja el tono condescendiente que no te pega, y acaba de firmar el dichoso papel, para ponerle fin a esta farsa! ¡Ni tu, ni yo estábamos de acuerdo con el compromiso en primer lugar, no entiendo por que te niegas a terminarlo todo y dejarme en paz!”
Ranma permaneció en un silencio contemplativo.
“Ah, ya veo que encontraste al perfecto candidato, de otra manera no te inmutarías a llamarme, y solo me lo mandarías para que le diera su buena paliza.”
“¿Y que si encontré a alguien que vale la pena? Tengo derecho a ser feliz.”
“Pero ese es el problema princesa.” Akane podía palpar el veneno en su voz. “El que tu seas feliz me hierve el hígado, y no me da la gana, por mucho tiempo tuve que aguantar tus berrinches. ¿Crees que te voy a dejar ir tan fácilmente?”
“¿Aguantarme? ¿Pero es que se te olvido que tú eras quien no perdía la oportunidad de humillarme? Que todos los días preparabas tus escenitas románticas en la escuela con la bruja de Shampoo, y de cómo te llenabas la boca de decir que yo solo era un inconveniente en tu vida? Saotome, ya estoy cansada de tu inmadurez, solo firma el papel ese y dejemos todo atrás.” Otra vez el silencio de Ranma marco una pausa, pero cuando hablo de nuevo su tono de voz dejo de ser altanero, para cobrar un aire más serio.
“¿Tan bueno es el fulano ese que hasta te dignas a llamarme para pedirme la cancelación del contrato después de cinco años?”
“El que tenga que escucharte a cambio de mi libertad con el, lo vale.” Le contesto ella resuelta a ponerle fin todo. Pero Ranma tenía otras ideas.
“¿Y es que el sabe la clase de mujer que eres? ¿Estas segura que el pobre diablo sabe que tiene las de perder contigo, que no eres mas que una espina en el pie?” Aparentemente cinco años no eran suficiente como para erradicar el odio que Akane sentía por Ranma y por todos los insultos que el le asestaba.
“¡Si! ¡Y a el no le importa que tenga mal carácter, que no sepa cocinar, que no le encuentre mucha gracia a los quehaceres domésticos! ¿Y sabes por que idiota? Porque cuando estoy con el, solo soy Akane, no la marimacho, no la cajón con patas, no la berrinchuda, solo Akane, y eso le basta y con solo eso soy feliz, pero tu ni en un millón de años podrías entender eso.”
Y con lágrimas de furia en los ojos, Akane empotro el teléfono contra la base en la pared, una y otra vez “¡Estupido, estupido hijo de su madre, mal nacido, idiota!”Solo cuando el auricular se desmorono en sus manos en un guiñapo de cables y pedazos de plástico, Akane dejo de golpear la pared.
Todo esto era culpa de su querido padre, se dijo a si misma mientras salía de la cocina tomando las llaves de la Kawasaki. Su querido padre quien creyó necesario estipular un documento legal que unía a Saotome y a ella negándole la libertad a los dos, a menos que ambos firmaran el documento anulando su valor legal. Ya ella lo había firmado; feliz de poner fin a toda la locura que fue el compromiso ese, pero por motivos que eludían explicaciones razonables, Ranma se rehusaba a firmar el documento, a menos que Akane encontrara a un novio que pudiera vencerle en combate.
Todo ese dolor de cabeza por la descabellada idea de que era la única forma de unir a dos personas que no tenían nada más en común que su pasión por las Artes Marciales y un profundo odio entre los dos.
Tenía que existir una forma más sencilla de obligar a Saotome a firmar el dichoso papel, pensó ella mientras se ponía un par de tenis viejos que usaba para correr en las mañanas.
Tomando el casco de la moto Akane salio de la casa; pensando en quemar algo de energía en la calle y de paso comprarle un nuevo teléfono a Kasumi.